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7.

Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega

~Sálvame, porque no puedo tener control sobre mí

No puedo...

JeongIn ni siquiera sabía por qué estaba reaccionando así ante los dos mensajes que le llegaron a su celular.

Oculto bajo las sábanas, pasada la medianoche, sus ojos se enfocaron en los remitentes de los mensajes. SeungMin le decía que podían salir a una pista de patinaje, y JeongIn lo mandó al diablo, obteniendo como respuesta enseguida un emoticón llorando. Mientras, HyunJin le invitaba a los bolos, para demostrarle sus habilidades de jugador, y también lo mandó al diablo, teniendo la misma respuesta.

No podía evitarlo, y soltó una risa suave por sus reacciones. Sin embargo, la risa se transformó en un quejido debido a su costado adolorido. Había pasado más de una semana, pero todavía esa zona seguía muy sensible por el golpe que JaeHyung le dio.

El recuerdo provocó que su estómago se contrajera en nervios. El alfa parecía estar más encima de él que nunca, así que JeongIn debía tener especial cuidado de no responder ningún mensaje a HyunJin o SeungMin que pudiera incriminarlo. Lo que menos quería ahora era provocarlo, porque sabía que iba a acabar mal.

Por eso mismo, JeongIn debería ser sensato y alejarse de esos dos alfas. Debería bloquearlos de su móvil y pedirles que no se le acerquen más, que eso debía llegar hasta allí. JeongIn debería resignarse a la vida que le tocó tener, y dejar que el destino le llevara hasta su fin.

Pero no puede hacerlo. Una parte de JeongIn, esa parte rebelde y que es soñadora, esa parte que no es monocroma, tiene esperanzas de un futuro mejor. Eso lo hacía terrible, ya que sabía que cuando la realidad lo golpee, las heridas serían más profundas y dolorosas. Debería evitar el dolor.

Sin embargo, quiere pensar que SeungMin y HyunJin no le iban a provocar dolor. Su omega, ese omega tembloroso y tierno, quiere el afecto que esos alfas se ofrecían a entregarle. JeongIn los odia. Y los quiere un poquito, lo que provoca más problemas. No sólo por quererlos, sino por quererlos a los dos.

JeongIn quiere la voz grave de SeungMin contra su oído, mientras le acaricia la mejilla con esas manos de largos dedos. JeongIn quiere los labios gruesos de HyunJin en su cuello, sobre su glándula de feromonas, con ese fuerte cuerpo rodeándolo. JeongIn los desea a los dos, por lo que todo es más grave aún.

Un omega no puede tener dos alfas, era irrisorio y estúpido. Los alfas son posesivos, celosos, así que van a pelearse por la atención del omega, provocando una pelea que podía terminar en resultados desastrosos. JeongIn sabía que ellos eran amigos, ¿Cómo iba a meterse en medio? Además, ¿Por qué ellos iban a cortejarlo?

Sí, porque sumado a todos esos problemas, estaba otro muy importante: ellos eran de clase alta, mientras que JeongIn sobrevivía apenas con lo que su madre y él ganaban en sus trabajos. JaeHyung, de vez en cuando, aparecía con algún billete, pero no más allá de eso. No es como si los matrimonios entre distintas clases estuvieran prohibidos, podían ocurrir, pero no es normal.

Lo que volvía a la pregunta ¿Por qué lo cortejarían? JeongIn no les aportaría ninguna posición social buena ni negocios para su familia. Y si llegaban a cortejarlo, ¿Qué le iba a asegurar que sería el único de uno de ellos? De sólo pensar en compartir a uno, a cualquiera de los dos, con otro omega, sentía ganas de estallar en llanto.

Eso no estaba bien. JeongIn no sabía cómo, pero se estaba volviendo dependiente de ellos, y eso estaba demasiado, demasiado mal. Eso jamás tuvo que pasar en primer lugar, nunca tuvo que permitirles acercarse tanto a él, ¿Qué haría ahora?

Su celular volvió a vibrar en nuevos mensajes y ahora no pudo evitarlo: unas lágrimas cayeron cuando los leyó, ambos diciendo lo mismo.

