12.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~Dame tu mano ahora y sálvame, sálvame...~
Corrió, pero JaeHyung fue mucho más rápido.
A pesar del alcohol en su cuerpo, el mayor estaba lo suficientemente lúcido como para hablar con su voz alfa, y eso fue lo que hizo.
—¡Detente!
JeongIn luchó contra la voz alfa, con todo su omega gritando en pavor. No se detuvo, sin embargo, su cuerpo pareció ralentizarse, entrando en una lucha interna sobre si debía obedecer o no la orden. Eso fue suficiente para JaeHyung.
Lo agarró de la sudadera cuando JeongIn estaba en el pasillo de entrada, derribándolo estrepitosamente. La cabeza del omega golpeó el suelo con un estridente sonido, arrancándole un gemido de dolor. Mareado, desorientado y adolorido, de pronto sintió las manos del alfa en su cuerpo, girándole a la fuerza. Antes de darse cuenta, el rostro enfurecido del alfa estaba sobre el suyo, e iba a hablar, a tratar de explicarse, pero no alcanzó a emitir sonido alguno, porque JaeHyung lo golpeó en la mejilla con su puño.
El sufrimiento volvió a estallar en su cuerpo y apenas podía respirar bien, sintiendo el pánico en todo su interior.
—Gran puta de mierda —gruñó JaeHyung, y JeongIn recibió otro puñetazo en su otra mejilla. Soltó un sollozo, con la sangre en su boca—. ¿Creías que no iba a darme cuenta, pedazo de basura? Una zorra como tú se huele de lejos, apestada y llena de semen.
JeongIn volvió a llorar, con el pesado cuerpo de JaeHyung sobre el suyo, apenas siendo capaz de moverse. Ahora recibió un nuevo puñetazo en su ojo, que palpitó ante el golpe, y tartamudeó una débil explicación.
—Les entregaste el culo a esos alfas, ¿Cierto, perra? —espetó JaeHyung, y sus manos fueron hacia el cuello de JeongIn—. Claro que sí, tienes un culo ansioso de polla, de seguro dejas que te follen entre los dos, uno en tu sucio culo y otro en tu boca de zorra.
JaeHyung apretó su tráquea, cortándole la respiración, y JeongIn jadeó en desesperación, con el aire cortándose. Podía sentir la humedad en sus ojos producto de las lágrimas, el sabor metálico en su boca, y trató de agarrar las muñecas de JaeHyung para que lo soltara, pero no logró mucho.
Cuando su vista estaba con puntos negros, sintiendo que iba a morir, el aire volvió a entrar en su garganta. Tosió y escupió sangre, con el cuerpo temblando y el rostro adolorido, y pensó que JaeHyung se compadeció de él, le iba a dejar ir, le dejaría...
Enfocó su borrosa vista en el alfa, y contempló con horror cómo se desabrochaba los pantalones.
—Te daré una lección, puta asquerosa —gruñó el alfa—, voy a follarte y llenarte de semen, eso es lo que tanto quieres, ¿No? Te anudaré y te dejaré preñado, igual que a la zorra de tu madre.
—No, no, no, no... —sollozó JeongIn, tratando de patalear para soltarse. Ni siquiera le hizo daño, por el contrario, el omega recibió un nuevo golpe en su mejilla, aturdiéndolo.
Gimió de dolor y llanto cuando sintió las manos del alfa en sus pantalones, desabrochándoselos con facilidad. Unos pocos movimientos bastaron para bajárselos, y JeongIn quiso cubrirse, enloquecido por soltarse, para que le dejara libre, para que...
Su vista volvió a JaeHyung y las náuseas invadieron su garganta cuando vio el pene del alfa. Grotesco, húmedo y endurecido, listo para follárselo.
—Si tanto querías una follada, pudiste pedírmelo a mí, zorra de mierda —se rió JaeHyung—. ¿Sabes qué? Una vez acabe contigo, llamaré a unos amigos para follarte entre todos. Eso te va a encantar, imagínate, ahí si quedarás preñado y ni siquiera sabrás quien es el puto padre, perra usada.
Las piernas de JeongIn fueron abiertas a la fuerza y el alfa se acomodó entre ellas, sin dejar de reír. El omega se removió, desesperado, frenético, y fue cuando sus manos tantearon los zapatos. Los bototos con los que salió ese día.
Casi sin pensarlo, agarró uno y lo impactó, con toda la fuerza que tenía, contra la cabeza del alfa. Escuchó su maldición y el peso se quitó de encima suyo, y JeongIn se arrastró por el suelo, viendo al alfa quejándose en el piso. No lo pensó y se tambaleó, corriendo al interior de la casa, tratando de levantarse los pantalones.
Alcanzó el baño. Entró y cerró con llave, y casi de inmediato, escuchó el aporreo.
—¡Pedazo de mierda! —escuchó el grito de JaeHyung, y JeongIn corrió a abrir la llave del agua de la ducha, ahogando la voz del alfa—. ¡Ábreme, puta!
Tembló con fuerza, pero la distorsión de la voz del JaeHyung producto del agua bastó para resistirse.
