8.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~Escucha el latido de mi corazón
Te llama a su propia voluntad...
—¿Cuándo vas a regresar? —preguntó SeungMin, frotando sus ojos por el sueño.
HyunJin lo miró, rodando los ojos a pesar de que había una sonrisa en su rostro.
—El dos de enero, ya te lo dije —contestó su mejor amigo, agarrando su bolso—. ¿Qué, ya me estás extrañando?
SeungMin le sacó la lengua, sentándose en el sofá para ponerse a ver televisión.
—Por favor, es sólo para saber cuántos días estaré a solas.
HyunJin no quiso pensarlo de alguna otra forma, pero no pudo evitar imaginar en que SeungMin llevara a JeongIn allí. La sola idea de que JeongIn estuviera en su departamento, junto a su mejor amigo, le ponía de muy mal humor. Especialmente, luego de enterarse de que el día anterior estuvieron juntos por el cumpleaños de SeungMin.
Para su propia fortuna, quedó en salir con JeongIn luego de que volviera de su viaje. Iría a pasar Año Nuevo a un centro de esquí en Pyeongchang junto a sus padres, por lo que su mamá estaba muy contenta con esa atención recibida de su alfa. Al ser su primera omega, SunMi recibía muchos regalos por parte del padre de HyunJin. Además, ChanSung estaba muy orgulloso de que su primogénito fuera un alfa, por lo que el premio era doble para su madre.
—Recuerda que tienes prohibido... —comenzó a decir HyunJin.
—¡Traer omegas aquí a follar! —gritó Seung, cambiando de canal—. ¡Tranquilo, Hyunnie! Si salgo con alguien, siempre procuro la discreción de un motel.
HyunJin no pudo aguantarlo demasiado, por lo que terminó preguntando:
—¿Piensas llevar allí a JeongIn? —le soltó, algo ácido.
SeungMin se congeló un momento, sorprendido y desconcertado por la pregunta realizada. HyunJin lo observó, pensando en la apuesta hecha, en lo raro que se sentía todo ahora, en la forma en que JeongIn lo miraba a veces. En ese bonito rostro que llamaba la atención con facilidad, porque tenía una extraña belleza. HyunJin no podía evitar compararlo con un tierno zorrito, que saltaba por el mundo y se escondía de los lobos.
Su mejor amigo se volteó a mirarlo. HyunJin no reconoció su expresión, que contenía una mueca extraña, como si tratara de aguantar la risa y el enojo a la vez.
Y es que SeungMin tampoco sabía cómo reaccionar ante la pregunta hecha. En especial, porque las últimas veinticuatro horas estuvo pensando demasiado en JeongIn y lo que era para él. Se le hacía demasiado complicado encontrarle sentido, pero, tal vez, todo se resumía a una palabra: atracción. Existía una innegable atracción de su alfa por el omega. SeungMin estaba un poco asustado, porque eso complicaba un montón las cosas, y a pesar de ello, no quería alejarse de JeongIn.
—Claro que no —habló SeungMin, con la voz grave—. Tengo pensado un bonito hotel en el que consentir a JeongIn. Después de todo —su tono se volvió borde—, se lo merece, ¿No es así?
—Espero que sea caro —replicó HyunJin—, yo había pensado en algo frente a una playa. ¿Te imaginas lo emocionado que estará por eso?
El mayor dijo lo último de la nada, porque realmente no lo pensó con anterioridad. Pero, en ese momento, supo que sería una magnífica idea. JeongIn era como un niño pequeño al que podías sorprender con cualquier cosa, y estaría emocionado hasta por el más simple de los regalos. Además, eso le daría a entender lo dispuesto que estaba a gastar en él.
Claro, ahora que lo pensaba, HyunJin dudaba mucho que estuviera contento sólo una noche con JeongIn. Fuera del hecho de marcarlo, pensar en tener al omega bajo él, sudoroso y caliente, era suficiente para ponerlo duro en segundos. Sí, con una vez no quedaría contento.
—¿Tanto piensas gastar en un simple omega? —se burló SeungMin, a pesar de que pudo notar cierto rencor en su expresión.
—Tú mismo lo dijiste —bufó HyunJin, tirando de su maleta—. JeongIn se lo merece —le sonrió con inocencia—. Bueno, ¡Nos vemos!
SeungMin se despidió de HyunJin también, sintiéndose un poco extraño. En todos esos años de amistad, y desde que tenían esas recurrentes apuestas para llevar a la cama a un o una omega, las cosas no llegaron a torcerse así. Ellos jamás tuvieron esas conversaciones en las que se echaban a la cara ciertas cosas, o celaban al omega que estaban cortejando. Eso era impensable, porque sólo significaba una cosa, y es que estaban empezando a generar sentimientos por quien se suponía era sólo una apuesta.
