Capítulo 42
Final
El abogado de Meltem sostiene en sus manos un bolígrafo con el que ha estado jugando en todo el interrogatorio. Es la última vez que Magda sube al estrado y temíamos, lo que el abogado de Meltem hiciera con ella.
Hasta el momento no ha sido agresivo en su interrogatorio, producto quizás de las recomendaciones dejadas por Paul. La asistencia a Magda durante su estadía en la clínica y preparación para el juicio ayudó a lo que vemos en estos momentos. Paul ha hecho innumerables viajes para ayudarnos en todo lo que se necesite.
Una Magda calmada y respondiendo preguntas a través de respuestas precisas. No existe nada que no le haya confesado previamente a Evy y Damián, por lo que no hay nada que temer.
—¿Puede decirle al jurado y a la sala de quién fue la idea de casarse?
—Mía, supongo —la respuesta es dada sin parpadear.
—¿Supone? —el abogado enarca una ceja y mira hacia el jurado —¿Fue o no su idea, señora Aydin?
—Llámeme Magda o señora Klein —le sugiere —estoy divorciada.
Sonríe y el murmullo de los presentes no se hace esperar, pero acaba con la orden del juez de silencio. Le pide a ella responder sin desviarse y al abogado usar el apellido de soltera al referirse a ella.
—Cambiaré la pregunta, señora Klein —se aclara la garganta antes de seguir —¿Quién habló por primera vez de matrimonio?
—Meltem. —baja el rostro antes de seguir —cuando mi padre envió a Eliú por mí y Evy nos alertó que se conocía nuestro paradero. Me asusté y recordé lo dicho por ella. Pudo verse como mi idea, pero germinó gracias a qué ella la sembró mucho antes.
—¿Segura?
—Sí.
—No es lo que mi cliente ha dicho.
—Aseguró, era la mejor manera de que mi padre no nos separara o que fuera a la cárcel. —suspira —fue fugaz —sonríe con tristeza viendo al juez —¿Sabe como se vio? Cuando intentas persuadir a un niño de que las verduras son sanas. Hablas para ti mismo de lo buena y saludable que son. Lo fuerte que te verás si las come.
Magda guarda silencio y se encoge de hombros, la mirada de todos se dirige a la acusada quien se ha limitado a sonreír en todo momento viendo al estrado.
—El juez ha visto la burla hacia Magda —susurro a Damián. —¿Ayudará su comportamiento burlón?
—Podría ser. —responde Damián tomando mi mano.
—Posee su examen psiquiátrico —nos recuerda Paul —debe estar asociando partes de ese registro con su comportamiento. No se muestra como víctima, ni cómplice de algo. Lo que está mostrando va en contra de la defensa.
Si bien, Paul elaboró el de Magda y el juez permitió leerlo durante el juicio al jurado. Era el de las autoridades el que sería tomado en cuenta. De todas maneras, había coincidencias de peso en ambos y era, según Rogers, la mejor defensa que existía en Magda.
—Según lo que acabamos de escuchar, usted habló de matrimonio, porque mi representada le convenció de lo bueno que era. ¿Estoy mal?
Magda afirma y el abogado se dirige al escritorio de donde toma una bolsa trasparente en cuyo interior hay dos tiquetes de avión. Son los tiquetes de viaje de Magda y Meltem de California a New York, semanas antes de la muerte de sus padres. Una de las tantas pruebas que la mujer tiene en su contra y la que, según Rogers es fácil de desmentir.
El alegato es que fue Magda quien compró esos tiquetes y la de la idea de ver a sus padres. Según Meltem, deseaba ver el rostro de su padre al descubrir que le gustaban las chicas y había decidido casarse con una.
—Yo no hice esa compra, ni asistí a la reunión con mi madre. La última vez que la vi con vida fue el día de mi boda, hablaba con ella por llamadas, pero nunca más nos volvimos a ver.
Estaba allí el día que habló sobre eso. Se casó porque imaginó que todo volvería a ser como antes, Meltem regresaría a ser la mujer de quien creyó estar enamorada.
