5.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~¿Por qué está tan oscuro cuando no estás aquí...?
SeungMin no sabía que JeongIn era tan bueno con la boca.
Jadeó al sentir la cavidad húmeda del chico rodeando su miembro, y bajó la vista, chocando con los ojos dispares del menor, que lamía toda su longitud con una lasciva, enorme sonrisa.
Estaba acostado en su cama, él muchacho entre sus piernas, totalmente desnudo, y JeongIn volvió a meter la polla en su boca con un aguado sonido morboso.
Otra vez jadeó cuando la mano del omega subió y bajó junto con su boca.
—Je-JeongIn... —gimió, él omega alejándose, con la saliva escurriendo por su barbilla.
—¿No te gusta, SeungMin? —ronroneó, ahora sólo lamiendo la punta de su miembro, sin dejar de mirarlo, sus ojos nublados por el placer.
Él de cabello rubio mordió su labio inferior, respirando aceleradamente, y notó que JeongIn estaba penetrándose con sus dedos, con sus mejillas ruborizadas y haciendo bajos sonidos obscenos.
Mierda. Mierda. ¿Desde cuándo JeongIn podía ser tan caliente?
—Date... Vuelta... —gruñó, y la sonrisa del omega se acentuó más, obedeciendo con rapidez para satisfacer a su alfa.
Aquel pensamiento lo calentó más de lo que ya estaba.
Su alfa. Mío. Mi omega.
Notó que JeongIn se giró sin quitar la mano de su interior y SeungMin gruñó en advertencia. Él de cabello negro simplemente soltó una risilla, quitando sus dedos y volviendo a atender el miembro de Seung con su boca. Él alfa no lo dudó ni un poco: lo penetró con tres dedos, que se deslizaron fuertemente en el interior de JeongIn, y él chico movió sus caderas en señal de querer más.
Cuando lo iba a tirar sobre la cama para marcarlo, despertó.
Abrió los ojos, jadeando, sudado, con un serio problema en su pantalón.
Tragó saliva, completamente incrédulo y sin poder comprender un poco lo que estaba pasando. Qué significaba lo que acababa de ocurrir, el por qué JeongIn estuvo en su sueño.
Por qué se excitó como si tuviera quince años.
Se puso de pie, tambaleante, tratando de no hacer ruido alguno, y fue al baño para humedecer su rostro. Se forzó a buscar alguna solución para ese problema allí abajo.
Mojó su cara, mirando el reflejo en el espejo, y su mente lo traicionó por completo.
Volvió a imaginarse a JeongIn de rodillas frente a él, usando su boca, gimoteando en voz baja.
Esa erección no iba a desaparecer así como así, lo sabía.
Maldiciendo por lo bajo, volvió a su cama mientras se quitaba los pantalones del pijama.
Iba a tener que apurarse pronto con esa maldita apuesta o, muy probablemente, seguiría teniendo sueños como ese. Acostarse con JeongIn o descargarse con alguna beta. No, tenía que ser JeongIn. Lo sabía muy bien.
Tomando aire, comenzó a mover su mano para arreglar su problema entre las piernas.
JeongIn estaba sentado en el suelo, mirando la televisión, ignorando los morbosos sonidos que hacía su mamá al besar a JaeHyung, y trató de ignorar también ese molestoso pie que golpeaba su espalda constantemente.
Recordándole quién tenía el poder allí.
Abrazó sus piernas, queriendo huir a su habitación, pero no quería parecer grosero.
Ni siquiera le estaba prestando atención a la película, que trataba de algo sobre un ser verde que odiaba la navidad. JeongIn igual la odiaba, en especial luego de que su papá se fue.
Navidad era ahora sinónimo de soledad y abandono, porque mamá solía trabajar esas noches y JaeHyung salía a beber y apostar. Ese año no esperaba recibir un regalo, como los anteriores. Con toda probabilidad, trabajaría hasta las ocho en el café y regresaría a casa a acostarse temprano, buscando hacer más soportable esa constante soledad que lo ahogaba por dentro.
Al oír el gemido de su mamá se dijo que era suficiente.
Se puso de pie, sin decir nada, caminando hacia la puerta.
—¿Te vas, cariño? —preguntó su mamá antes de salir.
—Tengo cosas qué hacer. —se excusó sin ganas.
—¿No se supone que estás de vacaciones? —dijo JaeHyung filosamente.
—Bueno, tengo un libro que leer.
Antes de que uno de los dos pudiera añadir algo más se escabulló por el pasillo, maldiciendo entre dientes. Quedaban cinco días para Navidad y ya era un suplicio todo.
Cerró la puerta de su cuarto con llave, poniéndose el pijama y acostándose bajo las sábanas. Se hizo una bolita mientras miraba su celular.
Una sonrisa inevitable se extendió por su rostro al ver los mensajes que tenía. Uno de HyunJin y uno de SeungMin.
Sin poder evitarlo, sus mejillas se tiñeron de rojo, y suspiró en voz baja, abriendo cada uno de los mensajes para leerlos.
HyunJin le estaba contando algo de que eran las vacaciones más aburridas de la vida y que podían ir a los juegos del nuevo parque inaugurado semanas atrás.
SeungMin le envió una foto de él en la pista de hielo, en medio del suelo, diciendo que definitivamente no entraría otra vez a ese lugar.
Les contestó a ambos unas torpes respuestas, sin poder borrar un poco esa sonrisa idiota que tenía puesta encima. Cada vez que pensaba en cualquiera de ellos, su omega se retorcía en gusto y emoción, tan animado por la atención que recibía.
Sin embargo, luego de enviar los dos mensajes, se detuvo a pensar en lo que acababa de pasar, y los nervios y la ansiedad lo atacaron de nuevo.
¿Qué estaba haciendo, hablando así con aquellos dos alfas? ¿Comportándose como una colegiala enamorada? ¿Esperando sus mensajes con desespero?
Eso no estaba bien. Para nada bien. Porque no podía permitirse... no debía dejar que...
JeongIn no podía sentirse así. No debía sentirse así, con su estómago revuelto y su corazón bombeando fuertemente, como si aquellos dos alfas le gustaran.
No podían gustarle, porque JeongIn sabía que no tenía futuro con alguno de los dos. Porque, ¿Quién se fijaría en él?
No, esa no era la pregunta correcta.
¿Qué alfa se contentaría solo con él?
Porque los alfas sí lo miraban de esa forma, con deseo, con lujuria, dispuestos a cumplirle los caprichos. HyunJin y SeungMin no eran los primeros alfas guapos y con dinero que se le acercaban. Otros, más directos, le dijeron a la cara que si dejaba marcarse le comprarían un lindo departamento y le depositarían dinero cada semana para que estuviera siempre lindo, cómodo y a gusto.
Pero nunca le decían lo que realmente quería. Lo que realmente deseaba desesperadamente.
Mis ojos estarán siempre posados en ti, en nadie más.
Nunca podían decirle eso.
Porque JeongIn tenía una expresión triste, unos ojos distraídos, un fervoroso deseo de ser el centro del mundo de la persona que amaría.
Sin embargo, los alfas no eran así. Los alfas nunca se conformarían con él. O se aburrirían de JeongIn, dejándolo en su frío departamento cada noche mientras la pasaba con otro omega, o simplemente dividiría su tiempo entre él y todas sus otras parejas.
JeongIn quería que todos los días su alfa llegara a casa y comieran juntos, como una familia.
Su celular vibró en respuesta, pero no lo miró.
¿Cómo podía negarse a esos dos chicos?
Tenía que negarse. No había forma de que ellos lo amaran así. De seguro sólo lo miraban como una conquista, como mera diversión.
Suspiró, cerrando sus ojos, encerrando otra noche más aquellos sentimientos que lo hacían sentir inútil por dentro.
—¿Qué harás para Navidad?
HyunJin soltó un suspiro, levantando la vista del libro que estaba leyendo y chocando con la mirada de SeungMin, que en ese momento se estaba preparando un café tras la barra de la cocina.
—Mamá quería invitar a los padres de YeJi a casa, por lo que supongo que me pasaré unas horas por allí y luego vendré aquí a dormir. —contestó, distraído.
Pudo notar la sonrisa burlona de su amigo, por lo que simplemente lo fulminó con la mirada para que no hiciera comentario alguno.
—Me da lástima YeJi. —respondió SeungMin con inocencia.
—Le he dejado en claro todo —dijo HyunJin con algo de pesar, aunque sin mucha paciencia—. ¿Tan difícil es acaso entender una negativa?
—Oh, no digas eso cuando JeongIn no quiere que ni siquiera lo acompañemos a su casa.
Él más alto lo miró con una expresión enfurruñada, en tanto una sonrisa lenta se extendía por el rostro de SeungMin.
Pronto se cumpliría un mes desde que iniciaron con esa apuesta y ninguno llevaba un avance positivo. Sí, intercambiaban mensajes de vez en cuando, pero aparte de eso...
JeongIn se negaba rotundamente si le sugerían ir a pasear a algún lado. Y estuvo un poco esquivo y con una mirada más triste de la normal.
—¿Acaso has tenido algún avance? —continuó SeungMin como si nada, ante el silencio de su amigo.
HyunJin le mostró la lengua, frunciendo el ceño, y terminó por cruzarse de brazos en clara señal de negación.
El celular del de cabello largo vibró, y miró a Seung burlonamente, sacándolo para revisar el mensaje. Soltó un resoplido al ver que no era de JeongIn. Él chico le dejó el visto la noche anterior.
HyunJin se estaba cansando de ser el que lo buscara siempre, de ser quien le hablara primero. Aquella maldita apuesta le estaba destrozando la cabeza más de lo que esperaba realmente.
Y SeungMin no estaba mejor. Eso estaba durando más de lo que esperaba.
Ambos sabían que se debía a que ninguno de los dos quiso dar el paso que detestaban: de alguna terrible manera, ambos se negaban a enamorarlo y romperle el corazón. A cargar con el peso de haber ilusionado a un muchacho que lucía frágil, triste y asustado del mundo en el que se encontraba.
JeongIn ya lucía desamparado sin que alguien hubiera intervenido en su vida de esa forma, ¿Cómo se vería una vez que la apuesta finalizara?
Ni SeungMin ni HyunJin querían ver eso.
Pero, al mismo tiempo, ninguno estaba dispuesto a perder ese estúpido juego ni echarse atrás. Una parte irracional y pequeña deseaba llegar hasta el final, tener al chiquillo bajo su cuerpo, sometiéndolo por completo.
Esa parte alfa enloquecía cuando JeongIn les sonreía, aunque no fuera muy a menudo.
—¿Y tú tienes algún avance? —preguntó HyunJin luego de contestar el mensaje que el estúpido de BoMin –uno de sus compañeros–, guardándolo en su bolsillo.
Por décima vez desde que pasó aquel incidente, SeungMin quiso decirle a HyunJin sobre lo ocurrido en la cafetería días atrás, como un alfa quiso forzar a JeongIn y estuvo a punto de hacerlo. Y lo habría hecho, si JeongIn no hubiera estado allí para intervenir.
Sin embargo, sólo negó con su cabeza, encogiéndose de hombros y quitándole importancia.
Trató de no recordar los ojos llenos de lágrimas del muchacho, y como unos segundos después quiso lucir entero, haciendo como que no pasó nada. Queriendo disimular las cosas. Pero no para SeungMin, sino para alguien más.
Él alfa sentía que había muchas cosas que JeongIn se guardaba en su interior, y que algún día, iban a hacerlo colapsar. Lo harían perder la cabeza, lo quebrarían por completo.
—Aunque hubiera algún avance, no te lo diría. —SeungMin le sacó la lengua también, caminando hacia su cuarto, e ignoró la mirada calculadora que le dirigió su mejor amigo.
HyunJin, luego de verlo marchar, sólo suspiró y trató de prepararse mentalmente para los siguientes días, sabiendo que serían difíciles debido a lo cercano del cumpleaños de su amigo.
—¡Feliz Navidad, JeongIn!
Él omega se volteó, siendo abrazado sorpresivamente por su mejor amigo, y él de cabello negro sonrió con cariño, devolviéndole el abrazo. Sin poder evitarlo, le sacó la lengua a MinHo, quien bufó por la molestia.
ChangBin, a su lado, sonrió de lado y le tomó la mano a ChaeYoung, que se rió por la escena de MinHo. Él alfa era muy celoso cuando se trataba de Felix y sus abrazos.
—Por fin pudiste hacerte un tiempo para nosotros. —bromeó JeongIn, guardando sus manos en los bolsillos apenas Felix se alejó.
Su amigo, omega igual que él, esbozó una sonrisa culpable mientras le tomaba la mano a su novio.
—¡Lo siento! —chilló, avergonzado—. Tuve que ayudar a mis papás con el cambio de casa y visitar a mis abuelos y-...
—Lix Hyung, oye, no importa —se apresuró a decir JeongIn, sonriendo—. Es sólo que... Ya sabes, te extraño.
El grupo completo se devolvió para mirar al menor con sorpresa y JeongIn bajó la vista, avergonzado. Enseguida, Felix no pudo contenerse, volviendo a abrazarlo ante la mirada indignada de su novio.
—También te he extrañado, JeongIn —dijo su mejor amigo, alejándose y bajando la voz—. ¿Cómo están las cosas con tu mamá y JaeHyung?
JeongIn se removió, incómodo, pensando en esos años donde Felix y él no eran más que niños de diez años, vecinos, que jugaban todos los días. Pero los años fueron pasando, Lix se mudó a un mejor sector, mientras él papá de JeongIn abandonaba a su familia y el contacto entre los dos amigos se hacía más esporádico y breve.
Seguían siendo mejores amigos, pero aun así...