Cayó de rodillas, sintiendo el dolor en su cara. Ni siquiera quería mirarse al espejo para ver sus heridas, en shock y conmocionado por completo. JaeHyung quería violarlo. JaeHyung lo iba a violar apenas derribara esa puerta, lo que ocurriría tarde o temprano.
Él sabía que eso iba a pasar. Él tenía claro que, si JaeHyung descubría lo que sea que tuviera con HyunJin y SeungMin, iba a ser su fin. Ya era su fin, eso lo tenía más que claro. Era su fin, JaeHyung lo violaría y luego lo mataría.
Rompió a llorar sin control alguno, gimiendo en voz baja y apenas escuchando los gritos del alfa. Ni siquiera podía escapar, la ventana del baño era demasiado pequeña para él, y aunque lograra cruzarla, ¿A dónde iría? Ya eran más de las siete de la tarde, oscureció y estaba sin su celular ni billetera, que tuvieron que caerse entre todo el forcejeo.
No supo cuánto tiempo estuvo llorando, pero en algún punto, en medio de su llanto, los gritos y golpes contra la puerta se acabaron. Y escuchó otra voz.
—¿JeongIn? ¿JeongIn?
Limpió sus lágrimas, aturdido por la voz que repetía su nombre. Además, los toques contra la madera eran más suaves.
Cerró la llave.
—¿Nini? ¿Nini?
JeongIn fue a la puerta, pero no abrió.
—¿HyunJin? —susurró, con la voz quebrada.
—Sí, sí, bebé —dijo el alfa, con tono suave y dulce, amable—. Soy HyunJin. ¿Puedes abrirme?
El omega vaciló.
—¿Y... Y JaeHyung? —preguntó. ¿Era acaso todo un truco? ¿O estaba alucinando?
Hubo un instante de silencio.
—Lo he dejado inconsciente, JeongIn —contestó el mayor—. No te hará daño.
Volvió a titubear un momento, sin estar seguro. Debía estar soñando, ¿Cómo era posible que HyunJin estuviera allí?
—¿Lo juras, Jinnie? —murmuró JeongIn.
—Claro, In —la voz de HyunJin seguía siendo suave—, te lo juro. Por favor, ábreme, cariño.
El tono de HyunJin, tan dulce y amoroso, fue lo que lo terminó de convencer de abrir. Con las manos temblorosas, quitó el seguro y giró la manija.
HyunJin estaba frente a él, con una expresión preocupada que se tornó de horror al verlo. JeongIn no sabía qué tan desastroso lucía, pero ver el rostro de HyunJin bastó para saber que estaba hecho una ruina.
Bajó su vista y vio otra cosa: el cuerpo caído de JaeHyung, boca abajo. Apenas se oía su respiración.
—Por Dios, JeongIn... —susurró HyunJin, sin moverse ni tocarlo—, ¿Esto te lo hizo él? —el omega asintió con la cabeza, incapaz de hablar—. Bien, vamos, vamos. Te llevaré al departamento.
—¿Por qué... Por qué estás aquí? —graznó JeongIn, con la garganta adolorida tanto por el llanto como por la forma en que JaeHyung lo ahogó.
—In... —HyunJin se le acercó y le tomó de la mano—, te escuché... Te escuché gritar y a JaeHyung hablar. No tuve que oír más para saber qué estaba pasando.
El omega volvió a asentir en silencio, aturdido y todavía con el cuerpo doliendo. Su ojo, en donde el alfa le golpeó, estaba ya hinchado, mientras que todavía podía sentir el sabor a sangre en su boca.
—Vamos. —repitió HyunJin, y JeongIn le siguió sin añadir nada más.
HyunJin no podía con la rabia y la pena, enfurecido por haber llegado tan tarde. No podía creer que ese alfa que se decía llamar el padrastro de JeongIn hubiera sido capaz de eso, y todo porque...
HyunJin no era tonto. SeungMin tampoco. Ellos lo habían conversado, cuando JeongIn apareció con el ojo morado tantas semanas atrás. Sabían que su padrastro estaba implicado, e incluso conversaron que, muy probablemente, el alfa quería hacer con el omega cosas asquerosas. Ellos sabían que, en muchas familias de escasos recursos, era normal que un alfa tomara a omegas de esa forma.
Pero ver a JeongIn ahora, así, con su ojito verde-azul hinchado, los labios rotos y un rastro de sangre en su barbilla, además de su cuello enrojecido... No quería imaginar lo que hubiera pasado si no llegaba a buscarlo. Cuando apareció en la casa, con la puerta sin seguro, y escuchó los gritos de ese alfa, no dudó en entrar e ir por JeongIn. Ese hombre apestaba a ira y alcohol, así que derribarlo de un golpe no fue difícil.
Metió a JeongIn al interior del auto. Ese fue el momento en que el omega reaccionó.
—Espera —habló con voz débil—, yo... Yo no traje pijama ni ropa, ni... Mi... Mis cosas...
—Shhh —tranquilizó HyunJin—, tranquilo, In. Te compraré otro pijama y ropa, no debes...
—Pero... —insistió JeongIn—. Pero mi cuaderno de dibujos, lo dejé...
