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Capítulo Doce
Cerezos

La profesora Park caminaba por el aula con pasos lentos, tomándose el tiempo suficiente para admirar el trabajo de sus alumnos.

Anteriormente el salón de arte se ubicaba en el ala sur de la escuela; se sentía frío y difícilmente entraba luz natural durante las horas de clase, pero desde que lo cambiaron al ala este y el director tomó la sabia decisión de cambiar las cortinas de —casi— todas las aulas ahora resultaba casi romántico tomar clases en aquel espacio que anteriormente servía como bodega. El sol entraba libremente por las ventanas, su calidez se podía comparar con una suave brisa que dejaba huella en las cortinas de algodón del aula para después reflejarse, cual arcoíris de primavera, sobre los frascos de cristal tintado que guardaban una variedad un tanto ridícula de pinceles.

El ala este daba hacia uno de los jardines de la escuela, así que siempre se agradecía aquella vista de los árboles de cerezo que, en opinión de JooHeon, combinaban a la perfección con el nuevo salón de arte. Al menos eso evitaba que de sus labios escaparan más risitas al ver cómo ChangKyun difícilmente podía trabajar con la arcilla que la profesora Park había llevado para la clase. El menor tenía un par de manchas de pintura en las mejillas y pequeñas bolitas de arcilla en su cabello; ni siquiera las flores de cerezo podían evitar que JooHeon encontrara divertido el hecho de que ChangKyun estuviera en medio de un conflicto con el material y la tarea de hacer una maceta decorativa.

—¿A ti te parece un gato, Honey?

—¿Estabas haciendo un gato? Creí que era un ratón —dijo el rubio con una de esas sonrisitas que de cierta manera provocaban un cosquilleo en el pecho de ChangKyun.

—¿Desde cuándo te volviste tan bueno con las manualidades? —dijo, recargando su barbilla sobre la mesa, mirando lo que él juraba que era un gato— Debí haber ido contigo y con Min a ese curso de verano de artes plásticas.

—Vamos, Kyunnie, no te desanimes. ¿Quieres que te ayude?

Los ojitos de ChangKyun brillaron.

—¿De verdad?

JooHeon asintió, regalándole una adorable vista de sus hoyuelos.

—Te enseñaré cómo se hace.

ChangKyun tomó su arcilla —de aquel color púrpura que había puesto al principio ahora sólo quedaba un suspiro de color lila— y comenzó a imitar, de manera un poco torpe, los movimientos que JooHeon hacía con la propia. Sus ojitos se paseaban atentos entre la bonita arcilla blanca del rubio y entre la suya, sacando inconscientemente la punta de la lengua cuando comprendió lo que debía hacer. JooHeon se tomó la libertad de mirarlo por unos segundos; pequeños y rebeldes cabellos se interponían en su vista y tenía otro par haciéndole cosquillas en la nariz y en sus mejillas con manchitas de pintura, pero a ChangKyun parecía no importarle, él se mostraba muy concentrado en su labor.

—Está bien si las orejitas no quedan perfectas, no te preocupes por eso —dijo JooHeon con voz suave mientras le acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja—. Tengo qué ir por algo, ya vuelvo.

Así como ChangKyun tenía pequeños —y adorables— hábitos, uno de los tantos hábitos de JooHeon era acomodarle esos pequeños cabellos rebeldes (y hacer uno que otro mohín durante la clase de matemáticas). A ChangKyun le gustaban esos pequeños hábitos porque creían que hacían mucho más especial a JooHeon. Sin embargo, últimamente ChangKyun se sentía un tanto diferente ante los pequeños hábitos de JooHeon; se sentía igual que cuando le dedicaba una de esas sonrisitas especiales. Y ahora sentía que sus mejillas ardían ante uno de los pequeños hábitos del rubio.

—¿Qué opinas, Honey? —preguntó ChangKyun.

—Ahora sí parece un gato —dijo risueño—. Ven, tienes la cara llena de pintura.

JooHeon se acercó y con un pañuelo de tela húmedo comenzó a limpiar la pintura con cuidado de no lastimar al menor. Normalmente las manos de JooHeon eran suaves y cálidas, siempre cuidaba estar lo más presentable y aseado posible, y desde que ChangKyun podía recordar, él era el desastre en esa relación. Aún así, ambos se complementaban. Aportaban tanto a la vida del otro sin siquiera darse cuenta y eso era tema recurrente de conversación entre sus madres cuando se reunían a almorzar los fines de semana.

