Prólogo: Noche de Tormenta
Era una noche tranquila en Lescatie, oscura si, pero bastante tranquila. El cielo estaba nublado y parecía que llovería en cualquier momento.
Los guardias perezosos bostezaban, mitad aburrimiento mitad cansancio. Los nobles y sacerdotes dormían muy cómodamente con el estómago lleno. Los plebeyos buscaban entre las sobras y la basura algo de comer. Los infiltrados de los mamonos soñaban despiertas con encontrar pronto un marido.
Si, solo otra noche normal en el corrupto Reino de Lescatie.
O así era hasta que...
Un día, de la nada la tierra misma tembló. Un terremoto como nunca antes de se había visto desde hacía siglos. Duró apenas unos segundos, un minuto a lo mucha. Nadie le dió importancia en ese entonces.
Nadie podía predecir que ese era solo el preludio de un destino impredecible.
Un guardia se froto cansado los ojos y se fijó en las afueras de los muros de Lescatie. El sonido de innumerables chirridos de ratas se escuchó, mientras que miles quizas millones de ratas corrían desenfrenadas hacía la ciudad.
El guardia pensó que se trataba sólo de una alucinación a causa del cansancio pero creyó que las ratas camiban sobre dos patas y eran poco más bajas que un hombre adulto. No era su imaginación, no era una alucinación, era real.
El sonido de un millón de garras y el susurro de miles de cuerpos peludos que se retuercen unos sobre otros. El sonido se eleva desde la oscura distancia, mezclándose con el repugnante hedor a alimañas que se vuelve más denso y empalagoso por el momento.
Los guardias se miran unos a otros con nerviosismo, apretando los dientes y tratando de no retroceder mientras el sonido lejano se convierte en un rugido deslizante. Gritos de guerra y chillidos llenos de rencor resuenan en el aire e innumerables ojos rojos destellan en la penumbra.
Millones de ratas humanoides estaban atacándolos.
"¡La alarma! ¡suenen la alarma!"-gritó con desesperación el guardia mientras que sus compañeros igual de aterrados qué él bajaban apresuradamente los muros-
Aunque no pudieron llegar muy lejos antes de que lodo tóxico golpeara los muros donde estaban estacionados. El culpable de esto era una derruida catapulta, una Plagueclaw de los Skaven.
Los Plagueclaw son las desvencijadas y precarias máquinas de guerra de los Monjes de la Plaga de los Clanes Pestilens, utilizadas para lanzar lodos tóxicos desde larga distancia contra sus enemigos. Se compone de una enorme estructura de madera con varias ruedas de diferentes tamaños, atornilladas con remaches metálicos y ajustadas mediante dientes y tornillos.
Los Plagueclaws carecen de precisión, pero esto no es motivo de preocupación, ya que sólo necesitan alcanzar la vecindad general de los objetivos para provocar una epidemia entre sus filas que eventualmente puede infectar a naciones enteras.
Lescatie estaba a punto de ser testigo del poder de estas fétidas y espantosas máquinas de guerra. Por si fuera poco parecía que había otras catapultas diferentes a la anterior que tenían un incensario enorme colgado.
El Plague Furnace, el Horno de la Plaga es una máquina de guerra que ruge con un zumbido de enfermedad y podredumbre y está tripulada por un cuarteto de ratas con túnicas y tocados parecidos a los de monjes y sacerdotes. El gigantesco incensario de esta máquina de guerra se balancea hacia adelante y hacia atrás.
La máquina arrojó un miasma verde contra las puertas de la ciudad, nubes de ese asqueroso miasma cubren la tierra en una niebla asfixiante, repelente, putrescente, omnipresente, turbulenta y vil. Todos los soldados de la Orden que estaban demasiado cerca que estuvieron sintieron como su carne se podría, como se licuaba y fundía, como su piel iba desprendiéndose dejando sólo sus huesos marchitos.
