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Capítulo 22

Cuestionamientos

Vincent O'hurn descubrió que su hija y yo, nos casamos. No sé los detalles del cómo se enteró y tampoco importa. Lo que sí sé, es que la llevó a la estación y le hizo declarar la verdad. Es decir, su hija estaba conmigo el día en que los Klein Schultz fueron asesinados.

Como pensé, no era suficiente. Las autoridades debían confirmarlo y sin importar, que no estuviera o no con ella, no me hacía inocente. Ahora ella se había unido al escándalo y era lo que no desea. Por su parte, Magda, hizo una denuncia sobre el maltrato recibido en la niñez.

Su confesión ocasionó disgustos y lo entiendo. Cualquier persona sentiría asco ante aquel relato, nadie puede hacer oídos sordos a tamaña confesión. El conflicto estaba en que ella ocultó, consciente o no, detalles importantes.

Al parecer, la vida se niega a que me aleje de Magda y pase la página. Silke Klein, me dejó como el albacea y tutor de su hija. Dejó estipulado en su testamento que un psicólogo debía certificar que su "Bebé" era apta para manejar su fortuna.

Y no pasó los preliminares.

Fue declarada no apta para heredar y siguiendo las órdenes de su madre debe buscar ayuda. Al cumplir los veinticuatro años volverá ante un juez. En conclusión, no estoy feliz, no hay nada que festejar. Nada. Ni siquiera que el juez desestimara el caso de abuso gracias a la intervención de mi mujer y esos videos que le entregó.

Permanezco en mi lugar luego de que el juez ordene mi libertad, sesgada. Aún no me declaran inocente, sigo unido a la investigación y bajo arresto domiciliario. Nada de eso me enoja tanto como el sitio en el que debo cumplir la condena.

Lo único que me alivia de todo esto, es que tengo a Christine. Ella hará que todo esto valga la maldita pena.

Mi cuerpo no responde a las órdenes de moverme y me cuesta mantener la compostura. Debo vivir en el mismo sitio que Magda, aquel que prometí jamás pisar. Negaron como sitio de residencia el hogar de Jason y mi apartamento.

En los registros aparecía la casa de los Klein Schultz como mi hogar. Allí debo quedarme. Mi abogado y Doyle han asegurado que serán siete días o menos. Consideran que es el tiempo que los llevara que sea absuelto.

Cualquier tiempo al lado de esa desquiciada es una maldita eternidad.

—Eres el primer cliente que no está feliz por salir en libertad —comenta mi abogado palmeando mis hombros.

—Estoy bajo arresto domiciliario—le recuerdo.

—Formalismo.

—Debo cumplirla en casa de los asesinos de mis padres. —replico —convivir con la chica que me acusó de asesinar a sus padres, de acoso, de abusador, entre otras muchas.

—El destino juega las cartas de una manera rara —responde luego de una larga pausa. —ambos necesitan respuestas.

Me reservo mi opinión incorporándome y permitiendo que un oficial vuelva a esposarme. Será la última vez que lo haga, pienso viendo las dos piezas metálicas en mi muñeca.

— Gadien Doyle te escoltará en lo que sigue, yo tengo corte en una hora. —afirmo al abogado sin ver en su dirección.

—¿Podría hablar con el señor unos minutos? —la pregunta va dirigida al oficial y la voz es del padre de mi esposa.

Su figura ocupa el sitio del oficial quien se ha hecho a un lado, Rogers habla con el fiscal a varios metros, pero atento a ambos. Vincent O'hurn, tiene un aspecto desaliñado. Su largo cabello y barba, aunque bien cuidados, le dan ese aspecto. De adolescente solía decirle el vikingo, en este momento, cuando los años empiezan a hacer lo suyo a través de canas y arrugas.

Es una versión entre Conan el bárbaro y santa.

—Me alegro de que lograras salir de prisión.

Cruza sus brazos e infla pecho en una muestra de testosterona a la que nunca me ha gustado jugar. Producto quizás de mi escasez de músculos, aunque estar lleno de ellos nunca fue mi meta.

—Gracias —respondo sin saber qué otra cosa decir observando a nuestro alrededor.

—No está—anuncia como si pudiera leer mis pensamientos —estarás lejos de ella hasta tanto no logres limpiar tu nombre.

—Pensé que era obvio mi inocencia...

—Cuando un juez te declare inocente y puedas salir a la calle con la frente en alto. —sigue diciendo, ignorando mis palabras —podrás, quizás, aspirar a ser ... Algo de mi hija.

—Soy su esposo —le recuerdo sin perder la compostura.

—Te advertí que no te la daría en matrimonio si estabas rodeado de escándalo. Me mentiste al decir que ibas a aceptar mi decisión. Te la llevaste a Berlín, te casaste con ella... —suspira retirando los brazos de su pecho. — Cuando seas padre, me entenderás.

Antes de alejarse le escucho decir que ningún padre que ame a su hija y desee lo mejor, le gustaría que su futuro esposo enfrente una acusación de maltrato y abuso.

La última mirada que me brinda es de preocupación y un poco de repulsión. Su comportamiento es como si frente a él tuviera a un pervertido.

—Conoce una parte de la historia —me dice Rogers detrás de mí —Christine ha querido respetar tu silencio.

—No me molesta lo que piense —confieso.

—Si afecta tu matrimonio, debes. —Refuta ubicándose en mi campo de visión. —Esto es tuyo.

Sostiene en sus manos una bolsa transparente. En su interior una llave con empuñadura dorada luce solitaria. Un oficial de policía, gran amigo suyo, le debía un favor. Gracias a ello logró que la pieza fuera liberada de la cadena de custodia.

—Tu esposa me habló de ella cuando me entregó esas cintas —comenta. —Hazle un buen uso.