‹‹¿Estás bien, JeongInie?››.

No, nada estaba bien ni lo iba a estar. JeongIn estaba acercándose poco a poco a ese abismo que estuvo evitando tanto tiempo, incapaz de alejarse ahora.

Estaba condenado.

HyunJin mordió su labio inferior al revisar otra vez sus mensajes, como esperando que en esos diez minutos que no estuvo pendiente de su celular, de repente llegara un mensaje de JeongIn. Sin embargo, el chico le dejó el visto a su último mensaje, y a pesar de todo, no quería molestarlo o presionarlo más.

Qué raro se le hacía eso, considerando que nunca se había comportado así con otro omega. Si algún chico o chica le ignoraba los mensajes, HyunJin solía mandarlo al diablo para seguir con su vida, ¿para qué detenerse con alguien que no estaba interesado en él? Pero ahora, de sólo pensar en hacer eso con JeongIn, se sentía culpable e incómodo, y quería hablar con él. Especialmente, le preocupaba volver a verlo y notar algún daño en su rostro.

Al recordar ese ojo morado e hinchado sentía la rabia arder. El omega insistió un montón en que fue un golpe con la ventana, nada más, pero HyunJin no le creyó en ningún momento. La cara que tenía SeungMin le decía que tampoco le creía nada. A pesar de todo, HyunJin seguía muy preocupado de que algo le pasara a JeongIn, de que alguien pudiera hacerle daño.

Aun cuando él y su mejor amigo habían apostado la virginidad del omega.

El recuerdo de eso provocó que su estómago se apretara. De sólo pensar en lo triste que se sentiría JeongIn si llegaba a enterarse de la verdad...

HyunJin no debería darle tantas vueltas a ese asunto, por Dios, antes jamás tuvo esos pensamientos, ni la culpabilidad parecía carcomerlo por dentro, ¿Qué era distinto ahora? Venía conociendo a JeongIn desde hace más de un mes, tampoco era tanto tiempo para encariñarse con él, ¿O sí? Pero, de alguna forma, lo sabía: su alfa lo quería, deseaba a JeongIn. Lo anhelaba. Cuando los ojos del chico lo veían, esos colores dispares fijos en él, sentía su mundo dando vueltas y apenas podía desviar la mirada. Y cuando lo olió, cuando lo tuvo junto a él en la cama...

No se dio cuenta hasta ese momento, pero JeongIn olía a bebé. Su aroma era como de esas cremas de bebé que vendían en las farmacias, un olor suave y tierno. Su piel también era tersa y lisa, hasta el punto de que le provocaba ganas de acariciarle las mejillas. ¿Cómo reaccionaría JeongIn si hacía eso? Siempre parecía evitar el contacto.

A su mente regresó el tema de la apuesta, así que la culpabilidad aumentó un poco más.

Pero no tenía por qué saberla, ¿Cierto? Es decir... Es decir... HyunJin podría tomarlo como omega, ¿No? Sí, eso podía hacer. Su alfa quedaría contento con eso, podía ofrecérselo y prometerle muchas cosas, como irse a vivir lejos de su padrastro. En una nueva casa o un departamento, donde JeongIn quisiera, y le llenaría de regalos para tenerlo feliz.

Sin embargo, recordó otro problema importante: su madre. Su madre pegaría el grito al cielo si veía que marcó a un omega de clase baja, e incluso su padre podría protestar. Todo sería un caos y ella comenzaría a insistir que marcara a otro omega, un segundo omega. Eso pondría tan triste a JeongIn...

Sacudió su cabeza, espantando el hilo de pensamientos que comenzó a golpearlo. ¿Qué mierda se le pasaba por la mente? Casi se montó toda una historia, ¿Desde cuándo actuaba de esa forma? ¿No era un poco desquiciado?

—Tienes una mirada molesta, ¿Es que acaso JeongIn sigue ignorándote?