Una sola mujer logró calmar las ansiedades de los soldados desamparados.
De cabello gricesco, tuerta aunque hermosa, armada con una alabarda. Su nombre era Merse Dascaros, la capitana de los caballeros de Lescatie y una heroína de la Orden.
Merse: ¡Calmense! ¡que no cuanda el pánico!-dice tratando de calmar a los soldados-Diablos tenía que ser en mi noche libre.
"Señora, nos superan en número"-Gritó aterrado uno de los soldados-
"Sus armas, sus condenadas armas fundieron a los que estaban en los muros"
"Los monstruos antiguos nos invaden"
"Retrocedan, no se dejen tocar por el miasma"
"O Dios principal apiadate de nosotros"
"Se acabó, todos vamos a morir"
Merse: Maldita sea, ¡les dije que se calmen carajo!-gritó con furia, al instante todos los soldados se calmaron y se quedaron viendo a su capitana con miedo-Reagrupense, los refuerzos llegaran inmediato.
Sus palabras le devolvieron una pequeña esperanza a los soldados, esperanza que se quebró cuando las puertas de la ciudad se empezaron a fundir a causa de un fuego verde.
Una enorme rata con partes mecánicas y armas injertadas directamente en su cuerpo lanzó llamas verdosas desde sus manos o desde donde antes estaban sus manos.
Con las puertas fuera de su camino, las ratas innundaron las entrada de la ciudad.
Tan pronto como los ejércitos se empezaron a amontonar en las puertas agujeros, solo unos pocos guardias y soldados permanecieron firmes frente a las alimañas aunque fue en vano...
Una ridícula máquina que parecía una rueda giratoroa con cuchillas con que corren sobre cintas de correr gemelas dentro de una enorme rueda proporcionan la fuerza motriz principal de la máquina hasta que arrojó rayos verdes contra los muros agrietandolos y permitiendo que más ratas los atacaran.
Algunas de las alimañas eran enormes y musculosas se abrieron paso a través de sus propios parientes, arrojando a sus aliados por los aires o matándolos directamente.
Ya sea con sus largas y afiladas garras con forma de cuchilla o con verdaderas cuchillas que sustituían parte de su brazo.
Seguidos de las ratas musculosas vinieron alimañas que vestía tocados religiosos que eran una parodia horripilante de la vestimenta de monjes.
Estos "monjes" que empuñaban unas espadas fétidas incrustadas de tierra que gotean veneno, impulsados a la batalla por su fe frenética. Golpearon a los soldados de la Orden como un maremoto repulsivo de inmundicia. Mientras que a la vez propagan enfermedades y fetidez cuando luchan, infectando todo lo que golpean.
Los soldados y guardias evitaron y muchos fracasaron enfrentar a los enormes roedores prefiriendo enfrentar a las ratas de apariencia enferma creyendo que eran blancos más fáciles, probes necios.
Las enfermedades de sus cuerpos han vuelto sus pieles correosas y duras, mientras que sus terminaciones nerviosas se han podrido y embotado. No importaba si los cortaban o apuñalaban, los "monjes" rata ignoraron sus heridas y les devolvieron el favor a los soldados de la Orden con funestos resultados.
Entraron más y más ratas, ya sea por la puerta derretida o los agujeros abiertos en los muros, no importaba. Las ratas seguían viniendo en números imposibles de imaginar.
Merse empuño con fuerza su alabarda y logró cortar a varios de éstos monjes con facilidad, las enfermedades que portaban no le hicieron efecto debido a su bendición... O eso creía ella, esperaba estar en lo correcto. Vio entre los múltiples grupos de roedor con autendo de monje algunos que cargaban consigo Íconos y Estandartes, sus instintos le dijeron que tenían que acabar con eso lo más pronto posible pero eso fue más fácil de pensar que de hacer.
