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capítulo nueve.

Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. Jennie!Alfa x Rosé!Alfa x Lisa!Omega

***

~En esta negra oscuridad estás brillando tan intensamente...

Jennie dejó caer su bolso en el suelo, en mitad del comedor, y volteó su mirada hacia ChaeYoung. Su mejor amiga se encontraba en la cocina, preparándose una leche con cereal como desayuno, y con esa enorme sonrisa en su rostro.

No podía dejar de recordar el rostro de Lisa, sólo minutos atrás, cuando se la encontró de frente en la puerta. Venía con el rostro cubierto de rojo, los ojos brillando fuertemente, aunque con cierta expresión de pánico que no supo identificar bien. ¿Qué estaba haciendo la omega allí? Era la pregunta que rondaba por su cabeza, una y otra y otra vez.

Imaginarse lo peor le estaba provocando un retorcijón en el estómago, y más cuando recordó la llamada que compartió con la chica. ¿Es qué acaso cambió de opinión?

—Te mueres por preguntarme, lo sé —habló ChaeYoung, y Jennie se volteó a mirarla—, pero te la haré fácil: no, no me acosté con ella. Lisa sólo pasó la noche aquí, pero no lo llevé a la cama, metafóricamente hablando.

Jennie tuvo que sentirse aliviada al escuchar eso, pero fue peor: pudo sentir como el enojo la invadía, porque Lisa pasó la noche allí y no hubo nada sexual entremedio. ChaeYoung seguía comiendo su desayuno como si nada, y la alfa mayor percibió el aroma a bebé de Lisa en su mejor amiga.

—¿Por qué estaba aquí? —preguntó, tratando de no verse molesta, a pesar de que no podía soportar la situación—. Si no estaba aquí por la apuesta, ¿Entonces qué hacía aquí? —ChaeYoung parpadeó, observándola—. ¿Sabes cuál es la regla número uno o no?

ChaeYoung bajó el bol donde tenía su desayuno, atónita por lo que estaba escuchando, y Jennie se sentía aliviada de haberla agarrado desprevenida. Eso era lo que necesitaba.

—¿O ya rompiste también la regla cinco? —siguió preguntando la alfa mayor—. ¿Estás enamorada de Lisa?

—¡No! —saltó ChaeYoung, apretando su boca en un mohín de rabia—. ¡No he roto ninguna regla, y menos esa!

Jennie se encogió de hombros, fingiendo una indiferencia que no sentía. No podía creer que ChaeYoung hubiera llevado a Lisa allí, de seguro se besaron. No era ninguna idiota, y si ellas no se acostaron, probablemente hicieron otras cosas. ChaeYoung no habría desperdiciado una oportunidad como esa.

—La primera regla es estúpida —masculló ChaeYoung, tratando de calmarse. No sabía cómo Jennie le sacó tan rápido de los estribos, cuando sólo antes había estado en una nube al recordar los besos con Lisa—. ¿Por qué no traerla? Aquí sería más fácil grabarla cuando me la folle.

Por Dios, Jennie se enojó mucho más al escucharla decir eso con tanta simpleza, al hablar de Lisa como si fuera un juguete.

Pero eso se supone que era. Ellas apostaron su virginidad como si no fuera nada para ellas.

Su estómago se apretó al pensar en la llamada que le hizo, en su propuesta, en llevarla a la nieve con ella. ¿Qué significaba eso? Jennie tampoco lo pensó mucho, sólo se lo sugirió porque realmente quiso hacerlo, sin una apuesta de por medio.

—¿Y tú? —le preguntó ChaeYoung, alzando su barbilla—. ¿Qué, acaso estás celosa? No habrás roto la regla de oro tú, ¿Cierto, Nini?

Jennie apretó sus dientes. ¿Cómo se atrevía a preguntárselo?

—Claro que no —dijo, despectiva—. Es más, voy a preguntarle a Lisa si quiere salir esta semana conmigo, tal vez la lleve a un lindo hotel por allí en el que abrirla de piernas.

Casi de forma inmediata se sintió más mal al decir eso, en imaginarse el rostro de Lisa si las escuchara hablar de eso. Por Dios, ellas la destrozarían si eso llegara a pasar. La omega no sólo terminaría con el corazón roto, sino que acabaría totalmente desgarrada con esa dolorosa verdad.

ChaeYoung, frente a ella, tenía el rostro tenso y apretado, como si estuviera tratando de contener su propia ira ante sus palabras.

