iv.
Esa misma noche, a la hora de la cena, las alumnas de Beauxbatoms habían tomado asiento en la mesa de los Revenclaw y los alumnos de Durmstrang en la mesa de Slytherin. Algunos alumnos se habían colado a otras mesas solo para charlar con sus nuevos amigos. Dumbledore se encontraba sonriente en la mesa del profesorado mientras hablaba con su compañero Severus. Cuando la cena llegó a su fin, Dumbledore se levantó y llamó la atención de todos en el gran comedor.
—Como anteriormente les había dicho, Hogwarts sera la sede para el torneo de los tres magos. –Dijo Dumbledore con gesto serio. –Nuevamente, quiero darles la bienvenida a las alumnas de Beuxbatoms y a los alumnos de Durmstrang. –Sonrió de forma amable para luego aclararse la garganta y colocar su gesto serio. –La gloria eterna, es lo que le espera al estudiante que gane el torneo de los tres magos; para lograrlo deberá sobrevivir a tres pruebas, tres pruebas en extremo riesgo... Por esta razón el ministerio de magia decidió aplicar una nueva regla, para explicar todo esto tenemos al director del departamento de cooperación magica internacional: el señor Bartemius Crouch. –Al instante en el que Dumbledore terminó de decir aquellas palabras, el cielo magico del techo empezó a lanzar rayos, provocando que casi todos los estudiantes gritaran a causa del susto, pero aquel extraño acto no había durado mucho, pues entonces un hechizo lo había controlado.
Todos los estudiantes de las tres escuelas voltearon a ver en la dirección de donde provenía el hechizo, un hombre chaparro, con un ojo movible y de aspecto extraño había sido quien había controlado los rayos, los murmullos en el comedor no tardaron en aparecer, pues todos sabían de quién se trataba: Alastor Moody.
Los alumnos guardaron silencio y vieron de forma atenta como Dumbledore saludaba al hombre de raro aspecto de forma amable. Teseo frunció los labios, él creía que algo andaba mal con aquel hombre, no sabía qué exactamente, pero algo le decía que debía tener cuidado con él.
—Después de un largo análisis... –Habló Crouch. – El ministerio decidió que por su seguridad, a ningún estudiante menor de diecisiete años se le permitirá postular su nombre para el torneo de los tres magos y la desición es definitiva.
Todos en el comedor, menores de diecisiete años, comenzaron a quejarse de lo injusto que les parecía. Teseo apretó las manos en puños, indignado ante aquel aviso tan estúpido a su parecer, ni siquiera terminó de cenar, se levantó de la mesa y salió del comedor bajo la atenta mirada de Draco y Hermione que portaban una mueca ante el enojo de su amigo.
—¡Silencio! –Exclamó Dumbledore al notar que las quejas iban incrementando.
Luego de que todos guardaran silencio, miraron atentamente como Dumbledore, con un hechizo, dejaba mostrar una enorme copa con un fuego color azul que emanaba de ella.
—El cáliz de fuego... –Dijo Dumbledore. – Quien deseé participar en el torneo solo debe escribir su nombre en un pedazo de pergamino y luego lanzarlo a la llama antes del jueves a esta hora. Piénselo con mucho cuidado, de ser elegidos ya no habrá marcha atrás... En este momento el torneo de los tres magos da comienzo.
Luego de que Dumbledore terminara de decir aquello, los alumnos siguieron comiendo de lo que había en sus platos. Draco tomó un trozo de servilleta y guardó algo de comida entre ellas para después dársela a su amigo que seguramente se encontraba en la sala común leyendo algo sobre dragones o maldiciendo al ministerio por la regla de edad.
La cena terminó y todos volvieron a sus salas comunes, Draco se apresuró a entrar y en medio del gran sofá de la sala se encontraba su amigo leyendo una gran libro, Draco se acercó con paso decidido y tomó asiento junto a él, Teseo levantó la mirada y luego cerró el libro, dejando ver a su amigo platinado que efectivamente leía sobre dragones.