Recojo la llave en silencio recordando las infinidades de veces en que desee tenerla en mis manos. Sabía lo que escondía y lo valioso que era para mi ser libre. Una libertad que siempre me fue esquiva.

—Intenta no tomarte a personal el comportamiento de Vincent. Su amistad con Jason Frederick se remonta a muchos años y la deuda que tiene con él le resulta difícil de pagar —afirmo abriendo la bolsa y sacando la pieza de su interior —Es su hija y desea asegurarse que seas el correcto.

—No soy un pervertido —le digo hastiado y sonríe.

—Lo tengo claro. —señala la llave y me sonríe —es hora de que el mundo también. —da media vuelta y se detiene al dar un paso —la chica no sabe que vivirás en su casa, ni que han rechazado la acusación, ni lo de la tutoría. Ha sido imposible contactarla. Sé prudente.

Avanza hacia la salida en silencio y suspiro largo viendo la llave. Con la certeza que el día no acabara bien, se deja guiar.

****

Tal como lo imaginé, Magda no tomó a bien que tuviera que vivir en la misma casa, ni que su madre me dejara como tutor o le negaran la acusación en mi contra.

En venganza, me envío a una de las habitaciones de servicio y yo le entregué la llave de su padre. Allí permanezco desde hace más de una hora. Mi equipaje constaba de una maleta pequeña con prendas suficientes para siete días. El tiempo en que los abogados decían que duraría mi estadía en esta casa.

No me sorprende cuando la puerta se abre y ella ingresa. Rostro mojado en una mezcla de sudor y llanto. Su cabello negro se pega a su frente en algunas partes y tiembla con violencia.

En lo único que pienso es que ha encontrado los videos. Vomité la primera vez que los vi. Contrario a ella, tuve una pésima manera de saber la existencia de esas cintas.

—Lo siento —su respiración es irregular y su pecho se mueve sin control —¡Dios mio! No tienes idea de cuanto lo siento.

—La verdad te hará libre, pero primero te hace sentir miserable —le sonrío —declaraste que te hacía daño, pero omitiste el pequeño detalle que tu padre estaba allí. Astuto, debo admitirlo.

Quizás en lo único en que lo fue, en todo lo demás fue superado por mi padre y ese socio en delitos que aún no ubico en el mapa. Hice un par de cosas, entrar por sorpresa al baño, sumergirla por varios segundos, poner la almohada en su rostro mientras dormía.

No obstante, la penitencia por no hallarlo en las escondidas era realizada por su padre. Al infeliz le gustaba ver a otros sufrir, se excitaba con ello a tal punto que eyaculaba de esa manera.

Fue a mí y no a ella a quien pinchaban entre los dedos, la cinta que con la que cubría mi boca y algunas veces mis ojos. Los azotes con látigos con piezas filosas en sus bordes, etc. Ella tomó mis momentos de tortura como si fueran hechas por mí, a ella. Posiblemente instada por él o una forma de no autoprotección. Es más fácil que fuera un hermano que un padre.

Le doblaba en edad, también en inteligencia. Eso le enfadaba al maldito perdedor acomplejado que vio en los dos, los problemas que tuvo con su hermano. Descubrí que mi padre hizo de todo para ganarse su cariño, la enemistad siempre estuvo del lado de Damián.

El pecado más grande que papá y yo cometidos es ser más listo que él.

—Él te enviaba —comenta como si lograra acceder a mis recuerdos —los filmaba todos...

—Y se masturbaba, viéndonos aterrados y llenos de dolor... —sonrío viendo su rostro de asco —Yo drogado, tu aterrada y él masturbándose... ¡Qué hermosa familia! —abro los brazos sin dejar de reír ante lo absurdo que es aquello —¡Y querían que fuera normal!

—¿Nunca lo dijiste?

¿Para qué o por qué? A nadie le importó cuando vio las marcas en su cuerpo, su comportamiento violento. Todos veían a la niña genio, su madre la mostraba a sus amistades como si fuera un acto circense. En mí nadie se fijó. Solo Susan que sospechó lo suficiente para saber que era necesario alejarlos.

—Sal de mi habitación Magda —le ordeno —y no entres mientras este solo. Es más —corrijo —no entres de ninguna forma—aclaro —en lo que resta de mi estancia, en este lugar no te quiero cerca de mí, nuestros horarios de comida no van a coincidir y...

—Damián...

—Un psicólogo, psiquiatra o quien... cojones... decida un juez decidirá si eres apta para manejar tu fortuna —sigo, ignorando su súplica y sacudiéndome de su agarre —haré todo lo que esté en mis manos para que así sea...

—Damián....

—¡Largo! —finalizo señalando la puerta.

Tengo una vida por vivir, una hermana y sobrinos que cuidar, una esposa que recuperar. Porque su suegro me considera un pervertido y no quiso dejarla a mi lado.

¡Hijos de puta!

— A ti te odiaba por ser hijo de su hermano. —hiperventila al decirlo —por eso te dañaba. ¿Qué hay de mí? —golpea su cabeza con violencia al decirlo —era su hija ¿Por qué hacerme esto?

—Por qué eras el reflejo de su mediocridad —murmuro acercando mi rostro al de ella —no se trataba de ti y de mí, ¿Es que no lo ves?

—Hay videos de él y yo solos...

—¡Chica lista! —chasqueo la lengua — Fue el motivo por el cual, le pediste a Evy, si podías dormir con ella —avanzo a la entrada y abro la puerta señalándole la salida.

—Si hay algo que yo...

—¡Largo! —señalo la puerta —haré todo lo que esté en mis manos para que reciba lo que te corresponde cuanto antes. No deseo verte o estar contigo, nunca más. 

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