4.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~No quiero estar solo,
Sólo quiero ser tuyo...
JeongIn estaba realmente molesto.
¿Cómo mierda YuGyeom consiguió su número?
Sintió vibrar su celular mientras preparaba un café, MinJeong esperando las tazas para llevarlas a la mesa cinco, y estuvo a punto de contestar para mandarla al diablo.
Pero no podía hacerlo, no si quería que YuGyeom se molestara.
Y cuando YuGyeom se molestaba...
Se estremeció al recordar como el mayor lo acorralaba diciéndole cosas con su voz alfa. Como que se quedara quieto, que no dijera nada mientras las manos enormes de YuGyeom lo acariciaban.
Nunca llegó a propasarse, no realmente, pero, aunque no lo hiciera, JeongIn lo sentía como una violación.
El móvil dejó de vibrar y suspiró, cansado. Recibió minutos antes un mensaje de YuGyeom invitándolo a una fiesta esa noche, en la casa de YeRin, pero JeongIn no le contestó. No pensaba pasarse por esa fiesta, ni siquiera lo consideró un segundo: una fiesta con tantos alfas, con YeRin rondando... Prefería ahorrarse el mal momento.
Además, MinHo dijo que debía estudiar esa noche, ChangBin y ChaeYoung tenían una cita, Felix cuidaría a su hermana menor, MinJeong pidió salir más temprano, y él tendría que esperar a que su jefa llegara para cerrar el lugar.
No tenía ganas de nada en ese momento. Volvió a tener una pesadilla.
Y sumado al hecho de que SeungMin y HyunJin estaban tomando algo, como cada tarde, tenía los nervios más alterados de costumbre.
Se sobresaltó cuando su móvil volvió a sonar y estuvo a punto de derramar el té que preparó para HyunJin sobre él alfa.
—Lo siento. —murmuró desganado, dejando el batido que SeungMin pidió frente al de cabello rubio, haciendo después lo mismo con el té.
A las nueve y media podrás irte, se dijo, ignorando la vibración en su bolsillo, luego podrás llegar a casa y acostarte.
Al menos, eso pretendía. Solo esperaba que JaeHyung no comenzara a molestarlo, como siempre.
—Te ves distraído.
Parpadeó, viendo que fue SeungMin quien habló.
Pero el alfa no lo estaba mirando, solo jugueteaba con la bombilla de su batido.
Desde hace varios días que el chico lucía alejado, más frío de lo normal, y eso realmente lo extrañaba. Se acostumbró demasiado a su actitud alegre, explosiva.
—SeungMin tiene razón —concedió HyunJin—, ¿Te sientes bien?
El chico rascó su nuca, tragando saliva.
—Sí, no es nada. —murmuró, antes de marcharse.
SeungMin enarcó una ceja, mirando a su amigo y tratando de ignorar el hecho de que seguía sin tener muchos avances con el omega. Y ahora estaba más irritado porque el día anterior HyunJin le dijo, directamente, que tenía el número del menor y pensaba invitarlo a cenar el próximo fin de semana.
Si no hubiera sido por la poca dignidad que le quedaba, el de cabello rubio habría insistido en que le diera el número, o a pesar de que sabía de antemano que no obtendría nada.
HyunJin frunció un poco el ceño.
—Lleva así por días. —contestó como si no fuera nada, desinteresado.
Pero SeungMin estaba un poco sorprendido con las palabras de su amigo: HyunJin, normalmente, no solía darse cuenta de esas cosas a menos que tuviera realmente interés en ello. Entonces, eso significaba que el alfa estuvo observando con detenimiento al omega los últimos días.
El alfa miró de reojo a JeongIn, que limpiaba una mesa recién desocupada, y no pudo evitar pensar que el chico era bonito, en especial cuando sonreía. JeongIn no sonreía muy a menudo.
HyunJin soltó un resoplido.
—Mamá me está molestando otra vez —gruñó con una expresión de irritación—. Quiere que vaya a cenar con los Hwang y ella en una hora.
—¿Oh? —SeungMin sonrió un poco divertido—. ¿Acaso quiere sellar el compromiso?