—Te he traído algo del comedor, no comiste bien. –Dijo Draco tendiéndole la servilleta con una tarta de carne.
—Gracias. –Dijo Teseo para luego meterse a la boca un trozo de aquella tarta.
—Supongo que estás molesto por no poder participar en el torneo, pero si quieres puedo hablar con mi padre para que hable con Crouch y te permita ser una excepción. –Dijo Draco de forma desinteresada.
Teseo pensó detalladamente la ayuda que le ofrecía su amigo, aunque dudaba que el padre de su amigo pudiera ayudarle a entrar al torneo, decidió aceptar su propuesta, de todos modos no perdía nada intentándolo.
Luego de que ambos amigos dejaran de hablar sobre el tema, se levantaron del sofá y subieron directo a sus habitaciones, pues al día siguiente tendrían clases y no podían darse el lujo de desvelarse.
A la mañana siguiente, cuando Teseo salió de su sala común, a mitad del camino para ir al comedor, su amiga Gryffindor lo había interceptado.
—Buenos días, Teseo. –Dijo su amiga de cabello esponjado con una ligera sonrisa.
—Buenos días, Herms. –Dijo Teseo mirándola de reojo.
—Lamento que no puedas inscribirte al torneo. –Dijo Hermione con un gesto extraño, entre una mueca y una sonrisa.
—No mientas, sé que te alegra eso. –Dijo Teseo rodando los ojos con una ligera sonrisa.
—Sí, pero a ti te hacía ilusión entrar en el torneo. –Dijo Hermione jugando con su cabello.
—Draco dijo que hablará con su padre, verá si él puede convencer a Crouch de dejarme participar. –Dijo Teseo alzándose de hombros, mirando a su amiga curioso.
Hermione frunció el ceño ante el comunicado de su amigo, le parecía increíble que Malfoy le haya dicho eso, parecía que no tenía conciencia de lo peligroso que era aquél torneo, que era estúpido a los ojos de la Gryffindor.
—Ah, eso está bien. –Dijo Hermione soltando un suspiro, debía apoyar a su amigo incluso aunque no le agradara la idea.
—Sé que no te agrada esto, Herms, pero te agradezco que intentes apoyarme. –Dijo Teseo soltando una ligera risa.
Hermione se limitó a sonreírle solamente y luego los dos caminaron directo al comedor en silencio. Al llegar a este, ambos amigos se separaron para dirigirse a su mesa correspondiente.
Al Teseo tomar asiento, su amigo (que se encontraba frente a él) le dijo que apenas había despertado le había enviado una carta a su padre, luego los dos desayunaron sin volver a dirigirse la palabra.
Luego de que terminara el desayuno, Teseo y Draco se dirigieron a su primera clase del día: Defensa Contra las Artes Oscuras. Que serían impartidas por Alastor Moody. Al llegar al salón de clases, los dos Slytherin tomaron asiento juntos, frente a ellos Hermione y otra Gryffindor estaban charlando sobre el profesor que aún no llegaba.
Alastor hizo acto de presencia dos minutos después de que Potter y Weasley tomaron asiento frente a su amiga Granger.
—Alastor Moody, –Se presentó el hombre mientras escribía en una pizarra. –Ex cazador, ministro inconforme y su maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras. Vine porque Dumbledore me lo pidió, fin de la historia, se acabó, ¡adiós!... ¿Preguntas?
Alastor miraba con su ojo a todo rincón del salón de clases, buscando si alguien quería preguntar sobre el tema, pero nadie quería decir o hacer algo siquiera.
—Bien... –Dijo después de un rato. –Cuando se trata de artes oscuras aplico el método práctico, pero primero ¿quién puede decirme cuantos maleficios imperdonables existen?
—Tres, señor. –Dijo Hermione con voz mandona.
—¿Por qué se llaman así? –Preguntó Moody mientras escribía algo en la pizarra.
—Porque son imperdonables, si un mago los usara... –Dijo Hermione nuevamente.
—Se ganaría un boleto directo a Azkaban. –Interrumpió Moody. –El ministerio dice que son muy jovenes para ver sus efectos, pero yo opino lo contrario, necesitan saber a qué se enfrentan y necesitan estar preparados, y creo que necesita encontrar otro lugar para poner su goma de mascar, señor Finnegan.
Todos los alumnos de Gryffindor voltearon a ver a su compañero de casa, en cambio, los Slytherin habían soltado una pequeña risa burlona.
—Creo que ese loco puede ver de espaldas... –Murmuró Finnegan con gesto burlón.
—¡Y escuchar todo lo que dicen! –Exclamó Moddy lanzándole un gis al chico. –Bien, ¿cuál analizamos primero?... ¡Weasley!
Ron se encogió en su asiento y miró a Moody con terror.
—¿S-sí? –Preguntó el pelirrojo temeroso.
—Mencione un maleficio. –Ordenó el profesor Moody.
—Bueno, mi-mi papá habló sobre uno, el maleficio imperius. –Dijo Ron con voz temblorosa.
—Ah, sí, tu padre la conoce muy bien. –Dijo Moody. –Hace unos años le dio problemas al ministerio, tal vez esto les muestre por qué.
Moody se volteó y de un frasco sacó una araña para luego recitar el hechizo: –Engorgio Imperio.
Luego, la araña se encaminó directo a la mesa de un par de Gryffindors, para después saltar directo a la cara de Goyle, ante la cara de horror del Slytherin todos soltaron una sonora carcajada, luego saltó a la mano de Padma Patil, quien dejó de reír al tener la araña, luego la araña voló directo a la cabeza de Ron, quien mostró un gesto de horror al ver la araña en su cabeza, pues el pelirrojo tenía un gran problema de fobia hacia las arañas.
—Si te muerde morirás. –Dijo Alastor con tono divertido para luego soltar una risa.
Draco soltó una carcajada que no pasó desapercibido para Alastor, quien luego hizo flotar la araña hacia la cara del chico, Malfoy dejó de reír para luego mirar a su amigo y pedirle asustado que se la quitara de la cara, Teseo rodó los ojos mientras una sonrisa burlona estaba en sus labios, tomó con cuidado a la araña y luego esta salió volando de sus manos directo a una gran lupa.
—¿Qué quieren que hagamos con ella? ¿Qué se ahogue? –Dijo Moody con tono tétrico.
La araña flotó hacia la mano del maestro y luego volvió a hablar.
—Muchos magos afirman que solo siguieron las órdenes de ustedes-saben-quién por la influencia del maleficio imperius, pero este es el punto: ¿Cómo sabemos quién nos engaña? –Dijo mirando a todos en el salón. –Otro más, otro más, de pie, vamos.
Muchos en el salón levantaron la mano, pero Moody los ignoró para luego posar su mirada en la mano levantada de Neville Longbottom.
—Longbottom, ¿verdad? –Dijo Moody. –De pie, vamos.
Neville se puso de pie de forma lenta y luego el profesor Moody se acercó al chico.
—La profesora Sprout me comentó que tienes talento para la herbolagía...
Neville asintió con la cabeza de forma lenta y luego habló.
—Está el maleficio cruciatus. –Dijo Neville serio.
—Correcto, correcto. –Dijo Alastor con euforia. –Ven, ven; muy doloroso.
Neville se acercó al profesor dubitativo, cuando estuvo a su lado el profesor habló en un susurro.
—El maleficio torturador... ¡Crucio! –Exclamó señalando a la araña con su varita.
La araña al instante comenzó a emitir sonidos agonizantes, Neville descompuso el rostro ante aquello y Hermione gritó.
—¡Basta! ¿No ve que lo hace sufrir? –Exclamó molesta y asustada.
Alastor dejó de toruturar a la araña, la tomó en su mano y se acercó a Hermione con gesto molesto.
—Tal vez pueda mencionarnos el último maleficio imperdonable... –Dijo Moody dejando la araña frente a la chica.
Teseo hizo un movimiento para intentar levantarse de la silla, pero su amigo lo sustuvo del brazo y negó con la cabeza. Teseo se acomodó nuevamente en su asiento y miró alerta al profesor Moody y a su amiga temblorosa de forma preocupada.
Hermione negó con la cabeza sin siquiera mirar al profesor.
El salón de clases se llenó de silencio unos segundos, para después sorprenderlos con el último maleficio saliendo de los labios del profesor hacia la araña.
—Avada Kedavra.
La araña murió al instante en que dijo aquellas palabras, Hermione mordía su labio inferior tratando de aguantar las lágrimas y Teseo miraba furioso a Alastor Moody.
—El maleficio asesino, solo una persona ha logrado sobrevivir y está en este salón. –Dijo acercandose a Harry con cada palabra que daba.
La clase había concluído, Hermione fue la primera en levantarse y salir del salón de clases, Teseo tomó sus cosas de forma apresurada y siguió a su amiga.
—¡Hermione! –Llamó a la Gryffindor de cabello esponjado.
Hermione paró en seco al escuchar a su amigo llamarle.
Teseo se posó frente a ella y detalló su rostro, una pequeña lagrima resbaló por su mejilla, Teseo la limpió rápidamente y abrazó a su amiga.
—Es un idiota, no le hagas caso. –Dijo Teseo en un murmullo.
—La asesinó frente a mí... –Susurró Hermione temblando bajo los brazos de su amigo.
—Tranquila, ya pasó. –Dijo Teseo para luego soltar un suspiro. –La próxima clase te sentarás junto a mí, así no dejaré que te haga daño.
Hermione sonrió ante las palabras de su amigo y luego se separaron.
—Ahora, en vez de ir a clase de aritmancia, mejor vayamos al lago negro a leer un poco. –Dijo Teseo con una sonrisa socarrona.
Hermione lo pensó un gran tiempo y luego asintió.
Hermione y Teseo tomaron asiento frente al lago negro, afuera el clima era frío, pero afortunadamente ambos chicos tenían sus capas puestas.
—¿Y si alguien nos ve? –Pregunta Hermione mirando a todas partes, no quería que la castigaran por estarse volando una clase.
Teseo soltó una carcajada y luego se recostó con la cabeza recargándola en el regazo de su amiga.
—No seas paranoica, preciosa. –Dijo Teseo con los ojos cerrados.
Hermione agradeció que su amigo no la veía, pues la Gryffindor se había ruborizado ante el apodo que le había dicho y no quería aumentar más el ego de su amigo por su reacción.
—¿Crees que Malfoy pueda convencer al señor Crouch de dejarte participar? –Preguntó Hermione con voz preocupada.
—La verdad lo dudo mucho, pero no pierdo nada con intentarlo. –Dijo Teseo abriendo los ojos y mirando a su amiga.
—¿Por qué quieres participar en el torneo? –Dijo Hermione confundida.
—La gloria eterna, Granger. –Dijo Teseo con una sonrisa burlona. –Solo quiero demostrar que soy el mejor mago.
—Hablo enserio, Teseo. –Dijo Hermione rodando los ojos.
Teseo soltó un suspiro y luego miró al lago negro, todo se veía tranquilo y el silencio quedaba muy bien con la vista. Teseo quería entrar en el torneo para demostrarle a su padre que era el mejor, que no tenía que avergonzarse de él, quería enorgullecer a su madre de poder ganar el torneo; hacía muchos años que un alumno de Hogwarts no lo ganaba y él quería hacerlo.
—Por nada importante. –Dijo Teseo sonriendo ladinamente. –Solo se ve interesante.
Hermione frunció los labios ante la mentira de su amigo, aunque claro que ella prefirió no decirle nada más. Entendía que con Teseo había que darle un gran espacio y esperar a que él le dijera las cosas cuando estuviera listo.
—Bien... –Dijo Hermione para luego sacar un libro de pociones.
Teseo cerró los ojos y quedó profundamente dormido, estaba cansado, pues anoche no había podido dormir bien a causa del libro de dragones que había encontrado en un rincón de la biblioteca.
Cuando Hermione presintió que faltaban solo cinco minutos para que la clase de aritmancia diera fin y comenzara la de pociones, dejó el libro a un lado y miró a su amigo profundamente dormido.
Hermione no pudo evitar sonreír ante lo adorable que le parecía el chico dormido. Teseo tenía la boca entreabierta soltando ligeros ronquidos, su cabello rubio lucía platinado debido a la luz del sol, pero no llegaba a ser un platinado casi blanco como el de Malfoy, sino que era un platinado tan brillante y llamativo que no pudo evitar acariciar su cabello. Hermione mordió su labio inferior, no quería depertar a su amigo, pues cuando lo vio en la mañana lucía muy cansado, como si no hubiera dormido mucho.
La Gryffindor miró a todas partes para cerciorarse de que nadie estuviera cerca o que los vieran, al darse cuenta de que nadie estaba por ahí se recargó en el tronco del árbol que estaba detrás suyo y cerro los ojos para poco a poco quedar profundamente dormida.
Teseo abrió los ojos de forma lenta, pues la luz del sol le molestaba en lo absoluto, soltó un gruñido y luego se enderezó rapidamente. Ahora que había tomado una siesta se encontraba más descansado, no como en la mañana que casi se duerme en la clase de DCAO, miró a su amiga que se encontraba durmiendo y soltó una risa al notar que se habían perdido casi todas las clases, solo quedaba la de Transformaciones.
—Hermione. –Llamó el chico con voz ronca.
—Uhm... –Dijo la chica abriendo los ojos tranquilamente hasta que se percató de que no estaba en su habitación.
La Gryffindor abrió los ojos al tope al recordar que se había venido al lago negro con su amigo Slytherin.
—Oh Dios, ¿qué hora es? –Preguntó la chica alterada.
—Como la una y media. –Dijo Teseo alzándose de hombros.
—¡Nos hemos perdido todas las clases! –Exclamó escandalizada.
Hermione se levantó de golpe y apuró a su amigo a levantarse, por suerte aún quedaba una clase a la que asistir. En cuanto Teseo se levantó los dos chicos salieron corriendo a la clase de la profesora McGonagall.
En cuanto Hermione estuvo frente a la puerta de la profesora McGonagall, no perdió el tiempo y tocó, no tardó mucho cuando la profesora abrió la puerta viendo a Hermione y Teseo confundida de que llegaran tarde.
—Señorita Granger, señor O'Neil, llegan tarde. –Dijo la profesora con reproche.
—Lo sentimos mucho, no volverá a pasar. –Dijo Hermione nerviosa.
—Eso espero, solo los dejaré pasar porque son los mejores alumnos de mi clase. –Dijo la profesora abriendo la puerta para que los dos adolescentes entraran.
Hermione tomó asiento junto a Neville Longbottom y Teseo lo hizo al lado de una chica rubia de Gryffindor cuyo nombre desconocía.
—Bueno, como estaba diciendo... –Dijo la profesora. –Quiero que vayan a la página diez de su libro y lean el hechizo cuidadosamente, analisenlo.
Todos los alumnos abrieron sus libros en la página indicada, pero Teseo había olvidado su libro. Si había un defecto en el Slytherin era que es muy olvidadizo, si no olvidaba su tinta olvidaba sus libros o pergaminos, su madre le decía que con suerte no olvidaba lo que aprendía.
La rubia de Gryffindor notó que el chico miraba hacia al frente de forma indiferente, dándose cuenta de que su compañero había olvidado su libro.
—O'Neil, si quieres podemos compartir el libro. –Dijo la chica con voz dulce.