—Bien, bien —HyunJin le besó la frente para calmarlo—, lo iré a buscar, pero espérame aquí. ¿Dónde lo dejaste?
JeongIn le indicó el lugar y HyunJin le cerró la puerta, poniéndole seguro por cualquier cosa. No tardó en entrar y dirigirse al cuarto del omega, recogiendo el celular en el suelo antes de ir hacia el mueble y ver el cuaderno que reconoció de antes, junto con el carboncillo a un lado. Lo recogió todo, y se quedó mirando los papeles en el suelo. Reconoció la carta que le escribió al omega, los restos de la cámara también, y la fotografía...
Amontonó los pedazos, mirando a SeungMin y JeongIn en ellos. Pudo sentir una pizca de celos, sin embargo, él tenía más que claro que su mejor amigo también estaba cortejando al omega. No preguntaba ni intervenía, y sabía que a JeongIn le debía dar pánico contarle.
Suspiró con cansancio, y por un breve instante, pensó si valía la pena. Mientras caminaba hacia fuera, pensó en si cortejar y salir con un chico como JeongIn, tan complicado y con tantos problemas, valía la pena.
Al salir y mirar a JeongIn a través de la ventana del auto, con la carita triste y apenada, supo su respuesta.
Llegaron al departamento media hora después. HyunJin pasó a un supermercado para comprar algunas cosas, aprovechando que en el interior había también una farmacia y así podía encontrar medicamentos para el omega. Sabía que debía estar con mucho dolor, a pesar de que no había dicho nada.
Subieron al departamento, todavía vacío. SeungMin tuvo que ir donde su madre, pues la mujer preparó una cena ya que el padre del muchacho iría a visitarla. Debía estar pronto a llegar, y se encontraría con todo ese panorama, pero sabía que no le importaría.
Sentó a JeongIn en el sofá y fue a prepararle una infusión. Volvió a los pocos minutos, y el omega seguía en la misma posición.
—Hey, bebé —llamó la atención HyunJin—, ven, vamos, necesito curarte.
Le tendió la bolsa de sofrito congelado que llevó, y el omega lo agarró para ponérselo en el ojo, haciendo un mohín. HyunJin comenzó a buscar entre las cosas que compró, hasta encontrar el algodón y la povidona, empapando el primero para limpiar las heridas del menor.
—¿Me veo horrible? —susurró JeongIn, apenado.
—Claro que no —HyunJin le limpió los labios ensangrentados—. Te sigues viendo perfecto para mí, bebé.
—No mientas —insistió el omega—, estoy lleno de heridas, mira...
—Te miro y te encuentro tan precioso como siempre —corrigió el alfa, antes de ponerse serio—. JeongIn, ¿Él...?
—No alcanzó —masculló el menor, interpretando enseguida su pregunta—. Me golpeó y me insultó, e iba a hacerlo. Me bajó los pantalones y él también se los bajó, pero... Pero... Pero alcancé a golpearlo con... Con uno de mis bototos...
—¿De verdad? —HyunJin le acarició con suavidad la mejilla adolorida—. Mira, no sólo te hacen más alto, sino que también sirven como arma.
Sus palabras le provocaron una leve risa al omega, que terminó convirtiéndose en un llanto descontrolado. HyunJin lo abrazó con cariño, oyendo los sollozos del omega contra él, y le acarició el cabello.
Claro que valía la pena. Claro que JeongIn lo valía.
Estuvo llorando varios minutos, hasta que pareció calmarse. HyunJin le tendió el té.
—Vamos, a beber —animó—, luego de eso, te pones el pijama y a la cama, bebé. Te daré una pastilla para el dolor.
—¿Me puedes dar un beso? —preguntó JeongIn, sorbiendo por su nariz.
HyunJin le sonrió y, con extremo cuidado, se inclinó y le dio un beso pequeño en los labios. No quería hacerlo con fuerza, porque sabía que le iba a doler.
Se alejó, pero JeongIn parecía un cachorrito perdido. No dudó ni un poco, y le dio otro más. Fue, en ese momento, en que la puerta se abrió.
JeongIn se echó atrás apenas sintió el ruido, separándose por completo de los labios suaves de HyunJin, y miró hacia los ojos sorprendidos de SeungMin.
Hubo un extraño silencio, en los que JeongIn pensó que el desastre iba a desatarse otra vez. El pánico volvió a burbujear, creyendo que SeungMin se lanzaría sobre HyunJin y ambos pelearían, o lo iban a echar de allí por haberlos engañado mutuamente.
Estaba a punto de estallar en llanto de nuevo, hasta que HyunJin habló.
—Creí que llegarías tarde. —dijo tranquilo, recostándose en el respaldo del sofá.
—Oh, ¿Interrumpí algo? —se burló SeungMin, pero no había gracia en su voz. No con su mirada puesta en JeongIn, que apenas se veía su rostro por la posición en la que estaba, dándole la espalda al alfa.
El omega bajó la vista, completamente avergonzado e incómodo, y miró sus manos.
—Tal vez debería...
—Ni se te ocurra —HyunJin lo miró con advertencia, adivinando sus pensamientos—. No dejaré que vayas a tu casa luego de lo que pasó.
SeungMin dejó su bolso en el suelo antes de acercarse al omega. Sin importarle nada más, y con suavidad, le levantó el rostro, observando su rostro y cuello.
—¿Qué ocurrió? —y la rabia fluyó en su tono, iracundo por cómo lucía el omega.
—Nada. —dijo JeongIn con un hilillo.
—¿Nada? —la voz de HyunJin sonaba furiosa—. Pasó que el imbécil que tiene de padrastro lo golpeó y trató de abusar de él. Trató de forzarlo. Trató de violarlo.
Hubo un silencio tenso en el comedor, y SeungMin apretó sus manos en puños, rabioso.
—Lo mataré. —espetó en un susurro rabioso.
—Está bien —trató de excusarse JeongIn, nervioso, y no sabía por qué lo defendía. Por qué trataba de quitarle peso—. JaeHyung estaba borracho, estoy seguro de que...
—¿De qué? —le interrumpió SeungMin entre dientes—. No irás más a tu casa. Si es necesario, vivirás aquí de ahora en adelante.
Otro extraño silencio. HyunJin no protestó, sino que parecía más que complacido con esas palabras. En cambio, el menor lucía a punto de romper a llorar una vez más.
—No puedo dejar a mamá sola. —gimoteó, y dejó salir el gran terror que sentía, el motivo de por qué trataba de quitarle importancia: su mamá. Siempre su mamá.
Ocultó su rostro entre sus manos, sintiendo el peso en sus hombros. ¿Qué le diría a su mamá? ¿Cómo iba a reaccionar ella? ¿Qué es lo que iba a ocurrir ahora con ellos, y más con su mamá, que estaba embarazada?
A SeungMin le importó una mierda haber entrado al departamento y ver a JeongIn y HyunJin besándose, le importó una mierda que su amigo también estuviera saliendo con el omega. Le importaba una mierda, en ese momento, si perdía.
Porque no quería ver nunca más a JeongIn así, tan aterrado, tan nervioso y desesperado.
Y al observar a HyunJin, se dio cuenta de que su amigo pensaba lo mismo.
Oh, mierda. Ambos estaban muy jodidos, porque la apuesta, al parecer, se podía dar por finalizada.
Ambos rompieron la regla más sagrada, y lo tenían claro. Ambos se habían enamorado de JeongIn.
JeongIn se quedó dormido en los brazos de SeungMin, cerrando sus ojos y dejando que el sueño lo dominara, como si se tratara de un niño pequeño que era acurrucado al lado de su mamá.
En silencio, ambos decidieron llevar a JeongIn a la habitación de SeungMin, la más cercana en ese instante. Lo despertaron brevemente, con el omega apenas consciente por el sueño, y le dieron una pastilla para el dolor, así podía dormir un poco más. Pronto, volvió a caer al mundo de los sueños, y SeungMin lo arropó amorosamente, dándole un beso suave en la frente.
Apenas cerró la puerta, los dos alfas se miraron con frialdad, y con una mirada de HyunJin, salieron del departamento en completo silencio. Cada uno iba pensando en lo que diría a continuación, ahora que el telón de esa ridícula apuesta cayó.
Salieron del edificio, dejando que el frío aire nocturno les limpiara los pulmones, los hiciera relajarse un poco, les hiciera despejarse de la escena de JeongIn herido.
HyunJin sacó un cigarrillo, encendiéndolo, y le ofreció uno. No era muy buen fumador, pero cuando estaba demasiado nervioso, necesitaba de uno. SeungMin negó con la cabeza para luego sonreír tensamente.
—¿Entonces...? —le preguntó, enarcando una ceja.
El alfa exhaló el humo, mirando al frente.
—JeongIn y yo estamos saliendo hace unas semanas. Saliendo seriamente. —dijo HyunJin sin una expresión culpable.
SeungMin se removió, incómodo.
—Él y yo... —comenzó a decir el menor, antes de ser interrumpido.
—¿Lo estás cortejando?
SeungMin recordó la noche en que JeongIn llegó llorando, histérico, incrédulo y sobrepasado por todas sus emociones, y luego, cuando se calmó, lo besó. La noche que pasó con él, llenándole la preciosa carita de besos, viendo su expresión iluminada y ruborizada. Todos los otros besos que compartió con él en las citas que tenían, la forma en que se veía capaz de darle más y más.
Nunca alguna persona lo hizo sentir así, como esos besos que le daba al omega.
—Sí. —se limitó a contestar.
HyunJin arrugó los labios, sintiendo los celos corroyendo su estómago y su corazón. No quería imaginarse a JeongIn con otro alfa, siendo el omega de otra persona.
Él quería ser el único en su corazón.
—Te pregunté si él te gustaba y me dijiste que no. —le dijo duramente a SeungMin, entrecerrando sus ojos.
—Tú igual lo negaste. —le espetó su amigo con rabia.
