21.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
***
~Dame tu mano, sálvame, sálvame,
Necesito tu mano antes de que caiga, caiga...
Al mirar la hora, se percató de que faltaban menos de cinco minutos para que el timbre tocara, anunciando el inicio de la jornada escolar. JeongIn no sabía qué hacer en ese preciso momento, con los nervios apretando su estómago.
Christopher pareció notar sus nervios, porque se volteó a verlo y detuvo su caminata. Como si tratara de ser casual, apoyó sus manos en los hombros de su hermano menor, obligándolo a devolverle la mirada.
—No debes sentirte así —le dijo Chris, cariñoso—, nadie te comerá aquí.
—Eso no puedes saberlo. —contestó JeongIn, con su voz ligeramente temblorosa.
—Los profesores no lo permitirán —insistió Chris—. Sólo debes decirle que eres hijo del CEO Yang y saldrán en tu defensa.
—¡Pero eso es abuso de poder! —bufó JeongIn.
—¿Y qué? —su hermano mayor se encogió de hombros—. Ay, aprovéchalo, JeongIn. Si quieres le digo a papá que te contrate un par de guardaespaldas para que golpeen a los que te miren mal.
JeongIn puso mala cara, soltando un bufido bajo y sabiendo que Chris lo decía como broma, pero si le insistía, era capaz de hacerlo. Su papá le había dicho algo parecido: "si alguien te hace algo, me lo dices enseguida y yo me haré cargo". JeongIn se sentía un poco ridículo con la situación, sin embargo, a su omega le gustaba eso de sentirse protegido. Era un consuelo para la herida que poseía en su corazón.
El timbre resonó en la institución. Christopher se inclinó a darle un beso en la frente, y por el rabillo del ojo, JeongIn pudo captar a un par de chicas y chicos mirándolos fijamente.
Mordió su labio inferior.
—No debes preocuparte —le murmuró Christopher—, te dejé impregnado en mi olor, así sabrán que no estás solo.
JeongIn asintió y agarró las tiras de su mochila con fuerza, como si de esa manera se estuviera aferrando a algo firme. Se despidió de su hermano mayor y se obligó a avanzar por el patio delantero para entrar al enorme edificio de la institución privada que sería su colegio en los siguientes meses. El omega averiguó en línea cómo era aquel sitio y era muy exclusivo, demasiado para su propio gusto, y se sintió enseguida desentonando. Los y las omegas entraban y caminaban con un porte distinto al suyo. JeongIn se sintió algo patoso.
Fue donde la secretaria y ella le dirigió con el inspector, encargado que le llevaría a su primera clase. El hombre, un beta, le explicó las principales instalaciones educacionales y JeongIn no pudo evitar marearse con toda la información recibida: dos gimnasios, una cancha de fútbol, una piscina, dos comedores, tres laboratorios, dos salas de música...
Pronto llegaron a su salón. JeongIn tragó saliva mientras el hombre pasaba, saludaba a los estudiantes y luego lo presentaba. Miró rápidamente a todos sus compañeros, que lo observaban con curiosidad, y luego desvió la vista hacia la pared.
—Mi no-nombre es Yang JeongIn —tartamudeó, avergonzado—. ¡Por fa-favor, cuiden de mí! —y se inclinó, queriendo salir corriendo.
—Bienvenido, JeongIn —habló la amable voz de la profesora—. Estamos en la clase de matemática, así que ve a sentarte al fondo, junto a la ventana.
JeongIn se enderezó y apresuró en ir hacia el lugar apuntado. Algunos omegas se le quedaron mirando, pero una vez la profesora prosiguió con su clase, la atención fue desviada. El muchacho trató de prestar atención a lo que decía la mujer, aunque nunca fue muy bueno en matemáticas, y la mayor parte de la clase estuvo perdido y sin entender nada. Para cuando finalizó, salió con una sensación de derrota.
—¿Eres Yang?
Una voz femenina lo sacó de su miseria. El timbre anunció el recreo unos segundos atrás, por lo que todos estaban saliendo del salón para aprovechar esos breves minutos de descanso.
—Mmm, sí —respondió JeongIn, mirando a la omega. Era una chica bonita: cabello castaño, piel pálida, ojos oscuros y grandes, y labios rellenos—. Yang JeongIn.
Ella se le quedó observando unos segundos, tanto que lo intimidó.
—¿De casualidad tu hermano se llama Christopher Yang? —siguió preguntando ella.
Su primer pensamiento fue un "¡Oh no, el ego de Chan Hyung empeorará cuando le cuente esto!". Luego, sólo se sintió un poco ridículo por la situación.
—Sí, es mi hermano mayor. —admitió, tímido.
—¿De verdad? —ella sonrió entonces—. Mi hermana mayor fue compañera de él. Dijo que es muy guapo. Oh —una risa suave—, yo soy Seol YoonAh.
—Hola. —dijo, sintiéndose estúpido.
—¡Ven! —ella le agarró de la muñeca—. Te presentaré con el resto de mis amigos.
YoonAh lo arrastró y JeongIn no pudo negarse, con la vergüenza pintando su cara de rojo. Él, a veces, se sentía demasiado ridículo por ser tan tímido y vergonzoso, pero no podía evitarlo. Por lo mismo, para tratar de no quedar aislado, se forzó a presentarse con el grupo de amigos de YoonAh: Shuhua, YeonJun y SeonWoo. Casi desde el momento en que llegó, lo bombardearon con preguntas.
—¿Por qué entraste ahora aquí? —preguntó YeonJun—. ¡Quedan como cuatro meses para finalizar el año!
—Antes vivía con mi mamá, en Seúl —trató de explicar JeongIn, sin querer ahondar demasiado en detalles—, pero ahora, decidí vivir con mi papá.
—¡¿Seúl?! —exclamó Shuhua, emocionada—. ¡Debe ser genial vivir en la capital!
—Quería una ciudad más pequeña. —barboteó JeongIn.
—¿Y es cierto que tu hermano es Christopher? —preguntó SeonWoo.
JeongIn no sabía cómo su hermano podía seguir siendo tan popular, ¡Se suponía que él salió del colegio hacía mucho!
—¿Y de dónde lo conocen ustedes? —preguntó, un poco receloso.
—¡Está en el cuadro de honor! —explicó YoonAh—. ¡Mira, ven!
Y, como la vez anterior, le agarró el brazo y tiró de él para llevarlo al primer piso, seguido de su séquito de compañeros. JeongIn se sorprendió disfrutando de esa atención y, de alguna manera, fue lo suficiente para distraerlo.
Se detuvieron a mitad del pasillo una vez bajaron y JeongIn observó la enorme vitrina que mostraba los cuadros de graduación de los estudiantes que se licenciaban año a año, y al lado de cada cuadro, una foto del estudiante que más destacaba. Le apuntaron uno, y JeongIn observó el atractivo y sonriente rostro de su hermano mayor.
—¿Es él? —preguntó Shuhua—. ¡Es muy guapo! A veces, cuando nos aburríamos, clasificábamos a los y las alfas de los cuadros de honor, a ver quién era más guapo —ella soltó una risita—. Tu hermano siempre terminaba en primer lugar.
JeongIn emitió un bufido bajo, como si no creyera lo que estaba escuchando. Sus compañeros lo miraron con expresiones de curiosidad.
—Hyung no es tan guapo —mintió—, esa foto es Photoshop.
—¡¿Cómo?! —saltó YeonJun—. ¡Eso no es posible!
—¡Estás mintiendo! —acusó SeonWoo—. Hoy tu hermano te vino a dejar, ¡Es muy guapo! —perdiendo vergüenza, el omega se le acercó y poco más se inclinó a olisquearle el cuello—. ¡Apestas a alfa! De seguro te dejó impregnado en su olor, ¡Qué envidia!
JeongIn enrojeció con fuerza, aunque una parte de él se sintió orgullosa al saber que su hermano mayor le cuidaba. La impregnación de su olor era una clara señal de que él estaba protegido.
—Christopher me quiere mucho. —admitió.
Conversaron un poco más y pronto el timbre para volver a entrar, y se fue junto al pequeño grupo de omegas hacia el salón. Fue agradable, se dio cuenta, porque en el siguiente recreo también lo invitaron a ir con él, y para la hora de almuerzo, le dijeron que se sentara con ellos.
La hora de almuerzo, como en su antiguo colegio, era grupal: se juntaban omegas, betas y alfas en un comedor comunitario, por lo que el lugar era enorme y para cuando ellos entraron, estaba muy lleno. Aunque lo que más le sorprendió fue ver que sus nuevos amigos se dirigían a una mesa donde había ya tres alfas.
—¡Hola, chicos! —saludo YoonAh—. ¡Miren, les presento a Yang JeongIn! Es un nuevo estudiante que llegó hoy.
