13.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~Hoy la luna brilla más en el espacio vacío de mi memoria...
JeongIn estaba mirando la lata de la bebida en ahogado silencio, cómo si guardara un secreto terriblemente interesante, mientras su padre, frente a él, revolvía el café.
Llevaba en ese silencio más de diez minutos, incapaz de poder decir algo, de emitir cualquier ruido, y parecía que a su padre también le comió la lengua el gato, pues apenas dijo palabra alguna.
Sin embargo, ese tenso e incómodo aire fue interrumpido cuando SeungMin volvió, cargando una bandeja con papas fritas y un sándwich para el omega, con una clara expresión de preocupación.
—In —le dijo, llamando su atención—, vamos, tienes que comer algo, bebé. Apenas probaste algo en el almuerzo.
—No tengo hambre, Hyung. —murmuró, con la voz ahogada.
—Disculpa —habló de forma repentina su padre, y JeongIn se sobresaltó—, ¿Eres pareja de mi hijo? —el omega se sentía desconcertado ante esa pregunta—. ¿Tú le has hecho eso?
Y apuntó al rostro de JeongIn.
El menor sintió que palidecía ante sus palabras, casi recordando cada doloroso golpe que JaeHyung le dio. La forma en que sus manos fueron hacia su pantalón, tratando de quitárselos para violarlo. Su ojo verde-azul seguía hinchado y morado, le costaba mucho mirar por ahí, mientras que su mejilla izquierda poseía otro moretón y su labio se encontraba roto. Por último, todo su cuello estaba amoratado y cada movimiento provocaba que el sufrimiento apareciera otra vez.
—Claro que no —dijo SeungMin, con su tono grave y molesto—. Jamás le haría algo así a JeongIn. Es mi omega y yo estoy para protegerlo.
Algo cálido se asentó ahora en su estómago, y el muchacho quería volver a llorar por recibir esas dulces palabras, a pesar de que sentía que no fueran para él. ¿No era injusto que SeungMin le tratara de esa forma, cuando JeongIn estaba saliendo con él y HyunJin?
—Mmm... —murmuró el hombre, viéndose incómodo.
—Papá —habló JeongIn por fin, moviendo sus temblorosas manos para agarrar una papa frita—, ¿Qué estás haciendo aquí?
Y esa era, finalmente, para JeongIn la pregunta del millón. Qué estaba haciendo ese hombre en ese lugar, fuera de su casa. ¿Lo buscaba a él o a mamá? De seguro debía ser a su madre, ¿Y qué es lo que querría de ella?
—Quería verte —dijo Daniel, sosteniéndole su mirada—, y hablar contigo.
JeongIn agarró la lata de bebida y se la llevó a la boca bruscamente, sintiendo algo parecido a su presión bajándose. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Su padre quería hablar con él? ¿Y sobre qué?
Su rostro debía mostrar toda la confusión que sentía en ese instante, demasiado atónito por lo que fuera que quería su padre de él. ¿Qué es lo que podría querer ese hombre de JeongIn? Para él, las cosas quedaron más que claras cuando se marchó y nunca volvió a buscarlo, a pesar de que pudo oír con claridad que lo haría.
Fue, en ese momento, que se percató de otra cosa: el anillo brillando en su dedo anular, de la mano izquierda. Casado. Su padre estaba casado. Santo Dios.
Comió más papas, como si de esa forma, pudiera controlar la naciente ansiedad que empezó a crecer en su cuerpo.
Su padre suavizó su expresión.
—JeongIn —habló con firmeza—, quiero hablar contigo y aclararte muchas cosas. No sé que es lo que te haya dicho tu madre, pero... —suspiró con cansancio—. Pero algunas cosas no son como ella te las dijo.
—No —dijo, con su tono quebrado y débil—, eso es... Tú...
—¿Ella te dijo alguna vez... —comenzó a decir su padre con lentitud—. Que fue mi segunda omega? No la primera. La segunda.
Fue casi como recibir otro golpe, sólo que ahora le cortó el aire y sus temblorosas protestas. Casi de manera innata, se volteó hacia SeungMin, cuyo rostro estaba cubierto de inquietud, y lo abrazó para tratar de sostenerse de él. Para tratar de aferrarse a algo.