HyunJin soltó un resoplido, recordando los besos que compartía con JeongIn, los ojos dispares del chico posados en él, viéndolo con tanto cariño que algo pareció apretarse dentro suyo. Ese innato deseo de protegerlo siempre, de nunca soltarlo, acrecentándose en su estómago.
No lo iba a alejar nunca. No le rompería el corazón jamás.
—¿Qué pretendes hacer? —gruñó HyunJin en un susurro furioso—. JeongIn estará bien conmigo, lo sabes muy bien, y lo mejor sería que lo dejes en paz. Le daré la vida que merece y podrá deshacerse de ese... De ese monstruo.
SeungMin abrió sus ojos con sorpresa ante sus repentinas palabras, antes de dejar salir un bufido.
—¿Tú? —SeungMin dio unos pasos, gruñendo también—. Por favor, JeongIn no te necesita. Lo que necesita JeongIn es a alguien que lo proteja, que lo cuide, que le dé amor y cariño. Y tú, HyunJin, puedes ser todo un encanto si te lo propones, pero eres también demasiado calculador para JeongIn, y de seguro lo dejarás de lado en unos meses más, cuando tus padres quieran un matrimonio político que los beneficie. Aléjate tú.
En un abrir y cerrar de ojos, HyunJin lo agarró de las solapas de su abrigo tirándolo contra la pared, con su mirada amenazadora erizando su piel por completo.
—¿Y tú, Kim? ¿Te crees mejor que yo? —soltó HyunJin, mostrando sus dientes—. Tú eres un estúpido mujeriego, de seguro lo terminarás engañando con la primera puta que se te cruce y le romperás el corazón.
Ambos alfas se miraron sin poder ocultar un segundo la ira que corría por sus venas, con el aura amenazadora que se extendía por todos sus cuerpos advirtiéndole a las personas de la calle que se alejaran de ellos. En ese momento, no parecían ni de cerca los mejores amigos que fueron tantos años.
—Yo me fijé primero en JeongIn. —contestó SeungMin, tomándolo de las muñecas, pero sin perder la mirada amenazante.
—JeongIn confió en mí primero. —respondió HyunJin, sin lucir un poco intimidado.
Volvieron a observarse en silencio.
—Tú quisiste apostar. —soltó SeungMin, sabiendo que ahora estaba jugando sucio.
HyunJin arrugó el ceño, apretando su agarre en torno al abrigo de su amigo, y acercó su rostro.
—Tú no te negaste.
Sí, los dos empezaron a jugar sucio al sacarse aquello a la cara. Esa apuesta, ese juego que iniciaron por mero aburrimiento, por el simple hecho de saber que podían llevar a un omega a la cama. Esa apuesta que podía arruinar por completo todo si JeongIn llegaba a enterarse alguna vez.
Ambos sabían que, si JeongIn sabía la verdad, jamás se los perdonaría.
—Si JeongIn está saliendo con los dos —dijo de pronto HyunJin, soltando un poco a SeungMin—, es culpa nuestra. Nosotros nos acercamos con dobles intenciones, por lo tanto...
—¿Qué es lo que pretendes, Hwang? —gruñó SeungMin.
HyunJin puso una expresión calculadora, alejándose.
—JeongIn tendrá la última palabra de esto. Ambos lo vamos a cortejar, pero será él quien decida.
SeungMin apretó sus labios un momento, tratando de relajar su expresión, pero apenas lográndolo. Todo su instinto alfa demandaba ir al departamento y llevarse a JeongIn de allí, prometiéndole el mundo entero si era necesario para que estuvieran juntos.
—Bien —espetó—, pero ninguno saboteará al otro. Debe ser una conquista justa.
HyunJin lo miró con completa frialdad, apenas viéndose rastro de amistad en su rostro.
—Como quieras —escupió el de cabello negro—. Y una última cosa. Sobre la apuesta...
El más bajo no continuó con la frase, mirándolo expectante. Esperando que añadiera lo que quería decir.
—Ni una palabra. La apuesta no existió, ni para nosotros —SeungMin soltó un chasquido—, ni para JeongIn.
HyunJin simplemente asintió.
***
JeongIn despertó en la cama, solo, sin nadie a su lado.
Se revolvió en las suaves sábanas, sintiendo el dolor estallar brevemente en su ojo cuando trató de abrirlo. Como un relámpago, los hechos ocurridos el día anterior aparecieron en su cabeza, uno detrás de otro, y se enderezó, como si esperara que los dos alfas estuvieran allí.
Sin embargo, no había nadie. Se miró un instante, notando que el pijama no era suyo: recordaba muy poco de lo ocurrido una vez cayó dormido en los brazos de SeungMin, ¿Le despertaron en medio de la noche para cambiarlo? Por el aroma, podía adivinar que el pijama era del alfa de cabello rubio.
Puso sus pies en el suelo, titubeando sobre si ir al comedor o no. Tenía miedo de que lo estuvieran esperando para hablar con él, para encararlo y acusarlo de estarse aprovechando de ellos. Sería lo más normal, después de todo, JeongIn jamás les aclaró que estaba saliendo con el otro. Él se los ocultó y trató de esconderlo lo más posible.
