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Capítulo Dieciocho
❝ Tienda ❞
HyungWon llevaba una bonita bufanda de color púrpura con detalles en color lila que ChangKyun le había obsequiado apenas en la última navidad. En cuanto sintió que la temperatura había bajado, se aseguró de acomodarla de manera que pudiera cubrir su nariz tal y como su madre le había enseñado.
Habían dejado a MinHyuk en la estación de autobuses, ahora, él y HoSeok caminaban rumbo a una pequeña librería que no quedaba muy lejos de la residencia Chae. HoSeok había dado con ella mientras pasaba el tiempo en redes sociales, dando con el blog de una agradable pareja de mediana edad que pasaba los fines de semana recorriendo las calles de Seúl en busca de joyas escondidas para disfrutar de una bebida caliente y de una buena lectura o de algo que la acompañara.
Mientras tanto, el de cabello rizado sólo la había visto cuando salía a pasear con su hermano y con Maya, llamándole la atención por su pintoresca y sencilla fachada, adornada únicamente con un letrero pintado a mano y un aparador con flores, productos de panadería recién salidos del horno y vajillas de cerámica.
De cualquier manera, ambos supieron que querían ir allí en compañía del otro.
Y después de aquella noche, en la que sólo la luna y las estrellas —y Maya— fueron testigos del inocente beso en la mejilla que HyungWon le había robado al mayor, ambos sabían que la atmósfera que los rodeaba en ese momento era una que se diferenciaba de la que existía cuando estaban con sus amigos.
Compartieron una conversación casual durante el trayecto, mismo que realizaron sin prisa y sin preocuparse por nada más que de la compañía del otro y de guardarse las sonrisas que se regalaban. HyungWon no llevaba guantes y las manos de HoSeok estaban a la temperatura correcta.
Cuando llegaron, se encontraron con una atmósfera cálida y con el olor de las avellanas tostadas. Los recibió una chica joven que portaba una camisa con el logo de la cafetería bordado a la altura del pecho; les dio lugar en una mesa convenientemente ubicada cerca del ventanal, con vista al huerto interior del cual HoSeok había leído en internet y pronto se encontraron hablando sobre plantas. HyungWon incluso sacó a colación el huerto de vegetales que su madre solía tener en casa.
—¡Era precioso! Cultivaba zanahorias, papas, fresas, era como tener un pequeño supermercado en el patio trasero —contó HyungWon, sus ojos desprendían ese brillo que a HoSeok tanto le encantaba—. Recuerdo que mi hermano y yo la ayudábamos y terminábamos cubiertos de tierra. Ella nos ponía overoles y mucho protector solar, también usábamos sombreros enormes, pero ChangKyun se lo quitaba apenas podía.
—Suena adorable. ¿Les gustaría volver a tener uno? —HoSeok se llevó la taza de chocolate caliente a los labios, saboreando el sabor dulzón con un ligero toque de canela.
—Mamá lo ha pensado muchas veces, pero no está del todo segura. Ha estado trabajando mucho desde que regresamos —suspiró HyungWon—. Pero de vez en cuando la encuentro mirando las fotos. Creo que por ahora eso y cantarle a las flores la hace feliz.
—¿Cantarle a las flores?
HyungWon asintió luego de tomar un poco de chocolate caliente.
—Digamos que la casa se ha llenado de flores y no soy el único al que le traen felicidad —dijo HyungWon con una sonrisa tímida; en el instante en que sintió la cálida mirada de HoSeok sobre él rápidamente buscó lo poco que quedaba de espuma en la taza—. Hablando de mamás, ¿cómo está tu madre? ¿Todo ha ido bien en la panadería?
—Todo ha estado bien. Cada día llegan más pedidos y a mamá le hace feliz. Hay días en los que parece que el personal no es suficiente y es cuando JinWook y yo entramos a ayudar —dijo—. A veces estamos en la cocina, otra veces recibimos a los clientes y atendemos el teléfono.
—Debe ser lindo tener a toda tu familia apoyándote —suspiró HyungWon. HoSeok lo miró a los ojos, detectando una neblina de tristeza que el menor intentaba ocultar tras una sonrisa—. Me encantaría visitarlos algún día, ¿puedo?
—Eres más que bienvenido. A mamá le encantará conocerte.
