9.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~En esta negra oscuridad estás brillando tan intensamente...
HyunJin dejó caer su bolso en el suelo, en mitad del comedor, y volteó su mirada hacia SeungMin. Su mejor amigo se encontraba en la cocina, preparándose una leche con cereal como desayuno, y con esa enorme sonrisa en su rostro.
No podía dejar de recordar el rostro de JeongIn, sólo minutos atrás, cuando se lo encontró de frente en la puerta. Venía con el rostro cubierto de rojo, los ojos brillando fuertemente, aunque con cierta expresión de pánico que no supo identificar bien. ¿Qué estaba haciendo el omega allí? Era la pregunta que rondaba por su cabeza, una y otra y otra vez.
Imaginarse lo peor le estaba provocando un retorcijón en el estómago, y más cuando recordó la llamada que compartió con el chico. ¿Es qué acaso cambió de opinión?
—Te mueres por preguntarme, lo sé —habló SeungMin, y HyunJin se volteó a mirarlo—, pero te la haré fácil: no, no me acosté con él. JeongIn sólo pasó la noche aquí, pero no lo llevé a la cama, metafóricamente hablando.
HyunJin tuvo que sentirse aliviado al escuchar eso, pero fue peor: pudo sentir como el enojo lo invadía, porque JeongIn pasó la noche allí y no hubo nada sexual entremedio. SeungMin seguía comiendo su desayuno como si nada, y el alfa mayor percibió el aroma a bebé de JeongIn en su mejor amigo.
—¿Por qué estaba aquí? —preguntó, tratando de no verse molesto, a pesar de que no podía soportar la situación—. Si no estaba aquí por la apuesta, ¿Entonces qué hacía aquí? —SeungMin parpadeó, observándolo—. ¿Sabes cuál es la regla número uno o no?
Seung bajó el bol donde tenía su desayuno, atónito por lo que estaba escuchando, y HyunJin se sentía aliviado de haberlo agarrado desprevenido. Eso era lo que necesitaba.
—¿O ya rompiste también la regla cinco? —siguió preguntando el alfa mayor—. ¿Estás enamorado de JeongIn?
—¡No! —saltó SeungMin, apretando su boca en un mohín de rabia—. ¡No he roto ninguna regla, y menos esa!
HyunJin se encogió de hombros, fingiendo una indiferencia que no sentía. No podía creer que SeungMin hubiera llevado a JeongIn allí, de seguro se besaron. No era ningún idiota, y si ellos no se acostaron, probablemente hicieron otras cosas. SeungMin no habría desperdiciado una oportunidad como esa.
—La primera regla es estúpida —masculló SeungMin, tratando de calmarse. No sabía cómo HyunJin le sacó tan rápido de los estribos, cuando sólo antes había estado en una nube al recordar los besos con JeongIn—. ¿Por qué no traerlo? Aquí sería más fácil grabarlo cuando me lo folle.
Por Dios, HyunJin se enojó mucho más al escucharlo decir eso con tanta simpleza, al hablar de JeongIn como si fuera un juguete.
Pero eso se supone que era. Ellos apostaron su virginidad como si no fuera nada para ellos.
Su estómago se apretó al pensar en la llamada que le hizo, en su propuesta, en llevarlo a la nieve con él. ¿Qué significaba eso? HyunJin tampoco lo pensó mucho, sólo se lo sugirió porque realmente quiso hacerlo, sin una apuesta de por medio.
—¿Y tú? —le preguntó SeungMin, alzando su barbilla—. ¿Qué, acaso estás celoso? No habrás roto la regla de oro tú, ¿Cierto, Hyunnie?
HyunJin apretó sus dientes. ¿Cómo se atrevía a preguntárselo?
—Claro que no —dijo, despectivo—. Es más, voy a preguntarle a JeongIn si quiere salir esta semana conmigo, tal vez lo lleve a un lindo hotel por allí en el que abrirlo de piernas.
Casi de forma inmediata se sintió más mal al decir eso, en imaginarse el rostro de JeongIn si los escuchara hablar de eso. Por Dios, ellos lo destrozarían si eso llegara a pasar. El omega no sólo terminaría con el corazón roto, sino que acabaría totalmente desgarrado con esa dolorosa verdad.
SeungMin, frente a él, tenía el rostro tenso y apretado, como si estuviera tratando de contener su propia ira ante sus palabras.
—Procura no marcarlo —espetó SeungMin, con la voz temblorosa en rabia—. A tu madre no le hará gracia.