Su mamá siempre le dijo que ella fue la primera de su alfa, a pesar de no haber recibido nunca una marca. JeongIn siempre tuvo sus dudas, sin embargo, ¿Cómo iba a confirmarlo?
Pero si su padre tenía dos omegas, eso significaba...
—Tu madre siempre quiso más de mí —continuó Daniel—, ella quería que cortara con mi primera omega, que la dejara y le quitara su marca, y se la diera a ella. No le gustaba que mi tiempo se dividiera entre dos omegas, y cada vez me empezaba a exigir que estuviera más en casa, que le comprara un mejor hogar, que le diera otro hijo. Nuestras peleas eran siempre por algo que ella quería que yo le diera —los ojos de su padre se llenaron de compasión—. Lo nuestro, en realidad, nunca debió ser, y ella lo sabía.
JeongIn quería cubrirse los oídos con sus manos, no quería seguir oyendo, no deseaba que su padre continuara. Aunque sabía que debía hacerlo.
—Tu madre... —el alfa se rió sin ninguna gracia—. A tu madre la conocí una noche de borrachera, ¿Está bien? Yo ya estaba casado con JiHyo y pasando por un período difícil, cuando tu madre se cruzó en mi camino. Ella quedó embarazada de ti y decidí tomarla como omega, a pesar de todo, porque sabía que tú no eras el culpable de nada.
—Señor Yang —habló SeungMin de manera repentina—, ¿Qué le está diciendo? ¿Cómo se le ocurre...? —el alfa abrazó al omega, que lloraba en silencio—. ¿Volvió para decirle toda esta mierda innecesaria?
—No —Daniel hizo un mohín—. Volví para hablar con JeongIn y pedirle que se venga a vivir conmigo.
El llanto de JeongIn pareció cortarse con esas últimas palabras, incapaz de procesar bien lo que acababa de oír. ¿Cómo? No, tuvo que haber escuchado mal, ¿Por qué su padre le diría todas esas cosas y luego le pediría que... Que...?
—Ella te usaba, JeongIn, para que yo no la dejara —su padre se movió y dudó, lo pudo ver en su expresión: alargó su mano para tomar la suya, pero retrocedió—. Ella sabía que, a pesar de todo, yo te quería. Te quise desde el momento en el que estuviste en mis brazos.
JeongIn sacudió su cabeza en una negativa, sin embargo, las palabras de su padre dolieron profundamente, porque él podía recordarlo. Los pocos recuerdos que tenía de su infancia, y los más felices, siempre incluían a su papá: cuando aprendió a andar en bicicleta, sus cumpleaños con algún bonito regalo, las felicitaciones que recibía cuando hacía algo bien.
Incluso, quien le ayudaba en los estudios, fue siempre su padre, no su mamá. Si JeongIn no comprendía algo en las tareas, era Daniel quien le ayudaba a responder. Ahora, con las palabras de su papá, podía comprender otras cosas también, como el hecho de que su padre estuviera tanto tiempo fuera de casa. Mamá siempre le decía que era por el trabajo, pero con lo que le estaba diciendo, entendía que se debía a que debía estar con su otra omega. Con la omega que él eligió realmente.
—¿Y si me querías...? —murmuró JeongIn—. Si me querías, ¿Por qué te fuiste y no volviste por mí?
—Porque tu madre no quería —suspiró Daniel—. Ella me prometió que si la dejaba, tú te quedarías con ella. Me marché unas semanas, esperando que ella pudiera calmarse y a veces la llamaba, pero HyeJi jamás me dejaba hablar contigo. Y, cuando volví, ella se había mudado.
El omega también podía recordar, ligeramente, esas cosas: la bonita casa en la que vivían, de un buen barrio, un hogar familiar perfecto para él. Sin embargo, cuando se mudaron, se trasladaron a ese nuevo distrito de escasos recursos, a una casa más pequeña, menos iluminada y con un patio enano en el que no podía jugar.
—HyeJi se cambió el número y borró cualquier rastro de ustedes, para que yo no los encontrara —Daniel frotó su frente—. Y yo no soy de aquí, JeongIn. Mi verdadero hogar es en Busan. Se me hizo muy... Muy difícil dar con ustedes. Hace... Hace sólo un año logré averiguar que vivían acá, pero que tu madre ahora estaba marcada por un alfa —sus mejillas enrojecieron por la vergüenza—. Vine un par de veces, aunque ese alfa siempre estaba y me decía que yo ya no tenía nada qué hacer aquí, porque ahora tú eras su hijo y no me querías ver.