No, pero... Pero eso era imposible. Era imposible que ellos estuvieran enamorándose de JeongIn. Sólo era atracción, porque era un omega que llamaba la atención, porque era un omega distinto a los que habían conocido. Nada más, nada menos.
Sin embargo, eso no explicaba el porqué de esa tensión entre ellos. Esas pequeñas discusiones que giraban en torno a JeongIn, esas pullas que se lanzaban sin pensarlo. No estaba bien, considerando que eran mejores amigos. Los mejores amigos no debería pelear por la atención de un omega.
Suspiró por el cansancio, volviendo su vista a la televisión y pensando en los largos días que se venían por delante.
JeongIn se tomó la noticia como correspondía: murmuró un ‹‹felicitaciones›› de forma mustia, antes de comer dos trozos de pollo, y decir que ya estaba satisfecho. Hizo el amago de ponerse de pie, pero JaeHyung habló en ese momento:
—¿No vas a quedarte aquí? —le dijo, y parecía molesto—. No seas maleducado, JeongIn. Tu madre trabaja casi todos los días para cuidarte, ¿Y así le agradeces?
—Tu padrastro tiene razón —intervino su mamá, decepcionada—. JeongIn, ni siquiera pareces feliz con el hecho de que vas a tener un hermanito. Me lo pedías desde que eras pequeño, ¿No?
Sí, cuando tenía cinco años y papá todavía no se iba. Cuando se suponía que eran una familia feliz. En esa época, vivían en otra casa, en un mejor barrio, y JeongIn siempre pensó que tener un hermano sería genial. Papá sólo se reía ante sus insistencias. Sin embargo, una vez su padre se marchó, mamá guardó todas sus cosas, lo agarró de la mano y se fueron de esa bonita casa, para irse a vivir a ese nuevo barrio. Cuando él le preguntaba sobre papá, ella siempre se ponía a llorar y JeongIn no insistía más en el tema.
La tristeza lo golpeó. Se preguntó si su padre lo extrañaría, lo echaría de menos. Probablemente tenía una nueva pareja, no podía saberlo con exactitud, porque mamá nunca fue marcada por él. No alcanzó a ser marcada. Pero debía tenerlo, un nuevo omega, y otros hijos, porque nunca volvió por él a pesar de que lo dijo cuando pelearon.
—Estoy preocupado —mintió—, mamá, no eres tan joven...
—¡Qué estás diciendo! —gritó ella, y HyeJi parecía enfurecida ante el hecho de que su hijo le sacara eso en cara—. ¡Tengo treinta y ocho años, puedo tener más cachorros sin problema alguno!
Parecía querer convencerse más a sí misma que a JeongIn. Podía entenderla, porque su mamá no quería perder la atención de JaeHyung, quería seguir luciendo funcional ante los ojos de su alfa. Si podía darle un hijo, entonces su relación se afianzaría más.
—Lo siento. —se disculpó, aunque no sabía por qué pedía perdón.
—¡No quiero verte más! —HyeJi bufó—. Realmente eres una decepción, JeongIn, ¡Estoy harta de tu comportamiento!
JeongIn se inclinó, pidiendo disculpas otra vez, y se marchó lo más rápido que pudo de allí, fingiendo que las palabras de su mamá no le habían herido. Ella nunca parecía orgullosa con nada de lo que JeongIn hiciera.
Se encerró en su cuarto, con las manos temblando y el deseo de estar con alguien más. Con HyunJin o SeungMin. Por un instante, deseo que cualquiera de los dos –o los dos– estuvieran allí, frente a él, listos para consolarlo, para decirle que no se preocupara, que ellos le iban a cuidar. Sin embargo, lejos de hacerle sentir mejor, esa idea le pareció horrible. JeongIn no quería depender así de otra persona, de alguien más, porque eso le entregaba el poder a otro de hacerle daño. Peor aún: no le daba autonomía a él.
Por Dios, JeongIn no sabía lo que quería. Lo único que deseaba con fuerza era poder encontrar a alguien que lo amara a él, sólo a él, pero no sabía si eso sería posible en algún momento. En algún día.
Se lanzó en la cama y su móvil, en ese momento, sonó en señal de un mensaje. Lo desbloqueó, viendo que era HyunJin.
HyunJinnie
JeongIn, hey.
¿Cómo la estás pasando?
Yo estoy aburridísimo.
Me habría gustado que vinieras conmigo.
¿Te gusta la nieve?
Y le envió una foto del lugar en el que estaba. HyunJin parecía encontrarse en un balcón, porque la foto mostraba el exterior: un bosque oscuro, la tierra cubierta de un manto blanco. Debía ser un lugar muy lujoso, considerando que estaba en un centro de esquí, según le contó unos días atrás.
