La capital se llenó de risas y júbilo de la noche a la mañana, grandes linternas se colgaron en cada umbral y portón. Guirnaldas coloridas, alfombras florales y comida deliciosa, sin mencionar la alegre música que hacia bailar los corazones de los cercanos. Era un espectáculo para los sentidos. Pero lo que sin duda más destacaba eran las banderas negras y rojas que hacían alusión al gran protagonista de la celebración.
Era el décimo aniversario desde que el emperador Luo Binghe tomó el control tanto del mundo humano como el demoniaco, fusionándolos en uno solo con su poderosa espada, Xin Mo.
La leyenda del emperador mestizo recorrió los cinco continentes. El cómo había derrocado a las grandes sectas para arrancar la podredumbre del mundo de la cultivación de raíz y formar una nueva doctrina donde humanos y demonios vivirían juntos para bien y mal, doblegando al cielo y la tierra. De ser un simple discípulo desconocido hasta ser el señor de todo lo que se conoce. Su leyenda se contaría por generaciones.
¿Pero dónde estaba el gran protagonista?
Mientras sus súbditos celebraban, el emperador se había recluido en lo más profundo de su palacio, abandonando incluso a su harem de bellezas y a la prole que había engendrado con ellas para que se encargaran de los preparativos por sí mismos. La alegría enfermiza del ambiente solo lograba enfermarlo, sus mujeres y consejeros (dígase, Mobei-jun) más allegados lo sabían bien. El emperador no era él mismo y no lo había sido desde su desafortunada aventura en un mundo alternativo, un mundo tan extraño y disruptivo que rompió la mente del emperador, obsesionándolo con lo que hubiese detrás de la cortina del espacio y el tiempo.
Durante días, alimentado por la oscuridad de Xin Mo, ha buscado formas de regresar a aquel mundo idílico con el shizun amable, pero todo intento ha sido infructuoso. Llegó allí por accidente, por lo que no sabía dónde comenzar y, por primera vez en su vida se ha topado con un problema que no puede resolver. Eso lo vuelve loco.
No puede dejar de pensar en él, Shen Qingqiu.
El hombre ha estado en su mente más de lo que quiere admitir, incluso en su juventud. Pero esta vez era diferente. No anhelaba los gritos y ruegos de su shizun escoria, solo podía pensar en la suavidad de su toque, sus palabras amorosas, incluso cuando lo regañaba. Esos ojos culpables cuando le levantó la voz y la protección furiosa que mostró cuando defendió a su 'yo' más débil de él.
¿Por qué una copia tan débil podía tener el amor de shizun, mientras que él solo tuvo su odio?
Era injusto.
"Junshang" Mobei-jun, el único lo suficientemente fuerte y valiente (o suicida) como para acercarse al emperador en su estado actual hizo acto de presencia desde un torbellino de sombras trayendo el frio invernal con él.
"Pedí específicamente que nadie me molestara" no se molestó en esconder su enojo mientras lo miraba con esos ojos rojos brillando con locura.
"La consorte Ning pregunta si asistirá a la fiesta de cierre"
"¿te convertiste en el chico de los recados ahora?" Luo Binghe bufó. Había demasiadas fiestas para su gusto, siempre encontraban algo por lo que celebrar, ya sea del modo tradicional o a través de batallas y orgias (estas últimas no eran tan raras en el reino humano incluso antes de que aparecieran los demonios como los impíos cultivadores hicieron creer) Y eran lo mismo cada vez. Dejar que te vean, ser arrastrado por sus esposas de un lado al otro para presumir o doblegar, lidiar con algunos intentos de asesinato (a veces producido por ellas mismas) y fingir que todo estaba bien antes de que llegue la noche y desahogue su estrés con alguna de las mujeres.
Mobei-jun no apreció el comentario despectivo, podía verse por la ligera inclinación en su ceño fruncido. A veces esperaba que Mobei-jun se diera la vuelta y contratacara, pero para su decepción, el demonio supo controlarse y a parte de enfriar el ambiente, solo contestaba una o dos palabras antes de irse.