Pero no podía quedarse allí para siempre. Tarde o temprano, los tendría que enfrentar.
Se puso de pie finalmente, caminando hacia la puerta, y antes de abrirla, respiró con profundidad. Salió al pasillo, yendo al living-comedor, y quedándose quieto cuando vio a los dos alfas, sentados en el sofá, frente al televisor... Y jugando play station.
Ambos se voltearon a verlo y HyunJin pausó el juego. JeongIn les devolvió la mirada, desorientado por completo.
—¿Te despertamos? —preguntó SeungMin, estirándose.
—No —la voz de JeongIn, otra vez, era apenas un graznido—, ¿Qué hora es?
—Casi mediodía —respondió HyunJin, enderezándose—. ¿Tienes hambre? Ven, a comer, In.
JeongIn no entendía nada de lo que estaba pasando, y menos la forma en que le estaban tratando, como si nada, como si él no hubiera estado jugando con ellos. Como si ambos no hubieran estado compartiendo a un omega.
Se sobresaltó cuando, repentinamente, SeungMin le agarró la mano. El alfa le besó los nudillos, mientras HyunJin iba a la cocina a calentar agua.
—Anoche no pudimos hablar mucho —le susurró el mayor, cariñoso—, pero me alegra que estés aquí, JeongInie —pudo ver la ira en sus ojos—, y lo que te hizo ese hijo de puta, lo va a pagar, te lo prometo.
—Minnie... —murmuró el muchacho, avergonzado.
—Oye, ¡Tráelo a comer! Debe estar muerto de hambre. —gritó HyunJin desde la cocina.
SeungMin rodó los ojos, pero no soltó su mano, y arrastró a un más desorientado JeongIn hacia el cuarto. En la mesa de la cocina ya había un plato con tostadas, huevo revuelto y salchichas, y un vaso con leche. JeongIn se sentó y olisqueó la leche, y algo cálido se asentó en su estómago cuando se dio cuenta de que era leche de plátano.
—Hyungs... —susurró, sintiendo sus ojos llorosos.
—¿No te ha gustado? —saltó HyunJin, preocupado—. No soy un gran cocinero, pero...
—De seguro tu comida le ha dado asco. —replicó SeungMin.
Esa pelea tan estúpida entre los dos le hizo soltar una risotada, que como el día anterior, se terminó transformando en un suave llanto. Ambos alfas dejaron la tonta pelea que tenían y fueron hacia él, dándole un abrazo, cada uno por un lado. Ese gesto le hizo soltar nuevas lágrimas.
—Lo siento —se disculpó JeongIn minutos después, una vez logró recuperarse—, lo siento tanto...
—¿Qué es lo que sientes? —preguntó SeungMin, atónito.
—Haberlos engañado —sollozó JeongIn, desconsolado. Los mayores se miraron—, yo no... Yo no les dije que estaba saliendo con los dos, les escondí...
—Oh, oh —interrumpió HyunJin, forzándose a no poner una expresión culpable—, no te preocupes por esa tontería, bebé.
—No quería jugar con ustedes —trató de explicarse JeongIn, hipando—, es sólo que... Sólo no sabía cómo decirles sin que se enfadaran, no quiero hacerlos pelear.
—JeongIn, tranquilo, por favor —insistió SeungMin, sin perder la amabilidad—, HyunJin y yo... Lo sabíamos. —medio mintió.
El llanto de JeongIn se detuvo, sorprendido por las palabras que le dijo el alfa. Levantó la vista, mirando las expresiones sin enfado de ellos. Mucho tiempo creyó que, cuando ambos se enteraran, iban a estallar en rabia y celos, y le abandonarían por haberse aprovechado de ellos. Por haberles mentido de forma descarada y haber actuado como una zorra.
—¿Cómo?
—Mira, escúchanos —intervino HyunJin, serio—, ambos estamos conscientes de que... De que nos gustas, y cada uno quiere cortejarte.
—¿Cor... Cortejarme?
—Cortejarte como corresponde —afirmó SeungMin—. Cada uno lo hará por su lado, y tú... —hizo una pausa, evitando mostrar un mohín—. Te dejaremos elegir a ti, JeongIn. Tú tendrás que elegir a cuál de los dos quieres.
‹‹Los dos. Los quiero a los dos››, pareció gruñir el omega de JeongIn, pero tuvo que contenerlo, tuvo que ahogarlo, porque... ¿Cómo se le podía ocurrir ese estúpido pensamiento? Un omega jamás tendría dos alfas, y menos un omega como JeongIn.
—¿Hablan... Hablan en serio? —preguntó, ahogado por la conmoción.
—Nunca hemos hablado tan en serio —contestó HyunJin, limpiándole con cariño las lágrimas—. Fue... Fue nuestra culpa que esto haya resultado así, JeongIn, y tú no tienes por qué cargar con eso.
—¿Por qué es su culpa? —tartamudeó JeongIn.
HyunJin y SeungMin se miraron un breve instante, en una clara señal de advertencia y promesa.
—Porque los dos nos enamoramos de ti —respondió SeungMin—, y te cortejamos al mismo tiempo sin hablarlo antes. Y te hemos confundido con eso, ¿No es así? —JeongIn asintió, tímido—. Bebé, si nos lo permites...