—Está loca si cree que voy a decir que sí —murmuró HyunJin, antes de ponerse de pie—, pero lamentablemente tendré que ir si no quiero que me moleste por todo lo que queda de noche. —sacó dinero, dejándolo sobre la mesa.
—Pobre YeJi. —se burló SeungMin, sin sentirlo realmente.
HyunJin bufó, girándose para ir donde JeongIn, quedándose un momento conversando con él.
SeungMin desvió la vista, incómodo, sintiendo como el omega definitivamente lucía más relajado y cómodo al lado del alfa de cabello negro, a diferencia de él.
¿Qué mierda hizo mal?
Bien, coquetearle al principio definitivamente no fue lo correcto, pero luego se comportó como un caballero, siempre educado y amable. Sin embargo, al chico pareció haberse quedado con aquella imagen coqueta, presumida del alfa, y no iba a olvidarla con facilidad.
Vio a HyunJin marcharse, y miró su celular, pensando en alguna manera de obtener su número.
Tal vez si se quedaba hasta que cerraran, podría aprovechar el obvio momento a solas para hacerlo. Lo usaría para comportarse de forma tímida, suave, como una colegiala, con la que podría, tal vez, obtener algo. No esperaba mucho, de todas formas.
Con JeongIn, siendo honesto, no sabía muy bien qué esperar.
Y no sabía si eso le gustaba o le desesperaba más de lo normal.
HyunJin dejó salir un suspiro mientras se deslizaba en el asiento, su madre mirándolo con una ceja enarcada. Los Hwang todavía no llegaban.
El de cabello negro observó a su madre, viendo su rostro tan parecido al suyo, sólo más femenino y delicado, y desvió la vista al notar sus ojos claros viéndolo con enfado.
—¿Qué hice ahora? —preguntó, inexpresivo.
Lee SunMi se cruzó de brazos, el elegante vestido que cubría su cuerpo dándole un aire más precioso y llamativo.
HyunJin no podía creer como era posible que su padre tuviera otro omega cuando su madre parecía ser lo bastante hermosa para uno. Sin embargo, entendía también que la personalidad agotadora de la mujer desesperaba a cualquier persona. HyunJin apenas podía con ella.
—Los padres de YeJi me dijeron que su hija no ha sido marcada por ti —la voz de la mujer sonaba furiosa—. ¿Se puede saber qué estás pensando? ¡YeJi es un buen partido!
Mierda, quería comenzar enseguida con los gritos.
Detuvo a un mozo del lugar, pidiéndole una copa de vino de la mejor viña del restaurante.
—No me gusta YeJi. —se limitó a decir.
La mujer frunció los labios, sus cejas arrugándose como si no entendiera las palabras de su hijo.
—¿Y eso qué?
El mozo llegó, sirviéndole el vino, y HyunJin no dudó en beber un poco para tratar de hacer esa cena más pasable.
—Que si no me gusta —gruñó, como si le estuviera explicando la situación a un niño pequeño—, entonces no la voy a marcar.
SunMi soltó un chasquido en señal de molestia, cruzándose de brazos como si no pudiera entender el por qué la actitud negativa de su hijo, por qué no aceptaba su situación.
—¿Tienes a otro omega acaso? —dijo, entrecerrando los ojos.
—¿Y si lo tuviera qué?
La omega enmudeció con sorpresa.
HyunJin la miró con claro desafío, sus ojos entrecerrados, mientras se apoyaba en el respaldo de la silla, sin abandonar su expresión aburrida.
—No puedes-...
—Buenas noches, señora Hwang, HyunJin.
SunMi suavizó su expresión inmediatamente, poniendo una sonrisa encantadora mientras se ponía de pie para saludar a Hwang MinHyun, padre de YeJi, junto a su mujer, Kim SoHyun. Detrás de ellos, con una sonrisa tímida y vestida de una forma bonita, estaba YeJi con la vista baja.
—Buenas noches, señores Hwang. —saludó SunMi, en tanto la familia saludaba ahora a HyunJin, que seguía con una expresión tranquila.
—Buenas noches. —fue lo único que dijo HyunJin a modo de saludo.
