Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐈 ; and the story began


CAPÍTULO UNO
· • ❝〔 y la historia comenzó 〕❞ • ·
restauración de la humanidad ; parte I

Muralla Rose. Año 847.

LA PELIRROJA QUE JENA TENÍA AL frente de ella había tensado cada parte de su cuerpo cuando el joven recluta de nombre Armin Arlert revelaba el distrito de donde era oriundo el cual era Shingashina; la azabache se estaba aburriendo durante la presentación y también se estaba ahogándose de calor debido a que el sol se encontraba en su punto más alto, por lo que se dedicó a mirar a cada persona que estuviera cerca para analizarlos y ver qué comportamientos tenían cada uno ante la presentación de algunos reclutas, además de las órdenes que el instructor gritaba.

Era mediodía y prácticamente se encontraban en la iniciación de la nueva generación de reclutas; la primeras horas del día habían volado con la revisión de registros de cada joven, la entrega de pertenencias y después formarlos en filas para dar la bienvenida junto con el discurso que el instructor Keith Shadis había preparado para ellos.

Desde la humilde opinión de Jena, el discurso le pareció digno para contarles a sus dos hermanitos antes de que fueran a dormir, incluso podía jurar que alguien detrás de ella había estado roncando antes de que el instructor alzara su voz y ordenará a cada uno mirar al frente para solicitar el nombre de algunos.

El sólo pensar que sería llamada la ponía nerviosa, temía que al solicitar su nombre revelara su identidad verdadera en lugar de decir María Lenz.

Su siguiente víctima fue un chico de nombre Thomas Wagner, quien lo obligó a repetir su presentación con más fuerza; Mina Carolina estaba a la par de ese chico y tembló de terror cuando el instructor alzó su voz contra ella, aceptando los insultos que este le lanzaba. Continuó de esa forma en casi toda la fila, usando a los más aterrados para infligir intimidación y –a lo que creía Jena– respeto a través del miedo. Si no fuera por el papel que debía interpretar, le gritaría al instructor que ella era lady Jena Hryniv y que estaba prohibido intimidar a alguien de la nobleza, una razón más para odiar a su otra yo de nombre María Lenz.

—¡Línea cuatro! ¡Media vuelta!

Las personas que estaban frente a ella –incluida Historia– obedecieron y giraron sus cuerpos a la dirección donde el instructor Shadis ordenó. Sin embargo y para sorpresa de varios presentes incluida la azabache, él ignoró a varios de ahí que presentaban las mejores composturas que se podrían ver ahí, con las miradas en alto que reflejaban frialdad y disciplina.

Queridas diosas, denme esa fortuna de ellos.

—¿¡Quién diablos eres!? —gritó Shadis a su nueva víctima

—¡Soy Jean Kirstein! —gritó un joven alto de cabellos castaños claros— ¡Vengó de Trost, Señor!

—¿¡Por qué estás aquí!? —preguntó el instructor, haciendo que Jena hiciera una suave mueca que nadie notó.

El chico sonrió con orgullo—. Para unirme a la Policía Militar y poder vivir en el interior, Señor.

A Jena casi se le escapaba una risa que la podía haber puesto en problemas, pero se había salvado de que tapó sus labios con su mano a tiempo antes de soltar la carcajada que la respuesta había provocado. ¿Por qué más iba a ser? Era bien sabido que los jóvenes reclutas se unían a la milicia para competir por entrar a los diez primeros puestos, no les interesaba para nada el bienestar de las personas, sólo eran cobardes que querían salvar sus propias vidas y la única manera de obtenerlo era a través de la Policía Militar, los únicos capaces de dar un pase libre para tener residencia en el interior de las murallas.

Patético.

—Ya veo, ¿así que quieres vivir en el interior? —la voz del instructor pasó de una molesta a una simpática, algo en Jena le decía que se aproximaba una humillación al joven.