No fue así, el matrimonio la tornó más posesiva. Era vista y tratada como un objeto. Uno que solía maltratar de todas las formas posibles, cualquier intento de sublevación era apagado con golpes y castigos. El silencio en la sala es tenso mientras ella relata la tortura de la que fue víctima.
Jamás la llevó al hospital o curó sus heridas, le compró un botiquín de primeros auxilios y era ella quien solía hacerlo. Le quitó las tarjetas, las claves y era ella quien manejaba el dinero enviado por su madre. El relato es lo vivido a partir de los dieciocho, cuando se desconectó de su familia.
Su único enlace con la sociedad era un excompañero de universidad, al que Meltem acusó de ser su amante. Prohibió hablarle o cualquier tipo de contacto entre ambos.
—Kadir, se las arregló para hablarme o saber de mí — hay tristeza en su voz y en Meltem la misma mirada desafiante. —se contactó con mamá, le comentó lo que sucedía.
Silke pagó el viaje y la permanencia en el sitio de retiro antes de hablar con Magda. Fueron muchas las llamadas que realizó para obtener una respuesta afirmativa.
—Según relató al inicio, la señora Meltem le retuvo el pasaporte y documentos. —le mira con incredulidad —la mantenía encerrada y acaba de decir que hizo lo mismo con sus tarjetas ¿Cómo logró huir?
—Posee problemas con el juego. Meltem sufre de ludopatía, —mira al jurado, después a Meltem por primera vez en lo que lleva el interrogatorio —lleva peleando con ese vicio el mismo tiempo de casada.
Se iba en las noches, regresaba a la mañana siguiente, el que algunas veces le fuera bien, ayudaba a incrementar las ganas de jugar. Siempre estaban en rojos, por culpa de ese vicio. En los días en que le iba mal, se desquitaba con ella. Huyó una de las tantas noches en que la dejó sola y olvidó encerranla.
—Cambié de país y de verdugo, pero el infierno era mismo —en ese punto el abogado se le han agotado las preguntas permitiéndole a ella seguir —ningún ser humano, menos un niño merece pasar lo mismo que mi hermano y yo.
La mano de Damián viaja a mi vientre, mis ojos siguen ese gesto. En los cuatro meses y medio que llevo de embarazo, es él quien ha tenido todos los síntomas. Mareos, antojos y hasta cambios de humor. Se ha ganado las bromas de Vincent y mis padres, gracias a eso, pero no parece importarle.
Supe de la llegada de mi bebé por él, no le había prestado mayor atención a mi atraso en el periodo. El estrés solía afectarme y en esos días estaba al límite. Entre él y Vincent se inventaron unos exámenes de rutina cuando empezaron sus síntomas. Ese mismo día y en medio de la emoción de ser padres, me confesó que era escritor.
La confesión me chocó inicialmente, sabia que compraba sus libros, fue conmigo algunas veces a la librería por uno. Existió muchos instantes en que pudo confesarlo y no lo hizo. Era mi escritor favorito y el de Vincent a la hora de leerle a los chicos. Contaba con una forma sencilla de narrar y enviaba mensajes a través de cuentos de cigarras, búhos y demás, que atraía a los chicos.
Hasta que confesó como inició y la forma en que descubrió ese don. Mostró el primer libro que escribió y lo infeliz que se sintió al finalizarlo. Nunca le leyeron un cuento, sus padres no prestaron atención a esos detalles, ni a ninguno que representara cariño en su niñez.
Prometió que no haría lo mismo con nuestra hija. No tenía idea de cómo ser un buen padre, pero buscaría ayuda en todos los lugares posibles. Lo amé aun más, por la forma en que enfrentaba la vida. Ninguno de los dos esperábamos tener hijos tan rápido. Deseábamos un par de años solos para aprender a estar juntos y poder formar un hogar sólido.