Nadie sabía de su verdadera situación con JaeHyung. Nadie lo conocía más allá de un vistazo, y JeongIn lo prefería así. No quería que se compadecieran de él, de su situación. Que lo juzgaran por su posición.
O temía decir algo y que le dijeran que debía resignarse a su lugar. Que no había que hacer para poder ayudarlo.
—Como siempre. —contestó, estoico.
Su amigo lo miró y JeongIn trató de cambiar de tema inmediatamente. Cada vez que Felix lo miraba de esa forma, temía que pudiera leer sus pensamientos con una increíble facilidad.
—Vamos al centro comercial a comer algo —se apresuró a decir, sonriendo—, las tiendas estarán llenas, pero el patio de comidas probablemente esté vacío. Además, aprovéchate de tu novio y haz que te compre algo lindo.
—¡Oye, no soy millonario, JeongIn! —dijo MinHo algo indignado—. ¡El ricachón aquí es ChangBin, que nos invite a comer!
—Imposible —bromeó ChaeYoung—. No me invita a comer ni a mí.
—¡ChaeYoung, me estás avergonzando! —se quejó ChangBin—. ¡Además, si te invito a comer!
—No recuerdo una vez que lo hayas hecho.
—No te preocupes —saltó ahora Felix—, MinHo también es un tacaño.
—¿Qué tontería estás diciendo? —balbuceó él alfa, incrédulo por lo que decía su novio.
—¡Es la verdad! El otro día me llevó a una cita que terminó en un motel, ¡Y no fue capaz de comprar los condones!
JeongIn los observó reír, sonriendo forzadamente también para aparentar que todo estaba bien, aunque no pudo evitar mirar las manos juntas de Felix y MinHo. A ChangBin abrazando a ChaeYoung por los hombros, la chica recostándose contra él, mientras JeongIn... JeongIn apretó sus manos para tratar de eliminar la naciente picazón que lo golpeó.
Estaba muy feliz porque sus amigos hubieran encontrado a sus parejas, porque ellos eran felices, pero eso no evitaba sentirse un poco triste y celoso por lo que significaba. No sólo por remarcar el hecho de que él estaba solo, sino que también porque ahora no tenía mucho tiempo con ellos. Felix y MinHo, ChangBin y ChaeYoung, eran como sanguijuelas que iban a todos lados juntos.
JeongIn quería tanto pasar un tiempo a solas con Felix, o con ChangBin, así no se sentía tan solo...
Sabía que, si le decía a Felix o ChangBin cómo se sentía, sus amigos no dudarían en pasar más tiempo con él, en preocuparse más del estado de ánimo del omega menor del grupo. Pero JeongIn sentía que, si les decía, luciría como si quisiera llamar la atención, y no deseaba eso. No deseaba que se vieran obligados a prestarle más atención.
—¿Vas a trabajar hoy? —preguntó de pronto ChaeYoung, mientras subían por las escaleras mecánicas.
JeongIn se removió, incómodo, sintiendo los ojos puestos en él.
—Le cambié turno a YuNa, así que estaré en el café de tres a ocho.
MinHo arrugó los labios en tanto Felix lo tomaba del hombro.
—¿Cenarás con tu mamá? —preguntó ChangBin con preocupación, antes de que Felix pudiera hacerlo.
—Mamá tiene turno de noche.
Como siempre. Como cada festividad.
Se encogió de hombros, tratando de restarle importancia.
—Podrías ir a cenar con mi familia. —dijo Felix, con expresión inquieta y ojos con algo de pena.
—También puedes cenar conmigo, JeongIn. —apoyó MinHo.
—Mi mamá estaría feliz de verte, Innie. —también dijo ChangBin, tratando de sonreír con amabilidad.
—Incluso puedes ir conmigo, JeongIn. —añadió ChaeYoung, su rostro tranquilo y dulce.
Él pequeño omega se sintió conmovido por todas las palabras de sus amigos, tanto que se vio incapaz de poder decir algo inmediatamente.
—No se preocupen —dijo, luego de unos segundos—, ya estoy acostumbrado —se forzó a sonreír—. Vamos a comer pronto, me muero de hambre.
Podía sentir los ojos todavía puestos en él, pero los ignoró deliberadamente, fingiendo que las cosas estaban bien en ese momento.
Que, pasar la noche de Navidad sin compañía alguna, estaba bien para él, porque debía acostumbrarse a eso. Ya que más adelante seguiría pasando noches especiales con soledad, porque era lo único a lo que podía aspirar porque nunca sería el único de una persona.
El único de un alfa.
SeungMin se fue minutos atrás con su familia esa noche, y HyunJin soltó un suspiro de aburrimiento e irritación al sentir su celular sonar. Sabía, sin necesidad de mirar, que era su madre la que lo estaba molestando en ese momento.
—¿Te interrumpí? —dijo con voz sarcástica la mujer cuando contestó.
—Pues sí —respondió él chico ácidamente, medio enfurruñado por la situación—. ¿Qué ocurre?
—¿A qué hora estarás por aquí? —respondió la mujer sin rodeos—. La familia Hwang llegará alrededor de las diez.
HyunJin no contestó de manera inmediata, sino que dejó que su madre se respondiera a sí misma con su silencio.
—¿No piensas venir? —chilló SunMi.
—Mañana pretendo comer contigo, ya que si mal no recuerdas, es navidad y tiempo de familia. —dijo con un bufido, aunque su voz también sonó algo molesta por la situación.
—¡Hwang HyunJin!
—No pienso cenar con los padres de YeJi cuando ya dejé las cosas claras. —espetó, y cortó la llamada, dejando su celular en silencio.
Trató de continuar leyendo el libro que comenzó a leer esas vacaciones, pero luego de varios intentos se rindió por completo, poniéndose de pie y saliendo del departamento para tratar de despejarse un poco, yendo directamente a su auto estacionado fuera. Conversar con su mamá siempre lo ponía de pésimo humor, además de que le deprimía un montón por lo interesada que era con todos.
Las calles, a esas horas, ya estaban quedando vacías. Eran casi las nueve de la tarde y las tiendas empezarían a cerrar pronto. Eso le aliviaba un montón, ya que la gente conduciendo era poca y no andaba batallando para abrirse paso entre todos los conductores desagradables de esa maldita ciudad.
Antes de darse cuenta, estaba girando en una esquina y viendo desde lejos la cafetería donde cierto chiquillo bonito trabajaba.
Vio la luz encendida y frunció el ceño.
¿Acaso...?
Al acercarse más con el auto lo notó: JeongIn estaba trabajando como si nada, atendiendo las pocas mesas presentes. ¿No debería estar con su familia en ese momento?
Estacionó el auto fuera del local, entrando poco después al pequeño lugar sin pensarlo.
JeongIn parecía el único trabajador presente en la cafetería, y al notarlo lo miró con sorpresa. Terminó de atender la mesa de una pareja para luego acercársele.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó JeongIn, ladeando la cabeza.
HyunJin enarcó una ceja, tratando de lucir divertido.
—Hola Innie, estoy muy bien, gracias. —dijo con una sonrisa burlona.
El rostro del muchacho lució avergonzado, con sus ojos bicolores brillaron con algo parecido a mofa.
—Es Nochebuena, ¿Acaso esto no se pasa en familia? —dijo JeongIn.
—Lo mismo podría decir.
Pudo ver con claridad cómo su expresión decaía y sus ojos se nublaban con pena.
Quiso decirle algo, distraerlo de otra forma, pero JeongIn negó con la cabeza y mordió su labio inferior.
—¿Vas a pedir algo? —preguntó.
—Lo de siempre —dijo con una sonrisa pequeña, pero agregó—, ¿No hay nadie más contigo? ¿A qué hora vas a cerrar?
JeongIn se encogió de hombros mirando la libreta, fingiendo anotar algo allí.
—NaYeon sabía que hoy no estaría muy lleno, así que le dije que me dejara la llave para cerrar, para que no tuviera que preocuparse por el local...
Él alfa frunció el ceño sin saber qué decir exactamente, queriendo saber por qué JeongIn no parecía desesperado por ir a su hogar, siendo que era una fecha para pasarlo en familia.
Decidió ir a sentarse para no darle muchas vueltas al asunto, recibiendo segundos después el café que JeongIn le sirvió. HyunJin tomó aire, un olor dulce llegó a sus fosas nasales. Tierno. Cálido.
Mientras bebía el café, observó al omega lavando los pocos platos que quedaban, la pareja arreglándose para marcharse. Las mejillas del chico estaban cubiertas de escarlata, pareciendo respirar con fuerza.
El olor dulce aumentó.
¿Feromonas?
Pero JeongIn era el único omega del lugar, ¿Acaso...?
JeongIn se sostuvo del mesón que servía como caja al acercarse, con una expresión mareada, llevando una mano a su estómago y perdiendo el color de su cara.
—Oh, mierda. —lo escuchó murmurar.
Él omega se encogió mientras su mano temblaba.
HyunJin abrió la boca para decir algo, pero ahora las feromonas de celo del muchacho lo golpearon con más fuerza. De pronto, hacía demasiado calor en esa cafetería y su pantalón le estaba quedando pequeño y apretado.
Levantó la vista y vio como la pareja tenía los ojos puestos en el chico, ambos alfas, sin alejarse de JeongIn un poco, con una mirada lujuriosa y reclamadora.
Antes de darse cuenta, HyunJin se puso de pie y casi corrió hacia donde estaba JeongIn, que respiraba de forma entrecortada. Sin pensarlo un poco, él alfa se metió detrás del mesón, agarrando al menor de la cintura, atrayéndolo contra su cuerpo. No lo dudó: mordió la piel de su cuello de forma superficial, lo suficiente para impregnarlo en su olor.
Él muchacho gimió sin pudor, en tanto HyunJin lo pegó mucho más a su cuerpo, su trasero contra su entrepierna, y miró con desafío a esa pareja, que tenía expresiones congeladas.
—Fuera. —ordenó en un gruñido bajo, sin soltar un poco al muchacho.
Los dos hombres decidieron obedecer con rapidez, queriendo alejarse del potente olor que JeongIn soltaba y de la mirada posesiva de HyunJin.
Él chico volvió a gemir mientras HyunJin se separaba, apretando sus manos para no volver a tomarlo de la cintura, tirarlo boca abajo sobre la mesa y hacerlo suyo.
Nunca ningún olor de omega en celo lo hizo perder el control de tal manera, principalmente porque los omegas solían tomar supresores diarios que ahogaban por completo el celo.
Mientras se movía por el lugar, recogiendo las tazas y apagando las luces, miró de reojo a JeongIn, que se seguía sosteniendo de la mesa con sus piernas temblaban, el rostro afiebrado y apretando su boca fuertemente, como si quisiera impedir que sus gemidos salieran de su boca.
HyunJin se acercó y tuvo que cubrir su nariz y boca para evitar que las feromonas, que con cada segundo cobraban más fuerza, lo hicieran caer. Aunque una parte de él le decía con voz maldadosa que se aprovechara de la situación. Que ese era su momento para darle fin a la apuesta.
Se imaginó el rostro de JeongIn cuando terminara con él, y ahogó todo lo que decía su instinto. No podía... No con él muchachito así, apenas consciente de sí mismo.
—Voy a llevarte a tu casa. —murmuró HyunJin de pronto, sin saber exactamente el por qué.
JeongIn levantó la vista con los ojos llorosos, sin decir nada, y dejó que HyunJin pasara un brazo por su espalda para ayudarlo a salir.
—Las llaves... En mi bolsillo...
Él alfa no puso expresión alguna cuando deslizó una mano por su bolsillo trasero, a pesar de que pudo notar la creciente humedad en el pantalón debido al lubricante que él muchacho debía estar soltando.
Sacó las llaves lo más rápido que pudo e ignoró el pequeño gemido que JeongIn soltó.
Salió con él muchacho prácticamente recostado a su lado, haciendo malabares para cerrar el local, y en medio de la oscuridad creciente lo llevó a su auto. HyunJin logró subirlo al auto, sintiendo su cuerpo caliente, sus gemidos bajos, sus manos tratando de moverse para satisfacerse un poco, pero sin ceder demasiado. Negándose a darse satisfacción a pesar de que su celo estuviera trabajando como loco.
Él alfa no sabía cómo mierda se estaba controlando para no atacarlo en ese momento, para cerrar la puerta del auto y hacerlo suyo allí mismo. Nunca su cuerpo se sintió tan desesperado por marcar a un omega.
Se sentó en el asiento del conductor, abriendo la ventana para no sentirse tan ahogado.
—¿Dónde? —murmuró HyunJin, respirando superficialmente.
JeongIn abrió un ojo, apretando sus dientes un momento antes de murmurar la dirección en voz baja, como si esperara que aquello lo ayudara a disimular un poco su estado.
¿Cómo mierda se olvidó de tomar sus supresores toda la semana, cuando su celo no estaba regulado gracias a eso?
Ah, era bastante obvio. Cuando se sentía más triste de lo normal solía olvidar un montón de cosas, concentrándose en temas banales para distraerse un momento. Todo empeoraba con el trabajo, sus paseos, la salida con sus amigos...
No era la primera vez que se olvidaba de algo. Pero si era la primera vez que olvidaba algo tan importante como eso.
Mierda, y si estaba JaeHyung...
Por favor, rogó a cualquier Dios que lo escuchara, que esté fuera. Por favor, te lo ruego, por favor.
HyunJin, en tanto, conducía por las calles con sus mejillas algo coloradas y tratando de concentrarse en el camino, aunque sintiendo su ropa ajustada debido a la creciente erección que se instalaba en su entrepierna. Iban a los barrios bajos de Seúl, lugar donde nunca antes estuvo. Lugar donde vivía lo peor de lo peor.