Los tres alfas le miraron. Eran dos chicos y una chica.
JeongIn sintió, otra vez, vergüenza casi inmediata. Barboteó un "hola" en voz ahogada y muy baja, y no sabía a dónde mirar exactamente.
—¡Hola! —saludó el más cercano a él—. Yo soy JiSung, él es TaeHyun —señaló al alfa sentado al lado de él, que era extremadamente guapo y le devolvió el saludo con una sonrisa—, y ella es MiYeon. —y apuntó a la chica alfa, muy bonita, aunque con expresión seria que también le saludó, un poco más reservada.
El grupito se sentó en la mesa. JeongIn quedó entre JiSung y YoonAh, y la chica comenzó a platicarle sobre los profesores y el colegio en general.
—Gracias, pero aún así creo que seré un desastre —respondió JeongIn minutos más tarde—, soy pésimo en la mayoría de las asignaturas.
—No te preocupes —habló JiSung, y el omega se sobresaltó—, puedo ayudarte si quieres, soy muy bueno en las matemáticas. Y TaeHyun también, a él le va bien en historia y literatura.
—Será un placer. —el alfa le guiñó un ojo, coqueto, y JeongIn enrojeció.
—Y YoonAh es muy buena en ciencias —añadió JiSung—, así que tranquilo, te ayudaremos en lo necesario para que entiendas.
—Gra-Gracias. —volvió a decir, tímido y algo cohibido.
—¡Ten cuidado de no intimidarlo! —habló Shuhua de pronto—. Tiene un hermano muy protector, ese olor a alfa que tiene encima es porque lo impregnó para protegerlo.
—¡No lo voy a intimidar! —se defendió JiSung, indignado.
Todos comenzaron a hablar en voz alta y JeongIn pensó, por un breve momento, lo raro que se sentía todo eso. En su otro colegio solía pasársela solo la mayoría del tiempo, menos en el almuerzo, cuando se juntaba con MinHo y ChangBin. Nunca fue muy social y era poco dado a hacer amigos. Es decir, no se llevaba mal con sus compañeros ni tenía un historial de bullying. Él, simplemente, era solitario. Monocromático.
Trató de espantar ese pensamiento, de lo contrario, estallaría en llanto si seguía dando rienda suelta a esa idea. Al pensar en aquella palabra, inevitablemente venía a su cabeza HyunJin y SeungMin, y no quería que el llanto empezara a pujar por su garganta. No en un lugar público como el colegio.
A veces llegaba un pensamiento brutal: ¿Cómo estarían ellos? No podía evitarlo y la pregunta aparecía antes de que pudiera detenerla. Su omega se revolvía en necesidad por averiguar la respuesta, y era cuando, de manera inevitable, buscaba sus números bloqueados. Podría... Podría enviarles un mensaje con tanta facilidad y...
Reaccionaba a tiempo, por supuesto. No. Él no tenía porque preguntarle esas cosas o siquiera contactarlos. Ellos no se lo merecían, porque en primer lugar, él fue un juego para esos dos alfas y nunca lo amaron. Nunca lo quisieron. Lo más probable es que ni siquiera estuvieran preocupados por él, por el contrario, debían estar aliviados de haberse librado de su presencia.
—Podríamos salir a comer un helado —dijo YeonJun de pronto, distrayéndolo de sus pensamientos—, ¡Para celebrar tu llegada, JeongIn!
—Ahhh —JeongIn parpadeó—, no creo poder. Mi hermano vendrá a buscarme.
Un grito de emoción por parte de los omegas. Los alfas se miraron con expresiones de confusión.
—¡¿Nos lo vas a presentar?! —preguntó SeonWoo.
—Claro que no —los miró con indignación—. Además, ustedes no lo conocen. Sus chistes de padre son terribles.
Los omegas comenzaron a quejarse, como si no pudieran creer que JeongIn fuera tan malo con ellos. JeongIn no pudo evitarlo, y sonrió con ganas al escuchar aquellas quejas.
—¿Acaso tu hermano es famoso? —preguntó MiYeon, mirando con reprobación a los omegas.
—¡Es guapísimo! —dijo YoonAh, riéndose—. Más guapo que TaeHyun.
—¡No lo creo! —saltó TaeHyun, indignado—. Sólo me dicen eso porque no quise salir con ustedes, resentidas y resentidos.
La mesa estalló en escándalo: los y las omegas empezaron a discutir con TaeHyun, que hacía oídos sordos a aquellas quejas. JeongIn sólo se reía con escándalo, tan divertido por las palabras que escuchaba, y se sintió como que un peso se quitara de encima de él.
—Oye, piénsalo —le habló una voz más baja, sobresaltándose, y se volteó hacia JiSung, que estaba un poco inclinado hacia él—, tal vez no hoy, pero uno de estos días, ¿Vamos por un helado?
Se coloreó un poco ante la propuesta, sin saber cómo reaccionar ante lo que le decía. Si bien sabía que se lo decía para que fueran en grupo, una parte de él se lo tomó un poco más personal, por lo que se volteó hacia su comida para fingir tiempo.
—Po-Podría ser. —respondió, tímido, y JiSung le sonrió con más fuerza.
—¡Perfecto! —el alfa le guiñó un ojo—. Y bienvenido, JeongIn.
Sonrió ante sus palabras.
Las clases acabaron cerca de las cuatro de la tarde y todos salieron corriendo para regresar a su casa. JeongIn salió junto con YoonAh y SeonWoo, despidiéndose de ellos cuando vio a Christopher a lo lejos. Sin poder evitarlo, corrió hacia él y lo abrazó, suspirando con algo de tranquilidad al percibir su aroma. A lo largo del día, la impregnación de su hermano mayor fue desaparecieron, mezclado con los otros olores de los omegas.
—Ooooh —Chris le devolvió el abrazo y le besó en la coronilla antes de acariciarle el cabello—, ¿Me echaste de menos, In?
—No. —mintió JeongIn, sonriendo levemente por el olor alfa de su hermano mayor.
—Pequeño mentiroso —Chris se rió y el omega recién se separó, pero sólo agarrando la mano de Chris para irse con él.
Era un poco extraño, pensaba JeongIn mientras caminaba junto a Christopher, platicándole sobre cómo le fue en su día, porque allí, con esa familia, se sentía como un monstruo de afecto y cariño. Tal vez se debía a la falta de amor paterno (y materno) que no tuvo mientras crecía, pues una vez su padre se marchó y su mamá decidió que se mudarían, su vida se transformó en algo que no le gustaba recordar. Aquello le hizo pensar en que no hablaba con ella desde antes de que se marchó, y es que no tenía cabeza para eso con todo lo ocurrido.
Cierta culpabilidad lo golpeó. ¿No estaba siendo un hijo descuidado?
—Chan hyung —habló, y su hermano mayor lo miró—, tú... Um... ¿Tu podrías perdonar a papá cualquier cosa?
Chris frunció el ceño levemente, sin entender muy bien la pregunta.
—Ah... ¿No? —su hermano mayor se encogió de hombros—, depende, supongo. Es decir, yo estuve enfadado mucho tiempo con él porque no era capaz de buscarte o ir por ti. Eso era imperdonable para mí.
JeongIn también arrugó el ceño, sin saber si estaba bromeando o lo decía en serio. Aunque decidió no pensarlo mucho luego de notar que no había una señal de broma en su expresión. Él no sabía si era porque era alfa, su hermano mayor o ese asunto sobre los soulmate, pero Chris era muy serio en lo que se refería a él.
—Mi mamá fue muy mala conmigo. —comenzó a decir, y empezó a explicarle a Chris la relación que tuvo con ella.
En algunas partes decidió ser superficial y no profundizar demasiado, pero en otros, le platicó con detalles las situaciones que vivió a su lado. Por ejemplo, las presiones que ponía para que se consiguiera un alfa y se dejara marcar, o incluso como pasaba por alto los errores de JaeHyung, justificando sus actitudes de mierda con cualquier excusa.
Cuando le habló sobre lo que hizo JaeHyung, sobre lo que trató de hacer con él, no pudo evitarlo y se puso a llorar. El recuerdo de las manos de ese repulsivo alfa sobre su cuerpo, sus labios besándole el cuello y la dureza contra su trasero, era capaz de estremecerlo y apretarle el corazón por el dolor. Chris lo abrazó con fuerza, consolándolo y emitiendo feromonas alfas que, si hubieran estado en casa, de seguro le habrían dopado.
—Ese alfa se merece lo peor —dijo Chris, con la voz temblando por la rabia—, ¿Cómo se le ocurre...? Por Dios, que ganas de matarlo —su hermano mayor le limpió las lágrimas de las mejillas con cariño—. JeongIn... Yo no soy nadie para decirte lo que debes o no debes hacer. Tu madre no fue la mejor y, por lo que me cuentas, creo que también la odio —lo vio apretar su mandíbula un poco—, pero sí tienes deseos de hablar con ella, puedes hacerlo y no te lo voy a criticar. Al fin y al cabo... Es tu madre. Eso no es algo que puedas dejar de lado o simplemente ignorar.
—A veces... A veces la odiaba —confesó JeongIn—, y luego me sentía peor por eso. Yo creía... Creía que todo lo que ella hacía, todo lo que me decía, era para mi bien, para que todo fuera mejor.
—JeongIn —Chris le agarró ambas mejillas—, no quiero justificarla, pero a veces, las personas tomamos decisiones creyendo que es lo mejor. Tal vez, lo hizo pensando en eso, probablemente quería asegurarte una vida en donde no sufrieras, como le ocurrió a ella. Eso no la exime de culpa alguna, sin embargo, te puede ayudar a comprenderla un poco y no guardarle odio. No me gustaría que te amargaras por ese odio, bebé.
JeongIn asintió porque sabía que él tenía razón en eso. Al fin y al cabo, su madre se llenó de resentimiento contra su padre. No excusaba lo que hizo el hombre, pues tomó malas decisiones, pero su madre se fue alimentando de ese odio, envenenándose no sólo a ella, sino también queriendo envenenar a JeongIn. Y él no quería ser nunca como su madre.
—Si quieres llamarla, te apoyaré e incluso puedes hacerlo conmigo a tu lado —ofreció Christopher—, pero si no quieres hacerlo, estás en todo tu derecho. No le debes nada a ella, ni aunque sea tu madre.
JeongIn le dio un abrazo más, sintiéndose un poco más consolado ahora que lo habló con él.
***
Los dos alfas se miraron un instante antes de voltearse hacia el enorme edificio a varios metros suyo, contemplando a los omegas salir de clases. Sabían que lo que estaban haciendo podía tildarse un poco obsesivo, pero considerando la situación en la que se encontraban, no tenían más opciones. Además... Además, ellos sabían a lo que iban.
Ambos sospechaban que JeongIn ya no estudiaba en ese colegio. La última semana, se habían ido turnando para esperarlo a la salida y no lo vieron en ningún momento. Lo de ahora era sólo para confirmarlo, por lo que buscaron entre la multitud y vieron, de pronto, a uno de los estudiantes con los que solía juntarse JeongIn en clases. Se llamaba BeomGyu.
HyunJin le hizo un gesto a SeungMin. Agarraron valor y caminaron hacia él. El omega tardó un poco en darse cuenta, como si no estuviera seguro de que ambos alfas fueran hacia él.
—Disculpa —habló primero SeungMin, con voz grave. BeomGyu se congeló—, pero ¿Conoces a JeongIn?
—Eeeeeh... ¿Sí? —dijo el omega, inseguro.
—¿Sabes si sigue asistiendo al colegio o se cambió? —preguntó HyunJin.
BeomGyu se veía realmente confuso. Parecía que no sabía qué responder, y es que había reconocido a ambos alfas una vez estuvieron más cerca de él. Los había visto varias veces, porque sólo unas semanas atrás, iban a dejar y buscar a JeongIn.
—Yo... Pu-Pues no sé...
—No les digas nada, BeomGyu.
Una ronca voz habló, interrumpiendo la respuesta del omega, que lucía demasiado nervioso. Los dos alfas se voltearon, con iguales expresiones de disgusto, aunque ya sabían que existía una gran posibilidad que eso ocurriera. Al fin y al cabo, JeongIn les contó que a ese colegio asistían unos amigos íntimos de él.
Tanto HyunJin como SeungMin reconocieron a los tres chicos que les devolvían la mirada sin intimidarse. Ellos sabían quiénes eran, pues algunas veces JeongIn se despedía de lejos al irse con los alfas, e incluso, en algunas ocasiones, se saludaban con algún movimiento de cabeza.
ChangBin era el que estaba más adelante, a unos metros de ellos. Su expresión era dura, con la mandíbula apretada y sus manos cerradas en puños. Un poco más atrás, tenso y con los ojos echando fuego, se encontraba MinHo, que llevaba de la mano a Felix, el mejor amigo de JeongIn. Felix se veía muy, muy enojado.
—No tienen vergüenza alguna para venir aquí, ¿Cierto? —habló ChangBin, con la voz temblando en rabia—. BeomGyu, puedes irte —el omega casi salió corriendo, asustado—. Luego de lo que hicieron, ¿Todavía se atreven a aparecerse por aquí?
ChangBin se enteró sólo unos días atrás de lo que había ocurrido, cuando la partida de JeongIn ya no podían ocultarla más. Fue el mismo JeongIn quien lo llamó y le contó todo, y ChangBin estuvo a punto de salir a buscar a ambos alfas para darles su merecido. Sólo se calmó un poco al escuchar el llanto de su amigo, tratando de consolarle y sabiendo que no valía la pena decirle un "te lo dije", porque eso, al final, le provocaría más daño. Además, no era culpa de JeongIn lo ocurrido, bajo ningún motivo, pues esos idiotas lo engañaron y mintieron con la clara intención de lograr su objetivo. El único alivio que sentía ChangBin era saber que JeongIn, al menos, no se acostó con ninguno de ellos.
—No estamos aquí para hablar con ustedes. —dijo HyunJin, con aspecto molesto.
—No, claro que no —respondió MinHo—, sólo están aquí para buscar al chico al que le rompieron el corazón, ¿Para qué? ¿Para decirle que todo era una broma? ¿Qué no lo decían en serio? —un bufido de su parte—. Son unos bastardos.
No se inmutaron ante el insulto. En el fondo, los sabían que era lo mínimo que merecían.
—Sólo queremos hablar con él —espetó SeungMin, sacudiendo su cabeza—, pero como dijo mi amigo, no hablaremos con ustedes.
—Ni con nosotros, ni con JeongIn —replicó Felix, y a pesar de ser el omega, se soltó de la mano de su novio y fue hacia ellos—, porque ustedes no van a volver a acercarse a él, bajo ninguna forma —Felix ignoró los débiles murmullos de MinHo diciéndole que volviera a su lado, incluso levantando un dedo y apuntándoles al pecho—. Luego de lo que le hicieron, lo mínimo que le deben es dejarle en paz y permitir que siga con su vida.
HyunJin emitió un bufido bajo. SeungMin los miró, apático.
—Lo mínimo que merece es una explicación de nosotros. —contestó HyunJin.
—¡Claro que no! —ahora Felix, sin temor alguno, les empujó su pecho con su dedo—. ¿Y qué explicación van a darle? ¿Qué fue un malentendido? —soltó una carcajada sarcástica—. ¡Y una mierda! Ustedes jugaron con él y lo destrozaron.
SeungMin, molesto por sus palabras, manoteó la mano de Felix. Ante la reacción, MinHo enseguida saltó en defensa de su novio con aspecto amenazante, gruñendo y agarrando al omega de los hombros para empujarlo detrás de él.
—¡No te atrevas a tocar a mi omega! —espetó MinHo, furioso—. ¡Y no se atrevan, siquiera, a acercarse a JeongIn!
ChangBin también empujó a Felix detrás de él, agarrando el hombro de MinHo.
—No les hagas nada —dijo el alfa, aunque contrarrestaba con sus ojos iracundos—, basuras como ellos no lo valen, MinHo Hyung —escupió a los pies de ambos alfas, que no se movieron—. Vámonos.
MinHo les volvió a gruñir, pero luego de dirigirles una última mirada de desprecio, se volteó y agarró a Felix de la mano. Felix también los miró con odio antes de irse con MinHo y ChangBin.
Luego de unos segundos, tanto HyunJin como SeungMin se miraron.
—No fue tan malo. —dijo HyunJin.
—Pudo ser peor —apoyó SeungMin—. Yo esperaba que nos agarraran a golpes.
—Bueno, pero al menos ahora sabemos que JeongIn ya no está aquí —apuntó al colegio—. Debe haberse ido a Busan, con su padre.
—¿Su madre sabrá algo? —SeungMin se veía un poco escéptico—. ¿JeongIn la dejaría a ella sin noticia alguna?
HyunJin sopesó sus opciones con cuidado.
—Podríamos ir a verla y preguntarle las cosas discretamente. —aceptó el alfa mayor, y se dirigieron hacia el auto de él, pues fueron en el suyo.
La última semana había sido un poco mejor que la anterior, dentro de todo. Con la clara idea de poder solucionar todo, con un rayo de esperanza en sus corazones, decidieron aventurarse en buscar a JeongIn, averiguar donde estaba y poder conversar con él. Sabían que sería difícil, por no decir casi imposible, pues era muy probable que el omega los mandara al diablo al inicio. Ellos entenderían esa reacción... Sin embargo, estaban también dispuestos a darlo todo por él para que les creyera y diera una oportunidad más.
Una oportunidad más. Ellos no lo iban a arruinar más, no le mentirían, no le iban a presionar por una respuesta. Si JeongIn quería estar con los dos, ellos lo iban a aceptar con una gran sonrisa en la cara. Todo lo que deseaban era que JeongIn los volviera a mirar con esos hermosos ojos brillando y sus labios sonriendo tan encantadoramente como lo era él.
Se dirigieron con rapidez hacia donde vivía su madre (o se suponía que vivía). HyunJin no pudo evitarlo, y apretó sus manos alrededor del manubrio al recordar la última vez que fue allí, corriendo a salvar a JeongIn por culpa de su padrastro. El horrible escenario que se encontró: el omega con el rostro herido, su aroma aterrado inundando su hogar. Él no estaba seguro de si iba a poder controlarse una vez viera a JaeHyung, y por la cara que tenía SeungMin, era lo mismo.
Llegaron en menos de media hora. HyunJin se estacionó y SeungMin se bajó primero, yendo hacia la puerta y tocando el timbre. El alfa mayor le alcanzó casi enseguida, pero nadie salió a abrir, y se miraron con el ceño fruncido.
HyunJin tocó ahora. Esperaron otros minutos, sin embargo, al ver que nadie salía, se dieron vuelta para irse.
En ese momento, la puerta se abrió y JaeHyung salió, con una lata de cerveza en su mano y expresión de irritación.
—¿Quién demonios...? —enmudeció cuando vio a ambos alfas—. Ustedes —un gruñido amenazante—, ustedes, pedazos de mierda...
—Buscamos a la madre de JeongIn —habló SeungMin, mirándolo con desprecio—, no a usted, pedófilo de mierda.
El insulto hizo que JaeHyung enrojeciera por la ira y rabia. La mano que sostenía la lata de cerveza se movió en un gesto amenazante, pero aquello sólo provocó que se derramara parte de la bebida al suelo.
—¡¿Dónde está esa puta, eh?! —gritó, furioso—. ¡¿Dónde está la zorra de JeongIn?! Dejándose follar por dos alfas, ¡Cuando pudo pedírmelo a mí desde el inicio! ¡Pedazo de puta que tienen!
No se podía decir con claridad quién de los dos se movió primero. Reaccionaron casi al mismo tiempo, yendo hacia JaeHyung y agarrándolo de su camisa, tirando de él hacia la calle. El alfa era mayor, claro, pero el alcohol lo hacía torpe y lento, y no pudo defenderse cuando recibió dos puñetazos en su rostro. Cayó al suelo estrepitosamente y con un grito de dolor, y estuvo a punto de recibir una paliza, cuando alguien habló con voz débil:
—No, por favor, déjenlo.
Se voltearon a ver a la madre de JeongIn bajo el umbral de la puerta, con ojos llorosos y expresión desolada. Una mano estaba sobre su vientre abultado por el embarazo, ¿Cuánto debía tener? Cerca de cuatro o cinco meses.
HyunJin miró a JaeHyung, que gimoteaba en el suelo, medio inconsciente, con sangre filtrándose a través de su nariz y boca. Él le rompió el labio y SeungMin la nariz. Sin poder evitarlo, se inclinó hacia él.
—Como vuelvas a ofender a JeongIn —dijo en voz baja—, vendremos personalmente a matarte, JaeHyung.
—Que ni se atreva siquiera a poner su nombre en su boca. —espetó SeungMin, despectivo.
JaeHyung tosió, sin moverse. Los dos alfas volvieron a mirar a HyeJi.
La mujer se veía... Un poco mal, por decir lo mínimo. A pesar del embarazo, parecía haber perdido peso las últimas semanas, con las mejillas ligeramente ahuecadas y los brazos delgados. Su pelo se veía algo sucio y había marcadas ojeras bajo sus ojos. SeungMin se preguntó cuánta falta le haría JeongIn, considerando que su hijo estuvo trabajando en un café (había renunciado, supieron días atrás) y era un aporte económico a su hogar.
—Venimos por algo breve y no pretendíamos... Pelear con su alfa, señora HyeJi —dijo HyunJin, volviendo a la diplomacia a pesar de que JaeHyung estuviera todavía en el suelo—, pero sólo queremos saber una información pequeña.
—¿Ha hablado con JeongIn últimamente? —preguntó SeungMin, impaciente.
HyunJin le dio un codazo en el costado. SeungMin trató de mantener la compostura.
HyeJi frunció el ceño un poco, confundida con la pregunta hecha.
—¿Con JeongIn? No —ella sacudió su cabeza—. Hace semanas no habló con él. ¿Le ha pasado algo? —una expresión de alarma—. ¿Está bien?
—Él está bien —mintió HyunJin—, pero... Um, tuvimos un problema y ha decidido irse con su padre, al parecer.
—¿Con Daniel? —HyeJi parpadeó antes de verse molesta—. ¿Cómo...? Pensé que, a estas alturas, ya estaría marcado por cualquiera de los dos.
—JeongIn es joven —espetó SeungMin, viéndose medio enfadado y callándola—, no le daremos una marca mientras él no lo pida.
HyeJi no dijo nada por unos segundos, viéndose con claridad que no sabía cómo reaccionar ante lo dicho por el alfa. HyunJin ni siquiera se molestó en explicarle el tipo de relación que tenían ellos con el omega, porque esa mujer no lo entendería. Él recordaba muy bien cómo ofreció a su propio hijo la primera vez que se vieron, incluso cuando JeongIn se veía tan afligido y a punto de llorar.
—Sí, es joven —dijo ella, débil—, y deseo que un alfa lo cuide ya. Él necesita ser cuidado.
—Claro que no —bufó HyunJin—, JeongIn existe independiente de un alfa, señora, y usted debería empezar a verlo así.
HyeJi no añadió nada más, porque simplemente se dio vuelta y entró al interior de su casa. No parecía importarle haber dejado a JaeHyung tirado en el suelo, y ellos dos tampoco se molestaron en levantarlo. Esa basura podía quedarse allí, donde correspondía.
Regresaron a su auto, subiéndose, y HyunJin se apresuró en marcharse de allí. Permanecieron unos segundos en silencio hasta que SeungMin habló.
—Está en Busan, entonces, con su padre —reflexionó—, probablemente lo matriculó en alguna escuela de allí para que termine sus estudios. Aunque tenemos un pequeño problema con eso, HyunJin.
—Sí —el alfa mayor también lo venía pensando desde hacía varios minutos—. Por mucho que lo quisiéramos, no podemos sólo viajar mañana. La universidad...
—Nuestros padres nos matarán si la abandonamos —se rió SeungMin—. Bueno, el mío me matará. Ya me desprecia por lo ocurrido en la nieve, y si se entera que dejé mis estudios...
—El mío tampoco estará contento —suspiró HyunJin—. ¿El fin de semana, entonces?
SeungMin se veía bajoneado y algo disgustado, pero sólo asintió con la cabeza. HyunJin suspiró y buscó un lugar donde estacionarse.
—Ya, suéltalo.
—¿Y si conoce a alguien más? —barboteó SeungMin, sin que fuera necesario presionarlo un poco más—. ¿Si algún alfa se le acerca y JeongIn empieza...? —ni siquiera quería decir la palabra en voz alta.
—No lo creo —trató de razonar HyunJin—, JeongIn no se ilusiona rápido. Sólo... —una risa ante el recuerdo—. Sólo piensa en cómo nos trató las primeras semanas. Cómo te trató a ti.
SeungMin también se rió, pero HyunJin notó sus ojos levemente llorosos. En el fondo, HyunJin podía entender su miedo, porque él también lo sentía. La sola idea de que los ojos de JeongIn se posaran en alguien más le volvía loco, le rompía el corazón por completo.
¿Qué nos hizo?, fue lo que pensó, sin poder entender bien cómo el omega pudo calar tan hondo en ellos, pero tampoco juzgándoselo pues, al fin y al cabo, todo eso lo provocaron los dos. Con ese estúpido juego no sólo terminaron provocando intensas emociones en el omega, sino también en ellos mismos
—Quiero abrazarlo —sollozó SeungMin, y HyunJin se giró para sostenerlo—, quiero que esté de vuelta con nosotros, Hyune.
—Yo también lo quiero —murmuró HyunJin, conteniendo sus propias lágrimas—, por Dios que lo quiero.
Era el único deseo que los dos tenían en ese momento. Volver a ver a JeongIn y que les dirigiera otra vez esa hermosa sonrisa que derretía sus corazones.
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