Monoma lo mira, lo analiza de arriba a abajo y viceversa. Luego, sonríe, sonríe ampliamente.

-¿Qué?

Kirishima frunce el ceño, aunque acostumbrado a los tratos extraños del rubio, trató de teclear más fuerte para ignorarlo, pero falló. Se siente atrapado por los ojos grises encima de su pierna rota, enyesada, y su fácil mal humor de hoy.

-Nada -responde, manteniendo la sonrisa-. ¿Haciendo actividades administrativas, Red? -Se apoya sobre el escritorio con sus dos manos, haciendo sentir aún más acorralado al pelirrojo.

-Sí, ¿necesitas ayuda con algo o...?

Monoma niega con la cabeza. Parece estar divirtiéndose, buscando una frase, un gesto más para sacarlo de sus casillas.

-No, bueno- -Se endereza-. Estaba pensando en usar el gimnasio de la agencia, ¿sabes? Pero no encuentro mi llave y...

-Ujum, ¿vos, tan organizado, perdiendo algo?

-¡Todos metemos la pata en alguna ocasión, sabes! Y qué deslices tienen algunos, ¿verdad?

Kirishima gruñe entre dientes una especie de "sí".

-Pero bueno, es una pena lo de mi llave y el gimnasio. ¡Y qué te tengan trabajando así, también! Tecleando tanto, no vas a aprovechar los músculos-

-Te doy la mía si te vas. No diré nada.

-Trato.

(Ciertamente, Monoma no ha perdido ninguna llave)