Se sobresaltó cuando escuchó la grave voz de su amigo, y en unos segundos SeungMin se sentó a su lado, con una cara de sueño. Ya era más de mediodía y el alfa más alto venía saliendo de la cama, como el perezoso que era.

—¿Acaso a ti te ha respondido? —bufó HyunJin.

SeungMin sonrió, aunque la sonrisa no llegó a sus ojos. Antes de siquiera escuchar su respuesta, ya sabía qué le diría.

—No —suspiró SeungMin—. De todas formas, ¿Harás algo para Año Nuevo?

—Pensaba en invitar a JeongIn a cenar —admitió HyunJin, notando enseguida la forma en que su mejor amigo estrechaba sus ojos—. ¿Qué? Sigo preocupado por lo de su ojo.

—Cuéntame de nuevo acerca de ese alfa.

Era como la tercera vez que SeungMin le preguntaba acerca de eso. HyunJin suspiró, comenzando a hablar de lo ocurrido el veinticinco de diciembre. Cada vez que lo recordaba, sentía la ira acumulándose más y más en su interior, especialmente cuando revivía los ojos aterrados de JeongIn. No era necesario que el omega se lo dijera, porque él ya lo sabía: su padrastro lo golpeó.

La cara de SeungMin expresaba el mismo pensamiento.

—Estoy muy preocupado —admitió SeungMin, antes de continuar—, por JeongIn y por nosotros.

—¿Nosotros? —HyunJin ladeó la cabeza.

Pudo ver la forma en la que tragó saliva, y por primera vez, HyunJin no sabía qué esperar de SeungMin. Por primera vez, sintió nervios de lo que fuera a decir, como una pequeña gota de pánico caía en su interior y parecía extenderse.

La expresión de SeungMin se endureció. Por Dios, conocía tan bien a su mejor amigo, que sabía que él debía estar experimentando algo parecido.

—¿Qué es JeongIn para ti?

HyunJin humedeció sus labios ante la pregunta. En ese instante, sintió el loco impulso de reírse histéricamente, lo que además le preocupó bastante, porque él no era de perder los estribos. De los dos, SeungMin solía ser más impulsivo que HyunJin. Pero, ¿Por qué quería estallar en carcajadas? ¿Por la estupidez de la pregunta? Jamás ellos llegaron a ese punto, en el que debían consultarse sobre sus sentimientos por un omega, pues jamás hubo alguna necesidad.

—¿Qué es para ti? —replicó, y SeungMin ladeó la cabeza.

—A ver si me contestas tú primero. —bufó su amigo, y HyunJin sintió sus hombros relajarse al notar la sonrisa juguetona en la boca de SeungMin.

No debía preocuparse, ¿Qué estaba pensando?

—Nuestra apuesta, eso es. —mintió, y otra vez, la culpabilidad lo golpeó.

La sonrisa de SeungMin se hizo un poco más pequeña y lo vio asentir, su cabeza viéndose algo rígida.

HyunJin no iba a perder los estribos por un omega, no tenía por qué actuar así. JeongIn era sólo... Sólo JeongIn, nada más.

Absolutamente nada más.

—¡JeongInnieeeeeeeeee!

Se giró con una sonrisa al ver a Felix correr hacia él, agitando su mano, antes de recibir un abrazo que le sacó muchas risas. Sin embargo, la risa pareció cortarse cuando su mejor amigo se echó hacia atrás y le vio el rostro, sus ojos abriéndose con fuerza al notar su ojo moreteado. La hinchazón ya bajó días atrás, pero todavía quedaban restos de morado alrededor. Si hubiera tenido maquillaje, se lo habría cubierto de alguna forma.

—¡No te preocupes! —le dijo de forma inmediata—. Me pase a golpear con la puerta.

Felix abrió la boca para discutirle, pero otra persona atrás de ellos habló. JeongIn reconoció la grave voz de MinHo.

—Mierda, ¡Ya me agoté! —se quejó el alfa, con el rostro colorado—. ¡A ver si dejas de correr a lo loco, Felix! —antes de poder añadir algo más, MinHo miró a JeongIn—. ¿Y a ti qué te pasó?

Felix soltó a JeongIn, dándole un empujón a su novio.

—¡Pues eso le iba a preguntar, pero vienes tú con esa actitud de mierda y no me dejas hablar! —barboteó el omega.

JeongIn se puso a reír al verlos discutir por esa tontería. A pesar de que no quería hablar sobre lo ocurrido con ese golpe, el hecho de que ellos se preocuparan, pero no estuvieran encima de él, le hacía sentir un poco bien.

—¿Vamos a ver la película? —intervino.

Felix dejó de empujar a MinHo con su dedo, volviendo a sonreír por la felicidad mientras su novio se quejaba.

—¡Claro! Hace mucho no pasamos un tiempo los dos juntos. —Felix lo atrajo, pasando su brazo por los hombros de JeongIn, y comenzó a caminar.

—¡¿Y yo qué?! —gritó MinHo—. ¿Yo me voy ahora?

—¡Te haces de rogar, eh! —Felix arrugó los labios—. Ven aquí, ¡Dame la mano, MinHo!

El omega menor se rió en voz baja al ver la sonrisa del alfa, pareciendo un cachorrito al que acababan de premiar. MinHo no tardó en alcanzarlos, entrelazando sus dedos con los de Felix. Fue ahí que JeongIn notó los anillos que cada uno llevaba.

¡Oh! ¿Ya se comprometieron? —preguntó, llamando la atención de la pareja.

Felix enrojeció ante la pregunta, mientras que MinHo se encogió de hombros. El matrimonio no era una institución tan importante en esa sociedad, especialmente cuando los alfas podían tener varios omegas a su cuidado. Muchas parejas decidían no casarse por eso mismo, pues la marca era suficiente para reclamar a un omega.

No sabía si MinHo, más adelante, marcaría a otro omega. Por ahora lo dudaba mucho, pues MinHo era de clase media, así que era difícil que pudiera mantener a otra familia. Pero si entraba a estudiar algo que le generara ingresos...

Es decir, confiaba en MinHo. Era un muy buen amigo, le cuidaba y se preocupaba por él. Pero era un alfa. Y JeongIn no quería que Felix saliera herido, con lo mucho que amaba a su novio.

—Nos casaremos cuando terminemos la secundaria —comentó MinHo—. Mi Bokkie quería una boda, así que yo se la daré.

—¡Pero me refería cuando fuéramos más grandes, Min! —protestó Felix, a pesar de que no parecía molesto por sus palabras.

—¿Para qué esperar? Si te amo tanto —el alfa esbozó una sonrisa perezosa al ver que las mejillas pecosas de Felix se pusieron mucho más coloradas—. ¿Querrás ser nuestro padrino, JeongIn?

El omega menor se rió ante la pregunta, haciendo la fila para comprar las entradas de la película que iban a ver.

—¡Claro! —aseguró, feliz por la clara invitación, y también un poco aliviado de que, al menos, Felix fuera el primer omega de MinHo. El primer omega siempre era el más afortunado.

Antes de seguir hablando, vaciló un poco. No sabía si decirle o no a sus amigos lo que venía pensando desde hace mucho, le daba algo de vergüenza. Sin embargo, no podía seguir guardándoselo, tenía que hablarlo con alguien.

—Estoy conociendo a alguien. —dijo, y sintió su rostro caliente de forma inmediata.

Tanto MinHo como Felix se voltearon a verlo de golpe, tan fuerte que JeongIn temió que pudieran haberse roto el cuello. La pareja se veía completamente atónita y fuera de sí, sorprendida por sus palabras.

—¿Cómo? —farfulló Felix.

—Bueno, no a una persona —tosió, un poco tímido—. Tampoco sé si es algo serio. La verdad es que... Uh...

No sabía cómo explicarse bien, y era un poco peor al notar las miradas curiosas de sus dos amigos. Parecían demasiado fuera de sí, probablemente porque JeongIn nunca dio indicio alguno de estar interesado en alfas. Siempre los esquivaba, e incluso MinHo tuvo que defenderlo varias veces de alfas que quisieron propasarse con In.

—Se llaman HyunJin y SeungMin —habló, tratando de no trabarse—, son... Son a-amigos y ellos...

—Espera, espera —le interrumpió Felix—. Woah, mucha información repentina, In, ¿Qué tal si comienzas otra vez?

JeongIn hizo un puchero, pero no respondió de forma inmediata, porque le tocó comprarse su entrada para el cine. Una vez los tres compraron sus entradas, fueron a sentarse a una de las mesas que estaban al lado de la sección de dulces. Su película comenzaría en media hora.

—¿Cuánto tienen? —preguntó MinHo.

El omega menor mordió su labio inferior.

—Veintiuno —dijo, recordando que SeungMin los cumplía ese mismo día. Más tarde, iba a juntarse con él para ir a la pista de hielo, a celebrarlo. En su mochila llevaba un pequeño regalito que le compró—. Ellos... Uh... Ellos han sido amable y buenos conmigo, Hyung.

—JeongIn, ¿Estás seguro? —preguntó Felix, preocupado—. Uh... no quiero sonar pesimista o algo así, ¿Está bien? Pero ellos son mayores, ¿Y si se están aprovechando de ti?

—No estoy diciendo... —vaciló otro momento, antes de continuar—. No sé si ellos... Hyung, no sé si esto vaya para algún lugar, ¿Vale? Es decir... Ellos son de clase alta, son... Son niñitos ricos, probablemente ni siquiera me ven como un omega al que cortejar, pero... Pero me agradan —tragó saliva, con los dos pares de ojos encima de él—. Me agradan demasiado y me siento a gusto con ellos, ¿Eso es malo, Hyung?

MinHo y Felix se miraron, y de forma inmediata, la expresión del Australiano se suavizó. Felix terminó asintiendo.

—Cuéntame, ¿Son guapos? —preguntó, y JeongIn agradeció que no le hubiera dado alguna lección sobre no confiar en alfas, porque él no lo necesitaba en ese momento.

Luego de varios minutos hablando, decidieron ir a comprar unas palomitas y bebidas, e ingresar a la sala del cine.

Dos horas después, se despidió de sus amigos. Ya les había contado que se juntaría con SeungMin, y a pesar de hablarles de él, no quería que lo conocieran. No todavía.

Se juntarían en el mismo centro comercial, sólo que en otro piso, donde estaban los juegos y la pista de hielo. Lo vio de forma inmediata, porque SeungMin estaba sentado en una banca, con su cabello rubio reluciendo por el retoque. Algunos omegas pasaban a su lado, mirándolo, y JeongIn sintió una pequeña punzada de molestia ante eso.

Sin embargo, se le pasó cuando SeungMin levantó la vista y le sonrió, sacudiendo su mano. JeongIn no tardó en alcanzarlo y, sorprendiendo a los dos, le dio un abrazo.

—¡Fe-Feliz cumpleaños! —tartamudeó, con un poco de vergüenza—. E-Espero que la estés pasando bien, Hyung.

Um... Si voy a estar contigo, de seguro la pasaré bien. —aseguró el alfa.

De alguna extraña forma, luego de lo ocurrido en el café unas semanas atrás, con SeungMin defendiéndolo de YuGyeom, las cosas entre ellos cambiaron. Su omega ahora se sentía muy relajado alrededor de SeungMin, ya sin estar muy perspicaz o desconfiado, e incluso el alfa parecía más a gusto a su lado. No le lanzaba esos coqueteos descarados del inicio y su sonrisa no lucía de dobles intenciones.

—Te tengo un regalo —le dijo al alejarse, tratando de que sus mejillas no se ruborizaran—. Es... Es algo pequeño, pero...

—Innie, no era necesario.

—¡Sí lo era! —aseguró JeongIn, quitándose la mochila y rebuscando la bolsa de regalo que guardó. Era pequeña, del porte de la palma de su mano—. No es la gran cosa, de todas formas.

SeungMin sonrió al recibir el regalo, abriéndolo y sacando del interior un bonito llavero redondo, donde estaba un cuadro. El alfa lo reconoció enseguida: La Noche Estrellada, de Van Gogh.

