16.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~Sabía que tú eras mi salvación,
Porque tus manos son las únicas que cubren mi dolor...~
El resto de la semana pasó con lentitud, como si el fin de semana que se acercaba no quisiera llegar pronto. JeongIn no sabía cómo tomarse esa sensación, a medida que llegaba el viernes, la ansiedad aumentaba más y más en la boca del estómago.
Ni siquiera sabía porqué estaba tan nervioso. Era sólo una salida con SeungMin y HyunJin. Una especie de cita triple, o lo que fuera que ellos tuvieran, pero cita al fin y al cabo. JeongIn comenzó a tener un poco de miedo, temiendo que ellos le pidieran escoger a alguno de los dos en esos días. Él no se sentía capaz de eso, no todavía, sus sentimientos seguían demasiado confundidos y no podía descifrarlos con facilidad. Cuando se trataba de ellos, todo en su mente parecía hacer cortocircuito.
La situación empeoró el jueves ya que, al salir del colegio, se encontró con su mamá esperándolo fuera. La sorpresa fue demasiado grande, como si un bloque de cemento lo hubiera golpeado de repente, que se quedó sin aire. Empeoró porque ese día SeungMin le iba a ir a buscar, y allí estaba, haciéndole un gesto con sus manos. No sabía a dónde mirar, si hacia su madre o hacia SeungMin.
Finalmente fue hacia ella. El alfa se quedó en su lugar, un poco confundido, y JeongIn le hizo una señal vaga de que se lo explicaría por teléfono.
—Mamá —dijo, con la voz temblando—, hola. Yo no... No pensé que estarías aquí.
No había hablado con ella desde que fue el día siguiente al ataque de JaeHyung. Se había encontrado con su padre y la molestia le inundó con todo lo que el adulto le dijo acerca de que ella le separó del hombre. No podía evitarlo, con una sensación de rencor y resentimiento por lo que ella provocó. Ella le negó una vida buena y estable producto de sus celos y miedos.
Sin embargo, al verla ahora, fue como si esas emociones desaparecieran. No quería sonar cruel, pero ella se veía... Se veía un poco mal. Parecía haber perdido peso las últimas semanas a pesar de su embarazo, tenía ojeras más marcadas en el rostro y la piel muy pálida. JeongIn sintió lástima, y no sabía si eso lo hacía una buena o mala persona.
—JeongIn —ella le sonrió, aunque se veía también un poco incómoda—, lamento haber venido de la nada, pero quería aprovechar... —titubeó un momento—. Hoy es mi día libre y quise venir a buscarte, como cuando estabas más pequeño, ¿Te acuerdas?
No mucho. En esa época, ellos vivían con papá todavía, y cómo él trabajaba, se hacía cargo de todo. Ahí mamá tenía mucho tiempo libre y lo iba a buscar al colegio. Pero cuando todo se torció, papá se fue y ellos se mudaron, ella dejó de hacerlo ya que debía trabajar.
—Sí —mintió a medias—. ¿Ha pasado algo?
—Quería hablar contigo —dijo ella—. ¿Qué te parece si vamos por un café? Yo invito.
JeongIn volvió a dudar, pensando si era buena idea ir con ella. Por un breve momento, tuvo miedo de que eso fuera un loco y estúpido plan por parte de JaeHyung para pillarlo desprevenido. Él iría con su mamá a algún lugar poco transitado y el alfa lo secuestraría para violarlo y marcarlo.
Aunque la idea desapareció con rapidez al ver el cansancio en su mamá. Le dio más pena pensar en que eso fuera posible y que pudiera esperarlo de ella. La relación con la mujer, supo en ese momento, era frágil y pendía de un hilo, y JeongIn no sabía si esa conversación sería el fin o el inicio de algo nuevo.
—Está bien —le dijo, pero antes de ir con ella, añadió—, pero ¿Me esperas un momento?
Ella asintió, algo confundida, y JeongIn sabía que no tuvo que hacerlo, pero de cualquiera forma, ¿Importaba ahora? Mamá podía pensar lo que quisiera a esas alturas y él ya no iba a cumplir las expectativas de ella, lo tenía más que claro.
SeungMin le observó, sonriendo con una expresión traviesa.
—Hey, Nini —le dijo, abrazándolo y dándole un beso suave en el cuello—, ¿Pasa algo?
—Es mamá —le dijo JeongIn, separándose para mirarlo a la cara. SeungMin permaneció impávido—. Iré a tomar algo con ella, ¿Está bien? Después voy al departamento. Lamento...
—Tranquilo... —SeungMin se inclinó y le dio ahora un beso en la boca—. Si necesitas algo, cualquier cosa, me llamas, ¿Bueno? Iré corriendo a cualquier lado en el que estés.