—Ni a la tuya —replicó HyunJin—. Además, de seguro tu padre espera que tengas más de tres omegas. Tu familia se especializa en eso.
El aire se cargó en feromonas alfas, fuertes, pesadas y tratando de imponerse una a la otra. De seguro, si hubiera un omega allí, ya estaría en pánico ante todos los fuertes aromas que ambos exhalaban.
Ninguno podía creer lo que estaba ocurriendo en ese instante, porque ellos jamás tuvieron una discusión que pudiera escalar a ese punto. Ambos, siempre, se entendieron más que bien, pues se conocían por completo, nunca existieron secretos entre ellos. Pero ahora, lo que estaba pasando, era totalmente nuevo y desconcertante.
Ellos... ¿Estaban peleando por un omega? ¿En qué mundo eso era posible?
—La regla uno puede irse al diablo —habló HyunJin con lentitud, tratando de recuperar la calma—. JeongIn... Ya estuvo aquí, cualquiera de los dos puede traerlo —SeungMin asintió en automático—. Y la apuesta...
—Sigue de pie —contestó SeungMin, sintiéndose peor ahora, pero debía decirlo—, porque... Porque ninguno está enamorado de JeongIn, ¿No es así, HyunJin?
HyunJin tragó saliva.
—Claro que no —mintió en automático—. JeongIn es un omega. Un simple omega.
Que gran mentira. Desde hacía mucho que había dejado de ser eso.
Su madre no lo recibió con ninguna sonrisa. JaeHyung, por otro lado, tenía los ojos brillantes por el enojo, y JeongIn tuvo miedo. No, mentira. No era miedo. Era terror.
Ni siquiera podía sentirse un poco bien al recordar los besos con SeungMin, porque la enorme sensación de terror era mucho más grande. En especial, temía que alguno de los dos se diera cuenta: su madre saltaría por la felicidad, pero JaeHyung...
JaeHyung lo mataría. O peor: lo violaría y marcaría.
—¿Dónde estuviste? —preguntó HyeJi, con la voz helada.
—Con ChangBin, mamá —habló, tratando de controlar los latidos de su corazón—. Te lo dije ayer.
—Estuviste con un alfa —intervino JaeHyung—. ¿Eso te parece correcto?
—ChangBin tiene una omega —se apresuró a decir—. Se llama ChaeYoung. Él... —se forzó a no perder los estribos—. Él es mi mejor amigo. Jamás se fijaría en mí, y yo tampoco lo quiero de esa forma.
—¿Y a ti te parece correcto entonces pasar la noche con un alfa que ya tiene omega? —espetó HyeJi—. ¿Qué demonios te pasa? ¡Por último, si te hubiera marcado...!
—¡No! —saltó JeongIn, interrumpiéndola—. Mamá, no. No, basta, por favor —suavizó su voz—. No te alteres, no le hará bien al... Al bebé.
Sus palabras parecieron calmar a la mujer lo suficiente, aunque seguía viéndose insatisfecha con esa situación. A JeongIn, en realidad, no le interesaba mucho convencerla a ella, sino a JaeHyung. JaeHyung no podía enterarse, bajo ningún motivo, que estaba mintiendo.
Comenzó a sentirse mal con toda esa situación.
—No vuelvas a hacerlo sin avisar —dijo ella, desdeñosa—. Y la próxima vez, asegúrate de obtener una marca.
Asintió con fuerza, bajando la vista. Ella bufó, yendo a la cocina para comenzar a preparar el almuerzo. Al menos, ese día no debía ir a trabajar, porque si se quedara solo con JaeHyung, de seguro todo sería catastrófico.
Su padrastro se sentó en el sofá.
—Mírame a la cara, JeongIn, y dime la verdad.
Mordió su labio inferior un instante antes de obedecer. Puso una expresión de cansancio, como si estuviera harto de todo ese interrogatorio.
—No mentí —aseguró, felicitándose porque su voz no tembló—. ChangBin es mi mejor amigo, él ni siquiera está interesado en mí. Ya tiene una omega.
—¿Seguro que fuiste con él y no con HyunJin?
Por un instante, quiso bajar la vista y echarse a llorar. Sin embargo, fue lo suficientemente inteligente como para no hacerlo, porque eso sería admitir la verdad. Y no podía hacerlo, ni siquiera con su madre podía ser honesto.
