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Capítulo 25

Cazador

Detengo del auto en el parqueadero de la empresa de David Rogers. Mi móvil anuncia que tengo una llamada de Igor y sonrío. Hace mucho tiempo que no hablábamos, me imagino lo primero que hará es quejarse.

Una o dos veces por semana, hablaba con Igor por videollamada. La última vez que lo hicimos estaba en Berlín, me había casado y le presenté a mi esposa. Después fue complicado, al llegar al país, ocurrió el asesinato de esos infelices y mi posterior arresto.

La amistad con los Zimmerman era de las cosas que más extrañaba de Zúrich. Eso y escribir, me permitían alejarme de mis recuerdos.

—¡Klein!

El rostro redondeado de mi amigo sonríe detrás de la pantalla. Sostiene en sus manos una copa de vodka y en la otra una pluma. Detrás de él se visualiza el templo de su padre, una enorme biblioteca repleta de clásicos literarios.

—Empiezo a pensar que te estamos perdiendo —se queja Igor y sonrío en respuesta —¿Todo bien?

—Depende de lo que sea, estar bien para ti. —suspiro. —¿Tu padre? —alza su muñeca, observa la hora en su reloj y bufa.

—Faltan cinco horas para su llegada —regresa la mirada a la pantalla de su PC y escudriña mi rostro con ojos críticos —¿Cómo has estado? —cuestiona.

No me agrada la idea de lanzarle toda la basura de problemas que es mi vida. Igor no puede ayudarme y eso lo deprimirá. Es un ser de comportamiento sensible, que suele afectarle los problemas ajenos. Sobre todo, aquellos que comprometen a su familia. Tanto él como su padre, me consideran parte de ella.

—Estoy al tanto de todo —se apresura a decir cuando nota mi silencio —papá me mantiene al tanto. Por lo menos, lo que considera necesito saber.

Esto último no es necesario, no tengo dudas del profesionalismo. Soy la prueba fehaciente de lo excelente profesional que es. Gracias a él, puedo decir que estoy a nada de liberarme de todos mis conflictos.

Cuando Eliú Cass esté en prisión, podré tocar el cielo y pensar en una familia como una persona normal. Mientras esté libre, no imagino otra cosa que ver a ese bastardo en prisión.

—No puedes ayudarme.

—Ambos podemos llegar a una solución —su entusiasmo me saca una sonrisa. —puedes empezar por la pedida de mano. —sonríe.

—El peor día de mi vida —lanzo la queja e Igor sonríe fuerte —debiste estar allí, nos hubiéramos aburrido los dos.

—Solías odiar, los hubiera. —me recuerda y afirmo.

—Lo hago, pero no dejan de meterse en mi camino.

—¿Qué fue tan malo?

Acudí al llamado de Vincent O'hurn y pedí la mano de Christine en matrimonio, según sus "Sagrados designios." Lo llamo de esa forma porque el tipo se comporta como un dios. Celoso, posesivo y si no obedecido, lanza todas las plagas posibles.

—¡Exageras! —comenta al escuchar mis quejas y niego.

—¡Ojalá!

Una reunión de dos horas, aburrida y tuve que soportar ser visto como el peor de los humanos. El padre de mi esposa no dejaba de verme con recelo. Él seguía siendo a su juicio un maltratador, ese estigma no me lo iba a quitar fácilmente.

Acudí con Magda, la única familia disponible con la que contaba. Evy había iniciado una relación con el padre de sus hijos, y el hombre no le agradaba que saliera. Si bien, ella logró aliviar el ambiente, su presencia también aumentó el antagonismo del hombre hacia mí.

—Debes entender que quien no conozca la historia, te verá como el malo. —explica y chasquea los dedos —muchos ven el mundo a blanco y negro y tú estás lleno de grises. —es una buena manera de señalarlo, pienso viéndolo tomar el último trago de su copa. —¿Qué tal te va con Magda?

—Soportable —confieso dejando el móvil ante mí y apoyando las manos en el volante —tengo mis reservas.

—Normal, si se tiene en cuenta cómo fue su niñez.

No es solo eso, debo admitir que ha influido. En algunas ocasiones siento como si estuviera representando un papel. Sus emociones se notan ficticias. Ella se comporta de la forma en que tendría que verse, pero no dejo de ver sus actos como obligados.

—¿Dices que no eres merecedor de cariño?

