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☁ Please | ChanBaek

    ➝Lugar: Terraza

    ➝Autora: Jessinegas

    ➝Palabras: 2210


PLEASE.



Hace unos minutos, en alguna habitación de la casa, había un Baekhyun.

Bajo sus dedos, la textura era sumamente áspera.

Recorre con la punta de los dedos el tumulto de piedras lisas que decoran el barandal. Su mente totalmente frustrada, bajo los encantos inapelables del sujeto frente a él y su cuerpo físicamente agotado. Si pudiera, diría que las luces favorecen el lugar, diría que lo envuelven en tranquilidad y que gracias a ella puede seguir en pie y no caer en la locura. Diría. Lo diría, si tan sólo no gozara de las caricias que siente por todo su cuerpo, las cuales son producto de su total y finamente imaginación.

—Eres tan predecible —el otro dice.

No era como si Baekhyun no tuviera miedo, claro que no. Lo sentía muy en el fondo, esa voz le hacía estremecerse de una manera inenarrable, casi podía sentir cada parte de su cerebro activada dado a él. Era algo que las personas no entenderían y es algo práctico que ni él quiere entender. Hay algo fugaz, algo que lo está carcomiendo por dentro y todo ocurre en un milisegundo, tan rápido que no es capaz de saber lo que está sucediendo.

Está capturado. Totalmente. No tiene escapatoria y esa persona lo sabe, el sociópata se lo deja muy en claro.

Simplemente se relame los labios, aprieta con fuerza la separación del suelo e intenta alejar su cuerpo todo lo posible. Siente el peso del otro aunque esté dos metros lejos, puede saber que está siendo calculado y analizado al punto de no poder ocultar ni sus más profundos miedos.

—Déjame adivinar —el hombre trajeado descruza sus piernas y camina con lentitud. No hacia su dirección, por lo menos le deja un poco de espacio. Todavía—. Dadas las circunstancias, piensas que no tienes escapatoria. Que tu última opción es brincar ese decorativo (que es horrible, por cierto) para caer y rogarle a los cielos que te golpees tan fuerte que mueras. Prefieres mil veces suicidarte a esperar y ver tu clara realidad —el chico sonríe tan enfermamente porque sabe que es verdad. Lo ha leído al cien por ciento.

Baekhyun casi, casi quiere reírse porque la situación es muy idiota. Tal vez es porque está pensando demasiado o porque realmente todo esto es parte de él. No obstante, cada que mira hacia el frente y se encuentra con ese rostro manchado con blanco y rojo sobre el rostro, vuelve a preguntar una y otra vez cómo es que ha creado a un monstruo.

—No lo hagas cotidiano. Deja lo cliché —el chico murmura, lejos y cerca. Tan firme y fantasioso—. Si no, todo el mundo aquí va a saber entonces lo que quieres hacer. No les des ese privilegio —la persona frente a él lo pide con urgencia, casi como una orden que debe ser cumplida en el momento—. Todos ellos están esperando que saltes.

—Estás completamente loco —Baekhyun escupe cada una de las palabras.

—¿Yo lo estoy? —Chanyeol levanta su arma y la admira como lo más preciado del mundo—. ¿Qué piensas tú? —le pregunta efectivamente a su arma—. Ah, ella dice que no lo estoy. Pero todos ellos —apunta a un audiencia invisible— ahora mismo están pensando que sí. Ellos nos están observando.

—¡No te metas con ellos! —exhala con fuerza mientras intenta tragar un grito de frustración—. ¡Déjalos en paz! ¡Largo de aquí!

—Es como si pudiera escuchar sus pensamientos: '¿Qué rayos es esto?' 'Solo espero que nadie muera aquí.'

Y es precisamente eso. La gente está hablando, suponiendo y preguntando. Todo eso está llegando a Baekhyun, cada palabra formulada por ellos lo invade de una forma brusca, sin su consentimiento y sin previo aviso. Hay un momento en donde se incrusta en el barandal, sus nudillos haciéndose blancos y el sudor recorriendo su frente.

—Hoy salí a jugar y siempre llevo un recuerdo conmigo. Siempre, Baekhyun —de un momento a otro Chanyeol llega a él, su mano enguantada lo acaricia de tal forma tan espeluznante—. Entonces después de tener que matar a tu molesta familia y a ese perro odioso, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a recompensarme?

El toque es tan caliente, siente cómo su piel arde y eventualmente deshace el agarre para evitarlo. Su respiración se acelera, lo está desde hace más de diez minutos de persecución, pero todavía hay algo en esa respiración que Baekhyun no entiende. Su cuerpo no está de acuerdo con él, sus movimientos están casi siendo usados como una marioneta porque, no importa cuánto intente huir y volver a esconderse, se queda allí y admira enfermizamente al hombre frente a él.

Y no es su culpa, ¿saben? Baekhyun necesita que le digan eso. Baekhyun jamás esperó que una sonrisa fuera a cautivar tanto a Chanyeol, que una simple palabra tuviera consigo una serie de eventos desafortunados. Él implora y llora —todo por dentro— que por favor, digan que no es su culpa. Ahí mismo, en esa terraza, hay recuerdos. Recuerdos que Baekhyun intenta borrar, pero que su cerebro le prohíbe hacerlo.

—Baekhyun —susurra Chanyeol, como si él fuera un pequeño e indefenso niño en medio de la oscuridad. Como si realmente tuviera una emoción con él—. No tengo todo el tiempo del mundo. Quitar la sangre de la alfombra será muy duro y cuesta mucho trabajo.

¿Por qué su sonrisa es tan deslumbrante? Es como si Baekhyun ya estuviera atado a él, como si ver el sufrimiento de sus seres queridos no hubiera sido suficiente para odiarlo y repudiarlo. Y hay un escalofrío, ese que corre por su piel cada que sabe que está en problemas.

—Juega conmigo —continua—. Podemos ir con el estúpido de Jongdae, o con la perra de Yeri. Podemos —Chanyeol se ríe y tapa su boca—. Podemos jugar con ellos, con sus mentes y finalmente devorar sus cuerpos. O colgarlos en la pared, o usar el calor de su piel para hacernos toda una colección de ellas. Seremos felices juntos, lo seremos Baekhyun.

—Tú solamente —algo se empieza a formar en la garganta de Baekhyun, no está seguro de que si es un nudo de lágrimas o si es simplemente vómito. Sus ojos brillan, ya sea por la luz de la luna o por el agua cristalina—. Tú solamente necesitabas a alguien quien te dijera que no eras tan malo —ahoga un jadeo—, que realmente había alguien amable y considerado detrás de esa faceta asocial tuya. Y yo-yo...

Chanyeol aprieta sus labios, hay algo como emoción en él. Un delirio, recuerdo o imagen aparece en su mente, cosa que hace que Baekhyun suelte finalmente un fuerte resoplido, para que su respiración vuelva a activarse y para que su cuerpo se moviera. Para que cayera. Para acabar con todo.

—Ah, ese día —el alto suspira con anhelación—. El día que dijiste que me amabas, ese día.

—¡Dije que no dabas tanto miedo como la gente creía! ¡Sólo eso!

—Pero eso, para mí Baekhyun, fue tu sublime declaración de amor —se balancea entre las sillas, haciendo que Baekhyun se mareara—. Fue cuando me di cuenta que tú me amabas. Que me deseabas tanto como yo a ti.

No es verdad, es lo que Baekhyun piensa con los ojos cerrados. Yo no he hecho nada malo.

—Y entonces me contaste cuánto odiabas a tu familia. Cuánto era que repudiabas que tu padrastro te tocara, que tu madre te ignorara para darle toda la atención a su nueva hija.

Hay fragmentos en su mente, recuerdos de un Baekhyun conversando con un Chanyeol en la terraza de su instituto. Los dos, mirándose fijamente mientras que las palabras surgían de sus bocas, las caricias en el brazo de Chanyeol en señal de confort y de un por favor. Un por favor que pedía acabar con todo, con todos ellos.

—No —Baekhyun se agarra la cabeza y comienza a agitarla—. Yo no dije eso, no. ¡Yo nunca pedí nada!

—Lo hiciste, cariño. Me pediste que lo terminara, con esos ojos, Baekhyun. Tus hermosos ojos implorando por ver lo cuerpos en el suelo, ver cómo le disparaba a esos tres y ver sus vidas irse de sus cuerpos. Sus ojos abiertos, el miedo en sus entrañas y, ¡boom! —Chanyeol suelta un leve suspiro a un lado de oído de Baekhyun—. Amaste ver cómo te decían lo que tanto querías escuchar.

Hace unos minutos, en alguna habitación de la casa, había un Baekhyun impetuoso.

Inhala con el rostro enrojecido, sus dientes tiritando y un fuerte e inmenso calor recorriéndolo. Ustedes deben decirle qué hacer, ustedes son quienes controlan su ser. ¿Por qué se ocultan? ¿Por qué se callan? Baekhyun necesita su seguridad, la verdad detrás de las palabras.

Porque son suyas. Ustedes le pertenecen a él, sus voces son la gratificación de su vida.

—Eres un demente —intenta, realmente intenta controlar. Sus manos temblando y una carcajada reprimida en los labios—. No eres normal. Eres toda esa mierda rara que se habla de ti en el instituto, eres el maldito marginado que a nadie le importa. Eres, sobre todo, un asesino totalmente obsesionado conmigo.

—¿Y quién lo dice? —argumenta Chanyeol. En su rostro no se ve nada dañado, es como si las palabras de Baekhyun llegaran a él sólo para irse de nuevo y perderse en el olvido—. ¿Los chicos? ¿Tus chicos? ¿Quién Baekhyun?

Hace unos minutos, en alguna habitación de la casa, había un Baekhyun cantarín.

Y entonces, en alguno de sus recuerdos, surcó aquel que poco a poco sale de sus pensamientos. Tal vez era él caminando por los pasillos del instituto, o probablemente era Chanyeol, lo importante allí era esa sensación de grandeza, la satisfacción de que finalmente iba a ponerle fin a algo. Un cuchillo escondido entre sus ropas y una bolsa lista para ser usada.

—Me dijiste que me amarías por completo si lo hacía. Y entonces...

Entonces.

—Ahí fue cuando abandoné mi vida para ser el dueño de la tuya.

Hace unos minutos, en alguna habitación de la casa, había un Baekhyun tan feliz.

Su mente se ha convertido en su enemiga y prefiere no hacerle caso. Baekhyun, aún en sus pocos sentidos que le quedan, mira de vuelta a Chanyeol quien se mantiene sentado con las piernas extendidas en la mesa decorativa, su mirada dirigida al cielo mientras que las grises nubes anunciaban una lluvia de temporada.

Cuando comienza a gotear, Baekhyun puede sentir el frío fundirse con el calor de su cuerpo mientras que el cuerpo de Chanyeol está lúcido y perfecto, una fina declaración de que es una persona tan perfecta que no puede ser real. Alguien con sus fantasmas, alguien que carga con toda esa gama de debilidades que Baekhyun fue dejando con el paso de las semanas. Su cabello está perfectamente seco, su rostro colorinamente luminoso y su arma aún con dos balas listas para descargar.

—¿Por qué estás malditamente provocándome?

Baekhyun se recarga unos segundos más en el barandal, solamente para expulsar su cuerpo hacia delante. Sus pasos son curiosos, tan torpes como si estuviera borracho. Sus manos se extienden, pero lo único que llega a alcanzar es el vacío de sus pensamientos, el aire de sus más profundos pecados. Y cuando está a punto de caer, siente nuevamente a Chanyeol, su rostro entre sus manos y sonríe porque, bueno, no está tan mal.

Las manos de Baekhyun se incrustan en el cabello de Chanyeol y éste muerde sus labios por la atracción.

—Mataste a mamá, mataste a mi padrastro y mataste a mi hermanastra —le afirma en un susurro, como si realmente el otro necesitara saberlo—. Incluso mataste a mi perro.

Chanyeol le sonríe y le acaricia con el arma toda la extensión de cuello.

—Y tú me mataste a mí.

Hace unos minutos, en alguna habitación de la casa, había un Baekhyun satisfecho.

En lo más profundo de sus recuerdos, está ese terrorífico sueño de él mismo sometiendo a un cuerpo debajo de él, de enterrar fríamente un cuchillo en el pecho y de besar esos labios durante el proceso. Y lo mejor es su soledad, la manera en que nadie puede verlo, la manera en que Chanyeol era sólo para él en ese momento.

—Los chicos están hablando, están murmurando —dice Baekhyun entre el cuello y la barbilla de Chanyeol, se había tomado la libertad de alojarse en su cuerpo, de abrazarlo mientras que era sostenido en una silla del lugar—. No saben lo que ocurre, no entienden nuestra situación. Sólo piensan, sólo desean que esto termine ya.

—Mátalos —propone Chanyeol.

—Déjalos —pide Baekhyun.

¿De quién ese pensamiento? ¿A quién corresponden esos sentimientos?

Chanyeol y Baekhyun observan hacia el frente, como esperando una respuesta, implorando que alguien diga o haga algo para dar por concluido sus acciones. Y se quedan mirando, observándote, te piden que les des un final para que el horror los deje descansar.

—Dime que no hice nada malo —Baekhyun no cede—. Dime que no es mi culpa. Ellos se disculparon, ellos son los malos.

Hace unos minutos, en alguna habitación de la casa, había un Baekhyun sosteniendo un arma.

Y hace un segundo, exactamente, en tu mente se alojará esa sensación de incertidumbre.

Hasta la muerte.


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