6.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~Es peligroso cómo soy destrozado...
JeongIn se sentía demasiado cómodo, como si estuviera durmiendo en una nube suave que lo acogía por completo, que lo envolvía y lo protegía de todo lo malo en el mundo.
Nunca se sintió así. Nunca durmió tan bien.
Podía sentir una suave respiración en su nuca, pero qué importaba, los brazos de HyunJin eran calentitos, perfectos, lo envolvían con una facilidad que no hubiera creído posible. Su instinto omega murmuró que nunca quería salir de allí, que ese lugar era algo que no podría encontrar en ninguna otra parte.
No. Si había otro lugar como ese.
La noche en que YuGyeom lo atacó, SeungMin lo envolvió con sus brazos cuando se quebró por completo y, extrañamente, se sintió como en ese momento. Como si un simple abrazo fuera lo que necesitara para protegerlo de todo, para cuidarlo de las cosas malas en el mundo.
¿Por qué SeungMin y HyunJin tenían que abrazarlo de esa forma?
No lo sabía. No le importaba. Solo quería que lo abrazaran así a él, aunque sonara egoísta, aunque no estuviera en una posición decente para exigir aquello.
Se giró, abrazando a HyunJin de frente, enterrando su rostro en su pecho y suspiró para seguir durmiendo, llenándose con el fuerte olor alfa que exhalaba y lo envolvía completamente.
—¿Qué mierda significa esto?
Abrió sus ojos con el terror invadiéndolo, sentándose bruscamente sobre la cama, y echó a un lado los brazos de HyunJin, como si hubiera estado cometiendo un delito.
No, no, no, ¿Por qué?
JaeHyung lo observaba desde bajo del marco de la puerta con furia mal disimulada.
—Yo...
—Que gran despertar, InIn.
HyunJin frotó sus ojos, sentándose también, aún amodorrado. JeongIn no dijo algo, liberando feromonas de miedo.
El de cabello largo frunció el ceño, levemente confundido, antes de mirar hacia la puerta. Su expresión cambió un poco, no demasiado, en señal de comprensión: estaba con JeongIn en una situación un poco comprometida y ese era el alfa que habitaba en la casa.
—No pasó nada. —soltó, dejando salir un bufido.
JaeHyung apretó su mandíbula.
—¿Tienes un novio, JeongInnie? —preguntó ácidamente, con veneno en su voz.
El chico negó con fuerza, demasiado asustado para decir algo. Para poder sacar su voz, tratar de defenderse.
—Somos amigos. —explicó HyunJin de pronto, notando el ambiente tenso.
Ese alfa de cabello café, con algunas canas, lo miró. Parecía que quería estrangularlo con la mirada.
—Soy JaeHyung, el padrastro de JeongIn —se presentó, sin acercarse—. Comprenderás por qué... Me preocupa esto. JeongIn tiene diecisiete años, ya ves, y no quiero que se aprovechen de él.
El muchacho estaba mirando el suelo, como si hubiera algo terriblemente interesante allí, sin decir nada.
HyunJin notó que las cosas iban mal, que había algo raro allí, que una pieza no encajaba. JeongIn no lo mencionó la noche anterior.
Y ahora lucía aterrado.
—Lo entiendo —como si estuviera distraído, tomó la mano de JeongIn para darle un apretón, sin importarle si el otro alfa le dirigía una mirada furiosa—, pero no busco aprovecharme de Innie. Es un... Omega completamente encantador.
Otro silencio y, luego de unos segundos, JeongIn le devolvió el apretón en la mano, aunque lo hizo con rapidez, porque después la alejó. Al levantar el rostro y mirarlo a los ojos, se encontró con el vacío en ellos.
—¿Acabas de llegar, JaeHyung? —preguntó JeongIn con suavidad, agachando otra vez la cabeza.
A HyunJin le desagradó totalmente que el omega luciera tan sumiso, tan débil, en presencia de otros alfas. Por algún motivo que no llegaba a comprender por completo, quería verlo siempre sonriendo, con los ojos brillando de la emoción.
—Sí —el alfa frente a él pareció relajarse un poco—. Estuve muy ocupado anoche, lamento no haber podido llegar —olisqueó el aire, enarcando una ceja—. ¿Te entretuviste, JeongIn?
El ronroneo malintencionado del mayor envió un escalofrío por toda su espina dorsal, por lo que mordió el interior de su mejilla para ahogar las ganas de echarse a llorar.
—Mi celo se descontroló unos segundos, pero ya estoy bien. —respondió como si nada.