Innie
Hyung, se ve muy bonito el lugar.
Estoy algo aburrido.
¿Cómo puedes aburrirte en ese lugar?
HyunJinnie
Me aburro porque no estás tú.
JeongIn sonrió al leer eso. Su omega se removió en felicidad. HyunJin era un poco menos descarado que SeungMin, pero no dudaba en hacerlo sentir bien con sólo unas palabras. Sin pensarlo un momento, decidió ser atrevido.
Innie
Bueno, llévame la próxima vez...
Me encantaría ir contigo.
HyunJin no contestó enseguida y JeongIn comenzó a preocuparse. ¿No fue demasiado? Tal vez, pensó con pánico, el alfa le veía sólo como un amigo, y le decía esas cosas porque le quería de esa forma. Sí, HyunJin y él eran amigos, lo había dejado claro cuando se quedó a dormir a su casa y, a la mañana siguiente, su mamá le preguntó si eran pareja. Ambos dijeron que sólo eran amigos.
Estaba a punto de escribir un ‹‹es broma, Hyung››, cuando su móvil sonó por una llamada. Era HyunJin.
Unos segundos sin saber qué hacer. Cuando logró moverse, fue a su puerta y cerró con llave, antes de volver a la cama y meterse bajo las sábanas para amortiguar un poco su voz. Marcó el botón verde para contestar y llevó el celular a la oreja.
—Hyung —barboteó, con la voz temblando un poco—, lo que dije...
—El catorce de febrero, ¿Quieres pasarlo conmigo? —preguntó HyunJin al otro lado, haciéndose oír por el ruido de la fiesta en la que estaba. Salió al balcón para enviarle la foto a JeongIn y decidió quedarse allí para hablar con el muchacho—. Podría pedir una reserva en este hotel y te traigo, JeongIn. Dos días, o tres, o los que quieras, para nosotros.
—Hyung —repitió, atónito, y soltó una risa torpe ante lo que le estaba proponiendo—, yo... Uh... No tengo mucho dinero...
—No me importa, yo cubriré todo —contestó el alfa, poniendo un tono tentador—. Yo me haré cargo de ti, Nini.
El dulce apodo casi lo enloqueció por la emoción. No sabía qué le estaba pasando, por qué reaccionaba de esa forma ante HyunJin, y de pronto, fue como si una ampolleta se iluminara en su cabeza.
JeongIn estaba teniendo sentimientos por HyunJin.
Su estómago se volteó ante esa verdad, y su lógica dijo que era momento de cortar por lo sano. Debía decirle que no podía verlo más, que debían alejarse, para que así él no saliera herido. JeongIn sabía que el único herido sería él si las cosas salían mal. O peor, si se dejaba marcar, porque HyunJin provenía de una familia tradicional, conservadora, que probablemente esperaba que tuviera bajo su poder a más de un omega. JeongIn jamás sería suficiente para HyunJin.
Pero... Pero ¿Tan malo era? Los alfas podían tener a los omegas que quisieran, ¿Por qué JeongIn debía pedir más? JeongIn debía conformarse con eso, con nada más, porque no era especial. Si HyunJin se lo ofrecía, debería aceptarlo, irse a vivir con él y darle cachorros. Tal vez podía acostumbrarse a eso.
—¿Nini? —preguntó HyunJin, creyendo quizás haber ido demasiado lejos.
—HyunJin Hyung —murmuró JeongIn, casi a punto de llorar—, ¿Vas a cuidarme?
El alfa vaciló un momento, observando hacia el interior del salón. La fiesta estaba en su máximo apogeo, y entremedio de la multitud, vio a sus padres. Su madre bailaba con su padre, contenta de tener esa atención en ella. Ella se enfadaría mucho si marcaba a JeongIn. Puede que su padre también se molestara, porque JeongIn no venía de una buena posición. Con toda probabilidad, lo obligarían a tomar a otra omega bajo su poder, como YeJi. Eso le rompería el corazón a JeongIn, sin embargo, ¿Qué podría hacer?
—Claro que sí, Nini —le dijo HyunJin—, te cuidaré todo lo que tú quieras —JeongIn sorbió por su nariz—. Oh, Innie, ¿Estás llorando?
—No —mintió JeongIn—, es que estoy un poco enfermo —antes de pensarlo más, volvió a hablar—. Está bien, Hyung. Me gustaría ir contigo allí el catorce de febrero. Pero... —titubeó—. Si yo digo que no, ¿Lo vas a respetar?
—Por supuesto, Nini —aseguró HyunJin, honesto—. Jamás podría presionarte en nada, ¿entendido?
