14.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~Estoy sintiéndome lunático, por favor, sálvame esta noche...
A JeongIn le salvó la campana, así que cuando sonó, salió corriendo e ignoró los llamados de sus amigos. Se aprovechó de que en el edificio omega los alfas no podían entrar y, por lo mismo, no podían seguirlo. Aunque eso no quitó las miradas curiosas puestas sobre él, fijas en su rostro todavía magullado y herido. Ya no tenía ese aspecto horrible de los primeros días, pero eso no quitaba los pequeños moretones que todavía quedaban.
Sin embargo, al parecer, su aspecto no era todo lo que se comentaba.
—¿Tienes novio? —preguntó MinJeong, su compañera con la que compartía asiento.
JeongIn se puso colorado ante la pregunta indiscreta y notó que todo el curso parecía atento a su respuesta. De seguro algunos lo vieron besarse con HyunJin dentro del auto, abrazarse y despedirse. La noticia tuvo que correr como pólvora encendida por el lugar.
—Algo así —dijo, indeciso.
—¿Cómo que algo así? —exclamó su compañero de adelante, BeomGyu—. ¡Todos lo vimos, Innie! Además, ¡Era muy guapo! ¿No tendrá un amigo que quieras presentarme?
Más rojo inundó su rostro por lo que oía, pensando en HyunJin y SeungMin al mismo tiempo. Santo dios, ¿Cómo reaccionarían sus compañeros cuando se dieran cuenta de que, al día siguiente, otro alfa le fue a dejar? Estaba seguro de que SeungMin también querría besarlo para despedirse de él, como hizo HyunJin.
—Debe gustarte mucho para que te pongas así —comentó YeRin, la novia de YuGyeom, que desde el día en que SeungMin le defendió, dejó de molestarlo. Parecía que la paliza que le dio el alfa sirvió para que aprendiera y JeongIn no podía estar más que aliviado con eso. Además, como YuGyeom dejó de molestarlo, YeRin ya no actuaba como una odiosa a su alrededor.
Ahora quien lo salvó de más preguntas fue el profesor de Álgebra, por lo que JeongIn dejó de ser interrogado por sus compañeros.
La suerte del omega, sin embargo, no era eterna. Cuando las clases terminaron y salió, se encontró con sus torturadores: MinHo y ChangBin. Y, detrás, un muy enojado Felix se acercaba.
—¡Yang JeongIn! —gritó Felix, escandaloso—. ¡¿Cómo es eso de que tienes novios y no me habías dicho nada, tú mocoso insolente?!
—Hyung...
—¡Quiero que me lo cuentes todo! —insistió Felix, antes de voltearse hacia MinHo y golpearlo en el brazo. MinHo gritó por la sorpresa—. ¡Y tú, ¿Por qué no cuidas mejor de nuestro hijo?!
JeongIn no podía con la vergüenza de la situación. ChangBin tuvo que intervenir para que el omega mayor no cometiera un asesinato contra su alfa, que se escondía detrás del más bajo para protegerse.
El omega menor le envió un mensaje a HyunJin para decirle que no le fuera a buscar, no todavía, porque iría a comer un helado con sus amigos. Su novio (novioooooo) le dijo que no se preocupara y si quería, después podía ir a buscarlo. JeongIn quedó en avisarle y partió con su grupito a una tienda cercana para comprarse algo.
—No he sido completamente honestos con ustedes. —dijo, en medio del silencio cuando les aseguró que les contaría todo.
Y, después de eso, procedió a contarles todo lo ocurrido con JaeHyung, su madre, HyunJin y SeungMin. A medida que iba avanzando con su relato, Felix iba palideciendo por el horror, mientras que el rostro de MinHo se llenaba de ira y ChangBin parecía a punto de vomitar. Cuando les dijo que su padrastro estuvo a punto de violarlo, su mejor amigo se puso a llorar y lo abrazó, tan preocupado por él, y ChangBin saltó en su lugar.
—Lo voy a matar. —gruñó, enfurecido.
—Te acompaño. —apoyó MinHo.
—¡No, ya pasó, chicos! —insistió JeongIn, abrazando a Felix, que no dejaba de sollozar—. De verdad, ya estoy bien...
—No importa, ¡Ese hombre es un peligro público! —insistió ChangBin—. Debería estar muerto.
JeongIn le dio la razón, pero no quería generar más conflictos con un alfa como él. Además, temía que si sus amigos le hacían algo, JaeHyung podría recurrir a la justicia y ¿A quién le darían la razón? No, JeongIn prefería cortar todo lazo directo con él y mantenerlo lejos de su perímetro.
Tardó varios minutos en calmarlos.
—Ya no estoy viviendo con mamá —confesó, y eso los hizo callar una vez más—. Me estoy quedando con HyunJin y SeungMin.
La furia pareció disiparse momentáneamente, ahora con sus amigos sorprendidos por lo que oían. Fue mucho peor al escuchar que su padre, además, regresó.
—Estas son muchas noticias de pronto, necesito sentarme. —dijo Felix, y se sentó en las piernas de MinHo.
JeongIn les contó lo que conversó con su padre y, además, que ahora estaba saliendo con SeungMin y HyunJin. Les contó de manera muy superficial que habló con los dos y llegaron a un acuerdo.
—Ambos quieren cortejarme —dijo, nervioso y ruborizado—, han dicho que están enamorados de mí y... Y que quieren que yo elija a uno, por eso aceptaron eso.
La sorpresa era tanta, que por primera vez desde que lo conocía, Felix parecía haberse quedado sin palabras. Sólo abrió la boca, sin emitir ruido alguno, luciendo desconcertado y muy, muy sorprendido. MinHo también se veía bastante fuera de sí. ChangBin, en cambio, parecía demasiado contrariado.
—JeongIn —dijo el alfa más bajo, llamando su atención—, deberías...
—¡Oh, no empieces! —dijo Felix.
—¿Qué? —ChangBin frunció el ceño—. ¿Es malo que me preocupe por él? ¡No quiero que esos alfas le hagan daño!
—¿Por qué me harían daño? —dijo JeongIn, contrariado. El alfa hizo un mohín—. ¡Ellos se han portado muy bien conmigo! Ni siquiera... —no pudo evitarlo, y sintió un poco de vergüenza—. ¡Ni siquiera han insistido en querer acostarse conmigo!
—Innie —ChangBin se forzó a no alterarse—, no se trata de eso. Me preocupa demasiado que estés viviendo con ellos, ¿Y si una noche...? —bajó la voz un poco—. ¿Y si tratan de propasarse? Sólo piénsalo, ¿Si tratan de violarte los dos?
JeongIn se sintió repentinamente enfurecido ante las palabras del alfa. Felix también se veía muy enojado, pero MinHo, a su lado, parecía darle un poco de razón a su amigo. Eso le hizo rabiar más, ¿Quiénes se creían ellos para hablar así de HyunJin y SeungMin? ¡Ellos no eran así, no eran esa clase de alfas!
—Sólo dices eso porque soy un omega de segunda clase —escupió JeongIn, poniéndose de pie—. ¡Lo dices porque sabes que unos alfas como ellos se fijen en mí es imposible!
—JeongInnie... —habló ChangBin, tratando de suavizar el ambiente con el omega. Sin embargo, el menor no quería escucharlo más—. Por favor, piénsalo bien...
—¡Pues sabes qué! —siguió JeongIn, sin escucharlo—. ¡Ellos dos me quieren, ChangBin! ¡Ellos dos me ven por lo que soy, no cómo tú!
Agarró su mochila e ignoró los llamados del alfa para que volviera, pero JeongIn sólo comenzó a alejarse a paso decidido. ¿Qué pensaba ChangBin? ¿Creía que él debía simplemente rechazarlos por ser de distintas clases sociales, por ser mayores que él? Ni a HyunJin ni a SeungMin parecía importarles que JeongIn no tuviera los mismos privilegios que ellos, ¿Por qué a él le importaría, entonces?
—¡In! —llamó Felix, alcanzándolo—. No te vayas así, enojado conmigo...
JeongIn bufó, pero se detuvo y dejó que su mejor amigo lo agarrara por el abrazo. Ambos volvieron a caminar, con el omega Australiano queriendo calmarlo.
—No le hagas caso —le dijo Felix—, sólo está celoso y quiere protegerte.
—Puedo cuidarme solo. —contestó JeongIn.
—Mmm...
Qué mentira más grande, pensó el menor. HyunJin y SeungMin le cuidaban, le protegían y permanecían a su lado cuando más lo necesitaba. Eso demostraba que ellos no eran malas personas. Puede que cómo se conocieron no fue la mejor forma, sin embargo, ahora que salía con ambos, sabía que le querían.
—Estoy feliz por ti —le dijo Felix, cariñoso—, pero igual preocupado, ¿Está bien? No quiero que esos alfas te hagan algún daño.
—No lo harán —aseguró JeongIn, abrazando a su mejor amigo, porque eso siempre servía—. Yo los quiero, Hyung. Y ellos me quieren, te juro que me quieren.
—¿Quién no te querría? —Felix le dio un beso en la mejilla, sonoro y pegajoso, haciéndolo reír—. De todas formas, ¡Espero que me cuentes todo! Como vuelvas a ocultarme algo como esto, ¡Me enfadaré mucho, JeongIn!
El omega se rió con más fuerza, sintiéndose muy feliz. Mucho más feliz que en todos esos últimos años.
HyunJin hizo un mohín pequeño cuando sintió una presencia conocida a su lado. Sabía, sin necesidad de voltearse, quién era.
—YeJi —dijo, indiferente y mirando su cuaderno, donde escribía unas respuestas—, ¿Ocurre algo?
—Sí —su tono le provocó algo de sorpresa, pues no sonaba tímida y cohibida, como la mayoría del tiempo, sino un poco enfadada y molesta. Sin poder evitarlo, la observó—, tu madre ha llamado a mis padres, histérica, diciéndoles algunas cosas sobre que ya tienes un omega.
HyunJin se echó hacia atrás en su silla, con una sonrisa lenta y perezosa extendiéndose por su rostro. YeJi pareció enojarse más ante su acción, como si no creyera posible lo que escuchó por parte de la madre de HyunJin.
—¿Te ha sorprendido? —dijo el alfa, sus ojos moviéndose por el rostro de YeJi—. Pues sí, no se ha equivocado. Le presenté a mi omega, pero creo que no le ha caído bien.
—¿Tu omega? —YeJi apretó sus labios un momento—. Ella ha dicho que no es más que una puta aprovechada que quiere sacarte dinero.
Aquellas palabras lo disgustaron de forma inmediata, poniéndose de pie y liberando feromonas alfas de ira. YeJi, al olisquearlas, retrocedió de manera automática, con el miedo apareciendo en su rostro.
—Como repitas eso frente a mí, desearás no haber nacido, YeJi. —dijo HyunJin con la voz helada y la mandíbula apretada en un gesto de furia.
—¿Cómo te atreves...? —la omega dio un paso, recobrando la valentía—. Te lo he pedido de buenas formas, HyunJin. Me he humillado para que me dirijas una mirada, y todo porque sé que, al fin y al cabo, vamos a terminar casados. Tanto tus padres como los míos lo saben. ¿Y ahora te atreves a meterte con el primer omega de clase baja que se te atraviesa?
HyunJin gruñó en voz baja, su mano moviéndose con rapidez hacia la barbilla de la chica, agarrándosela de forma brusca. Sus dedos le apretaron las mejillas y la omega liberó de manera inmediata feromonas de susto.
—¿Casarme contigo? —se burló HyunJin—. Ni en tus sueños, YeJi. Cada vez que te miro, me provocas asco, ¿Entendido? Asco —le sujetó con más firmeza, sin importarle si le hacía daño—. Ahora, ¿Seguirás insistiendo en llamar a mi omega de esa manera, o tengo que regañarte un poquito más?
YeJi apenas pudo negar con la cabeza, tan tiesa por el agarre que había allí, y HyunJin, pasados unos segundos, la soltó. La chica se alejó unos pasos, con su mano derecha yendo a sus mejillas y frotándolas, haciendo una débil mueca de dolor.
—Me las vas a pagar. —dijo YeJi, rencorosa.
—Dile a mi madre que ella seguirá el mismo camino como siga así. —espetó HyunJin, recogiendo sus cosas para marcharse.
La omega desapareció casi de forma inmediata y el alfa soltó el aire que estuvo conteniendo, todavía enfurecido por la forma en que se refirió YeJi, y su madre, a JeongIn. ¿Quiénes se creían que eran para tratarlo así? JeongIn no era una puta, ni una ramera, ni una prostituta. JeongIn era el omega más maravilloso que conocía, era suyo, y no iba a dejar que ninguna persona lo ofendiera en su presencia.
Se puso la mochila al hombro, saliendo de la biblioteca de la facultad. Observó un mensaje nuevo que recibió, con SeungMin anunciándole que ya recogió a JeongIn y lo llevaba al departamento. No es como si quisieran controlarlo, pero estaban todavía muy preocupados de que el padrastro del omega apareciera y quisiera llevárselo. Preferían, al menos esos primeros días, mantenerse en contacto sobre los pasos del muchacho.
La idea de SeungMin con JeongIn le hizo sentir una pequeña molestia, esos celos que conocía muy bien, aunque le sorprendía levemente que su alfa no estuviera vuelto loco. Es decir, los primeros días fue así, luego de conversar sobre lo que harían de ahora en adelante, pero ahora, parecía haberse acostumbrado que, como ocurría siempre, debía compartir sus cosas con su mejor amigo.
¿No era eso extraño?
Esa pregunta rondaba por su cabeza durante las noches, sin embargo, no encontraba una respuesta satisfactoria y, al final, la enterraba en el fondo de sus ideas. Sí, era raro y, aun así, sabía que era normal en ellos. Desde pequeños, desde que conoció a SeungMin, que compartir todo con él era normal. Iban juntos para todos lados, se ayudaban mutuamente, se contaban sus secretos e, incluso, llegaron a salir algunas veces con el mismo omega, pero en momentos diferentes. No había HyunJin sin SeungMin, y no había SeungMin sin HyunJin.
Por eso mismo, que JeongIn estuviera con él, en lugar de volverlo loco de celos, le hacía sentir un poco de tranquilidad, a pesar de que no lo dijera en voz alta. Ellos sabían, al fin y al cabo, que JeongIn iba a elegir a uno. El otro terminaría con el corazón roto y, muy probablemente, la amistad deshecha también, pero era un riesgo que estaban dispuestos a asumir. Lo conversaron, aclararon todo y decidieron seguir adelante, pues después de todo, eso era culpa de ambos. Los dos provocaron esa extraña situación y tendrían que solucionarlo a como de lugar, todo para que JeongIn no saliera herido en el proceso.
Suspirando por el cansancio, entró a su auto y condujo al departamento. No le extrañó que, al llegar, encontrara a JeongIn haciendo su tarea en la mesa del comedor, con SeungMin revoloteando a su alrededor. En el momento en que apareció, su amigo le estaba besando en la boca.
Su alfa gruñó en molestia, pero lo aplacó con rapidez, en especial al ver la vergüenza en el rostro del omega. Todavía no parecía acostumbrarse a esa dinámica entre ellos, en un inicio, siempre trataba de no besar a uno frente al otro, sin embargo, ni SeungMin ni HyunJin podían aguantarse las ganas de estar a solas para robarle besos. Cuando ocurría eso, el besarse enfrente del otro, se coloreaba y su carita se veía mucho más lindo de lo normal. Había algo extrañamente seductor en el hecho de que JeongIn, aun con todo lo que ocurría, se preocupara de ellos.
Le habían habilitado la pieza de invitados para que durmiera allí y se acopló bastante bien a la dinámica que ellos poseían. No tenía muchas cosas personales, además que estaba también bastante deprimido porque JaeHyung rompió los regalos que le dieron. Ellos le prometieron que le darían otros regalos mejores para compensar esos otros, y sensible como estaba, lo hizo llorar.
—No lo distraigas de su tarea. —dijo HyunJin, sacándose los zapatos y dejando su mochila en el suelo.
—Aun así, no la entiendo —JeongIn se veía muy triste—, nunca he sido bueno en las matemáticas.
—¿Y eso qué tiene? —preguntó SeungMin, desconcertado—. Eres bueno en otras cosas. Por ejemplo, dibujas muy bonito, Nini.
Una pequeña sonrisa apareció en el rostro del omega, pero seguía luciendo inseguro.
—Gracias, Hyung —JeongIn suspiró—, aunque no me servirá mucho para entrar a la universidad.
—La universidad no es tan importante —HyunJin se acercó, agarrándole de las mejillas con delicadeza, y le besó en los labios—, pero si tanto quieres entrar, con SeungMin te ayudaremos a entenderlas.
—¿De verdad? —preguntó JeongIn, mirando a SeungMin a pesar de que HyunJin no lo soltaba todavía.
El alfa menor le miró con ojos oscurecidos en algo que no supo identificar bien. ¿Eran celos? ¿O era algo más? ¿Y qué más podía ser?
—Claro —SeungMin sonrió con lentitud—, de eso no te preocupes. No lo parezco, pero soy muy inteligente.
—¡Por supuesto que sí, Hyung! —JeongIn saltó en su lugar—. Ustedes dos son demasiado inteligentes, están estudiando medicina y les va muy bien. Uh... ¿En qué quieren especializarse?
HyunJin se sentó al otro lado de la mesa. Así, SeungMin se quedó a la derecha de JeongIn, y HyunJin a su izquierda.
—Pediatría —dijo el alfa menor—, me gustan los niños pequeños.
—Traumatología —respondió HyunJin—, para ganar mucho dinero.
JeongIn se rió ante su respuesta.
—¿Y tú, In? —preguntó SeungMin.
—Oh, yo... —el omega vaciló un momento—. Me gustaría estudiar algo relacionado a las artes, pero todavía no lo sé. Quizás diseño o fotografía o animación, no lo sé...
—Hay muchos institutos para eso —señaló HyunJin—, la universidad no lo es todo, Innie. Con tu talento, podrías entrar muy bien a algún instituto.
Su halago provocó que el omega se pusiera colorado, tartamudeando un agradecimiento nervioso. Qué raro se sentía eso, compartir esos momentos entre los tres, sin alguna mirada de celos o de acusación entre ellos.
—Ah, se me olvidó decirles... —JeongIn tragó saliva—. Mi papá me ha llamado más temprano. Me ha preguntado si quisiera acompañarlo a Busan el fin de semana a conocer a su familia.
SeungMin y HyunJin se miraron con cierta tensión en sus rostros. Desde que llegó el padre de JeongIn, percibían como sus alfas se revolvían en celos de posesión. Veían al adulto como una amenaza para lo que tenían con JeongIn, no de forma romántica, sino en forma de manada. Como si el hombre les quisiera quitar a un miembro de su manada.
Tal vez era así. Sabían, por lo que les conversó JeongIn, que su padre le ofreció irse con él y hacerse cargo de sus gastos para que no dependiera más de su mamá.
—¿Quieres ir? —preguntó SeungMin.
—Le he dicho que sí —JeongIn parecía todavía bastante indeciso—, es que... No sé, me gustaría conocer a mi medio hermano y saber cómo son, pero tal vez no sea buena idea, ¿Y si me tratan mal? Si ellos...
—Oye, oye, bebé —SeungMin le llamó la atención—, no debes pensar así, ¿Bien? Tu padre... —apretó sus dientes un momento—. por lo que vi, se notaba bastante preocupado por ti. Ve a conocerlos, y si las cosas resultan mal, nos puedes avisar y te iremos a buscar enseguida, ¿Cierto, HyunJin?
—Claro —HyunJin le agarró la mano, dándole un beso en los nudillos—, nos tienes todavía a nosotros, de eso no tengas duda alguna.
JeongIn volvió a sonreír, mostrando sus dientecitos, y Santo Dios, ambos alfas estaban condenados. Ya no había vuelta atrás, lo sabían en ese momento.
Su padre lo pasó a recoger en taxi. JeongIn, cuando lo vio llegar, parpadeó con desconcierto.
—Pensé que iríamos en auto. —dijo el omega.
—No, claro que no, es un viaje muy largo —Daniel lo abrazó, ignorando a los dos alfas detrás del omega—, vamos a ir en avión.
—¿En avión? —repitió el omega, atónito y sorprendido. Nunca antes viajó por ese medio—. ¿Es en serio, papá? —de pronto, el entusiasmo explotó en él, ¡Iba a viajar en avión!
—Sí, así que vamos, no queremos llegar tarde. —agarró su bolso, entrando al taxi.
—Ya, voy enseguida —JeongIn fue donde SeungMin y HyunJin, que lo contemplaban con una sonrisa cariñosa—. Uh, nos vemos...
—Espera, ¿Así te vas a despedir? —dijo SeungMin—. ¡Qué malo eres, In!
El omega soltó una risita antes de ser atraído por el alfa menor, recibiendo un beso dulce en la boca. Casi de forma inmediata, HyunJin lo hizo a un lado y también lo besó, y JeongIn no podía con la vergüenza, ¡lo estaban haciendo en público! ¡Frente a su padre! ¿Qué iba a pensar de él?
Retrocedió, tartamudeando una torpe despedida, y ambos sólo le dijeron que lo iban a extrañar. JeongIn no tardó en entrar al vehículo, que partió apresuradamente al aeropuerto.
—Así que... ¿Novios? —preguntó su padre, luego de un instante en silencio.
—Mmm... —el omega bajó la vista—, ambos me están cortejando.
—Qué extraño —Daniel reflexionó un momento, como tratando de encontrarle lógica a lo que acababa de ver—, ¿Y no se ponen celosos uno del otro?
—No, o sea... —JeongIn mordió su labio inferior—. Supongo que sí, pero no lo demuestran. A ellos... Ellos parecieron acostumbrarse a que los bese frente al otro.
—¿Sí? —su padre seguía luciendo un poco desconcertado—. Bueno, si tú estás bien con eso, JeongIn, ¿Quién soy yo para decirte algo? Sólo me preocupa que termines con el corazón roto.
Al omega igual le preocupaba eso. Sabía que las posibilidades eran altas, por decir lo mínimo, y que estaba casi construyendo un futuro con ellos, pero no podía evitarlo. Él los quería, a los dos, y sólo deseaba estar con ellos.
Llegaron al aeropuerto media hora después y, cuando pasó una hora más, estaban despegando del suelo. JeongIn iba pegado a la ventana, como un niño, viendo como todo se iba haciendo más pequeño a medida que se alejaban de la tierra.
—JiHyo nos estará esperando. —le dijo su padre mientras aterrizaban. JeongIn nunca antes estuvo en Busan, él siempre fue un chico de casa que no salía demasiado. Es más, podía decir que ni siquiera conocía muy bien Seúl, sólo las zonas centrales.
—¿JiHyo? —preguntó JeongIn, sin dejar de observar a través de la ventana.
—Mi omega.
De pronto, recordó el motivo por el que se encontraba allí y sintió los nervios haciendo mella en su estómago. Nervios y ansiedad. Estaba casi seguro de que iba a vomitar y, por lo mismo, se concentró en algún punto para que las náuseas pasaran.
Unos minutos más tarde, estaban ya dentro del aeropuerto, esperando los bolsos que llevaron para el fin de semana. Según lo que le contó su padre, se encontraba de vacaciones en su trabajo, por lo mismo se devolvería con él a Seúl, al menos, hasta conseguirle un departamento en el que pudiera vivir. A JeongIn se le hacía muy raro estar a su lado, como si todos esos años en los que estuvo fuera se hubieran evaporado. Su omega parecía querer estar alrededor de papá, sin embargo, su lado racional insistía en que podía volver a hacerle daño.
Fueron caminando hacia la salida, hasta que su papá fue hacia una bonita mujer que estaba de pie en el exterior. El adulto se adelantó hacia ella, abrazándola y dándole un beso suave en la boca, pero JeongIn se quedó más atrás, sin saber exactamente qué hacer. Era tan incómodo y debido a eso tuvo el loco pensamiento de que fue mala idea, de que debía devolverse ahora a Seúl y nunca más salir de allí.
Aunque, antes de poder salir corriendo, su padre se giró y se acercó con la mujer. De cerca, JeongIn apreció que era mucho más bonita: tenía el cabello largo hasta la espalda baja, levemente rizado, con una bonita nariz perfilada, piel de porcelana y ojos grandes. Traía una sonrisa dulce en su rostro.
No pudo evitarlo y la comparación apareció en su mente: ella era mucho más bonita que mamá. Casi de inmediato, sintió vergüenza y pena, porque sabía que el aspecto desgastado de su madre se debía al trabajo, a la presión en sí misma, al hecho de tener un alfa inútil y sanguijuela.
—Hola, señora Yang. —dijo JeongIn, inclinándose y evitando mirarla a la cara.
—Hola, JeongIn —dijo ella, con voz suave y melódica—, ¿Cómo estás? ¿Fue un buen viaje?
Se enderezó y su padre les hizo un gesto para que caminaran hacia el estacionamiento. JeongIn permaneció atrás de ellos, sus manos aferrándose a la correa del bolso.
—Um, sí —dijo, con la voz temblando—, era mi primera vez en un avión, fue divertido.
—¿De verdad? —ella avanzó más lento, como queriendo ir al lado de JeongIn—. ¿Te gustó mucho?
—Claro —JeongIn seguía sin mirarla a los ojos, sintiendo su respiración agitada—, es decir, no tengo con que compararlo, pero... Uh... —su voz se agotó y tragó saliva.
—Oh, verdad —ella soltó una risa, como queriendo relajarlo—. Soy JiHyo, pero espero que tu padre ya te lo haya dicho.
—Ah, sí —JeongIn casi suspiró de alivio al ver que llegaron al auto, subiéndose en el asiento trasero—, es un bonito nombre.
—Gracias —JiHyo le sonrió, mirándolo hacia atrás—, tú también eres un muchacho muy bonito.
De alguna forma, esas palabras sirvieron para soltar el aire que estuvo aguantando tantos segundos. Su padre decidió intervenir, contándole a su esposa del viaje, y JeongIn lo aprovechó para mirar las calles de Busan una vez el auto partió. De fondo, podía escuchar la conversación de ambos adultos, hablando sobre las cuentas, sus vecinos y de algunas cosas que no entendió, pero se quedó mirando el mar a lo lejos. Como era un día despejado, podía apreciarse de mejor forma el paisaje, y pensó en lo bonito que sería vivir así, en una casa frente a esa vista.
—¿JeongIn?
El llamado lo sacó de sus pensamientos, volteándose hacia JiHyo, que volvía a mirarlo.
—¿Sí, señora Yang? —preguntó.
Ella hizo un pequeño mohín.
—No es necesario que me digas señora, me hace sentir muy vieja —señaló ella, pero JeongIn no sabía cómo más llamarla—, estábamos conversando sobre qué comer para la cena. ¿Quieres algo especial?
—¿Qué tal pizza? —ofreció su padre—. ¿Todavía sigue siendo tu comida favorita?
—¡Pizza estaría bien! —saltó JeongIn, emocionado, antes de reparar que estaba frente a la omega de su padre—. Oh, lo siento si fui grosero, señora...
—¿Qué dije, JeongIn? —JiHyo le guiñó el ojo—. Nada de "señora". Puedes decirme JiHyo-imo.
¿No era esa demasiada informalidad, considerando que se estaban conociendo? Sin embargo, la mujer no parecía demasiado acomplejada con eso, con el hecho de que JeongIn fuera no sólo un desconocido, sino que también el hijo bastardo de su esposo.
—Umm... —barboteó, indeciso.
—Pizza suena como una buena opción —señaló JiHyo—, y no sientas vergüenza por entusiasmarte, JeongIn, eres todavía un chiquillo.
Por la pena, JeongIn terminó por bajar la vista otra vez.
Cuando se imaginaba a la omega de su padre, jamás pensó que sería una mujer como ella. Es decir, pensaba que sería bonita, tal vez con un aroma atractivo, pero no que fuera tan amable y dulce con él. Se esperaba un trato frío, lejano y casi despectivo con él, después de todo, ¿Por qué tendría que ser buena con él?
Su mamá, con toda probabilidad, no sería para nada buena con su medio hermano.
Se quedó callado el resto del viaje, observando cómo cruzaban por el borde costero y entraban a un barrio que se veía bastante adinerado. Su papá trabajaba como un importante ingeniero ejecutivo de una empresa de tecnologías, en una de las sedes de Busan, y ganaba más que bien. No le sorprendió que se estacionara fuera de una casa de dos pisos, de color crema y con un gran patio delantero. El resto de las casas a su alrededor tampoco tenían cercos, pues el condominio era cerrado.
Bajó sus cosas y siguió a los adultos al interior. Casi de inmediato, una pequeña figura apareció por el pasillo, ladrando, y se lanzó sobre JeongIn, que retrocedió por el susto y la sorpresa.
—¡Berry, no seas grosera! —gritó su padre, y el king charles se subió sobre las piernas de JeongIn, puesto en dos patas, antes de mirarlo con ojos atónitos—. Oh, a tenido que confundirte con Christopher.
—Te pareces mucho a Chris —señaló JiHyo, y el perro bajó al suelo, comenzando a olisquear a JeongIn—, sólo que eres un poco más alto. No te preocupes, Berry es todavía una cachorrita, la adoptamos la semana pasada.
JeongIn acarició las orejas de la perrita, que pareció llegar a la conclusión que el muchacho era inofensivo y ahora se ponía en dos patas para que le hiciera cariño. El omega sonrió, le gustaban mucho los perritos y siempre quiso tener uno, pero debido a obvias razones, nunca pudo cumplir ese pequeño sueño.
Entró a la casa, seguido de Berry, que meneaba su cola, contenta. Observó alrededor, mirando lo bonita que era la casa por dentro también: una salita de estar con una gran televisión y sofás que se veían cómodos, el comedor más allá, cerca del ventanal que mostraba un patio grande y lleno de césped. La escalera que llevaba al segundo piso tenía una alfombra y la pared estaba con fotografías que se quedó viendo al subir. La primera era de la boda de su padre con JiHyo, ambos viéndose tan jóvenes y felices. Después el nacimiento de Christopher y el que parecía ser su medio hermano con cinco años. Las siguientes fotos se las quedó mirando en silencio.
—¿JeongIn? —su padre lo llamó desde el segundo piso, pues le iba a mostrar el que sería su cuarto.
El omega sólo vio sus dos fotos: de él siendo un bebé pequeño, siendo bañado en una tina de plástico. Su mamá no se veía en la foto, sólo sus brazos y manos, y no pudo evitar sonreír al verse a sí mismo, tan gordito y rosado. Era gracioso de observar.
La segunda foto era de él más grande, pero sólo siendo un niño. ¿Cuánto debía tener? Quizás cinco o seis años. Era él en cuclillas, agarrando un dulce en sus manos y mirando a la cámara, haciendo el signo de conejito con sus dedos.
No se dio cuenta de que estaba llorando hasta ese momento, en el que sorbió por su nariz, y su padre bajó las escaleras apresuradamente. Sintió el abrazo por sus hombros, con el aroma familiar rodeándolo, y volvió a sollozar.
—Lamento mucho haber llegado tarde —le dijo su padre, y ahora el llanto fue sin control—, lamento mucho no haber estado para ti cuando me necesitabas, Innie. Pero te prometo que jamás pasará otra vez. Ahora que estás conmigo, no dejaré que vuelvas a sufrir de esa forma.
JeongIn asintió con la cabeza, incapaz de hablar bien, y dejó que su papá lo llevara a su habitación.
Más tarde, mientras ambos adultos pedían la pizza, JeongIn ordenó sus cosas. Era un cuarto bien iluminado y grande, con un escritorio al lado de la ventana, que daba hacia el patio trasero. La cama estaba pulcra y limpia, y el armario era gigantesco. Su padre le dijo que, si quería, podía pegarle cosas en la pared, pues ahora ese sería su cuarto, ya fuera que viviera con ellos o si los iba a visitar.
Berry se encontraba acostada en su cama y gracias a ella pudo adivinar que su medio hermano llegó. El perro alzó sus orejas y se puso de pie, corriendo apresuradamente hacia el primer piso, y JeongIn titubeó un momento. No es como si pudiera aplazar ese encuentro, después de todo, lo iba a tener que ver tarde o temprano.
Suspirando y tratando de agarrar valor, salió de la habitación y caminó hacia la escalera. Desde el primer piso, escuchó una voz desconocida:
—Bueno, ¿Y dónde está? —preguntó—. ¡Berry, no me muerdas las pantuflas!
—Chris —pudo escuchar la voz de JiHyo regañándolo—, no seas grosero.
—Ay, mamá...
JeongIn llegó al primer piso y se dirigió a la cocina, de donde provenían las voces. Al entrar, aclaró su garganta.
—Um, hola. —saludó, y su tono fue como un graznido.
Lo primero que observó fue que el chico frente a él era ligeramente más bajo, musculoso y con una espalda ancha. Al voltearse, pudo apreciar, además, que era demasiado guapo: labios gruesos, ojos pequeños, nariz perfecta y piel pálida. Lucía como esos idols de televisión que veía de vez en cuando.
Berry dejó de mordisquear los pies del otro joven y fue donde JeongIn. La perrita parecía tener una clara preferencia por el recién llegado, y es que el omega le dio muchos cariños.
Al olisquear el aire, se percató también de que su medio hermano era alfa. Su aroma era como a coco y canela.
—Hola —dijo el alfa, oliendo también el aire y, con toda probabilidad, percatándose de su aroma—. Woah, ¿Hueles a bebé o es mi idea?
JeongIn enrojeció con fuerza ante esas palabras y pudo observar como JiHyo le daba un pequeño golpe a Chris. El alfa se quejó.
—¡Que mala eres! —dijo, antes de poner una sonrisa perfecta—. Me llamo Christopher, pero puedes decirme Chris, o Chan, o alfa más guapo que he visto en mi vida.
El omega parpadeó con desconcierto ante esa presentación, ¿Qué demonios?
Pudo ver la cara de vergüenza de JiHyo, como exasperada por lo que acababa de hacer su hijo. Christopher, en cambio, lucía como si no hubiera dicho una tontería.
—Um, yo soy JeongIn —tartamudeó, inclinándose—, Sunbae...
—¡Oh, no me digas así! —exclamó Chris, sobresaltándolo. Incluso Berry saltó en su lugar—. Hyung. Dime Hyung. Después de todo... —sonrió engreídamente—. Soy tu hermano mayor, JeongIn. Desde ahora, no soy un extraño para ti.
JiHyo, detrás de Chris, estaba moviendo su boca y parecía decirle un "no le hagas caso". El omega no sabía cómo comportarse, pues Chris parecía haber entrado en confianza enseguida, importándole poco que jamás se hubieran visto antes.
—¿Y papá? —preguntó Chris.
—Fue a comprar unas cosas que nos hacían falta en lo que llega la pizza. —dijo JiHyo.
—¡Bien! —JeongIn volvió a saltar en su lugar cuando Christopher lo abrazó por los hombros, empujándolo al living—. Oye, me di cuenta de que tienes ojos de Chi.
El menor parpadeó, desconcertado y dejándose llevar por el alfa.
—¿Chi?
—El gato gris de Chi's Sweet Home —explico—. Así, bien alargados e inocentes —Chris parecía querer imitar su expresión, abriendo los ojos, pero se veía muy ridículo. JeongIn no pudo evitarlo y trató de reprimir su sonrisa—. ¡Hablo en serio, JeongIn!
Berry, detrás de ellos, les seguía con cara de felicidad.
—Chris Sun...
—¡Hyung! —insistió el alfa—. ¡Si me vuelves a llamar así, voy a enfadarme! —tiró de él, sentándolo en el sofá. Berry se subió a un costado suyo—. ¿Te gustan los chistes de padre?
JeongIn no sabía si hablaba en serio. En realidad, no sabía si reír o llorar, pues la situación era bastante... Rara e irrisible.
—¿Sabes cuál es el café más peligroso del mundo? —preguntó Chris, y JeongIn lo observó sin entender nada—. ¡El ex-preso! —y rompió a reír escandalosamente, con una extraña risa de limpiavidrios.
Berry, a su lado, pareció cubrirse los ojos con una de sus patas. El omega se quedó quieto, ¿Era una broma?
Chris, al percatarse de que no se reía, bufó.
—¡Mamá! —gritó hacia la cocina—. ¡No me agrada JeongIn, no se rió con mi chiste!
—¡Nadie se ríe con tus chistes, cariño! —gritó de vuelta su mamá.
—Uh, público difícil —suspiró Chris, y encendió la televisión—. Bueno, ¿Y cuántos años tienes?
JeongIn realmente se sentía fuera de su ambiente en ese momento, pero al menos, tendría mucho que contarles a sus novios y amigos cuando volviera a Seúl.
¡Gracias por leer!
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