—Hola, HyunJin. —dijo nerviosamente la muchacha, pestañeando con, lo que supuso el azabache, seducción -una torpe seducción- que no le provocó nada, sólo lástima.
La ignoró, sentándose sin decir algo, mirando la carta.
Humillada, la chica se sentó a su lado, mordiendo su labio inferior.
Sus padres no hicieron mención alguna de ello, después de todo, el padre era un alfa y no enfrentaría a otro alfa por un tema que el joven debía ver. Por lo demás, si un omega le llamaba la atención a HyunJin... SunMi podía ser fría y dura con su hijo en privado, pero no lo sería en público.
Si el padre de HyunJin se enteraba de que su primera mujer le levantaba la voz a un alfa, la tendría que castigar, y SunMi tenía claro eso.
—¿Cómo ha estado la universidad, HyunJin? —preguntó el padre de YeJi.
—Bien, he aprobado todos los ramos. —contestó con orgullo.
—Eres un hijo ejemplar —dijo SoHyun, sonriendo con suavidad—, no es así YeJi. No entiendo por qué quiso entrar a estudiar, siendo que no trabajará cuando seas su alfa.
Enarcó una ceja con lentitud y su mamá lo miró furiosa, diciéndole sólo con su expresión que no se atreviera a contradecir a la mujer. Pero si no lo hacía, tenía claro que eso solo ilusionaría a la chica y a su familia, y prefería cortar de raíz con toda esa parafernalia.
—Disculpe, señora Hwang —dijo con la voz firme, y su mamá le pisó el pie por debajo de la mesa. Le lanzó una mirada de advertencia, tan parecida a la de su padre que la mujer se acobardó—, pero YeJi no es ni será mi omega dentro de un futuro cercano. Su hija, lamentablemente, no me interesa mucho.
Corto, preciso y claro.
Hubo un silencio tenso en la mesa.
—Tu padre, HyunJin... —comenzó a decir MinHyun con impaciencia.
—A mi padre le da igual quién sea mi pareja —respondió el de cabello negro, calmado—, no está interesado en buscarme alguna omega y obligarme a marcarla —luego, miró a la chica, que parecía a punto de romper a llorar—. Mereces a alguien que realmente te quiera, YeJi —declaró, llamando su atención—, y si te marco, te haré miserable. Es así de simple.
La muchacha asintió velozmente, aunque era claro que no lucía muy convencida.
Pero HyunJin no haría más. No iba a insistir en ese matrimonio arreglado que su mamá quería hacer para llamar la atención de su esposo —SunMi tuvo la suerte de ser la primera omega de un alfa, sin embargo, su papá no la tenía como prioridad: pasaba seis meses con ella, y otros seis meses con su otra omega, con quien también tenía un hijo—, y no se obligaría a complacer a su madre.
Soltó un chasquido, el mozo llegando, y todo el mundo pidió algo para cenar.
Todavía quedaba una larga velada, por lo que HyunJin estaba al tanto de que su mamá seguiría insistiendo en el tema hasta que uno de los dos cediera.
Sin embargo, HyunJin no cedería, para nada, y si tenía que comportarse como un alfa déspota, lo haría. Su madre no iba a manejar su vida a gusto suyo.
El café estaba casi vacío a esa hora.
Bueno, sólo quedaba él y SeungMin, que leía un libro para pasar el momento. MinJeong se marchó hacia bastante, y YuNa acababa de irse, diciéndole que cualquier problema que tuviera -haciendo referencia al alfa- no dudara en llamarla.
Terminó de limpiar una mesa, suspirando, antes de sentir su celular vibrar.
Si era YuGyeom otra vez...
Miró el mensaje, y una sonrisa tiró de la comisura de su boca.
HyunJin:
Estoy totalmente aburrido en una cena, JeongIn.
Creo que me suicidaré.
¿Todo bien por allá?
Era el primer mensaje que recibía de HyunJin, y de alguna manera, le alegró la noche.
JeongIn:
Sip, todo bien.
Ugh, estoy muerto.
Llegaré sólo a dormir.
¿Cena familiar o qué?
Siguió limpiando la mesa contigua, tarareando en voz baja, esperando la respuesta del alfa, que llegaría minutos después, e ignoró por completo que SeungMin lo estaba observando de reojo.
El alfa sentía que estallaría de rabia.
Tenía claro que era HyunJin quién estaba mensajeando a SeungMin, después de todo, el omega parecía esbozar esa sonrisa bonita y suave sólo cuando se trataba de su amigo.
SeungMin sentía que podía matar a HyunJin por ello, porque claramente, desde que el de cabello largo se marchó, sus avances con el muchachito seguían siendo nulos. Sin frutos. No daba ni un nuevo paso.
—Oye, SeungMin. —dijo JeongIn, mirando la hora y acercándose.
—¿Sí? —preguntó, tratando de no lucir ansioso.
—¿Vas a pedir algo más o ya te vas? —frunció el ceño. Por supuesto, el chico le preguntaría sólo eso—, vendrán a cerrar en diez minutos, por eso digo...
Ah, cierto. Pasó lo que quedaba de tarde en ese estúpido café fingiendo leer ese estúpido libro mientras ese estúpido omega lo ignoraba descaradamente.
—Me gustaría un café más, cargado —respondió, cerrando el libro—. Iré al baño mientras, luego pago todo lo que consumí.
—Como digas.
El omega, sin dejar de tararear, fue detrás de la barra calentando la cafetera. En tanto, el alfa desapareció por el pasillo. JeongIn se veía incapaz de perder la pequeña felicidad que le dio el momento de mensajería que compartió con HyunJin. El mayor se comportaba de forma tan amable y amistosa con él, que JeongIn realmente se sentía a gusto a su lado, algo que no solía pasar con facilidad.
La campanilla del lugar sonó.
—Lo siento, ya estamos cerran-... YuGyeom, ¿Qué estás haciendo acá? —el muchacho, al terminar de girarse, contempló con incredulidad al alfa que acababa de cruzar la puerta.
YuGyeom sonrió, pero JeongIn notó enseguida que había algo mal: las mejillas del alfa estaban un tanto ruborizadas, además de que sus ojos lucían desenfocados, y al tratar de dar dos pasos, el más alto tuvo que apoyarse en una silla.
Detrás, estaban BamBam y YoungJae, ambos sin decir nada, pareciendo esperar algo.
—¿Por qué... No fuiste a... la fiesta, JeongIn? —preguntó YuGyeom entrecortadamente, antes de girarse a sus amigos—. Fuera. —fue lo único que ordenó, y los dos betas obedecieron.
JeongIn rodó los ojos, irritado. ¿Por qué, de todos los días, el alfa tenía que venir a molestarlo en ese?
Salió detrás de la barra, tomando el brazo del de cabello castaño.
—Vete. —dijo.
Pero antes de que siquiera pudiera dar un paso, fue empujado contra la barra con fuerza, el alfa acorralándolo entre sus brazos, su cuerpo chocando. Gimió por el dolor.
—Eres... Tan lindo, Innie... —ronroneó YuGyeom—. Quiero follarte...
El aliento lleno de cerveza del alfa golpeó su rostro y el omega tuvo que contener las ganas de vomitar.
Demonios, ¿Acaso salió de su fiesta para ir a verlo? Pero ¿Qué demonios le ocurría a ese idiota?
—YuGyeom, márchate —dijo de mal humor—, lo que menos quiero ahora es verte.
—No... —YuGyeom quiso lucir como un perrito apaleado, pero a JeongIn no le provocó nada más que asco—, anda... Eres bonito... Sé mío, Innie...
Y antes de que pudiera decirle algo más, YuGyeom lo besó brutalmente, sus dientes chocando, y de forma automática cerró sus ojos, sintiendo como su cabeza parecía explotar con el choque.
Las manos de YuGyeom no se quedaron quietas: fueron directamente a su cintura, agarrándolo con firmeza y su entrepierna poniéndose contra sus piernas. Las separó, frotando su erección con fuerza, y los labios del más alto se deslizaron por su mandíbula, su lengua acariciando su cuello.
JeongIn gimió ante las sensaciones grotescas y de asco que sintió.
YuGyeom se alejó un poco, sonriendo con satisfacción, por lo que JeongIn no lo dudó ni un momento más: golpeó a YuGyeom en el rostro, empujándolo, conteniendo las ganas de llorar.
—¡Vete, estúpido hijo de puta! —gritó furioso, girándose para buscar sus cosas e irse.
—Quédate quieto, JeongIn.
Su cuerpo obedeció ante la orden dada con la voz alfa de YuGyeom, y dejó de moverse, respirando aceleradamente.
El alfa ya no lucía divertido, sino molesto, enojado e iracundo.
La parte omega de JeongIn se activó por completo.
Si un alfa estaba rabioso, el debía hacerse bolita y protegerse de los golpes que pudieran lloverle. Pero YuGyeom le dijo que no se moviera, entonces no pudo hacerlo, sólo se estremeció cuando el alfa se puso delante de él, sus ojos brillando por la cólera.
—Me golpeaste —gruñó YuGyeom, empujándolo otra vez, girándolo boca abajo, empujando su pecho contra la barra, y JeongIn lo sintió—. Eres un omega... No puedes golpearme...
Sollozó cuando YuGyeom lo embistió, su polla apretada en su pantalón, frotándola contra su trasero cubierto también por la ropa. Podía sentir lo grande qué era, lo que quería hacer con él, y el sólo pensamiento de esa acción lo aterraba por completo.
—Gime como la puta que eres —ordenó YuGyeom con su voz alfa, simulando penetrarlo otra vez—. Ruega por mi polla en tu sucio culo.
JeongIn jadeó, queriendo soltarse, queriendo quitárselo de encima, pero no podía. No podía, porque sólo era un patético omega que debía dejarse someter, pisotear por todos los alfas que quisieran hacer algo con él. No podía porque no había nadie para salvarlo, y él tampoco podía salvarse a sí mismo.
—D-Dame... —gimió, su voz cargada por una artificial lujuria que su instinto demandó crear—. Tú... Tú polla... La quiero... Ngh... De-Dentro de mí... YuGyeom...
El alfa lo giró, sonriendo con placer, y lo subió sobre la barra, separando sus piernas una vez más. Se inclinó, sin borrar un poco la mueca divertida de su rostro.
Mientras eso ocurría, SeungMin estaba saliendo del baño, bostezando por el cansancio, y se quedó quieto al olisquear el aire.
Feromonas de miedo. De terror.
Luego, oyó un gemido bajo, entrecortado, lloroso.
—Vas a... A chuparme la polla, Innie —ordenó un alfa con entretenimiento -era un alfa, lo podía reconocer porque utilizó su voz para imponerse—, y luego... Luego te marcaré... Y serás mío...
Otro gemido de horror, las feromonas aumentando su intensidad.
Salió del pasillo, llegando al frontis del café, y la escena que contempló casi lo hizo vomitar.
JeongIn estaba presionado contra la barra, llorando, apretando sus párpados, mientras un alfa alto, enorme, deslizaba una lengua por su cuello.
Una irracional rabia ardió en su interior.
Antes de detenerse a pensar siquiera un poco en sus acciones -sólo podía pensar en el omega llorando, gimiendo como un niño pequeño, sin poder hacer nada- dio un par de pasos, empujando al alfa que forzaba al de cabello negro. Antes de que el desconocido pudiera hacer algo más, recibió un golpe dado por su puño que lo desestabilizó, haciéndolo caer al suelo con un estrepitoso sonido.
SeungMin pudo ver de reojo como JeongIn gemía, cubriendo su rostro, bajándose de la barra y deslizándose hasta sentarse en el suelo. Rodeó sus rodillas con sus brazos, ocultando su cabeza entre sus piernas.