Esta vez no fue diferente, pero Luo Binghe notó algo importante antes de que se marchara: "¿Dónde está la rata? ¿Shang-shishu no es algo así como tu sombra estos días?"
"Lo maté" su expresión no cambió incluso al pronunciar palabras tan graves, pero Luo Binghe sabía que era miserable.
Traicionado por todos, Mobei-jun era un hombre que no tenía nada, tan similar a él mismo a pesar de nacer en cunas diferentes. Solo vivía para pelear, esperando morir para así pasar el mando a la siguiente generación y mandar todo a la mierda.
Pero a Luo Binghe no le interesaba el trasfondo detrás de la muerte de Shang Qinghua, así que solo despidió a Mobei-jun diciendo que asistiría (solo para no recibir ceños fruncidos de Ning Yingying después)
Abandonó su investigación por el momento, sosteniendo a Xin Mo por el mango, apartó los pergaminos y siguió a Mobei-jun.
La noche de la fiesta el palacio abrió sus puertas a los representantes de mayor relevancia en el joven imperio. Grandes generales, ricos y nobles, humanos y demonios. Aunque en su mayoría eran demonios. Muchas de las viejas fortunas humanas se perdieron en la fusión de los mundos por la crisis económica (otros menos afortunados murieron aplastados en la nueva geografía).
El salón del trono era gigantesco, tanto como para poder llevar a más de mil personas dejando espacio para un escenario. Antorchas y candelabros a cada lado del salón iluminaban la habitación una vez que el sol se escondió en el horizonte. La luz flotaba, rebotando en el oro y las sedas negras y rojas. No se puede evitar mencionar tampoco a las bellas esposas del harem del emperador. Todas hermosamente vestidas con joyas y sedas lujosas, pero las que más destacaban eran el triunvirato.
Sha Hualing, la santa demoniaca era una belleza salvaje que destacaba con sus campanillas de plata y sus vestuarios rojos que dejaban ver más piel de lo que un humano consideraría apropiado. Seductora y trasviera con sus ojos de fénix, sonreía arrogantemente como la mano izquierda de Luo Binghe en cuestiones de guerra.
Ning Yingying, la primera de las esposas, alguna vez fue una cultivadora de la misma generación que el emperador. De dulces mejillas y mirada inocente, sus dedos tocaban hermosas melodías y susurraba palabras de azúcar al oído del emperador. Era como una flor de loto recién emergida bajo la luz lunar.
Liu Mingyan era una belleza misteriosa. Todo un mito se había creado por el secreto debajo de su velo. Siempre estaba vestida de blanco, perpetuamente de luto, pero solo resaltaba su belleza como algo puro e intocable y era la única del triunvirato que no había concebido hijos para el emperador. Incluso con esta desventaja, su poder sobre el harem no podía ser cuestionado.
Y tantas otras flores que eran del emperador.
A sus pies los jóvenes príncipes y princesas, apenas niños hacían acto de presencia mientras la noche fuese joven. Diez pequeños aún demasiado jóvenes como para entender.
Poder, riqueza, mujeres y una descendencia asegurada. Cualquiera diría que el emperador es el hombre más afortunado del mundo.
Menos el propio emperador, quien solo se sentía más miserable al verlos a todos divertirse mientras él se debatía interiormente.
La noche avanzó como cualquier otra fiesta. Los niños fueron retirados cuando el cansancio se hizo obvio. Pero como emperador, Luo Binghe tenía que permanecer allí escuchando peroratas inútiles, propuestas de matrimonio de jefes de clanes que querías subir de estatus (Lao Gongzhu era especialmente molesto ese día). Con el hambre aumentada de Xin Mo, probablemente aceptaría algunas más. Pero dentro de su mente, no podía evitar fantasear con esos hombros blancos y prístinos, la cintura delgada que se sentía tan frágil entre sus palmas, el cabello negro que caía como una cascada de tinta, los suaves gemidos, la total confianza y soltura.