JeongIn jamás pensó que él podría creer esas palabras de un alfa, pero ahí estaba, sonriéndole a SeungMin y confiando en él.
Se despidió de él antes de volver donde su madre, que le observaba con una expresión atónita y un poco fuera de sí. Parecía morirse por preguntar quién era él, si era su novio, su pareja, pero tuvo que tragarse esa curiosidad y JeongIn lo agradecía. Él no se sentía capaz de empezar a explicarle qué era lo que tenía con HyunJin y SeungMin.
Caminaron hacia una cafetería cercana, sentándose y pidiendo cada uno algo para beber y comer. Su mamá decidió tomar un té con unas galletas, mientras que JeongIn se decidió por un vaso con leche de plátano y un trozo de torta.
En un inicio, se instaló entre ellos un silencio un poco tenso. El omega fingió que estaba muy concentrado en su comida, sin saber qué decir exactamente y esperando que ella agarrara el valor para hablar.
Lo hizo, pero sólo cuando pasaron unos largos y agónicos minutos en que ninguno habló.
—Quería pedirte perdón —dijo HyeJi—, por haber sido una mala madre todos estos años, JeongIn. Por ignorar lo que JaeHyung quiso hacer contigo y por no haber logrado una relación de confianza en la que tu pudieras contármelo.
Una parte del chico quiso hablar y decirle que eso no era su culpa, pero se detuvo a tiempo, porque ¿No sería mentir? Decirlo en automático, sólo por cumplir, era una mentira peor que cualquier otra, y él ya no quería ocultar sus emociones. Las últimas semanas, de alguna forma, empezó a expresarse más y las cosas estaban tomando un color distinto. Ya no mono, sino policromático. JeongIn quería quedarse con toda esa amalgama de colores que estaban rodeando su vida.
No dijo nada, incapaz de encontrar palabras para responder a esa disculpa. JeongIn debería ser capaz de decir que la perdonaba, que estaba todo superado, sin embargo, otra vez una pregunta: ¿La absolvía de su culpa? ¿Le otorgaba ese ansiado perdón? ¿Él podía disculpar todos sus fallos, sus errores?
Quizás en ese momento no. Tal vez más adelante. JeongIn no se sentía competente para decirle algo.
—También quería disculparme por... Por no haberte hablado de tu padre —continuó ante el silencio—. Por...
—Él me quería —susurró JeongIn, y eso era lo que más le lastimaba. Lo que más le dolía—. Él me amaba, mamá, pero tú me hiciste creer que no era así. Que él jamás me quiso y yo no le interesaba.
Los ojos de HyeJi se llenaron de lágrimas.
—Fui egoísta —sollozó, pero JeongIn no se conmovió—. Fui tan egoísta, Jeong. Estaba tan celosa del cariño que te tenía, de lo preocupado que era por ti... Fui una pésima madre, JeongIn.
Tal vez, semanas atrás, él se había culpabilizado por hacerla llorar, por provocar esas lágrimas en su madre, aunque ahora, sólo negó con la cabeza. JeongIn quería priorizarse, quería ponerse en primer lugar y dejar de aceptar toda la mierda que le lanzaban porque podían hacerlo. Él no se merecía eso. Él se merecía más.
—Conocí a la otra familia de papá —dijo JeongIn, y ella le observó—. Conocí a mi hermano, mamá —tomó aire—. Papá ha dicho que me comprará un departamento para mí y que apoyará mis estudios si es lo que yo quiero. Él... Él incluso dijo que, si quería irme a vivir con su familia, podía hacerlo.
HyeJi cerró sus ojos brevemente, como si esas palabras la lastimaran. Él no sabía si las dijo con esa intención, si realmente quería provocarle daño a su mamá, y pensó en lo irónico que era. ¿Era justo que él la hiriera, así como hizo ella todos esos años? ¿O debería adoptar otra actitud? Qué difícil era ser buena persona, pensó.
—Eso está bien —dijo ella, con la voz triste—. Al fin y al cabo, yo no voy a pedirte que regreses, JeongIn. Yo no...
Tampoco pensaba regresar, aunque me lo rogaras, quiso decir, pero se lo calló.
—Yo no puedo dejar a JaeHyung —alzó la vista otra vez—, es mi alfa, tengo su marca y espero a su hijo.
—¿No? —JeongIn tembló—. ¿Ni siquiera cuando sabes lo que quiso hacerme? ¿Eso no es suficiente para dejarlo?
HyeJi se veía a segundos de romper en llanto. JeongIn sabía que escuchar la respuesta iba a significar una decisión por parte de él, y ya tenía claro lo que iba a hacer en cualquier caso.