—Bien —JaeHyung sonrió, burlón—. El desayuno no está listo.
Como si fuera una orden, el chico se puso de pie caminando para salir de su cuarto. O eso pretendía, hasta que JaeHyung lo tomó del brazo, deteniéndolo. Se inclinó para olisquear su cuello.
HyunJin quería gruñir en señal de advertencia, pero se tragó el sabor amargo que la escena le dejó.
JaeHyung lo soltó y JeongIn siguió caminando como si nada, desapareciendo por el pasillo.
—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó JaeHyung de forma educada.
—Hwang HyunJin. —respondió, tratando de que su expresión no demostrara la molestia que sentía.
—¿Quieres tomar desayuno con nosotros, HyunJin, o prefieres marcharte?
Por el tono de su voz, sabía que el alfa frente a él quería que se fuera de allí lo más pronto posible.
Así que sólo sonrió, también educadamente, aunque la rabia bullía en su interior.
—Prefiero tomar desayuno, si no es mucha la molestia —contestó, calmado.
La leve mueca en el rostro de JaeHyung confirmó sus sospechas.
—Claro que no lo es.
Minutos después, ambos alfas entraron a la pequeña cocina.
El agua acababa de hervir, en tanto JeongIn ponía un par de tazas sobre la mesa, sin mirar a nadie a los ojos. El chico movía sus manos nerviosamente, HyunJin lo podía notar con facilidad, mientras les servía agua caliente para el café.
El celular del alfa menor vibró, y HyunJin leyó el mensaje de su madre, preguntándole dónde carajo estaba.
Sabía que tenía que irse, que ya pasó mucho tiempo en esa casa de mierda, pero si era sincero consigo mismo... No tenía un buen presentimiento. No quería dejar a JeongIn solo, no cuando lucía tan ansioso y aterrado.
Había una sensación demasiado desagradable en su estómago.
—¿Quieres... Uhm... Pan, HyunJin? —balbuceó JeongIn, todavía de pie.
JaeHyung lo miró con una ceja enarcada, hablando inmediatamente con una voz tan suave que erizó la piel de HyunJin:
—¿Te olvidas de mí, JeongInie?
Pudo ver cómo los hombros del muchacho se crispaban.
¿Por qué estaba tan aterrado? Se supone que el hombre frente a él era el alfa de su madre, ¿Por qué JeongIn lucía como un cordero a punto de ser degollado? ¿Acaso temía que JaeHyung le levantara la voz por la situación en la que habían estado? ¿O era otra cosa?
JeongIn no dijo algo mientras servía el pan tostado, como si estuviera a punto de llorar.
HyunJin quiso tomarle la mano y decirle que todo estaría bien. Luego, pensó que no debía estar pensando eso.
Comieron en un tenso silencio, hasta que una puerta abriéndose interrumpió el incómodo desayuno. Unos segundos después, una mujer parecida a JeongIn entró con expresión cansada, pero quedándose quieta al ver la visita en el lugar.
JeongIn se veía más enfermo ahora.
HyunJin pudo adivinar con facilidad que era la madre del muchacho.
—Oh, hola —saludó todavía sorprendida, antes de girarse hacia JaeHyung—. No sabía que invitaste a alguien, mi amor.
El alfa se encogió de hombros con actitud despreocupada.
—Es amigo de JeongIn —luego, extendió una sonrisa pequeña por su rostro—. Al parecer, lo invitó a pasar Nochebuena con él.
El chico frente a HyunJin apretó su mandíbula, mientras que el alfa menor arrugaba el entrecejo.
La omega parpadeó un poco confundida, y terminó por sonreír ampliamente.
—¡Sí! —dijo con una expresión de alivio—. Oh, Dios, ya era hora de que este momento llegara —la mujer dejó sus cosas en el suelo, sentándose frente a HyunJin—. Soy HyeJi, la madre de JeongIn, ¿Y tú?
HyunJin enarcó una ceja, viendo el rostro avergonzado del muchacho.
—Hwang HyunJin.
—¡Hasta tu nombre es perfecto! —HyeJi se veía realmente feliz y brillante por lo que estaba pasando—. JeongIn, ¿Por qué no me dijiste que ya tenías un alfa?
Oh. Oh.
Ahora entendía la expresión mortificada del omega, por qué lucía como si estuviera a punto de vomitar.
—Mamá, él no...