Binghe
Apartó esos pensamientos de su mente y regresó su vista a la habitación. Los sirvientes se movían de un lado al otro preparando el escenario. El entretenimiento había llegado tarde y eso lo había molestado, cada minuto de retraso era un minuto más atrapado en esa habitación.
Tres demonios subieron al escenario, bajo los ojos de todos los invitados.
Los tres usaban máscaras blancas con decoraciones que diferenciaban a cada artista, aunque no era necesario pues los tres eran muy diferentes entre sí. El primer demonio era alto, tan alto como el propio emperador y de cuerpo fornido. Usaba túnicas que provenían de los clanes del sur pero en un blanco de luto, su cabello negro caía con ondulaciones hasta la mitad de su muslo y llevaba una pipa.
Los otros dos eran bajos, uno más que el otro. Vestían las mismas túnicas túnicas del sur, pero mucho más reveladoras. Eran hombres. Todos podían verlo, pero eran tan esbeltos y esas túnicas estaban tan bien diseñadas que eran tan tentadores que bien podrían ser un par de íncubos. Las túnicas eran solo unos pantalones holgados aferrados a sus tobillos. Sus pechos estaban descubiertos con algunas cintas que ataban las holgadas mangas a ellos. Ellos querían atraer las miradas y lo estaban consiguiendo.
Incluso el emperador no fue indiferente. Sus ojos estaban fijos en uno de los bailarines, el segundo más alto, se cabellos negros largos, peinados en una coleta alta y atado con una corona de jade. Se veía muy humano para ser un demonio, pero el olor los delataba como tales. Hizo que Luo Binghe tragara saliva y el emperador le daba crédito por eso.
El demonio más alto se adelantó y saludó al emperador siendo el portavoz de sus compañeros: "Estamos honrados de que el emperador nos haya permitido presentarnos delante de él y su corte, le aseguro que no se arrepentirá y disfrutará hasta el final" tarareó.
Se apartó del dentro y se sentó frente a un pequeño grupo de demonios serpiente con el instrumento en la mano. Las luces bajaron, apuntando al escenario,
La música era alegre y diferente a cualquier otra que hubiese escuchado antes. Los bailarines trabajaban coordinadamente, danzando a través del escenario, incitando a los presentes a unírseles en sus lugares. Agiles y seductores. Sus caderas moviéndose rítmicamente le hicieron preguntarse cómo se moverían al bailar en privado.
Miró de reojo y se dio cuenta de que no era el único. Mobei-jun estaba rígido en su sitio mirando al bailarín más bajo y de cabellos castaños. Fue una sorpresa y una verdadera lástima que no pudiese ver correctamente su expresión desde su sitio, pero podía ver al bailarín y era claro que tenía su mira puesta en su general, por cómo se movía más coquetamente en dirección del demonio de hielo de forma no tal sutil.
Luo Binghe podía sentir como los ojos del bailarín lo seguían debajo de la máscara, lo estaba tentando a propósito y entonces estalló.
Un mar de llamas envolvió al bailarín que había llamado la atención del emperador. Se alarmó pensando que podría haber sido una de sus esposas, celosa porque la atención no estuviese en ellas (Es algo que haría Xiao-Gongzhu), pero no. Las llamas purpura se movieron como agua a través de los dedos del bailarín acompañándolo en su baile como si fuera parte de su cuerpo.
El segundo bailarín era diferente, danzando entre cuchillas de hielo que él mismo creaba. Luo Binghe se preguntó: '¿Qué hacía un demonio de hielo en el cálido sur?'.
El demonio castaño esquivaba rítmicamente sus propias cuchillas, mostrando su elasticidad con movimientos cada vez más arriesgados. A pesar de ser un baile dedicado al emperador, era claro que la atención de dicho bailarín estaba en otra persona.
