I'm a monster.
Soy un monstruo.
Pensé mientras miraba el resultado de mi cometido. Mis manos estaban manchadas de sangre, literalmente, y cuando las miré sentí otro trozo de mi alma quebrarse, vaporizándose seguidamente entre la más profunda de las tinieblas. Un pedacito de mí que una vez fue humano, pero que ahora se encontraba extinto.
Con cada mutilación, con cada pecado, con cada arranque de locura... Todo contribuía a que mi moral se hiciese más negra. Tenía miedo. Miedo de mí mismo. Miedo de ver lo que era capaz de hacer. Miedo de darme cuenta de que no me daba miedo lo que hacía, ya no más. Me había acostumbrado a ese repugnante estilo de vida, y creo que eso era lo que más me asustaba de todo.
No había vuelta atrás. Demasiados crímenes habían sido cometidos como para ser perdonados, pero, ¿en qué punto perdí la cordura? ¿Cómo fue que la ira, el odio y el sentimiento de venganza se ligaron para poseerme y hacerme perder el control de los sentidos? No lo recuerdo. Solo sé que todo esto empezó por un acto tan inocente como lo es enamorarse de alguien.
Muchas veces he pensado que, en ocasiones, la vida es un enigma abstracto, y en otras, una auténtica hija de puta.
¿Cómo algo tan humano te puede convertir en un ser tan oscuro, retorcido y vomitivo? ¿Por qué parece ser que soy el único que sufre todo el tiempo? ¿Por qué debo ser el blanco de las represalias?
Miré el cadáver tirado delante de mí, a escasos metros. Hacía cinco minutos, ese cuerpo inerte era un hombre con una vida, con unos pensamientos propios, con unos proyectos de futuro, con unas ilusiones, con una familia... Y yo se lo había arrebatado todo. Siempre era así de fácil, tanto que se había convertido en algo adictivo. Al principio me sentía mal, y una vocecilla en mi interior me decía que aquello no era lo correcto, pero después, cuando mis demonios se esfumaron y dejaron de asfixiarme porque acababan de ser alimentados, fue cuando mi mente dio paso a la satisfacción. Es mejor que un jodido sedante. Nada iguala la paz interior que deja haber librado a este mundo de la escoria que lo habita, y como quieres volver a sentirla, continúas haciéndolo. Es como una droga que te mantiene atrapado en un bucle de depravación.
Mi realidad es una paradoja. Mato a sangre fría, pero tengo arrepentimientos y sentimientos de culpa a menudo. Por las noches sufro insomnio. Mi conciencia no se queda tranquila por mucho tiempo, solo durante los minutos que dura el éxtasis y la adrenalina. Justo después, experimento la recaída, y debo decir que cada vez duele más. Sí, duele más porque, conforme pasa el tiempo, la distancia entre el frío suelo del tormento y mi estabilidad mental se prolonga para dejarme adolorido cuando colisionan.
Y siempre acabo pensando en ella, en cómo la alejaron de mí, en lo que le hicieron pasar esa noche. Sólo era una pobre chica con mala suerte. Ella no me pertenecía, pero no podía cambiar lo que sentía hacia su persona. No fue justo lo que pasó, y nadie tuvo las intenciones de salvarla de esos cretinos o de impartir una equidad después de los hechos, así que me tomé la justicia por mi mano.
Dicen que una vez que te conviertes en un monstruo, ya no puedes volver a ser humano, pero, sin embargo, amar a alguien, algo tan banal y puro, fue justo lo que me convirtió en lo que soy ahora. ¿Acaso no es irónico?
Puedo imaginarme a ese cabrón, a quien quiera que sea que esté ahí arriba para manejarnos como marionetas, riéndose de mí y mi desgracia, porque a pesar de todos mis esfuerzos, ella no ha vuelto a mí y jamás lo hará. Solo he dejado un rastro de sangre y me he apropiado de unas cuantas vidas en venganza, pero mi sed sigue siendo insaciable y yo sigo siendo un recipiente vacío. La bestia que tengo dentro de mí quiere más, y más, y más. Me tortura. A veces es tan insoportable que me odio por no poder escapar de mis propios pensamientos, y desearía que hubiese una salida de emergencia instalada en mi cabeza.
Las sirenas de la policía apenas eran audibles a lo lejos de la calle principal, como si me encontrase en un sueño. Pronto estarían aquí, y sabía lo que pasaría.
Era tan obvio.
Soy un asesino, y, al mismo tiempo, soy un amante con un corazón roto y adolorido.
Soy una persona horrible por empuñar un arma homicida, pero también una sacrificada, tremendamente fiel a sus seres queridos. Ese es mi defecto, es lo que me hace saber que, en un recóndito sitio de las penumbras que alberga mi corazón, se encuentra una porción de mí que sigue siendo vulnerable ante los hechos, que es capaz de sentir y de querer.
Me puse en pie, listo para hacerle frente a mi destino, cansado de luchar en vano.
Mi vendetta había terminado.
Alcé mis manos sin oponer ningún tipo de resistencia cuando un par de coches de policía frenaron delante de mí. Los agentes me apuntaron con sus armas, sintiéndose amenazados por el monstruo que tenían ante ellos. En sus ojos podía ver el temor y horror que les causó mi hazaña, encubiertos por un falso brío. Sus pupilas, inquietas, se deslizaban hacia mi víctima y volvían a mí repetidas veces, como queriendo confirmar que yo era el único culpable, o tal vez trataban de asimilar cómo alguien había tenido tan pocos escrúpulos de llevar a cabo esa atrocidad.
Sonreí con una connotación que a ellos les pareció demencial, pero la realidad era que se trataba de una simple mueca triste, porque la gente olvida que incluso los monstruos, en algún momento de su vida, fueron humanos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro