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Los diferentes estudiantes de la clase 2°A y B empiezan a dispersarse por el escenario, la mayoría para calentar antes de irse a las duchas. El entrenamiento había sido muy duro para todos, y eran un desastre con algunos trajes rotos y llenos de polvo.

En una pantalla gigante se indica una serie de puntajes que evalúan el desempeño de cada alumno con respecto a sus habilidades. Kirishima camina prestando atención a esa pantalla y nada más. Está emocionado por el resultado, pero muy agotado por todo el trabajo que esl conlleva.

—¡Ni tan ma- aaaah!

El pelirrojo se cae en un cráter incrustado en la tierra, quizás con poco más de dos metros de profundidad —obra de Bakugō, si no mal recuerda.

Por supuesto, lo primero que intenta salir por sus propios medios. Utiliza su endurecimiento en las manos para tener un mejor agarre, pero la tierra floja se suelta y él vuelve a caer. Kirishima quiere intentarlo una vez más, hasta que...

—¿Kirish- Red Riot? ¿Qué haces ahí?

No le hace falta mirar para reconocer ese tono de voz. Y de todas las personas...

—Estoy jugando con la tierra, ¿no te parece?

Kirishima voltea, lo mira desde abajo. Monoma está ahí parado, sonriendo con extraña satisfacción.

—Eso puedo observar. —Examina su alrededor, no encuentro a nadie tan cerca como para interrumpirlos. Hace el amague de irse—. En todo caso, te dejar-

—¡Solo sácame de aquí, por favor!

—Perfecto. —Sin más dilación, Monoma hace levitar al pelirrojo, aunque lentamente, y le saca un quejido de susto—. El quirk de Yanagi-san es tan útil en este momento, cómo cualquiera de la clase B. ¿Pero no estás un poco cansado de que tenga que venir a tu rescate? Siento que, de alguna forma-

Antes de que pudiera acabar con su frase, un pedazo de cinta se envuelve alrededor de la cintura de Kirishima y lo tira en dirección opuesta a la del rubio, dejándolo en tierra firme.

—Con que acá estabas, ¡no te encontrábamos por ninguna parte!

—¡Sero! —A Kirishima le brillan los ojos mientras abraza por los hombros al pelinegro, amistosamente—.Muchas gracias, bro.

—Sí, sí, vas a llenarme de tierra hijo de...—Empiezan a caminar hacia la salida—. Vámonos. Bakugō está molesto, ya sabes...

Kirishima voltea a ver a Monoma mientras su amigo le habla. La sonrisa del rubio se ha desvanecido y está parado muy seriamente, con los brazos cruzados. Un momento después, aparece Kendō para llevárselo agarrado también. Lo último que ve de él, es un puchero.

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