Capítulo 41
Una mezcla de alivio, pánico y ansiedad se detona en mi sistema en el instante en el que mis manos temblorosas se aferran a los costados del rostro de Harry.
El tacto de su piel debajo de mis dedos fríos, hace que un nudo se instale en mi garganta. Sé, de antemano, que trato de tocarlo sólo para asegurarme de que es real y no sólo una jugada sucia de mi cerebro.
El nudo en mi garganta es tan intenso ahora, que no puedo decir nada. No puedo hacer nada más que respirar entrecortadamente y reprimir los sollozos lastimeros que se escapan de mi garganta.
Los ojos de Harry se cierran al contacto con mis palmas y mi pecho duele y escuece con una sensación intensa y dolorosa. De pronto, toda la angustia, el terror y el pánico se disuelven en las aristas hoscas de su mandíbula y los bordes afilados de sus pómulos altos y marcados.
Entonces, me mira.
Sus ojos color esmeralda se clava en los míos y sé que, así como yo, él también se siente al borde de la histeria. Al borde de la risa enloquecida porque estamos juntos, por muy aterrador que eso suene...
Sus brazos se envuelven a mi alrededor una vez que su mirada recorre la extensión de mi cuerpo, y yo aferro los míos a sus hombros mientras que mis manos se entierran en la melena desordenada de que es su cabello.
Mis pies dejan de tocar el suelo mientras que el chico que me sostiene me eleva y entierra el rostro en el hueco que hay entre mi cuello y mi hombro.
No me importa nada. No me importa el dolor entumecido de mi pierna. Tampoco me importa el ardor de mis músculos o el terror de saber que la noche ha caído y que el hecho de que Harry esté aquí no puede significar nada bueno.
Harry susurra algo que al principio es inteligible, pero luego toma forma y se convierte en la pronunciación constante de mi nombre, como si fuese una plegaria; una oración que pudiese salvarle de cualquier clase de mal existente.
Las lágrimas no dejan de fluir por mis mejillas como un torrente incontenible, y me encuentro deseando estar muy lejos de aquí. Me encuentro deseando con todas mis fuerzas estar en cualquier otro lugar, con él a mi lado y nada -absolutamente nada- más.
Harry me baja al suelo al cabo de unos instantes que se sienten eternos e insuficientes al mismo tiempo, y se aparta de mí para inspeccionarme una vez más. Ésta vez, sus manos recorren mi rostro, mis hombros y mis brazos y, cuando termina de inspeccionar los dedos de mis manos, posa su atención en la mitad inferior de mi cuerpo.
Sé que es capaz de ver el torniquete ensangrentado que hay en mi pierna, ya que su expresión se ensombrece por completo de un segundo a otro.
—Ese hijo de puta... —susurra, con la voz enronquecida por las emociones—. Juro que voy a matarlo.
Las lágrimas aún no dejan de fluir de mis ojos; sin embargo, me las arreglo para negar con la cabeza y susurrar un ronco y débil—: Sólo vámonos de aquí, por favor.
Su mandíbula se aprieta en ese momento, pero asiente.
—Por aquí —dice y, justo antes de salir de la choza, echa un vistazo a los alrededores.
— ¿C-Cómo es que estás aquí? —Mi voz suena más ronca que nunca por la falta de uso—. ¿Cómo me encontraste?
—Rastreé el número de Tyler. Me llamó por la mañana y, una vez que tuve en mis manos su ubicación, vine a buscarle —su voz suena serena y furiosa al mismo tiempo—. No hay tiempo para esto todavía, amor. Te contaré una vez que estemos lejos de aquí, ¿de acuerdo? —Su atención está completamente puesta en el bosque oscuro que se extiende delante de nuestros ojos y una punzada de nerviosismo se apodera de mi sistema. Sé que está buscando cualquier indicio de Tyler y, a pesar de que no hay rastro de él, no puedo evitar sentir como si estuviese a punto de descubrirnos.
Al cabo de unos instantes de absoluto silencio, Harry deja escapar el aire de sus pulmones, y dice, en tono vago y distraído—: Jeremiah está esperándonos en la carretera. Tenías razón acerca de él —hay un destello de arrepentimiento en el tono de su voz—. Es un buen tipo.