—Qué patético —escupió SeungMin, antes de darle una patada a YuGyeom—, forzando a un omega con tu voz alfa. ¿Tan desesperado estás? —el desconocido gimió al recibir otra patada, y en ese momento, los amigos de YuGyeom entraron, viendo la escena con sorpresa—. ¿Es su amigo? —BamBam asintió, temblando—. Si no se lo llevan ahora, juro que lo mataré —SeungMin entrecerró los ojos, pero antes de que los betas pudieran dar un paso, se inclinó, tomando de la camisa a YuGyeom. Su nariz sangraba—. Si vuelves a tocar a mi novio, a mi omega, voy a descuartizarte, ¿Entendido, pedazo de mierda?
YuGyeom gimoteó una vez más, y SeungMin lo empujó contra sus amigos, que lo apoyaron en sus hombros para sacarlo del lugar.
SeungMin soltó un gruñido, pateando una silla, queriendo quitarse toda la rabia que seguía trayendo encima. Queriendo seguir golpeando a alguien. No, a ese alfa. Lo quería romper lenta y dolorosamente.
Su línea de pensamientos se cortó al escuchar un gemido entrecortado.
Se giró, contemplando al omega que todavía estaba sentado en el suelo, sollozando, y dio un paso para alcanzarlo. Se puso de rodillas, extendiendo una mano para acariciar su cabeza y tranquilizarlo de alguna forma, pero apenas sus dedos tocaron los cabellos de JeongIn, éste se tensó con terror.
—No —lloriqueó el omega, sin dejar de liberar sus feromonas—, no... No me toques... No me hagas nada, por favor...
SeungMin tragó saliva.
—JeongIn —murmuró—, soy yo, SeungMin —el muchacho gimió, sin levantar un poco su vista—. No te haré daño, JeongIn, lo prometo. No quiero hacerte daño —entonces, el omega levantó la vista, sus ojos café y verde-azul llenos de lágrimas, y algo se removió en el interior del de cabello teñido—. Está bien, voy a protegerte, no dejaré que nadie te haga daño, es una promesa. —extendió sus manos, temblorosas, y acunó el rostro del muchacho.
Hubo un pequeño instante en que ninguno de los dos se movió, en que ninguno hizo nada, pero luego-...
JeongIn se echó a sus brazos, rompiendo a llorar con fuerza, rodeando la cintura del alfa rápidamente mientras hundía su rostro en el pecho del mayor. SeungMin sólo le devolvió el abrazo, besando su coronilla y acariciándole el cabello para tratar de calmarlo de alguna forma.
La campanilla volvió a sonar, y SeungMin miró hacia la puerta, sin soltar un poco al muchacho.
Una mujer de cabello oscuro contempló la escena con sorpresa. Parecía ser la jefa de JeongIn.
SeungMin no alejó a JeongIn, quien todavía no lograba calmarse lo suficiente, y recogió las cosas de ambos haciendo malabares, diciendo que luego el muchacho le explicaría lo que sucedió. La mujer no pareció molestarse, sino que de alguna forma adivinó lo que ocurrió, e hizo señas de total comprensión.
Al salir, SeungMin reparó en que estaba nevando otra vez.
Tocó el delgado abrigo del muchacho, frunciendo el ceño al notar que JeongIn se helaría con ello, y lo puso sobre los hombros del chico.
Entonces, JeongIn levantó la vista. SeungMin casi suspiró de alivio al notar que dejó de llorar, sin embargo, sus ojos expresivos lucían tristes y rotos.
Le acarició la mejilla con cuidado antes de inclinarse a darle un beso suave en la frente.
—¿Dónde vives? —preguntó en un susurro, mientras comenzaba a caminar, los brazos del menor sin soltarlo un poco.
—Pu-Puedo... Irme en bus... —murmuró JeongIn, mordiendo su labio inferior.
—Innie...
—Está bien —JeongIn se alejó, tembloroso—, sólo... ¿Puedes... Dejarme en la parada, por favor? Si no quieres...
—Claro, no te preocupes —SeungMin le tomó del brazo, volviendo a atraerlo, el calor del chico golpeándolo—. No te preocupes, no permitiré que nadie te toque si no quieres.
El omega se acurrucó contra el costado de SeungMin.
Silenciosamente fueron caminando hasta la parada, sin alejarse un poco del omega, que lucía más calmado ahora, ya no tan quebrado.