Eran tan jóvenes, todavía ignoraban el hecho de que sus corazones latían a un mismo ritmo cuando estaban juntos. ¿O no?

—Listo —dijo JooHeon en voz baja, mirando los bonitos ojos de ChangKyun y rezando para que este no notara sus orejas coloradas.

—Gracias, Honey —respondió con aquel tono de voz aterciopelado que no usaba con nadie más que con él.

El taconeo de la profesora Park terminó aquel íntimo momento cuando se acercó a la mesa a ver su trabajo. «¿Habrá visto algo?», se preguntó JooHeon, llevándose una mano a la nuca y negando para sí; estaban al fondo de la clase, siempre tomaban la última mesa porque era la que quedaba más cerca de una de las puertas del aula y porque, según ChangKyun, la luz era más bonita desde ahí.

—Son macetas realmente lindas, niños. Creo que ya están listas para meterlas al horno, así que métanlas con cuidado y después limpien su mesa, ¿de acuerdo? —dijo la mujer con una agradable sonrisa antes de dirigirse a la mesa contigua.

Ambos chicos suspiraron aliviados sin saber porqué, pero sabían lo suficiente como para compartir una sonrisa cómplice.

—¿Quieres que lleve tu maceta al horno? —preguntó JooHeon, ya del otro lado de la mesa.

—Ah, no, todavía no. Préstame tu gatito.

ChangKyun tomó la maceta del rubio y la colocó a un lado de la suya, entonces tomó las puntas de las colas de arcilla y lentamente las curveó hasta que formaron un corazón. El gatito de JooHeon era más bonito que el gatito lila de ChangKyun, pero ese pequeño detalle ahora las haría mucho más especiales y se completarían cuando estuvieran juntas.

—Listo, puedes llevártelos. Ten cuidado porque son nuestros bebés.

—Lo tendré.

El azabache se dedicó entonces a limpiar mientras JooHeon llevaba las adorables macetas al horno.

En el futuro serían una linda historia.

🐝 🪴 🐺

—La electricidad estática es un fenómeno que se debe a una acumulación de cargas eléctricas en un objeto. Esta acumulación puede dar lugar a una descarga eléctrica cuando dicho objeto se pone en contacto con otro —explicaba el profesor Kang, girándose de vez en cuando hacia la pizarra del aula mientras la clase tomaba nota de sus palabras.

Todos menos HyungWon, quien se había pasado los últimos diez minutos de la clase dibujando pequeños conejos en la última página de su libreta.

«¿De verdad será él...?» pensaba, la voz del profesor Kang se volvía cada vez más distante.

—En palabras más simples, se produce cuando ciertos materiales se frotan uno contra el otro, como lana contra plástico o las suelas de zapatos contra la alfombra; esta fricción causa que se retiren los electrones de la superficie de un material... —dijo mientras dibujaba en la pizarra— ...y se reubiquen en la superficie del otro material, ofreciendo niveles energéticos más favorables.

«No puede ser una simple coincidencia, ¿verdad? De todas las personas en la escuela...»

—Señor Chae...

«Además de Min y Kiki, él es el único que sabe sobre la obra de teatro...»

—Señor Chae...

—HyungWon, despierta —llamó MinHyuk en voz baja, tomándolo por el brazo. HyungWon parpadeó un par de veces antes de fijar la vista en el hombre que lo miraba al frente de la clase.

—¿S-sí, profesor Kang?

—¿Puede repetir lo último que dije sobre la electricidad estática?

Oh-oh, los conejitos de la libreta no podrían ayudarlo... Pero sí el dibujo abstracto en la pizarra.

—Los electrones pasan de una superficie a otra por medio de... La fricción de los materiales y...

En ese momento sonó la campana y HyungWon sintió que podía respirar cómodamente.

—Te salvaste —dijo MinHyuk en voz baja.

—Seguiremos con el tema en la próxima clase, hasta entonces lean la primera mitad del siguiente capítulo del libro —habló el profesor Kang mientras tomaba su maletín y un par de carpetas que hasta entonces descansaban sobre el escritorio—. Y joven Chae, la próxima vez procure no distraerse en clase.

La clase se puso de pie por indicación de KiHyun e hizo una reverencia a la vez que el profesor se retiraba del aula. Después, algunos alumnos comenzaron a mover los pupitres para comenzar a almorzar mientras que otros aprovechaban para ir a la cafetería o por una bebida deliciosa de la máquina expendedora.