Una nueva oleada de lágrimas amenaza con abandonarme, pero me las arreglo para reprimirlas mientras que asiento frenéticamente. A pesar de que yo tenía la certeza de que mi mejor amigo no estaba metido en cosas malas, escucharlo de boca de Harry trae oleadas intensas de alivio.
—Te lo dije —sueno cada vez más inestable.
—Lo sé —dice y me dedica una mirada cargada de disculpa—. Lamento haber dudado de ese modo.
Niego con la cabeza.
—P-Por favor, sólo vámonos de aquí —susurro—. Ya no importa eso. Yo sólo...
—De acuerdo —su tono es tranquilizador ahora—. De acuerdo. Larguémonos de este maldito lugar.
Entonces, sin perder el tiempo, se pone de espaldas a mí y se acuclilla antes de mirarme por encima del hombro y decir—: Sube.
Doy un paso tambaleante en su dirección, pero me detengo en el momento en el que lo recuerdo...
—Espera —digo, con apenas un hilo de voz, y como puedo salgo al pórtico de la casa para tomar todo lo que dejó Nikolai para mí. No puedo apartar de mí la sensación de que vamos a necesitar algo de lo que ha dejado, así que me apresuro hasta el lugar indicado y arrodillo ignorando el dolor de mi pierna. Entonces, empiezo a buscar.
No me toma más de unos cuantos minutos dar con el arma -que por cierto, está cargada- y una pequeña bolsa de plástico repleta de billetes.
Las cejas de Harry se disparan al cielo en el momento en el que se percata de mi motín; sin embargo, antes de que pueda preguntar nada, explico—: Nikolai... —al ver la confusión en su rostro, me corrijo—: Uno de los compañeros de Tyler dejó esto aquí para mí. Iba a ayudarme a escapar.
Algo en la expresión de Harry cambia en ese momento. Su rostro se tiñe de un extraño brillo que no puedo identificar como otra cosa más que como agradecimiento. Me digo a mí misma, entonces, que no puedo mencionar que ese hombre es, también, el mismo que asesinó a Paula. Al menos no por ahora. Ya habrá tiempo más delante de contárselo.
El gesto impaciente que hace Harry en dirección a las afueras de la cabaña, me trae de vuelta a la realidad.
—No tenemos tiempo. Tyler no debe andar muy lejos. Tenemos que irnos ya —dice, y un destello de ansiedad se filtra en el tono de su voz.
Asiento, incapaz de confiar en la mía para hablar, y guardo el dinero que dejó Nikolai en el bolsillo trasero de mis vaqueros. Acto seguido, meto la pistola en la cinturilla de mis vaqueros, y me aferro a Harry mientras que él envuelve un brazo en mi cintura para alzarme y ayudarme a avanzar.
Todo mi cuerpo se estremece con cada paso que doy, pero trato de no hacerlo notar. De hecho, ahora mismo ni siquiera puedo poner demasiada atención al dolor intenso que ha llenado mi cuerpo; lo único que hago es tratar de concentrarme en Harry y en el hecho de que realmente está aquí. Sé que pase lo que pase, va a intentar mantenerme a salvo. Harry siempre ha hecho todo por mantenerme a salvo.
—Vamos, amor —susurra, y por primera vez suena asustado hasta la mierda—. No te detengas. Aún tenemos mucho qué avanzar.
Aprieto los dientes y asiento mientras que me obligo a apoyar un poco el peso en mi pierna mala, para así poder caminar un poco más rápido.
No hemos llegado lejos en lo absoluto. Apenas si hemos logrado bajar del pórtico y movernos unos metros.
Sé que deberíamos estar corriendo. Sé que deberíamos estar en el bosque avanzando a toda velocidad; sin embargo, me encuentro aquí, con una pierna a punto de estallarme de dolor, y un nudo de ansiedad y terror formándose en la boca del estómago.
—M-Me duele mucho —gimoteo, cuando el escozor es tan insoportable, que tengo que quedarme quieta para amortiguarlo un poco.
—Lo sé, amor, lo sé —siento cómo los labios de Harry se presionan contra mi sien y noto cómo el miedo toma posesión de su voz—. Aguanta otro poco. Sé que puedes hacerlo, Maya. Sólo aguanta un poco más.