—Yo... Uh... Me... Me acordé de que te gusta mucho ese pintor, así que...

SeungMin se movió, agarrándolo de la barbilla e inclinándose a darle un beso en la mejilla al omega. Las feromonas del chico se dispararon ante ese gesto, incapaz de controlarlas, y el alfa sonrió al sentir el aroma a bebé inundando sus fosas nasales. Quería tanto hundir su nariz en su glándula y olerlo mejor, pero decidió que sería muy arriesgado. No quería asustar a JeongIn.

—Está muy bonito, In —le aseguró, buscando sus llaves para colgar el llavero—. Es el mejor regalo que recibí hoy.

—¡Que exagerado eres! —se rió JeongIn, todavía un poco avergonzado, aunque sintiéndose bien por las palabras de SeungMin.

De ahí fueron hacia la pista de hielo, con el alfa pagando ambas entradas. JeongIn insistió en que no era necesario, pero al final terminó cediendo ante SeungMin, y fueron a buscar los patines. Una vez listos, fueron hacia la pista y entraron.

—¿Harás algo hoy? —le preguntó JeongIn, comenzando a patinar.

—No, no soy de fiestas —le respondió SeungMin—, es decir, iré con mi mamá. Tal vez mi padre esté allí, no sé. —se encogió de hombros, indiferente.

—¿Ella...?

—Es la segunda omega —terminó de decir el alfa—, así que ya te puedes imaginar. No es que sea muy importante para mí, JeongInnie, a estas alturas me he acostumbrado —el omega asintió, con carita triste, y SeungMin mordió su labio inferior antes de estirarse a agarrarle la mano. El omega se sobresaltó—. ¿Y tu mamá?

Ah —JeongIn observó la forma en la que SeungMin entrelazaba sus manos, recordando a MinHo haciendo lo mismo con Felix—, no, mi mamá... Um... Es un poco complicado.

—No tienes que hablarlo si no quieres.

Pero quería hablarlo. JeongIn no era mucho de contar sobre su vida familiar, pero otra vez, su omega parecía muy contento con SeungMin. Era tan extraño, porque cuando algún alfa actuaba tan interesado en él, retrocedía enseguida. ¿No se comportó groseramente con SeungMin cuando lo vio por primera vez? Su omega desconfiaba con facilidad de cualquier alfa.

Sin embargo, SeungMin no era cualquier alfa.

Tragó saliva.

—Mi padre nos abandonó —suspiró JeongIn, observando la expresión concentrada del alfa junto a él, sin soltarlo un poco—. Fue... Fue una época difícil, mamá estaba desesperada por eso, por haber sido abandonada. Para muchos omegas es como... Como una condena, más si tienen un hijo. Pero al final encontró otro alfa que la marcó y ahora... Eh... Ellos están juntos ahora.

—Tu padrastro. —completó SeungMin, sabiéndolo por lo que le contó HyunJin debido al golpe de JeongIn.

El alfa sintió la ira arder cuando su mirada se posó en el ojo herido de JeongIn. Estaba mucho mejor, pero eso no quitaba la rabia que sentía en el fondo.

—Mamá quiere que yo tenga una mejor vida —suspiró JeongIn—, ella insiste en que debería dejarme morder por algún alfa que me ofrezca una buena vida.

Yo podría ser ese alfa, pensó SeungMin, y el deseo hizo aparición. Lo venía pensando desde hace varios días, y cada vez que recordaba los ojitos desamparados de JeongIn, el pensamiento cobraba más fuerza. Sí, podría ofrecérselo: SeungMin lo marcaría y lo convertiría en su bonito omega, que mimaría y llenaría de regalos. Le compraría una casa y le daría cachorros. ¿Qué mejor vida que eso?

Ese hilo de pensamientos se cortaba cuando recordaba la apuesta. ¿Y si HyunJin se lo llevaba a la cama primero? O peor, ¿Y si le contaba?