HyungWon, por el contrario, volvió a tomar asiento mientras un cosquilleo le recorría el cuerpo; las mariposas que sentía cada vez que estaba con HoSeok aleteaban de manera más intensa y él ni siquiera estaba cerca, se estaba poniendo así con el simple hecho de pensar en él. Y si sus sospechas eran ciertas y él era el remitente de las flores que lo recibían cada mañana, ¿Qué debería decir? ¿Cómo debería actuar?

—Esto no puede estar pasando... —lloriqueó, escondiendo su cabeza entre sus brazos recargados en el pupitre.

KiHyun y MinHyuk se miraron, confundidos.

HyungWon se había mostrado muy pensativo y un tanto distante —quizás un poco más de lo normal— durante las clases, y todo comenzó desde que leyó la nota que acompañaba el ramo de rosas de azules de esa mañana.

—Wonnie, ¿podemos hablar? —preguntó MinHyuk, poniéndose de cuclillas junto al pupitre de su amigo.

—HyungWon no está, regrese mañana —dijo con voz amortiguada. Un par de ricitos se movieron ligeramente.

—¿Estás enfermo? ¿Hay algo que te preocupe? —preguntó KiHyun, sentándose en su lugar, volteándose ligeramente hacia el pupitre del más alto—. Sabes que puedes contarnos lo que sea...

Una parte de MinHyuk sentía que no era correcto preguntar lo que estaba a punto de preguntar pues sentía que estaba sacando conjeturas y quizás su amigo se sentía de esa manera por un tema completamente diferente, pero una parte de su corazón le decía que era lo correcto y que era la única manera de poder ayudar a HyungWon.

—¿Tiene qué ver con HoSeok?

HyungWon levantó la cabeza lo suficiente para dejar ver aquella mirada tímida y cristalizada que les recordó al chiquillo de mejillas rosadas y rodillas raspadas que conocieron hacía muchos años.

El resto de la clase se encontraba demasiado absorta en sus propias conversaciones como para interesarse por lo que el grupo de amigos estuviera diciendo, eso le dio un poco más de confianza a HyungWon para salir por completo de su improvisado escondite.

KiHyun y MinHyuk suspiraron profundo al verlo asentir.

—¿Qué pasa con HoSeok? —preguntó MinHyuk.

—É-él...

—¿Acaso te hizo daño? ¿Te dijo algo, se burló de ti? —agregó KiHyun.

—¿Qué? N-no, no, nada de eso. Él es... él de verdad es un príncipe, jamás haría algo para lastimarme —dijo, sonrojado—. Él...

—¿Él...? —siguieron los dos mayores al unísono.

—Él es el que me da las flores —dijo de repente, casi sin respirar o pausar entre palabras, palabras cargadas de vergüenza y un corazón revoloteante.

Silencio. Después una pregunta: «¿Qué?»

—¿Estás seguro, Wonnie? —preguntó MinHyuk, un tanto sorprendido.

Asintió con timidez.

—¿Por qué crees que es él y no otra persona? —agregó KiHyun.

—Porque... él sabe sobre la obra, la de Shakespeare.

—¿La de secundaria?

—¿En la que...?

—S-sí, Min, esa obra —interrumpió, llevando sus manos a la boca del castaño para evitar que siguiera hablando—. Por eso creo que es él.

—Y si es así, ¿Qué es lo que te preocupa?

—Me preocupa no saber cómo actuar delante de él, no saber qué decir o qué hacer —dijo él, avergonzado— ¿Y si mi cerebro me traiciona y digo alguna estupidez?

MinHyuk y KiHyun rieron por lo bajo hasta que sus risas se volvieron más notorias; las mejillas de HyungWon sólo se volvían más y más rosadas que no tuvo más opción que volver su escondite, como si fuera una pequeña tortuga.

—HyungWonnie, aunque dijeras un montón de palabras sin sentido, estoy seguro de que HoSeok seguiría tan enamorado de ti como lo está ahora —dijo KiHyun.

—¿HoSeok está... enamorado de mí...? —dijo, asomando la mirada por entre su precioso cabello rizado.

—¡Kiki! Esas cosas no se dicen así como así —dijo MinHyuk.

—¿Le gusto a...? ¿Él...?

—HyungWonnie, cuando están juntos se puede sentir el amor en el aire —habló KiHyun—. Un poco más y se verían mariposas y corazones revoloteando a su alrededor.

—¿Así como a ti con Shownu? —se burló MinHyuk.