—Bueno, Hyung. Deberías volver con tus padres. Cuando regreses, vemos todos los detalles.
—No puedo esperar a verte, Nini.
JeongIn cortó la llamada, volviendo a sorber por su nariz, y tomó aire para no sentir que se ahogaba. El omega no sabía por qué se sentía de esa forma, ¿HyunJin no le estaba dando una gran oportunidad? No era idiota, no era un iluso, porque el alfa le estaba diciendo, entremedio de su ofrecimiento, que podía hacerlo su omega. Podía hacerle el amor –JeongIn no quería pensar en eso cómo una follada– y después darle una mejor vida. Iría a vivirse con él, dejaría de estar a cargo de JaeHyung y se libraría de sus garras. Eso era un magnífico panorama.
Y SeungMin...
Pensar en SeungMin le hizo sentir peor. Él también daba ciertas señales sobre tener algo con JeongIn, y a veces, el omega lo pensaba. Jamás creyó verse en esa encrucijada, porque nunca pensó que dos alfas estarían tan interesados en él. Por lo normal, cuando los rechazaba desde un inicio, le dejaban en paz enseguida. Los alfas jamás perseguían a los omegas de esa forma.
¿Y si SeungMin se lo ofrecía también? ¿Qué pasaba si le preguntaba si quería ser su omega? Eso lo puso en otra posición, en un nuevo escenario, y sintió su mundo dar vueltas. ¿Dos alfas pidiéndole que fuera su omega? Debería rechazar a uno, pero ¿A cuál? De sólo pensarlo, algo en su pecho se apretaba.
Sin embargo, debía elegir, pues no podía quedarse con los dos. Eso era imposible.
Se bajó de la cama, frotando sus ojos para alejar las punzantes lágrimas, y le dieron ganas de ir al baño en ese momento. Sabiendo que su madre estaría muy concentrada en tener contento a SeungHyun, lo aprovechó para salir sin que le vieran el rostro. No quería llamar la atención de nadie en ese momento. Fue un largo día y lo único que quería ahora era descansar.
El uno de enero decidió pasarlo con sus amigos, a pesar de que muchas tiendas iban a estar cerradas por la fecha especial. Más tarde iría a cenar con SeungMin, que lo invitó al departamento para darse el abrazo de Año Nuevo. Una parte de él quiso negarse y dejar las cosas allí, considerando lo que habló con HyunJin el día anterior, pero no era tan sencillo para él. Cuando hablaba con SeungMin, todo en él temblaba. Qué desastre más grande era.
Además, necesitaba salir para estar lejos de su mamá. La noticia del embarazo lo descolocó por completo, además que le provocó náuseas la idea de tener un hermano, cuyo padre fuera JaeHyung. Peor aún: si su padrastro lograba su cometido y lo violaba, con toda seguridad también le haría parir cachorros. ¿Qué tan bizarro y asqueroso podía ser eso? JeongIn podía vomitar con esa simple idea.
Así que debía alejarse de esa casa. Para su propia fortuna, ChangBin y Felix se juntaron con él. ChaeYoung fue con sus abuelos, en otra ciudad, mientras que MinHo se quedó dormido. Para JeongIn estaba bien, porque le gustaba pasar tiempo con sus mejores amigos.
—¿Vas a casarte con ChaeYoung? —preguntó Felix, mientras caminaban por el parque.
—Le propondré matrimonio cuando acabemos nuestras carreras —habló ChangBin, mirándolo con reprobación—. No está bien que te cases tan joven con MinHo, muchas cosas pueden salir mal y no...
—¡MinHo es mi alfa y no quiero a ningún otro! —saltó Felix, mostrando su anillo brillante en su dedo—. JeongIn, ¿Les has hablado de tus pretendientes?
El omega se atragantó con su saliva. ChangBin parpadeó, desconcertado, antes de voltearse hacia el menor del grupo. JeongIn quiso salir corriendo.
—¡Felix Hyung, eres un chismoso! —se quejó JeongIn—. Además, ¡Estás exagerando! No son pretendientes...
—A ver, espera, no estoy entendiendo —intervino Bin—, ¿Cómo...? JeongIn, ¿Estás saliendo con alguien?
—¡No! —dijo el omega, antes de balbucear un momento—. Es decir... Estoy conociendo a alguien. A dos alfas.
—Dos alfas —repitió ChangBin—. ¿De dónde?
JeongIn no se había preparado para explicárselo a ChangBin, porque su amigo era alfa y muy sobreprotector. En especial con él. Siempre que salían, solía mirar muy mal a los alfas que se le acercaban a JeongIn, incluso varias veces le marcó en su olor para que así supieran que alguien le estaba cuidando. El omega pensó varias veces que, si ChangBin no hubiera conocido a ChaeYoung, tal vez ellos habrían estado juntos.
