CAPUT PRIMUM
La alarma llevaba sonando durante varios minutos, sin embargo, la castaña se encontraba despierta despierta desde hace horas mientras veía el techo de su habitación.
— ¡Apaga esa estúpida alarma! — el grito enojado de Razvan, uno de sus hermanos mayores, resonó por toda la casa.
— ¡Es lo que se merecen por mandarme a ir a una escuela! — gritó de regreso Ileana.
Soltó un bufido al sentir una ráfaga de aire y el incesante sonido de la alarma se dejó de escuchar, acabando, así, con su momento de rebeldía.
Giró la cabeza para encarar al intruso que se había atrevido a irrumpir en su habitación. En sus labios apareció una sonrisa inocente al ver a su madre con el rostro serio y los brazos cruzados.
— ¿No crees que eres muy grande para este comportamiento tan infantil? — le cuestionó la mayor con el ceño levemente fruncido.
— ¿No crees que soy muy grande para ir a la secundaria? — contraatacó la menor.
Mala idea, pensó cuando terminó de hablar y notó como su madre entrecerró los ojos con disgusto.
—Levántate, o sino te vas a quedar sin alimentarte durante una semana completa — le amenazó y salió de la habitación.
Ileana echó la cabeza para atrás y soltó un pequeño gruñido, para luego quitarse de encima las sábanas de color vino tinto y rápidamente alistarse.
Al bajar por la escalera, su mirada se posó en dos sujetos que estaban de pie hablando con su padre, quien se encontraba sentado en un sofá negro con despreocupación, pero Ileana notó la mirada astuta y suspicaz del mayor.
Tratando de ignorar la curiosidad que crecía dentro de ella, se alejó rápidamente y llegó al comedor, hallando a su tío Nicolae, vertiendo en una copa, con algún tipo de alcohol, una bolsa de sangre.
—Buenos días — saludó el rubio con una ligera sonrisa. Ella le devolvió la sonrisa y le dio un beso en la mejilla, para posteriormente arrebatarle una de las bolsas de sangre, la cual tuvo que echar en un vaso para no ensuciarse la ropa con el típico color carmín.
En ese momento, entraron Irina y Sebastian ya arreglados, a ellos también les había tocado asistir a la escuela, con la diferencia que iban a estar un año por encima de ella.
— ¿Por qué esa mala cara, hermanita? — pregunta con burla Sebastian, la castaña lo mira mal.
— ¿Y por qué tú eres tan feo? — le respondió la menor con tono mordaz.
—Ya dejen de comportarse como niños — intervino Irina —. Y mejor terminemos con todo este asunto de la escuela.
Los tres tomaron sus cosas y se subieron a uno de sus autos.
Los tres nuevos estudiantes parecían entrar en cámara lenta a los ojos de todos, el único chico de los tres era alto y musculoso con cabello castaño oscuro y ojos verde bosque, una de las chicas tenía cabello oscuro con rizos y ojos marrones, que se veía mayor a la otra chica, y la menor era castaña rojiza y poseía unos brillantes ojos azules y labios rosados.
Ethan y Benny no le quitaban la vista de las dos chicas nuevas, trayendo como consecuencia, que el vidente terminara tropezando con la ojiazul. En el momento que tuvo contacto con la chica, comenzó a tener una visión.
En ella, se mostraba a la castaña mostrando sus afilados colmillos y con ojos rojos brillando con intensidad. Luego a su lado aparecieron ocho personas a su lado, entre ellos estaban el castaño y la morena que acompañaban a la castaña, todos mostraban los mismos intensos ojos rojos.
Cuando volvió a la realidad, notó que la castaña seguía a su lado, mirándolo con una ceja alzada. Al seguir la mirada azulada de la chica, se dio cuenta que estaba sujetando la muñeca de la castaña. Por instinto, la soltó rápidamente y dio un paso atrás, alejándose de ella.
