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Capítulo 17

— ¿Entonces no lo has vuelto a ver? —pregunta, acomodándose mejor en el sillón mullido de mi cuarto mientras deja a un lado la bolsa que trae consigo.

—No, me parece que iba en serio su promesa.

—Me alegro que sea así. —responde la castaña dirigiendo su mirada al móvil que anteriormente extrajo del bolsillo

La verdad es que me encuentro mucho más tranquila. Ha pasado tiempo, pero no llevo la cuenta realmente del momento en el que todo ha marchado así de bien. Desde que alejé a personas que no aportaban nada más que malas experiencias en mi vida me siento superada en varios aspectos.

— ¿Qué trajiste? —cuestiono, frotándome las manos.

—Pues lo que me dijiste y más cosas por si las dudas. —gira hacia mí, sonriendo.

Habíamos quedado con Jeongyeon en hacer una pijama el día de hoy, pues no eran muchas las veces que teníamos tiempo para nosotras, así que aprovechamos el hecho de que nuestra jefa nos había otorgado este viernes libre.

Mi madre se hallaba trabajando y tal vez llegue en algunas horas, por lo cuál tenemos prácticamente la casa sola.

—Genial. —me encanta la comida chatarra, es uno de mis placeres culposos, pero mi colesterol sube repentinamente cuando la consumo.

— ¿Se te antoja ver una película o que haremos? —niego.

— ¿Qué tal una partida de Mortal Kombat? —propongo divertida. Jeongyeon eleva sus cejas, en una especie de burla e incredulidad.

—Te patearé el trasero. —amenaza tomando el mando que le extendí.

—Estuve practicando. —guiño uno de mis ojos antes de pararme a encender la play, con Neo siguiéndome el paso.

—Me encanta tu perro, es tan lindo. —lo atrajo hacia sí misma, apretando al pequeño animal entre sus brazos.

—Si, todavía no entiendo como mi madre lo dejo quedarse. —suspiro, mirando al cachorro lamer el rostro de ella juguetonamente.

— ¿No es obvio? En una ternura con patas. —deposita un casto beso sobre su cabeza.









Es realmente tarde y no he podido conseguir quedarme dormida, todo lo contrario a Jeongyeon, quien al poner su cabeza sobre la almohada había caído en los brazos de Morfeo en un parpadeo. No comprendo la facilidad que tiene para conciliar el sueño.

La noche había sido entretenida, después de jugar videojuegos vimos un par de películas al mismo tiempo que nos atragantábamos con comida para nada saludable. Fue un placer haber compartido este momento con ella.

Le envío un mensaje a mi madre mientras escucho los ronquidos estruendosos de la castaña. Ella enseguida me responde, informándome que ha surgido un percance con los pedidos de Seúl y debe quedarse unas horas para arreglarlo.

No me preocupo más, por lo que me giro sobre la colcha, cerrando los ojos y forzándome a encontrar el sueño que tanto anhelo, pero con los sonidos que produce mi amiga es una tarea complicada.

Un par de minutos pasan para luego sentir un estruendo conciso que me hace incorporarme de golpe. Sea quien sea que haya tocado la puerta de esa manera y a esta hora es un desconsiderado.

La molestia se arremolina en mi interior, por lo que me aproximo con sigilo a la ventana que da a la calle y con la poca luz de fuera puedo divisar a tres personas encapuchadas con máscaras cubriéndole el rostro. Frunzo el ceño extrañada, sin embargo, el premeditado sentimiento de pavor se abre paso dentro de mi pecho al observar que uno de ellos trae lo que parece ser una soga.

Con la respiración agitada y totalmente horrorizada, me acerco despacio a mi amiga, quien yace acostada ajena a todo.

—Jeongyeon, despierta. —sacudo su cuerpo rígido en un intento de llamado. Segundos más tarde puedo distinguir otros golpes más, lo que me lleva al borde del colapso nervioso.

— ¿Qué pasa? —se queja en un bufido mientras abre poco a poco los párpados.

—Hay tres tipos afuera, parece que quieren entrar. —murmuro siendo lo más cautelosa posible, no obstante, siento la bilis subir por mi garganta provocándome náuseas y un escalofrío inquietante.

La castaña se levanta rápidamente, viéndome con duda—: No me jodas, debe ser un broma. —sisea imitando mi tono, acercándose a la ventana — ¿Qué haremos? —se gira en cuanto comprueba mi verdad, luciendo espantada.

—Salgamos por el patio. —sugiero tratando de no parecer perturbada, pero fracaso miserablemente. El insistente sonido de la madera se había comenzado a incrementar, permitiendo hundirme más en el pánico.

— ¿Y si llamamos a la policía? —la ansiedad se hace notar en el timbre de su voz y agarra el teléfono comenzado a teclear, pero la detengo.