—¿JeongIn es tu primer omega? —HyeJi ignoró la débil protesta de su hijo—. Bueno, no importa realmente. Estoy segura de que un alfa como tú no podría contentarse sólo con un omega, pero tienes la fortuna de que JeongIn es completamente virgen, así que puedes disfrutarlo sin problema.
El muchacho soltó un grito ahogado, en tanto HyunJin endurecía su expresión, sin saber por qué le molestaba realmente lo que había dicho HyeJi. No era la primera vez, ni sería la última, en la que una madre vendía a sus hijos omegas de esa forma.
Pero imaginarse a un alfa marcando a JeongIn... Causaba que su estómago se revolviera.
—Innie y yo somos amigos. —le interrumpió, tratando de lucir amable.
HyeJi detuvo su perorata de golpe, borrando su sonrisa.
—¿Cómo?
—Tuve un problema anoche —dijo JeongIn, mordiendo su labio inferior—, y HyunJin me ayudó. Lo dejé dormir aquí en señal de agradecimiento —hizo una pausa—. No estamos saliendo, mamá. Es un amigo.
La expresión de disgusto en el rostro de la mujer era suficiente como para que HyunJin decidiera marcharse pronto de allí. Tragó el pedazo de pan como pudo, haciendo una mueca al sentir los ojos de JeongIn sobre él.
—¿Hay alguna posibilidad —dijo de pronto HyeJi lentamente— de que quieras a mi hijo como omega?
Dejó la taza de café a medio beber sobre el plato, en tanto los ojos de JeongIn se pusieron llenos de lágrimas.
—Mamá...
—No, JeongIn —el tono de la mujer era duro—. Tienes dieciocho años, es momento ya de que te comprometas.
HyunJin se puso de pie, disgustado por completo, y le revolvió el cabello al chico.
—Innie es un omega maravilloso —dijo, su tono más suave y casi amoroso—, y todavía es joven como para comprometerse. Pero, respondiendo a su pregunta...
Chocó con los ojos de JeongIn y pudo leer el pánico allí. El silencioso pedido de que, por favor, no contestara esa pregunta.
—Sólo el tiempo lo dirá —hizo una pequeña inclinación—. Gracias por el desayuno, Innie. Feliz navidad, espero que nos veamos pronto.
—Feliz Navidad, HyunJin —murmuró JeongIn, caminando con él hacia la puerta de salida―, y... Y gracias.
El rostro triste de JeongIn fue lo último que vio antes de que la puerta se cerrara frente a sus ojos.
Su mamá estuvo despotricando por al menos otras dos horas, pero JeongIn estaba aliviado.
Aliviado de que su mamá estuviera allí, gritándole, regañándolo por haberse comportado como un omega prostituto, invitando a un alfa a dormir, pero sin dejarse marcar. Porque si ella estaba ahí, significaba que JaeHyung no iba a tocarlo. Al menos, no de momento.
Así que se tragó todas las réplicas que quería decir, todas las protestas que morían por salir de sus labios, y de forma digna soportó los reclamos, las quejas de HyeJi, sentado en el envejecido sillón del living, mirando la pared mientras abrazaba sus piernas. JaeHyung fingía mirar la televisión, sin decir nada.
JeongIn quería ir a ocultarse a su pieza, sin embargo, sabía que su mamá se enojaría más si hacía eso, por lo que sólo se apretujó más contra el respaldo del sillón.
—Ya, cariño —dijo de pronto JaeHyung, tratando de calmarla—. Es suficiente, ¿No crees?
HyeJi cerró su boca inmediatamente y JeongIn hizo una leve mueca.
Siempre haciéndole caso, sin tener una maldita voz propia.
—Mira, ya son las dos de la tarde y no has empezado a cocinar. —el comentario sonaba despreocupado, pero los dos omegas supieron interpretarlo bien.
—Oh —HyeJi soltó una risita nerviosa—. Sí, tienes razón, amor —tomó su bolso sobre la silla—. Voy a ir al supermercado para comenzar a preparar el almuerzo. Luego seguiremos hablando, JeongIn.
La mujer le dirigió una mirada amenazante a su hijo, que se puso de pie para huir apenas pudiera, sin embargo, no fue lo suficientemente rápido. Retrocedió cuando su mamá salió de la casa, notando la furiosa mirada de su padrastro sobre él.
Su instinto se activó, pidiéndole que se alejara, que huyera, que pidiera perdón.
Pero su boca estaba seca, su cuerpo entumecido.
—Entonces —dijo JaeHyung lentamente, su voz con fría calma—, ¿Es tu novio, JeongIn?