Tomó aire para comenzar a contarle sobre HyunJin y SeungMin. Omitió ciertas cosas, como el día en que YuGyeom lo atacó o cuando HyunJin se quedó en su casa, hablándole sólo de momentos en que estuvieron con él. Salidas y conversaciones, nada más.
—Ellos parecen interesados en mí —terminó por decir JeongIn, y Felix lo abrazaba, fingiendo llorar porque decía que su bebé ya creció—, son muy agradables, Hyung, y-...
—Deberías alejarte de esos idiotas —le interrumpió ChangBin, luciendo irritado. Felix se interrumpió—. De seguro sólo están jugando contigo, JeongIn.
El omega menor bajó su expresión como un niño pequeño al que estaban regañando, sintiendo su garganta un poco apretada. Felix lo soltó, plantándose frente a ChangBin con una expresión de enojo.
—¡¿Qué le estás diciendo?! —regañó su mejor amigo—. ¡Sólo lo dices porque eres un tonto alfa sobreprotector!
—¡Lo digo porque tengo razón! —replicó ChangBin—. ¡No te hagas buena persona, YongBok, tú también lo piensas! ¡Sabes que esos alfas no se fijarían en JeongIn a menos que quisieran algo!
A JeongIn le dolió que ChangBin hablara de él como si no estuviera junto a ellos. Peor aún: que hablara de esa forma, sabiendo que alfas de la categoría de SeungMin y HyunJin no le dirigirían a JeongIn una segunda mirada, porque el omega no era lo suficientemente bueno para ellos y sólo servía para una cosa.
—¡Eres un idiota! —gritó Felix, más enojado ahora—. ¡No tienes derecho a actuar así con JeongIn, ChangBin! ¡Él sólo...!
—HyunJin me está ofreciendo su marca —habló JeongIn, interrumpiéndolos y con la esperanza de que ChangBin cambiara su actitud. De que viera que uno de esos alfas iba en serio con él.
Sin embargo, eso enfureció más a ChangBin, que le agarró la mano al menor con brusquedad. JeongIn se asustó, pues nunca lo vio tan iracundo como hasta ese momento. Por lo normal, el alfa siempre solía mantener la calma y compostura, siendo Hoseok el más expresivo del grupo.
—¡¿Y tú te lo crees, JeongIn?! —le gritó ChangBin—. ¡¿Realmente crees que te dará su marca?! ¡Con toda probabilidad, te lo dijo para llevarte a la cama y usarte como una puta!
Felix se metió en medio de ellos cuando JeongIn se puso a llorar, herido y lastimado por las palabras del alfa. ChangBin jamás le trató de esa forma ni le dijo algo tan cruel, y el omega no pudo evitar darle la razón. ¿Por qué un alfa le daría una marca a JeongIn?
JeongIn era monocromo, nada en él brillaba, era como una luz opaca a punto de apagarse. Cuando se miraba en el espejo, sólo se veía un triste rostro de ojos dispares y sonrisa adolorida. El omega era gris, blanco y negro, ¿Por qué un alfa se quedaría con alguien de colores monocromáticos? No había ni un poco de color en él.
—¡Espero que estés contento, cretino! —dijo Felix, más colérico—. ¡Mira lo que hiciste! ¡Hiciste llorar a JeongIn!
Él era un omega de segunda categoría, un omega que sólo servía para caprichos. Nunca para ser la primera opción de ningún alfa.
—Oh, Dios —masculló ChangBin—, lo siento, In, no quería... Mierda, no sé qué me pasó, es que... De sólo pensar que te hagan daño, yo...
—¡Vete a la mierda! —le defendió Felix, todo una mamá gallina—. ¡Le diré a MinHo que te patee el culo! No lo tomes en cuenta, JeongIn, dijo demasiadas tonterías. Me siento muy feliz de que un alfa quiera marcarte, ¡Te lo mereces! De seguro...
—Le diré que no —gimoteó JeongIn, sin dejar de llorar—, Hy-Hyung tiene razón, e-esos alfas...
Felix se volteó y golpeó a ChangBin en el hombro, quien no se quejó. Miraba hacia abajo, avergonzado por su arrebato e incapaz de poder decir algo para consolar al omega.
—No dejes que este idiota decida en tu corazón —le dijo Felix, buscando su paquetito de pañuelos desechables para limpiarle la nariz a JeongIn—. Si ese alfa te quiere y te lo demuestra, ¡entonces está hecho para ti! ¡O quien sabe, puede que esos dos alfas sean para ti! —eso lo hizo reír y Felix le sonrió, limpiándole también las lágrimas—. Vales oro, Innie, ¡Nunca lo olvides!