A pesar de todo lo que estaba escuchando, JeongIn empezó a sentir ira hacia su madre, y también hacia JaeHyung. Ira y odio, y nuevas ganas de romper a llorar por lo que oía, por la confesión que estaba recibiendo. ¿Acaso esas palabras podían tener sentido en su mente tan débil y frágil? ¿O era un nuevo engaño que recibía por parte de su padre?
—¿Y por qué estás aquí ahora?
—Tu madre me ha llamado ayer —dijo, y Daniel bebió su café de golpe—. Me ha dicho que ya no puede mantenerte. Que tu situación en su hogar se ha vuelto insostenible —sus ojos refulgieron con algo que no pudo entender bien—. Ese alfa, tu padrastro, ¿Te hizo eso?
—Claro que sí —contestó SeungMin, enfurecido—, porque quiere convertirlo en su segundo omega. No le ha hecho ninguna gracia descubrir que dos alfas lo cortejan —el alfa se calló de golpe, dándose cuenta de que habló demás—. ¡Oh!
JeongIn le dio un empujón en el hombro, sintiendo el rubor golpeando su rostro y siendo incapaz de mirar a su padre. Estaba recibiendo demasiada información en muy poco tiempo y no sabía muy bien cómo reaccionar ante todo eso, y ahora SeungMin soltaba esa información... Todo era un desastre.
Para su propia fortuna, Daniel pareció no decir nada ante esa última noticia. Su mirada sólo se veía apretada en molestia y enojo.
—Papá —habló JeongIn, y saboreó la palabra—, ¿A qué te refieres con... Con vivir contigo?
—Quiero que te vengas a Busan conmigo —dijo su padre, y JeongIn enmudeció—. A vivir a mi casa. JiHyo, mi omega, sabe de tu existencia, ¿Está bien? Y ella quiere conocerte. Además, mi hijo mayor, Christopher, también quiere...
—¿Cómo? —el omega pudo recuperar su habla—. ¿Tengo... Tengo...?
—Un hermano mayor —dijo Daniel, y por primera vez desde que lo volvió a ver, sonrió con calidez—. JeongIn, estoy seguro de que lo vas a adorar. Él, desde que supo de tu existencia, que ha querido conocerte.
No pudo evitarlo, pero una sensación cálida y dulce pareció asentarse en su estómago ante lo que oía. ¿Una... Una familia? ¿Una familia que se moría por conocerlo? ¿Era posible que algo tan bueno como eso pudiera pasarle?
Miró de reojo a SeungMin, que le tomaba la mano, y pudo notar su mandíbula apretada con firmeza. Parecía contrariado con las palabras de Daniel, y JeongIn pudo sentir un poco de miedo también, pues irse, significaba dejar también a SeungMin y HyunJin. Significaba...
Su omega se revolvió en tristeza.
—¿Podría...? —su tono se volvió dudoso—. ¿Podría tomarme un tiempo antes de...?
—Claro, JeongIn —se apresuró en decir su padre, aliviado de que estuviera reaccionando de esa forma. Parecía haber pensado que el escenario sería peor—. De todas formas, ante la situación con ese otro alfa... —Daniel rascó su nuca—. No quiero que vuelvas a ese lugar. Sé que no tengo derecho de decirte esto, en especial por haber estado tanto tiempo fuera de tu vida, pero... —titubeó un instante—. Pero me preocupo por ti y quiero que estés bien, ¿Bueno?
—Él está viviendo conmigo. —intervino SeungMin, viéndose molesto.
Daniel ahora puso una expresión de fastidio, como si la presencia de SeungMin le irritara a más no poder. JeongIn quería reír ante ambos alfas, si no hubiera estado tan atónito por la información que acababa de recibir.
—Quiero pagarte un departamento —habló su padre, y ahora JeongIn quedó boquiabierto—. Un departamento para ti solo, ¿Entendido? Un departamento para que no dependas de tu madre, ni de nadie —añadió al último, mirando a SeungMin—. Al menos, mientras tomas tu decisión. Y, en caso de que decidas no venir conmigo, te lo seguiré pagando, eso y tu universidad.
¿Era posible que su boca se abriera más de lo que ya estaba? Incluso SeungMin, frente a él, se veía abrumado por lo que escuchaba.
