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15.

Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega

~Dentro de esta locura infantil, tú me salvarás esta noche...

Christopher era intenso.

JeongIn se dio cuenta de eso al día siguiente, cuando estaba siendo arrastrado por su medio hermano en el centro comercial hacia el cine, ignorando sus súplicas para que le soltara.

—¡Agarra carácter, JeongIn! —le decía Chris, sin importarle las miradas que recibían—. ¡Eres un Yang, así que debes tener el carácter fuerte!

El omega no sabía a qué se refería. ¿Poseer una personalidad fuerte? ¿Y cómo podía hacer eso? ¡Para comenzar, era muy tímido y, porqué no decirlo, apagado! Le costaba demasiado hablar frente a desconocidos sin tartamudear, sus colores eran sólo blanco, negro y gris. Él no era colorido, expresivo, fuerte y llamativo. Él prefería esconderse detrás de sus amigos y dejar que hablaran por él.

—Lo estás asustando —dijo su padre, más tarde, mientras cenaban fuera, en una barbacoa carísima a la que lo llevaron—. JeongIn siempre fue un poco retraído, Chris. Desde pequeño...

—Pero no lo entiendo —replicó Chris, indignado—. ¿Cómo se ha agarrado a dos novios?

Esas palabras lo hicieron enrojecer con fuerza, queriendo hundirse en su asiento. ¿Es que acaso su padre le contó a toda la familia? ¿Y en qué momento?

El adulto lo miró con disculpa.

—¿Era un secreto? —preguntó.

—No —admitió JeongIn, y Chris lo observó con aprobación—, pero es distinto. Ellos...

Ellos son miles de colores, ellos son lo que yo no soy. Ellos me complementan allí donde yo soy monocromo.

—JeongIn —habló Chris—, pues está bien que tengas dos novios. En algunos países no es algo nuevo. Por ejemplo, en América es normal, ¿Qué tal si vamos para verano allá? De seguro te consigo otros dos novios americanos. ¿Qué tal Brasileños o Chilenos? Esos son los más atrevidos.

¿Cómo podía hablar tan rápido?, se preguntaba JeongIn, mirándolo con desconcierto. No era desagradable o invasivo, era un poco gracioso verlo hablar con tanto entusiasmo, pero no estaba acostumbrado a eso. A tanta intensidad dirigida hacia él, como si fuera el centro de atención de alguien. Incluso con HyunJin y SeungMin era distinto, porque ellos tenían problemas que resolver y una carrera que estudiar. Si bien lo mimaban y consentían, él consideraba que no era, todavía, ese centro.

Sin embargo, Chris era... Era muy, muy intenso. Y lo comprobó más tarde, al regresar a casa, y el alfa fue a su cuarto con su pijama, acostándose al lado de él en la cama.

JeongIn pensó que se tensaría. Que le pediría que se fuera, que se alejara unos centímetros. Pero al olisquear el suave y cálido aroma del alfa, la canela acunándolo como el hogar que ansiaba, su omega pareció rendirse, y dejó el cómic que estaba leyendo.

—¿Innie? —preguntó Chris, amable, y JeongIn cerró sus ojos brevemente, acurrucándose al lado del mayor—. ¿Pasa algo?

—No sé —admitió el omega—. ¿Necesitas algo, Hyung?

—Claro. Cuéntame de tus alfas.

Chria lo cubrió con las frazadas y lo abrazó por los hombros, arropándolo contra él. Casi de forma inevitable, JeongIn comenzó a hablar:

—Son amigos —admitió—, se llaman HyunJin y SeungMin. Los conocí hace varios meses, cuando ellos fueron al café donde trabajo. Seung era muy rápido al inicio y me pedía salir con él, muchas veces...

—Suena como un idiota.