Una extraña y horrible música llegó a sus oídos y de repente empezó a sentirse mal. Mientras se agarraba del estómago pudo ver a algunas de las ratas llevando instrumentos musicales imbuidos con su magia de enfermedad. Debido a su música embrujada algunos de los soldados que lo escucharon al igual que ella empezaron a tropezar y vomitar, mientras que otros vieron sus armaduras se oxidaban y podrían.
Mientras estaban distraídos fueron asaltados por los roedores y asesinados de formas atroces y espantosas. Por si fuera poco los que parecían ser los líderes de las unidades de monjes rata empezaron a recitar viles letanías y pasajes religiosos que debilitaron los soldados con fiebres y viruelas, mientras que las oraciones corruptas de los Libros que sostenían desataron apestosas ráfagas de enfermedades.
Para Merse quedó claro que estás ratas servían a algún Dios monstruoso de la enfermedad y la plaga. Con las fuerzas que aun tenía sostuvo su alabrada mientras que dos las ratas enormes se acercaban hacía ella con un fuerte grito de guerra y una fuerza "sobrehumana" proveniente de su bendición logró cortar por la mitad a ambos monstruos.
Las ratas se fijaron en ella y empeñaron sus armas con furia y celo contra la heroína. A pesar de lo débil que se sentía a causa de la magia maldita de las alimañas seguía peleando, su bendición parecía menguar los efectos de la enfermedad mágica. Cortando y cortando a una rata tras otra, los soldados que la vieron recobraron la esperanza mientras que el sonido de trompetas y el aleteo de los pegasos anunciaba la llegada de los refuerzos. La Orden de Caballería de la Santa Flor de Hielo había llegado a salvar la noche, eso fue lo que todos pensaron.
Merse: Ya se estaban tardando-dice antes de toser sangre-Mierda, esas malditas ratas-la heroína cayó de rodillas mientras usaba su alabarda como bastón para evitar caer al suelo-
En ese momento de debilidad un grupo de monstruos rata, que estaban armado con mayales con una bola de metal con púas como cabeza liberando una nube de gas venenoso se lanzaron frenéticos contra ella.
Por suerte, un milagro dirían algunos estos fueron congelados mediante magia por una chica de pelo azul platinado.
???: ¿Merse te encuentras bien?-la voz preocupada le llegó por la espalda-
Wilmarina Noscrim, la heroína más fuerte de Lescatie había llegado, con su presencia los soldados ya daban por ganada la batalla y lucharon con más valor que antes logrando contener a las ratas mientras que los Caballeros y demas héroes de la Orden luchaban contra las monstruosas ratas que peleaban con celo fanático aún mayor.
Merse: Estoy regular-le dice con sinceridad-Pero más importante...
Wilmarina: Si, si lo estuviera viendo con mis propios ojos no lo creería-los invasores no eran chicas lujuriosas que buscaban corromper y violar a todos en la ciudad sino ratas, una turba fanática y desquiciada de alimañas humanoides que esparcian enfermedades por donde caminaban-Parece ser que el Señor Demonio no logró convertilos a todos.
Merse: ¿Eso creés?-dice mientras Wilmarina la apoyaba para levantarse-
Wilmarina: Es lo único que se me ocurre, ¿puedes moverte?
Merse: Mas o menos. Pero no hay tiempo para eso... Tenemos compañia-ambas heroínas vieron a una rata enfermiza y encorvada con una vestimenta que era una burla al vestuario de un sacerdote acompañado de todo un séquito de sus sirvientes con ropas de monje-
Sacerdote Rata: Tu tonta-idiota cosa-humana, es inútil-inútil tratar de resistirse. Esta ciudad pronto será de la Gran Rata Cornuda, y sus vidas-almas seran un tributo-sacrificio en su nombre-nombre.
Wilmarina: ¡No creas que te lo permitiré, monstruo! ¡No le entregaremos Lescatie a tu Dios!
La rata se río de forma psicótica y maniática mientras sus seguidores de le unían.