No es que a Luo Binghe le importase cuando el bailarín en llamas tiene toda su atención. Entre las lenguas de fuego era como una peligrosa sirena atrayendo a su trampa, todo sin perder lo sofisticado de sus movimientos.
La música se volvió más intensa y los bailarines comenzaron a acercarse y ahora intercambiaban sus técnicas como si estuviesen luchando entre ellos. Apartándose en el último segundo.
Quedaba poco.
En un último movimiento el fuego y las cuchillas heladas se fundieron como una y pequeños cristales helados cayeron en el salón como el rocío del amanecer.
La multitud aplaudió y los dos bailarines se inclinaron hacia el público. Las esposas demoniacas aplaudían alegremente también, incluso Sha Hualing. Al parecer aquella danza es una de sus favoritas de su clan, un llamado a la prosperidad y jamás lo había visto tan bien realizado.
La fiesta se volvió más tolerable a partir de entonces. Los bailarines danzaban entre la multitud invitando a bailar a los presentes. Incluso los viejos demonios no podían resistir al llamado de las antiguas costumbres, danzando con júbilo junto a los bailarines. Pero para enfado de Luo Binghe, a pesar de que el bailarín que había llamado su atención tan descaradamente no se acercó a él, sino que bordeaba a su alrededor, eligiendo otros compañeros de baile.
Nadie lo culparía por pensar que el bailarín se estaba burlando de él a propósito.
Se cansó de esperar.
Con un llamado, la habitación se silenció, incluso sus esposas se apartaron de él
"En primer lugar, los felicito por tan buena actuación, los bailarines tan talentosos en el reino demoniaco son escasos"
"Nos sentimos honrados de que el emperador piense así" el demonio de cabello negro habló por primera vez en la noche y el emperador sintió un escalofrío en su espalda al escucharlo. Él conocía esa voz "Estos no han sido especialmente sutiles. Queríamos su atención"
La voz de Binghe se tornó oscura "Ahora la tienen. Quitaos las máscaras" era imposible. El malnacido estaba colgado en la prisión de agua, no podía haber escapado, así como así, menos aún conseguir un nuevo cuerpo y plantarse frente al emperador con tanta confianza.
No se escuchó sonido alguno en la habitación, parecía que todos estaban conteniendo la respiración.
"¿Por qué el emperador se ha enfadado?" "¿Los bailarines lo disgustaron de alguna manera?" "Parecía que estaba bien hasta hace poco" – eran los pensamientos de los asistentes.
"A-Luo" Ning Yingying se acercó, tomando su brazo.
"No intervengas" rugió Luo Binghe y la mujer bajó la cabeza.
"Como el emperador desee" la voz del bailarín era diferente, sonaba enojado.
Los bailarines demoniacos se miraron entre si y luego al más grande que les sonrió mostrándole los pulgares hacia arriba. Lo que siguió fue el sonido de las cintas siendo desatadas y un jadeo colectivo de aquellos que conocían los rostros detrás del disfraz.
"¡Shang Qinghua!" Mobei-jun rugió colérico a punto de abalanzarse sobre la rata que aparentemente había resucitado de la nada.
El espía chilló y se encogió detrás de su compañero con miedo, murmurando algo en un idioma desconocido.
Luo Binghe por su parte estaba atrapado en esos ojos de fénix que lo miraban con una mescla de sentimientos que el emperador no podía reconocer. El rostro andrógino y blanco le sonrió brillantemente, como si tan solo verlo fuese una dicha y con una voz dulce que no debió pertenecer a Shen Jiu, dijo: "Un gusto verte otra vez, Binghe"
"Shizun" se levantó de su trono, consternado.
"En aquel entonces me preguntaste si quería venir contigo a este mundo. Perdón por tardarme tanto tiempo, Binghe"
La habitación estalló. Ning Yingying estaba aterrorizada. Liu Mingyan estaba enojada. Había gritos de incredulidad, preguntas en el aire por quienes no conocían a las dos infames, otras tantas estaban dirigidas hacia su cambio de apariencia. No sabían que habían hecho, pero los que debían ser humanos ahora eran estrictamente demoniacos. Shang Qinghua incluso tenía cuernos. Pero sin duda lo que más ruido causó fue como los sellos demoniacos del emperador y el rey del norte destacaban en sus frentes como una vela en la oscuridad.
