Capítulo 11
El monstruo en el espejo
Dos meses después...
El monstruo ya no estaba debajo de la cama o me asechaba en las noches, ambos se habían unido y estaba en el espejo. Fue tomando fuerza conforme los días pasaban y la agonía crecía en mis entrañas.
La curiosidad despertaba desde aquella reunión dio frutos. Damián Klein, ha usado de manera ilegal el esperma de varios clientes que usaron su clínica para resguardarlo. Entre esos estaba mi padre, y por lo menos veinte hombres de diversos países.
Y no era todo.
En documentos entregados por Rupert hablaban de que había sido imposible gestar los embriones Frederick Cass. El hombre asegura que no tiene claro de quien son los hijos, solo que no son de Susan como se esperaba. Pienso que, si lo sabe, pero se niega a delatar a su socio o meterse en problemas.
"—Existe una amplia posibilidad que sea de la gestante."
Fueron sus palabras la segunda y última vez que quiso hablar del tema. Por eso su insistencia en que, si era mi amiga, la sacará luego del parto. Damián Klein, había asegurado estaría allí ese día para hacerse cargo de todo.
Y yo sé la manera que tiene de solucionar las cosas.
Desde que conocí aquello no he tenido paz, he visto oscurecer mis días conforme se acercaba la fecha de dar a luz. Ni la llamada del abogado de la abuela, ayudó a mejorar mi ánimo.
—Buenos tardes, señor —saluda la mujer en la recepción del restaurante del hotel donde se alojó el abogado.
—Tengo una reservación. —le aclaro sin responder el saludo.
Mis movimientos son mecánicos, llevo cinco días sin ir a la clínica y me he negado de responder mensajes. De quien me ha sido difícil alejarme es de Vincent y su hermana, se niegan a dejarme en paz.
Sin conocer la verdad, saben que algo delicado sucede y eso debería alegrarme, pero no es así.
—¿A nombre de quién?
Espera la respuesta paciente y con una sonrisa en los labios, que usualmente logro corresponder. No hoy, que hallé en registros de cuatro medios hermanos, en edades entre los veinte y quince años. Tendría uno de cinco, si no hubiera fallecido ahogado en esa piscina.
—Consorcio Becker Koch.
Regresa la vista al libro dispuesto en el escritorio y espero impaciente. Lo primero que debo hacer es solucionar lo de Evy, ya tendría tiempo para hacer lo demás.
—Por aquí por favor.
No ingresa al salón principal como lo preví, ella me conduce por un pasillo alterno. Nos detenemos frente a una puerta que abre y me pide ingresar con una sonrisa.
—Disfrute su estancia. —comenta con una reverencia antes de cerrar la puerta.
En pie, frente a mí, cuatro hombres en trajes oscuros, con rostro serio me observan. Hasta ayer eran voces detrás de un teléfono, nuestras comunicaciones eran por mensajes y llamadas.
—Doctor Klein. —saludan.
—Yo haré las presentaciones. —la voz es del mayor de todos los presentes.
Un hombre de unos sesenta años, cabello engominado y barba sofisticada. Es, según se presenta, quien tiene a cargo el consorcio y la fortuna de la abuela.
El testamento heredado de la anciana a sus dos únicos nietos. Tres de los cuatro hombres son abogados, el cuarto es un doctor que ha llegado a recolectar una muestra de sangre. Se requiere una prueba de ADN legal para hacer los trámites del cambio de identidad.
—Yo no necesito de ella, me basta con la enviada. Por desgracia, el cambio de documentación es más estricta y se requiere que la prueba sea recolectada por alguien acorde—explica—Son trámites de rutina, que no puedo saltarme doctor.
—Y lo entiendo —le calmo —pensé que esto iba a acabar hoy mismo.
—Lamento decírselo, pero apenas empieza —confiesa indicándome sentar y una vez lo hacemos sigue —usted tendrá que hacer el resto en Berlín. En eso, me temo que no puedo ser flexible.
—Con su hermana es más fácil ¿Dónde y cuándo podemos hablar con ella? —pregunta un segundo hombre.
—En menos de cuarenta días, ella se esté reuniendo con ustedes.
Me exigen dar una fecha exacta de reunión que insisto no poder entregar. El abogado nota la tensión, indica al doctor tomar las muestras. Retiro el saco y deslizo las mangas de mi camisa hacia arriba. El doctor no se sorprende por las marcas en mis ante brazos.
Ninguno parece notarlas y si lo hacen, son bastante discretos. Al finalizar hace una inclinación a los presentes diciendo que el proceso acabó. Lo que resta de reunión son los papeleos de la herencia y veo el espacio en donde debe ir la firma de Evy vacía con algo de tristeza.
—Déjennos solos —ordena el hombre y todos obedecen sin hacer preguntas. —No estoy aquí para juzgar sus decisiones, doctor Klein, todo lo contrario. —inicia cuando el último de los abogados se ha ido.
—Le resultará difícil no juzgarme.
—He visto sus marcas doctor e imagino el causante —suspira —cualquier cosa que hicieran usted y ella, es justificable. La alimaña que los mantenía cautivo los orilló a ello.
—Sé que pude hacer algo mejor por ella —tomo un bolígrafo de la mesa y lo aprieto con fuerza —necesitaba mantenerla a salvo y nadie mejor que ellos para eso.
—¿Quiénes? —pregunta —¿Dónde y con quien esta?
—Con los Frederick. —confieso y junta las cejas —gesta un nieto del dueño de la multinacional petrolera. El mejor lugar que encontré, ella igual quería hacerlo mucho antes de yo aparecer.
Lo que sigue es el detalle de lo que sé de ese contrato. Resulta que tuvo razón al decir que no iba a juzgarme, pero admitió que nuestro plan era arriesgado.
