Capítulo 43
No puedo apartar la vista de la sangre seca que tengo entre los dedos. No puedo apartar la vista del cuerpo inerte que se extiende en un ángulo antinatural en el suelo de madera de la cabaña en la que me encuentro.
Soy plenamente consciente de que la humedad de mi ropa no es otra cosa más que la sangre del hombre que yace sin vida a pocos pasos de distancia de mí y, también, soy plenamente consciente de que no puedo moverme. No puedo dejar de mirar los ojos vacíos de Tyler Lawson, los cuales escrutan el techo de la destartalada choza.
Lo maté.
"Fue un accidente..." Dice la voz en mi cabeza, pero no puedo dejar de reproducir el momento en el que el estallido del disparo lo inundó todo. No puedo dejar de reproducir el instante en el que el la resolución se apoderó de sus facciones y se dio cuenta de lo que acababa de ocurrir.
Cierro mis ojos con fuerza y tomo una inspiración profunda, en un intento débil de deshacerme de la sensación de culpabilidad que se ha arraigado en mi sistema.
—M-Maya... —la voz de Harry inunda mis oídos en ese momento y mis ojos se abren de golpe.
En ese preciso instante, el peso de la situación cae sobre mí como baldazo de agua helada, y me quedo sin aliento al darme cuenta de que aún no estamos a salvo. Los hombres a los que Tyler citó no deben de tardar en llegar y yo me encuentro aquí, sin poder apartar la vista de un cadáver, cuando debería estar huyendo con Harry antes de que algo terrible ocurra.
Me toma unos cuantos segundos espabilarme y arrastrarme por el suelo de la cabaña hasta donde se encuentra Harry. Una vez que lo hago, limpio mis manos en la tela de mis vaqueros que no está llena de la sangre de Tyler, y coloco una de ellas sobre su mejilla derecha.
—T-Tenemos que irnos de aquí, Harry —digo, en un susurro tembloroso y entrecortado—, ¿puedes levantarte?, ¿puedes caminar?...
—Maya... —Harry balbucea, en un tono de voz apenas audible.
—Aquí estoy —urjo, en un susurro débil e inestable—. Aquí estoy, amor. Vamos, levántate...
Trato de incorporarme, pero el dolor sordo que me hace saber que aún conservo mi pierna, hace que caiga al suelo una vez más. Un gemido adolorido se me escapa en ese momento, pero vuelvo a intentarlo. Esta vez, logro apoyar mi peso en mi pierna sana, y me inclino para intentar tirar del cuerpo de Harry y obligarlo a que se levante del suelo.
No consigo moverlo ni siquiera un milímetro.
—Harry, por favor, trata de levantarte —suplico. El pánico se apodera del tono de mi voz—. Por favor, amor. Necesito que te levantes.
Un gemido entrecortado se escapa de sus labios antes de que balbuceé algo que suena mucho como a una disculpa. Con cada segundo que pasa, me pongo más y más nerviosa, pero no dejo que eso me amedrente. No dejo que el terror se apodere de mí y trato, con toda la fuerza de mi cuerpo, de ayudarle a incorporarse.
Harry suelta un gruñido en el instante en el que logro tirar de su brazo hasta que la mitad superior de su cuerpo deja de tocar el suelo y noto cómo apoya su mano libre en la madera para ayudarme un poco.
Sé que está luchando contra la inconsciencia de su cuerpo. Sé que trata, desesperadamente, de ponerse de pie, a pesar de que el letargo de su cuerpo amenaza con vencerlo y yo trato de ayudarle. Trato de imprimir aún más fuerza en mi agarre antes de envolver su brazo alrededor de mi cuello.
Una vez que lo afianzo a mí, tiro con toda la fuerza de mi cuerpo para hacer que se levante.
No sé cuánto tiempo me toma ponerlo de pie pero, cuando lo hago, el alivio se apodera de mi sistema.
"Sólo necesito sacarlo de aquí. Sólo necesito subirlo al coche de Tyler, volver por las llaves y poner cuanta distancia sea posible entre este lugar y nosotros. Sólo necesito..."
Una par de luces intensas, seguidas del sonido de unos neumáticos sobre la tierra, lo invaden todo. La cabaña se ilumina por completo en el instante en el que la luz proyectada por los faros de un coche en el exterior, se filtra entre las tablas separadas de las paredes.