—Procura no marcarla —espetó ChaeYoung, con la voz temblorosa en rabia—. A tu madre no le hará gracia.

—Ni a la tuya —replicó Jennie—. Además, de seguro tu padre espera que tengas más de tres omegas. Tu familia se especializa en eso.

El aire se cargó en feromonas alfas, fuertes, pesadas y tratando de imponerse una a la otra. De seguro, si hubiera un omega allí, ya estaría en pánico ante todos los fuertes aromas que ambas exhalaban.

Ninguna podía creer lo que estaba ocurriendo en ese instante, porque ellas jamás tuvieron una discusión que pudiera escalar a ese punto. Ambas, siempre, se entendieron más que bien, pues se conocían por completo, nunca existieron secretos entre ellas. Pero ahora, lo que estaba pasando, era totalmente nuevo y desconcertante.

Ellas... ¿Estaban peleando por una omega? ¿En qué mundo eso era posible?

—La regla uno puede irse al diablo —habló Jennie con lentitud, tratando de recuperar la calma—. Lisa... Ya estuvo aquí, cualquiera de las dos puede traerla —ChaeYoung asintió en automático—. Y la apuesta...

—Sigue de pie —contestó ChaeYoung, sintiéndose peor ahora, pero debía decirlo—, porque... Porque ninguna está enamorada de Lisa, ¿No es así, Jennie?

Jennie tragó saliva.

—Claro que no —mintió en automático—. Lisa es una omega. Una simple omega.

Que gran mentira. Desde hacía mucho que había dejado de ser eso.

***

Su madre no la recibió con ninguna sonrisa. SeungHyun, por otro lado, tenía los ojos brillantes por el enojo, y Lisa tuvo miedo. No, mentira. No era miedo. Era terror.

Ni siquiera podía sentirse un poco bien al recordar los besos con ChaeYoung, porque la enorme sensación de terror era mucho más grande. En especial, temía que alguno de los dos se diera cuenta: su madre saltaría por la felicidad, pero SeungHyun...

SeungHyun la mataría. O peor: la violaría y marcaría.

—¿Dónde estuviste? —preguntó HyoYeon, con la voz helada.

—Con JiHyo, mamá —habló, tratando de controlar los latidos de su corazón—. Te lo dije ayer.

—Estuviste con una alfa —intervino SeungHyun—. ¿Eso te parece correcto?

—JiHyo tiene un omega —se apresuró a decir—. Se llama Daniel. Ella... —se forzó a no perder los estribos—. Ella es mi mejor amiga. Jamás se fijaría en mí, y yo tampoco la quiero de esa forma.

—¿Y a ti te parece correcto entonces pasar la noche con una alfa que ya tiene omega? —espetó HyoYeon—. ¿Qué demonios te pasa? ¡Por último, si te hubiera marcado-...

—¡No! —saltó Lisa, interrumpiéndola—. Mamá, no. No, basta, por favor —suavizó su voz—. No te alteres, no le hará bien al... Al bebé.

Sus palabras parecieron calmar a la mujer lo suficiente, aunque seguía viéndose insatisfecha con esa situación. A Lisa, en realidad, no le interesaba mucho convencerla a ella, sino a SeungHyun. SeungHyun no podía enterarse, bajo ningún motivo, que estaba mintiendo.

Comenzó a sentirse mal con toda esa situación.

—No vuelvas a hacerlo sin avisar —dijo ella, desdeñosa—. Y la próxima vez, asegúrate de obtener una marca.

Asintió con fuerza, bajando la vista. Ella bufó, yendo a la cocina para comenzar a preparar el almuerzo. Al menos, ese día no debía ir a trabajar, porque si se quedara solo con SeungHyun, de seguro todo sería catastrófico.

Su padrastro se sentó en el sofá.

—Mírame a la cara, Lisa, y dime la verdad.

Mordió su labio inferior un instante antes de obedecer. Puso una expresión de cansancio, como si estuviera harta de todo ese interrogatorio.

—No mentí —aseguró, felicitándose porque su voz no tembló—. JiHyo es mi mejor amiga, ella ni siquiera está interesada en mí. Ya tiene un omega.

—¿Seguro que fuiste con ella y no con Jennie?

Por un instante, quiso bajar la vista y echarse a llorar. Sin embargo, fue lo suficientemente inteligente como para no hacerlo, porque eso sería admitir la verdad. Y no podía hacerlo, ni siquiera con su madre podía ser honesta.