No, SeungMin no sabía qué estaba pensando, ¿Cómo lo haría su omega? Eso sería muy estúpido, comenzando porque JeongIn no venía de una posición privilegiada a la que sacarle provecho, así que sus padres no estarían contentos con eso. El primer omega, para las familias acomodadas, era el más importante, con los que se llevaban a cabo matrimonios económicos o políticos. El segundo o tercer omega era menos importante.

Cuando su madre se dejó marcar por su padre, por ejemplo, ella venía de una familia que ascendió sorpresivamente a la clase alta. Para afianzar su lugar dentro, la ofrecieron a su padre, por eso también ella buscaba llamar la atención del alfa. En cuanto a su tercer omega, SeungMin sabía que era un chico corriente, con el que su padre probablemente se encaprichó, pero nada más.

Trató de mantener la sonrisa en su rostro, a pesar de que la culpabilidad empezó a hacer estragos en su interior.

—¿Y qué quieres tú, Innie? —preguntó SeungMin.

Ahí, otra vez: los ojos de JeongIn parecieron destellar en dolor, tan rápido como una estrella fugaz. La culpabilidad aumentó.

—¿Yo? —JeongIn se rió con tristeza—. ¿Desde cuándo es importante lo que un omega quiere?

SeungMin quería abrazarlo y protegerlo. Ahora, sólo le dio un suave apretón, tratando de espantar de alguna forma esa devoradora culpabilidad que empezó a crecer en todo su cuerpo.

JeongIn se sentía como en una montaña rusa de emociones.

Mordió el interior de su mejilla, con sus dedos negros por el carboncillo que sostenía entre ellos, antes de inclinarse y ver mejor el dibujo que estaba acabando. Cada vez que el estrés parecía superarlo, decidía que dibujar era una buena forma de quitarse esas emociones negativas. A veces, ni siquiera se daba cuenta de lo que estaba haciendo, como ahora.

Arrugó el ceño levemente al notar la cafetería en la que trabajaba, con una mesa en el centro y dos figuras sentadas a un extremo de ella. SeungMin sonreía de lado, mientras que HyunJin sostenía su taza de café, soplándola para poder beberla sin problemas.

Qué desgracia más grande. JeongIn suspiró, dejando el carboncillo y frotando su mejilla, sin importarle si quedaba manchado con el negro. Cerró su block de dibujos, que se compró tanto tiempo atrás, y sacudió su cabeza con algo de desánimo. Era una fortuna que JaeHyung no se fijara en ese cuadernito, si viera lo que acababa de hacer, de seguro le daría otro golpe que le haría caer a la dura realidad.

A veces, JeongIn dejaba que su imaginación flotara, volara lejos de esa casa destartalada, de ese barrio de mala muerte, y empezara a soñar sobre otro futuro. Un futuro más bonito, mejor y perfecto para él. En ese futuro, JeongIn vivía en una bonita casa en medio de una pradera, lejos de la ciudad, con dos lindos cachorritos y con un alfa que no desaparecía por días. A veces, ese alfa tenía el rostro de SeungMin, y en otras ocasiones, la cara de HyunJin. Esfumaba esos sueños antes de ilusionarse un poco más de lo que ya estaba, porque no estaba bien, ¿Cómo se le ocurría?

Escuchó el grito de su mamá, diciéndole que la cena de Año Nuevo estaba lista. JeongIn fue hacia el baño, limpiándose las manos y mirando su reflejo en el espejo. Observó las manchas de carboncillo en sus mejillas, así que se limpió allí también, antes de volver a mirarse con ojo crítico. No era feo, JeongIn era un omega bonito: ese cabello azabache y desordenado, esos bonitos ojos dispares y afilados, como un zorrito. Cuando sonreía, sus dientes se asomaban como dos paletitas de conejo, que le daban un aire mucho más dulce y tierno. Para nada feo, ¿Acaso tenía alguna oportunidad con HyunJin y SeungMin?

Otra vez se obligó a desaparecer esa idea, ¡Cómo se le ocurría! No había forma en que ellos le quisieran. Y, aunque fuera así, ¿Qué le aseguraba que sería el único omega de ellos? Escuchar lo que le contó SeungMin de su padre le hizo saber que fue criado de la misma manera.

Se obligó a componer una expresión tranquila y casi indiferente, porque no quería atraer las miradas de JaeHyung sobre él. Ya suficiente tenía con lo ocurrido la semana pasada.

Sonrió al ver la cena de esa noche. A su mamá le tocó libre ese día, así que decidió preparar una comida contundente para celebrar el nuevo año que llegaba. Con mucha probabilidad lo hizo con su propio dinero, pero JeongIn estaba un poco más feliz de verla algo animada. Parecía haber olvidado por completo a HyunJin.

Se sentó en la mesa, sirviéndose la ensalada mientras HyeJi le entregaba el plato a JaeHyung lleno de comida. JeongIn decidió pasarlo por alto, no tenía las fuerzas para sentirse enojado por ese acto servicial de su madre hacia el hombre.

—El año que viene será mucho mejor —dijo HyeJi, sentándose junto a su hijo—. Ya te queda poquísimo para terminar el colegio, In, así que espero que pronto vengas con algún alfa aquí.

Ah. Quería comenzar con eso.

Bajó la vista, evitando la mirada de JaeHyung. JeongIn sentía la tentación de decirle a su mamá lo que pretendía ese hombre, pero ¿Y si le rompía el corazón? O peor aún, ¿Qué tal si a ella no le importaba eso, que JaeHyung lo marcara? ¿Qué tal si lo apoyaba? JeongIn se moriría si era así.

—Quiero seguir estudiando. —dijo, con voz débil.

JaeHyung se rió ante sus palabras mientras que su mamá frunció el ceño, en señal de clara molestia. JeongIn ni siquiera tenía buenas notas, y todos allí lo sabían.

—¿Y en qué? —se burló JaeHyung.

—Dibujo. Artes —aclaró, bajoneado—. Tal vez allí...

—Quizás sea bueno —comentó HyeJi—, en la universidad podrías conocer alfas de mejor categoría, como ese amigo tuyo, HyunJin —ella estrechó sus ojos—. No te ha ofrecido ser tu alfa, ¿Cierto? Porque si es así...

—¡No, mamá! —saltó, nervioso—. Yo no le intereso de esa forma.

—Mejor, tal vez sólo quiere aprovecharse de ti —JaeHyung sonrió—. No eres una gran cosa para ese tipo de alfas, JeongIn.

A pesar de que se prometió que no dejaría que JaeHyung lo atacara, sus palabras sí le hicieron daño en el fondo de su corazón. Una parte suya le dio la razón al alfa, ¿Cómo él podría estar a la altura de omegas de mejor clase? Pero eso no quitaba que doliera.

Asintió con la cabeza y su mamá se quedó callada. La cena inició en ese silencio extraño, hasta que su mamá lo interrumpió con esa risita de niña que a veces soltaba. Esa risita que no avecinaba nada bueno.

Oh, JeongIn, aprovechando este momento, ¡Debo decirte algo! —dijo ella.

JeongIn levantó la cabeza, observando en silencio. Su mamá tuvo que haber sido guapa cuando más joven, pensó, con ese cabello oscuro y ojos café. Muy guapa, porque cuando sonreía, se veían esos vestigios de su juventud. Sin embargo, ahora, se veía mucho más flaca y agotada, con ojeras bajo sus ojos y el cabello un poco seco. Tenía más arrugas en su pálida piel, y esa sonrisa juvenil parecía haber sido reemplazada por una mueca de estrés.

JeongIn sabía que su mamá se esforzaba mucho en verse bonita, en verse como una omega deseable, para que JaeHyung no la abandonara. La dejara por un o una omega más atrayente.

—¿Qué ocurre, mamá? —le preguntó.

HyeJi sonrió, y JeongIn reconoció la ilusión en esos ojos.

—¡Estoy embarazada! —celebró ella—. Vas a tener un hermanito, Innie.

JeongIn sintió su mundo desmoronándose poco a poco.

¡Gracias por leer!

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