—No puedo —la voz de HyeJi tiritaba, a punto de quebrarse—, ¿Qué haré sin un alfa, JeongIn? ¿Qué haré con ese hijo?
Quererlo, pensar en su bienestar, tratarlo mejor de lo que alguna vez me trataste a mí, sin embargo, volvió a guardarse sus palabras. JeongIn no quería llegar a ser cruel con lo que podía decir.
—Está bien, es tú decisión —le dijo, serio—, pero mamá, yo no iré a esa casa nunca más. Yo no... Si quieres que nos veamos, será cuando estés sola, no con ese tipo. No quiero saber nada de JaeHyung en mi vida.
—Sí, lo sé. —HyeJi agarró un par de servilletas para sonar su nariz.
Él no sabía si había algo más que añadir. Esa conversación se sentía como una extraña despedida, no en un adiós definitivo, pero significaba cortar lazos cercanos con su madre.
Creyó que eso dolería más, que era imposible de hacer, sin embargo, el regreso de su padre provocó que su mundo girara y viera las cosas diferentes. Ya no se sentía solo, sin alguien que le apoyara, y además...
Además, HyunJin y SeungMin estaban allí. Ellos también le cuidarían.
—Debo irme, mamá —le dijo, bebiendo lo último de la leche que le quedaba, y dudó—. No te preocupes, yo pagaré esto. Papá me ha regalado una tarjeta para que la use en mis gastos —volvió a dudar—. Mamá, ¿Necesitas apoyo económico? Sé que JaeHyung no hace mucho para la casa, así que...
—Me las arreglaré —dijo HyeJi, tratando de verse orgullosa—, en cualquier caso, si algo no resulta, te avisaré —JeongIn asintió—. In, ese muchacho en el colegio, ¿Es tu novio? ¿Y qué pasó con HyunJin?
Analizó unos largos segundos si sería bueno decirle o no. ¿Cómo reaccionaría ella ahora al contarle de ellos dos? Él no sentía la confianza necesaria para volcar sus sentimientos sobre ellos con su mamá.
—Es complicado —fue lo que respondió—, pero no te preocupes. Ellos me tratan bien —al ver que abrió la boca para añadir algo más, se apresuró en continuar—. Lo siento, mamá, se está haciendo tarde. Me debo ir.
Escuchó su débil despedida, aunque no se giró a verla. Pagó el pedido con la tarjeta de crédito regalada, pensando en cómo podían cambiar las cosas. Él jamás pensó en tener algo como eso, después de todo, no tenía manera de financiárselo. Y cuando papá se lo dijo, su primer impulso fue negarse, pero él insistió e insistió. Dijo que era lo mínimo para garantizarle que estuviera bien ahora que no viviría con su mamá.
Se suponía que ese fin de semana irían a ver un departamento para él, pero como era catorce de febrero, le preguntó si podía ser durante los siguientes días. Iban a buscar algo pequeño para que arrendara esos meses y, una vez él decidiera si ir a Busan a estudiar o quedarse allí, verían un departamento definitivo. JeongIn le preguntó muchas veces si no era excesivo para él, pero su padre sólo le sonrió, dándole un abrazo.
—Quiero que estés bien y darte lo que no pude darte todos estos años, JeongIn —le dijo su papá—. Eres mi hijo, que no se te olvide, y te quiero.
—Yo también te quiero, papá. —contestó JeongIn, feliz.
El viernes SeungMin volvió a buscarlo, alegando que el día anterior no se fueron juntos debido a la salida con su madre. Ambos alfas le habían preguntado si quería hablar de ello y les contó, brevemente, lo que quería ella. Lo escucharon con atención, oyendo sus ideas y dándole la razón, y al final, le dieron un abrazo que lo hizo sentir mucho mejor. Era agradable eso, saber que ellos le apoyaban y permanecían a su lado para darle ánimos. Sentía que los amaba más con el paso de cada día, y ahora ya no le asustaba tanto.
—¿Tienes listo tu bolso? —le preguntó SeungMin mientras esperaban de pie, ambos de la mano, para tomar el metro.
—Me falta guardar unas cosas —JeongIn le sonrió, mostrando sus dientes de conejito—, pero ¿No vamos a comer?
—Nah, con HyunJin decidimos que es mejor comer cuando vayamos para allá —SeungMin tiró de JeongIn al interior del vagón del tren, apoyándose en una de las paredes y abrazando al omega—. Así salimos más temprano. No queremos llegar muy a oscuras.
JeongIn soltó una risa baja al sentir un beso suave en su cuello, con su estómago dando mil vueltas por el momento dulce. SeungMin era bastante empalago, se había dado cuenta, y le gustaba mucho mimarlo. HyunJin era menos cariñoso, pero no menos amoroso con él, y él se encantaba más por marcarlo en su aroma.
No tardaron en llegar al departamento, con HyunJin cerrando su propio bolso y dejándolo en el sofá. Casi de inmediato, al verlo llegar, el alfa más alto fue donde JeongIn a darle un beso.
—¿Uh? —dijo, juguetón—. ¿Por qué hueles tan feo? ¿Es el aroma de SeungMin encima de ti?
—¡Hyung! —se rió JeongIn ante el abrazo, sintiendo las pequeñas marcas que le dejaba HyunJin—. ¡Basta!
SeungMin resopló, un poco celoso aunque no enloquecido por la acción, y fue en busca de su propio bolso. Las primeras veces que ellos hacían eso, JeongIn sentía mucha vergüenza y pánico de que el otro reaccionara mal, de que iniciaran una pelea, pero sorprendentemente, ninguno actuó como un animal. Ellos seguían comportándose tan bien con él, sin pelear ni agredirse a pesar de la situación en la que estaban.
Una vez logró que HyunJin lo soltara, fue a ordenar su bolso con ropa. Sabía que iba a hacer frío ya que estaban en invierno e irían a Pyeongchang, ubicado en las montañas y era una zona de gran atractivo turístico por la nieve. Ellos le aseguraron que ya reservaron una habitación en un hotel, a pesar de que no quisieron decirle el precio, y que harían muchas actividades para pasarla bien.
Al final terminaron saliendo pasadas las tres de la tarde y decidieron ir en el auto de HyunJin, que era más económico. Primero conduciría el mayor, hasta que encontraran un lugar donde comer, y luego el alfa menor.
El viaje fue hecho con relativa calma. A medio camino se detuvieron en la carretera, pues encontraron un pequeño restaurante familiar para comer antes de continuar, y en la segunda mitad el omega dormitó, satisfecho por el almuerzo.
Sin embargo, cuando ya iban llegando y por el cambio de camino, a uno con más baches, JeongIn despertó. Parpadeó levemente al ver la cantidad de nieve que los rodeaba.
—Ponte el abrigo —le dijo SeungMin—, te dará frío cuando salgamos.
—Mmm. —murmuró JeongIn, asomándose para ver toda la nieve con una sonrisa infantil.
—¿Es bonito o no? —preguntó HyunJin.
—¡Mucho! —JeongIn se acomodó entre ambos asientos, echándose un poco hacia delante y dándole un beso a cada uno en la mejilla—. ¡Gracias, gracias!
Los dos alfas se rieron.
Cerca de veinte minutos después llegaron a las afueras de una enorme edificación, rodeada de pinos, y JeongIn no podía contener la emoción. Era un enorme lugar llamado Yongpyong Resort que parecía más bien la entrada a un condominio de gente muy adinerada, con enormes edificios a lo largo de la calle y letreros que indicaban el nombre de cada sector. Jamás fue a un sitio como ese, donde el lujo y la comodidad se notaba en las construcciones.
Los tres dejaron el vehículo estacionado fuera del edificio principal, entrando de inmediato a lo que parecía ser la recepción, donde les darían la habitación correspondiente. Mientras SeungMin y HyunJin hacían los trámites correspondientes, JeongIn se acercó al mural donde salía información vital del hotel.
Sus ojos se agrandaron a medida que leía todo: ese lugar tenía más de cuatro mil hectáreas, con condominios, hoteles, campos de golf y un centro de esquí, además de las tiendas para comprar recuerdos y comer. Según la información disponible, todo el lugar podía albergar a cerca de veinticinco mil personas, ¡eso era casi una ciudad pequeña!
Santo Dios, ¿Cuánto debía costar la noche allí?
—¿Te gusta? —preguntó SeungMin, sobresaltándolo. No parecía sorprendido por el lugar ni incómodo ante tanto lujo. JeongIn se preguntó cuántas veces habría ido de vacaciones allí.
—Es... Es gigante. —fue lo que dijo JeongIn, sin saber a dónde mirar exactamente.
—En verano es peor, porque habilitan la pista de golf que queda para el otro lado —dijo HyunJin, indiferente ante tanta riqueza—. Pero no te preocupes, nosotros iremos directo a la nieve.
No pudo añadir nada más porque ambos chicos le dijeron que volvieran al auto, pues el check-in ya fue hecho y su habitación estaba lista. No le quedó más que seguirlos, subiendo al auto otra vez.
El auto siguió avanzando, entrando ya de lleno al complejo. JeongIn se quedó mirando las enormes casas y edificios, subiendo un poco más por el terreno hasta que se detuvo frente a grandes edificaciones de color blanco, en lo que parecía ser el final del camino. Había terrazas en cada piso y, frente a dichas construcciones, una enorme ladera llena de nieve, donde se podía ver a lo lejos telecabinas y telesillas para subir a lo alto de la montaña, además de mucha gente en esquí.
En el costado del edificio más cercano se veía el nombre de la villa: VerdeHill. Por lo que pudo contar, eran siete edificios en ese sector y cada uno tenía más de ocho pisos. JeongIn, de manera inevitable, comenzó a sentirse intimidado y un poco bajoneado ante tanta visión de riqueza: él, ni en sus más locos sueños, habría pensado en siquiera visitar un lugar como ese. Todo allí exhalaba derroche, ostentación y fortuna.
Trató de callarse la inseguridad cuando llegaron a la entrada de uno de los edificios, donde ya les esperaba uno de los botones para darles la bienvenida, ofreciéndose a llevar los bolsos. JeongIn estuvo a punto de decir que no era necesario, pero al ver que los alfas le entregaban sus bolsos al botones, no le quedó más que hacer lo mismo. Volvió a seguirlos hacia el ascensor, subiendo junto a ellos.
—¿Pasa algo? —preguntó de pronto HyunJin—. Estás muy callado, In.
—¿Ah? —bajó la vista, tímido—. Es que estoy muy sorprendido por todo, Hyung. Es... Es mucho lujo para mí.
—Vete acostumbrando —bromeó SeungMin, y pasó un brazo por sus hombros, besándolo sorpresivamente—. Un omega como tú no merece menos.
No tuvo que sentirlo así, pero JeongIn leyó el mensaje bajo esas palabras: y si me eliges como alfa, me aseguraré de eso. Incluso HyunJin, a su lado, se tensó.
—SeungMin tiene razón —contestó HyunJin, sonriendo a pesar de la tensión—, esto es poco comparado con lo que te mereces.
Otra vez un mensaje entre líneas: yo te daré todo esto y más, si es que me escoges.
JeongIn tragó saliva, con la boca repentinamente seca. Debía sentirse halagado ante lo que le decían, pero sólo sintió miedo de su decisión, de sus propios sentimientos. Él no estaba listo para elegir todavía. Él los quería a los dos, a pesar de que no fuera posible.
Para fortuna de él, el ascensor llegó al octavo piso y lo llevaron hacia una de las habitaciones, la número ochenta y cinco y que parecía ser la última. JeongIn fue el primero en pasar, abriendo la boca al ver la bonita vista que tenía el balcón, que fue lo primero que notó: daba directo hacia el campo de esquí, con toda esa nieve y árboles. Casi corrió allí, trabándose en abrir la puerta y finalmente salir, con el frío aire golpeándolo.
—¡Wah! —gritó—. ¡Está muy helado! —pero no entró, viendo el bonito paisaje ante él: las montañas nevadas, los árboles cubiertos de nieve, el cielo ligeramente nublado. Esa postal sólo la había visto a través de la televisión.
Volvió a entrar cuando el frío se hizo imposible de soportar. Allí vio el resto del departamento-suite, con dos camas, una de dos plazas y la otra de plaza y media. Además, tenía una pequeña cocina americana con una mesa y cuatro sillas. SeungMin ya se había echado en la cama, tomando el control remoto de la televisión frente a ésta, mientras que HyunJin recibía los bolsos del botones y cerraba la puerta.
—¿Y qué tal? —preguntó HyunJin, sonriéndole—. ¿Es lo que se merece el bebé más lindo del planeta?
JeongIn soltó una risotada, cerrando la puerta de vidrio del balcón.
—Puede ser. —dijo, coqueto.
—¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó SeungMin, sentándose—. Hay salas de karaoke, bolos, de juegos, una sauna, la pista de esquí...
—¿Tanto? —JeongIn abrió los ojos por la sorpresa—. ¡Quiero ir a todo!
—¿Todo? —HyunJin reflexionó—. ¿Alcanzaremos a ir a todo?
—Lo dudo —SeungMin suspiró—. Mañana está esa cena-fiesta en el Dragon Valley Hotel y vamos a llevar a In. Si hacemos de todo, se cansará.
—¡No me cansaré! —se quejó JeongIn.
—No, tienes razón —HyunJin se rió—. Nosotros nos cansaremos tratando de llevarle el ritmo.
JeongIn hizo un puchero infantil. Ellos siempre decían que era sorprendente la cantidad de energía que poseía, como si fuera un zorrito hiperactivo.
—Vamos a la sala de juegos y al karaoke hoy —animó HyunJin—. Luego comemos y nos venimos a dormir. Mañana salimos a la nieve y de ahí nos arreglamos para la fiesta. El domingo a los bolos, ¿Qué te parece?
El menor titubeó un momento, como si no supiera qué decir.
—Uh, pero... ¿Eso no saldría demasiado caro? —preguntó, de pronto reparando en eso—. Tal vez...
—No digas eso —SeungMin le hizo un gesto para que se sentara en la cama y JeongIn obedeció—. No saldrá caro, para eso estás aquí. Para que tus alfas te mimen y consientan.
De pronto, el olor de ambos chicos lo rodearon, fuerte y duro, y JeongIn se dejó arrastrar por la sensación de placer. SeungMin lo atrajo contra su regazo, acomodándolo y dándole un suave beso en la frente, mientras que HyunJin le agarró una mano.
—Aun así... —volvió a farfullar—. ¿Eso de la fiesta? ¿Es elegante? No traje nada...
—Te compraremos algo bonito —HyunJin le besó los nudillos, amoroso—. De eso no te preocupes.
Aun si quisiera seguir protestando, JeongIn sabía que no iba a lograr nada. Cuando ellos se metían algo a la cabeza, era difícil quitárselo.
Por lo que sólo suspiró, permitiéndose llevar por ellos.
A pesar de todas las actividades que hicieron a lo largo de los dos primeros días, JeongIn sentía que no se agotó en ningún momento. Ellos tenían razón en que el muchacho tenía demasiada energía para todo.
Primero lo llevaron a comprarse algo para la siguiente noche, nada demasiado elegante, pero si un poco formal: eligieron unos pantalones de tela negra y corte recto, junto con una camisa de seda de color calipso. Luego de eso, se dirigieron a la Tower Plaza, sector en el que se encontraban todos los juegos, los bolos y el karaoke, junto con un pub-restaurante.
En la sala de juegos había de todo: de tipo arcade, con algunos clásicos como el Pac-Man o Marvel vs Capcom, hasta nuevas versiones de Dance Dance Revolution y de shooters. JeongIn casi iba corriendo de uno hacia otro, queriendo probarlos todos, y ellos tuvieron que seguirle el ritmo de una forma alarmante. El omega no parecía desacelerar nunca, tan emocionado y estimulado por la cantidad de ruidos y sonidos, y fue peor cuando se dieron cuenta de que ni siquiera les estaba prestando atención. Concluyeron que no llevarían otra vez al omega a un lugar como ese, ¡Parecía más feliz con esas máquinas que con ellos!
Cuando le sugirieron ir al karaoke fue que pareció volver a la realidad.
—Oh —parpadeó, un poco desorientado—. ¿Qué hora es?
—Las ocho, In.
—¡Ah! —el omega se vio culpable—. Lo siento, no quise... Es sólo que...
—Oyeeee, tranquilo —HyunJin le agarró de los hombros al notar sus nervios—. Está bien, te trajimos aquí para que te diviertas, bebé.
—Pero ustedes...
—Somos felices cuando tú eres feliz. —le aseguró SeungMin.
JeongIn, al final, les dijo que fueran al karaoke como recompensa. Los tres se metieron en una cabina privada, poniendo clásicos y gritando a todo volumen, incluso poniéndose a bailar. HyunJin y SeungMin se sorprendieron ante la bonita voz que tenía el omega, y para el final, hicieron que cantara casi todas las canciones mientras ellos le animaban, haciéndolo reír mucho.
El omega fue feliz. Era muy feliz en ese momento, se dio cuenta, mientras HyunJin se carcajeaba en el suelo y SeungMin bailaba, moviendo el trasero, en lo que JeongIn coreaba Mr. Simple. Era ese tipo de felicidad que es efímera, pero llenadora, sabiendo que un momento como ese no iba a repetirse, y JeongIn lo guardó en su corazón. Incluso si las cosas no funcionaban, si acababan mal, tendría ese recuerdo feliz sólo para él.
A las nueve y media decidieron que ya debían ir a comer. Era un poco gracioso de verlos a los tres, despeinados y con los rostros enrojecidos, con grandes sonrisas en el rostro y la ropa un poco sudorosa, entrando en un restaurante de lujo. JeongIn, por esa vez, ignoró algunas miradas que les dirigían y se permitió toda la felicidad del mundo. HyunJin y SeungMin lo observaban como si fuera algo precioso y eso era lo importante para él.
Volvieron a su habitación pasadas las once de la noche, bañándose y yendo a dormir. Ellos sugirieron que JeongIn durmiera en la cama de plaza y media, pero agarró el valor para decir que no.
—¿No... No entramos los tres en la cama grande? —preguntó, y temió haber ido demasiado lejos.
Pero los dos alfas se miraron, pareciendo llegar a un acuerdo con eso.
—Claro que sí, amor. —dijo HyunJin.
—Aunque no respondo si boto a HyunJin de la cama. —bromeó SeungMin.
JeongIn cayó en la suave colcha, siendo abrazado poco después por ambos, a un costado de él. HyunJin a la derecha y SeungMin a la izquierda, qué bonito se sentía eso.
Sin poder evitarlo, besó a SeungMin primero y luego a HyunJin.
—Los quiero. —les aseguró, y ellos dos le respondieron que igual lo querían.
Al día siguiente, despertaron temprano para aprovechar el día. Decidieron ir al centro de esquí, con el omega sorprendido ante el enorme lugar cubierto de nieve y la cantidad de gente allí.
Decidieron primero ir a uno de los teleféricos para subir a lo alto de la montaña y sacarse fotografías en el paisaje, montañoso y precioso en un día de invierno. JeongIn iba de la mano de los dos, viendo como iban más y más alto, y cuando se bajaron, vio el panorama con una gran sonrisa. No tardaron en llenarse de fotografías con la cámara que el omega llevó, tanto de la vista y de ellos tres.
—Tendrás que darnos copias de eso. —le dijo HyunJin.
—Cuando lleguemos a casa. —les prometió JeongIn.
Una vez estuvieron listos, volvieron a bajar y decidieron ir por algo para comer. Cerca de las dos de la tarde volvieron al campo de nieve.
—No sé esquiar. —dijo JeongIn en lo que iban a una tienda para rentar los esquís.
—Te enseñaremos —dijo SeungMin—. No es tan difícil. Además, aprendes rápido.
Luego de varios porrazos y caídas que valieron las carcajadas de los alfas, JeongIn pareció agarrar el ritmo. Fueron a pendientes pequeñas para no arriesgar la seguridad del menor, a pesar de que igual se caía casi al final, hundiéndose en la nieve. Sin embargo, al omega parecía no importarle, riéndose también y disfrutando de todo eso, de la alegría que sentía.
Ya cuando se cansaron, decidieron ir a lanzarse en el trineo. En los últimos intentos ya se lanzaban casi al mismo tiempo, golpeándose y rodando por la nieve entre carcajadas descontroladas.
—¿Debemos ir a esa fiesta? —se quejó JeongIn cuando volvían al hotel, un poco agotado por todo lo que hicieron.
—Claro que sí —SeungMin le atrajo, dándole un beso en su helada mejilla—. Será divertido, ya verás.
—Si estás muy cansado, por último nos vamos más temprano. —contestó HyunJin, besándole en la otra mejilla.
JeongIn se dio un largo baño, quitándose parte del cansancio y tomando nuevas energías. Al final ya no puso reparos, pues empezó a tener hambre, y se arregló mientras sus compañeros también tomaban un baño. Se puso uno de los perfumes que HyunJin le regaló otra vez, semanas atrás, y un suave labial brillante en los labios. Se encrespó las pestañas con delicadeza, decidido a enmarcar sus ojitos, y con torpe coquetería dejó los botones del cuello abiertos, mostrando su piel sin marca.
No sabía por qué, pero quería verse encantadoramente lindo para HyunJin y SeungMin.
—¿Crees que me vería mejor con el cabello en mi frente o despejándola? —preguntó, mirando a HyunJin a través del espejo.
—Mmm... —podían oír a SeungMin canturrear desde el baño—. Te verías bonito de cualquier forma, bebé.
—Pero Hyung...
HyunJin se acercó y lo abrazó por la cintura.
—Con el cabello en la frente, te ves como todo un bebé pequeño —HyunJin le empezó a besar el cuello—, pero con el cabello fuera, te ves como un bebé grande.
—¡Ya, Hyung, que pesado eres!
HyunJin se rió con fuerza, sacándole pucheros al omega, y al final decidió echarse el cabello atrás.
—¡No te daré ningún beso más! —y HyunJin dejó de reírse.
—¡Ja, cretino! —gritó SeungMin desde el baño.
Pasadas las ocho de la noche salieron, conduciendo hacia otro hotel en el que sería la fiesta, un edificio llamado Dragon Valley Hotel, igual de lujoso que todos los otros. JeongIn contempló a toda la gente que entraba al lugar, percibiendo cierta intimidación cuando le miraron. A pesar de las ropas, sentía que tenía una marca en su cara que lo identificaba de clase media frente a ellos.
Ni HyunJin ni SeungMin le dirigieron alguna importancia. Lo llevaron hacia una mesa donde ya estaba sentado otro grupo de jóvenes que parecían conocer a los alfas. Ellos no tardaron en presentarlo, aunque sin aclarar bien lo que eran ellos, y JeongIn lo agradecía en el fondo. No se sentía listo para recibir miradas indiscretas por el tipo de relación que llevaban.
Para fortuna de él, los dos alfas no lo descuidaron en ningún momento, haciéndolo sentir cómodo y tranquilo. La comida era de alta calidad y muy deliciosa, con platos que JeongIn jamás probó en su vida. En un momento, perdiendo toda la vergüenza, se ofreció a alimentar a HyunJin, que le sonrió con cariño, y tuvo que hacer lo mismo con SeungMin, que comenzó a quejarse. Después, ellos dos le alimentaron.
En medio de la comida fue al baño. Mientras estaba en el inodoro, encerrado en un cubículo, fue que escuchó:
—¿Viste el omega que acompañaba a Hwang y Kim? En mi vida lo había visto. —dijo un chico, omega también, y reconoció la voz de uno de los acompañantes de la mesa, que desapareció en la comida junto a un alfa.
—Debieron haberlo recogido de la calle, quién sabe —contestó otra chica, desconocida—. Ellos siempre son taaaaaan buenos samaritanos. —agregó con evidente burla en la voz.
JeongIn mordió su labio inferior.
—De seguro apuestan quién se lo llevará primero a la cama —se rió el chico—. ¿No hicieron eso con tu prima?
—¡Cállate, que si te oye, me matará!
Más risas que fueron desapareciendo de a poco. JeongIn sentía sus manos temblar, saliendo del cubículo y viendo su reflejo. Se observó un poco más pálido de lo normal.
No tenía idea porqué esas palabras le estaban afectando tanto, ¿De qué hablaban? ¿De que ellos sólo se reían de él? No, qué mentira más grande. Eso era una tontería, no tenía ningún sentido. Ellos no... Ellos...
Como un rayo, recordó las palabras de ChangBin: Deberías alejarte de esos idiotas. De seguro sólo están jugando contigo, JeongIn.
Tembló en su interior. ¿Una apuesta?
Tomó aire, tratando de espantar esos pensamientos horrorosos de su cabeza. No. Claro que no.
Sin embargo, la idea siguió rondando en su mente cuando salió del baño y volvió a la mesa. Los dos le estaban esperando, aunque con postres para probar. HyunJin pidió bingsu, SeungMin un pan tostado de miel y JeongIn cheonan-hodu gwaja. Se suponía que iban a compartirlos.
—Oye, bebé —dijo SeungMin una vez el omega se sentó—. ¿Pasa algo? Tardaste mucho, ¿Te hizo mal alguna comida?
—¿Ah? No, no. —sacudió su cabeza, forzándose a pensar en otra cosa. En cualquier otra cosa menos en lo que escuchó.
—¿Seguro? —HyunJin le tocó la frente—. Estás un poco pálido, amor.
—Yo... —JeongIn no debía tener eso en la cabeza, ¿Qué le ocurría? Ellos no apostarían eso, ellos le habían demostrado mil veces que lo querían. Ni siquiera lo tocaban con alguna doble intención—. Es que estoy un poco cansado, Hyung.
—Mmm... —el alfa mayor seguía viéndose preocupado—. ¿Quieres que vayamos a dormir después?
—Sí —el omega dudó un segundo—. ¿Podemos... Podemos dormir como anoche?
—Claro —SeungMin le sonrió, tan dulce, tan encantador—, ¿Por qué no? El mejor bebé del mundo se lo merece.
Con esas palabras, el temor desapareció. ¿Qué pensaba, cómo hacía caso a esa estupidez? Puede que ellos hubieran actuado así en el pasado, pero con él no. Ellos le querían, le estaban cortejando en serio. Ellos eran sus alfas y él era su omega.
Fue como si se le quitara un peso de encima. Sin poder evitarlo, se inclinó contra SeungMin, importándole poco si los miraban.
—Quiero quedarme aquí, para siempre, con ustedes. —les dijo, sonriendo con timidez.
HyunJin le besó la mano.
—¿SeungMin? ¿HyunJin?
La voz incrédula interrumpió lo que fuera a decir SeungMin. El alfa menor palideció al escuchar ese tono conocido, girándose bruscamente y con JeongIn saltando en su lugar.
—¿Mamá? —farfulló el alfa, poniéndose de pie.
La mujer frente a él tenía una expresión de desconcierto. Sin embargo, eso no era lo peor. No, lo peor fue cuando vio que su padre estaba detrás de ella, con una mirada que iba de los alfas al omega y viceversa.
—¿Quién es él, SeungMin? —preguntó el hombre con voz grave.
JeongIn quiso encogerse en su lugar y desaparecer cuando notó los horribles ojos puestos en él. Esa misma mirada que tuvo la madre de HyunJin al observarlo por primera vez.
Las ganas de llorar volvieron, pero JeongIn se las aguantó con todas sus fuerzas.
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