—Hace mucho no veo a Jennie, porque no le gusto ni ella me gusta —siguió mintiendo—. Además, tú mismo lo dijiste. Yo soy poca cosa para alfas como ella.

SeungHyun asintió con la cabeza, sin dejar de mirarla. Le sostuvo la mirada, temblorosa por dentro, a punto de tener un ataque de histeria por la situación.

—Bueno, puedes irte a tu cuarto —aceptó SeungHyun, viéndose más satisfecho—. Y no te atrevas a hacerlo otra vez. Lo único que faltaría es que anduvieras de puta por allí.

Se puso de pie y a punto estuvo de correr, pero sólo hizo un gesto con su cabeza y se marchó. Una parte suya se enfureció ante las últimas palabras que oyó, sin embargo, hubo otra que le dio la razón al alfa. Después de todo... ¿No estaba jugando con ChaeYoung y Jennie?

Le dijo a Jennie que iría con ella, a esquiar, el catorce de febrero. Incluso pensó en que, si todo salía bien, podría dejarse marcar por ella esa noche. Sin embargo, días después, va donde ChaeYoung, le cuenta sus problemas y se deja besar por ella. Más que besar: ellas se enrollaron en la cama de la alfa, tocándose mutuamente, durmiendo abrazadas. ¿Eso no era actuar como una puta?

Y lo peor de todo, no era eso: era saber que se estaba metiendo entre dos amigas. Dos amigas muy íntimas. Que crecieron juntas, iban a la universidad juntas, que vivían juntas. Lisa era una desgraciada.

Cerró la puerta de su cuarto y se dejó caer en la cama, sacando su celular. Mierda, y se encontró con Jennie al huir de ese departamento. Jennie ya debía saber lo que pasó entre ChaeYoung y ella. Ahora, de seguro, la alfa no querría verla ni en pintura.

Aun así, no pudo evitarlo. Fue al chat que tenía con la chica y le envió un mensaje.

Lili

Jennie Unnie.

Perdón por lo ocurrido hace unas horas.

¿Puedo hablar contigo?

Jennie vio el mensaje, pero no contestó enseguida. Por un instante, Lisa pensó que eso fue todo, lo arruinó, ahora la chica no iba a hablarle más. De seguro la bloquearía y allí acabaría todo.

Pero Jennie contestó media hora después, cuando Lisa estaba presionando su cabeza contra la almohada para ahogar los sollozos.

Jendeukie

Lisa.

No pasa nada.

¿Te parece si lo dejamos para la próxima semana?

Estaré ocupada estos días.

No sabía cómo tomarse esa respuesta: ¿Era algo bueno o malo? Es decir, Lisa no esperaba que respondiera a esas alturas. Y su respuesta no era, honestamente, algo esperanzadora. Era obvio que no quería hablarlo, ni quería verla.

Aunque le contestó. Bien podía no hacerlo.

Lisa se sentía como una estúpida, reprochándose por lo que hizo anoche, por la forma en la que actuó. No estuvo bien nada de lo que hizo, ni siquiera tuvo que haber ido donde ChaeYoung. Pero, por Dios, que bonito se sentía saber que tenía un lugar al que ir en caso de emergencia, saber que alguien la estaba esperando y le podía hacer sentir mejor. Lisa no quería depender de nadie, pero ¿Estaba mal desear tener a una persona especial?

Bueno, pero ya lo hizo. Ya cometió varios errores, y ahora tendría que aprender a vivir con ellos. Le daría su tiempo a Jennie e iba a esperar a hablar con ChaeYoung, aprovechando esos días para tratar de descifrar lo que estaba pasando con ella. Lo que sentía por esas dos chicas.

Sí, Lisa necesitaba aclararse, identificar sus sentimientos. Ella no quería herir a ninguna de ellas dos, no cuando... Cuando fueron tan amables con ella.

Sin embargo, luego de cinco días sin obtener ninguna noticia de ellas, sintió el pánico estallar en su interior.

Ni Jennie ni ChaeYoung le dieron alguna señal, ya fuera por mensaje o yendo a visitarla al café. Parecía como si se hubieran esfumado de la tierra, o peor, le estuvieran evitando por completo. Esa idea la hacía sentir horriblemente mal, y sabía que debía distraerse con algo. Sobre pensar tanto las cosas no le haría bien.

Sin poder evitarlo demasiado, terminó llamando a Mina para salir con ella. Su amiga tuvo que notar su tono desanimado, pues no tardó en aceptar, y el jueves, después del colegio, se juntaron en uno de los centros comerciales de Seúl. Fueron a comprar algo para comer, y fue que se pusieron a hablar.