—Si tú lo quieres —habló HyunJin—, ambos queremos salir contigo y cortejarte. Y tú puedes tomarte el tiempo que desees hasta elegir a uno de los dos. ¿Estarías bien con... Con eso?
JeongIn no respondió enseguida, todavía demasiado atónito por lo que estaba escuchando por parte de ambos alfas. ¿Cómo era eso posible? ¿Los dos realmente... Realmente le estaban pidiendo permiso para cortejarlo? ¿Para salir con él? ¿No era una mala y horrible broma?
—¿Están... Están seguros de esto? —siguió preguntando, todavía sin creérselo—. ¿Ustedes...?
—JeongIn —dijo HyunJin, tomando aire—, estamos muy seguro de lo que te decimos. Te lo juramos.
—Por favor, ¿Nos dejarías cortejarte? —preguntó SeungMin, sonriéndole con dulzura.
El omega abrió la boca, pero sus labios temblaron y la respuesta sólo se convirtió en un sollozo. Las lágrimas volvieron a correr por sus ojos, incapaz de controlarlo, y sintió como uno de los alfas se movió para abrazarlo. Por el aroma, identificó que fue HyunJin. Acto seguido, otros brazos lo rodearon, y lloró con más fuerza por encontrarse rodeado de todo ese amor que no se merecía.
—Tranquilo, bebé —consoló HyunJin—. ¿Te hemos agobiado? ¿Prefieres que no lo hagamos?
—No... Es decir, sí, sí —JeongIn sorbió por su nariz—. Si quiero que... Que lo hagan. Sí, sí —soltó un nuevo sollozo—. Lo... Lo si-siento, lo siento...
—No, no lo lamentes —dijo SeungMin—, nosotros lo lamentamos.
—Pero no quiero...
—No te estás interponiendo entre nosotros —aseguró HyunJin—, lo hemos hablado, todo está claro entre nosotros.
JeongIn dejó salir un nuevo llanto, pero ahora mezclado con una risa.
—Sí, pero... Pero igual lo siento —vaciló un segundo—. Ambos... Ambos me invitaron para el catorce de febrero y yo acepté esas dos invitaciones, ni siquiera lo... Lo pensé... Lo siento, no tuve...
SeungMin se rió, aunque sintió los celos corroer por su cuerpo. Para HyunJin fue casi lo mismo.
—Bien, ¿Qué tal si salimos los tres, entonces? —ofreció SeungMin—. ¿Dónde quieres ir, precioso?
—A la nieve, a la nieve. —tartamudeó JeongIn.
—Iremos a la nieve, bebé. —aseguró HyunJin.
JeongIn sintió unos suaves besos en las mejillas, dados con todo el amor del mundo, y pensó que eso era lo único que quería. Lo único que deseaba de ellos dos era que le dieran amor.
JeongIn quedó tan agotado de todo su llanto, que volvió a caer dormido una vez se calmó lo suficiente. Le dieron un vaso con agua, además de unas tostadas para que se alimentara, antes de que cayera dormido.
Una vez el chico se durmió, ambos alfas sintieron como la tensión volvió a caer en ellos. Apenas hablaron sobre lo recién ocurrido, sabiendo que las cosas quedaron claras entre ambos.
El omega despertó para cuando eran casi la dos de la tarde. Esta vez el almuerzo le tocó a SeungMin, y mientras cocinaba, HyunJin le limpiaba las heridas a JeongIn.
—¿Trajiste mi celular? —preguntó el omega cuando el mayor le entregó el aparato.
—Por supuesto —HyunJin, aprovechando el momento de intimidad, se inclinó y le dio un beso en la boca—. Aunque está apagado, porque la batería se salió y no pude encenderlo por la clave.
JeongIn asintió, distraído, y lo encendió. Pasados unos segundos, una vez todo se reinició, le empezaron a llegar notificaciones: llamadas perdidas y mensajes. De su mamá, de Felix, de ChangBin y MinHo.
Mordió su labio inferior antes de hacer un mohín por el dolor.
Marcó el número de su mamá.
—¿JeongIn?
La mujer contestó luego de seis timbrados. Su voz se escuchaba muy agotada, temblorosa y algo perdida.
—Hola, mamá. —contestó, y su mismo tono salió quebrado y tiritón. HyunJin le dio la mano.
—¿Qué es lo que ha pasado? —fue lo primero que preguntó ella—. Anoche llegué a casa y JaeHyung estaba... Estaba en el suelo, inconsciente. Tu cuarto estaba...
—Mamá. —titubeó.
—Hoy se despertó con un humor de perros y no quiso... no quiso decirme nada —le escuchó su sollozo—. Se ha ido a tomar ahora, pero él...
—Mamá —repitió, y su voz se ahogó, se perdió—, mamá, él trató de... Él trató de...
Ahora el llanto de su mamá fue mucho más fuerte, más destrozado, y JeongIn también quería llorar al escucharla de esa forma.
—¿Lo hizo? —jadeó ella—. ¿Lo consiguió, JeongIn?