—Ella pasó de odiarme a quererme, no vivió las etapas comunes —detallo y mi compañero me observa confundido—sin acudir a un profesional. Tú sabes más que nadie lo que me costó y aún lo hace.

—No todos son como tú.

—Ese es el problema Igor —susurro —no es como yo.

—Ella te recuerda todo lo que sufriste con sus padres. Tu incomodidad es que nunca los enfrentaste.

—Es posible —no obstante, tengo la certeza que no es así.

—¿Se sabe algo de ese hombre? —niego.

Eliú resultó más astuto de lo que previeron. En un intento de sacarlo de su escondite, los Frederick acudieron a su esposa en espera que ella supiera donde o como hallarlo. Al saber la verdad, la mujer y sus hijos abandonaron la casa familiar, pidió el divorcio y una orden de restricción. Esto último fue visto con buenos ojos y se pensó que lo harían buscar a su familia.

—Ni el divorcio lo sacó de su madriguera. Por el momento, se sabe que no ha abandonado el país.

—No por la vía legal —se apresura a decir —las ilegales, es difícil que la policía lo tenga controlado.

¿Quién habló de policía? Desvío la conversación a otro tema, uno que me permita acabar la plática antes de tiempo. Cinco minutos después me doy cuenta de que no era necesario, Igor tiene su primer paciente a las tres de la tarde.

A la policía le era difícil sacarlo de su escondite, pero yo había hallado la forma. Un refrán popular habla de que si no puedes con tu enemigo, únete a él, ¿Qué pasa si logras que acuda a ti?

Gracias a la intervención de un amigo del abogado con contactos de dudosa procedencia, eso sería posible.

****

—Saldrá del país en una carga de porcelanas —me explica Rogers —las autoridades serán contactadas cuando el avión esté por aterrizar.

—Algo me dice que usted no considera que mi plan funcione.

Ante su silencio alzo la mirada de los documentos que me ha entregado y lo encuentro observándome en silencio. Eliú Cass será arrestado en suelo alemán y tendrá que pagar por la muerte de mis padres. Los abogados de la abuela me dieron la seguridad que así sería.

—Si eso no funciona...

—No lo hará —me interrumpe.

—Llegará a mí, abogado. Le aseguró que voy a cercarlo y acorralarlo.

—No es tan imbécil—insiste —estará libre en Alemania, puede ir con su familia o esconderse, tiene el dinero suficiente para ello ¿Por qué arriesgarse?

—¿Qué es el orgullo abogado? ¿Un vicio o una virtud? —que le responda con otra pregunta no parece agradarle y me encojo de hombros. —por esa razón lo hará, por orgullo y ego herido, se lo aseguro.

El hombre no hace comentarios en los siguientes minutos, se limita a jugar con la pluma en sus manos y a escudriñar mi rostro. Tengo una gran cantidad de planes, si no cae en Alemania, lo hará en otro lugar.

—Pensará que estoy en su juego, pero es todo lo contrario.

—El problema con las personas con tu inteligencia es que consideran, con tenerla todo le será fácil y saldrán victoriosos. —inclina su cuerpo hacia mí como si estuviera a punto de decirme un secreto. —No basta con ser un genio. Puedo entender que es tu guerra y deseas ganarla por ti mismo.

—Gracias por el apoyo —le digo incorporándose estrecho su mano —deseo que sepa, que sin usted nada de esto sería posible —finalizo dando media vuelta, pero su voz me detiene.

—Después de que esté en prisión serás feliz —permanezco con la mirada fija en la puerta escuchando lo que sigue —luego, que cuando te cases, o tengas un hijo, cuando este crezca, cuando tengas nietos...

—Espero que tenga un punto...

—Que nunca estarás feliz, porque tu felicidad no depende de tu entorno —explica —te lo dice alguien que vivió un infierno como el tuyo.

—¡Se equivoca!

—Espero estar equivocado—inclino la cabeza y continuo mi camino rumbo a la salida.

*****

El ruido del móvil me hace despertar y lo busco a tientas en la oscuridad de la habitación. La intención es tomarlo antes que vuelva a sonar y apagarlo, no deseo despertar a la diosa que duerme desnuda pegada a mí.

—¡Damián! —se queja ella, removiéndola removerse incómoda al escucharlo una segunda vez. —¡Apágalo!