—¿Así que te besaste con ChaeYoung? —preguntó Mina, luego de que Lisa le contara todo—. ¿Y Jennie te invitó a salir y casi propuso una marca?

Lisa asintió con la cabeza, algo deprimida.

—Jennie me vio con ChaeYoung, y estoy segura de que, si ChaeYoung no se lo dijo, debe adivinarlo con facilidad —agregó la menor—. Es decir... Es obvio, ¿No, Unnie?

—Sí —concedió Mina—. Qué complicado, Limario.

El dulce apodo le hizo soltar una risa baja.

—¿Crees que debería dejarla? —preguntó la Tailanesa—. Es decir, ellas... Ellas tienen un interés en mí, pero ¿Y si lo arruiné? Son amigas y me estoy metiendo entremedio de ellas.

—A ver, pero, ¿Qué tal si vamos por partes? —Mina se enderezó—. Ellas van juntas a verte, ¿No es así? A veces aparecen solas, pero también van juntas.

—Sí, uh... —Lisa asintió con la cabeza—. Son mejores amigas, Minari.

—Claro, así que creo que es evidente que ellas... No sé, si las dos están interesadas, debieron haberlo hablado, ¿No crees, Lis? —aventuró Mina, comiéndose una papa frita—. Las mejores amigas se hablan de todo, así como tú y yo, ¿No es cierto?

Lisa sabía que Mina se lo decía para animarla, no porque lo estuviera acusando de algo, pero no pudo evitar sentirse mal. Había muchas cosas que Lisa ocultaba de su amiga, comenzando por SeungHyun y la situación en casa. La menor no se veía capaz de decirle algo como eso.

—Sí. —concedió, tratando de disimular su tristeza.

—Lo que quiero decir es que ellas... Ellas deben saberlo, es decir, deben haber conversado previamente sobre cortejarte —continuó Mina, un poco preocupada—, a menos que-... —se interrumpió, un poco brusca.

Lisa la miró, parpadeante.

—¿A menos que qué, Unnie?

—¡Oh, nada, ideas tontas! —Mina se rió—. Tal vez deberías hablarlo con las dos, ¿Me entiendes? Citarlas a las dos y decirles que sean claras con lo que quieren de ti.

Mina no le dijo lo que realmente pensaba, porque eso sería asustarla. No quería darle alguna idea descabellada que le comiera la cabeza a Lisa, pues la conocía demasiado bien para saber cómo iba a reaccionar. Por un instante, tuvo la idea de que quizás esas chicas sólo jugaban con ella, así como pensaba JiHyo, pero no sería lo mejor decírselo a alguien como Lisa. Mina no se lo diría, sin embargo, tenía claro que su mejor amiga era ansiosa y sufría, quizás, de depresión.

—Pero eso no sería un poco... Uh... ¿Descarado? —aventuró Lisa, indecisa.

—Claro que sí —apoyó Mina—, pero ellas quisieron cortejarte, entonces que se atengan a las consecuencias.

Esas palabras la hicieron reír, animándola un poco. A pesar de que Mina fuera bromista y risueño, sabía escuchar y dar buenos consejos. A Lisa le gustaba estar mucho con su mejor amiga, y se sintió algo culpable por pensar en quererla sólo para ella.

—Unnie —le dijo, algo más contenta—, estoy muy feliz de que NaYeon y tú se vayan a casar —el rostro de la Japonesa se iluminó.

—¡Qué bueno, Lils! —contestó Mina—. No te preocupes, cuando ella y yo nos vayamos a vivir juntas, y si tú quieres, te podemos adoptar.

Volvió a reírse, olvidando momentáneamente todos sus problemas, y eso fue suficiente para tenerla aliviado un par de días más. Al menos, hasta que los nervios volvieron a atacarla por estar siendo ignorada por ambas alfas.

Es decir, ella no volvió a enviarles un mensaje preguntándoles si podía verse con cualquiera de las dos. Decidió esperar pacientemente, quizás alguna le pedía juntarse a comer algo, o incluso, cada vez que iba a trabajar, esperaba que se aparecieran, por último, a saludarla. Pero ninguna de las dos dio señal de vida alguna por el resto de la semana.

Cuando llegó la quincena de enero, prácticamente dos semanas desde que ocurrió todo y ellas seguían haciéndole el quite, fue que Lisa decidió enviarles un mensaje. Por último, pensó con desolación, les diría todo lo que pensaba antes de mandarlas al diablo.