Al final, JeongIn quiso devolverse a su casa. ChangBin le pidió más disculpas y el omega dijo que ya le perdonó, pero Felix seguía muy molesto. JeongIn igual estaba un poco herido, sin embargo, podía entender la desconfianza de su amigo. Eso no quitaba que lo que hizo estuvo mal, y por ahora no quería verlo, así que decidieron dejar esa salida hasta allí.
Además, JeongIn no quería ir con SeungMin hecho un desastre. Quería ponerse lo más guapo posible, por lo que, una vez en casa y aprovechando que JaeHyung no estaba, se puso los mejores pantalones que tenía, una sudadera limpia e incluso encontró un viejo labial de brillos que tenía, poniéndoselo. Trató de arreglar su cabello, aunque no tuvo mucha suerte.
Al salir de su cuarto, se encontró con su mamá. La mujer no tenía turno ese día y había estado en su habitación, hasta ahora.
—¿Dónde estabas, JeongIn? —preguntó ella, y por su tono de voz, supo que seguía molesta.
—Salí con Lix —dijo, y se apresuró en añadir—. Ahora iré con ChangBin, me invitó a comer a su casa. Estaré temprano, no...
—Estoy harta de que no te preocupes un poco por tu futuro —le soltó su mamá, y JeongIn calló—. Sales y sales con tus amigos, pero no estás un poco preocupado por encontrar un alfa que pueda tomarte. Luego vienes con esa tonta idea de querer estudiar, ¡Deberías buscar a un alfa de buena clase que te tome!
—Mamá —trató de decir—, sólo necesito... Aún me quedan unos años, no es...
—Yo voy a tener otro hijo ahora —continuó HyeJi, como si no le escuchara—, ¿Y sabes qué significa eso? Que voy a tener que dejar el trabajo para dedicarme a criar a este niño como corresponda. Ojalá sea alfa, otro omega sería una desgracia más grande. ¡Voy a necesitar apoyo económico!
—Pero JaeHyung...
—¡Él tiene sus propios negocios! —le interrumpió—. ¡Un alfa que te dé dinero sería bastante bueno para mí y tu hermanito! ¿No puedes pensar un poco en tu madre? ¡Di todo para sacarte adelante!
JeongIn sentía que estaba colapsando de a poco. Lo que le dijo ChangBin, sumado a esto, le estaba sacando totalmente de los nervios. Sus manos volvían a temblar, mordía con fuerza su labio inferior y las ganas de llorar estaban empujando en su garganta. Picaba mucho, y tenía la loca idea de rasgarse esa zona para buscar consuelo.
Su mamá no dejaba de hablar y recriminarle todo, y JeongIn necesitaba un respiro.
—¡Basta! —le gritó, y HyeJi se calló, sorprendida.
Pero JeongIn no se quedaría a escuchar sus reclamos, porque la hizo a un lado y caminó a la puerta. Sin pensarlo, una vez fuera, se puso a correr para alejarse lo más posible de esa casa, de ese lugar, sintiendo como todo en él se derrumbaba y se derretía, como la nieve bajo él.
Todo estaba mal, muy mal, y JeongIn no podía hacer nada para encontrar una tabla en medio de ese violento mar. Cada día que pasaba era como si se ahogara un poco más, como si estuviera siendo arrastrado por la marea hacia lo profundo de aguas oscuras, hasta asfixiarlo para matarlo. JeongIn no sabía cuánto más lo soportaría, porque en algún punto, la corriente se haría más fuerte y no importaba cuánto nadara, terminaría hundiéndose sin una sola posibilidad de volver a flote.
Corrió, corrió, corrió, hasta que sus pulmones comenzaron a doler y no sabía qué hacer. En medio de la apagada ciudad, una dirección brilló en su mente y se dirigió allí. Se suponía que debía llegar más tarde, pero a SeungMin no le importaría verlo ahora. JeongIn estaba sudoroso, todavía en pánico, con pensamientos desordenados e inconexos en su cabeza, sin embargo, lo único concreto era ver a SeungMin. A Minnie.
Llegó al lujoso edificio, y aprovechando que el conserje de la entrada no estaba, corrió al ascensor para subir al piso de SeungMin. El chico le dio la dirección cuando quedaron en juntarse para esa cena, así que una vez llegó al piso nueve, buscó el número del departamento. En el momento en que estuvo frente a la puerta, tocó con desesperada furia.
La puerta se abrió y un conocido rostro se asomó.
—¿Nini? —preguntó SeungMin, sorprendido.