JeongIn limpió sus lágrimas con rapidez, frotando sus ojos para no lucir tan mal, para tratar de no lucir como si hubiera llorado. Si llegaba a casa en ese estado, su mamá iba a preocuparse, y si le contaba... Si le contaba, ella pegaría el grito al cielo, diciéndole que tuvo que dejarse marcar por ese alfa.
Y JaeHyung... JaeHyung lo mataría.
Se obligó a respirar profundamente, enterrando lo que acababa de ocurrir en lo más recóndito de su alma, para que no saliera nunca más a la luz. Se obligó a añadir lo ocurrido a la larga lista de cosas que enterró para que no le hicieran daño nunca más.
YuGyeom no volvería a tocarlo. No iba a permitirlo, no dejaría que pusiera sus sucias manos sobre él, que volviera a tratar de dominarlo como hizo en ese momento. Si no hubiera sido por SeungMin...
Miró al alfa de reojo, que apretaba su mandíbula con molestia, todavía sus ojos brillando con rabia.
JeongIn lo abrazó. Se aferró a él como si el alfa fuera su salvación. Nunca hizo eso antes, nunca pensó que lo llegaría a hacer.
Y SeungMin no se aprovechó de la situación, pudiendo hacerlo.
—SeungMin... —susurró, llamando su atención. El aludido lo miró, sus ojos grandes y oscuros observándolo. ¿Fueron siempre así de bonitos?—. Quería... Darte las gracias, SeungMin —JeongIn trató de sonreír, aunque no supo si lo logró—, si no hubiera sido por ti...
El alfa hizo un gesto con su mano.
—No te preocupes —SeungMin tensó sus hombros—, pero si lo vuelvo a ver...
—Vamos en la misma secundaria. —quiso explicar.
—Mierda —hizo un ruido de fastidio—, si pudiera protegerte de alguna manera...
JeongIn jugueteó con sus manos, sintiendo su celular en su bolsillo, y mordió su labio inferior.
Pudo ver, a lo lejos, el bus viniendo.
El celular se hizo más pesado en su bolsillo.
—Yo... ¿Quieres mi número? —preguntó tímidamente, sintiendo sus mejillas rojas.
El alfa lo miró con evidente sorpresa.
Por un breve segundo, pasó un horrible pensamiento por su cabeza: agradecimiento hacia el alfa que puso a JeongIn en ese estado, porque ahora el menor le estaba dando su número, estaba avanzando en esa apuesta.
Tragó saliva, forzándose a eliminar aquella idea, y diciéndose que, si aceptaba aquel número, era para proteger al de cabello negro de alguna manera.
No quería ver otra vez a ese alfa cerca de JeongIn. No quería que le hiciera daño, que abusara de él. El omega no se merecía eso.
¿Y qué se merece?, pensó.
La respuesta llegó rápido a su mente, y casi quiso reír por la ironía.
JeongIn no iba a acostarse con él. No a menos... A menos, que pudiera enamorarlo. A menos que le prometiera amor eterno, compañía para siempre, nunca abandonarlo, estar a su lado por toda su vida.
JeongIn lucía como un chico que ansiaba el amor, que pedía cariño.
Y SeungMin podía prometerle las estrellas, pero solo terminaría recibiendo una daga en el corazón.
—Claro, dame tu número. —dijo SeungMin con calma.
Mientras el bus llegaba, el chico recitó su número.
SeungMin tendría que jugar sucio con JeongIn, tendría que demostrarle que era un alfa que valía la pena para así ganar la apuesta.
Y al momento de acabar...
No pensó en ello. No iba a pensar en ese futuro. Por ahora, debía preocuparse del presente.
El bus llegó y JeongIn lo detuvo.
—Gracias —dijo JeongIn, titubeante—, de verdad, SeungMin... —el muchacho retorció sus manos y se inclinó, dándole un beso suave en la mejilla al alfa—. Nos vemos pronto, adiós. —dijo total y absolutamente avergonzado, subiendo al vehículo, las puertas cerrándose.
Unos minutos después, el bus desapareció de la calle.
Y la culpa dentro de SeungMin pareció aumentar solo un poquitito más.
¡Gracias por leer!
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