Mina tenía razón, ellas debían haber hablado sobre ella, aunque fuera algo mínimo, y por eso ahora le hacían el quite. Tal vez las dos se dieron cuenta de lo fácil que era, así que ya no la querían. Aquel pensamiento casi la hizo llorar, sin embargo, no se dejaría amedrentar por la idea de un posible corazón roto.

Básicamente, le pidió a cada una juntarse, pues debía decirle algo serio. Omitió el hecho de que las citó el mismo día a la misma hora, y es que temía que ellas se negaran a juntarse las tres en el mismo lugar. Esperaba, eso sí, que las alfas no lo hubieran conversado.

Lisa llegó antes al parque central en donde quedó en esperarlas, aprovechando un día que tenía libre en el trabajo. Le mintió a su padrastro diciéndole que iría a estudiar donde JiHyo, así que iba con su mochila y aspecto casual.

La primera en llegar fue Jennie.

—Hola, Lisa. —saludó, viendo a la chica levantarse de la banca en donde estaba sentada. No lo diría en voz alta, pero esas últimas semanas, sin verla, provocó que su alfa la extrañara demasiado.

—Unnie —dijo la menor, sin saber cómo actuar, y sólo inclinó su cabeza—, ¿Cómo estás?

—Algo estresada —respondió Jennie, sentándose a su lado—, el regreso a clases ha sido un poco caótico... ¿Y tú?

Um, bien —Lisa no la miró, mordiendo su labio inferior—, igual que siempre, Unnie.

—Me imagino...

—¿Lisa? ¿Jennie?

Ambas se giraron hacia el lugar de donde provenía la confundida voz. ChaeYoung estaba a unos pasos, con expresión sorprendida al ver a su amiga junto a Lisa. El rostro de Jennie también se tornó confundido, volteándose hacia la omega.

—Las cité a las dos —aclaró con rapidez Lisa, su tono de voz temblando—, necesitaba... Ha-Hablar con ambas.

—¿Con las dos? —ChaeYoung parecía todavía desconcertada, pero también un poco molesta—. ¿Qué se supone que hay que hablar?

—Sí, no entiendo esto, Lisa —apoyó Jennie, frunciendo el ceño—. ¿Hay un tema que tenemos pendiente?

Por un instante, ambas se miraron con cierto temor en sus ojos, pensando que Lisa se enteró de la apuesta. Sí, la chica tenía que saberlo y ahora las iba a encarar para mandarlas al diablo, era el único motivo para que las hubiera citado.

—Ustedes me... Me han estado evitando —habló Lisa, agarrando valentía e interrumpiendo el hilo de pensamiento de las alfas—, yo no sé si hice algo mal, pero ustedes, desde año nuevo, me han ignorado.

—¿Cómo? —preguntó ChaeYoung.

Lisa pareció agarrar valentía, a pesar de que todo su interior se encontraba temblando como su voz.

—¡Eso! Ustedes dos... —sus mejillas se colorearon de rojo, temiendo quedar en ridículo, pero siguió adelante—. Ustedes dos me estaban cortejando, ¿No es así? Y ahora... Ahora ya ninguna quiere algo conmigo...

Esperaba las carcajadas de burla por parte de las chicas, negando sus palabras y diciendo que ellas jamás le iban a cortejar o querer estar con ella de cualquier forma. Sin embargo, tanto Jennie como ChaeYoung quedaron en silencio, sin saber exactamente qué responder.

Las dos parecían saber que, si lo negaban, ese sería el fin de lo que sea que tuvieran con Lisa. Y la idea les provocó pavor. Aunque tampoco se atrevían a decirlo en voz alta frente a la otra.

Lisa interpretó su silencio como una afirmación.

—Las dos deben haberlo hablado —tartamudeó, recordando las palabras de Mina—, son mejores amigas, así que tuvieron que hacerlo, pero parece que lo he arruinado. Si ustedes... —apretó sus labios antes de seguir—. Si ustedes no están más interesadas en mí, quiero me que lo digan. Necesito que me lo digan ahora.

—Lisa —la primera en hablar fue Jennie—, ¿No sería mejor que cada una lo converse contigo por privado? —tragó saliva.

Sin embargo, supo que no fue la elección correcta de palabras al ver el rostro de Lisa decaer. La chica se puso de pie, agarrando la tira de su mochila.