Sacerdote Rata: Somos los hijos-elegidos de la Rata Cornuda, somos los Skavens. Contempla-teme nuestro poder. Soy Feskelch Greytooth, Sacerdote de la Plaga, Tejedor de Enfermedades de la Hermandad Bubónica, Heraldo del poderoso-magnifico Verminlord Irsuv el Propagador de Pandemias.
Dijo con fanatismo el ahora identificado Skaven de nombre Feskelch antes eructar una nube increíblemente repugnante, desatando una terrible plaga que se propaga como la pólvora. Wilmarina invocó un muro de hielo para protegerse a ella misma y a Merse pero la rata sólo río.
Feskelch: Tu Necia-Estupida, el hielo no puede detener-detener a la plaga-el aliento del Skaven se filtró poco a poco por el muro que se resquebrajaba-Vayan, maten-apuñalen a todas-todas las cosas-humanos.
Los monstruos rata, los Skaven se lanzaron contra los humanos de la Orden quienes estaban convencidos de que estaban bajo ataque de monstruos de la época pre-mamono que de alguna forma evitaron convertirse en mamono.
Incluso los espías de la Facción Extremista al servicio de la Cuerta Nacida Druella creían eso. Quiénes buscaban darle esta información a su ama tan pronto como fuera posible, esto tenía que saberse cuando antes.
Feskelch reía confiado de su victoria pero una flecha voló hacía él por suerte agarró a uno de sus subordinados y lo usó de escudo de carne, el cuál fue golpeado por la flecha justo en medio de la cabeza muriendo al instante.
???: Tsk, falle-dijo una chica rubia con orejas puntiagudas-
Era Primera Concerto, una mestiza medio elfo y heroína de la Orden. Se encontraba frustada por fallar y asqueda por la apariencia de los monstruos que los atacaban, jamás le gustaron las ratas pero ahora su asco y disgusto alcanzó un nuevo nivel.
Feskelch: Haha, fallaste-fallaste estúpida cosa-elfo-se burló el sacerdote Skaven, antes de que Primera le lanzará otra flecha sólo que esta vez la detuvo usando su magia de plaga, reduciendo la flecha a nada-Tus trucos no servirán-funcionarán contra mí-mí.
Los Skaven en sus números anormales atacaron y abrumaron con su superioridad numérica a sus adversarios humanos. Sus armas y su magia desconocida para los habitantes de Lescatie fue difícil de enfrentar, las horribles armas envenenadas y cubiertas con enfermedades así como sus máquinas de guerra. La rudea logró matar a decenas de soldados, varios caballeros con sus caballos includos e incluso mató a varios héroes menores que si no murieron a causa de sus rayos verde de energía fueron aplastados por la propia máquina.
Las catapultas de los Skaven atacaron a todos por tierra y aire derribando y asesinando a varios jinetes de pegaso de maneras muy desagradables. Sus monjes con armas fétidas y monstruosidades roedoras musculosas asesinaron a muchos soldados y caballeros de la Orden. Parecía que los héroes eran más resistentes a las enfermedades que los "no bendecidos" pero cuando eres apuñalado por docenas de esas armas, igualmente mueres.
Feskelch río con manía viendo a su ejército acabando con los insignificantes humanos y ganando terreno poco a poco pero se estaban tardando demasiado no importaba si su séquito de seguidores eran asesinando por Wilmarina y Merse así como otros caballeros de la Orden de la Flor de Hielo con una voz autoritaria gritó su orden.
Feskelch: ¡Hagan sonar... La Campana!-la orden del Sacerdote de la Plaga llegó a los oídos sus subordinados mediante un dispositivo mecánico del clan Skryre que permitía comunicarse a largas distancias-
Gracias a eso, una nueva pesadilla para los humanos se acercaba. Rodeada por una horda de Skaven una gran campana encima de un carro se acercaba a la ciudad. Una rata con cuernos y pelaje gris estaba encima de la campana mientras esta era manipulada por una de las ratas musculosas.