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, de pies a cabeza, y quiso huir, ocultarse, alejarse de esa mirada llena de rabia.
—No —dijo débilmente—, no lo es. Es solo un conocido.
—Oh —JaeHyung se puso de pie, dando un paso y dejándolo congelado en su lugar—, ¿Acaso trajiste a un conocido a casa, aprovechando que estabas solo, para... Qué?
Acarició su brazo con fuerza, queriendo concentrarse en ese pequeño dolor, sin querer dejar que el instinto tomara el control por completo. Si permitía eso, rompería a llorar, se pondría de rodillas y JaeHyung podría someterlo con facilidad.
—Entré en celo anoche —respondió, respirando a bocanadas—, y HyunJin me trajo, me ayudó con el supresor. No pasó nada, lo prometo —se apresuró a decir—. No quería quedarme solo, no... No esta noche.
JaeHyung se quedó quieto un momento, y cuando JeongIn abrió la boca para decir que iba a su cuarto, chocó de pronto contra la pared, con la mano de su padrastro alrededor de su cuello.
Su lado omega chilló.
Abrió la boca, ahora respirando aceleradamente.
—¿No querías estar solo? —dijo JaeHyung con calma—. Si no querías, tuviste que decírmelo. Yo te habría hecho compañía y calentado tu cama, puta.
JeongIn cerró sus ojos y se obligó a no gritar cuando sintió la lengua de JaeHyung acariciando su cuello. Jadeó, aterrado, sintiendo unas lágrimas escapar de sus ojos.
—Por... Por fa-favor... JaeHyung... —gimió JeongIn, sollozando.
JaeHyung alejó su boca de su cuello, sin embargo, no lo soltó de su firme agarre.
—¿Quién es tu alfa, JeongIn? —preguntó el rubio, tranquilo.
El omega lloriqueó, sin mirarlo a los ojos, queriendo morirse, desaparecer, para que así JaeHyung no le hiciera más daño. Para que nadie más le hiciera daño.
—Tú —JeongIn apretó sus párpados—. Tú... JaeHyung...
El alfa no dijo algo por varios minutos, soltándolo del agarre en su garganta, y JeongIn boqueó en busca de aire, abriendo sus ojos, quedándose quieto en su lugar.
El rostro del alfa se había suavizado.
De pronto, la mano de JaeHyung golpeó su rostro, con tanta fuerza que lo lanzó al suelo, chocando con la mesita al lado del sofá, botando el florero.
Su ojo palpitaba con dureza mientras se acurrucaba en el suelo, gimiendo de dolor, y saboreó la sangre. Recibió otro golpe, en su estómago, que le cortó la respiración por varios segundos y lo dejó boca arriba.
JaeHyung se inclinó, calmado.
—Ahora dilo como si lo creyeras, JeongIn. —ordenó tranquilo.
Las palabras no salieron de su boca, y luego de recibir otro golpe en el costado, el alfa se marchó furiosamente.
Tragó saliva, evitando escupir la sangre acumulada en su boca, y cerró sus ojos un momento. Sintió lástima de sí mismo y de su estúpido agradecimiento porque no lo hubiera violado, a pesar de que lo golpeó con tanta saña que de seguro dejaría una marca por días.
Pero siempre podía disimular esas marcas. Los golpes curaban, pero había cosas que nunca sanarían, y si JaeHyung abusaba de él, estaba seguro de que terminaría matándose.
Y la muerte, si era sincero, no sonaba como una mala opción en ese momento.
SeungMin sintió entrar a HyunJin, por lo que asomó por la cocina para verlo llegar con una mueca de odio en todo su rostro.
Enarcó una ceja, mirándolo un tanto confundido.
—¿Pasó algo? —le preguntó.
—Mi madre —gruñó HyunJin entre dientes, echando a un lado su chaqueta—. Decidió invitar a YeJi y a sus padres a comer hoy. Y no contenta con eso, empezó a presionar a mi padre para que me hablara sobre las ventajas del matrimonio con una chiquilla tan linda como lo es YeJi.
SeungMin soltó un resoplido, levantando el hervidor para servirse un café, y de paso aprovechó para prepararle un té a su amigo. El alfa de cabello negro le agradeció con una mirada, apoyándose en el respaldo del sofá.
—Al menos tu padre no te está presionando —trató de consolar SeungMin—. Además... Supongo que tu papá no parecía muy interesado en eso.
―No ―suspiró HyunJin, con algo de alivio, y sonrió levemente―. A papá no le importan estas cosas, así que no tomó en cuenta a mi mamá. Él sólo quería hablar de negocios con el padre de YeJi.
—¿De verdad?
—YeJi tenía cara de aburrida ―HyunJin revolvió su té―, ya no parecía tener tantas ganas de un matrimonio.
Su amigo comenzó a reírse sin control, negando con la cabeza.
HyunJin le sonrió en respuesta, un poco más relajado al escuchar las carcajadas de su mejor amigo. SeungMin siempre sabía cómo hacer que el ambiente no fuera tan pesado, ayudándole mucho a sentirse mejor.
―¡Oh, a todo esto! ―habló SeungMin, yendo hacia el sofá, donde agarró su mochila―. ¡Feliz Navidad!
Alcanzó a agarrar el sobre que su amigo le lanzó, enarcando una ceja.
—Te juro que, si es otro cupón de descuento en productos de limpieza, te mataré. —dijo HyunJin, arrugando ahora el ceño.
SeungMin se encogió de hombros, inocente.
Cuidadosamente, el chico más alto abrió el sobre, sacando una fotografía que le hizo sonreír.
Si mal no recordaba, en la fotografía ambos tenían diez años y ese verano fueron a acampar juntos con el papá de HyunJin. Subieron a una canoa para navegar en el lago y la fotografía era de ese momento, cuando se reían porque SeungMin, por querer hacerse el valiente, decidió lanzarse al agua sin calcular lo profundo que estaría. La expresión de horror del chico lo era todo, al igual que la sonrisa enorme de HyunJin.
—La encontré anoche, en casa de mamá. —dijo SeungMin, rascando su nuca.
HyunJin sonrió con más ganas, observando la vieja fotografía.
—Mira esas caras inocentes. —se burló HyunJin con cariño.
Hubo un pequeño silencio entre ellos.
—Quién diría que nos convertimos en esto. —dijo SeungMin, como si nada.
—Habla por ti, Kim, yo estoy bien conmigo mismo. —HyunJin le hizo un gesto grosero que lo hizo reír, y el rubio le hizo un gesto adorable.
—Seguiremos siendo amigos por toda la vida, ¿No es así, Hwang? —preguntó SeungMin, pasando un brazo por los hombros del alfa.
—No podrás deshacerte de mí fácilmente, tonto.
—Jirafa.
Ambos se miraron antes de reírse, relajándose en su pequeño departamento, dejando que el cómodo silencio los inundara por completo.
HyunJin siempre se enorgulleció de ser un alfa que podía controlar muy bien sus instintos más bajos, hasta el punto de no calentarse tan rápido cuando un omega se lo ofrecía o le coqueteaba descaradamente.
O eso pensaba hasta que, en la madrugada, despertó con una dolorosa erección que le impedía volver a conciliar el sueño.
La imagen de JeongIn sonriendo sobre él, mirándolo con deseo, lujuria y amor, meneando sus caderas sobre su miembro, autopenetrándose entre suaves gemidos, le estaba provocando una reacción que no le gustó demasiado.
El chico, en sus sueños, le murmuraba palabras sucias al oído, mientras le pedía que fuera más profundo, que lo marcara por todos lados, que era suyo y de nadie más.
El sólo pensamiento del omega riéndose al follarse, al mirarlo a los ojos con esos preciosos luceros que tenía, hacían que se pusiera duro en sólo segundos. Hacía que su lado alfa, posesivo y celoso, saliera a flote por completo. Hacía que tuviera que contenerse para salir a buscar a JeongIn y lo marcara como suyo.
Soltó un gruñido, mirando su entrepierna abultada, y se volvió a recostar.
Marcar a JeongIn como suyo. ¿Qué tantos problemas le podían traer?
Muchos. Primero con su mamá, que enloquecería si marcaba a un omega macho de baja posición. En segundo lugar, estaba seguro de que a su papá no le haría mucha gracia esa situación. Y tercero...
Estaba esa apuesta de por medio.
Y si JeongIn llegaba a enterarse en algún momento...
Los ojos tristes con los que JeongIn le miró horas atrás estaban todavía en su cabeza, imposibles de sacar.
Dejó salir un nuevo gruñido, masajeando su miembro sobre su pantalón.
JeongIn no tenía por qué enterarse. Y la forma en la que lo miraba Innie...
Mierda, todo se estaba complicando demasiado.
La siguiente semana comenzó como un torbellino.
Todo el mundo continuaba de vacaciones, pero JeongIn tenía que seguir yendo a trabajar como si nada, como si hubiera pasado unas buenas fiestas en compañía familiar, sonriente y feliz.
Como si ese ojo morado hubiera sido sólo un accidente.
Por supuesto, mintió en el trabajo. No iba a decirle a nadie la verdad, ni siquiera su mamá sabía lo que ocurrió ese día, así que definitivamente ninguna otra persona se enteraría que su padrastro lo golpeó.
Incluso evitó por completo los mensajes de HyunJin y SeungMin. Había llegado a la triste conclusión de que, lo que sea que tuvieran, no podía continuar. Si JaeHyung llegaba a enterarse de que los estaba mirando con otros ojos, si llegaba a sospechar cualquier cosa... Era hombre muerto. Y no podía permitírselo, por muy triste que fuera todo. Por muy vacío que le hiciera sentir dentro.
No iba a arriesgar su seguridad, su integridad, por algo que no era seguro.
¿Desde qué momento empezó a comportarse como ese chico tan gris, tan apagado, tan muerto en su interior?
No estaba seguro.
Tres días después de Navidad, cuando estaba preparando café, sintió a los dos alfas entrando al café.
Se tensó al principio, recordando los ojos de HyunJin sosteniéndolo el día de su celo. A SeungMin abrazándolo luego del ataque de YuGyeom.
Le murmuró a MinJeong que atendiera, mientras él iba a la cocina.
En tanto, HyunJin y SeungMin vieron desaparecer al chico tras una puerta y se miraron entre sí con el ceño fruncido, caminando hacia una mesa desocupada. Ambos habían hablado del repentino silencio de JeongIn, por lo que estaban un poco preocupados –aunque no lo dijeron en esas palabras– y necesitaban saber si ocurrió algo.
La camarera rubia se acercó con expresión amistosa.
—Hola, buenas tardes, soy...
—Por favor —pidió SeungMin con suavidad—, ¿Podría atendernos Innie?
La chica los miró sorprendida, antes de cambiar su expresión a una de incomodidad.
—Él está ahora... Ocupado —mintió.
HyunJin soltó un resoplido.
—Somos amigos y necesitamos hablar con él —HyunJin ladeó la cabeza, sacando un billete de quince mil wons—. ¿Por favor?
MinJeong miró el billete mordiendo sus labios, hasta que se decidió a tomarlo y asentir de forma tímida, marchándose. SeungMin miró a HyunJin de forma acusadora, pero su amigo se limitó a rodar los ojos, sacando su móvil para responder unos cuantos mensajes que le llegaron de su mamá.
Minutos después, JeongIn se acercó y SeungMin fue el primera en levantar la vista con una suave sonrisa. Sonrisa que desapareció al chocar con el rostro del muchacho.
—Innie, ¿Quién mierda te golpeó?
HyunJin levantó la vista de su móvil, encontrándose con los ojos bicolores del muchacho.
El color morado rodeaba su ojo verde-azulado, hinchado, como si hubiera recibido un golpe con mucha saña y odio.
Recordó vagamente a su padrastro, la mirada furibunda que le dirigió cuando lo descubrió en la cama del chico.
SeungMin, en tanto, se ponía de pie, tomando la mano del castaño.
—Me pegué con la ventana. —dijo JeongIn débilmente.
Ninguno de los dos le creyó nada.
HyunJin se hizo a un lado, dejándole espacio en la silla, y SeungMin le hizo sentarse. JeongIn parecía renuente al inicio, aunque terminó cediendo al ver que no había tantas personas en el lugar. Su expresión era muy apenada, con una carita triste que les rompía el corazón.
—¿Fue ese horrible chico de la otra vez? —preguntó SeungMin con el ceño fruncido, su rostro tenso por la ira.
JeongIn negó con la cabeza.
—Me pegué con la ventana. —repitió mecánicamente.
Ambos alfas se miraron. Y, sin saber cómo, parecieron llegar a un acuerdo solo con la mirada.
—JeongInnie —el omega miró a HyunJin—. Sabes que siempre... Podrás contar con los dos, ¿Bien? —SeungMin se inclinó unos centímetros mientras el rubor crecía en las mejillas del de cabello negro—. Si necesitas algún lugar donde quedarte...
—Puedes venir a nuestro departamento —contestó suavemente SeungMin—. Estamos aquí para protegerte, Innie. No queremos que te hagan daño.
El chico solo bajó la vista, temblando por las palabras de los dos alfas.
Y un extraño sentimiento cálido se asentó en su interior, llenándolo por completo.
¡Gracias por leer!
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