Nuestro hijo o hija, quiso venir a nuestras vidas y ambos estamos más que felices con su llegada. No habíamos hablado del nombre, no sabíamos el sexo, tampoco hemos comprado su primer traje. Nuestro interés era que Magda saliera de problema, después haríamos planes al que la uniremos mientras se daba el viaje a Zúrich.
Al salir del juicio iríamos a control, sabríamos el sexo de nuestro hijo y empezaríamos los planes. Una manera de opacar el daño que este día tuviera en Magda.
Damián y Magda siguen teniendo reservas uno con el otro, pero, hay que aceptar el trato, es más cordial y Damián hace un esfuerzo para incluirla en nuestros planes. Ella, por su parte, no es la chica más alegre o sana, su proceso de sanación apenas empieza, pero se ha quitado de encima a esa mujer y descubrió no está sola.
—¿Quieres descansar? —pregunta Damián al verme remover incómoda en la silla.
—Estoy bien. Nos iremos los tres —señaló a Magda que estos momentos se despide del juez extendiendo su mano.
Viéndola en el estrado relatar su desventura, tan vulnerable y solitaria, sentí vergüenza. En todo este tiempo nadie vio su sufrimiento, ni dolor. Todos, hasta su madre, fueron indiferentes a él. Avanza hacia Evy y Jason, se sienta en medio de ambos. Recibe de ambos, un abrazo consolador en medio de su llanto lastimero y silencioso.
Apoyo la mano sobre la que tiene en mi vientre al verle que mira en dirección a los tres. Una parte de él sigue incómoda por el sufrimiento de Magda. Lamenta centrarse en vengar a sus padres y no ayudar a quien como él fue una víctima.
—¿Acabará el mio alguna vez? — susurra. —no me siento sano.
—Teniendo en cuenta la podredumbre que nos rodea como sociedad, es imposible que alguien lo esté —paul nos sonríe a ambos y señala a cada uno —Tu sanidad llegará cuando comprendas que lo bueno que hay en ti es a pesar de los daños y no gracias a ellos.
—¿Qué hay de ella? —insiste viéndola a abrazada a Evy.
—Eres tú a los veinte —le dice—la diferencia es que no está sola. La buena compañía hace que todo viaje se haga corto, que el viajero desee llegar más lejos o que la experiencia sea fructífera.
Cuando sus miradas se encuentran, ella se las arregla para sonreír y agita una mano. El rostro de Damián se suaviza al corresponderle el saludo, pero la sonrisa no puede corresponderle.
Tampoco esperaba milagros. Mi esposo sigue teniendo problemas para las demostraciones de afecto o entablar una conversación trivial con alguien. Perdiste el rostro de tipo aburrido y en las mayorías de nuestras reuniones familiares es de los que se sienta en un rincón y no emite palabra alguna.
La novedad es que de vez en cuando papá rompe su retiro comparten una copa y hasta sonríen. Es curioso, pero solo mi padre ha logrado un vínculo con él en las reuniones. Ha negado todas las invitaciones de mi padrino a la mansión Frederick después del incidente y se asegura que cuando visita a Evy, su suegro no esté en la mansión.
Su negativa es por la renuencia a hablar de lo sucedido en la cabaña y la muerte de Eliú.
****
El día acabó con Magda siendo declarada libre de culpa, el anuncio que estábamos esperando una niña y la negativa de Damián en llamarla Amelia como su madre. Konrad y Amelia, serían nombres que no usarían para nuestros posibles hijos. Lo mismo pensaba Evy.
Existían una gran variedad de nombres para niños que recurrir al de sus padres sería un error. Nuestros pequeños no tenían por qué cargar el peso de los recuerdos de sus abuelos. Jamás conoció o tuvo tratos con sus padres, pero estaba seguro de que opinarían lo mismo de estar en su lugar.
—¡Scarlett! —es mi nombre número veinte de la lista.
Su padre no hace comentarios, sigue en su labor de pintar una de las paredes, en color rosa. Se detiene, busca el móvil, lee algo en la pantalla y lo guarda sin hacer o decirnos nada.