Y tal cual lo predijo, Keith Shadis golpeó la frente del joven con la suya haciéndole caer de dolor, y claro, Jena no pudo evitar sentir el mismo dolor de tan sólo imaginar cómo debió de sentirse el chico con el golpe. Claramente le dejaría una mala sensación en la cabeza durante un buen rato al juzgar que cayó de rodillas mientras presionaba la zona golpeaba y daba quejidos de aflicción.

Que animal. Pensó ella, mirando como dos chicos que estaban a la par del joven miraban sorprendidos por la acción mientras que otro reía sin vergüenza alguna en un tono bajo, aunque fácilmente se podía escuchar desde la posición donde estaba la ojiazul.

—¿¡Quién te dio permiso para sentarte!? ¡Un cobarde como tú no tiene derecho a someterse al rito de iniciación! —gritó Shadis con enojo, alejándose del joven para acercarse a la persona que tenía a la par, un joven azabache pecoso— ¿¡Y quién diablos eres!?

—¡Soy Marco Bott, señor! ¡Soy de Jinae del distrito sur de la muralla Rose, señor! —se le sonaba alegre y lleno de vida, lo suficiente como para sacar la primera sonrisa agradable que Jena tuvo en ese día— ¡Quiero unirme a la Policía Militar y quiero estar al servicio del rey!

Aw, que adorable.

—Ya veo. Es un buen objetivo. —otra vez esa voz simpática del instructor—. Pero... el rey no necesita de habladores.

Con razón estás entrenando a niños y no sirviendo a Su Majestad. Pensó la azabache mirando con desagrado al hombre, aunque cambió la dirección de su mirada un momento para visualizar a Historia, que miraba con preocupación a los dos adolescentes. No me molestes, Historia, ¿desde cuándo te importan las personas?

—¡Tú, enana! —llamó el instructor a una chica de estatura baja, con el cabello castaño y ojos verdes que rápidamente se puso tímida cuando la llamaron— ¿¡Quién eres!?

—¡Soy Lorelei Nari, Señor! —alzó su voz la chica, aunque Jena presentía que su voz temblaba aterrada— ¡Soy del distrito Yarckel de la muralla Sina, Señor!

Los azules ojos de la azabache brincaron de curiosidad cuando escuchó el apellido de la chica y la muralla de dónde provenía. No conocía en persona a Lorelei Nari, pero conocía perfectamente los negocios de su familia, aquellos ligados al armamento militar y su distribución, también sabía que ella era la heredera principal del negocio familiar una vez cumpliera la mayoría de edad.

¿Qué hacía ella siendo recluta para convertirse en soldado teniendo una vida ya resuelta en el interior?

Bueno, al menos tenía alguien más de su clase, o al menos alguien de estatus social cercano al de Jena.

—¿¡Y quieres que te aplauda!? ¿¡Viniste aquí para presumir que vives en el interior o a ser un soldado!?

Los ojos verdes de la castaña reflejaron miedo y timidez pura cuando escucho al instructor hablar, incluso la azabache podía jurar que estaba viendo a la chica sudar y temblar de miedo mientras intentaba pronunciar bien las palabras de su respuesta. No quería verse como una mala persona, pero las ligeras risas de algunos de sus compañeros que se reían por la reacción de la castaña le resultaron muy contagiosas.

—Y-Y-Yo v-vi-vine aaaaaaa... mmm... Y-Yo vi-vine p-po-por-porqué... —Lorelei comenzó a tartamudear y se calló al instante de ver cómo estaba respondiendo mientras escuchaba algunas risas de sus compañeros, incluida Jena.

Ay, qué pena. Pensaba Jena entre risas, antes de callarse cuando escuchó la orden del instructor y sentir un par de miradas sobre ella al ser la última en callarse. La primera venía de parte de la pelirroja que tenía al frente, que no la miraba con buenos ojos; la segunda era de Historia como si tratara de regañarla, Jena sólo deseaba reírse a carcajadas por los intentos de la rubia de aparentar ser una persona amable; por último, estaba una tercera mirada, la un chico específicamente, un chico de cabellos castaños y ojos verdes que la miraba con seriedad absoluta.