—¿La universidad? —habló, con su voz como un hilo.
El adulto parpadeó, desconcertado.
—Claro —Daniel asintió con la cabeza—. Recuerdo que cuando eras más pequeño querías dedicarte a las artes, ¿No? ¿Todavía quieres estudiar eso?
Y, quizás, fue eso lo que le hizo volver a romper en llanto: el hecho de que su padre recordara ese detalle, ese ínfimo detalle que mencionó sólo un par de veces, sobre lo que quería hacer con su vida. Que lo recordara y, no sólo eso, sino que estuviera dispuesto a apoyarlo para cumplir su sueño.
Sin poder evitarlo, ya demasiado afectado por toda esa información repentina que recibió, se puso de pie y fue donde Daniel, abrazándolo por el cuello. Su omega se revolvió ahora en comodidad y amor, recordando el aroma de su padre: pino y césped. Qué bonito olía, pensó, y lo abrazó con más fuerza.
—Oh... —murmuró su padre, devolviéndole el abrazo—, tu olorcito no ha cambiado, ¿Cierto, Innie? Sigues oliendo como el bonito bebé que eres.
JeongIn sollozó con un poco más de fuerza, hipando por sus palabras, y se sintió, por primera vez, como un omega menos monocromo.
SeungMin conducía camino al departamento, tratando de no lucir preocupado por lo que acababa de ocurrir, pero no podía quitarse la sensación de pavor que empezó a crecer en él.
JeongIn, a su lado, iba en silencio, probablemente pensando en todo lo que ese hombre, que decía ser su padre, le contó. Llevaba sumido en ese extraño silencio varias horas, desde que se despidieron de Daniel y ellos partieron a comprar algunas cosas para la cena. Además, tuvieron que ir a buscar también ropa y elementos personales de JeongIn a su casa, pues no quería que los alfas se hicieran cargo de él en ese aspecto. No todavía, al menos.
—In —habló finalmente SeungMin, llamando su atención. El omega lo miró—. No quiero... No quiero que pienses que te retendré o... O me enfadaré si quieres irte con tu padre, ¿Está bien? Pero...
—Hyung —interrumpió JeongIn, agarrándole la mano—, no te preocupes, ¿Está bien? No creo que acepte ir con él, porque mi vida... Toda mi vida, está aquí. Me gustaría conocer a su familia y ver cómo me siento, pero... —puso una expresión dudosa—. Pero es distinto a irme a vivir con ellos. Además... Además, no quiero dejarte a ti o a HyunJin —su rostro se coloreó de rojo—. ¿Puedo decirlo, Hyung?
—Claro que puedes, bebé.
JeongIn tomó aire, todavía viéndose avergonzado y tímido.
—Tú y HyunJin me gustan mucho —confesó el omega—, me gustan demasiado.
Eso era suficiente para SeungMin, se dio cuenta en ese momento. Era suficiente para él en aquel instante, pues eso significaba que JeongIn los tenía en cuenta y su corazón se aceleraba por ambos. Sintió celos, por supuesto, y es que era inevitable, sin embargo, que el omega estuviera enamorado de ambos alfas significaba que no iba a dejarlos. No iba a dejarlo a él.
SeungMin se quitó el cinturón de seguridad, aprovechando que ya habían llegado al estacionamiento del departamento, y le agarró de ambas mejillas, dándole un dulce beso en los labios. JeongIn lo aceptó más que gustoso.
Se bajaron del auto y SeungMin le dijo que se adelantara en lo que él bajaba las bolsas, además que pasaría a buscar las cuentas del departamento. El omega agarró la llave y subió al piso correspondiente, abriendo la puerta con una expresión de cansancio, que se congeló cuando vio a una mujer sentada en el sofá.
—¿Quién eres tú? —gritó la mujer—. ¡HyunJin, un ladrón!
HyunJin salió de la cocina con una mirada confusa, que se volvió extraña al ver a JeongIn congelado en el marco de la puerta.
—No es un ladrón, mamá —le dijo el alfa, yendo donde el omega, que se encogió al oír esa última palabra—. Es JeongIn, el omega que estoy cortejando. Ya te lo dije.
—¿Qué? ¿Qué? —repitió, y JeongIn se sobresaltó cuando HyunJin le tomó la mano—. ¡¿Cómo?!