—Deberías tener más cuidado con quien tropiezas, vidente — le susurró la chica entrecerrando los ojos, para luego alejarse junto a los mayores.
—Benny — Ethan llamó a su amigo en un susurro.
—¿Si? — contestó Benny sin apartar la vista de las chicas nuevas.
—No son humanos... — murmuró preocupado, Benny volteó a verlo confundido, hasta que entendió a lo que se refería su amigo.
—No... ¿Por qué todas las lindas son criaturas sobrenaturales?
— ¿Qué clase tienes? — el único chico entre los tres le preguntó a su hermana menor. Los hermanos caminaban por los pasillos después de ir a buscar sus horarios.
—Literatura — Ileana se encogió de hombros con desinterés, leyendo el papel que indicaba sus materias.
—Nosotros... biología — el semblante de Irina cambió a uno de disgusto —. Supongo que nos veremos después.
—Adiós, hermanita.
La castaña observó como sus hermanos mayores se alejaban de ella, para luego acomodarse su bolso en el hombro y comenzar a caminar hacia el camino contrario de ellos.
Cuando giró en una de las esquinas se terminó chocando con algo, más bien alguien, cuando le miró a los ojos lo reconoció como el vidente con el que se había chocado cuando llegó.
Una sonrisa ladina apareció en su rostro cuando notó el miedo que él emanaba por su presencia. Una pequeña razón para divertirse un poco con él; y nunca estaba demás tener un vidente de su lado.
—Disculpa, ¿sabes dónde está el salón de literatura? — preguntó con inocencia y haciéndose la desentendida.
El chico pareció asimilar con lentitud sus palabras, y si lo hizo parecía estar muy sorprendido.
—S-si — tartamudeó y carraspeó, aclarándose la garganta —. Si, es mi próxima clase.
— ¿Podría acompañarte? — ella dio un paso más cerca de él, provocando que el chico se incomodara.
Él sólo asintió, Ileana sonrió y enganchó su brazo con el de él y comenzaron a caminar.
—Soy Ileana Tepez, por cierto — se presentó cuando la tensión entre ambos comenzó a disminuir.
—Ethan Morgan.
Para sorpresa de Ileana, las clases no le habían parecido taaan malas como había pensado en un principio. Sus favoritas habían sido historia y filosofía, algo que sería extraño para muchos, pero para ella era como si los recuerdos regresarán a su mente.
Ya era el almuerzo, y se iba a encontrar con sus hermanos para comer, o bueno fingir comer. Hasta que sintió dos presencias ajenas, dio media vuelta para encarar a los desconocidos; resultando ser dos vampiros.
— ¿Qué hacen un par de idiotas colmilludos siguiéndome? — Ileana se acercó a ellos, cruzándose de brazos y con el ceño fruncido.
—No queremos hacerte daño, nena — habló uno de los dos vampiros.
La castaña lo miró con disgusto.
— ¿Alguno va a responder mi pregunta? — los miró a ambos con una ceja alzada —. Porque estaría encantada en arrancarles parte por parte a cada uno.
La amenaza pareció causar un efecto, pero no el deseado, casi era, como si se les hubiera atribuido algún punto.
—Ese es el problema, ataques de vampiro a vampiro. Los hermanos y hermanas del Consejo están... inquietos.
Aquello le causó confusión, debido a su "corta" edad, su familia no solía involucrarla en temas sociales o políticos. Tampoco es que a ella le interesara mucho.
—No me interesa tener ninguna interacción con el Consejo, para eso está mi padre. Gracias, pero no tengo ningún interés en continuar con esta conversación — ella sonríe con falsedad.
—Entonces, iremos por tu nuevo amigo mortal... — el vampiro fue interrumpido por el acercamiento de Ileana y el cambio del color de sus ojos, hacia rojo.
—Déjenlo en paz, y aléjense de mí, si no quieren verme molesta — ella amenazó con voz dominante, para luego alejarse de ellos.
Tenía que encontrar a Ethan si quería seguir contando con un vidente vivo.
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