Una Campana Gritona, un altar de batalla impío dedicado a la deidad Skaven, La Gran Rata Cornuda. De todas las diabólicas armas de los Skavens, ninguna llama tanto la atención como la Campana Gritona. Sus tañidos llenan el campo de batalla con cacofonías mágicas que suenan a muerte y perdición para sus enemigos, y su poderoso tañido llega hasta lo más profundo del corazón de los malvados hombres rata, inspirándoles temor y causándoles lo más parecido a la devoción que son capaces de sentir.
El carro rodado que soporta el enorme peso de este ruinoso ingenio es impulsado por una gran horda de Skavens. Sin embargo es la propia Campana, situada en la parte superior, la que irradia verdadero poder.
*¡BONNNNNNNNNNG!*
Los caballos fueron los primeros afectados. Con un solo repique inquietante de esa espantosa campana, comenzaron a entrar en pánico, arrojando a sus jinetes y pisoteándolos bajo sus cascos en su desesperación por escapar.
El atronador sonido se ve mágicamente amplificado, y todos aquellos que lo escuchan y sobreviven no encuentran palabras para describir la horrible cacofonía que se emite desde el infausto instrumento.
*iBONNNG BONNNG BONNNG!*
Luego, cuando la campana sonó una y otra vez, todo el orden se derrumbó, como si cada uno de nosotros se sintiera presa del mismo terror extraño y sin nombre. Aquí y allá, tratando de restaurar la cohesión, los capitanes gritaron a los hombres que se dieran vuelta y enfrentaran a la horda que se acercaba. Pero fue demasiado tarde.
Con cada campanada, el ruido se hace más estruendoso y terrible, alcanzando un crescendo en el que la propia mente parece partirse en mil pedazos. El incesante asalto sonoro hace que las piedras se partan y los edificios se vengan abajo. Es el sonido de la condenación, el sonido de lo inevitable. El sonida de cada campanada parece decir que al final todo caerá, todo quedará en ruinas. Ni siquiera los héroes bendecidos de la Orden fueron inmunes a eso, sintieron como si el mundo mismo se les cayera encima. Como si toda su vida hubiera sido en vano, todo era inútil, estaban condenados.
El ominoso tañir de la Campana Gritona resuena sobre el propio clamor del combate: un mensaje de muerte pasa los enemigos, y al mismo tiempo una declaración de supremacía que reverbera en el interior de todos los hijos de la Rata Cornuda. Su mortífero repicar empuja a los Skavens siempre hacia delante, presos de una furia que sólo se saciará con la completa aniquilación del enemigo.
Feskelch se río maniáticamente con una total confianza de que la victoria era suya. Pero este pequeño descuido resultó ser un error fatal, mientras todos los Skavens creían que ya habían ganado la batalla, ninguno de ellos penso que Wilmarina se levantaría y con su espada apuñalaria al sacerdote de la plaga en el cuello.
Feskelch: Eres una tonta-necia, creés-creés que matarme cambiará algo, hahaha-tosiendo su sangre enfermiza con sus últimos suspiros se río de la heroína-¿Recuerdas lo que dije antes?-Wilmarina lo decapitó con un movimiento horizontal de su espada pero se quedó quieta mientras que los Skaven parecían debatiendo si huir o seguir peleando-
Una risa demoníaca divertida resonó en el campo de batalla mientras que los guerreros de la Orden parecían sorprendidos los propios Skaven estaban aterrados. Una presencia ominosa y maligna que sólo podía atribuirse a un demonio llenó el lugar mientras que el sonido de pasos pesados sonaba cada vez más cerca.
Acompañado y al frente de todo un ejército de Skavens un enorme roedor con cuernos ratos y dos colas como látigos empuñando un par de hoces apareció. Tiene una melena de pelo largo y una cabeza de calavera.