Oops.

—¡El que sigue! ¿¡Quién eres!?

Un muchacho alto, cabello negro y ojos marrones fue el siguiente en presentarse, que no dudo en brindar una mirada de pocos amigos al instructor luego de mirar con seriedad lo sucedido segundos atras.

—Soy Jasper Burckhard y no estoy sordo, puedo escucharlo sin necesidad de que me grites. —respondió el chico fingiendo dolor en sus oídos a manera de burla, eso no le gustó para nada a Shadis.

—Te hace falta disciplina, hijo. —contestó el moreno con seriedad— ¿¡A qué viniste, escoria!?

El azabache sonrió de lado—. A formar parte de la Policía Militar, ya sabes, si la corrupción existe al menos debo tenerla a mi lado.

Un coro de jadeos y ligeras risas sonaron en cada fila de reclutas, callados al segundo instante con la simple mirada enojada del instructor que ya creían que era una mirada natural de él. El hombre mayor prefirió no recriminarle la respuesta al joven que sonreía con gran orgullo por lo recientemente dicho, simplemente lo dejó pasar, pero no sin antes advertirle con la mirada de que no jugará de listo con él.

A Jena le causó gracia la actitud del chico Jasper, pero le resultaba un chico que lo único relevante en su vida era ser un rebelde sin causa.

Otra vez escuchó al instructor Shadis gritar a un nuevo recluta, está vez, a un chico más bajo que ella que traía su cabeza rapada y una tonalidad de piel algo bronceada. Su nombre era Connie Springer, oriundo del pueblo Ragako que también se ubicaba en la muralla Rose.

Jena arqueó una ceja al ver el intento de saludo militar que el chico realizaba, tampoco podía opinar mucho del tema porque ni se había molestado en aprender cómo era el saludo –no lo iba a necesitar cuando se graduara y volviera a su vida de antes como noble–, pero estaba completamente segura que el saludo era con la mano derecha en lugar de la izquierda como lo estaba presentando Connie. Al parecer, estaba en lo correcto. Keith Shadis tomó agresivamente al joven desde su rapada cabeza, casi presionando su cráneo hasta levantarlo en el aire mientras lo regañaba por lo mal ejecutado que quedó el saludo.

Qué agre... ¿Esa chica está comiendo una patata?

No fue la única en notar la acción de aquella chica castaña de piel pálida, que degustaba aquel tubérculo que parecía estar recién cocinado con la frente en alto y con tanta tranquilidad, demasiada para que Jena y Jasper soltaran ligeras risas que, para suerte de ambos azabaches, el instructor Shadis ignoraba rotundamente sólo por prestarle atención a la chica que comía e ignoraba la pregunta que le había realizado sobre qué estaba haciendo, incluso dejando caer al joven Connie de golpe.

—¡Te estoy hablando a ti, maldita! —gritó él acercándose con ira hacía la joven— ¿¡Quién carajos te crees que eres!?

Ella tragó con fuerza, enderezando su espalda y realizando el saludo aún con la patata en su mando dijo:— ¡Soy Sasha Blouse, Señor! ¡Vengo del pueblo Dauper al sur de la muralla Rose, Señor!

—Sasha Blouse. —nombró Keith— ¿Qué es lo que tienes en tu mano derecha?

—Una patata hervida, Señor. —respondió Sasha con suma seriedad—. Lo vi en la cocina y lo agarré.

Él la miraba con incredulidad en sus ojos.

—¿Así que lo robaste? ¿Por qué? —preguntó— ¿Por qué te lo estás comiendo ahora mismo?

—Las patatas son más deliciosas cuando están calientes Así que actué con rapidez.

Jena ahogó su risa de inmediato cuando supo que iba a carcajear por la seriedad con la que Sasha respondía.

—No, todavía no lo entiendo. —decía Keith— ¿Por qué estás comiendo una patata?