—No —JeongIn sorbió por su nariz, evitando llorar—, no, mamá. Yo... Yo hui y... Y estoy en casa de...
—¿De HyunJin? —aventuró ella, cansada—. ¿Él te protegió, bebé?
Ahora sí se puso a llorar, porque desde hace mucho su mamá no le llamaba de esa forma. No recordaba la última vez que lo hizo, y ese pensamiento le rompió otra vez.
—Sí, mamá —tartamudeó—, estoy... Estoy en su departamento. Mamá...
—Bien. Bien —HyunJin se puso de pie, haciéndole un gesto para dejarle solo—. Es... Es mejor que te quedes con él, In. Con HyunJin.
—Mamá, ¿Tú... Tú lo vas a dejar?
—¿A dejar? —HyeJi se rió con agotamiento—. No puedo, JeongIn. Sabes que no puedo. Yo tengo... Yo tengo su marca. Estoy esperando a su hijo.
JeongIn lo sabía, lo tenía más que claro. Sabía que las cosas no eran fáciles, que su mamá no podía, simplemente, dejar a ese imbécil. La casa en la que estaban era de JaeHyung, y si bien ese imbécil no tenía un trabajo fijo, siempre se conseguía dinero cuando las cosas se ponían difíciles. Y su mamá... ¿A dónde se iría ahora que estaba embarazada? Trabajaría hasta que iniciara su prenatal, y después, los gastos del bebé se incrementarían.
—JeongIn —habló su madre—, ven ahora a la casa. JaeHyung no volverá hasta la noche, y es mejor que saques tus cosas. Yo debo irme a trabajar en ese momento, pero... Mañana tengo libre, ¿Te parece si nos... Si nos vemos en algún lugar para hablar con más calma?
No le quedaba otra opción que aceptar. Sabía que para su mamá debía ser muy difícil y doloroso, en especial porque ¿Cómo se sentiría que tu pareja quisiera abusar de tu hijo? Ella debía estar destruida, y JeongIn no podía culparla por elegirlo, porque eso era lo que un omega debía hacer.
Conversó un poco más con ella, hasta que se despidieron y JeongIn fue al comedor. Todavía se le hacía un poco extraño eso, en especial el hecho de estar con ambos en la misma habitación.
SeungMin estaba sirviendo la comida, mientras que HyunJin ponía algo de música. Se quedó de pie al lado de la mesa, como si no supiera qué hacer, y SeungMin fue el primero en hacerle un gesto.
—Ven aquí, ¿Tienes hambre? —preguntó el alfa de cabello rubio—. Ya está un poco menos hinchado, bebé.
Sintió breve pánico ante el sobrenombre dulce, casi esperando que HyunJin se enfureciera porque SeungMin actuara tan amoroso con él.
Pero eso no pasó. HyunJin le sirvió jugo y le guiñó un ojo.
—Casi me rompió la nariz. —dijo JeongIn, estremeciéndose y recordando los golpes, los insultos.
—Nunca más va a tocarte —habló HyunJin, serio—. La próxima vez que se atreva a hacerlo, lo vamos a matar.
JeongIn sabía que no estaban bromeando.
Para el almuerzo, les avisó que debía ir a su casa a buscar sus cosas. Al inicio se negaron, diciendo que cualquier coa que necesitara, ellos iban a comprársela. Sin embargo, después de mucho insistir, terminaron aceptando: SeungMin dijo que le acompañaría. HyunJin recibió una llamada de su madre para ir a verla, y sabiendo cómo era la mujer, dijo que no podía dejarla plantada.
Así que, después del almuerzo, se subió al auto de SeungMin y partieron a la casa del omega. El alfa quiso distraerlo, poniendo música y conversándole sobre varias cosas. A JeongIn le gustaba escuchar a SeungMin hablar por esa voz baja y calmada que poseía, que parecía como si le estuviera contando un cuento para hacerlo dormir.
En un semáforo en rojo, SeungMin aprovechó para darle un beso suave en la boca.
—Me encantas. —le dijo el mayor, y JeongIn quería acurrucarse contra él.
Llegaron quince minutos después. La casa parecía cerrada y como si no hubiera nadie. Su mamá le dijo que dejaría la llave para entrar bajo el macetero.
Sin embargo, eso no fue lo que llamó su atención, ni la atención de SeungMin, sino el hombre de pie ante el portón, llamando por celular.
JeongIn no lo reconoció enseguida. Llevaba unas gafas de sol oscuras sobre sus ojos, su cabello estaba ordenado y llevaba puesto un elegante traje gris. JeongIn lo recordaba de otra forma.
Se bajó del auto, con SeungMin siguiéndolo.
—Disculpe, ¿Está buscando a alguien? —preguntó, con su voz tímida y apagada.
El hombre se giró. JeongIn le contempló como si fuera un extraño, y es que quizás, eso es lo que era.
—¿JeongIn? —dijo el hombre, y el omega sintió el aire escapando de sus pulmones.
—¿Pa... Papá? —preguntó, desconcertado y atónito.
JeongIn quería volver a huir.
¡Gracias por leer!
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