—No cambies el tema, estamos hablando de HyungWon y HoSeok... ¿HyungWon, estás bien?

La pequeña tortuga negó, aún en su escondite.

—¿Cómo esperan que esté bien cuando están hablando de mis sentimientos como si fuera una novela? —dijo, después levantó la cabeza y agregó:— Además, ¿Cómo pueden bromear con algo así? ¿Cómo pueden decir que lo que siento por HoSeok es correspondido cuando yo sólo soy...?

«Nadie...»

De repente, HyungWon se puso de pie; tenía las mejillas sonrojadas y los ojos llorosos, nublados por las voces de un pasado que una vez más se hacían presentes. KiHyun y MinHyuk trataron de detenerlo, pero apenas se pusieron de pie, HyungWon salió del aula a paso veloz.

Sus amigos salieron del aula con el único objetivo de hablar con él, de tratar de arreglar su vómito verbal de alguna manera, mas fue en vano porque HyungWon se desvaneció apenas entró en la cafetería.

🐶 🌸 🐹 🌸 🐢

El escenario era el mismo. HyungWon se sentía tan pequeño, tan patético. Escondido entre los árboles de uno de los jardines de la escuela, con las mangas de su chaqueta húmedas y un dolor de cabeza que no tardaba en hacerse más fuerte. Se sentía como un tonto; sabía que sus amigos no decían aquello con intención de lastimarlo o hacerlo llorar, pero una vez más se dejó guiar por el eco del pasado.

Quería disculparse, decirle a MinHyuk y a KiHyun lo mucho que lo sentía. Pero esas eran unas de las palabras más difíciles de decir.

El sol se reflejaba en el césped fresco y en sus mejillas húmedas a manera de pequeños parches de luz cortesía del árbol de cerezo que, en medio de una inocente travesura, aprovechaba para dejar caer delicados pétalos sobre el cabello rizado del muchacho. Con suerte, los pétalos rosados secarían sus lágrimas y le darían fuerza suficiente como para volver al aula para el siguiente periodo.

Sin embargo, el remolino de emociones se vio interrumpido cuando sintió sus músculos tensarse al escuchar unos pasos que se acercaban por el césped recién cortado, sigilosos, recordándole la fantasiosa escena de los animales que se acercan a una Blanca Nieves inundada por el miedo y llorando en el bosque.

—¿HyungWon? —llamó él con voz tranquila, como una caricia, como los pétalos de cerezo que danzaban en el viento.

Por Dios, HoSeok de verdad era como un príncipe.

HyungWon se giró rápidamente para limpiar, sin ningún cuidado, cualquier rastro que delatara qué había llorado, más era en vano porque HoSeok ya había visto su rostro lloroso, tan hermoso y doloroso como un eclipse de sol. Por lo que se acercó al que su mejor amigo llamaba «ricitos» y lo tomó con delicadeza de las muñecas buscando detener aquellos movimientos que no hacían más que lastimarlo.

Sus anteojos redondos descansaban sobre la hierba fresca, era la primera vez que veía a HyungWon de esta manera y podía jurar que aquel chico era, sin lugar a dudas, la persona más hermosa del mundo. Aún cuando tenía las mejillas rojas y marcadas por lágrimas y mocos.

Y por si la actitud y apariencia principesca de HoSeok no fuera suficiente, el pelinegro sacó un pañuelo de tela del bolsillo de su chaqueta y sin previo aviso comenzó a secar las lágrimas del muchacho con la misma delicadeza con la que una mariposa se posa sobre las flores. HyungWon se quedó sin palabras; no sabía qué hacer así que solamente se dejó cuidar por el mayor. Sentía que su corazón latía con rapidez. HoSeok estaba demasiado cerca, o al menos lo suficiente como para poder percibir la suave esencia de coco que, muy probablemente, era de su champú o de la crema humectante que usaba después de la ducha.

En su cabeza comenzaron a aparecer flores, decenas y decenas de hermosas flores acompañadas por notas que ahora tenían voz, y era de Lee HoSeok.

«Ojalá seas tú... Por favor, dime que eres tú...»

—No vuelvas a hacer eso, podrías lastimarte —dijo HoSeok con voz suave y notablemente preocupada. Miró los ojos de HyungWon y no sabía si era porque acababan de llorar o era por alguna otra cosa, pero se veían más brillantes y hermosos que en otras ocasiones—. Me quedaré contigo hasta que te sientas mejor, ¿de acuerdo?