"Guardias atrápenlo" Lao Gongzhu se adelantó y ordenó, agitando su brazo, mirando con odio a Shen Qingqiu.
Shen Qingqiu le dirigió una mirada burlona al anciano mientras los guardias los rodeaban, ignorándoles como si no fuesen nada. Shang Qinghua si lucía asustado, pero su mirada estaba fija en Mobei-jun, que parecía solo estar esperando un paso en falso para cortarle la garganta.
"Maldita carne de cañón" las mismas llamas con las que había jugueteado durante toda la velada para entretener a los presentes ahora se envolvieron a su alrededor, destrozando a aquellos que tuvieron la osadía de atacarlo.
Más y más personas se unieron contra los dos antiguos cultivadores, pero estos los repelían rápidamente, mostrando un poder que no deberían tener.
Shen Qingqiu quería cortar el problema de raíz y con intención asesina brillando en sus ojos ahora escarlatas, saltó sobre Lao Gongzhu para empezar una pelea. Pero más que eso, fue una masacre unilateral. El anciano apenas podía defender de tales ataques. Si no eran las llamas, eran las garras afiladas de Shen Qingqiu que habían crecido diez centímetros, siendo tan afiladas como una espada.
"¡Esposo has algo!" gritó Xiao Gongzhu jalando su túnica.
Pero a Luo Binghe no podría importarle menos, no cuando estaba observando aquel bello shizun destrozar todo a su paso mientras la marcada del demonio celestial, su marca, su propiedad, brillaba sobre su piel marcándole como tal. Suyo. Un shizun completamente suyo.
La pequeña maestra de palacio gritó por su padre al cuando Shen Qingqiu rompió su brazo izquierdo en tres partes. Sacó su látigo para defenderlo, pero Shang Qinghua se interpuso y sin una pisca de compasión la transformó en una estatua helada viviente.
"Suficiente" Luo Binghe sostuvo la muñeca de Shen Qingqiu antes de que pudiese darle el golpe final a Lao Gongzhu sujetó los brazos de su shizun. Esperó resistencia, indignación o al menos algunas palabras venenosas hacia su persona, pero en lugar de eso, el shizun se dejó llevar por Luo Binghe y le sonrió dulcemente, antes de pararse en puntillas y depositar un beso casto en el labio inferior del emperador.
"Gane" sonriendo triunfante, dirigió sus burlas hacia Shang Qinghua, quien lloriqueó con su espada helada de hielo atravesando el pecho de un demonio armado que todavía no había entendido la atmosfera.
"¡No es justo! No dijimos que podíamos robar besos- ¡Yoah!" Mobei-jun se había cansado y había atrapado al espía.
Shang Qinghua volvió a chillar.
"M-Mi Rey" era tan asquerosamente meloso y patético que Mobei-jun se sintió descolocado por un instante.
Ese no podía ser su espía.
Solo necesitó un instante de duda para que, imitando a su compañero señor de las cumbres, se levantara para besar a Mobei-jun, pero por la diferencia de tamaño apenas pudo besar su mentón y se avergonzó por ello. Para su crédito, Mobei-jun estaba rígido de la sorpresa.
Hubo un aplauso lento, interrumpiendo el momento entre ambas parejas. El tercer artista avanzaba por la habitación, haciendo presión con su poder sobre todos los demonios que le rodeaban para hacerse un camino hacia el centro del espectáculo.
"Muy bien, muy bien. Como usted dijo Lord Shen, fue un buen espectáculo. No me arrepiento de haber convencido a Zhuzhi de venir aquí" sonrió mostrando sus colmillos. La máscara ya no estaba en su rostro y Lao Gongzhu escupió sangre al ver como su peor pesadilla estaba frente a él viva y alegre.