Sasha frunció el ceño— ¿No sabe por qué las personas comen patatas?

Todos miraban extrañados y hasta sorprendidos por la escena que sus ojos presenciaban, algunos hacían el intento de no reír para evitar algún castigo y otros le restaron importancia a lo que sucedía siguiendo mirando al frente con las miradas serias, como una chica rubia de baja estatura de una clara mirada fría que incomodaba a la azabache de ojos azules, y eso que aquella mirada no iba dirigida a ella.

Sus pensamientos se interrumpieron cuando noto un movimiento que Sasha Blouse hacía con sus dos manos, notando que había hecho un intento de cortar el tubérculo a la mitad –fracasando en el proceso– y extendiendo la porción más pequeña al hombre.

—Toma, te doy la mitad.

—¿La mitad?

Alguien estalló en estruendosas carcajadas. Jasper Burckhard cayó de rodillas mientras presionaba su vientre, riendo con tanta fuerza que las lágrimas en sus ojos salían apresuradamente que no tenía tiempo de limpiarlas.

Exagerado. Fue lo único que pensaba Jena al mirar la reacción del chico.

—¡Eso ni siquiera es la mitad! ¡Te quedaste con la porción más grande! —carcajeaba Jasper— ¡Chica, te amo!

Una parte de Jena se sentía aliviada y tranquila cuando el instructor dio por terminado el rito de iniciación junto con la orden de que todos fueran a desempacar sus pertenencias a sus respectivas cabañas, internamente estaba agradecida con Sasha Blouse y Jasper Burckhard por la finalización, ya que el instructor los había castigado haciéndolos correr por toda la zona hasta cierta cantidad que la azabache no se acordaba y aquello dejó de tan mal humor al instructor Shadis que prefirió concluir el rito.

Ya era de noche y toda la tropa, excepto ellos dos, se encontraban en el comedor del lugar cenando y escuchando los relatos de un chico que, según lo que Jena había entendido, era junto con sus dos amigos sobrevivientes de la tragedia ocurrida en Shingashina dos años atrás.

Prestaba atención un par de ratos porque se encontraba ocupada escribiendo la primera carta de muchas que debía enviar, por lo que no comprendía del todo la historia de la chica a falta de prestarle el todo de atención. Apenas entendió que él, Eren Jaeger, fue habitante de ahí, presenció la manifestación del Titán Colosal y consiguió huir de ahí en uno de los últimos barcos que ayudó a los habitantes del distrito a huir de ahí antes de ser devorados por las bestias infernales que todo humano temía.

Detalles de cómo era la vida antes de la tragedia, lo que sintió cuando vio la invasión, cómo fue la vida de los sobrevivientes después no le prestó atención, en su lugar, prefirió seguir escribiendo las cartas de su padre y a Hans.

Jena tenía una opinión sobre eso, que si lo decía en voz alta, probablemente sería devorada viva por sus compañeros: ella pensaba que la tragedia no fue nada más que un evento enviado por sus adoradas diosas, un mensaje a toda la humanidad de que muchos abandonaron su fe y sólo con la fe pueden ser salvados. No se sentía mal ni por las víctimas ni por los sobrevivientes, al contrario, se sentía orgullosa de que luego de la tragedia, muchas personas de las tres murallas se habían unido al Culto para sentirse protegidos por las deidades.

Su padre siempre decía que aquel suceso fue un beneficio para el Culto de las Murallas y si Victor Hryniv lo decía, Jena también lo creía.

—¿Qué haces? —la voz de Historia sonó cerca de Jena, deteniendo la actividad que realizaba para dedicarle una mirada de repugnancia completa.

—Algo que no te incumbe, bastarda.

—Sabes que si me incumbe. —afirmó la rubia con molestia—. Y deja de llamarme "bastarda".

Jena rodó los ojos.

—De acuerdo, Krista. —agudizó su voz cuando dijo el nombre falso de la rubia—. Le escribo a Hans.