Teseo volteó a ver a la Gryffindor, miró su rostro detalladamente, dándose cuenta de que su compañera era hermosa. La chica poseía unos grandes ojos color chocolate, de largas pertañas color miel, en su nariz y mejillas tenía salpicadas de forma delicada y adorable unas pecas que contrastaban con su pálida piel, su nariz era pequeña y respingada, lo que le daba un ligero aire de sensualidad que era opacado con la ternura que su rostro destilaba, además de poseer unos cabellos dorados con ondas en las puntas.
—Gracias. –Dijo Teseo apartando la mirada de la chica ruborizada para ver el libro que la Gryffindor había acomodado para ver bien ambos.
—Me llamo Zoë. –Dijo la chica con voz baja.
Teseo solo asintió ante las palabras de la chica y luego ambos se mantuvieron en silencio para leer la lectura.
Al cabo de los minutos, la clase había finalizado y Zoë portaba una cara de confusión, pues aquella Gryffindor no se le daba en lo absoluto la clase de Transformaciones, mucho menos la de DCAO, pero lo opacaba con lo buena que era en Pociones. Teseo recogía sus cosas mirando a su compañera de reojo. Su amiga Hermione se encontraba afuera esperándolo para partir juntos al comedor.
—¿Te encuentras bien, Gryffindor? –Preguntó Teseo con tono indiferente, la verdad es que no le interesaba en lo absoluto el estado de la chica, pero ella le había ayudado con el libro así que pensó que era lo menos que podía hacer.
—Sí, solo que la clase de Transformaciones y DCAO no se me dan y mañana la profesora McGonagall espera que practiquemos el hechizo. –Dijo la rubia con tono nervioso.
Teseo soltó un suspiro y luego miró afuera, su amiga Hermione se encontraba mirando todo con gesto serio, el chico le hizo un ademán a su amiga con la mano para decirle que se adelantara, Hermione asintió con la cabeza y se fue sola al comedor.
—Si quieres yo puedo ayudarte con las dos clases. –Dijo Teseo mirando a la chica.
Zoë levantó la mirada hacia el chico frente a ella, estaba sorprendida ante la propuesta del Slytherin, pero no pudo evitar sonteír ante aquel gesto amable, dándose cuenta de que no todos los de la casa de serpientes eran malos.
Teseo se sintió incómodo ante la resplandeciente sonrisa de la rubia frente suyo, sintiendo un cosquilleo recorrer desde su columna vertebral pensando que la sonrisa de la chica era encantadora.
—¡Muchas gracias! –Exclamó Zoë feliz.
—Después de la cena iremos a la biblioteca. –Dijo Teseo para luego huir de ahí.
Mientras el Slytherin se encaminaba al comedor no pudo evitar fruncir el ceño, confundido de lo que había pensado y sentido al ver a aquella chica rubia, pero decidió ignorarlo al ver a su amiga de pie al lado de la puerta del comedor mirando sus pies.
—No tenías que esperarme, Herms. –Dijo Teseo con una sonrisa ladina.
Hermione miró a su amigo con gesto serio y luego habló.
—¿Qué quería Coleman? –Preguntó Hermione demasiado seria.
—Solo dijo que no era buena en algunas clases y me ofrecí a ayudarla. –Dijo Teseo confundido por la actitud seria de su amiga.
—¿Irá con nosotros a la biblioteca? –Preguntó Hermione.
—Bueno, pensé que tal vez esta vez solo iría con ella, para explicarle algunas cosas. –Dijo Teseo alzándose de hombros.
Hermione asintió con la cabeza y luego sonrió ligeramente.
—Eres muy amable, Teseo. –Dijo Hermione.
—Solo lo hago como un favor, ella me hizo uno en la clase y estoy pagando mi deuda. –Dijo Teseo indiferente.
Hermione soltó una risa ante el comentario de su amigo, era demasiado orgulloso como para admitir que solamente quería ser amable. Luego de aquello los dos amigos entraron al comedor y se separaron para dirigirse a sus respectivas mesas.
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