Cada que HoSeok le hablaba de su familia, HyungWon no podía evitar sentir una agradable calidez en el pecho. Siempre se preguntaba cómo sería una cena familiar en casa de los Lee; si es que la madre de HoSeok compartía con él el gusto por las flores o si tendrían un pequeño espacio de lectura en casa, así como él tenía varios que le servían como escondite.
Después de terminarse el chocolate caliente, decidieron recorrer la librería. No era muy grande, pero uno podía percibir el olor de los muebles de madera que se combinaba con el perfume del café recién hecho. Los estantes llegaban hasta el techo y de un lado del pasillo había sillones decorados con suaves y esponjosos cojines, un espacio destinado para aquellos que buscaban pasar un tiempo a solas con alguna de las muchas novelas literarias disponibles.
HyungWon se estaba tomando su tiempo estudiando los títulos de las obras, recorriendo los coloridos lomos de cuero desgastados con la punta de sus dedos con una delicadeza tan propia de él. HoSeok lo miraba de soslayo, soltando un suspiro que se perdía entre el sonido de las pisadas de los comensales; HyungWon parecía no ser consciente de lo hermoso que era, de lo mucho que a HoSeok le gustaba ver ese brillo en sus ojos marrones cuando encontraba algo de su completo interés, o siquiera de lo adorable que se veía cuando se sonrojaba por el frío.
Desde muy joven, HoSeok había aprendido a apreciar los pequeños momentos de felicidad que se presentan día con día y de cómo escogemos atesorarlos. Su madre tenía en el recibidor de su casa una vieja cámara polaroid que usaba para guardar los momentos de felicidad en un álbum lleno de fotografías instantáneas porque ella creía que, aunque la felicidad podría ser algo instantáneo, nosotros decidimos cuánto tiempo se vuelve un instante. Y para ella, las fotografías eran instantes eternos. Por eso aprovechó la oportunidad. Ese instante en el que HyungWon se encontraba leyendo las primeras páginas de una novela que a ambos les resultaba familiar; su cabello rizado caía elegantemente sobre sus orejas, unos mechones le hacían cosquillas en la punta de la nariz, completando el cuadro con sus anteojos redondos y resaltando sus esponjosos y rosados labios que parecían saborear las palabras impresas en las páginas de la novela.
—¡No puede ser! ¡HoSeok, mira! —exclamó HyungWon con una sonrisa, acercándole el libro y completamente ingenuo de la situación— Es una de las primeras ediciones, por eso la tinta está corrida y las esquinas desgastadas. No creí que tuvieran algo así. ¿Crees que esté a la venta?
—Es probable, iré a preguntar. Ya vuelvo —HoSeok tomó el libro y se acercó al mostrador de la entrada.
HyungWon lo miraba discretamente, escondido detrás de uno de los libreros, y se encontró pensando en que la sonrisa de HoSeok era tan bonita, que sus ojos redondos eran increíblemente lindos y cálidos. Y sus labios... ¡Dios! Su corazón estaba latiendo como loco. «Tranquilízate, HyungWon. Esto que sientes es perfectamente normal porque te gusta HoSeok. A todos les pasa... Bueno, no es que a todos les guste HoSeok. Bueno, sí, a muchos les gusta, obviamente. Es muy apuesto, es muy amable, es muy guapo, es...»
—HyungWonnie —la voz de HoSeok lo tomó por sorpresa, haciéndolo dar un pequeño brinco en su escondite que provocó en el mayor una bonita sonrisa. HoSeok le extendió una bolsa de papel adornada con un lazo de color rosa—. Sí lo tenían a la venta.
HyungWon lo miró y tomó la bolsa con un adorable gesto confundido.
—HoSeok, no, permíteme pagarlo, por favor —dijo él, tentando su billetera al interior de su abrigo. HoSeok negó suavemente.
—Es un obsequio para ti.
—Soy yo el que debería darte un obsequio, tu cumpleaños fue no hace mucho.
—HyungWon, verte feliz es el mayor obsequio que puedes darme —HoSeok se acercó a HyungWon de manera que el menor pudo oler mejor su perfume. Sentía que las rodillas le temblaban—. Acéptalo, por favor.
El pobre corazón de Chae latía como loco. ChangKyun probablemente se reiría y le diría que debería visitar a un doctor porque eso no era normal. Y ciertamente no lo era. Cuando estaba con HoSeok, nada se sentía normal (o al menos lo que él definía como normal) porque Lee HoSeok era encantador, todo lo que hacía se sentía tan genuino que no tenía duda de la bondad que había en su corazón. Lee HoSeok era un príncipe. Eso fue lo que pensó HyungWon antes de dejar un casto beso sobre la mejilla del mayor, haciendo que ambos terminaran con las orejas teñidas del color de los cerezos. Ese que sin querer se había vuelto el color que los envolvía al pensar y estar con el otro.
Esa misma noche, al llegar a casa, HoSeok cambió el fondo de pantalla de su teléfono.
🐰 📚 🐢
El verano estaba cada vez más cerca, se sentía en el verde que decoraba las copas de los árboles de la ciudad y en el hecho de que los días se sentían cada vez más cálidos y agradables. En otro tiempo, MinHyuk se encontraría emprendiendo un corto viaje por carretera hacia la casa de su abuela donde jugaría en el lago, comería algunos postres caseros e intentaría —otra vez— dominar el arte de hacer coronas de flores para regalárselas a sus amigos.
Sin embargo, ahora, MinHyuk pasaba los días buscando algo qué hacer para mantener la mente ocupada y no pensar en las múltiples cartas que enviaba su tía cada semana, sin contar las largas llamadas con los abogados de la familia Lee. El sólo pensar en eso le provocaba un terrible dolor de cabeza.
Se cubrió el rostro con las manos, apoyando los brazos sobre la fría superficie de la isla de la cocina y trató de recordar lo que le había enseñado su psicóloga; sentía que la respiración se le cortaba de a poco y que su interior se llenaba de un incómodo cosquilleo que le recordaba al ruido blanco del televisor. Entonces un cálido toque se instaló en su espalda, moviéndose lentamente de arriba a abajo hasta que logró percibir el aroma de una comida casera. Pero no cualquier comida casera.
—Respira lento, mi niño. Inhala y exhala, despacio —la voz de su Nana tenía un efecto tranquilizador en él aún después de tantos años.
MinHyuk abrió los ojos lentamente, acostumbrando su visión al blanco de la cocina y al humeante plato lleno de comida frente a él. Escuchó una vez más la voz de su Nana.
—No has comido nada desde el almuerzo, y no me mires con esos ojos que preparé tu favorito.
MinHyuk soltó una risa débil y poco a poco comenzó a comer. La mujer a la que llamaba «Nana» era una vieja amiga de su abuela cuyas visitas se hicieron más frecuentes en los últimos años. Desde que tiene memoria, MinHyuk la ha visto siempre muy arreglada y usando elegantes anillos y collares de perlas. Algo que ella y su abuela tenían en común. Nana lo cuidaba cuando su abuela debía atender asuntos del trabajo o, en los últimos años, cuando trataba con su tía.
—He notado que ya no te quedan más lienzos en blanco y que se te terminó la pintura de color celeste, ¿quieres que vayamos al centro a comprar más? —preguntó ella con voz suave, sentándose en el banquillo de al lado. MinHyuk asintió con las mejillas llenas de comida—. Creo que no es necesario decirte sobre las cartas que tu tía sigue enviando.
—No la llames así, por favor...
—MinYoung sigue solicitando una reunión, contigo y con los abogados —suspiró Nana—. Sigue siendo tan terca como siempre.
—Qué bueno que nunca tuviste hijos. Te estarías ahorrando todo esto.
—Tonterías —dijo, sirviéndole un vaso con agua a MinHyuk—. De lo contrario sería una vieja que se la pasa tejiendo frente al televisor.
—Pero sí te la pasas tejiendo frente al televisor —rió MinHyuk, Nana lo miró divertida.
—Hablemos de otra cosa. ¿No dijiste que la venta de pasteles de tu escuela es la próxima semana? ¿Quieres preparar algo?
—Sabes que no cocino, Nana.
—Lo sé, pero creí que te gustaría hacerle compañía a una anciana mientras prepara un postre de limón. —MinHyuk la miró, curioso, y Nana agregó:— No es algo elegante ni muy elaborado. Últimamente he estado leyendo el viejo recetario que escribimos tu abuela y yo, y creo que es tiempo de hacer algo más que sólo tejer frente al televisor.
MinHyuk la miró a los ojos y encontró en ellos lo mismo que encuentra en el espejo.
Bajó del banquillo de un salto y se acercó a la mujer.
—Bueno, Nana, tú sólo dime qué necesitas e iremos a buscarlo. Aprovechando que vamos a salir, tal vez podríamos, no sé, darnos una vuelta por la tienda de arte —dijo con una sonrisa—. Anda, ¿qué dices? Pintaré algo para ti y tomaremos el té.
—¿Té? Mi niño, ¿cuántos años crees que tengo? —Nana se cruzó de brazos y levantó el mentón en un aparente gesto de indignación—. Que sea una copa de vino y hay trato.
—Es un trato, Nana.
Ambos estrecharon sus manos. Minutos más tarde, MinHyuk ayudaba a la mujer a colocarse su abrigo. Le informó al ama de llaves a dónde irían y que volverían más tarde; ella asintió con una agradable sonrisa y se despidió del joven Lee luego de prometerle que no recibiría a la señora Kim MinYoung o a su esposo si ponían un pie en esa casa. MinHyuk a veces creía que estaba exagerando, pero después de lo ocurrido la última vez sabía que nada era exagerado cuando se trataba de esa mujer.
🍲 🐶 🥢
Su primera visita fue al supermercado, después fueron a una tienda especializada en repostería. Nana caminaba tomada de su brazo, ambos tomaban una bebida caliente que el más joven había comprado luego de salir del supermercado.
MinHyuk no era muy fanático de conducir y a Nana simplemente no le gustaba hacerlo, por lo que requerían de la asistencia del chofer de la familia Lee cuando su agenda involucraba actividades como las de ese día. El chofer muy amablemente los acompañó y les ayudó con las bolsas de sus compras. Sin embargo, MinHyuk no gustaba de dejarle toda la carga —literalmente— y tampoco le agradaba que el personal caminara detrás de él cuando no era necesario (eso era cosa de MinYoung, no de él).
—¿A dónde nos dirigimos ahora, joven Lee? —preguntó el chofer, mirándolo por el espejo retrovisor.
—A la tienda de arte de siempre, señor Jeong. Por favor.
Recuerda la primera vez que visitó esa tienda, en ese entonces era más pequeña; su padre traía un abrigo marrón con botones dorados y su madre una bufanda color borgoña que combinaba con el color de su sortija. Hay cosas que MinHyuk recuerda con claridad, como el aroma de su primera caja de crayones o la manera en la que su padre sostenía la guitarra cuando tocaba en el pórtico del jardín.
Era muy joven para recordar los destellos de las cámaras, pero era consciente de que esa tranquilidad tenía fecha de vencimiento. Sin embargo, no le gustaba pensar en eso o en los recuerdos que cada año se sienten más borrosos. Ahora lo único que quiere es encontrar la sección donde están sus lápices favoritos.
A Nana no le extrañaba ver que el muchacho se moviera de arriba a abajo entre los muchos pasillos y exhibidores de la tienda de arte, además de que lo que ella siempre buscaba —un cuaderno para usar sus acuarelas— lo encontraba rápidamente en la primera planta de la tienda, a unos pasos de una cómoda sala de espera que habían adecuado hacía poco tiempo. Ella dejaba que MinHyuk recorriera la tienda con calma mientras disfrutaba de una taza de té de cortesía.
Hay una canción que MinHyuk se encuentra tarareando más veces de las que cree, no es una canción popular o que haya estado en las listas más prestigiosas de música, sólo es una canción que cree haber escuchado antes en algún lugar que no puede recordar. Pero le ayuda para tener algo en la mente mientras hace algo, como en ese momento en el que está recorriendo los pasillos de la tienda, específicamente en el que se encuentran los juegos de pinceles y de brochas. En su pequeño estudio de arte hay muchos de ellos, pero ninguno comparte algo que lo haga relucir como «parte de algo». Son instrumentos que han pasado por incontable cantidad de pigmentos y de productos de limpieza, que han ayudado a que MinHyuk pinte cuadros maravillosos y a que sólo pinte algo. Pero son instrumentos individuales. Son todo y a la vez no lo son.
Mientras repite la misma estrofa una y otra vez, MinHyuk observa los juegos de pinceles, unos más delicados que otros; unos más decorados y otros tan sencillos y elegantes como la naturaleza misma. Reconoce que son bonitos, realmente bonitos. Pero no le gustan. No son para él.
—Esta semana tenemos una promoción en los productos de Lavrut —escuchó decir a uno de los empleados de la tienda—. Últimamente el conjunto de la noche plateada es uno de los más buscados por los jóvenes artistas.
—Gracias, pero no es lo que estoy buscando —respondió sin apartar la mirada del estante—. De hecho, estoy buscando unas pinturas. Me preguntaba si podría... No puede ser.
MinHyuk suspiró.