Magda se encarga de la blanca y a mí me dejaron sentada en un rincón buscando los nombres de la web. Las dos lo vemos retomar su labor, dentro de pocos días la sede de la fábrica de su padre abrirá sus puertas en el país. Imagino, que se trata de algo al respecto, por lo que desecho las teorías conspirativas.
—Scarlett Klein O’hurn —Magda me sonríe y mira a Damián —suena bien ¿No?
—Scarlett —repite deteniendo el rodillo y viéndonos a las dos —me gusta.
Ambos sonríen al escucharme, soltar el aire, aliviada, estaba a punto de claudicar e irme a dormir. La negativa a recibir ayuda ha sido de ambos y la insistencia en sentarme en un sillón mientras buscaba el nombre de la bebé, también.
En estos últimos días he visto coincidencias en los comportamientos en los dos que me hacen preguntarme si son heredados o aprendido. Si bien, no son hermanos, ni llevan la misma sangre, crecieron al lado de Damián y Silke.
Es posible que adquirieron de ellos algunas cosas o el dolor compartido los hiciera similares. Ambos eran perfeccionista, amaban la lectura, odiaban ir a bailar o acudir a sitios concurridos. Magda era un poco más abierta en diálogos, pero solo con familiares o amigos cercanos. Damián lo era con familia y ese círculo era cerrado.
Al día de hoy, ella no ha querido saber de su verdadero padre y se niega a hablar de ello. Damián ha pedido que se respete su decisión y le ha brindado apoyo. Ha prometido estar en el nacimiento y mientras eso llegue ha reiniciado las idas al psicólogo, esta vez acompañada de Damián.
La brecha creada por ese infeliz sigue allí, ya no tan amplia, y algunas veces alguno de los dos lo cruza en un abrazo o gesto de cariño. La prensa los ha dejado en paz y la vida de todos empieza de a poco a ser normal.
—¿Te gustaría ser la madrina de Scarlett? —le sugiere sin verla.
—Ya lo soy, pensé que lo sabías —le responde en el mismo tono. —seré su madrina y tía preferida.
Lo dijo con tanta solemnidad y seriedad que por un instante es como estar viendo a Damián lanzar una promesa. Damián detiene su labor y la busca en el lado contrario de la habitación. La sonrisa que se brindan ocasiona tanta emoción que mi bebé salta en mi vientre.
El grito de sorpresa causa sobresaltos en mi vientre, terror en ambos y en segundos los tengo a mis pies preguntándome si estoy bien. Tomo las manos de cada uno y las ubico en mi vientre para que sientan la gloriosa sensación de mi pequeña. Ella no cesa de moverse y de recibir gustosa las caricias de padre y tía.
— Esto no es un adiós, es un hasta pronto. —nos dice a los dos sin vernos. —lo prometo.
—Te estaremos esperando —habla Damián, a mí se me hace un nudo en la garganta que me impide hablar. —me encargaré de la clínica hasta tu regreso.
Sonrío al verlos tan cercano y de una forma que nunca esperé.
—El juez dictará sentencia esta tarde ¿Quieres ir? —niega.
—¿Cuántos años le darán? —pregunta mordiendo sus labios.
—Muchos. —murmura un, eso espero, que hace a Damián tomar sus manos.
—¿Los puedo abrazar? —nos pide y afirmo levantándome.
Reímos cuando Damián la toma en brazos, le alza y nos estrecha entre sus brazos. Nadie hasta los motivos que llevaron a Silke a dejarlo a cargo de Magda, de lo que sí estoy convencida es que sabía que este era el resultado.
—Esta es tu casa, tu hogar y tu familia —le dice abrazándonos fuertes —nunca lo olvides.
La última vez que fuimos parte de una despedida tuvimos sexo e intercambiamos objetos. Esos que aún llevamos con nosotros y es el recuerdo de una promesa que nos realizamos día a día.
—No estamos solos, nunca más…
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro