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Capítulo Veinte
Vainilla

Los jardines de la Academia Shinhwa se pintaron de un color verde brillante; las sombras, proyectadas en la fachada del edificio principal y en el adoquín, eran un refugio perfecto para todo aquel que buscara refrescarse o resguardarse del sol de verano.

Las flores de cerezo se habían despedido hacía pocos días, dejando tras de sí un agradable perfume y una suave caricia que dieron lugar a la melodía de las cigarras y al tan esperado periodo vacacional. Los pasillos, los laboratorios, las aulas de clase, cada rincón de Shinhwa parecía guardar una última conversación, algo que no se volvería a ver hasta finales del verano, poco antes de que las hojas se vistan con los colores del otoño y el aroma dulzón del chocolate caliente inunde la cafetería de la escuela.

Sin embargo, hay un lugar en la Academia que aún no se despide, un lugar cuyas elegantes paredes y libreros aún presencian algo que bien podría formar parte de una novela romántica (aunque no sería la primera, mucho menos la última vez, que sus pasillos son testigos de ello). HyungWon se había ofrecido a ayudarle a la señora Choi, la bibliotecaria, a terminar de organizar los últimos ejemplares para que todo estuviera en orden antes de poder disfrutar del verano. Por supuesto que no era el único, naturalmente el nieto de la señora Choi, SooBin, también la ayudaba como de costumbre; los ojos de la mujer brillaron al ver que su nieto venía acompañado de otro jovencito que HyungWon desconocía. Se presentó como Choi YeonJun, y HyungWon se preguntó si los ojos de la señora Choi habrían brillado porque ahora tenía a más personas ayudándole o por el hecho de que las mejillas de su nieto se teñían cada que YeonJun lo miraba.

HyungWon acomodaba algunos libros en la sección de física cuando escuchó como la señora Choi conversaba con alguien en el vestíbulo. Curioso, HyungWon apenas se asomó para ver de quién se trataba, y cuando aquella mirada se cruzó con la suya HyungWon pudo sentir cómo el corazón le daba un brinco. ¿Qué hacía HoSeok ahí? ¿No debió de haberse ido a casa al terminar las clases? Por lo que HyungWon sabía, HoSeok no formaba parte de algún club de manera oficial (algo poco común para alguien de segundo año), entonces, ¿por qué seguía en la Academia?

Boo —HyungWon se giró para verlo, con su sonrisa tan linda y el cabello ligeramente despeinado, el timbre de su voz era tan reconfortante—, te encontré, Wonnie.

—HoSeok —dijo en un suspiro—, ¿qué estás haciendo aquí? Creí que ya te habrías ido a casa. N-no es porque no me guste que estés aquí, a-al contrario, me-me gusta mucho cuando estás cerca, e-es lindo tenerte cerca y...

HoSeok lo miró con ternura y, con cuidado, levantó la barbilla de HyungWon para frotar su nariz en un adorable beso esquimal que encendió las mejillas del menor. HyungWon bajó la mirada, intentando ocultar su repentina sonrisa.

—También me gusta tenerte cerca, HyungWonnie —dijo, HyungWon pudo sentir algo recorrerle el cuerpo de pies a cabeza—. Vine porque HyunWoo me pidió ayuda para guardar unas cosas y encontré algunos libros abandonados por ahí, así que vine a regresarlos y fue cuando la señora Choi me dijo que estabas aquí.

—A-ah, ya veo —dijo HyungWon, acomodándose los anteojos.

—¿Necesitas ayuda para ordenar esto? —preguntó HoSeok, mirando los libros sobre el carrito al lado de HyungWon. Tomó uno de pasta color azul, uno que se comparaba con el color de océano y HyungWon se encontró pensando que a HoSeok le sentaba muy bien ese color—. ¡Ah! Recuerdo este libro, lo tomé prestado el año pasado para un trabajo del profesor Xiao, HyunWoo y yo dibujamos algo en una de las páginas... Aquí, mira.

HoSeok se acercó a HyungWon, ignorando que con el simple aroma de su perfume hacía temblar las rodillas del pobre Chae. HyungWon miró la esquina de la hoja, encontrando un pequeño y simpático dibujo que le arrebató una risita.

—Me pregunto si la señora Choi sabe de esto.

—Si lo supiera no estaría aquí contigo —dijo él, mirándolo.

HoSeok sabía lo detallista y cuidadoso que era HyungWon con algunas cosas y en ese momento, cuando parecía que la luz del verano iluminaba los preciosos ojos de HyungWon, se encontró preguntándose hacía cuánto habría colocado esas pequeñas mariposas en el marco de sus anteojos y si ese día habría usado un perfume diferente, tal vez uno con aroma a cerezas.

—HyungWon, ¿ya terminaste de...? ¡Whoa! —los enamorados fueron conscientes de la distancia entre ellos hasta que SooBin se apareció en el pasillo con una libreta en mano, entonces ambos se separaron y miraron a otro lugar, tratando de ocultar el intenso color en sus mejillas.

—SooBin —dijo HyungWon, apenado—, lo siento, ¿qu-qué decías?

—Ehhh, preguntaba si ya habías terminado de acomodar los libros o si necesitabas ayuda —carraspeó—. Pe-pero creo que ya lo tienes cubierto. Así que los dejo seguir, solos. Ah, lamento la interrupción, pueden continuar con... con lo suyo.

El muchacho se fue tan rápido como había llegado, dejando a HoSeok y a HyungWon con expresión tímida y sus corazones latiendo tan rápido y en una misma frecuencia.

—É-él es Choi SooBin, el nieto de la señora Choi —dijo HyungWon, sintiéndose tímido. Sus brazos aferrándose al libro en su pecho—. Él y otro chico también vinieron a ayudar.

—Parece un chico muy agradable —agregó HoSeok, pasándose la mano por el cuello.

—S-sí, lo es. Suele venir con la señora Choi algunos días a la semana.

—¿También estudia aquí?

HyungWon negó, retomando su tarea.

—N-no, pero la señora Choi dice que entrará el próximo año. Tiene muy buenas notas.

—Ya veo... —HoSeok miró sus zapatos, después miró el perfil de HyungWon. Tenía las orejas coloradas—. HyungWonnie.

—Dime, Ho...

Fue rápido, algo fugaz, como la lluvia de meteoritos que había visto con su familia durante su último verano en Estados Unidos. Pero mejor. HyungWon pudo sentir los labios de HoSeok tan cerca de los suyos que por un momento creyó que se trataba de un sueño, y ciertamente no era el único; HoSeok encontraba a HyungWon bastante lindo, sus esponjosos labios y su bonita nariz, redonda y pequeña, eran tan sólo unas de las muchas cosas que le gustaban de Chae HyungWon. Y sus mejillas, oh, sus adorables mejillas que se teñían del color de los cerezos por su causa.

—¿Te gustaría salir conmigo, Wonnie?

Preguntó HoSeok, sus ojos brillando como las estrellas, desbordantes de adoración como quien mira la obra de arte más hermosa o un perfecto amanecer.

—¿Sa-salir? —tartamudeó HyungWon en voz baja, sintiendo cómo su rostro se encendía cada vez más. HoSeok asintió, una suave sonrisa dibujada sobre sus labios. HyungWon sentía que flotaba—. ¿C-cómo e-en una ci-ci-cita?

—Dije que iba a cortejarte apropiadamente, ¿no? —dijo él.

—Ho-HoSeok, yo... no sé qué decir —suspiró HyungWon—. Yo... nunca he tenido una cita antes.

—En ese caso —HoSeok dio un paso al frente, tomando con cuidado la mano de HyungWon, dejando caricias en ella—, permíteme darte una primera cita que sea digna de ti y de todo lo que siento por ti.

HyungWon lo miró, ambos con una expresión que dejaba ver lo mucho que se querían. Después de unos segundos, HyungWon asintió con una sonrisa tímida, ajustando sus anteojos sobre el puente de su nariz.

—Me gustaría salir contigo, HoSeok.

🐰 💖 🐢

Anteriormente ya había visitado aquella tienda, en compañía de su madre y de su tía, quién al principio no parecía estar emocionada por el viaje al centro comercial y al final terminó comprando la misma cantidad de artículos que su hermana (sino es que más). Aquel día JooHeon había terminado cargando gran parte de las bolsas de compras, pero había sido por decisión propia. Desde que las marcas en el muro de la escalera presentaban mayor distancia la una de la otra, JooHeon se propuso ejercitarse para ser alguien grande y fuerte que pudiera proteger apropiadamente a su familia (y claro, también a ChangKyun). Por eso no le molestaba cargar con las bolsas de compras, además de que eso permitía que sus acompañantes pudieran pasear con mayor libertad por los aparadores y tiendas de su interés. Sobre todo si su acompañante era Chae ChangKyun. ChangKyun solía decir que no podía seguirle el paso a su madre cuando la acompañaba al centro comercial, pero de cierta manera era igual a ella en ese aspecto.