"¿Quién eres tú?" miró al demonio de pies a cabeza. No le gustaban las interrupciones y tenía un interrogatorio muy importante por hacer hacia este nuevo Shizun.
"Ah, sí. Tianlang-jun, él es Luo Binghe. Lord Luo, él es el viejo señor demonio Tianlang-jun. Su padre" Shang Qinghua soltó la bomba como si no fuese nada.
"Que sutil" se burló Shen Qingqiu. Si tuviese un abanico, seguro ya lo estaría agitando frente a su rostro.
"¿Mi qué?"
"Sorpresa, hijo. Vaya, vaya. Te pareces a A-Su. No te preocupes. También fue una sorpresa para mi enterarme que tenía un hijo, así que estamos igual. Cuando Lord Shen y su amigo escritor fueron a sacarme de la montaña donde me tenían sellado me costó creerlo también, pero hubo mucho tiempo de sobra para explicarlo" miró a Shen Qingqiu de nuevo "espero que no hayas olvidado lo último que me prometieron"
"El imbécil está ahí en frente. Sírvete" siseó Shen Qingqiu, pateando al malherido Lao Gongzhu.
"¡Maldita escoria! ¡Se suponía que estabas muerto!"
"Creer que unos cuantos cultivadores pueden matar a un demonio celestial es demasiado ingenuo de su parte. Lord Shen y Lord Shang me explicaron lo que pasó de verdad con A-Su" su voz se tornó oscura.
"Suéltalo" ordenó Luo Binghe al demonio que decía ser su padre.
"Deja que se lo lleve. Ese bastardo debe pagar todo lo que causó" Shen Qingqiu giró su cabeza hacia el emperador "Si lo dejas, me quedare contigo en el palacio y no me iré. Es ganar, ganar"
Aquella desvergüenza era algo que Luo Binghe nunca hubiera imaginado presenciar, incluso del shizun del otro mundo.
La oferta era tentadora, pero no podía mostrar tan poca piedad filial ante sus suegros, por lo que 'dudó'.
"¿Y si te digo que es por su culpa que tu madre falleció?"
Shen Qingqiu se quejó cuando el agarre de Luo Binghe en sus muñecas se apretó.
"Prometo que te contaré todo, pero por ahora ¿podemos irnos a un lugar más privado?"
En lo que ellos discutían, Mobei-jun y Shang Qinghua habían llegado a alguna especie de acuerdo y solo pudo ver como ambos desaparecían en un portal, con el rey demonio cargando a su muy alegre espía entre sus brazos (más tarde saldaría cuentas con él).
"No lo mates, no hasta que se haya aclarado toda la verdad"
Tianlang-jun se burló "Ya esperé más de treinta años, puedo esperar un día más, pero hasta entonces cuidaré bien él"
Luo Binghe ya no quería prestarle más atención y lo dejó marcharse, mientras que él, usando Xin Mo abrió un portal por el cual arrastró a su shizun, llevándolos a ambos directamente al dormitorio del emperador.
Shen Qingqiu no esperó y antes de que Luo Binghe pudiese hacer cualquier movimiento, lo empujó hacia la cama y luego se arrastró sobre él, para besarlo con deseo y desesperación. Hambriento y anhelando tener más de Binghe.
Los labios de su shizun eran tan dulces como recordaba de su pequeña aventura y los roces que su cuerpo generaba sobre el suyo, incluso sobre su ropa estaban haciéndole reaccionar. Pero tristemente había cosas que aclarar primero.
Sujetó la cadera de su shizun contra su propio cuerpo e impulsando a ambos, cambió fácilmente de posición, dejando a Shen Qingqiu atrapado debajo de su gran y musculoso cuerpo.
"Comienza a explicar"
"Será una historia muy larga" acarició la mejilla de Binghe, pinchándola suavemente con su dedo.
"Tengo tiempo"
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