—Lo haremos cuando estemos fuera. —aferro su muñeca y con mi otro brazo cargo a Neo, corriendo fuera del cuarto —. Silencio. —advierto a medida que bajamos las escaleras, para mi suerte o desgracia el cachorro solo se mantiene callado, pero tiembla ligeramente. Escucho a la chica sollozar detrás de mí al notar como el pomo de la puerta forcejea frenéticamente.

Cuando estamos por salir me percato de que la puerta yace cerrada, con llave. Y la única persona en esta casa que posee una copia es mi madre. Me volteo con la respiración agitada, el pulso a tope y la observo sin esperanza ninguna.

— ¿Qué? —murmura impasible, notando lo abrumada que luzco.

—Estamos jodidas. —fue lo último que sale de mis labios antes de que un sonido estrepitoso estalle dentro de la residencia.

El sonido de unas voces fueron suficientes para dejar todo atrás, Jeongyeon suelta un grito agudo, corriendo lejos mientras que por mi parte, me escabullo dentro del alacena donde solemos guardar los productos de limpieza.

¿Dónde estará? —oigo una voz rasposa y grave proveniente del exterior. Por las pequeñas rendijas diviso a tres individuos observando todo con atención, logrando paralizarme por completo.

Búscala aquí y yo arriba. —escucho una segunda voz masculina dar indicaciones. Mierda, ¿quiénes son?

¿Qué hago yo? —inquiere con insistencia lo que parece ser la primera voz. Empuño los ojos, estrechando al pequeño que descansa tembloroso en mis brazos.

Encárgate de su amiga. —me cubro la boca con la mano libre, diablos. Tiene que ser una broma.

Alcanzo a oír sus frívolas risas para luego ver como todos se separan. Santa madre, no me imagino como debe estar la pobre castaña de asustada ni mucho menos me imagino que mierda van a hacer con ella o peor aún, ¿qué harán conmigo?

Mis sentidos se ponen alerta al ver una sombra justo del otro lado, trago saliva dificultosamente mientras pido internamente no ser descubierta, sin embargo, solo faltan un par de segundos para que toda la sangre se me drene al notar como la compuerta se abre por sorpresa.

—Te encontré. —levanto la vista y todo lo que puedo ver es una máscara cubriendo la cara de lo que supuse es una chica. Voy a salir corriendo como segunda opción, no obstante, ella es rápida y extrae de su pantalón una pequeña arma de fuego —: Deja a ese costal de huesos en el piso.

— ¿¡Quienes son!? —farfullo al borde del precipicio, la muchacha pasa de mí y solo se digna a esperar a los demás. No puedo irme aunque quiera, no pienso abandonar a mi amiga en manos de obvios psicópatas —. Escucha, si quieren dinero, se los doy, llévense todo lo que quieran, pero por favor no...

— ¿Apareció? —uno de los hombres que anteriormente había escuchado aparece en la escena, interrumpiendo. Se aproxima a la mujer, mirándome expectante.

—Si, tu chica no es muy lista que digamos. —se burla la fémina.

¿Tu chica?

— ¿Y dónde rayos está ese maricón? — espeta con autoridad el chico, frunzo el ceño mientras lágrimas caen a cascadas por mis mejillas.

Esa voz me suena terriblemente familiar.

—La encontré. —el impacto de un cuerpo estamparse contra el piso es lo que me saca del trance, aferro a Neo contra mi pecho y observo a la castaña cuyas lágrimas cubren todo su rostro enrojecido —. Y la muy hija de puta me golpeo. —ríe sin gracia la persona al lado de ella.

— ¡Déjenla en paz! —grito desesperada, tratando de buscar una idea en mi alborotada mente que nos permita escapar.

—Vendrás con nosotros. —puntualiza el chico con máscara de Ghostface y la soga descansando en su mano. Se dirige a mí para arrebatarme al cachorro, pero enseguida me alejo —. Si no me das ese perro, voy a...

— ¡Púdranse! —respondo con toda la rabia e ira que puedo expulsar de mi garganta.

—Oh, ¿eso quieres? —contesta irónico —. Pues si no obedeces, tu amiga sufrirá las consecuencias. —señala el cuerpo tumbado de Jeongyeon, quién se mantiene en silencio mirando atenta.

—Haz lo que te dice cariño, no tengo ganas de marcharme con sangre ajena otra vez. —opina la muchacha, oyéndose totalmente aburrida con la situación. Ignoro su comentario, negando.

—Muy bien Tae, ya sabes que hacer. —se dirige hacia el otro sujeto, chasqueando los dedos.

—Claro que sí. —puedo distinguir el tono terrorífico que usa. Se agacha tomando el cabello de mi amiga y susurra algo que no puedo entender.

— ¡No, no, suéltame por favor!, ¡ayuda! —suplica en sollozos la castaña, pataleando mientras el sujeto saca de su bolsillo una cinta adhesiva para luego proceder a envolver con esta los ojos de la muchacha. 

— ¡Déjenla ir! —corro en su dirección, olvidándome que esto puede costarme la vida.

—Lo siento dulzura, descansa.

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