Cuando llegaron al centro comercial, ChangKyun dijo que sólo compraría lo necesario para que su cabello estuviera bajo control y no le bloqueara la vista al momento de estudiar. Sin embargo, su promesa quedó en segundo plano apenas pasaron por una de sus tiendas de ropa favoritas; sus ojos brillaron al ver una camisa y en un parpadeo JooHeon ya se encontraba siendo el juez de las múltiples prendas y atuendos que llamaban la atención del menor. ChangKyun confiaba en que había heredado de su madre el buen gusto para vestir, pero aún así sentía que la opinión de JooHeon era importante.

(Porque JooHeon nunca le mentiría, ¿cierto?)

Visitaron varias tiendas hasta que llegaron a la que era su destino principal; JooHeon miraba una vitrina donde se exhiben varios relojes para dama y se preguntó si a su madre y a su tía les gustaría uno. «Estos son muy lindos, la correa es metálica y los números son de buen tamaño —pensó, mirando los distintos acabados de las piezas—. A mamá le gustaría el de color rosado y la tía SoYoung tal vez le guste uno de color blanco... ¿O será mejor unos brazaletes?»

—Honey —llamó ChangKyun, JooHeon se giró para verlo y por poco deja caer las bolsas de compras. El suave y brillante cabello de ChangKyun lucía unos bonitos broches de colores pastel y otros con pequeñas perlas—, encontré esto en la sección de allá. Una señorita me ayudó a escogerlos, ¿qué te parecen? ¿Crees que se ven lindos?

—Te ves tan bonito —suspiró JooHeon, sin apartar la vista del menor. ChangKyun sonrió, le gustaba cuando JooHeon le decía que se veía bien.

—También tienen unos con lazos de colores, otros con figuritas y brillantes. ¿Quieres que escojamos juntos?

—Se-seguro, te ayudaré

ChangKyun sonrió y se puso a su lado. JooHeon no podía dejar de verlo, luciendo tan bonito ante sus ojos.

—¿Qué estabas mirando? ¿Relojes?

JooHeon asintió.

—Estaba pensando en regalarle uno a mi mamá y a mi tía, los que tienen ya están muy desgastados.

—A tu mamá se le vería bonito uno de color rosa. Haría juego con el bolso que le regalaste el día de las madres —dijo ChangKyun, mirando los diferentes modelos—. Pero la tía SoYoung hace tiempo que no usa relojes, ¿qué tal un brazalete?

—¿Cuál crees que le gustaría?

ChangKyun se dirigió a una de las mesas que exhibía varios brazaletes. JooHeon caminó detrás de él, sin evitar sonreír al verlo con los adorables broches de cabello y pensó que podría guardar esa imagen en una fotografía, así que aprovechó que ChangKyun estaba concentrado viendo los brazaletes para sacar su teléfono y tomarle una linda fotografía; las luces de la tienda hacían que las pequeñas perlas en su cabello brillaran. Agradeció haber silenciado su teléfono.

—¿Qué te parece este? —ChangKyun señalaba un brazalete de cadena delgada decorado con un girasol en color dorado—. Se ve muy bonito.

—Realmente bonito —dijo JooHeon, pero no se refería al brazalete.

—Buenas tardes, caballeros. ¿Puedo ayudarles en algo? —dijo una señorita de vestimenta elegante y con el cabello recogido en un moño—. ¿Les gustó una pieza en especial? Pueden verla sin compromiso.

—Buen día. Nos gustó el brazalete con el girasol —dijo JooHeon—. ¿Podría mostrárnoslo? Por favor.

—Seguro —dijo la mujer con una sonrisa—. Es parte de una línea de verano, nos acaba de llegar. Esa pieza en particular viene a juego con otra, son brazaletes de pareja.

—Disculpe, ¿dijo de pareja? —preguntó JooHeon. La mujer asintió.

—¿Cuál es la pieza a juego? —preguntó ChangKyun, sintiendo un extraño cosquilleo recorrerle el cuerpo.

La mujer tomó otro brazalete. Ambas piezas eran idénticas, con excepción de las flores; uno tenía una rosa y el otro un girasol.

—Vaya, son realmente preciosos —dijo ChangKyun, tomando el brazalete con el girasol. JooHeon tomó el que tenía la rosa y no pudo evitar recordar lo mucho que a ChangKyun le gustaban las rosas.

—Este tipo de brazaletes son muy buscados por las parejas, sobre todo las más jóvenes —agregó la mujer. ChangKyun se encontraba tan distraído viendo el brazalete que no se percató cuando la mujer se acercó a decirle algo a JooHeon—. Dicen que si se lo regalas a tu pareja su amor durará por mucho tiempo.

JooHeon sintió sus mejillas enrojecer, provocando una sonrisa en la mujer. JooHeon reparó en la sortija de matrimonio que adornaba su dedo anular y se preguntó si ella y su pareja usarían este tipo de brazaletes. Fue el sonido del teléfono de ChangKyun el que lo sacó de sus pensamientos.

—Oh, disculpen, debo atender esta llamada —dijo, dejando el brazalete sobre la mesa de cristal y alejándose.

—Tu novio parece un chico agradable —dijo la señorita con voz suave—, hacen muy linda pareja.

—A-ah, no-nosotros no... N-no somos... No, no, él y yo sólo somos...

—Mis disculpas, debí malinterpretar. Es sólo que se miraban con tanto cariño que creí que estaban juntos.

«¿Que nos mirábamos? ¿ChangKyun me estuvo mirando?»

JooHeon suspiró, mirando hacia donde ChangKyun se había ido. Entonces la mujer entendió la situación y con voz suave dijo:

—Creerás que soy una entrometida, pero ustedes me recuerdan mucho a cómo éramos mi esposo y yo en la escuela. Todo mundo sabía que gustábamos el uno del otro a excepción de nosotros.

—Parece que con nosotros es igual —suspiró JooHeon—. Pero tengo miedo de arruinar lo que tenemos porque, si las cosas no funcionan, nada será lo que era antes y no quiero perderlo... Hemos estado juntos desde que éramos unos niños.

—Algo me dice que las cosas saldrán bien —dijo ella con una sonrisa—. A veces debemos confiar en lo que quiere el corazón.

JooHeon sonrió y pasados unos minutos se acercó hacia donde estaba ChangKyun.

—Disculpa, Honey, era HyungWon, dijo que era una emergencia y sólo yo podía ayudarlo.

—¿Él está bien?

—Sí, sólo quería que le diera algunas ideas sobre qué usar para una ocasión especial.

—Ah, una emergencia de moda.

ChangKyun asintió.

—Creo que por fin va a salir con HoSeok. ¡Ya era hora! —exclamó, guardando su teléfono—. Oh, ¿compraste algo?

—El reloj para mi mamá. Después veré qué puedo obsequiarle a mi tía.

—¡Oh, cierto! Ven conmigo, quiero que veas los broches de los que te hablé —ChangKyun tomó la mano de JooHeon y caminaron hasta donde estaban los broches, sin soltarla en ningún momento (tal vez porque las manos de JooHeon eran suaves y cálidas, o eso se decía ChangKyun).

🐝 🌻 🐺

El área de comida del centro comercial tenía un ventanal que daba hacia la ciudad; ver cómo el sol se ocultaba tras el horizonte urbano sería algo agradable de ver de no ser por la gran cantidad de personas que se encontraban en el área. ChangKyun no era de los que rehuía de las multitudes, pero se sentía incómodo después de cierto tiempo y era cuando prefería hacer un cambio de ambiente y respirar aire fresco. Por eso optaron por comer sus helados en uno de los jardines del centro comercial, donde podían sentir la brisa fresca del verano y ver cómo los locales se iban vistiendo para el ocaso.

JooHeon respondía un mensaje de su madre mientras ChangKyun parecía algo inquieto, viendo de un lado a otro y comiendo un poco de lado en el proceso. Izquierda, derecha, izquierda, helado, derecha, helado, izquierda.

—¿Pasa algo, ChangKyunah? —preguntó JooHeon.

—N-no, todo está bien. ¿P-por qué la pregunta? ¿Quieres helado?

ChangKyun le dio una cucharada de su helado, era de fresa.

—Parece como si estuvieras buscando a alguien.

—¡Pfff! Para nada, sólo estoy... ¡viendo a los perritos! Hay algunos muy lindos. Me pregunto si debería traer a Maya a pasear.

—Seguro que le gustaría.

—Déjame probar tu helado.

—No.

Ehhh, ¿Por qué?

—No quiero hacerlo.

—Yo te di un poco de mi helado, es un trato justo, Lee JooHeon.

—Me lo diste porque quisiste hacerlo, pero yo no quiero darte del mío.

—¿Qué estás...? Anda, déjame probarlo —ChangKyun intentaba acercarse, pero JooHeon alejaba el vaso cada vez que lo hacía, riéndose—. ¡JooHoney! Debes aprender a compartir.

—Lo dice el que no compartía ni sus crayolas.

—¿Qué edad tienes? ¿Seis? Dame helado.

—Tú tienes tu helado —dijo JooHeon entre risas.

—Pero quiero probar el tuyo. ¡Honey!

JooHeon reía y ChangKyun sonreía, y en algún momento de la batalla por el helado, sus rostros quedaron cerca el uno del otro. JooHeon pudo ver cómo las luces se reflejaban en los ojos de ChangKyun simulando las estrellas, mismas que ChangKyun —por un momento— creyó ver en los ojos de JooHeon; por alguna razón se encontró pensando en los girasoles.

ChangKyun movió los labios intentando decir algo.

—Toma, prueba un poco —dijo JooHeon, bajando su helado. ChangKyun lo miró—, tiene trocitos de fresa.

—Gracias... —dijo ChangKyun en voz baja, tomando una cucharada y volviendo a su lugar. ¿Qué había sido eso?

—¡ChangKyunah~! —escucharon, ambos muchachos giraron en dirección de la voz femenina, encontrándose con un par de chicas que ambos conocían porque iban a la misma escuela. Los saludaba una chica de cabello rubio—. ChangKyunah~, JooHeon, qué sorpresa encontrarlos aquí.

—Lo mismo digo, Liz —dijo ChangKyun, poniéndose de pie—. ¿Están de compras?

Liz asintió.

—YuJin se compró esta blusa, ¿verdad que se ve muy linda?

—Te ves bien, YuJin —dijo ChangKyun, mirando a la chica, quien le sonrió tímidamente. Sus hoyuelos eran bonitos, se preguntó si quizás por eso le gustaba a JooHeon—. ¿Tú qué opinas, JooHeon?

—S-sí, se ve linda. Te va bien ese color.

—Gracias —dijo ella, sus dedos jugando con el cordón de la bolsa—. Disculpenos, pasábamos por aquí cuando Liz quiso acercarse a saludar. No queríamos interrumpirlos.

—¡Ah, no se preocupen! ¿Van a ver más tiendas?

Liz asintió.

—¿Les gustaría acompañarnos? Será divertido.

—Liz... —susurró YuJin—, puede que estén ocupados.

—Está bien, todavía íbamos a ver un par de tiendas.

—¿Cuáles tiendas iban a ver? Vamos juntos —dijo Liz, comenzando a caminar seguida de ChangKyun. Pronto ambos comenzaron a conversar, dejando solos a JooHeon y YuJin.

—Lo lamento mucho, JooHoney, intenté decirle que no viniera, pero ella...

—Está bien, YuJinnie, no pasa nada —dijo JooHeon con una pequeña sonrisa—. De hecho, creo que llegaron en un buen momento.

—¿Ah, sí? ¿Puedo preguntar por qué? —preguntó la castaña, su sonrisa creció cuando vio que el mayor comenzaba a sonrojarse hasta las orejas— Yah~, Lee JooHeon, no me digas que...

—Controla esos pensamientos tuyos, no pasó lo que estás pensando.

—Ajá, ¿y qué crees que es lo que estoy pensando?

—No pienses cosas raras, Ahn YuJin.

—¡No estoy pensando nada raro! —decía YuJin entre risas— ¡Sólo dime! Quiero saber qué pasó, JooHoney. Dimeee.

Más adelante, Liz y ChangKyun conversaban entre sí cuando escucharon las risas de la pareja tras de sí. La rubia sonrió.

—Parece que el plan está saliendo bien —dijo ella en voz baja.

ChangKyun sentía algo extraño, algo que lo hacía sentir raro.

—Sí, parece que todo va bien.

(Porque todo está bien, ¿cierto?)