De pronto, desde otro ángulo, la cabaña vuelve a iluminarse, y el rugido de un motor siendo frenado con brusquedad lo llena todo.
Uno a uno, los vehículos llegan hasta este lugar y estoy tan aterrada, que ni siquiera soy capaz de poner la suficiente atención como para intentar de contarlos.
Mi corazón ruge contra mis costillas, mis manos tiemblan, un agujero se ha instalado en la boca de mi estómago y no puedo dejar de temblar. No puedo dejar de mirar en dirección a la puerta de la cabaña, en la espera de las personas que acaban de llegar.
Las luces se apagan. Los motores dejan de rugir. El mundo entero parece haberse detenido y yo estoy aquí, con el corazón hecho mierda en el pecho y el pánico atascado en la garganta.
Las voces y los pasos despreocupados que lo inundan todo en el exterior, me ponen la carne de gallina y lo único que quiero hacer en este momento, es desaparecer. Cerrar los ojos y abrirlos de nuevo cuando todo haya acabado..., si es que puedo abrirlos una vez más después de lo que va a pasar esta noche, claro está.
— ¿M-Maya? —Harry suena aletargado y ajeno a lo que ocurre, y yo no puedo hacer otra cosa más que dar un par de pasos hacia atrás con él a cuestas.
Las pisadas se acercan y, de pronto, el crujir de la madera del pórtico lo llena todo. Siento que el corazón va a salirse de mi pecho. Siento que voy a desmayarme en cualquier momento debido al terror que me invade, y al mismo tiempo, siento que nunca voy a ser capaz de apartar la mirada de la entrada del lugar.
Entonces, después de un eterno instante, la puerta se abre.
Las rodillas me tiemblan, mi pulso late detrás de mis orejas con tanta fuerza, que no puedo escuchar otra cosa más que el martilleo constante en esa zona del cuerpo, mi respiración es dificultosa y las sienes me duelen casi tanto como la pierna cuando mi campo de visión se llena con la imagen de un hombre de cabellos rubios y ojos imposiblemente azules.
Es joven, pero no tan joven como Harry; sin embargo, su altura es casi la misma que la de mi chico de las cicatrices. Su postura erguida y segura le da un aspecto intimidante, y la frialdad en su expresión me eriza los vellos de la nuca.
El tipo irradia confianza, arrogancia y pedantería por todos los poros del cuerpo y no puedo evitar pensar en la forma en la que se movía Harry en la bodega, cuando volví a verlo después de un año creyendo que estaba en prisión.
La actitud de este hombre y de esa pantalla de frialdad y arrogancia que utilizaba mi chico, son casi idénticas.
El tipo no se detiene cuando nos mira y no me pasa desapercibido el hecho de que su expresión no ha cambiado en lo absoluto, a pesar de que sé que nos ha visto.
Ni siquiera luce afectado por el aspecto lamentable que, seguramente, tenemos. Tampoco luce preocupado o consternado por el charco de sangre sobre el que estoy parada. Mucho menos parece sorprendido de mirar el cuerpo inerte de Tyler Lawson tirado a pocos pasos de distancia de donde nos encontramos.
Aprieto la mandíbula.
Detrás de él, entra otro hombre. Este, sin embargo, luce más como una rata de alcantarilla que como otra cosa. Su estatura es casi tan baja como la mía, pero luce aún más empequeñecido gracias a la inmensa barriga que sobresale de sus pantalones apretados. Todo en ese hombre luce gracioso y repugnante al mismo tiempo.
Sus facciones apretadas dentro de su cara redonda, su bigote entrecano, la prominente calva de su cabeza, la expresión mezquina y apática en su rostro... No hay nada intimidatorio en él y, a pesar de eso, no me permito el derecho de sentirme confiada en su presencia.
Seguido de él, dos hombres más entran. Uno de ellos tiene aspecto hindú, mientras que el otro luce como latino. Ambos son claramente más viejos que Harry y que el primer hombre que entró en la cabaña.
Entonces, detrás de ellos, cinco hombres más se adentran en la pequeña estancia.