—En realidad, no cortejando —corrigió el alfa—, más bien, saliendo. JeongIn ya aceptó mi cortejo.
—¡¿QUÉ?!
La mujer se puso de pie, con su bonito rostro deformado por el horror y desprecio. El omega nunca vio una expresión como esa dirigida hacia él, con tanta repulsión que no pudo evitar darse un vistazo, tratando de ver qué es lo que había mal consigo.
—HyunJin, ¡Esto es una broma, cierto! —afirmó ella—. Es obvio, ¡¿Es una de las putas de SeungMin?!
Los ojos del alfa se oscurecieron y JeongIn bajó la vista, herido por las palabras que le dirigió esa horrible omega. No quería verse cómo que le afectaron, pero sí lo hizo, y era una sensación más que desagradable.
—Retira lo dicho —gruñó HyunJin, molesto y enojado. Su madre se calló—. ¡Qué lo retires, he dicho!
JeongIn se ocultó detrás del alfa, a pesar de los gritos de HyunJin, su omega parecía entender que no iban dirigidos hacia su persona y sólo le estaba protegiendo, por lo mismo, debía permanecer cerca suyo. La madre de HyunJin (ahora la pudo reconocer, tenía los mismos labios y ojos que el alfa) retrocedió, como si no pudiera creer que su hijo le estuviera gritando eso.
—HyunJin —jadeó ella—, dime que bromeas, por favor, ¡Este omega...!
—Es mi pareja —espetó HyunJin—, es mío. Será mi omega —HyunJin agarró el brazo de JeongIn, llevándolo a su lado—. ¡No quiero verte más por ahora, mamá!
—Tu padre... —la mujer pareció tomar valentía—, ¡Él jamás lo permitirá! Cuando lo sepa, ya verás, ¡Te dirá que este omega no es más que una basura!
JeongIn se sobresaltó al escuchar dos gruñidos: uno proveniente de su lado, con el rostro de HyunJin envuelto en amenaza, y el otro venía de la puerta. SeungMin acababa de llegar y tenía la misma expresión de intimidación que su mejor amigo.
SunMi jamás les vio aquellos semblantes y tembló cuando las feromonas alfas se extendieron en el cuarto. Feromonas de ira y desafío a que siguiera hablando.
—Vete ahora —soltó HyunJin—, y cómo vuelvas a referirte a JeongIn así, mamá, ¡Te prometo que no saldrás ilesa!
Dos alfas que eran puro instinto en ese momento, eso es lo que eran esos dos chicos allí. Dos alfas que protegían algo que consideraban importante y cómo suyo. SunMi lo pudo saber enseguida con ese sólo gesto de parte de su hijo.
Agarró su cartera y salió con dignidad, apenas dirigiéndole una mirada a los alfas, mientras que sus ojos de desprecio se posaron en los de JeongIn antes de marcharse.
SeungMin cerró la puerta, todavía viéndose molesto.
—Jinnie —murmuró JeongIn—, era tú mamá, no debías...
—Claro que debía —dijo HyunJin, haciendo un leve mohín con sus labios—, nadie, ni siquiera mi mamá, tiene derecho para ofenderte, ¿Entendido? —HyunJin lo agarró de los hombros—. Si alguien te molesta, te dice algo, tú me dices a mí y yo me encargaré de arrancarle la lengua para que nunca más lo haga.
—Romántico —bufó SeungMin—, es mejor quitarle los ojos y ofrecérselos a In como una ofrenda.
No debía reírse con lo que le estaban diciendo, pero entre tanta tensión, no pudo evitarlo. El omega se puso a reír con timidez, y ese gesto bastó para que ambos alfas también se relajaran, sabiendo que si el chico se reía, todo estaría bien. Ellos se encargarían de cuidar esa sonrisa a cómo de lugar.
Más tarde, esa noche, cuando JeongIn se fue a dormir, HyunJin y SeungMin salieron al balcón a tomar una lata de cerveza. Al día siguiente el omega debía volver al colegio, así que ellos decidieron llegar a un acuerdo para pasar tiempo con el menor: mañana iría HyunJin a dejarlo y buscarlo, y al siguiente, iría SeungMin.
Por otro lado, HyunJin escuchó en silencio sobre el encuentro de JeongIn y su padre, tratando de no dar rienda suelta al miedo que empezó a sentir sobre una posible separación del omega. Semanas atrás, habría pensado en eso como algo inconcebible, pero ahora, allí estaba. HyunJin no quería que JeongIn se alejara de él.
—Por ahora, no se irá —dijo SeungMin—, me lo ha confesado, HyunJin. Ha dicho que los dos le gustamos.
—¿No es eso obvio? —HyunJin bebió un trago—. ¿Y lo peor? Que es sólo nuestra culpa. Esa apuesta...
—¿Qué apuesta? —le interrumpió SeungMin, sacudiendo su cabeza—. Calla. Como JeongIn lo oiga, será nuestro fin.
HyunJin se volteó y miró hacia el interior del departamento, pero todo estaba en tranquilo silencio. JeongIn se marchó a dormir una hora atrás y ahora debía encontrarse en el lindo mundo de los sueños, ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor.
—Como decía... —suspiró HyunJin—. Es nuestra culpa. Ambos empezamos a cortejar a JeongIn de distintas formas y generó esos sentimientos por nosotros. Lo hemos puesto en una encrucijada.
SeungMin bufó.
—Te lo has ensayado todo, ¿Cierto? —masculló, aunque no parecía realmente molesto—. Pero sí. Si JeongIn está confundido, es porque los dos hemos jugado sucio —ahora le observó con firmeza—. Nada de trampas ni engaños, ¿Entendido? Cuando llegue el momento de que JeongIn escoja, lo tiene que hacer consciente —bajó la voz un tono—. No le engañes prometiéndole que será el único, cuando ambos sabemos que no será así. Tu padre jamás lo permitirá.
—No te metas en mis asuntos —replicó HyunJin, helado y cortante—. Lo que yo decida de mi vida es asunto mío y de nadie más. Mis padres no van a meterse en mis decisiones —le apuntó con un dedo—. Y tú tampoco eres un santo, SeungMin. Tú y yo sabemos bien que siempre te han gustado las aventuras de una noche, y dudo que eso cambie con JeongIn.
El aspecto del alfa menor también cambió, enojado porque HyunJin haya sacado ese tema, a pesar de que sabía que tenía algo de razón. Sin embargo, por su orgullo no se la daría, ya que no quería darle el gusto.
Pero las cosas podían cambiar. SeungMin sabía que con JeongIn era suficiente, lo supo en ese momento, con su alfa molesto ante la perspectiva de meterse con otro omega. No, jamás le haría eso a JeongIn.
Y lo mismo pensaba HyunJin: no se atrevería a romperle el corazón diciéndole que sería el único y luego llevando a otro omega a vivir con él. De sólo pensar en la bonita carita de JeongIn llena de pena y tristeza, su corazón se apretaba en dolor.
Pero ninguno dijo eso en voz alta. Cada uno prefería guardarse esas emociones, al menos por ahora.
—Nada de presionarlo —siguió SeungMin—, nada de forzarlo a elegir, ¿Lo tienes claro?
—¿Y me lo dices a mí? —HyunJin le miró con desprecio—. Tú querías llevártelo a la cama enseguida.
—No nos saquemos los trapos al aire, porque tienes las de perder —replicó el otro alfa—, porque fuiste tú el que quiso apostar.
HyunJin soltó un bufido, rodando los ojos y bebiendo otro trago de su lata de cerveza.
—Nada de trampas sucias —dijo el mayor—, esto debe ser un juego justo. Si yo salgo con él, tú no tienes que sabotearme, así como yo tampoco lo haré contigo.
—Eso espero —SeungMin se apoyó en el barandal, observando el oscuro cielo de la ciudad—. Y cuando él elija, el cortejo del otro se acaba. Si JeongIn me elige a mí, no quiero oír que tú le sigues...
—Claro —HyunJin sonrió con ironía ahora—. ¿Y en el hipotético caso de que no pueda elegir, lo has pensado? ¿Qué pasaría si JeongIn no puede elegir a ninguno de los dos?
El alfa menor lo miró, sabiendo que esa pregunta también rondaba en su mente desde hacía varias horas, al menos, desde que llegó a ese acuerdo con HyunJin. ¿Existía esa posibilidad? ¿La más mínima posibilidad? Por supuesto que sí: él no era idiota, y veía la forma en que se desenvolvía JeongIn alrededor de los dos. No se inclinaba por ninguno, parecía siempre preocupado de ambos y tenía mucho cuidado con las palabras que iba a decir, como si no quisiera herir a ninguno de los dos. La posibilidad ni siquiera era mínima, por el contrario, era bastante grande.
—A mi no me importaría —dijo SeungMin, y HyunJin hizo un gesto con su mano, como diciéndole que siguiera hablando—. Es decir, sí me importaría, me afectaría, pero luego... —se calló, porque no quería delatarse tan pronto—. Como sea, eso no va a ocurrir.
HyunJin no le presionó para que siguiera hablando, pues se veía también bastante contrariado consigo mismo. A pesar de todo, confesar que estarían dispuestos a aceptar una posible relación abierta (o de tres), era harina de otro costal, era demostrar que les importaba más la felicidad de JeongIn, y ese sentimiento era demasiado grande para procesarlo de manera inmediata.
Y, mucho peor, para confesarlo.
—JeongIn es un omega decente —dijo HyunJin, sin mirarlo—. Estoy seguro de que no propondrá algo tan descabellado como eso.
SeungMin tampoco lo observó, tratando de que su mente no se fuera a esa idea que HyunJin propuso. Su amigo tenía razón: eso jamás iba a pasar.
A la mañana siguiente, JeongIn iba dormitando en la silla del copiloto, cansado por haber sido despertado tan temprano. HyunJin lo contempló de reojo, observando su ojito herido menos hinchado y ahora de un color azulado. Pronto, la herida iba a desaparecer por completo, y eso lo aliviaba bastante. No quería ver al omega nunca más con una marca como aquella.
Cuando estaban por llegar al colegio, JeongIn pareció despertarse. Hizo un leve mohín con su boca, frotando su ojo bueno, y formando un puchero con sus labios.
—¿Qué? —dijo HyunJin, estacionándose—. ¿No quieres ir, Nini?
—No me gusta la escuela —se quejó JeongIn—, además, está ese alfa...
—Ven aquí —HyunJin desabrochó su cinturón de seguridad—, te dejaré impregnado en mi olor.
Antes, la idea le parecería tonta al omega, pero ahora, dichas palabras le sacaron una gran sonrisa de emoción. JeongIn también se quitó el cinturón, y sin importarle si lo podían ver a través de la ventanilla, abrazó a HyunJin. Su omega ronroneó en gusto cuando el fuerte aroma lo envolvió y sintió los labios del alfa posándose en su glándula de feromonas.
A JeongIn le gustaba el aroma de HyunJin. Era un dulce olor a naranjas y bosque, hacía que su omega se revolviera y quisiera estar a su lado todo el día.
HyunJin se alejó de su cuello, pero ahora le dio un beso en los labios. JeongIn sonrió en el beso.
—Te quiero. —le dijo HyunJin, cariñoso.
—Yo también te quiero, Hyung. —contestó JeongIn, feliz.
Se dieron un último beso antes de que el omega decidiera que debía bajar. Agarró su mochila, se despidió de HyunJin y salió del auto. El alfa le dijo que pasaría a buscarlo más tarde y que le enviara un mensaje o llamara en caso de cualquier urgencia. JeongIn le prometió que así lo haría.
Sonriendo, fue hacia las puertas del colegio. Esa era la entrada para omegas, y por eso mismo, se sorprendió cuando vio a MinHo y ChangBin allí de pie, con los brazos cruzados.
—¿Hyungs? —preguntó, desconcertado—. ¿Qué hacen aquí?
El día anterior, JeongIn les aseguró a sus amigos que no debían preocuparse, que se encontraba bien y que el día lunes les explicaría todo. Pero esperaba que eso fuera en la tarde, no a primera hora de la mañana.
—¿Qué que hacemos aquí? —farfulló ChangBin—. ¿Quién era ese idiota con el que te estabas besuqueando en el auto?
JeongIn abrió la boca, poniéndose colorado.
—Es mi novio —dijo, avergonzado—, es HyunJin.
—¡¿Tu novio?! —exclamó MinHo—. ¡Pero no me pediste permiso a mi ni a Felix para tener novio!
—¡MinHo hyung!
No quería imaginarse cuando les dijera que tenía dos novios. Ay, no. JeongIn estaba metido en problemas.
este año revivo monocromía, es una promesa ugu
¡Gracias por leer!
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