—¿Qué tipo de pinturas busca? Recién nos llegaron nuevos productos.
—Olvídalo, las encontraré por mi cuenta.
Bin soltó una risita.
—Suerte con eso —dijo lo suficientemente alto como para que el castaño lo escuchara.
—¿A qué te refieres con eso?
—Hace poco cambiamos la distribución de la tienda —dijo con una pequeña sonrisa.
MinHyuk lo miró.
—Últimamente han hecho muchas cosas en la tienda.
Bin asintió y dio un paso al frente, colocando las manos detrás de su espalda.
—Entonces, ¿cuáles pinturas estás buscando? —agregó con una sonrisa, una que MinHyuk encontraba encantadoramente molesta.
El castaño le entregó la corta lista de compras y, con un gesto, Bin le pidió que lo siguiera. Ambos caminaron por los pasillos de la tienda en un silencio que se veía interrumpido de manera ocasional por algún comentario —principalmente por parte de Bin— y por las voces de los otros compradores, mismas que se volvían un eco con el paso de los segundos.
Moon Bin vestía una camisa blanca, bien cuidada y con el color intacto, unos pantalones casuales y un mandil de un color azul que en la antigüedad se utilizaba únicamente en los retratos de la realeza; a la altura de su pecho descansa una placa metálica en la que reza su nombre grabado: «문빈». MinHyuk debía reconocer que se veía bien (al menos un poco mejor que los otros trabajadores).
—¿Viniste solo? —preguntó Bin mientras buscaba algo en los estantes.
—¿Qué? Disculpa, no estaba escuchando —MinHyuk no reconocería que se había distraído en los pequeños y traviesos mechones que sobresalen del cabello oscuro del mayor.
—Preguntaba si viniste aquí solo o si alguien te acompañaba.
—Ah, no. No vine solo.
—¿La elegante señora que conversa con el jefe vino contigo, verdad?
—Sí.
—¿Un familiar? —Bin sonrió al encontrar la pintura exacta que rezaba en la lista de compras.
—Oh, no. Es mi amante, y es muy celosa —Bin lo miró y MinHyuk no pudo evitar soltar una risa suave.
—Eso explica porqué has rechazado todas mis invitaciones —Bin negó suavemente, entregando el pequeño contenedor de pintura.
—Ella no tiene nada qué ver, sólo no quiero salir contigo —MinHyuk suspiró, viendo el contenido en su canasta de compras. Bin detalló en sus pestañas y en el color de sus labios—. ¿Por qué quieres salir conmigo? ¿Es por...?
Bin se acercó al castaño, con su encantadoramente molesta sonrisa y ojos oscuros, brillantes. MinHyuk sintió sus mejillas arder y a Bin pareció hacerle feliz ser él el causante de aquel gesto que encontró tan tierno.
—Te lo diré... Si aceptas salir conmigo —dijo con una sonrisa traviesa. Tal vez fue un gesto inconsciente, pero MinHyuk hizo un puchero que a Bin le recordó a un gatito enojado. «Tan tierno».
—Eres imposible.
Bin soltó una risa suave cuando MinHyuk se dio la vuelta, dispuesto a irse de ahí antes de que el mayor se diera cuenta del intenso color en sus mejillas.
MinHyuk pagó por los productos en su canasta de compras y después fue con Nana, que conversaba animadamente con alguien a quien Bin se dirigió como «jefe». Minutos más tarde, el mayor se encontraba recargado en la balaustrada que daba hacia el ingreso de la tienda; en su rostro se dibujó una sonrisa y se recordó a sí mismo que debía ser paciente.
Sólo un poco más y, con un poco de suerte, podría probar de nuevo los dulces labios de Lee MinHyuk.
🐱 🎨 🐶
hello, sunshines!
Quiero agradecerles por leer este capítulo y por todo el apoyo que le dan a la historia aún cuando hay actualizaciones una vez al año.
Sinceramente disfruté mucho escribir sobre HyungWon y HoSeok, los amo mucho.
¿Qué creen que vaya a pasar con Min y Bin? ¿Qué hay detrás de la familia de Min?
btw, estuve trabajando en unas cositas referentes a la historia y a los personajes, pero aún no estoy segura de si debería publicarlo de una vez (porque contienen spoilers) o si espero un par de capítulos más... ¿Qué prefieren? 👀
Gracias infinitas por siempre estar.
Nos leemos pronto.
Pórtense bien.
🤍
xx.
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