Era un Verminlord Corruptor. Los Verminlord Corruptors son guerreros enormes y poderosos que sólo existen para despojar y corromper. Son pura pestilencia dada forma, capaces de destrozar a la mayoría de los enemigos incluso antes de que sus hechizos de plaga se afiancen. Tienen poder absoluto sobre los clanes Pestilens. Blanden un par de Guadañas Cosechaplagas (Plaguereaper Sickles), que infectan a sus oponentes incluso con el más mínimo corte, las que manejan con una habilidad salvaje incluso mientras vomitan géiseres de suciedad rancia y gritan oraciones oscuras que desatan plagas nocivas sobre cualquiera que tenga la mala suerte de estar cerca.
Son los avatares demoníacos del Gran Corruptor, una de las muchas encarnaciones de la Rata Cornuda, fuentes de ruina sobrenatural. La maldad corre por sus venas coaguladas, los piojos pululan en sus pieles escabrosas y su carne apesta a descomposición. Los Verminlord Corruptores son fanáticos, resueltos en la propagación de enfermedades y entropía, son enfermedades a las que se les da forma. Están rodeados por un aura de enfermedad progresiva y a su alrededor la vida se marchita. La propagación de la peste es su oficio, y a sus órdenes están las peores enfermedades que jamás se han visto. No hay nada más maligno ni más intransigente que estos terrores infestados.
Con sólo una simple mirada maliciosa de sus malignos ojos todos los guerreros incluso los héroes de la Orden empezaron a enfermarse de gravedad. A la vez su presencia parecía incitar al odio extremo en los demás, resultando especialmente efectivos para incitar a los Monjes de Plaga a un frenesí extremo.
Irsuv: Lucharon en vano, humanos. Creían que podían triunfar, que podían vivir, hahahahaha, tan necios y estúpidos como siempre. Nadie puede escapar de la enfermedad o la podredumbre y por supuesto de la descomposición, ese es vuestro destino-la voz del demonio rata se escuchó en todo Lescatie, haciendo que incluso los más valientes cayeran suelo de rodillas sin esperanzas-
Era su fin. El fin de todos ellos. La muerte misma había venido y estaban seguros, incluso aquellos que no eran del todo religiosos, que no era el reino de Hel lo que vendría para ellos después de su fallecimiento.
La Gran heroína Wilmarina Noscrim estaba arrodillada con lágrimas escapándose de sus ojos. No había ninguna forma de ganar, tenía miedo, toda su vida estaba pasando por delante de sus ojos, había soltado su espada pero no pareció darse cuenta. Incluso Merse y Primera parecían simplemente niñas asustadas mientras que el Verminlord se acerca a la ciudad seguro de su victoria.
Hasta que sonó el trueno. En ese momento el Verminlord miró el cielo en pánico. Las nubes de tormenta se estaban juntando de forma antinatural mientras los truenos y relámpagos seguían resonando. Los Skaven sintieron un miedo instintivo y miraron a los cielos, solo existían unos seres a los que las nubes de tormenta anunciaban su llegada.
Irsuv: No, imposible, esto no puede estar pasando-el demonio estaba incrédulo frente a la tormenta-Ellos, ellos no pueden estar aquí, en este mundo sin valor. Todavía es muy pronto.
Un gran rayo impacto frente a Wilmarina, quién vió con total incrédulidad como un hombre de cabello blanco empuñando una espada brillante y un martillo electrificado, usando una armadura dorado-plateado apareció donde mismo el rayo cayó.
Irsuv: Esto es imposible, ustedes no deberían de estar aquí-dice el Verminlord retrocediendo unos pasos-
???: Estamos en donde se nos necesita, demonio-dijo el hombre de cabello blanco-
Irsuv: Malditos Forjados, malditos siervos del Hombre-Dios. No, no nos van a detener, llegamos primero. ¡ESTE MUNDO ES NUESTRO!