—Hace mucho no veo a HyunJin, porque no le gusto ni él me gusta —siguió mintiendo—. Además, tú mismo lo dijiste. Yo soy poca cosa para alfas como él.
JaeHyung asintió con la cabeza, sin dejar de mirarlo. Le sostuvo la mirada, tembloroso por dentro, a punto de tener un ataque de histeria por la situación.
—Bueno, puedes irte a tu cuarto —aceptó JaeHyung, viéndose más satisfecho—. Y no te atrevas a hacerlo otra vez. Lo único que faltaría es que anduvieras de puta por allí.
Se puso de pie y a punto estuvo de correr, pero sólo hizo un gesto con su cabeza y se marchó. Una parte suya se enfureció ante las últimas palabras que oyó, sin embargo, hubo otra que le dio la razón al alfa. Después de todo... ¿No estaba jugando con SeungMin y HyunJin?
Le dijo a HyunJin que iría con él, a esquiar, el catorce de febrero. Incluso pensó en que, si todo salía bien, podría dejarse marcar por él esa noche. Sin embargo, días después, va donde SeungMin, le cuenta sus problemas y se deja besar por él. Más que besar: ellos se enrollaron en la cama del alfa, tocándose mutuamente, durmiendo abrazados. ¿Eso no era actuar como una puta?
Y lo peor de todo, no era eso: era saber que se estaba metiendo entre dos amigos. Dos amigos muy íntimos. Que crecieron juntos, iban a la universidad juntos, que vivían juntos. JeongIn era un desgraciado.
Cerró la puerta de su cuarto y se dejó caer en la cama, sacando su celular. Mierda, y se encontró con HyunJin al huir de ese departamento. HyunJin ya debía saber lo que pasó entre SeungMin y él. Ahora, de seguro, el alfa no querría verlo ni en pintura.
Aun así, no pudo evitarlo. Fue al chat que tenía con el chico y le envió un mensaje.
Innie
HyunJin Hyung.
Perdón por lo ocurrido hace unas horas.
¿Puedo hablar contigo?
HyunJin vio el mensaje, pero no contestó enseguida. Por un instante, JeongIn pensó que eso fue todo, lo arruinó, ahora el chico no iba a hablarle más. De seguro lo bloquearía y allí acabaría todo.
Pero HyunJin contestó media hora después, cuando JeongIn estaba presionando su cabeza contra la almohada para ahogar los sollozos.
HyunJinnie
JeongIn.
No pasa nada.
¿Te parece si lo dejamos para la próxima semana?
Estaré ocupado estos días.
No sabía cómo tomarse esa respuesta: ¿Era algo bueno o malo? Es decir, JeongIn no esperaba que respondiera a esas alturas. Y su respuesta no era, honestamente, algo esperanzadora. Era obvio que no quería hablarlo, ni quería verlo.
Aunque le contestó. Bien podía no hacerlo.
JeongIn se sentía como un estúpido, reprochándose por lo que hizo anoche, por la forma en la que actuó. No estuvo bien nada de lo que hizo, ni siquiera tuvo que haber ido donde SeungMin. Pero, por Dios, que bonito se sentía saber que tenía un lugar al que ir en caso de emergencia, saber que alguien le estaba esperando y le podía hacer sentir mejor. JeongIn no quería depender de nadie, pero ¿estaba mal desear tener a una persona especial?
Bueno, pero ya lo hizo. Ya cometió varios errores, y ahora tendría que aprender a vivir con ellos. Le daría su tiempo a HyunJin e iba a esperar a hablar con SeungMin, aprovechando esos días para tratar de descifrar lo que estaba pasando con él. Lo que sentía por esos dos chicos.
Sí, JeongIn necesitaba aclararse, identificar sus sentimientos. Él no quería herir a ninguno de ellos dos, no cuando... Cuando fueron tan amables con él.
Sin embargo, luego de cinco días sin obtener ninguna noticia de ellos, sintió el pánico estallar en su interior.
Ni HyunJin ni SeungMin le dieron alguna señal, ya fuera por mensaje o yendo a visitarlo al café. Parecía como si se hubieran esfumado de la tierra, o peor, le estuvieran evitando por completo. Esa idea le hacía sentir horriblemente mal, y sabía que debía distraerse con algo. Sobre pensar tanto las cosas no le haría bien.
Sin poder evitarlo demasiado, terminó llamando a Felix para salir con él. Su amigo tuvo que notar su tono desanimado, pues no tardó en aceptar, y el jueves, después del colegio, se juntaron en uno de los centros comerciales de Seúl. Fueron a comprar algo para comer, y fue que se pusieron a hablar.