—Creo que llegamos en mal momento —el primer hombre habla y poso mi atención en él.
Su cabeza se ha inclinado ligeramente, en un gesto que denota curiosidad y recelo al mismo tiempo.
—Yo diría que hemos llegado en el momento preciso —el hombre con aspecto de ratón habla y su marcado acento similar al de Nikolai, me hace saber que se trata del hombre que se hace llamar Igor Poliakov.
No quiero lucir decepcionada mientras que lo observo, pero no puedo dejar de pensar en lo poco imponente que es ese tipo, y en cuántos problemas ha causado desde que se alió con Tyler para destruir a Harry.
El resto de los hombres asienten, en acuerdo al comentario de Igor y mi corazón se detiene una fracción de segundo debido al nerviosismo.
—Harry Styles... —el primer hombre habla, al tiempo que esboza una sonrisa amplia y burlona—. El gran y prometedor Harry Styles... ¿Qué te ha pasado?, ¿siquiera estás consciente como para escucharme?
El chico al que sostengo entre mis brazos lucha por alzar la cara, pero apenas consigue realizar un cabeceo inestable y torpe.
Un suspiro cansino brota de los labios del hombre imponente. Entonces, posa su atención en Igor y dice—: ¿Esto era lo que querías, Igor?, ¿para esto hiciste que tu subordinado nos llamara? —Niega con la cabeza—. Tengo mejores cosas qué hacer que ver cómo tomas el negocio de otro a la fuerza. Hazme el maldito favor de no meterme en tus asuntos. Estoy lo suficientemente ocupado como para que esto siquiera me importe.
El hombre se gira con sus talones y comienza a avanzar en dirección a la entrada de la pequeña choza, la cual, está atestada de gente.
—Alto ahí, Lasserre —Igor habla y mi estómago se revuelve al escuchar ese apellido.
"¡Es él!, es el tipo del que Harry me habló. El hombre que distribuye toda la droga en California."
Lasserre se detiene en seco y mira por encima del hombro a Igor, quien no ha apartado la vista de mí y de Harry.
—Esto apenas empieza, querido amigo —dice, y esboza una sonrisa maliciosa—. Hay cosas que no sabes acerca de Harry Styles que podrían interesarte. Sobre todo si tomamos en cuenta que son cosas que podrían destruirnos a todos.
—No estoy para juegos, Igor. Habla ahora mismo. No tengo todo tu maldito tiempo —Lasserre se ha vuelto hacia Igor, pero este sigue sin dejar de mirarnos a mí y a Harry.
— ¿Tú eres la famosa Maya Bassi, no es así? —Igor ignora completamente la petición de Lasserre y posa toda su atención en mí. Mi estómago se estruja en ese momento, pero no aparto la mirada de la suya.
No respondo. Ni siquiera me muevo de donde me encuentro.
— ¿Es que mi pronunciación es demasiado pobre para que puedas entenderla? —Fingida consternación se dibuja en sus facciones y lo único que consigue, es erizarme la piel de los brazos—, ¿o es que acaso tu educación es tan mala que no puedes tener la puta decencia de contestarme?
Siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas de frustración, pero no derramo ninguna, me limito a apartar la mirada, al tiempo que aferro mis manos al chico que se tambalea medio inconsciente junto a mí.
—Te lo haré más fácil —Lasserre habla a espaldas de Igor Poliakov y, en cuestión de segundos, desenfunda un arma y la apunta hacia mí sin siquiera inmutarse—. ¿Eres Maya Bassi o no? —Su voz es firme y despreocupada, pero su gesto es amenazante hasta la mierda.
Aprieto los puños y trago duro.
—Sí —digo, con un hilo de voz.
El tipo asiente y esboza una media sonrisa que no llega a sus ojos.
Entonces, Igor toma el control de la conversación—: Maya Bassi es nada más y nada menos que la... concubina —la manera en la que pronuncia el adjetivo para describirme, suena más venenosa y despectiva que la palabra en sí—, de Harry Styles.
— ¿Y eso a mí qué demonios me importa, Igor?, ¿acaso es esto un crimen pasional?, ¿estás interesado en la chica?, ¿es eso? —Lasserre suena cada vez más impaciente.
—Te importa porque gracias a esta chica es que el traidor de Harry Styles está aquí.