La voz del demonio rata mostraba miedo e ira. Agarró sus hoces dispuesto a enfrentar a los indignos pretendientes que buscaban arrebatarles el mundo que "por derecho" era de la Rata Cornuda.
Los demas Skaven se pusieron firmes, mejor escapar mientras otros morían que escapar y no pelear solo para ser asesinados por el furioso Verminlord.
???: ¿Crees que vine solo, Alimaña?-con solo esa frase los cielos brillaron, y rayos cayeron del cielo-
Donde caían estos rayos más de estos guerreros de armaduras plateadas aparecían.
Algunos montaban criaturas feroces parecidas a dragones sin alas otros volaban por los cielos con alas resplandecientes hechas de energía.
Empuñando armas y usando armaduras que harían babear a un Cíclope e incluso hacer que la Diosa de la Herrería Hefesto sintiera envidia.
Wilmarina: ¿Ángeles?
Fue la única palabra que salió de la boca de la heroína.
El Dios Principal se había apiadado de ellos y enviado Ángeles en su ayuda. Pero no se parecían a los Ángeles que conocía ni siquiera las valquirias, que para empezar eran todas mujeres.
Estos Ángeles en su mayoría eran hombres, más altos y musculosos que cualquier hombre que hubiera visto en toda su vida.
Sus armas envueltas en llamas o rayos cortaron y aplastaron a los múltiples monstruos rata reduciendo a la horda por minuto. Las plagas y enfermedades de los Skaven no se quedaron atrás y varios de los llamados Forjados "murieron" antes de rayo ascendiera al cielo y tanto cuerpo como armadura desaparicieron.
Irsuv con sus guadañas asesino a muchos de los Forjados. Pero ninguna muerte lo complacía, su lider, tenía que matar a su lider para sentirse satisfecho.
Dicho Ángel estába destrozando con su martillo a uno de los monstruos rata enormes con partes mecánicas, antes de, con un facilidad aterradora, asesinar a 6 de las ratas musculosas con un movimiento de su espada. Luego arrojó su martillo con una gran fuerza hacía la Campana Gritona.
Cuando el martillo golpeó a la Campana, esta fue destruida provocando el Vidente Gris y la Rata Ogor que manejaba la campana murieran.
Los jinetes de las criaturas parecidas a dragones entonces acabaron con la horda que solía rodear la campana. Ya sea cortandolos con sus grandes lanzas y hachas, aplastandolos con martillos, acribillandolos con sus armas que parecían una mezcla entre ballesta y pistola o simplemente siendo asesinados ferozmente por sus monturas draconicas.
Irsuv se dispuso a matar al lider de los Forjados, de los sirvientes del Hombre-Dios, todo en nombre de su propio Dios.
El hombre de pelo blanco luchó en combate singular contra el Verminlord. Las guadañas del Demonio se encontraron con la espada y martillo del Ángel. El Demonio usó sus colas como si fueran látigos azotando con ellas el suelo tratado de usarlas para incapacitar al Ángel.
El Ángel guerrero evitaba los ataques con maestría mientras el Demonio rata parecía enfurecerse cada vez más. Trató de usar aliento pestilente para matar al Ángel pero éste con un golpe de su martillo que voló de regresó a su mano le destrozó la mandíbula y el hocico, haciendo que sus dientes y sangre cayeran al suelo.
En ese momento con su espada le cortó uno de los brazos a Irsuv provocando que este grité con dolor. Usando su brazo restante y sus colas trata de matar al Ángel pero este dió un gran salto y empuñando ambas armas a la vez, tanto su espada como su martillo, emitió un brillo electrizante que cegó al Verminlord por un momento. Momento en el que el Ángel lo mató golpeándolo directamente en la cabeza provocando que esta explote y su cuerpo caiga al suelo muerto.
Los Skaven viendo al Verminlord morir y su cuerpo desapareciendo, huyeron como las ratas cobardes que son. Tan rápido como pudieron, sus figuras se perdieron en la oscuridad de la noche. Pero no todos lograron escapar, pues fueron perseguidos por los demás Ángeles tanto los alados como los jinetes.
