11.
Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. HyunJin!Alfa x SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega
~Necesito tu amor antes de caer, caer...
—SeungMin...
—¿Qué pasa?
—¿A dónde vamos?
SeungMin se rió al escuchar la insegura pregunta de JeongIn, notando el color pintando las bonitas mejillas del muchacho.
—Te lo he dicho —contestó el mayor—, es una sorpresa, Innie.
JeongIn hizo un pequeño puchero ante su respuesta, inconforme, pero sabía que insistir no valdría de nada. SeungMin fue muy firme en no contarle a donde le llevaba, vendándole los ojos una vez se subieron al auto. El alfa no era muy inclinado a conducir, era de los que prefería caminar, pero ese regalo fue por parte de su padre en su cumpleaños, y JeongIn adivinó que al lugar al que iban no era cerca por lo mismo.
Por un breve momento, tuvo el pensamiento de que le llevaba a un motel y eso le hizo entrar en pánico. Por mucho que hubiera aceptado salir con SeungMin –JeongIn todavía no sabía si ellos tenían algo oficial o no–, eso no significaba que estuviera listo para la intimidad. Le provocaba mucho terror el hecho de que eso ocurriera y luego fuera abandonado.
Sin embargo, SeungMin pareció adivinar su hilo de pensamientos, porque le aseguró que no le llevaba a ningún sitio que pudiera causarle temor. Con eso, fue suficiente para que JeongIn confiara en él y fuera sin duda alguna.
No llevaban más de veinte minutos viajando, cuando de pronto vio al alfa desviarse de la carretera y entrar por un camino de ripio. No conocía esa ruta, jamás había ido por ahí, y empezó a preocuparse un poco.
—No volveremos muy tarde, ¿Cierto? —preguntó el omega, tímido.
Era viernes, y por lo mismo, sus clases acabaron a mediodía. Le había mentido a su mamá diciéndole que después tenía trabajo, pues tomó un turno extra, y así poder salir con SeungMin. Fueron a almorzar y el alfa le dijo que quería llevarlo a un lugar bonito. JeongIn no pudo decirle que no.
—Claro que no —aseguró SeungMin, sonriendo traviesamente—. Cuando den las siete, nos devolveremos y te iré a dejar a casa, In.
—Mmm... —murmuró JeongIn, sabiendo que le pediría que le dejara a unas cuadras. No quería que JaeHyung le viera en el auto de SeungMin.
Diez minutos después, SeungMin se desvió del camino principal y entró en otro más pequeño. A menos de un kilómetro, JeongIn vio un arco de fierro con un portón abierto, por el que entraron, y supo enseguida dónde se encontraban.
JeongIn escuchó de ese lugar cuando era más joven, pues una vez su curso fue de paseo escolar. Él no pudo ir debido a que su mamá no pagó la cuota necesaria (su padre se había marchado sólo unos meses atrás, por lo que no tenían mucho dinero), y se perdió ese bonito paseo.
Ahora, se giró hacia SeungMin, con una mirada de emoción.
—¡SeungMin, ¿Es la-...
—¿La granja de animales? —le interrumpió el alfa, sin dejar de sonreír también—. Creí que sería un bonito lugar para ti.
—¡Claro que sí! —JeongIn esperó a que SeungMin se estacionara antes de abrazarlo, haciendo que riera—. ¡No debías!
—No —concedió SeungMin, dándole un ligero beso en su cuello—, pero me gusta hacerte feliz —sonrió, engreído—. ¿No merezco un premio, Nini?
Sus palabras le estremecieron, pero de una forma agradable, y alejó un poco su rostro. Vio los ojos oscurecidos del alfa, por lo mismo, se inclinó y le dio un pequeño beso en los labios.
—Gracias, gracias. —le dijo, cohibido.
—Eso no es un beso. —reclamó SeungMin, y ahora el mayor le beso, abriendo su boca y metiendo su lengua dentro.
Estuvieron unos minutos así, hasta que JeongIn lo consideró suficiente, y se alejó con los labios hinchados y los ojos brillando. SeungMin no parecía satisfecho, pero de seguro se lo cobraría después, y al omega no le importaba. Le gustaba cuando Seung le besaba de esa forma.
Se bajaron del auto y fueron a la pequeña cabina donde se compraban los boletos. SeungMin pagó todo sin dudarlo un poco, a pesar de las protestas del omega, y una vez cruzaron la barrera, le agarró la mano.
La granja era un lugar de panorama familiar para entretenerse en un ambiente rural. Era un gran campo con muchas hectáreas, donde se podían ver de cerca muchos animales en un ambiente natural. No era un zoológico como tal, pues no tenían animales de safari, por ejemplo. Era como una granja, pero abierta al público.
Lo primero que vieron fueron pollos. Se encontraron con una casita llena de pollitos amarillos por doquier, varias gallinas y un gallo.
—¡Mira que lindos, SeungMin! —gritó JeongIn, soltándole la mano y yendo tras los pollos.
El alfa observó como los pollitos corrían de JeongIn, que sólo se reía como un niño pequeño al que le hubieran entregado un juguete. No tenía idea de que una granja podría hacerlo tan feliz, y no se arrepentía ni un poco de haberlo llevado.
Después, se encontraron con las vacas. Contemplaron, de primera mano, un parto de un ternero, lo que fue un poco asqueroso. Sin embargo, JeongIn no podía dejar de mirarlo, con esos grandes ojos dispares, confiriéndole un aire inocente y dulce. SeungMin no podía aguantarlo más, y a pesar del escenario poco romántico, le empezó a besar el rostro. JeongIn comenzó a empujarlo lejos de él, sorprendido, porque no quería perderse el nacimiento del becerro.
Más allá, estaban los toros, que JeongIn encontró aburridos pues no hacían demasiado, junto con los bueyes, que sólo comían. De ahí, vinieron las ovejas.
Justo en ese momento había un pastor, que al verlos acercarse, les hizo señas para que siguieran aproximándose. JeongIn lo saludó a través de la valla, intercambiando un par de palabras, y de pronto, agarró un corderito en sus brazos, acercándose con él.
—¿Quieres sostenerlo, chico? —le preguntó a JeongIn.
—¡Sí! —saltó el omega, feliz.
JeongIn recibió al cordero con cuidado, que soltó un balido, y el menor comenzó a hablarle. SeungMin le quitó el cabello del rostro, buscando su celular para sacarle alguna foto.
—¿Qué haces, Hyung? —preguntó JeongIn, sin dejar de mirar al animal en sus brazos.
—Sonríeme, vamos —incitó SeungMin, y el omega obedeció con cierta timidez—. Pondré esto como fondo de pantalla, te ves tan bonito, Nini.
—¡No digas eso! —se quejó JeongIn, pero la sonrisa en su rostro era todo para el alfa.
Unos minutos después, devolvieron al corderito dentro de la cerca, que corrió hacia su madre. Se despidieron del pastor antes de seguir, llegando donde estaban las cabras. Ocurrió lo mismo que con el corderito: le entregaron un cabrito a JeongIn, de color blanco con unas manchitas negras, y el menor parecía derretirse con eso.
—¿Te regalo un cabrito, In? —le preguntó SeungMin, sin dejar de sacarle fotos.
—¡No, claro que no! —se rió el omega—. ¿Dónde lo tendría? Eso es...
—Cuando te marque y vivamos juntos —le interrumpió SeungMin, acercándose y viendo el rubor en las mejillas de JeongIn—, si quieres, te compraré una bonita casa en el campo para que tengas todos los animales que desees.
—SeungMin... —murmuró JeongIn, avergonzado.
—¿Qué? —el alfa se inclinó y lo besó. El cabrito baló—. Voy a hacerte tan feliz, como sólo tú lo mereces.
A JeongIn le sorprendía eso. Le sorprendía la capacidad que tenía para sentirse mejor sólo con esas palabras, lo mucho que le gustaba escucharlas. En especial, dejaba de verse como un chico monocromo, empezando a recuperar todos esos colores que le fueron arrebatados.
¿Así debía sentirse el amor?
Era extraño, pensaba también, como esos colores aparecían cuando se trataba de SeungMin y HyunJin. A pesar de que se encontrara con SeungMin, a veces su mente iba con HyunJin, y no es como si deseara cambiar los papeles, pero le habría gustado... A JeongIn le habría encantado que HyunJin estuviera allí, con ellos. Que los tres estuvieran ahí, y los alfas aceptaran a JeongIn como omega, y así pudiera besarlos a los dos.
Pero eliminaba esa idea con rapidez. No tenía ningún sentido, empezando por el hecho de que era imposible que dos alfas decidieran compartir a un omega.
JeongIn tendría que decidir. Sin embargo, no quería pensar en eso de forma inmediata, y por lo mismo, se concentraba sólo en SeungMin.
—¿Puede ser una casa cerca de un río? —preguntó JeongIn.
—Chico descarado —jugueteó SeungMin, sin dejar de sonreír—. Todo lo que pidas, te lo daré, bebé.
SeungMin no lo asumía por completo, pero una parte sabía que eso era cierto. Las últimas semanas, desde que besó por primera vez a JeongIn, su imagen del chico se transformó por completo. Ya no era un omega de apuesta. Ahora era un omega que le gustaba, que quería y deseaba. Era un omega al que complacería y cuidaría.
Aunque, muchas veces, trató de decirse que no era así.
Siguieron con el tour, viendo algunas llamas y alpacas, junto con pavos reales, conejos y cobayos. Incluso notaron, entre los árboles, un par de ardillas. También había cerdos, patos y gansos, pero a esos últimos no se acercaron. Eran demasiado peligrosos.
Por último, llegaron con los caballos y yeguas. Les ofrecieron dar un paseo en ellos, por lo que aceptaron, y SeungMin le enseñó a JeongIn a cabalgar el animal. SeungMin ya sabía cómo andar a caballo, pues aprendió cuando más pequeño gracias a su padre, y pronto, los dos andaban galopando a lo largo del prado.
Entre todo el recorrido, pronto les dio las seis de la tarde. SeungMin le ofreció a JeongIn ir a comer al restaurante hogareño que el lugar tenía, y cuando dieron las siete, ya iban subiendo al auto.
—Minnie —le dijo JeongIn, inclinándose y dándole un beso en la boca—, muchas gracias por esto, de verdad. No tenías...
—No digas eso —le interrumpió SeungMin, besándolo un par de veces—. Te traje porque quería, bebé.
JeongIn no dejaba de sonreír, sosteniendo el sobre con unas fotos que les sacaron: eran cinco, y en todas salían los dos, con distintos animales: sosteniendo un cerdito, dos conejitos, dos cobayos y unos patitos. En la última, ambos salían cabalgando en los caballos.
—Fue muy bonito —insistió JeongIn—, jamás vine aquí y... Y... —de la emoción sentía ganas de llorar, y no podía evitar la vergüenza por eso.
—Y cuando quieras volver, sólo debes decírmelo —SeungMin le agarró la mano, dándole un apretón—. Para eso estoy, bebé. Soy tu alfa, y mi deber es hacerte feliz y cumplir tus deseos.
—¿Y si te pidiera la luna? —bromeó JeongIn.
—Te la bajaría para que mi zorrito tenga donde vivir. —contestó SeungMin, haciéndolo reír de forma escandalosa.
A SeungMin le gustaba eso. Le gustaba demasiado cuando JeongIn reía, porque sin saberlo, se enamoraba un poquito más.
HyunJin pasó a buscarlo luego del trabajo.
Como ocurrió el día anterior, le dijo a su mamá acerca de que tomó un turno extra en el trabajo, por lo que iba a volver tarde. HyunJin dijo que quería invitarlo al cine, a ver alguna película que les gustara, y luego llevarlo a comer a un bonito lugar. Y, como JeongIn ya no podía resistirse a esos dos alfas, terminó aceptando con una sonrisa enorme en la cara.
Una vez acabó su turno, fue a ponerse lo más bonito que pudo. Le bajoneaba un poco el hecho de no tener el dinero suficiente como para comprar ropa nueva o algo por el estilo, pero trató de convencerse de que no era el momento para eso. Ahora, sólo debía disfrutar de esa cita que tenía con HyunJin.
El alfa le recogió a unas cuadras de la cafetería. JeongIn quería que la menor cantidad de gente posible le viera con cualquiera de los dos chicos. Mientras menos gente le observara, JaeHyung no se enteraría de nada.
Se acercó a HyunJin sin saber cómo reaccionar en un inicio, pero el alfa le agarró de la mano y tiró de él, dándole un suave beso en la boca. JeongIn ni siquiera protestó un poco, complacido con sentir los labios de HyunJin sobre los suyos, y le devolvió el beso con gusto.
Le gustaba eso. No, le encantaba ser besado por HyunJin, por SeungMin. Cada uno tenía una forma particular de besarlo, y JeongIn amaba cada beso que le daban. Le hacía sentir tan querido, tan amado...
Se alejó con las mejillas coloradas. HyunJin le sonrió, con sus ojitos formando dos medias lunas, y su corazón se aceleró con más fuerza.
—¿Vamos? —preguntó HyunJin, dándole un suave apretón en la mano.