Esas palabras le hicieron reír apenas, sintiéndose ligero como una pluma en brazos de su medio hermano. Que agradable era, pensó, y es que era distinto a sus novios. Chris inspiraba en él una extraña confianza y tranquilidad, haciéndolo reír con naturalidad, funcionando como una especie de imán a su alrededor. Era ese tipo de relación que no te provocaba loca emoción y amor entrañable, sino calma, firmeza y sosiego, sabiendo que no tenías que preocuparte de algo, pues sabes que él iba a estar allí para ti.

—Sí... —admitió JeongIn—. HyunJin era más sencillo. Parecía tantear terreno conmigo, como queriendo adivinar mis límites.

Uh, esos son peores.

—Hyung —se quejó JeongIn, pero se relajó al sentir la suave caricia en su nuca—. De todas formas, eh... Ellos... Ellos insistieron, a su manera cada uno. Y ellos... Ellos son tan buenos conmigo, Chan Hyung. Hacen que mi omega se vuelva loco.

—¿Es así?

Claro que sí. JeongIn comenzó a contarle sobre ambos, a su manera, mientras se dejaba envolver por las feromonas. HyunJin era un poco bajo para ser alfa, pero lo compensaba con su actitud dominante y exigente. SeungMin, por el contrario, era juguetón y bullicioso, desordenado y muy distraído. Cada uno le gustaba de una forma particular, aunque no con grandes diferencias sobre el amor que sentía.

—Tengo miedo —admitió JeongIn—, me da miedo que me hagan escoger, ¿Cómo podría...? —su tono tembló—. Los dos me gustan igual, Hyung. Los dos son...

Son todo para mí. Son lo que quiero y lo que tanto, tanto ansío.

Pero no lo dijo. Le provocaba un extraño miedo decirlo en voz alta, como si de esa forma, materializara sus sentimientos, sus emociones. Pensarlo era distinto a hablarlo, porque al tenerlo en mente, era algo que permanecía en su imaginación, siendo una especie de secreto personal que nadie podría averiguar. Callarlo era mantenerlo suspendido en el aire, como una ilusión, como una quimera que, si fingía lo suficiente, pensaba que podía desaparecer.

Sin embargo, al hablarlo, al ponerlo en palabras concretas y decirlo, provocaba que esa ilusión se volviera realidad. Y JeongIn le tenía miedo a la realidad.

Mmm.

La voz de Chris sonaba un poco ronca y JeongIn cerró sus ojos brevemente. Reconoció, en ese momento, lo que estaba pasando: estaba anidando. El aroma de Chris era tan intenso, pero a la vez calmo, que su omega comenzó a crear un pequeño nido entre ambos.

Pudo sentir un breve estallido de miedo enseguida, pues anidar era algo muy íntimo para un omega. JeongIn no solía hacerlo con frecuencia, es más, evitaba los nidos, porque era mostrarse más vulnerable y frágil ante un alfa. Un nido era privado para un omega, y si estaba marcado, entonces era para él y su pareja.

Comenzó a quejarse, a revolverse.

Shhh... —susurró Chris, dándose cuenta enseguida de su inquietud—. No pasa nada, bebé. Está bien. Muy bien —JeongIn mordió su labio inferior, asustado—. No, tranquilo. ¿Sabes lo que pasa? Me di cuenta de eso cuando te vi, ¿Conoces a los soulmate?

Parpadeó, ligeramente confundido por sus palabras, antes de abrir la boca y responder con lentitud.

—No.

Christopher le acarició el cabello con mucho cuidado, como si temiera lastimarlo.

—Son almas gemelas —Chris liberó más feromonas y JeongIn lo miró—, pero no es necesario algo romántico, JeongIn. Un soulmate puede ser tu mejor amigo, tu hermano o tu pareja. Puede darse, incluso, de alfa a alfa, u omega a omega.

JeongIn oía todo en somnoliento silencio, dejando el miedo, los quejidos, la ansiedad. La voz de Chris funcionaba, en ese momento, como una especie de calmante, haciendo que los latidos de su corazón se desaceleraran.

—Y quiero protegerte y cuidarte —continuó el alfa—, eres tan lindo, Nini, como un pequeño Bambi. ¿Y si esos chicos son sólo lobos queriendo devorarte?