—¿Hablar qué en privado? —preguntó, un poco enfadada—. ¿Acaso sienten vergüenza? ¿Vergüenza de cortejarme? —sacudió su cabeza—. Si alguna de las dos no está interesado en mí, prefiero que me lo diga ahora. Incluso si las dos no me quieren de esa forma, para dejar de esperar algo de ustedes.

Más silencio por parte de las alfas, tan asustadas por el rumbo que estaba tomando la conversación.

Es decir, ambas lo sabían. Ambas tenían claro que, para llevar a Lisa a la cama, tendrían que jurarle amor eterno, enamorarla y fingir que la amaban. El problema es que no sabían si lo fingían. No tenían claro si eso seguía siendo un juego.

La expresión de Lisa se volvió decepcionada.

—Ya veo —suspiró, desilusionada—. Al final, siguen siendo unas alfas orgullosas que jamás mirarían a una honhyeols como yo en serio. —parecía muy triste y ambas querían consolarla, pero se quedaron en silencio.

—Las cosas no son así —ChaeYoung tomó valentía para hablar luego de un instante—, pero Lisa...

—Pero nada —replicó la omega—. Yo necesito las cosas claras, ¿No lo entienden? No voy a jugar con ustedes dos porque eso no está bien, y por eso necesito saber qué quieren de mí. Pero, a fin de cuentas, creo que ya me han dejado todo claro —retrocedió un paso—. Gracias por venir, Jennie y ChaeYoung. Nos vemos.

Antes de que pudieran detenerla, Lisa se giró y marchó de allí a paso apresurado, sin querer voltear atrás porque sabía que eso provocaría que rompiera a llorar. Ahora tenía muchas ganas de hacerlo, pero no les daría el gusto de hacerlo en público. Su omega se sentía muy triste y afectada por lo que acababa de ocurrir, y es que no pudo evitar ilusionarse un poquito por la forma en que ambas la trataban.

Qué tonta fue.

Jennie y ChaeYoung vieron desaparecer a Lisa, sin moverse un paso, antes de sentir cómo el pánico estallaba en ellas. ¿Qué demonios acababa de pasar?

Las dos se miraron.

—¿Acaba... Acaba de rechazarnos? —preguntó Jennie, aturdida.

—¿Rechazarnos? —ChaeYoung mordió su labio inferior—. ¿O mandarnos al diablo?

—Mierda. Esto no... —Jennie se puso de pie, vacilando un momento, pero ya no pudo aguantarlo más—. ¿La estabas cortejando o qué mierda?

—¿Yo? —se defendió ChaeYoung—. ¿Y tú? Estoy segura de que tú también lo hacías.

Jennie quería darse de cabezazos contra un árbol. ChaeYoung estaba a segundos de ir tras de Lisa para decirle cualquier cosa.

—Deberíamos dejarla —habló de forma repentina ChaeYoung, llamando su atención—, ¿No lo crees? Deberíamos... —titubeó—. Deberíamos dejar de cortejarla.

—Y olvidarla —concedió Jennie, pero la sola idea le provocó una molestia inexplicable en su corazón—. A la mierda. A la mierda —su tono se volvió un poco agresivo—. No, seguiré adelante, ¿Me oyes? Si tú no quieres seguir con esto, no lo hagas, pero yo lo haré.

—¿Qué? —saltó ChaeYoung, y estrechó sus ojos—. ¿Qué demonios? Jamás dije que no quise seguir con esto —sin poder evitarlo, emitió un gruñido bajo—. ¿Quieres seguir con esto, Kim? No tengo ningún problema —la miró, altiva—. Jamás he perdido contra ti, esto no será diferente.

Ambas ya lo sabían, sin embargo, si se trataba de un juego. Si esa apuesta seguía en pie. Sus palabras decían, evidentemente, que sí, pero sus expresiones...

Sus alfas estaban enfurecidas con el hecho de abandonar a Lisa, de dejar de verla, de no poder hablar más con ella. La sola idea de pensarlo las volvía un desastre.

—Lisa será mía. —gruñó Jennie, con la voz temblando por la ira.

—¿Tuya? —se burló ChaeYoung, rodando los ojos—. Ni en tus más locos sueños, Jendeukie.

Al parecer, la competencia ya no era sólo por el dinero. Ahora incluía también la atención y el amor de Lisa. Pero nadie lo diría en voz alta, no por el momento.

***

Me quiero morir pq cada vez que edito está historia mi internet es una kk y no carga los banners, o por alguna razón mi teléfono decide cambiarle TODOS los guiones y me estresa que no se mantengan iguales AGHHHH

¡Gracias por leer!

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