— ¿Te importaría hablar claro, Igor? —El hombre de aspecto hindú interviene—. De verdad, estamos aburriéndonos aquí.
Igor esboza una sonrisa cargada de suficiencia antes de girarse a mirar a los hombres que se encuentran detrás de él.
—El tipo que se encuentra muerto en el piso de esta cabaña, era mi mano derecha aquí en América. Como Aaron y tú, sabrán, Hassan —mira al hombre hindú y al hombre latino—, su nombre era Tyler Lawson.
— ¿Y eso me interesa, porqué...? —Lasserre ahora suena casi al borde de la ira.
— ¡¿Quieres cerrar la puta boca y dejarme terminar?! —La voz de Igor se eleva tanto, que doy un respingo en mi lugar. Entonces, recupera la compostura y continúa—: Lawson y yo nos conocimos cuando, después de haber pasado una temporada larga escondiéndose de la policía, llegó a mí. Me dijo que tenía información que talvez podía interesarme y, después de mucho tiempo insistiendo en llamar mi atención, le concedí una cita —hace una pausa—. La información que tenía para darme era acerca de un joven emprendedor que se había hecho del negocio de su antiguo jefe al asesinarlo meses atrás. La historia de un chico ambicioso al que le apodaban Bestia que, en poco tiempo, logró cerrar negocios con el gran Hassan Khal y Aaron Luhrman —mira de nuevo en dirección al tipo hindú y al latino—. Un joven llamado Harry Styles que estaba posicionado como uno de los mejores distribuidores de todo San Francisco...
—De verdad, estoy a punto de pegarte un tiro en los testículos —Lasserre suena cada vez más impaciente.
—Tyler me habló acerca de lo que pasó realmente la noche en la que Alexis Rodríguez murió —Igor continúa, ignorando por completo la amenaza de Lasserre—. Me contó que no fue una lucha de poder la que se llevó acabo en ese entonces, sino un crimen pasional. Un crimen que involucraba al idiota de Harry Styles enamorado hasta la médula de Maya Bassi, al punto de estar dispuesto a asesinar a su propio jefe con tal de salvarla... —hace una pequeña pausa—. Me habló acerca del ridículo sentido de la justicia de este chico y del modo en el que se había enterado, a base de rumores, que Harry Styles se había entregado a la policía —me mira por encima del hombro—. Mi gente, al saber esto, comenzó a seguir a Styles a todos lados y pronto me encontré con la enorme sorpresa de que, de cuando en cuando, visitaba la jefatura de policía que se encuentra al centro de la ciudad de San Francisco. Con el tiempo, descubrí que todo su equipo de trabajo también lo hacía. No me tomó mucho tiempo descubrir que ese bastardo hijo de puta nos estaba traicionando.
Los ojos de Hassan y Aaron se posan en nosotros. Harry, ha comenzado a recobrar el conocimiento, ya que ha comenzado a luchar por ponerse de pie por su cuenta.
—Yo hice negocios con él y nunca vi algo sospechoso. Todos nuestros intercambios siempre fueron limpios, cuidadosos y bien hechos —Hassan aboga, en tono sereno y tranquilo.
—Puedo decir lo mismo —Aaron interviene—. Los negocios con Bestia siempre fueron un jodido placer.
— ¡Pues claro que lo fueron! —Igor exclama, con indignación—, ¡Styles los estaba utilizando para llegar a Johan Lasserre!, ¡para llegar a un pez gordo en la cadena y así limpiar su maldito expediente!, lo único que este hijo de puta quiere, es que le quiten todos los cargos que tiene encima para así vivir su vida de color rosa con esta zorra.
Una punzada de ira se cuela en mis venas, pero me las arreglo para no escupir algo insultante en su dirección.
— ¿Tienes pruebas de ello? —Lasserre ahora luce alerta y desconfiado.
— ¡Por supuesto que las tengo! —Poliakov suelta y se encamina a toda velocidad hacia las afueras de la choza.
No le toma más de unos cuantos minutos volver con un maletín entre los dedos. Tampoco le toma mucho tiempo ponerlo en manos de uno de los hombres silenciosos que fungen como espectadores, para abrirlo y sacar un montón de papeles de él.
Uno a uno, los socios los miran. Aaron, Hassan y Lasserre escrutan los papeles que parecen ser fotografías y, tras unos instantes de absoluto silencio, posan su atención en Harry y en mí.
—Diles, Styles —Igor Poliakov habla, en un tono de voz divertido y triunfal—. Diles quien eres. Diles que estás aquí para jodernos la puta vida a todos y entregarnos a la policía.
Por un momento, nada sucede.
Nadie se mueve, nadie parece siquiera respirar; cuando, de pronto, la voz ronca y pastosa de Harry lo llena todo—: D-Dejen que e-ella se vaya.
Todo mi mundo se rompe en ese momento. Mi corazón se detiene durante un doloroso momento, y el torrente de lágrimas que ni siquiera sabía que había estado conteniendo se libera con toda su fuerza.
— ¿Es eso una confesión? —La voz de Lasserre suena ronca y pastosa ahora, pero ni siquiera puedo mirarlo. No puedo hacer otra cosa más que hundir la cara en el hueco que hay entre el hombro y el rostro de Harry.
El silencio es la única respuesta del chico al que aferro con todas mis fuerzas.
—Jodido, infierno... —Lasserre suelta, de pronto, y cierro los ojos con fuerza mientras que me dejo llevar por el pánico y el terror.
Un suspiro cargado de pesar resuena en todo el lugar y, de pronto, alguien ordena que nos arrodillemos.
No lo hacemos. Ni Harry ni yo nos movemos de donde nos encontramos. En su lugar, Harry estira una mano en mi dirección y ahueca mi mejilla con mucho cuidado.
—Te amo, Maya. Lo siento mucho —susurra, en voz tan baja que sólo yo puedo escucharlo.
Yo niego con la cabeza.
—Te amo, Harry. Lo siento, m-mucho —susurro de vuelta y cierro los ojos.
El sonido de un arma siendo cargada lo invade todo y un gemido torturado y aterrorizado se me escapa en ese momento.
—Te amo, Maya —Harry susurra una y otra vez, pero yo no puedo responderle nada. No puedo hacer otra cosa más que sollozar inconteniblemente porque este es el final. Porque todo ha acabado para nosotros y no es como me hubiese gustado que ocurriera...
Algo estalla.
La madera cruje.
Los gritos lo invaden todo y caigo al suelo con brusquedad.
"¿Qué demonios...?"
Mi cuerpo se estrella a toda velocidad contra la madera podrida debajo de mí y los disparos comienzan.
Alguien empuja mi cabeza contra el suelo con tanta fuerza que me hace daño y grito. Grito de terror. Grito porque no sé qué diablos está ocurriendo.
Hay luces por todos lados, hay estallidos, gritos y caos en todo el lugar, y no puedo moverme debido al peso que me inmoviliza en el suelo.
De pronto, las luces lo invaden todo y no puedo hacer nada más que quedarme aquí, quieta en el suelo, mientras que el mundo se destruye a mi alrededor.
Alguien grita mi nombre, pero no puedo conectar los puntos en este momento de tan aturdida que me encuentro. Entonces, el desastre disminuye un poco.
La presión que me mantenía pegada al suelo cede considerablemente y aprovecho ese instante para rodar sobre mi costado sólo para despegar la cara de la madera. Alguien balbucea mi nombre incesantemente en una voz ronca y pastosa, pero yo no puedo dejar de pronunciar el nombre de Harry.
—Están bien. Ambos están bien —susurra una voz familiar, pero no le creo. Ni siquiera sé si estoy viva en este momento. Seguramente no es así...
Parpadeo un par de veces.
Hay una silueta dibujada justo delante de mis ojos, pero no logro distinguirla de inmediato. Apenas si logro ver nada...
Poco a poco, un rostro va tomando forma. La figura amorfa y oscura se aclara tanto que soy capaz de distinguir las familiares facciones de Jeremiah.
Abro la boca para decir algo, pero nada sale de ella.
"¿Qué demonios está pasando aquí?"
Entonces, una carcajada aliviada e histérica se le escapa y noto como niega con la cabeza antes de decir, con un tono de voz que suena más allá de lo aliviado—: ¡Estás viva, Maya!
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