Un sollozo se construye en mi garganta y un puñado de lágrimas nuevas se acumula en mis ojos.
—Está infectada, Harry —el pánico se apodera de mí de un segundo a otro y, por primera vez desde que llegué aquí, dejo que lo que he estado intentando ignorar, salga a flote—. Tiene infectada mucho tiempo. Apenas podía sentirla hace unos días y ahora sólo duele y se siente entumecida. V-Voy a perderla. Voy a...
—Shhh... —su voz suena agitada por cargar casi todo mi peso—. No lo harás. No pienses en eso ahora, amor. Concéntrate en el aquí y el ahora. Concéntrate en escapar. Un paso a la vez, cariño. Uno a la vez.
Aprieto la mandíbula y asiento antes de concentrar mi atención en el camino irregular que se extiende delante de mis ojos.
— ¿D-Dónde está Tyler? —Mi voz es apenas un susurro tembloroso. Estoy tratando de ser silenciosa, pero siento que el sonido de mi respiración es demasiado intenso como para resultar discreto.
—Es precisamente por eso que debemos darnos prisa —Harry dice en voz tan baja, que apenas puedo escucharlo—. La última vez que lo miré, hablaba por teléfono en la parte trasera de la cabaña.
—Creo que es en el único lugar d-donde tiene señal t-telefónica —apenas puedo hablar, pero prefiero concentrarme en eso y no en el intenso escozor que me recorre la mitad inferior de mi cuerpo—. N-No se ha acercado a la c-cabaña desde que llegó hace d-dos días.
—Hay una finca bastante cerca —Harry dice—. La encontré de camino hacia acá. Estoy seguro de que Tyler ha estado yendo y viniendo de ese lugar sin que tú te dieras cuenta. Estoy seguro de que ese maldito lugar es habitable.
Tiene sentido. De hecho, tiene más sentido que la absurda idea que tenía de que, quizás, pasara la noche dentro de su vehículo para no tener que estar cerca de mí. No me sorprendería en lo más mínimo si estuviese disfrutando de una cama caliente, mientras que Nikolai y yo soportábamos las inclemencias del frío dentro de esa diminuta choza.
"Ese hijo de puta."
En ese momento, Harry tropieza y el peso de mi cuerpo se carga sobre mi pierna derecha. Un gemido adolorido se me escapa en ese momento y mis rodillas flaquean y tiemblan mientras que caigo sobre la tierra húmeda con tanta fuerza, que tengo que estirar las manos para sostenerme en el suelo. El aliento me falta, mi corazón late a toda velocidad y un sonido agudo se apodera de mi audición. Mi visión se ha llenado de puntos oscuros y los árboles que se extienden delante de mí bailan al compás del mareo que se ha apoderado de mis sentidos.
Mis puños se cierran, mis dientes chocan entre sí y muerdo mi lengua en el proceso, pero no grito. No dejo que un solo sonido se me escape a pesar de que estoy a punto de desmayarme del dolor.
Alguien habla con tono urgente en mi oído, pero no me doy cuenta de que se trata de Harry hasta que tira de mi brazo con brusquedad y lo coloca alrededor de sus hombros.
—Sostente, amor. Aguanta un poco. Por favor, sólo un poco más... —su voz es un sonido horrorizado y eso hace que me obligue a envolver mi otro brazo alrededor de su torso para aferrarme a él.
Harry se pone de pie en ese momento y aferra mis muslos con sus manos firmes antes de obligarme a envolverlos en sus caderas.
Otro grito de dolor se construye en mi garganta y esta vez muerdo el material de su chaqueta para reprimirlo. Las lágrimas se vuelven un torrente intenso e incontenible. El chico que me sostiene susurra una disculpa torturada y, momentos después, se echa a andar a toda velocidad en dirección a los árboles del bosque que se extiende frente a nosotros.
Ni siquiera se molesta en seguir el camino de tierra que indica la entrada a la choza; por
el contrario, se concentra en avanzar en paralelo al mismo para ir oculto entre los árboles.