—No, ¿Qué metáfora es esa? —se rió JeongIn, sacudiendo su cabeza—. No son lobos. HyunJin se parece a un huron, ¿Sabías eso? Un huron blanco. El otro día vi uno... —suspiró—. Y SeungMin es como un perrito, al que quiero abrazar todo el día...

Ugh, el amor —Chris hizo gestos de asco, provocándole más risas descontroladas—. ¿No estás asustado?

—Mucho —admitió el omega, y el mayor sólo lo acurrucó contra él, tan comprensivo, tan dulce y amable—, pero no quiero dejarlos, Hyung. Los quiero demasiado.

Chris sólo asintió con la cabeza, fingiendo comprensión, a pesar de que la preocupación por dentro le consumía. No es como que quisiera pensar mal de esos chicos a los que no conocía, no quería juzgarlos, sin embargo, aquello no quitaba la sensación de inquietud que apretaba su corazón ligeramente.

El alfa siempre quiso conocer a su hermano menor, desde que fue consciente de él, a los siete años. ¿Cómo sería?, se lo había imaginado mil veces, incluso creyendo en la posibilidad de vivir con él, así ambos podrían jugar juntos. Casi había perdido ya la esperanza de conocerlo, cuando su padre llegó con la noticia de que iría en su búsqueda. Christopher incluso dijo que quería acompañarlo, pero su mamá se lo prohibió, pues estaba en medio de sus estudios universitarios. Papá le prometió, sin embargo, que apenas pudiera, se lo presentaría, y desde ese momento, todo en él fue impaciencia y ansiedad.

¿Y si se llevaban mal? ¿Si no era agradable? ¿Si era indiferente a él?

Para su fortuna, no fue así. JeongIn... JeongIn cumplió todas sus expectativas, y más, y Chris no quería que se marchara al día siguiente. Chris quería que se quedara allí, en casa con sus padres, conocerlo mucho más y cambiar esa sombra de tristeza que aparecía cada cierto tiempo en sus ojos.

Él sabía que JeongIn tuvo una vida difícil. Su padre le contó algunas cosas, detalles superficiales, y Chris no quería imaginarse cuánto sufrió. Ahora, lo único que le preocupaba era que no volviera a pasarla mal.

—Está bien —aceptó el alfa a regañadientes—, de todas formas, si ellos te hacen cualquier daño, tú me dices y les romperé la nariz.

—¡Hyung! —se rió JeongIn.

Christopher sólo observó la sonrisita de zorrito que tenía su medio hermano, luciendo tan encantador. Podía entender con facilidad el porqué le gustaba a los alfas, y eso sólo provocó más molestia en su interior.

—No quiero que te vayas. —admitió Chris, y JeongIn dejó de reírse—, me gustaría que te vinieras a vivir acá, con nosotros.

—Chan Hyung... —el omega se arrebujó más entre las mantas—. Debo pensarlo muy bien. Toda mi vida ha sido siempre en Seúl, allá están mis amigos y mis novios.

—Lo sé —el alfa sólo lo abrazó con más fuerza—, pero piénsalo, ¿Vale?

JeongIn se lo prometió y eso era, por el momento, suficiente.

—Extraño a JeongIn.

SeungMin levantó la vista del interior del refrigerador, donde hurgaba en búsqueda de algo para comer, y la posó en HyunJin, tirado en el sofá y mirando el techo.

El alfa menor miró la hora. Las tres de la tarde.

—Falta poco para que llegue —dijo, aunque también lo echaba de menos—, debería estar aquí antes de que anochezca.

—Sí —HyunJin suspiró—, pero quiero que llegue pronto. Me muero por besarlo.

Tae arrugó el ceño levemente al oír esas palabras, con una pizca de celos instalándose en él. Por supuesto, él igual deseaba que llegara pronto para así llenarle el bonito rostro de besos, pero la idea de que otro alfa más lo hiciera, le irritaba un poco. No es como si lo fuera a admitir en voz alta, pues tenía claro que eso haría sentir mal a JeongIn, sin embargo, tampoco podía evitar sentirse de esa forma.