Lo encuentro en una de las gavetas de la mesita de noche y estoy por obedecerla cuando leo el nombre en la pantalla. Las últimas veces que Jason Frederick, me ha llamado ha sido para pasarme a mi hermana. Son las nueve de la noche, una hora en la que Evy, suele estar descansando.

Hago a un lado la cobija, preocupado por esa llamada. Christine alza la cabeza y frunce cejas al verme salir de la cama, murmurando que estoy desnudo y alguien podría verme. Le sonrío viendo como se va a buzón la segunda llamada y espero la tercera.

—¡Exhibicionista! —se queja — Recuerda que todo eso es mío y mi deber es protegerlo.

Lo único bueno que tenía la pedida de mano, fue que su padre cesó de hostigarnos. Atrás quedaron los enfrentamientos por verme con ella y hasta permitía que se quedara conmigo. El conflicto con el anciano es que deseaba tener la última palabra. A mí no me dejaba de fastidiar tener que jugar a ser novio, cuando ya era su esposo.

Era importante para Christine y solo por eso lo hago. Contrario a mí, ella venía de una familia unida, salir de casa con la bendición de sus padres y hermanos, podía ser ridículo para mí, es valioso para ella.

—Frederick, ¿Qué puedo hacer por ti? —me burlo cuando logro tomar la tercera llamada.

—Necesito que te cuides de Evy y los niños.

Escucho de fondo los cláxones y el sonido del tráfico. Lanza un par de maldiciones exasperado e ingreso a la habitación en búsqueda de ropa. Christine hace lo mismo al verme vestirme con el móvil en mi oreja apoyado en mis hombros.

—¿Qué sucedió?

—¿Puedes ir con ella? —insiste —no tengo mucho tiempo...

—¿Qué está sucediendo?

—Amenazó a Evy y a mis hijos, ese hijo de puta se atrevió a retarme —bufa —iré por él y le haré tragarse sus amenazas...

—No es necesario...—interrumpo, pero ya ha finalizado la llamada —va por Eliú —le explico a Christine, quien parece esperar por respuesta. Amenazó a Evy y los niños.

—Tú sabes dónde estará —susurra y afirmo —¿Por qué no se lo dices?

—Necesito hacerlo, linda —mi voz un ruego que ella logra entender por qué lo siguiente es sentir sus brazos —él debe pagar por la muerte de mis padres, se los debo.

En mi cabeza se recrea las palabras de mi padre dichas a ese malviviente. Él estaba convencido de que hallaría la verdad y haría justicia. Lo siento como una promesa y hacerlo cumplir es un acto de honor.

—Te llevaré a casa —le digo alejándome y besando su rostro —mañana es un día perfecto para que conozcas a mi hermana —menciono y su rostro se ilumina al sonreír —¿Es posible que el idiota de tu hermano acuda?

—Es posible —se pega a mí mientras lo dice —pensé que nunca me llevarías a verla.

—Buscaba el momento perfecto —le confieso —ella le vendrá bien tu compañía.

Rumbo a su hogar, comento los pormenores de la convivencia de Evy en la mansión y los problemas que tiene con una de las empleadas. Se enojó conmigo, por qué no le dije antes, según ella Evy necesitaba de aliados para enfrentar a esa mujer. Los Frederick eran diplomáticos, no les gustaba el escándalo y recurrían al diálogo.

—Y nosotros tenemos una idea distinta del diálogo.

En mi pensamiento llega el bate de beisbol dejado por su hermano y aquello me saca una sonrisa. Una que se esfuma al leer el mensaje alertándome que Eliú, logró pasar la seguridad del aeropuerto y está dentro del avión de carga.

—Espero que después de esto tengas paz Damián —me dice al verme leer el mensaje. —que verlo en prisión te permita alejarte de tu niñez o recordarla sin dolor.

Difícil de lograr por dos detalles, lo que soy hoy día es producto de esa niñez y la presencia de Magda me hace recordarla. Porque así lo haya negado a Boris es una verdad con la que debo lidiar. Jamás tendremos una relación normal y lo mejor que nos puede pasar es que cada uno siga su camino.

Un deseo que se ve truncado por culpa de los padres de mi esposa. Ellos insisten en protegerla y cuidarla, le han llevado a su hogar y brindado el amor que consideran necesita.

Lo que requiere es un psiquiátrico y no lo digo porque la odie, aunque una parte lo haga. Es por su comportamiento cuando cree que nadie la observa.

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