—¿Así que te besaste con SeungMin? —preguntó Felix, luego de que JeongIn le contara todo—. ¿Y HyunJin te invitó a salir y casi propuso una marca?
JeongIn asintió con la cabeza, algo deprimido.
—HyunJin me vio con SeungMin, y estoy seguro de que, si SeungMin no se lo dijo, debe adivinarlo con facilidad —agregó el menor—. Es decir... Es obvio, ¿No, Hyung?
—Sí —concedió Felix—. Qué complicado, Innie.
El dulce apodo le hizo soltar una risa baja.
—¿Crees que debería dejarlo? —preguntó el chico—. Es decir, ellos... Ellos tienen un interés en mí, pero ¿Y si lo arruiné? Son amigos y me estoy metiendo entremedio de ellos.
—A ver, pero, ¿Qué tal si vamos por partes? —Felix se enderezó—. Ellos van juntos a verte, ¿No es así? A veces aparecen solos, pero también van juntos.
—Sí, uh... —JeongIn asintió con la cabeza—. Son mejores amigos, Lix.
—Claro, así que creo que es evidente que ellos... No sé, si los dos están interesados, debieron haberlo hablado, ¿No crees, In? —aventuró Felix, comiéndose una papa frita—. Los mejores amigos se hablan de todo, así como tú y yo, ¿No es cierto?
JeongIn sabía que Felix se lo decía para animarlo, no porque lo estuviera acusando de algo, pero no pudo evitar sentirse mal. Había muchas cosas que JeongIn ocultaba de su amigo, comenzando por JaeHyung y la situación en casa. El menor no se veía capaz de decirle algo como eso.
—Sí. —concedió, tratando de disimular su tristeza.
—Lo que quiero decir es que ellos... Ellos deben saberlo, es decir, deben haber conversado previamente sobre cortejarte —continuó Felix, un poco preocupado—, a menos que... —se interrumpió, un poco brusco.
JeongIn lo miró, parpadeante.
—¿A menos que qué, Hyung?
—¡Oh, nada, ideas tontas! —Felix se rió—. Tal vez deberías hablarlo con los dos, ¿Me entiendes? Citarlos a los dos y decirles que sean claros con lo que quieren de ti.
Felix no le dijo lo que realmente pensaba, porque eso sería asustarlo. No quería darle alguna idea descabellada que le comiera la cabeza a JeongIn, pues lo conocía demasiado bien para saber cómo iba a reaccionar. Por un instante, tuvo la idea de que quizás esos chicos sólo jugaban con él, así como pensaba ChangBin, pero no sería lo mejor decírselo a alguien como JeongIn. Felix no se lo diría, sin embargo, tenía claro que su mejor amigo era ansioso y sufría, quizás, de depresión.
—Pero eso no sería un poco... Uh... ¿Descarado? —aventuró JeongIn, indeciso.
—Claro que sí —apoyó Felix—, pero ellos quisieron cortejarte, entonces que se atengan a las consecuencias.
Esas palabras lo hicieron reír, animándolo un poco. A pesar de que Felix fuera bromista y risueño, sabía escuchar y dar buenos consejos. A JeongIn le gustaba estar mucho con su mejor amigo, y se sintió algo culpable por pensar en quererlo sólo para él.
—Hyung —le dijo, algo más contento—, estoy muy feliz de que MinHo y tú se vayan a casar. —el rostro del pecoso se iluminó.
—¡Qué bueno, In! —contestó Felix—. No te preocupes, cuando él y yo nos vayamos a vivir juntos, y si tú quieres, te podemos adoptar.
Volvió a reírse, olvidando momentáneamente todos sus problemas, y eso fue suficiente para tenerlo aliviado un par de días más. Al menos, hasta que los nervios volvieron a atacarlo por estar siendo ignorado por ambos alfas.
Es decir, él no volvió a enviarles un mensaje preguntándoles si podía verse con cualquiera de los dos. Decidió esperar pacientemente, quizás alguno le pedía juntarse a comer algo, o incluso, cada vez que iba a trabajar, esperaba que se aparecieran, por último, a saludarlo. Pero ninguno de los dos dio señal de vida alguna por el resto de la semana.
Cuando llegó la quincena de enero, prácticamente dos semanas desde que ocurrió todo y ellos seguían haciéndole el quite, fue que JeongIn decidió enviarles un mensaje. Por último, pensó con desolación, les diría todo lo que pensaba antes de mandarlos al diablo.