Además, no era culpa de JeongIn. Era culpa de ellos, por haber iniciado esa estúpida apuesta sin pensarlo bien y haberse enamorado como idiotas. Dentro de todo, el omega era el más inocente de los tres.

—A todo esto —agregó HyunJin, sentándose en el sofá—, ¿Ya reservaste tu habitación?

—¿Cómo? —SeungMin parpadeó—. ¿De qué?

—Para el catorce —el alfa mayor hizo un gesto extraño con su boca, como si estuviera incómodo, sin saber qué decir—. Recuerda que...

—Que iremos con JeongIn a la nieve —terminó de decir SeungMin—, lo tengo claro. Ya la reservé —sin poder evitarlo, habló antes de que HyunJin pudiera responderle—, una habitación matrimonial, para que JeongIn duerma conmigo.

—¿Qué? —HyunJin saltó, luciendo sorprendido, pero también molesto—. No me jodas, Seung, ¡Yo ya la tenía reservada! Se lo pedí antes a Innie, así que tengo derecho...

—No tienes ningún derecho —replicó SeungMin—, JeongIn puede elegir con quien dormir.

Claro que sí, ambos lo sabían. Sin embargo, HyunJin no podía evitar sentir molestia, enojo e ira por lo que escuchaba, como si su amigo actuara inocente con él.

—Me estás saboteando. —acusó.

—¿Yo? —SeungMin abrió los ojos exageradamente, aunque había una mueca en su rostro—. ¿Por qué crees eso, HyunJin? ¿Acaso me tienes miedo?

El menor sabía que lo estaba provocando. Sabía que sus palabras sólo molestarían a HyunJin, pero si era sincero, no le importaba demasiado. ¿Quién se creía él para llamarle la atención, incluso para decir que tenía más derechos que él? JeongIn todavía no elegía a alguno de los dos.

—¿Tenerte miedo? —bufó el mayor—. No me jodas, SeungMin. Tengo muy claro que JeongIn terminará eligiéndome.

—Si tú lo dices...

HyunJin rodó los ojos, conteniéndose para no lanzarse a darle un golpe. Sentía mucha rabia dentro de él, un tipo de rabia que jamás antes experimentó contra SeungMin, y de pronto, se asustó de sí mismo. De sentir eso con quien consideraba su mejor amigo. ¿Era eso posible?

Casi como si el otro alfa estuviera pensando lo mismo, vio la mandíbula de SeungMin tensarse, desviando la vista con cierto rastro de vergüenza. Y es que él, de forma inesperada, también comenzó a sentir un torpe miedo ante la situación que experimentaba. No recordaba haberse comportado así con HyunJin, porque siempre solían llegar a un consenso con facilidad. Las discusiones, de ese tipo, estaban descartadas en su mayoría, y más cuando se trataba de un omega.

—HyunJin —la voz de SeungMin era ronca, grave—, nos está arruinando.

—Sí —HyunJin trató de mantenerse inexpresivo, a pesar de que en sus ojos se veía cierta nube de angustia—, pero ¿Sabes que es lo peor? Que no me importa. Deseo a JeongIn, SeungMin. Deseo besarlo, marcarlo, follarlo y hacerlo mío —una sonrisa que apenas curvó sus labios—. Y sé que tú también deseas eso.

Ni siquiera iba a atreverse a negarlo, SeungMin lo tenía más que claro.

—Dijimos que JeongIn tendría la última palabra. —advirtió el menor.

—Por supuesto, pero eso no quita otro hecho, SeungMin —HyunJin, de pronto, se veía muy, muy cansado—. En el hipotético caso de que, por ejemplo, me elija, ¿Te sentirás bien con eso? ¿Nosotros seguiremos siendo amigos?

No. La idea de ver a JeongIn con otro chico, con otro alfa que no fuera él, le ponía los pelos de punta y le hacía gruñir con celos posesivos. Sin embargo, notó que era distinto con HyunJin. Es decir, se ponía celoso. Pero eran, de alguna manera, celos tontos e infantiles, pues sabía que JeongIn le iría a besar tan pronto pudiera. Era una especie de tácito gesto: lo beso porque me gusta, pero tú también me gustas.

La pregunta era, entonces, ¿Podía vivir con eso? ¿Con JeongIn besando a HyunJin, sabiendo que era suyo al mismo tiempo?

La respuesta se desdibujó en su mente. ¿Por qué no consideraba a HyunJin como una real amenaza, después de todo? HyunJin era el alfa que podía quitarle a su omega. HyunJin era, en pocas palabras, un "enemigo". Pero su instinto no lo reconocía de esa manera, no totalmente.

—¿Y tú? —cuestionó—. Si estuviera conmigo, ¿Qué harías tú?

HyunJin tuvo esa discusión una, dos, cinco, diez, veinte, cincuenta, más de cien veces, y sin embargo, no podía encontrar una respuesta. SeungMin era su mejor amigo. Era... Era algo así como su alma gemela, no en un sentido romántico de la palabra, aunque si alguien a quien consideraba fundamental en su vida. Perderlo nunca estuvo en sus planes, y mucho menos por un omega.

—Tremendo lío en el que nos hemos metido. —dijo a regañadientes HyunJin.

SeungMin no pudo menos que darle la razón.

De todas formas, esa pelea pareció pasar a un segundo plano cuando, horas más tarde, JeongIn regresó.

Ambos se encontraban sirviendo la pizza que encargaron cuando la puerta se abrió y apareció el omega, envuelto en un abrigo nuevo, cargando su mochila y con las mejillas coloradas por el frío. Se veía...

Se veía precioso, pensaron los dos, y es que JeongIn se veía distinto al omega que conocieron tantos meses atrás. Sus ojos tenían un brillo nuevo, parecido al de una galaxia, y parecía llevar una estela de luz alrededor de su cuerpo, como si estuviera renovado.

—¡Hola! —saludó, cerrando la puerta, y no pudieron evitarlo: al mismo tiempo, fueron a abrazarlo, arrancándole unas risas de sorpresa.

Sin embargo, el impacto inicial pasó cuando olieron feromonas alfas a su alrededor. No de su padre, que ya lo identificaban, sino un nuevo aroma rodeando al omega, incluso en la zona de su cuello, como si se hubiera estado restregando allí. Olía a canela y coco.

JeongIn se sobresaltó en su lugar al escuchar ambos gruñidos contra él, con la sonrisa tambaleándose, y gimió apenas al sentir los colmillos rozando su piel.

—Hueles a otro alfa. —el primero en hablar fue HyunJin, echando su cabeza ligeramente hacia atrás, pero sin soltarlo.

—¿Ah, sí? —JeongIn trató de pensarlo un poco—. ¡Oh, será de Christopher! Mi hermano...

—... Mayor —completó SeungMin, pero tampoco se veía satisfecho—. ¿Es un alfa? ¿Por qué hueles tanto a él?

—Sí, es alfa —el omega se veía un poco atónito, sin entender muy bien las reacciones de ambos—. A Chris le gustaba molestarme y cargarme para todos lados, como un bebé. Decía que mi aroma...

—No me gusta —le interrumpió SeungMin, irritado—. No tenía porqué dejarte marcado en su olor, ¡Apestas!

—Pero...

—SeungMin tiene razón —añadió HyunJin, viéndose molesto—, no es bueno que haga eso, cuando tienes ya dos alfas que pueden hacerlo en lugar de él.

JeongIn enrojeció con fuerza ante esas palabras, pero ninguno de los dos alfas se perturbó ante lo que acababa de decir el mayor. Por el contrario: SeungMin pareció darle la razón.

—Es mi hermano. —insistió JeongIn.

—Medio hermano —corrigió HyunJin, y le soltó, antes de suspirar—. JeongIn, ¿Y si él...? —hizo un gesto de desagrado, pero no siguió.

—¿Él qué? —insistió el menor.

—Bueno, ¿Y si quiere cortejarte? —habló SeungMin—. ¿Qué? No me mires así —se defendió, al notar los ojos espantados de JeongIn—. Algunas familias lo hacen, en especial los riquillos, casarse entre medios hermanos o primos.

—Sí, pero... —JeongIn trató de ordenar sus ideas—. ¡Pero sólo dices eso porque están celosos!

—¡¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeé?! —gritaron al mismo tiempo ambos alfas, y si la situación no hubiera sido ya de por sí muy extraña, estaba seguro de que habría estallado en carcajadas.

—Eso —JeongIn se forzó a agarrar valor—, los dos... Ustedes ni siquiera conocen a Christopher, ¡Él sólo me ve como un hermano! Actúan como tontos alfas posesivos y celosos.

Hubo un breve silencio en el lugar, con JeongIn tratando de mantener los ojos en alto, como si no hubiera dicho cualquier cosa, mientras que HyunJin y SeungMin compartían una mirada.

—Bueno, ¿Y qué si estamos celosos? —preguntó HyunJin, y JeongIn se sobresaltó ante esas palabras—. ¿No podemos ponerlos celosos? Somos tus novios.

JeongIn no tuvo que decirlo, se dio cuenta, porque el tiro le salió por la culata. Enrojeció con demasiada fuerza, avergonzado por las palabras de HyunJin. SeungMin esbozó una sonrisa perezosa, pareciendo más que complacido con verlo así, tímido por ellos.

—No... ¡No di-digas eso! —chilló JeongIn.

—Pero si tiene razón —apoyó SeungMin—, ¡Si él vuelve a dejarte marcado, le romperemos la nariz!

—¡SeungMin! —regañó JeongIn—. ¡Salvaje!

—Y yo le dejaré un ojo morado. —añadió HyunJin.

JeongIn comenzó a protestar, agarrando su mochila y rabiando hacia su cuarto. HyunJin y SeungMin no pudieron evitarlo, y sonrieron como si hubieran ganado un premio por haber enojado al menor.

Aunque poco tiempo estuvo, realmente, molesto. No cuando olió el aroma de pizza, yendo a comer con los dos chicos, que le preguntaron acerca de cómo era Busan.

—Era muy bonito —dijo el omega—, y JiHyo fue muy amable. JiHyo es la esposa de papá —agregó—. Ella... Ella no fue mala o dura conmigo. Fue...

Fue casi una madre. Fue dulce, cariñosa y protectora. Ella no tenía porqué ser así conmigo, pero lo fue.

—... La pasé muy bien —dijo a último momento.

—Pues está bien —SeungMin le acarició la mano—, me alegro mucho que hayas podido reencontrarte con tu padre, In.

—¿Qué te parece si vemos una película? —ofreció HyunJin, queriendo levantarle el ánimo—. He descargado la serie de Loki, para que la veamos juntos.

—¿De verdad? —se entusiasmó JeongIn, y no tardaron en llevar la pizza hacia la mesita de centro.

El omega se acurrucó entremedio de los dos, y SeungMin reprodujo la serie. Sin embargo, no habían dado ni cinco minutos, cuando HyunJin volvió a hablar.

—In —el menor lo miró, distraído—, recuerda que la próxima semana es catorce de febrero.

¡Oh! —JeongIn pareció saltar en su lugar—. ¡Ah, verdad! —sus ojos parpadearon—. Hyungs, lo de la nieve, ¿Eso...?

—Por supuesto que va —SeungMin pausó la serie—, ¿O no quieres, bebé?

JeongIn pareció retraerse ante lo que le estaban preguntando. Ambos habían notado que el omega era una persona más que introvertida, que le costaba agarrar la iniciativa por sí mismo y prefería dejarse llevar por el resto. Parecía no estar acostumbrado a ser el que decidiera las cosas.

—Sí quiero —admitió finalmente, con las mejillas levemente enrojecidas—, me gustaría... Quiero ir mucho con los dos.

Y allí estaba JeongIn, hablándole siempre a los dos. Nunca prefiriendo a uno por encima del otro, siendo claro con sus palabras para que no existieran malinterpretaciones.

—¿Quieres dormir solo? —dijo HyunJin, ya que, al final, los dos terminaron por concluir eso—. Podemos pedirte una habitación para ti, ¿Qué te parece?

—No —JeongIn negó con la cabeza—, no, quiero que ustedes estén conmigo. Los dos. —agregó, y pareció callarse ante su atrevimiento.

Pero SeungMin sólo le besó la mejilla.

—Está bien, los dos estaremos contigo. —contestó, y JeongIn no pudo evitarlo: giró su cabeza hacia el alfa, besándole en la boca.

Fue un beso lento, suave y muy, muy tierno, sin dobles intenciones. La lengua de SeungMin delineó su labio inferior antes de entrar dentro de la boca de JeongIn, arrancándole un gemido bajo. Sin embargo, se detuvo bruscamente cuando sintió otros labios posándose en su cuello.

Se volteó hacia HyunJin, como queriendo hacer algo (¿Reclamarle o decirle que continuara?), pero el alfa también le besó en la boca, impidiendo que pudiera decir algo. Lo que fuera a decir desapareció como el humo en el aire, concentrándose en la sensación del beso recibido, en cómo sus labios se acoplaban tan bien a los del alfa, y ya ni siquiera se sobresaltó en su lugar al percibir su cuello siendo atacado por SeungMin.

Echó su cabeza hacia atrás, con el cuerpo temblando, pero sin que se le pasara por su cabeza el detenerse. HyunJin le soltó, aunque su boca fue ocupada inmediatamente por la de SeungMin, y JeongIn no podía creer que eso estuviera ocurriendo. Que dos alfas le estuvieran besando sin una mirada de duda, sin un gruñido de celos entre ellos. Emitió un nuevo jadeo bajo, juntando sus piernas y sintiendo la humedad: había empezado a lubricar.

—Hyungs... —gimió apenas, mareado y con los ojos llorosos de placer, nublados por el deseo—. Hyungs...

—¿Mucho? —gruñó SeungMin al soltarlo, con la voz ronca, y HyunJin mordió su cuello de manera superficial—. ¿Demasiado, bebé?

—Sí —lloriqueó, y no quería que se detuvieran, pero JeongIn sabía que debían hacerlo—, sí...

No pensó que sería tan rápido o, incluso, efectivo. Incluso creyó que cualquiera de los dos presionaría un poco, le diría que todo podía convertirse en más agradable, sin embargo, ambos se alejaron de sus lugares.

El omega tomó aire, como si de esa forma pudiera calmarse un poco, y fingió que no se dio cuenta de las entrepiernas endurecidas de los dos alfas.

—Será... Será mejor que vaya a mi cuarto... —tartamudeó, y tanto HyunJin como SeungMin le dieron la razón.

JeongIn se puso de pie y casi corrió a la habitación, con el corazón acelerado, las piernas temblando y el rostro demasiado colorado. Cerró con llave, no por temor a que le hicieran algo, sino porque él mismo estaba dudando de su capacidad de control.

Por Dios. Por Dios...

Lo mismo pensaban HyunJin y SeungMin. La visión del omega, tan necesitado y siendo un desastre, con los ojos llorosos y su boca hinchada por besos, provocó que se encendieran casi de inmediato.

SeungMin miró a HyunJin.

—Nos está arruinando. —dijo en voz baja, aunque no había arrepentimiento en su voz.

—Sí —repitió HyunJin, y se encogió de hombros—, pero los dos sabemos que no nos importa, SeungMin.

Claro que no. JeongIn podría arruinarlos si quisiera y ellos estarían bien con eso, lo tenían más que claro en ese momento.

¡Gracias por leer!

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