Aprieta el paso. Sus zancadas largas golpean el suelo y me sacuden hasta los huesos. Mi cuerpo entero lo reciente, pero pongo todo de mí para luchar contra el intenso escozor que me invade. Pongo todo de mí para luchar contra las ganas que tengo de pedirle que vaya más despacio y trato de concentrarme en el sonido irregular de su respiración, y en el aroma a jabón y loción que despide su cuerpo.
No deja de moverse.
Mi chico de las cicatrices no deja de trotar en paralelo al camino y no se detiene ni siquiera cuando mis brazos pierden fuerza y comienzo a resbalarme. Lo único que hace, es empujar mi peso hacia arriba y continuar moviéndose.
Mis dedos helados se cierran en el material de su chaqueta e imprimo toda la fuerza que puedo para mantenerme consciente mientras que Harry se abre paso a toda velocidad entre matorrales, árboles y ramas bajas.
De vez en cuanto, reduce la velocidad debido a los tropezones que provoca la tierra irregular debajo de nosotros, pero nunca se detiene por completo. Nunca deja de trotar.
No sé cuánto hemos avanzado, pero se siente como si llevásemos una eternidad dentro del bosque. Se siente como si no tuviese fin. Como si no fuésemos a lograrlo...
—Mierda... —la voz de Harry llena mis oídos y, de pronto, dejamos de movernos.
— ¿Q-Qué pasa? —Mi voz apenas es audible.
Él no responde. Se limita a colocarnos detrás del tronco grueso de un árbol.
— ¿Harry?
No dice nada. No hace otra cosa más que hacer un gesto de cabeza en dirección al camino. Entonces, me percato de las luces que lo iluminan todo.
Unos instantes más tarde, un vehículo pasa a toda velocidad en dirección a la carretera.
—Es Tyler —Harry susurra, con la voz enronquecida por las emociones—. Se ha dado cuenta de que no estás.
—Va hacia Jeremiah —la alarma se enciende en mi sistema, pero Harry niega con la cabeza.
—Ha metido su coche entre una arbolada a unos metros de distancia del camino de la carretera. No creo que Tyler sea capaz de verlo con esta iluminación —dice—. Será mejor que nos demos prisa.
Entonces, comienza a moverse de nuevo.
Avanzamos por el bosque a una velocidad tortuosamente lenta. Harry no ha dicho nada, pero sé que ha empezado a cansarse, ya que su caminata ha reducido su paso de manera considerable; sin embargo, no ha dejado de moverse ni un solo momento.
Yo, por otro lado, cada vez me siento más débil y aletargada. No he querido decirle nada, pero creo que estoy sangrando de la herida. Hace un rato ya que el material de mis vaqueros ha comenzado a pegarse a mi piel debido a la humedad en la zona y no puedo pensar en otra cosa más que en el hecho de que es probable que esté desangrándome ahora mismo.
Tengo mucho frío. Las puntas de mis dedos y de mi nariz se sienten heladas y un montón de escalofríos se han apoderado de mi cuerpo durante los últimos minutos. No sé cuánto tiempo voy a aguantar esto. No sé, siquiera, si voy a lograr llegar al siguiente pueblo. Estoy aterrorizada.
"No quiero morir. No quiero morir. No. Quiero. Morir..."
Un par de luces vuelven a iluminar el camino que se encuentra a pocos pasos de distancia de nosotros y Harry se detiene en seco antes de ocultarnos de nuevo detrás de un árbol. Es Tyler y viene de regreso. Es Tyler y ha detenido su coche justo a la mitad del camino, con los faros encendidos para iluminar cuanto sea posible.
La puerta del piloto se abre de golpe y Harry se acuclilla, de modo que los matorrales también logran cubrirnos otro poco. El movimiento brusco llena de puntos negros mi campo de visión.
— ¡Sal de dónde sea que te encuentres, perra maldita! —Tyler grita a la nada y mi corazón se estruja con violencia—, ¡sé que no estás lejos, hija de puta!, ¡tienes una puta herida de bala!, ¡voy a encontrarte!, ¡más te vale salir de dónde quiera que te encuentres!, ¡si yo te localizo antes de que lo hagas, vas a pagarlo caro!
Un escalofrío de puro terror recorre mi espina dorsal, y siento cómo los hombros de Harry se tensan por completo con el sonido de su voz.