El sobrenombre lo quebró y volvió a llorar. SeungMin se movió con rapidez, agarrándolo de la cintura y llevándolo al interior, cerrando la puerta. JeongIn lo abrazó por el cuello, sin dejar de llorar, y el alfa lo sentó en el sofá, sin alejarse un poco.
—¿Qué pasó, Innie? —susurró SeungMin, luciendo preocupado en ese momento—. ¿Alguien te molestó?
—Mamá está embarazada —sollozó JeongIn, sin poder controlarse, y el alfa parecía algo perdido—, está esperando un bebé de ese idiota, y ese idiota quiere marcarme, y ella quiere que me busque un alfa que me mantenga, y yo sólo soy un omega pobre, de segunda categoría, y sé que nadie va a quererme, y soy un desastre sin color, y sólo sirvo para ser una puta, nada más, y-...
—Oye, oye, tranquilo, bebé —le interrumpió SeungMin, desorientado por todo lo que estaba escuchando. Agarró a JeongIn de las mejillas, viendo su rostro lloroso, y el alfa quedó aturdido al tenerlo tan cerca. Esos bonitos ojos brillantes, uno café y el otro azul-verde, le observaban con desesperación—. Necesito que respires conmigo, ¿Vale? Vamos... Inhala... Exhala...
JeongIn imitó su respiración, sin alejarse un poco ni parecer remotamente incómodo por esa cercanía. Su cuerpo estaba un poco encima del de SeungMin, con sus piernas sobre los muslos del alfa, y el mayor le agarraba de las mejillas con delicadeza. No había asco o desprecio en sus ojos, sólo tranquilidad y suave cariño.
El omega estaba perdido, condenado, porque supo en ese momento, mirando los ojos de SeungMin, que también le quería. Así como quería a HyunJin, también quería a SeungMin.
—Eso, bebé, así... —murmuró SeungMin, y JeongIn sintió la calma al escuchar esa voz tan cerca de él—. ¿Ves que puedes hacerlo? Eres tan increíble, Nini...
—Lo siento —lloró JeongIn, mucho más tranquilo—, no pretendía... No quería...
—No, no te preocupes, bebé —SeungMin, vacilante, le besó la frente. JeongIn cerró sus ojos—. Cuando quieras, cuando lo necesites, voy a estar para ti.
Así, con los ojos cerrados y apretados, casi acurrucado contra SeungMin, le murmuró lo que había pasado. Le contó sobre el embarazo de su mamá, sobre el idiota de JaeHyung, sobre las crueles palabras que ChangBin le dijo. Le contó acerca de lo triste que se sentía, del miedo y terror que parecía llenarlo cada día más. De las presiones de su mamá para que se consiguiera un buen alfa.
—Oh, bebé —murmuró SeungMin, acariciándole el cabello—, necesitas salir de ahí, Innie, no te hace bien. Ese hombre... —trató de no dar rienda suelta a la rabia que sentía, porque sabía que eso iba a asustarlo—. Y sobre tu madre, tú sabes... —vaciló un momento—, si tú me lo pides, yo puedo serlo. Yo puedo ser tu alfa, si tú lo quieres.
Un pequeño silencio entre ellos, no tenso, no pesado. Un silencio que anticipaba una respuesta, y SeungMin lo sintió como si ambos estuvieran en cada extremo de la habitación, a la espera de que uno diera el primer paso.
Estuvo a punto de decirle que lo olvidara, que no quería presionarlo, pero JeongIn fue quien avanzó primero.
—SeungMin Hyung —barboteó, abriendo sus párpados—, ¿Vas a cuidarme?
El alfa le dio otro beso en la frente. JeongIn, bajo él, soltaba ese aroma a bebé que tenía. Sentía el loco impulso de enterrar su nariz en el cuello del chico, encima de su glándula de feromonas, y quedarse allí para siempre.
—Claro que sí, Nini —le dijo SeungMin—, voy a cuidarte siempre que tú me lo pidas.
JeongIn sonrió, tembloroso, asustado, pero también hermoso. Mostró esos bonitos dientes que tenía, y SeungMin no pudo aguantarlo más: se acercó hasta quedar a pocos centímetros de sus labios.
—¿Puedo besarte? —le susurró el alfa.
JeongIn debería pensarlo. Debería ponerle un alto en ese momento. Debería ser sensato.
Pero estaba cansado de sobrepensar tanto las cosas.
—Sí. —murmuró en respuesta.
SeungMin se inclinó un poco, lo suficiente como para que ambos labios se rozaran, y pudo ser el primero en probar esa bonita boca de fresa que el omega tenía. Lo presionó con suavidad, sólo un toque superficial y dulce, y se alejó unos centímetros. De pronto, sintió las manos de JeongIn agarrándolo del rostro.
—Más. —pidió, y SeungMin se vio incapaz de decirle que no.