Felix tenía razón, ellos debían haber hablado sobre él, aunque fuera algo mínimo, y por eso ahora le hacían el quite. Tal vez los dos se dieron cuenta de lo fácil que era, así que ya no le querían. Aquel pensamiento casi le hizo llorar, sin embargo, no se dejaría amedrentar por la idea de un posible corazón roto.
Básicamente, le pidió a cada uno juntarse, pues debía decirle algo serio. Omitió el hecho de que los citó el mismo día a la misma hora, y es que temía que ellos se negaran a juntarse los tres en el mismo lugar. Esperaba, eso sí, que los alfas no lo hubieran conversado.
JeongIn llegó antes al parque central en donde quedó en esperarlos, aprovechando un día que tenía libre en el trabajo. Le mintió a su padrastro diciéndole que iría a estudiar donde ChangBin, así que iba con su mochila y aspecto casual.
El primero en llegar fue HyunJin.
—Hola, JeongIn. —saludó, viendo al chico levantarse de la banca en donde estaba sentado. No lo diría en voz alta, pero esas últimas semanas, sin verlo, provocó que su alfa lo extrañara demasiado.
—Hyung —dijo el menor, sin saber cómo actuar, y sólo inclinó su cabeza—, ¿Cómo estás?
—Algo estresado —respondió HyunJin, sentándose a su lado—, el regreso a clases ha sido un poco caótico... ¿ tú?
—Um, bien —JeongIn no lo miró, mordiendo su labio inferior—, igual que siempre, Hyung.
—Me imagino...
—¿JeongIn? ¿HyunJin?
Ambos se giraron hacia el lugar de donde provenía la confundida voz. SeungMin estaba a unos pasos, con expresión sorprendida al ver a su amigo junto a JeongIn. El rostro de HyunJin también se tornó confundido, volteándose hacia el omega.
—Los cité a los dos —aclaró con rapidez JeongIn, su tono de voz temblando—, necesitaba... Ha-Hablar con ambos.
—¿Con los dos? —SeungMin parecía todavía desconcertado, pero también un poco molesto—. ¿Qué se supone que hay que hablar?
—Sí, no entiendo esto, JeongIn —apoyó HyunJin, frunciendo el ceño—. ¿Hay un tema que tenemos pendiente?
Por un instante, ambos se miraron con cierto temor en sus ojos, pensando que JeongIn se enteró de la apuesta. Sí, el chico tenía que saberlo y ahora los iba a encarar para mandarlos al diablo, era el único motivo para que los hubiera citado.
—Ustedes me... Me han estado evitando —habló JeongIn, agarrando valentía e interrumpiendo el hilo de pensamiento de los alfas—, yo no sé si hice algo mal, pero ustedes, desde año nuevo, me han ignorado.
—¿Cómo? —preguntó SeungMin.
JeongIn pareció agarrar valentía, a pesar de que todo su interior se encontraba temblando como su voz.
—¡Eso! Ustedes dos... —sus mejillas se colorearon de rojo, temiendo quedar en ridículo, pero siguió adelante—, ustedes dos me estaban cortejando, ¿no es así? Y ahora... Ahora ya ninguno quiere algo conmigo...
Esperaba las carcajadas de burla por parte de los chicos, negando sus palabras y diciendo que ellos jamás le iban a cortejar o querer estar con él de cualquier forma. Sin embargo, tanto HyunJin como SeungMin quedaron en silencio, sin saber exactamente qué responder.
Los dos parecían saber que, si lo negaban, ese sería el fin de lo que sea que tuvieran con JeongIn. Y la idea les provocó pavor. Aunque tampoco se atrevían a decirlo en voz alta frente al otro.
JeongIn interpretó su silencio como una afirmación.
—Los dos deben haberlo hablado —tartamudeó, recordando las palabras de Felix—, son mejores amigos, así que tuvieron que hacerlo, pero parece que lo he arruinado. Si ustedes... —apretó sus labios antes de seguir—. Si ustedes no están más interesados en mí, quiero me que lo digan. Necesito que me lo digan ahora.
—JeongIn —el primero en hablar fue HyunJin—, ¿No sería mejor que cada uno lo converse contigo por privado? —tragó saliva.
Sin embargo, supo que no fue la elección correcta de palabras al ver el rostro de JeongIn decaer. El chico se puso de pie, agarrando la tira de su mochila.