¿Cómo era posible que JeongIn no quisiera dejarse marcar por un alfa de buena posición, siendo que vivía en ese cuchitril?
Siguió las vagas indicaciones del muchacho hasta que se detuvo frente a una pequeña casa que tenía las luces apagadas, y oyó el suspiro de alivio del castaño.
Era Nochebuena. Luego de eso, HyunJin debería ir a cenar con su familia.
No parecía que hubiera alguien en la casa de JeongIn.
—Gra-Gracias... —susurró él menor, abriendo la puerta, queriendo alejarse del potente olor alfa que emanaba HyunJin y lo estaba haciendo perder de a poco la mente, el control de sí mismo.
Sus ojos se encontraron un momento.
—Te acompañaré dentro. —dijo, e increíblemente su voz no sonaba afectada por el celo sorpresivo del chico.
—Estoy-...
No pudo terminar su frase: un nuevo calambre en su estómago le indicó que la peor etapa del celo comenzaría en unos minutos. Etapa donde su mente se nublaría, perdería el juicio y buscaría follar con el primer alfa al alcance de la vista.
Antes de poder protestar, HyunJin se bajó del auto para ayudarlo a entrar a su casa.
Efectivamente, la casa del omega estaba completamente vacía, con un aire deprimente que le hizo fruncir el ceño. No había ni siquiera un indicio de cena, nada, sólo una triste soledad que pareció tragarlo por completo.
JeongIn lo llevó, tambaleante, a su cuarto, agarrando el frasco de supresores con rapidez que tenía sobre el velador, y se apuró en ir al baño para consumir el que correspondía y así bajar el celo.
HyunJin no sabía qué hacer. Por un lado, sentía un irrefrenable deseo de huir de allí; por otro, quería desnudar a JeongIn y someterlo. Y una tercera y pequeña parte... No quería dejarlo solo. No esa noche. No en Navidad.
HyunJin notó, entonces, sobre la pequeña mesita que JeongIn tenía, un cuaderno abierto. Sin saber por qué, se acercó al lugar, deslizando sus dedos por el dibujo hecho en carboncillo.
Una bonita chica de cabello claro y ojos grandes, riéndose, con su mano con unas puntiagudas uñas levantadas, cubriendo su boca. Todo el dibujo estaba en blanco y negro, con sombras grises en algunas partes.
Dio vuelta la hoja, viendo otro dibujo: la camarera que lo ayudaba en el café, la que tenía rostro indiferente. Sin embargo, al igual que el dibujo anterior, estaba hecho en carboncillo, sólo utilizando el negro para los trazos y las sombras.
Pasó a otra hoja, viendo ahora el paisaje que se veía desde uno de los puentes que cruzaba el río Han, con el sol oculto a lo lejos. Pero debido al color negro, el único presente en el papel, lucía triste, deprimente, sin vida.
JeongIn era un buen artista, lo notó enseguida.
Unos minutos después, él muchacho salió del baño con el rostro más compuesto, el olor de sus feromonas bajando considerablemente. Puso una expresión de sorpresa al verlo allí, más aún observando su cuaderno de dibujos.
—Creí que te fuiste. —dijo como si nada.
Aquellas palabras lo golpearon duramente. Había sonado como si él muchacho estuviera acostumbrado a que lo dejaran abandonado en los momentos más difíciles de su vida. Como si no esperara algo de él.
Sintió ganas de decirle que nunca lo dejaría solo, sin saber por qué.
—Es Nochebuena —dijo en voz baja, con su voz temblando un poco. Hubo una pequeña pausa—. Dibujas monocromáticamente.
JeongIn rascó su nuca, incómodo.
—Sí, yo... —no quería decirle el motivo de aquel estilo utilizado, lo que delataban sus dibujos, así que buscó cambiar de tema—. No te preocupes, estoy acostumbrado a pasar esta fecha solo.
Sintió su estómago pesado y una incómoda sensación asentándose en su cuerpo. Quería huir de ese lugar, escapar lo más rápido que pudiera.
—¿Tus papás? —en su lugar, se encontró preguntando aquello.
Él omega mordió su labio inferior.
—Mamá es secretaria en el hospital y tenía turno esta noche. —explicó, incómodo.
—¿Y tu padre?
El rostro del muchacho se endureció.
—Nos abandonó.
Pero podía sentir el olor de otro alfa en esa casa. Sin embargo, JeongIn no hizo mención de ello y HyunJin no quiso presionar tampoco. No ahora que...
¿Qué?