Su respuesta fue tan seca que amargó un poco a Historia, quien miraba a la azabache de mala gana aunque sin sorpresa de sus comportamientos.

No recordaba cuándo fue el momento exacto que Jena comenzó a tratarla así, pero tampoco recordaba algún momento en que le dio un buen trato. Los Hryniv fueron considerados hasta cierto punto, aunque era consciente que sólo lo hacían para quedar bien con su padre y cuidar a su única hija en vida, pero le dieron techo y comida como si fuera alguien más de la familia, aunque usaba siempre bajo el nombre de Krista Lenz –los únicos que la llamaban por su nombre real era la familia, pero la presentaban por el falso–.

Jena, a diferencia de sus padres y hermanos menores, no le dio una grata bienvenida. Le recordaba lo que era: la bastarda hija de Rod Reiss, un ser humano que nunca debió nacer. La odiaba profundamente y no tenía idea del por qué.

—No necesitas estar conmigo todo el tiempo.

—No y no lo pensaba hacer. —contestó Jena con desprecio, terminando de firmar las cartas correspondientes como le había indicado su padre—. Haz lo que quieras, excepto lo que ya sabes, no eres mi problema. Yo haré como si no te conozco.

—Pero en los registros de aquí sale que somos hermanas. —bufó Historia.

—Lo lamento, no hablo con gente desconocida. —comentó la azabache irritada, antes de mirarla directo a los ojos con mala gana—. Mira, que "seas mi hermana" no significa que estemos todo el tiempo juntas; busca otra gente para que puedas joderles la existencia como... no sé... ella.

Su dedo apuntó a una joven morena con pecas en su rostro, que parecía ser más alta que las dos chicas y llevaba un largo rato mirándolas, pero solamente Jena se había dado cuenta de ello al punto en que empezó a fastidiarla mientras su mente teorizaba que la chica las estaba espiando. La morena apartó la mirada en el momento en que la rubia volteo a su dirección, actuando como si prestara atención a la historia de Eren Jaeger, aquello sólo hizo sospechar más.

—Como sea, me llevaré esto. —soltó Historia tomando dos trozos de pan al igual que una bolsa donde había introducido agua en él.

—¿Qué harás con ello?

—Los dos chicos que el instructor castigo no han comido. —contestó la rubia—. Se pueden descomponer si no comen algo.

Estaba segura que su respuesta no tenía ningún tono humorístico, por lo que no comprendía porque la azabache comenzó a reír en el momento en que dejó de hablar.

—Oye, en todo el tiempo que llevó conociéndote nunca vi esa faceta tuya. —dijo Jena mirándola con mucha ironía— ¿Qué haces, Krista? ¿Ahora eres una santa caritativa?

—No es tu problema. —fue lo único que Historia respondió antes de abandonar la mesa donde ambas estaban, decidida a buscar a sus dos compañeros castigados para ofrecerles la comida que les guardo.

La chica morena la siguió sigilosamente. Jena la había visto.

Como sea...

—¡Eren! ¿¡E-Estás bien!?

La voz de la chica tartamuda, Lorelei Nari, se escuchó en todo el comedor, llamando la atención de Jena que dirigió su mirada hasta el sitio acumulado de personas.

Eren había dejado caer su cuchara violentamente a la sopa que estaba degustando, el metal chapoteo el líquido del tazón y el chico tapó su boca con la palma de su mano derecha mientras presionaba su vientre con su brazo izquierdo, parecía como si estaba padeciendo de náuseas en ese momento, preocupando a cada persona cercana y lejana al joven, excepto Jena, quien sólo arqueaba su ceja preguntándose qué había ocurrido.

—Chicos, es mejor que ya no hagamos preguntas. —sugirió Marco a sus compañeros. Jena sintió curiosidad por el contexto que llevó al chico a solicitar eso—. Estoy seguro que le trae recuerdos dolorosos.

—Perdón —se disculpó Connie—, no era nuestra inten...