Volvió a presionar de manera ligera, antes de ser un poco más atrevido y mover sus labios sobre los de JeongIn, que trataba de imitar su actuar con tímida ignorancia. Eso provocó más a su alfa, saber que era el primer beso de JeongIn. Fue más lejos, volviendo el beso húmedo y cálido cuando su lengua delineó el labio inferior del omega. JeongIn se sobresaltó.
—¿Demasiado? —preguntó SeungMin, preocupado.
—No —tartamudeó JeongIn—, más, por favor.
—Lo que quieras, bebé.
Otro beso más, ahora metiendo su lengua en la boca de JeongIn, que parecía dejarse llevar por ese toque. El omega se sentía flotar en el cielo, con el agarre firme de SeungMin en su cuerpo, con sus labios encima, besándolo como si fuera el chico más hermoso del mundo. Como si fuera su único omega.
—¿Quieres quedarte aquí en la noche? —dijo SeungMin, alejándose y notando el rostro arrebolado de JeongIn, con los labios hinchados y una expresión soñadora. Por Dios, quería devorarlo, pero no en un sentido sexual. Eso estaba muy lejos en su mente en aquel momento.
—¿Sí? —masculló JeongIn—. Pero...
—No haremos nada que no quieras —le prometió el alfa—. Te lo juro. Jamás te haría daño, bebé.
JeongIn asintió con la cabeza, empujándose a besar a SeungMin. Quería más, más besos, sólo besos, porque le hacían sentir amado. Le hacían sentir muy especial.
SeungMin lo agarró con fuerza, levantándolo, y sin dejar de besarse, lo llevó a su cuarto.
Esa noche, JeongIn soñó con las estrellas.
Despertó cuando su móvil sonó con fuerza.
Con los ojos hinchados por el sueño, trató de orientarse en la habitación. No la reconoció, era la primera vez que estaba allí, y se enderezó de golpe cuando sintió un cuerpo al lado suyo.
Se volteó, encontrándose con un dormido SeungMin, que roncaba y tenía la boca abierta. JeongIn agarró su celular, viendo que era su mamá quien llamaba, y soltó un grito al ver la hora. Las ocho de la mañana.
¡Por Dios, ¿Pasó la noche allí?!
Cortó la llamada, sabiendo que la mujer llamaba porque no estaba en casa. Era la primera vez que el omega pasaba la noche fuera de casa y sin avisar. Su madre estaría enfurecida, y JaeHyung... Él estaría más que enojado.
Debía apestar a alfa en ese momento, pero al menos tenía una mentira: dijo que iría donde ChangBin. JaeHyung probablemente le daría un golpe por eso, sin embargo, era mejor que contarle la verdad.
Recordar los besos que se dio con SeungMin le provocó una enorme vergüenza en aquel momento.
—¿Nini? —gruñó una voz, y el alfa se removió, frotando sus ojos.
—Debo irme —le dijo, buscando sus zapatillas. Estaban al lado de la bandeja de comida que el mayor llevó en un momento de la noche, para que cenaran algo—. Yo... Seung...
—Ven aquí —suspiró SeungMin, agarrándolo de las manos—, la pasé muy bien anoche.
—Debo irme. —repitió JeongIn, nervioso.
SeungMin lo observó unos segundos. El omega sentía el pánico crecer en su estómago.
—Te enviaré un mensaje para que nos veamos. —aceptó SeungMin, poniéndose de pie y soltándolo.
JeongIn lo agradeció, yendo a la puerta del cuarto. Sin embargo, el alfa le agarró del hombro, y el chico se giró para preguntarle qué pasaba.
No pudo hacerlo, porque SeungMin le estaba dando un beso en la boca. JeongIn se sintió derretir.
—Ahora sí, puedes irte. —le dijo el alfa, sonriendo.
JeongIn no pudo contestar, aturdido todavía, pero caminó con rapidez hacia la puerta del departamento. Podía sentir los labios de SeungMin bailando sobre los suyos cuando la abrió, y se encontró cara a cara con HyunJin.
Perdió el color de su rostro.
—¿JeongIn? —preguntó el alfa, desconcertado.
El omega sabía que debía una explicación, aunque no tuvo tiempo para eso, porque su móvil volvió a sonar.
—¡Lo siento, Hyung, de-debo irme! —tartamudeó, y salió corriendo de allí hacia el ascensor.
HyunJin lo vio desaparecer, atónito, y al girarse, vio a SeungMin aparecer por el pasillo con una sonrisita presumida.
—¿Qué puedo decirte? —dijo SeungMin, contento—. ¿Cómo te fue en tu viaje?
HyunJin quería matar a su mejor amigo.
hoy ganamos los bonitos (seunginistas) uwu
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