Todo se queda en silencio, de pronto. Incluso Harry y yo contenemos la respiración para no hacer ninguna especie de ruido, mientras que el sonido de la hierba siendo aplastada por el peso de los pasos de Tyler, lo inunda todo.
Está cerca.
— ¿Tienes el arma? —Harry pregunta, con un tono de voz apenas perceptible.
—S-Si —respondo, igual de bajo que él.
—Bien —dice y, con cuidado, me deposita en el suelo, sin apartar la vista del lugar donde -supongo- está Tyler.
— ¡MAYA! —Tyler grita—, ¡PERRA BASSI, SAL DE TU PUTO ESCONDITE!
Los vellos de mi cuerpo se erizan debido al pánico.
—Estamos muy cerca de la carretera —Harry dice. Apenas mueve los labios al pronunciar las palabras—. A escasos cinco minutos de caminata. Necesito que hagas un último esfuerzo y camines hasta allí.
Sus palabras se asientan en mi estómago como un puñado de piedras y apenas puedo respirar.
—No.
—Toma... —saca su teléfono del bolsillo trasero de sus vaqueros—. Llama a Jeremiah si sientes que no podrás lograrlo, ¿de acuerdo?
—No, no, no, no... —aferro mis dedos a su chaqueta y él me dedica una mirada fugaz, cargada de pánico—. ¿Qué vas a hacer?, por favor, no me dejes sola.
—No hay tiempo, Maya —dice, y aferra mis dedos a los suyos antes de depositar un beso rápido en el dorso de mi mano—. Voy a distraerlo. Necesito que aproveches ese momento y te marches. Dile a Jeremiah que te lleve a un hospital de inmediato y no dejes que por ningún motivo trate de venir a buscarme. Necesito que se haga cargo de ti, ¿de acuerdo?, recuérdale la promesa que me hizo. Recuérdale que dijo que cuidaría de ti si algo me pasaba.
—No... —el terror es palpable en el tono de mi voz—. Harry, no hagas esto. Ven conmigo. Por favor, ven conmigo.
—Te amo —dice, con apenas un hilo de voz y las lágrimas me abandonan.
—No te atrevas a dejarme de nuevo —suplico—. No te atrevas a irte una vez más. Ni siquiera pienses en volver a sacrificarte por mí.
—Eres el amor de mi vida, Maya Bassi.
—Harry, no te vayas. Estoy desangrándome, no me dejes aquí. No puedo hacer esto si no estás conmigo.
—Le agradezco a la vida el haberte puesto en mi camino, amor —ignora completamente lo que le digo—. Te amo tanto, que estoy dispuesto a todo por ti.
—Deja de decir esas cosas. Harry. Deja de pensar en mí primero que en ti. Márchate tú. Déjame aquí y vete. Por favor...
—Te prometí que no dejaría que ese idiota se acercara a ti de nuevo —dice y la tristeza se filtra en el tono de su voz—. Este soy yo, tratando de cumplir esa promesa. Te amo.
—Harry, por favor... —suplico, pero él ya se ha liberado del agarre que ejercía sobre su ropa—. Harry, no.
No responde. Se limita a tomarme por la nuca para atraerme hacia él y besarme en la frente.
—No quiero hacer esto —susurra contra la piel de mi frente y las lágrimas se vuelven incontenibles—. Créeme que no quiero hacerlo, Maya, pero no hay otra forma. Lo único que espero es que puedas perdonarme algún día.
Niego con la cabeza y aferro mis manos a su cuello.
—No te vayas... —suplico, pero ya ha comenzado a ponerse de pie. Ya se ha deshecho de mi débil agarre.
—Lo siento muchísimo, pequeña. Te amo —susurra y, sin darme tiempo de decir nada más, se echa a andar entre los árboles a toda velocidad.
Quiero gritar su nombre. Quiero llamarle a gritos, pero sé que no debo hacerlo. No cuando Tyler está tan cerca. No cuando eso podría significar que mi chico de las cicatrices terminase con un tiro entre las cejas; así que lloro. Lloro mientras que lo veo alejarse entre los árboles. Lloro mientras que escucho el ruido que hace a unos cuantos metros de distancia, y lloro un poco más cuando Tyler comienza a correr en esa dirección para encontrarle.
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