—¡No! —interrumpió Eren, recuperándose de la reacción que tuvo dándole un mordisco a su porción de pan mientras sonreía—. Los titanes no son la gran cosa. Si dominamos los mecanismos de maniobras tridimensionales, los aplastaremos.

Jena alzó las cejas cuando lo oyó hablar de esa forma. Como fuera sencillo.

Soltó un bufido en señal de que se quería reír por el comentario recién dicho, pareciéndole ridículo lo que dijo. Si no fueran la gran cosa, la muralla María seguiría siendo habitable, tonto. Pensaba ella mientras terminaba de firmar las dos cartas correspondientes a su padre y a Hans, firmando el escrito dirigido a Víctor con una corona a la par de su segundo nombre y el de Hans poniendo un corazón también a la par de su nombre.

Además, si fuera fácil dominar los equipos, no estarían muertos varios estúpidos de la Legión. La Legión. Cuánto poco respeto Jena tenía a esa gente, prefería morir siendo masticada por titanes que unirse a ese lugar. Tenía mucha suerte que, una vez se asegurará que Historia iba a quedar callada, ella huiría del ejército y regresaría a su vida como noble.

Ah, ya comenzaba a extrañar la vida en la que nació; extrañaba su hogar, a Catelyn y a Einer, a Hans, la iglesia, pasar las mañanas dándole de comer a sus caballos, tener su hora para rezarle a sus diosas, estudiar sus futuros deberes en la Corte Real aunque odiaba leer esos inmensos libros... En fin, mantenía su fe en alto para que aquellos tres años pasaran lo más rápido.

—Solamente serán tres años.

Dobló los papeles donde había escrito, ignorando por completo la rivalidad que se estaba formando entre Eren Jaeger y Jean Kirstein por los pensamientos tan diferentes de ambos, una la cual Jena se pondría de lado del joven Kirstein porque lo consideraba el de mentalidad más sensata y cuerda con la lógica de su mundo.

Dejó su plato de comida –la cual le pareció repugnante– en la mesa donde se les había indicado dónde dejarlos una vez terminarán y salió del comedor casi que al mismo tiempo que el joven Jaeger, provocando que sus hombros rozaran y ambos se disculparon mutuamente en caso de haber lastimado al otro, después de eso, ambos tomaron caminos distintos.

Jena fue directo a la oficina de registros, solicitando sobres para depositar sus cartas y pidiendo que fueran enviadas cuando el cartero visitara el sitio; Eren no tenía un rumbo fijo cuando salió del comedor y Mikasa Ackerman lo siguiera hasta mantener el mismo paso, simplemente quiso salir para tomar aire y despejar de su mente el recuerdo que lo dejó marcado.

Igual no se quejaba por el recuerdo poco agradable que le habían traído a la cabeza con tantas preguntas, ese momento simplemente le confirmo de que debía unirse al ejército, específicamente a la Legión de Reconocimiento, y estar ya como recluta sólo le confirmaba una cosa: su historia acababa de iniciar.

INFORMACIÓN ACTUALMENTE DISPONIBLE PARA EL PÚBLICO

Los Hryniv son una familia perteneciente a la nobleza y son fieles miembros del Culto de las Murallas.




to be continued...

N/A:

HABEMUS PRIMER CAPÍTULO!

bienvenidos a este fic ! me emociona demasiado presentarles esta historia ya que desde el primer momento en que comencé a escribirlo, supe que disfrutaré demasiado en desarrollarla.

hemos visto a varios personajes conocidos del mundo de snk, así como ocs míos que participarán en esta saga como lorelei y jasper, ambos protagonistas de mi fic de jean llamado nothing left to say, el cual esta disponible en mi perfil por si se dan una vuelta. 😋

no sé qué más decir, nada más que espero les guste la historia de jena y eren, que pronto tendrán más de una interacción. 👀

no olviden votar y comentar, me motivan bastante. 💕

con cariño, nicky🌙

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro