Eran las tres de la mañana un treinta de octubre, cuando el pequeño TaeHyung está cerrando sus ojitos intentado conciliar el sueño.

Se había despertado, y tenía miedo, puesto que todo estaba oscuro, ya que su papi había apagado su lamparita de noche, esa que le había regalado su abuelita por ser un buen niño.

Su mirada viaja por toda la habitación, y toma la orilla de su cobija blanca, intentando cubrir en su totalidad su pequeño cuerpecito, cómo si la cobija fuera alguna especie de cápsula que lo protegería de todo.

Sus cortas piernas se pegan a su pechito y se acurruco más cerca de su cobija.

Un ruido lo saca de su ensoñación, un sonido que venia de afuera de la habitación, pensó que sería su papá NamJoon, o su papi SeoKjin, pero cuando la puerta se abrió, revelando unos brillantes y grandes ojos, pero a una baja altura, supo que la idea de que sería alguno de sus papás estaba totalmente errónea.

Los pasos casi silenciosos y las respiraciones calmadas, lo hicieron temblar por completo, haciendo que sus pequeños ojitos se volvieran algo cristalinos por las lágrimas.

Respiro de manera apresurada y cerró fuertemente sus ojos. Quería gritarle a sus padres, pero el miedo de que la cosa esa que estaba en su habitación lo encontrara con más facilidad, lo aterró por completo, así que prefirió quedarse callado.

Así que tomó valor y destapó su cuerpo por completo, salto fuera de su cama y corrió hacia el interruptor, encendiéndola.

No había nada.

Se sintió bien al saber que no había nada en su habitación, pero de pronto, un suave agarre en su delgada muñeca, lo hizo abrir sus ojitos de manera casi cómica. Estaba a punto de gritar, cuando una mano en su boca lo hizo callar por completo.

Frente a él, un pequeño niño se encontraba aguantando la risa, pues sus ojos aún se encontraban muy abiertos, y su carita se había puesto roja.

— ¿Boo?.

La suave voz del intruso se escuchó algo risueña.

— ¿Quién eres y como entraste a mi casa?, voy a llamar a mi papá — sus ojitos se cristalizaron de nuevo, y las lágrimas bajaron lentamente por sus gorditas mejillas.

— No, no llores — su voz se escuchó arrepentida — no quería asustarte, solo estaba jugando — pasó sus bracitos por el cuello del contrario y lo atrajo hacia su propio cuerpo.

— N-no me toques, no sé quién eres — se intento apartar.

— Soy JungKook, aunque mi papá me llama Koo — sonrió — mi papá me dijo que hoy era día de brujas, y que podía salir con mucho cuidado, pero te sentí asustado, así que quise venir a verte — explicó.

— ¿M-me sentiste?

— Si, mi mamá me dijo que podíamos sentir a algunas personas, pero solo cuando tenemos conexiones. — ladeó su cabeza — No entendí mucho, pero ahora, ¿por qué tenias miedo?

— No me gusta la oscuridad — sus ojitos miraron a su cama, y movió sus pequeñas manos de forma nerviosa.

— No tengas miedo, yo puedo cuidarte — sus pequeños dientes de conejito se hicieron notar — vamos a tu cama.  — jaló la manita contraria.

— Bueno, no sé cómo te llamas, y eso no es justo, tú ya sabes mi nombre — hizo puchero.

— Soy TaeHyung — sus brillantes ojos miraron al más alto — tengo sueño — bostezo.

— Puedes dormir, yo te cuidaré para que nada te pase.

— ¿Enserio? — lo miro.

— Si.

El castañito lo miro con un poco, pero luego de unos segundos supo que el pequeño pelinegro decía la verdad, así que tomo su mantita blanca y se tapó, luego miro al otro niño.

— ¿Tienes frío?