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2.

Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega. 

Quiero despertar, odio este sueño...

Tuvo que hacer una mueca cuando YuGyeom lo acorraló contra los casilleros, sonriendo con diversión, en tanto BamBam se cruzaba de brazos y negaba con la cabeza. El lugar en donde estaban se hallaba vacío, sin alguien cerca, ya que las clases terminaron minutos antes, por lo que JeongIn no podía pedir ayuda de nadie.

—Estamos fuera del horario, JeongIn —dijo YuGyeom inclinándose, acercando su rostro—, así que podríamos ir al baño, y si me muestras tu lindo cuello...

Soltó un suspiro, sacudiendo la cabeza y tratando de no lucir intimidado a pesar de que estaba nervioso y temeroso. Desde el momento en que JaeHyung pasó cruzar esa pequeña línea invisible, días atrás, que estaba así con cualquier alfa que se acercara más de la cuenta, a menos que fuera uno de sus amigos.

De esa fatal noche pasaron dos días. Y podía sentir los insistentes ojos de su padrastro sobre su espalda a cada momento.

—Deja que te marque, Innie. —insistió YuGyeom, sonriendo y mostrando todos sus dientes.

JeongIn levantó la vista, apretando con fuerza el borde de su mochila. ¿Dónde estaba MinHo cuando lo necesitaba? ¿O ChangBin?

—Anda, di que sí —prosiguió YuGyeom cada vez más cerca—, sabes que tu vida será mejor si dejas que te marque.

Por supuesto que sería mejor, todo el mundo lo sabía. YuGyeom era no solo uno de los alfas más codiciados dentro de su colegio, sino también uno con buena posición económica y social, además de ser él capitán del equipo de fútbol en el colegio. Por otro lado, por supuesto, salía con la pequeña abeja reina del lugar: Jung YeRin, una de las pocas omegas que gozaba de un buen lugar dentro de la jerarquía del colegio.

Pero JeongIn tenía bastante claro que YuGyeom solo lo quería para un momento, y luego le dejaría abandonado con una fea marca en su cuello.

—Estás en el edificio omega, YuGyeom —espetó JeongIn, tensándose—. Se supone que los alfas no pueden meterse aquí —hizo un mohín—, y si YeRin nos ve...

—Yo me encargo de mi novia —gruñó YuGyeom, intimidándolo—, así que no te preocupes de ello —el alfa deslizó su nariz por sobre la piel del omega—. Hueles tan bien, JeongInnie. Deja que te pruebe.

¿Y si lo dejas?, murmuró con diversión una voz en su interior. Si dejas que un alfa te haga suyo, JaeHyung podría dejar de molestarte. Nadie querría estar contigo.

O JaeHyung podría matarme por ello, pensó tragando saliva.

—Basta, YuGyeom —JeongIn levantó su barbilla, queriendo lucir decidido, aunque por dentro no era más que una bolita—, debo ir a trabajar ahora, así que si no te moles-...

—YuGyeom, aléjate de ese repulsivo omega ahora.

Soltó un chasquido al escuchar las molestas palabras de YeRin, que tenía sus manos en su cintura en una actitud irritada.

YuGyeom resopló producto de la molestia, obedeciendo a pesar de que la omega fuera delgada y pequeñita. Pero Jung YeRin podía ser una total perra cuando quería, en especial cuando se trataba de defender lo que consideraba suyo.

Sobre todo, cuando se trataba de minimizar y humillar a JeongIn.

El omega rodó los ojos, escapando del lugar donde YuGyeom lo acorraló, e hizo amago de marcharse para no ver la clara pelea que la pareja tendría en ese momento.

—No sé qué le puedes ver a ese estúpido omega —JeongIn ignoró el insulto, acostumbrado a ellos—, yo debería ser suficiente para ti.

JeongIn no odiaba a YeRin. De alguna retorcida manera, podía entender su actitud: la chica se comportaba bastante decente cuando YuGyeom no estaba cerca, es decir, cuando estaban en clases. Incluso le hablaba con normalidad a él de vez en cuando. Pero apenas YuGyeom estiraba la mano para comenzar a molestarlo, la muchacha sacaba sus garras. Los omegas eran celosos por naturaleza, más aún cuando eran el primer omega de un alfa.

Y YeRin no iba a dejar que un omega, menos un chico como JeongIn, le quitara ese puesto.

Siguió caminando, alejándose de la pareja que peleaba como siempre, y al salir del edificio se encontró con MinHo esperándolo. Su amigo alfa percibió su estado de ánimo inmediatamente, pero solo le revolvió el cabello, comenzando a caminar hacia el café donde JeongIn trabajaba.

—¿No estás con Felix Hyung? —preguntó, luego de unos minutos en silencio.

—Tenía que hacer un trabajo hasta tarde, así que decidí no ir a verlo. —contestó el alfa con tranquilidad, una mano yendo a su cuello, allí donde brillaba una marca superficial que Felix le hizo en señal de posesión para que nadie le coqueteara.

JeongIn hizo una mueca, pensando también en el hecho de que no veía a uno de sus mejores amigos desde hace tiempo. Como estudiaban en colegios distintos, no solían coincidir muchas veces por los horarios o las pruebas, así que el tiempo a solas era casi nulo. Además, estaba el hecho de que MinHo salía con Felix, por lo que tampoco quería interrumpir sus momentos románticos por un capricho que bien podía omitir.

—Estás decaído, Innie. —dijo MinHo sin perder su tono tranquilo, aunque notó la ansiedad por saber que le pasaba.

Negó con la cabeza, encogiéndose de hombros.

—Los problemas de siempre, nada en especial, Hyung. —dijo, distraído.

—¿YuGyeom te sigue molestando? —preguntó MinHo, frunciendo su ceño con irritación.

—Por supuesto que sí —arrugó el entrecejo—, pero está bien, YeRin siempre llegando al rescate. —dijo con sarcasmo, resoplando.

—Si quieres puedo hablar con YuGyeom...

—No, no te preocupes —soltó un chasquido—. Queda medio semestre. Luego se irá a la universidad y me dejará en paz.

MinHo pasó un brazo por sus hombros, atrayéndolo para darle un abrazo suave, sin dejar de caminar.

—Tú igual podrías estudiar si quieres. —dijo el chico.

—Soy un omega, MinHo Hyung —murmuró—, si no me dejo marcar antes de los veinte, estaré en problemas.

MinHo bajó la vista, sin necesidad de preguntar sobre ello cuando JeongIn tenía razón: el gobierno exigía que los alfas, a los veintidós años, debían contar ya con una pareja; mientras que los omegas, a los veinte, debían tener un alfa.

—¿No quieres ser marcado? Porque si no quieres...

—No es eso —le interrumpió, bruscamente—. No es eso. —repitió con más suavidad, mirando al frente y llevando sus manos al bolsillo de su abrigo, mientras sus botas se hundían en la nieve.

¿Cómo podía explicarle lo que realmente quería? ¿Cómo decirle que sólo deseaba a alguien que lo amara, que lo estrechara entre sus brazos, que lo hiciera sentir único, especial?

Tendría suerte si conseguía ser el primero de un alfa. Pero nada más. Absolutamente nada más.

Se limitó a suspirar, dejando que MinHo le diera otro abrazo más fuerte, y siguieron caminando hacia el café.

El profesor dio por terminada la clase y todos cerraron sus cuadernos, suspirando por el alivio ya que era la última clase del día y del semestre: ahora iniciaban las vacaciones de Navidad, así que eso sólo significaba que podrían dormir hasta tarde las siguientes dos semanas.

—¿Quieres ir a tomar algo, HyunJin? —preguntó SeungMin, bostezando mientras salían del salón.

—No, debo ir a la biblioteca a devolver un libro —el de cabello negro soltó un suspiro de exasperación al ver a la chica de mechones rosadas jugueteando nerviosamente con sus manos, apoyada en la pared—. Mierda, y debo quitarme a YeJi de encima.

—Bien, entonces me iré al departamento —dijo SeungMin, divertido—. Trata bien a YeJi, no querrás hacerla llorar otra vez, ¿Cierto?

HyunJin masculló una maldición por lo bajo, alejándose por entre la multitud, y SeungMin solo se rió entre dientes antes de salir del edificio de Medicina donde estudiaban, que, afortunadamente, quedaba cerca del centro de la ciudad.

Primero pensó en marcharse directamente al departamento y echarse a dormir, pero luego se dijo que podía aprovechar esas horas libres y pasar por la cafetería donde trabajaba el muchachito omega que debía llevar a la cama. ¿Cómo se llamaba? Estaba seguro de que era algo con J.

Resopló, desviando su caminata hacia el pequeño café. No iba a perder esa apuesta, no señor, si había algo que le gustaba era poder ganarle a HyunJin en algo.

Su celular vibró, y al mirar el número hizo una pequeña mueca. Cortó la llamada y apagó su móvil, así su mamá no seguía insistiendo con las llamadas. De seguro la mujer quería decirle que fuera a cenar a casa ese fin de semana para insistirle –otra vez– que buscara alguna omega con quien emparejarse.

Pero SeungMin no quería a ninguna omega por el momento, sólo buscaba un poco de diversión, nada más. No sabía por qué insistía tanto si, de todas formas, todavía le quedaban dos años para cumplir el tiempo límite antes de que el gobierno buscara asignarle a alguna pareja.

Unos minutos después, se encontraba abriendo la puerta del café, buscando con sus ojos inmediatamente al omega y viéndolo atender una mesa con tranquilidad. Afortunadamente, la chica con cara de amargada no estaba allí, sólo la otra chica rubia que parecía muy ocupada preparando un pedido.

Tratando de no lucir demasiado ansioso, fue a sentarse a una mesa vacía, viendo la pequeña carta y forzándose a pensar en alguna forma de conseguir lo que quería. Gracias al número falso que JeongIn le dio, SeungMin pudo adivinar que no sería un reto fácil de cumplir.

¿Qué podría estar planeando HyunJin para llevarse al chico a la cama?

—Buenas tardes, mi nombre es JeongIn y lo atenderé el día de hoy, ¿Ya sabe lo que-...

El omega enmudeció cuando SeungMin levantó la vista, esbozando una sonrisa amistosa. JeongIn desvió la vista, sus ojos buscando a la otra camarera rubia, y al ver a MinJeong demasiado ocupada, sólo dejó salir una queja baja, volviendo a mirar a SeungMin.

—¿Qué pedirá? —preguntó groseramente, rogando a cualquier persona que pudiera espantarlo con ello.

—Oye, no tienes por qué ser tan malo —protestó SeungMin, volviendo a sonreír y tratando de lucir encantador. No sabía si lo estaba logrando debido al ceño arrugado del muchacho—. Me diste un número falso, JeongIn. —regañó con suavidad, su voz divertida, aunque en el fondo seguía molesto con esa broma.

JeongIn mordió su labio inferior, tragando saliva. Después de unos segundos, se encogió de hombros, disimulando no sentirse ni incómodo ni molesto.

—¿Qué va a pedir? —insistió, queriendo desviar la conversación para no seguir torturándose.

—JeongIn...

—Bien —el chico soltó un chasquido, cruzándose de brazos—, seré directo, entonces —se inclinó un poco, sin poder ocultar la molestia en su rostro—. Uno, no sé cómo te llamas-...

—SeungMin.

—... Ni me interesa saberlo —prosiguió JeongIn como si nada—. Dos, en este momento, no estoy interesado en tener una relación y menos en darte mi número. Y tres, si sigues insistiendo, iré por la cafetera y te la lanzaré encima, ¿Entendido?

El alfa tuvo que apretar su mano en un puño para tratar de contenerse, para no dar rienda suelta a su molestia. Mierda, ¿No era posible que ese chico fuera más fácil? Podría incluso ofrecerle dinero, aunque sabía que eso sólo haría que se enojara más de lo que ya estaba.

No podía entender ni un poco porque tanta insistencia en hacerse el difícil, en tratar de demostrar que tenía el control, si era un simple omega. Incluso, si llegaba a follar con él, y el omega no quería, no dejaría ninguna marca en su cuello, así que no sabía porque la negativa.

—JeongIn, no tengo malas intenciones —dijo con suavidad, negando con la cabeza mientras una vocecita chillona le gritaba en su interior que era un mentiroso—. Está bien, pediré un frappuccino. —añadió, al ver los fríos ojos dispares de JeongIn.

—Enseguida. —murmuró JeongIn, retirándose sin añadir algo más.

Cuando notó que el omega no lo estaba mirando, SeungMin actuó con toda la madurez del mundo: le sacó la lengua, mostrando, claramente, lo descontento que estaba. Bien, sus sonrisas encantadoras no estaban sirviendo para nada, ¿Cuál sería su segundo paso? El coqueteo, al parecer, tendría que descartarlo por mientras.

Frotó su frente con irritación, murmurando maldiciones por lo bajo. Sin sus sonrisas ni coqueteos, ¿Qué otra cosa podría hacer? HyunJin era el de actitud tranquila, incluso desinteresada cuando se lo proponía. Él no servía para eso.

—Aquí está. —JeongIn volvió cinco minutos después y dejó la taza sobre la mesa junto con unas pequeñas galletas, y SeungMin, hábilmente, le acarició la mano cuidadosamente, llamando su atención.

—De verdad lamento hacerte sentir así, JeongIn —dijo tragando saliva, el azul y café de los ojos del chico mirándolo sin mostrar nada—. Prometo... No venir a molestarte más si lo deseas. —puso una expresión de perrito apaleado, de alguna forma desesperado para que él omega no lo rechazara una vez más.

No iba a perder esa apuesta. No contra HyunJin.

—Mira, SeungMin —JeongIn, lentamente, retiró su mano—, puedes seguir viniendo al café, por supuesto. Eres un cliente, después de todo —el menor esbozó un mohín molesto—, pero te pediría, por favor, que no... Insistas con el coqueteo. No estoy interesado en las relaciones, así que es lo único que puedo decirte.

SeungMin lo observó un momento sin decir nada, apretando los dientes, pensando en que, por primera vez en su vida, tendría que actuar como HyunJin: lento, sin apurar nada. Muy bien podría utilizar su voz alfa, su presencia, pero eso sería cruzar un límite invisible entre lo que era correcto y lo que no; él no iba a forzar nada. Si bien veía a los omegas como simple entretención, debía ser una entretención aprobada, no algo obligado donde podría destruir a una persona por completo.

—Está bien —trató de sonreír, aunque por dentro bullía por la rabia—, sí, lo comprendo —luego, puso una expresión seria—. Espero que entonces no te moleste que venga a verte varias veces, JeongInie. Realmente... Me llamaste la atención.

JeongIn sólo asintió, impasible, para luego alejarse de la mesa sin añadir algo más.

SeungMin, mientras, comenzaba a buscar alguna manera para avanzar más rápido y ganar toda esa apuesta.

YeJi seguía parloteando en voz baja, tratando desesperadamente de llamar su atención, pero HyunJin lo único que quería en ese momento era que la chica cerrara el hocico y lo dejara en paz.

Maldita sea, ¿Era tanto pedir?

Dejó el libro sobre el estante, moviéndose por el lugar casi vacío, yendo a la sección de literatura contemporánea para buscar algo que lo entretuviera en esas cortas vacaciones.

—... Y dicen que el parque recién inaugurado es precioso —prosiguió YeJi, siguiéndolo—, ¿Te parece si vamos, HyunJin? Estoy segura de que los dos la pasaríamos-...

—YeJi, por favor, ¿Puedes callarte? —murmuró HyunJin sin ganas, pero la chica calló en el acto, nerviosa.

El mayor sacó un libro, leyendo la sinopsis en silencio. Pasaron unos segundos en pesado silencio cuando decidió levantar la vista, mirándola, y enarcó una ceja.

La pobre muchacha, estudiante de enfermería, lo observó con ansiedad.

—¿Sigues aquí? —preguntó HyunJin con un suspiro agotado.

Pudo ver, con total claridad, como la muchacha tragaba saliva.

—HyunJin... —balbuceó—, nuestros... Pa-Padres se conocen y ellos...

—Por supuesto, sé lo que quieren —masculló HyunJin, comenzando a caminar hacia el escritorio donde la encargada de la bibliotecaria estaba escribiendo unas cosas—, pero eso no significa que vaya a hacerles caso, ¿Cierto? —YeJi no dijo nada—. No voy a marcarte, YeJi, ¿Entendido? Al menos, no por ahora. —le entregó el libro a la mujer, que escuchaba la conversación con aburrimiento. De seguro debía ser lo más emocionante que le ocurrió en el día.

—Pero HyunJin —insistió la omega, jugueteando con sus manos—, ¿Por qué no te gusto? —ella mordió su labio inferior—. Soy un buen partido.

HyunJin resopló, recibiendo el libro de la mujer, y se giró para marcharse. Pero la omega, decidida, se interpuso en su camino, queriendo una explicación.

—Un buen partido, sí —dijo HyunJin con un poco de exasperación—, pero nada más. No me provocas, no me llamas la atención, sólo te tendría para un polvo —la chica hizo amago de querer darle un golpe, pero el alfa la detuvo antes de que siquiera su mano llegara a rozar su mejilla—. Y sumado a eso, parece que quisieras acapararme —HyunJin entrecerró sus ojos en actitud amenazante—. Así que te lo diré ahora, YeJi —le dio un brusco apretón a su muñeca—, yo no te pertenezco. No soy ni seré tuyo, y no esperes, si estamos juntos en algún momento, que te sea fiel, ¿Lo tienes claro? —YeJi apretó sus labios, enfurecida, pero HyunJin simplemente soltó un chasquido, sin perder el tono dominante que usaba para intimidarla—. ¿Lo tienes claro? —repitió, y YeJi supo que debía contestar si no quería que le fuera peor.

—Sí. —masculló la omega, completamente humillada mientras HyunJin soltaba su muñeca y se marchaba sin agregar algo más, saliendo con tranquilidad de la biblioteca y la facultad.

Todo ese insoportable intercambio de palabras le puso de mal humor, considerando que ese día fue bueno, por lo que pensó en algo para relajarse. Muy bien podía llegar a casa y ponerse a hacer ejercicio para tratar de quitarse la tensión que traía encima, pero si SeungMin estaba allí, su amigo le empezaría a molestar y, en definitiva, sólo quería un poco de paz.

Su mente, entonces, pareció viajar hacia el omega que debía llevar a la cama, y se dijo que ya esperó bastante como para dar algún paso. Quizás hasta el chico se le ofrecería enseguida, y podría utilizarlo para descargarse un momento de todo el disgusto que traía encima.

Silenciosamente caminó por las calles de Seúl, hasta que llegó al pequeño café, queriendo entrar pronto para darse un poco de calor.

El café, a esas horas, estaba casi vacío, y pudo notar al muchacho detrás de la barra, limpiando las tazas. Al parecer, estaban a punto de cerrar, ya que sólo estaba él atendiendo.

—Buenas noches, ¿En qué puedo-... —JeongIn enmudeció al verlo, antes de fruncir las cejas—. Si estás buscando a tu amigo, acaba de irse hace unos minutos.

Enarcó una ceja, repentinamente curioso por aquello. ¿Así que SeungMin pasó por allí antes que él? Su amigo parecía que tampoco quería perder el tiempo.

—No lo estaba buscando —HyunJin se encogió de hombros, sentándose en las sillas frente a la barra, y usó uno de sus encantos: su sonrisa juguetona—, quería hablar contigo... JeongIn, ¿Cierto?

El muchacho, con tranquilidad, asintió y comenzó a calentar la cafetera.

—Sí. —fue lo único que dijo, ni un poco interesado en saber su nombre.

HyunJin tampoco insistió, sabiendo que debía tantear el terreno antes de comenzar a jugar sus cartas.

—¿Quieres algo en especial o no? —preguntó JeongIn, poniendo una expresión aburrida.

El alfa estuvo a punto de reírse al notar aquel fingido desinterés que el muchacho esbozaba, de seguro queriendo hacerse el difícil. Muchos omegas gustaban de fingir ser complicados de conquistar para mantener el interés, el misterio.

—No, solo café —contestó, sacando su celular y aparentando contestar un mensaje de texto—. Solo vine por algo rápido. —agregó, sus divertidos ojos moviéndose por el rostro del muchacho, quedándose en esos preciosos orbes.

Azul y café le devolvieron la mirada.

SeungMin tenía razón en algo: imaginarlo debajo de él sonrojado, gimiendo, lo ponía duro. Muy duro, para su gusto.

—¿Y eso sería...? —insinuó el menor, llamando su atención.

Ah —JeongIn le sirvió café, tranquilo—, quería disculparme por la actitud de mi amigo el otro día —humedeció sus labios, echándole un poco de azúcar al café—. Se nota a leguas que... No estás interesado en relacionarte con alfas como nosotros.

JeongIn volvió a observarlo, sin poder ocultar su rostro lleno de sorpresa.

HyunJin desvió la mirada, probando el café y con su mente trabajando en alguna forma de llamar más la atención del chico. Podía notar que lo estaba logrando si seguía esa pequeña pista que él chico le dio con su expresión.

Vamos, pequeña mosca, se dijo, no pasará nada si caes en mi red.

—Por lo que trataré de que mi amigo no regrese a molestarte —continuó relajado y observando otra vez su móvil—, no es mi intención que omegas como tú la pasen mal, de verdad.

El chico lo siguió mirando con mudo asombro, pareciendo incapaz de decir palabra alguna por varios momentos.

Luego lo notó parpadear, desconcertado.

—¿Omegas como...?

HyunJin se encogió de hombros, casi como si estuviera aburrido.

—No parecieras estar desesperado por tener a un alfa —bebió un poco más de café—. ¿Cuántos años tienes, JeongIn...?

—Dieciocho. —murmuró él muchacho.

—Dieciocho —repitió el alfa—. Aun te quedan dos años para cumplir los veinte. Supongo que quieres estudiar algo y ahí conocer a tu persona especial, ¿No? Es totalmente respetable.

JeongIn volvió a quedarse callado, sus dedos tamborileando sobre la barra mientras apoyaba su barbilla sobre su mano, repentinamente a gusto.

—¿Y tú no tienes a nadie...? —dejó la pregunta al aire, dando a entrever que le estaba pidiendo, también, su nombre.

El de largo cabello negro casi quiso sonreír con placer.

—HyunJin —respondió, revolviendo el café—. No, por ahora no estoy interesado en nadie. No me llama demasiado la atención —hizo un gesto despreocupado—. Todavía me quedan dos años para sentar cabeza, al igual que SeungMin.

—Te gusta la diversión.

Observó el rostro de JeongIn, notando que apretaba el borde de su delantal, su rostro helado otra vez. Supo, entonces, que tendría que irse con cuidado con respecto a ese tema, ya que claramente el muchacho no estaba para juegos.

—Por supuesto que sí —dijo con suavidad—, pero no ando creando un harem, como debes pensar —enarcó una ceja—. Soy bastante cuidadoso con ello. Nunca ofrezco más de lo que puedo entregar.

El muchacho asintió, pero HyunJin notó que seguía receloso con respecto a ese tema. Decidió no insistir con ello, no quería retroceder ahora que estaba analizando toda la situación. SeungMin siempre se lanzaba a la primera, ya que a muchos omegas les gustaba aquello, pero el de cabello largo prefería esperar. Además, solía ser bastante selectivo con las personas con quienes se acostaba, no quería atrapar alguna enfermedad. Por qué decidió aceptar la apuesta cuando apenas conocía algo de ese niño, era algo que se seguía preguntando.

Quizás, el rostro bonito de JeongIn lo atrajo lo suficiente para ello. Después de todo, era un alfa con necesidades.

Quizás, JeongIn lucía como todo un reto, y a HyunJin le encantaban los retos.

Quizás, el rechazo natural del omega lo seducía a hacerlo caer totalmente entre sus garras.

Fuera cual fuera el motivo, estaba dispuesto a ganar. Le gustaba probar la carne virgen.

Fingió mirar la hora, y soltó un suspiro exagerado.

—Bien, debo marcharme, JeongIn —bebió lo último del café de golpe, sacando su billetera para pagar—. Vuelvo a repetir lo que dije al principio: lamento lo de mi idiota amigo, trataré de que no vuelva a repetirse —JeongIn no dijo nada, recibiendo el billete—. Quédate con el cambio —añadió, viendo como su expresión parecía suavizarse con ello—. Evitaré pasarme por aquí con SeungMin para no volver a incomodarte.

—No... —se quedó en silencio, ladeando la cabeza y fingiendo una breve confusión al notar el rostro un poco compungido de JeongIn, que bajó la vista con vergüenza—. Ya... Ya le dije a tu amigo que no tengo problema si se pasan por acá —JeongIn tragó saliva, sin saber por qué estaba actuando de esa forma, tan avergonzado por un alfa. Sin saber por qué su cuerpo parecía pedirle que se acercara a ese alfa que no intentó nada con él—, sólo... Sólo le dije que no me coqueteara —el omega hizo una mueca, sintiendo sus mejillas ruborizadas, y quiso esconderse cuando esos juguetones ojos se posaron en él—. No me gusta que me coqueteen. —añadió en voz baja, para él, casi inaudiblemente.

Pero HyunJin lo oyó. Lo escuchó por completo, y lo anotó en su libreta mental. Si se ganaba por completo la confianza de ese niño, las cosas serían aún más fáciles a futuro. Esperaba, eso sí, que aquella apuesta no se alargara demasiado. Tenía mejores cosas que hacer que andar detrás de un omega.

—Si no te molesta, entonces podré pasarme por acá en algún momento —dijo, volviendo a sonreír ampliamente, y sus ojos se cerraron—, después de todo, preparas un buen café —el omega se ruborizó con más fuerza, a pesar de que el elogio fue dado sin segunda intención, eso era claro al ver la mirada distraída de HyunJin sobre su celular otra vez—. Bien, nos vemos, JeongIn. —se despidió antes de girarse, marchándose sin mirar atrás en ningún momento y dejando al chico sumido en el silencio otra vez.

El omega se quedó observando, tranquilo, aunque un poco confundido, como la figura de HyunJin desaparecía de la calle, para luego apoyarse en la barra. Mordió su labio inferior y cubriendo su rostro con ambas manos, respirando profundamente, y trató de ignorar los pensamientos revoltosos en su mente.

Tratando de ignorar esos divertidos, atrayentes ojos que parecían desnudarlo con solo una mirada.

¡Gracias por leer!

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