(Por supuesto que todo está bien, ¿por que no habría de estarlo?)

Esa noche ChangKyun se encontró pensando en muchas cosas, mucho de lo que le venía a la mente se presentaba de la misma manera en la que se veían las viejas cintas de VHS de su padre mientras que otras parecían fotografías polaroid, porque en medio de todo lo que inundó su cabeza recordó cuando JooHeon obtuvo su primera cámara y que solía guardar las fotografías en una caja en algún rincón de su habitación. A diferencia de sus cortometrajes caseros, JooHeon era un tanto reservado en cuanto a algunas de sus fotografías. Decía que era porque los momentos están acompañados de historias, historias que querían ser contadas e historias que preferían quedarse guardadas.

Recuerda que tiene una fotografía de Maya, una que tomó durante el primer invierno desde que regresaron de Seattle.

(Se veía bonito con su bufanda de colores...)

(También se veía bonito hoy).

JooHeon siempre ha sido bonito, ChangKyun es consciente de eso. Desde que eran niños les han dicho que eran muy bonitos; las abuelas que frecuentan el parque cerca de la casa JooHeon solían decirle a ChangKyun que parecía un gatito bebé y que JooHeon tenía las mejillas más bonitas y suavecitas. Después de eso solían pellizcarle las mejillas, dejándolas ligeramente rojas, pero a JooHeon nunca pareció molestarle. En realidad, ChangKyun no podía culpar a las viejecitas por querer apretar las mejillas de JooHeon ya que él también lo había hecho en muchas ocasiones, incluso le gustaba pegar pequeños stickers en sus hoyuelos porque le daban un aspecto adorable.

Y sus abrazos...

(Huelen a vainilla...)

JooHeon siempre le ha dado los mejores abrazos y es que había algo en ellos que lo hacían sentir tranquilo, cálido y protegido. Le habían hecho mucha falta durante el tiempo que estuvo al otro lado del mundo, cuando en varias ocasiones sólo eran él y su hermano, y aunque HyungWon muchas veces intentó ser fuerte, no podía evitar derrumbarse frente a su hermano menor; HyungWon sentía que no era lo correcto porque se supone que tenía que ser él quien protegiera a su hermano menor, no al revés. ChangKyun solía decirle que eso no importaba, que él podía ser fuerte por los dos.

Pero había ocasiones en las que realmente necesitaba un abrazo. Uno con olor a vainilla.

Cuando regresó, JooHeon estuvo ahí en el aeropuerto para recibirlo. ChangKyun recuerda que esa mañana hacía un poco de frío y su madre le dijo que se abrigara antes de salir del aeropuerto; estaban esperando la última maleta de su padre cuando su hermano lo estaba ayudando a subir el cierre de su abultada chaqueta. HyungWon se rio de él.

—Pareces un malvavisco, ChangKyunah —se reía HyungWon y ChangKyun atinó a darle un ligero golpe en el brazo.

Cuando su padre tomó la maleta, salieron. Y fue entonces que se vieron otra vez después de años. Por alguna razón ChangKyun esperaba encontrar al mismo niño adorable que lo había despedido en ese lugar, pero él y su familia se encontraron con un apuesto joven alto, de cabello tan brillante como el sol y con un par de hoyuelos que decoraban su sonrisa. En defensa de ChangKyun, no esperaba que JooHeon se viera de esa manera porque no es como si pudiera ver más allá de los hombros por videollamada. Incluso llegó a poner en duda que se tratara del mismo Lee JooHeon, al menos hasta que lo escuchó decir su nombre.

—¡ChangKyunah~! —ChangKyun dejó su maleta y corrió hacia su mejor amigo, dejándose abrazar en uno de esos abrazos que tanta falta le hicieron—. Pareces un malvavisco, ChangKyunah~.

(Pero ya no huele del todo a vainilla, ¿lo olvidaste?)

🐝 ☁️ 🐺

hello, sunshines! 🤍

¡milagro que no dejo pasar 84 años entre cada actualización! (procede a desaparecer hasta el próximo año).

muchas gracias por leer este capítulo, espero les haya gustado, y sobre todo gracias infinitas por todo el apoyo que le dan a la historia, la cual ya casi llega al final de su primera temporada (oila), y estoy pensando en si debería publicarles algunos ✨fun facts✨ después de que termine (o un poco antes, aún no estoy segura).

nos leemos pronto. 🤍

xx.

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