—Ustedes solo debían viajar a Berlín, presentarse y dejarnos a nosotros actuar—explica —entiendo que nuestro silencio, todos estos años, los pudo confundir.
—Ella no sabe quién soy, decirle era tener que narrarle la verdad. —niego —es muy dolorosa y temo no pueda soportarla.
—Tarde que temprano se tendrá que enterar.
—No me gustaría que vea ese video —le ruego y lo piensa un poco.
—Puede negociarse —sonríe —¿Qué nombre quiere llevar doctor? ¿Damián o Konrad?
—¿El trámite es el mismo? —afirma y lo reflexiono un par minutos —me gustaría que fuera Konrad, como ellos lo quisieron.
—Así se hará —golpea de forma suave la mesa y sonríe —entrégueme el teléfono de la mujer que cuida de su hermana. En adelante, yo me encargaré de mantenerla a salvo.
—¿Duda de mí?
—Es usted quien insiste en el anonimato doctor —enarca una ceja —No es bueno que lo vean haciendo un viaje a otro estado y no sabemos si su teléfono están siendo intervenido.
—Es exagerado...
—Estamos Hablando de un hombre que logró ocultar un triple homicidio y hacerse a una custodia de forma ilegal —me interrumpe de manera brusca. —le aseguro que nada es exagerado cuando se trata de él.
****
La razón por la que arrendé el apartamento era por la vista. Desde su terraza era visible el parque donde solía encontrarme con Christine. Hace diez años, la iluminación no era buena y la penumbra lo rodeaba. Aquello lo hacía cueva de drogadictos y los robos, constantes en las noches.
Con ella llegaba en el día, en las noches lo hacía solo. Me ubicaba en el punto más oscuro y usaba el encendedor ocasionalmente. Adoraba la oscuridad, pero también ver como la pequeña flama la quebraba.
Cuando recibí el mensaje de Vincent diciendo que utilizaría mi apartamento, me encontraba en la entrada del edificio. Sin ganas de devolverme y no teniendo un lugar a donde acudir, busqué el sitio en que nos dimos el primer beso.
No era la misma banca, algunos árboles estaban más grandes y las edificaciones cambiaron. Sin embargo, los recuerdos están allí y eran tan pocos los momentos felices, que los atesoraba. Todos le implicaban a ella o a su hermano.
Con dos horas sentado, viendo como desplazaba la sombra de los árboles, ella se sentó a mi lado. Traía en sus manos el bate de beisbol con el logo diálogo, y rastros de llanto en sus mejillas.
—Me da pánico hacer esta pregunta, pero soy un hombre valiente —empiezo a decir viendo el bate —¿Qué haces con eso?
—Te acabo de ver teniendo sexo con una chica en tu apartamento —me dice desplazando el bate de un lado a otro. —estabas debajo de las cobijas y ella gemía.
—No puede ser...
—¿Por qué prestas tu apartamento? —recrimina. —¡Tu cama! —me riñe.
—Diosa...
—¡Esos asquerosos estaban teniendo sexo en tu cama! —ciega de la rabia me enfrenta con el bate en mano y me alejo sin evitar sonreír.
—¿Viste al hombre debajo de esas cobijas?
—No. —me mira de reojo y bufa —pensé que eras tú. Y, aunque te dije que te quería experto en el sexo, esa cláusula finalizó al vernos... ¿De qué cojones te ríes?
Cubro mi rostro con las manos e inclino mi cuerpo imaginando la escena. Resulta cómico que Vincent acabara siendo víctima de ese bate cuando hace un par de semanas intentó usarlo en mi contra.
—Le presté el apartamento a tu hermano —explico y sus cejas se juntan —no era mi cama, yo duermo en la principal. Esa es de él.
Ella no se ve preocupada ni arrepentida, todo lo contrario. Al reclinar su cuerpo en la banca su sonrisa aumenta.
—Es un alivio que sea él. —sonríe haciéndose un ovillo y acurrucándose en mis brazos —eso me evita una demanda y otro pelea con mi padre.
—¿Cuántos les diste?
—Dos, tres —enumera —quizás cinco —se encoge de hombros —se lo merecía.
—¿Debo preocuparme por tu comportamiento?
—No si me eres fiel —alza el rostro y me sonríe haciendo un mohín —considera esto como una advertencia de lo que te pasará si llegas a coquetear con una mujer.
—¡Christine! —el rugido de su hermano la hace soltar el bate y salir corriendo. —Ven acá ahora mismo...
Siempre me he sentido cómodo con la soledad, me adapté a ella por imaginar que no tenía otra opción. Sin embargo, al verlos corretear por el parque, puedo ver una luz asomarse.
Como la de ese encendedor que usaba en la oscuridad.
—¡Eres un idiota! —la escucho quejarse. —¡No me toques!
—¡Vamos! No llores...
—Tenías novia y no me dijiste —se queja —debí darte el doble y más fuerte.
Niego imaginando la escena de ella interrumpiendo a su hermano y lanzando ataques de furia. Mi sonrisa empieza a aumentar conforme las imágenes se hacen diversas y acabo en una carcajada.
Eso dos están de vuelta y más locos que nunca. El ruido del móvil me hace sacarlo y encuentro un mensaje dejado por el anciano. Los hijos de J. Frederick están por venir al mundo, irá a buscarlos. Evy entró en labores de parto.
Hola, linduras.
Debo advertirles que desde mañana hasta el mes de agosto mis turnos en el restaurante están dobles. Lo que quiere decir que las actualizaciones serán los fines de semana. Si tengo espacio haré capítulos antes, pero no se los prometo.
Mil gracias por todo, espero les esté gustando esta historia.
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