—¿Hablar qué en privado? —preguntó, un poco enfadado—. ¿Acaso sienten vergüenza? ¿Vergüenza de cortejarme? —sacudió su cabeza—. Si alguno de los dos no está interesado en mí, prefiero que me lo diga ahora. Incluso si los dos no me quieren de esa forma, para dejar de esperar algo de ustedes.
Más silencio por parte de los alfas, tan asustados por el rumbo que estaba tomando la conversación.
Es decir, ambos lo sabían. Ambos tenían claro que, para llevar a JeongIn a la cama, tendrían que jurarle amor eterno, enamorarlo y fingir que le amaban. El problema es que no sabían si lo fingían. No tenían claro si eso seguía siendo un juego.
La expresión de JeongIn se volvió decepcionada.
—Ya veo —suspiró, desilusionado—. Al final, siguen siendo unos alfas orgullosos que jamás mirarían a un omega como yo en serio. —parecía muy triste y ambos querían consolarlo, pero se quedaron en silencio.
—Las cosas no son así —SeungMin tomó valentía para hablar luego de un instante—, pero JeongIn...
—Pero nada —replicó el omega—. Yo necesito las cosas claras, ¿No lo entienden? No voy a jugar con ustedes dos porque eso no está bien, y por eso necesito saber qué quieren de mí. Pero, a fin de cuentas, creo que ya me han dejado todo claro —retrocedió un paso—. Gracias por venir, HyunJin y SeungMin. Nos vemos.
Antes de que pudieran detenerlo, JeongIn se giró y marchó de allí a paso apresurado, sin querer voltear atrás porque sabía que eso provocaría que rompiera a llorar. Ahora tenía muchas ganas de hacerlo, pero no les daría el gusto de hacerlo en público. Su omega se sentía muy triste y afectado por lo que acababa de ocurrir, y es que no pudo evitar ilusionarse un poquito por la forma en que ambos le trataban.
Qué tonto fue.
HyunJin y SeungMin vieron desaparecer a JeongIn, sin moverse un paso, antes de sentir cómo el pánico estallaba en ellos. ¿Qué demonios acababa de pasar?
Los dos se miraron.
—¿Acaba... Acaba de rechazarnos? —preguntó HyunJin, aturdido.
—¿Rechazarnos? —SeungMin mordió su labio inferior—. ¿O mandarnos al diablo?
—Mierda. Esto no... —HyunJin se puso de pie, vacilando un momento, pero ya no pudo aguantarlo más—. ¿Lo estabas cortejando o qué mierda?
—¿Yo? —se defendió SeungMin—. ¿Y tú? Estoy seguro de que tú también lo hacías.
HyunJin quería darse de cabezazos contra un árbol. SeungMin estaba a segundos de ir tras de JeongIn para decirle cualquier cosa.
—Deberíamos dejarlo —habló de forma repentina SeungMin, llamando su atención—, ¿No lo crees? Deberíamos... —titubeó—. Deberíamos dejar de cortejarlo.
—Y olvidarlo —concedió HyunJin, pero la sola idea le provocó una molestia inexplicable en su corazón—. A la mierda. A la mierda —su tono se volvió un poco agresivo—. No, seguiré adelante, ¿Me oyes? Si tú no quieres seguir con esto, no lo hagas, pero yo lo haré.
—¿Qué? —saltó SeungMin, y estrechó sus ojos—. ¿Qué demonios? Jamás dije que no quise seguir con esto —sin poder evitarlo, emitió un gruñido bajo—. ¿Quieres seguir con esto, Hwang? No tengo ningún problema —le miró, altivo—. Jamás he perdido contra ti, esto no será diferente.
Ambos ya no sabían, sin embargo, si se trataba de un juego. Si esa apuesta seguía en pie. Sus palabras decían, evidentemente, que sí, pero sus expresiones...
Sus alfas estaban enfurecidos con el hecho de abandonar a JeongIn, de dejar de verlo, de no poder hablar más con él. La sola idea de pensarlo los volvía un desastre.
—JeongIn será mío. —gruñó HyunJin, con la voz temblando por la ira.
—¿Tuyo? —se burló SeungMin, rodando los ojos—. Ni en tus más locos sueños, HyunJinnie.
Al parecer, la competencia ya no era sólo por el dinero. Ahora incluía también la atención y el amor de JeongIn. Pero nadie lo diría en voz alta, no por el momento.
¡Gracias por leer!
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