HyungWon asintió ligeramente mientras HoSeok se sentaba a su lado, logrando transmitirle un poco de su calidez.

En los próximos minutos HyungWon yacía con la cabeza recostada sobre el hombro de HoSeok, la huella del llanto había comenzado a desaparecer dejando únicamente tras de sí un rocío en las pestañas del menor. HyungWon dormía, se permitió tener un sueño tranquilo y en donde se sentía seguro de los trucos del pasado; en su mano descansaba el pañuelo de HoSeok y en las cabezas de ambos la prueba de las travesuras del árbol de cerezo.

Lo que vino después fue una adorable mirada adormilada, pero tranquila; una serie de abrazos seguida de un coro de «Lo siento mucho, Wonnie» y tres empaques de leche con chocolate en una mesa de la cafetería.

HyungWon nunca se preguntó cómo es que HoSeok había dado con él o si su amabilidad tendría algo qué ver con las flores que aparecían sobre su pupitre cada mañana.

Pero si de algo se podía estar seguro, o al menos así lo pensaba MinHyuk mientras regresaba a casa ese mismo día por la tarde, es que KiHyun no era el único que se estaba dando una segunda oportunidad. Y fue ese pensamiento el que terminó por dibujarle una sonrisa que bien podría disfrazarse bajo el nombre de «nostálgica» aunque desde hacía tiempo que aquello eran únicamente gestos que MinHyuk gustaba de hacer cuando estaba solo.

Su cabellera castaña se despeinó ligeramente con la brisa mientras introducía la llave en la cerradura de la puerta principal; el chirrido de las bisagras le hizo preguntarse una vez más si debería adoptar un perro.

En una secuencia casi automática cerró la puerta, dejó la llaves en la credenza del recibidor y se acercó a la cocina únicamente para saludar cortésmente a la señora Kim y a su hija, quienes preparaban una comida que, igual que siempre, llenaba la casa de un delicioso aroma. Aunque nada se comparaba al de antes. Después subió las escaleras hasta su recámara, sin siquiera detenerse a ver el montón de lienzos polvorientos que descansaban en los pasillos; se cambió el uniforme por un conjunto que era en su mayoría ropa vieja y con manchas de diferentes tipos de pintura que jamás pudo quitar.

Y es aquí cuando vuelve a plantearse la idea del perro.

MinHyuk sale de la recámara y da un par de pasos hasta llegar a la habitación más «colorida» —por llamarla de alguna manera— de la casa. Una vez que pone un pie dentro de la habitación se olvida del aroma de la comida de la señora Kim, del ruido que hace el jardinero y de todo aquello que siente que no le aporta algo especial en el momento en que toma el pincel con la cantidad justa de pintura y realiza el primer trazo sobre un viejo lienzo en blanco.

Últimamente pinta sin objetivo alguno. Sus primeros trazos dejaron de ser importantes y ahora es sólo un movimiento cualquiera que hace en un punto arbitrario del lienzo porque ya no tiene certeza de qué es lo que quiere hacer o plasmar; lo hace porque es la única manera de mantenerlo distraído, de descansar de los gestos musculares que hace durante el día y de...

Su teléfono suena.

Suena una y otra vez.

Una vez más.

Y lo toma antes de que suene una quinta vez, sin molestarse en ver el identificador de llamadas porque solamente conoce a alguien que le insistiría lo suficiente como para marcar más de dos veces.

Respira profundo antes de decir:

—Hola, tía. ¿Qué sucede?

🎨 🐶 🎨

¡Hola, solecitos!

Ha pasado un tiempo desde la última actualización y a decir verdad fue porque llegué a un punto en donde me sentía a ciegas con la relación de HyungWon y HoSeok ya que no esperaba acelerar tanto las cosas en el capítulo anterior, por lo que quise intentar retomar un poco de ese ritmo lento y tranquilo de antes.

Y aunque cada vez que escribo algo siento que estoy escribiendo puro "relleno" siempre trato de agregar cositas que aporten algo a la trama. 🤍

Antes de terminar esta nota y volver a desaparecerme por otros cuatro meses, quiero agradecerles infinitamente por tomarse el tiempo de leer esta novela y de dejar comentarios bonitos, los aprecio muchísimo y me motivan a seguir escribiendo porque sé qué hay personitas que leen la historia y que les gusta.

Gracias infinitas por siempre estar.

🤍 🤍 🤍

Nos leemos en la próxima actualización~

(los tqm)

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