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Se despide de algunos de sus compañeros cuando pasa rápidamente por su lado, sin esperar una respuesta. Saluda a la recepcionista y al guardia parado en la entrada; la brisa le despeina algunos mechones cuando sale de la agencia de héroes. Agotado pero no derrotado, Monoma decide esperar a un taxi antes que volver caminando a su casa.

Ha tenido un día conflictivo, de acá para allá en las calles hasta hace algunos minutos, y solo desea llegar a su cama y dormir profundamente. No ha sido el peor día de su carrera, para ser honestos, pero tener que trabajar con otros héroes acaba siendo más frustrante que hacerlo en solitario, pese a la naturaleza de su quirk —y debido la naturaleza de su quirk también, está solo.

Monoma se recuesta sobre el paredón y espera unos segundos, mirando al cielo: hay luna llena y está despejado, pero hace frío. Una presencia que sale del mismo edificio que él lo choca.

—Disculpa.

Kirishima parece tan apurado por irse de ahí que apenas voltea a verlo, y sigue con su paso calle abajo. Monoma se cruza de brazos y le responde:

—Unos anteojos no te vendrían mal, Riot —como si pudiera ser escuchado. Llega su taxi.

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Cuando por fin se encuentra en casa, Monoma decide cepillarse los dientes, desvestirse para ponerse un pijama de seda azul oscuro y caminar directo a la cama. Pronto, descubre que no tiene el suficiente sueño como para dormirse enseguida, pero sí el cansancio necesario como para no querer hacer nada más que quedarse acostado.

Así que decide acurrucarse con sus almohadas, cerrar los ojos e imaginar. Lo primero que se le viene a la mente es lo caro que sale un maldito taxi, algunas cosas puntuales de su día como el almuerzo y la patrulla de esa tarde, y Kirishima saliendo en remera pese a estar en pleno otoño.

Lo siguiente que hace es pensar en ese pequeño momento: el choque, Kirishima disculpándose y escapando con rapidez de la escena, la espalda del pelirrojo alejándose, sus brazos descubiertos, y se detiene para fantasear unos segundos con cómo sería dormir con esos brazos alrededor suyo.

Por un momento, casi que puede sentir el peso del pelirrojo acostado atrás suyo y su calidez corporal. Es tan desgarradoramente real, que Monoma prefiere abrir los ojos para acabar con esa fantasía. Pero más que decepción, se termina llevando una sorpresa al ver que las sábanas que lo arropan no son del color habitual, sino de un tono granate; y los muebles y paredes no combinan con el resto de la habitación.

A sus espaldas, puede sentir la respiración tranquila de un otro, como si estuviera dormido. Están a oscuras y no sabe cómo reaccionar.

No puede ser... O sí. La decoración delata a quien pertenece esa habitación, pero él tiene miedo de voltear. Monoma toma aire y se sienta en el colchón, mira a la persona que está a su lado sin inmutarse siquiera de su presencia.

Monoma lo sacude violentamente.

—¡¡Riot, despiértate!!

Kirishima abre los ojos, adormilado y luego, asustado.

—¿Eh? ¿¿¿Qué carajos haces vos acá???

Es la primera vez que Monoma lo escucha putear, le parece gracioso, pero lo oculta. El pelirrojo extiende el brazo y prende el velador en su mesita de luz.

—¡Lo mismo me pregunto yo! ¿Qué es lo que haz hecho? —Lo señala con su dedo índice—. Quiero decir, porque es tu culpa, ¿verdad? ¡Yo estaba en mi cama hasta hace dos segundos!

—¡Y yo estaba en la mía, durmiendo!

—Sigues ahí, de hecho.

Es entonces cuando ambos miran al torso desnudo del pelirrojo, tapado hasta la cadera, y el rubio se sobresalta.

—¿No estarás...?

Kirishima agarra una almohada y se tapa vergonzosamente.

—¡No! O sea, duermo en bóxer, ¿okey?

Monoma no responde, simplemente sale de la habitación y camina hasta el salón. Es entonces que se da cuenta que está descalzo y en pijama, qué vergüenza. Una vez allí, busca y prende la luz y se sienta en el sillón.

El departamento de Kirishima es bastante calentito y no se ve mal, aunque él tiene algunas opiniones de decoración que mejorarían el lugar. A menos que Kirishima viva siendo envidiado, tiene demasiado rojo.

Kirishima no tarda mucho en aparecer frente a él, con un pantalón de pijama y una remera vieja encima. Su pelo largo está suelto y despeinado, con algunos piquitos en las puntas que le llegan por debajo de los hombros. Monoma no deja que hable primero.

—Mira, me voy a mi casa, págame un taxi. Y préstame unas pantuflas.

Kirishima se señala a sí mismo.

—¿Yo?

—A menos que quieras que me quede a dormir, no tengo nada encima. Como ya dije, estaba acostado, a punto de dormir, y de repente, aparecí acá.

—Ah, claro.

Varios largos y silenciosos minutos más tarde, Monoma está dentro del auto, pensando en toda la situación —en como el sueño y cansancio se le fueron, y la casa del pelirrojo por dentro, y como duerme, y su pelo y por suerte el taxista no le hace preguntas sobre su vestimenta...

Llega a su casa a eso de la medianoche y lo primero que hace es agarrar el celular para avisarle a su jefa que se tomará el día. Sin embargo, se encuentra con la sorpresa de un mensaje nuevo.

Riot.

- No hablemos de esto mañana.

- ¿¿Vamos a hablar mañana siquiera??

- Bueno, no
Avísame cuando llegues.

- Te respondo, sí, ya llegué

- Me alegro.

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Ahre que escribía no KJKLDJ

Tenía ganas de monokiri, ignórenme.