La Batalla había terminado, Lescatie había sido salvada pero no por los héroes de la Orden sino por los Ángeles en armaduras plateadas.
El Ángel se acercó a Wilmarina quién seguía atónita por lo que había acabado de pasar.
Primero fueron invadidos por monstruos que no eran mamonos y casi fueron derrotados, luego fueron salvados por Ángeles guerreros que vinieron desde nubes de tormenta. Ahora uno de esos Ángeles estaba frente a ella.
???: ¿Estas bien?-le preguntó con simpleza el Ángel-
Wilmarina: Si, por supuesto-le respondió rígida y nerviosa, tragando saliva se arrodilló ante el Ángel con todo el respeto que pudo-
No solo ella, Merse y Primera, los soldados y ciudadanos de Lescatie también se habían arrodillado ante los Ángeles que les habían salvado.
Wilmarina: Les debo mi vida, Lord...
???: Gardus... Y no tiene porque ser tan respetuoso, puede levantarse-el Ángel, ahora llamado Gardus le dijo-
Wilmarina: No, si no fuera por su aportuna llegada ahora mismo estaríamos muertos-le dice aun de rodillas-Pero gracias al Dios Principal que llegaron...
Gardus: ¿Dios Principal? Creó que te equivocas niña.
Wilmarina: ¿Eh?-las palabras de Gardus no solo sorprendieron a Wilmarina sino a todos los presentes-Pero... Usted es un Ángel, ¿no?
Gardus: Hay quiénes nos llaman así, ciertamente. Pero nosotros somos los Stormcast Eternal, los Forjados en la Tormenta. Los campeones y la ira encarnada del Dios-Rey, Sigmar Heldenhammer, el Señor de la Tormenta Eterna, Martillo de los Cielos, Cuidador de la Humanidad.
La incrédulidad de los ciudadanos de Lescatie alcanzó un nuevo nivel al revelarse que fueron salvados no por los Ángeles del Dios Principal sino por los Ángeles de un Dios del que jamás habían escuchado.
Lo que empezó como una noche normal marcó el inicio de una nueva era. Una era que haría parecer la época antes de que aparecieran los mamono y los antiguos Señores Demonio un chiste en comparación a lo que estaba por llegar.
Hola que tal, ¿me recuerdas? Bien por donde puedo empezar a si... En primer lugar odio Age of Sigmar y Monster Girl Encyclopedia por diferentes razones eso si, pero me se bastante de su lore (¿es eso hipócrita?). Lo que si reconozco es de las dos Age of Sigmar es el más salvable y el que menos odio de las dos franquicias.
La principal razón por la que odio MGE es principalmente lo injusto que es el mundo con la humanidad, pero a KC no le da la gana de reconocer que es un puto misántropo y lo hipócrita que es el sueño de Lilith (el actual señor mamono). Por otro lado hay que reconocer que AoS es mejor que el Fin de los Tiempos, pero claro es como comparar la mierda (Fin de los Tiempos) con carbón (Age of Sigmar).
AoS es una mina de material que muy pocos han explotado a pesar de que tiene un montón de contenido y lore que si se usa de forma adecuada puede convertise una buena historia. No creó ser el único que ha visto el final de mierda que le meten a algunas series o secuelas que son una completa basura pero recordemos que en más de una ocasión la comunidad le ha dado más amor a una obra que los propios creadores.
Si estás interesado puedes votar y comentar en la historia. Si tienes una idea, no la calles dila, si cometó algún error por favor señalalo.
Además quiero aclarar algo de AoS mis facciones favoritas son los Idoneth Deepkin y los Ossiarch Bonereaper así que perdónenme si les doy mucha atención en el futuro. Pero en mi corazón, los Skaven son y siempre seran mis favoritos de Warhammer Fantasy.
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