Las cosas eran demasiado raras en ese momento. Como si estuvieran fuera de lugar. ¿Por qué le molestaba la idea de otro alfa en esa casa? ¿Por qué le molestaba que JeongIn pasara la noche, esa noche, sin compañía alguna? ¿Por qué de pronto quería abrazarlo al verlo allí, queriendo lucir entero, pero sus ojos diciendo que quería que alguien le quitara las cadenas que parecía cargar cada día?
¿Por qué no se marchaba? ¿Por qué no se aprovechaba de él en esa situación?
¿Por qué no podía cumplir la apuesta?
¿Por qué la idea de SeungMin ganando le molestaba, pero no por perder unos cuantos wons, sino porque imaginarse a JeongIn bajo su amigo hacía que su estómago se sintiera pesado?
¿Por qué no podía dejar de preguntarse tantas cosas?
—Deberías irte. —dijo JeongIn, desviando la vista.
HyunJin apretó su mandíbula un pequeño instante
—También estaré solo esta noche. —dijo en voz baja, casi inaudiblemente.
Pero JeongIn lo escuchó, y lo miró con sorpresa. Y pudo ver cómo mordía su labio. HyunJin quería acurrucarlo contra su pecho y no soltarlo nunca más.
¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué quería comportarse de esa forma con él omega?
Sus feromonas, eso debía ser. Todavía lo estaban afectando, así que debería irse. Pero sus pies no se movieron.
—¿No la pasarás con tu familia? —preguntó JeongIn—. Pero es una fecha bonita.
—Sí —HyunJin levantó su barbilla en la oscuridad de la habitación—. Pero ahora... No quiero estar con mi familia.
Se arrepintió de haberlo dicho apenas terminó de decir la última palabra, sin embargo, para su sorpresa, JeongIn no dijo nada con respecto a ello. Dándole su espacio, diciéndole con los ojos que, sí quería, decírselo más adelante, lo iba a oír.
—Yo... Pensaba dormir ahora —dijo JeongIn, mirando sus manos, sin saber qué decir exactamente. Sintiendo una calidez extraña recorriendo su estómago—. Es temprano, aunque... ¿Quieres... quieres dormir conmigo, HyunJin?
HyunJin lo contempló en silencio, aunque sus ojos se abrieron levemente debido a sus palabras. Pero no había una mirada sucia, malinterpretando por completo sus palabras, sino...
¿Qué expresaban esos bonitos ojos de HyunJin?
JeongIn quería saber, de pronto, todo lo que pensaba HyunJin. En especial de él.
—¿Entraremos los dos ahí, Innie? —preguntó HyunJin, apuntando a su cama.
Esa pequeña, fría cama que lo acogía todas las noches.
—Puedes abrazarme. —dijo JeongIn dulcemente, y aquel tono envió escalofríos por todo el cuerpo del de cabello largo.
‹‹¿Qué me está pasando? ››, se preguntó él alfa mientras veía a JeongIn recostarse en la cama y sus pies se movían en su dirección. ‹‹¿Por qué... Quiero que me mire solo a mí?››.
Y JeongIn no estaba mejor, porque su mente era un mar de pensamientos confusos. Días atrás dijo que debía alejarse, pero ahora, al tener a HyunJin tan cerca, al ver que no se aprovechó de su situación como Tae tampoco lo hizo en su momento... ¿Por qué no podía negarse a esos dos alfas? ¿Por qué estaba empezando a ansiar que lo fueran a ver?
¿Por qué su corazón se aceleraba con los dos?
Eso estaba mal. Eso no podía ser.
HyunJin, de forma repentina, lo abrazó. Y todos los pensamientos odiosos de JeongIn desaparecieron, reemplazados por un pequeño calor que se extendió por su cuerpo ante el abrazo. Que lo hizo sentir feliz y extraño al mismo tiempo. Que lo hizo desear jamás alejarse de esos brazos que lo envolvían, que lo tocaban como si fuera algo bonito y frágil.
Él alfa llevó su nariz a su cuello, acariciándoselo superficialmente, mientras JeongIn los cubría a los dos con una manta.
—Hueles bien. —murmuró HyunJin, para luego dejarle un pequeño beso.
JeongIn siempre pensó que se alejaría con todos los alfas que hicieran eso, que buscaran su cuello para dejar una marca. Con JaeHyung se había hecho a un lado, con YuGyeom gritaba, con otros alfas que se aprovecharon de él salía corriendo. Pero HyunJin... HyunJin lo hizo querer rogar por otro beso.
Sin embargo, sólo se acurrucó contra su cuerpo, cerrando sus ojos.
—Gracias, HyunJinnie. —susurró, respirando con suavidad.
HyunJin le acarició el cabello, sin decir nada, y dejando que la quietud de la noche los envolviera por completo a los dos, llevándolos a la bruma del sueño en unos segundos.
¡Gracias por leer!
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