—Sí, sí. —aceptó JeongIn, contento.
Se dirigieron al centro comercial y fueron al cine. Como la película anterior la escogió JeongIn, ahora le tocaba a HyunJin. A JeongIn le sorprendió un poco que HyunJin se fuera por una película romántica, el alfa no lo parecía mucho, pero realmente disfrutaba de ese género. El omega no se consideraba demasiado fanático, aunque poco le importó porque, a mitad de la película, HyunJin comenzó a besarlo en medio del cine, arrancándole risas bajas y suaves gemidos. Era una fortuna que estuvieran casi solos.
—¿Por qué el romance? —preguntó JeongIn cuando salían, con los labios hinchados y los ojos brillando.
—¿Qué? ¿No puedo ser un alfa romántico? —preguntó HyunJin, sonriendo—. Mira que lindo te ves, mi bonito In...
—HyunJin, ¡Para! —se rió el omega, recibiendo cosquillas por los besos constantes del alfa en su mejilla y cuello.
Decidieron hacer tiempo en el centro comercial, pues todavía no llegaba la hora de la cena. HyunJin no pudo evitar notar que JeongIn se quedó viendo, en varias tiendas que visitaron, algunos perfumes. Incluso se echó algunos en la muñeca.
—¿Estás buscando un perfume? —preguntó HyunJin, llamando su atención—. Con lo bien que hueles, me encanta tu aroma a bebé.
Las mejillas del omega se colorearon de rojo y le dio un codazo suave.
—Me echo loción de bebé, es que es barata —explicó JeongIn, sonriendo con vergüenza—. Me gustan los perfumes, pero no tengo dinero para comprarme uno, son muy caros.
HyunJin pasó una mano por la cintura del omega, atrayéndolo contra él. El menor apenas protestó.
—Escoge unos perfumes —le susurró, haciendo que su piel se erizara—, anda, yo te los regalo.
—Hyung... —comenzó a decir JeongIn.
—Nada de "Hyung" —contestó HyunJin—. Elige los que quieras. Alfa quiere mimar a su bonito bebé.
El título caló hondo en JeongIn, como recalcando el hecho de que HyunJin no sólo estaba saliendo con él, sino que lo estaba cortejando muy en serio. Eso hizo que su omega chillara de la emoción.
JeongIn debería haberse negado. Es decir, ¿Cómo explicaría tres perfumes carísimos a su mamá o a JaeHyung? Apenas los vieran, harían preguntas y no podría buscar una excusa convincente. Debería ser sensato.
Pero, otra vez, cuando se trataba de HyunJin y SeungMin, la sensatez se evaporaba, se convertía en polvo, se tornaba invisible.
Terminó escogiendo tres suaves perfumes: uno con olor a rosas, otro de olores florales y un último de olor frutal. Cuando vio el precio final, estuvo a segundos de echarse hacia atrás, sin embargo, HyunJin sacó su tarjeta con una cara seria y se quedó callado. JeongIn no estaba acostumbrado a eso, a recibir regalos de esa manera, y no podía evitar sentirse extraño y, tal vez, un poco aprovechador. En especial cuando pensaba en que no estaba recibiendo regalos sólo de un alfa, sino de dos. Dos alfas que eran amigos.
Qué descarado.
Los nervios comenzaron a hacer mella en su interior. Cada vez que ese tema aparecía en su mente, sentía que su mundo daba vueltas, por eso mismo evitaba pensarlo. ¿Qué pasaría si ellos se enteraban de eso, de que estaba siendo cortejado por otro? De seguro lo botarían por actuar como una zorra codiciosa.
—¿In? —preguntó HyunJin, llamando su atención, y el omega lo miró—. Oye, bebé, ¿Qué pasa? ¿No te gustó esto? No llores, por favor.
No se dio cuenta de que estaba llorando hasta ese momento, así que sólo se dejó envolver por el suave aroma de HyunJin, que lo abrazó con cara de preocupación. JeongIn sentía que se moriría si ellos, si cualquiera de los dos, le dejaba.
—Lo siento, no es eso —se disculpó el omega, y la mentira se deslizó con facilidad por su lengua. Que fácil se le hacía mentir a esas alturas—, sólo... Sólo que me sorprendió, HyunJin, este regalo...
—Pero no debes llorar, bebé —HyunJin le limpió las lágrimas con cariño—, y eso que todavía no te he dado mi otro regalo...
—¿Qué? ¿Qué? —JeongIn se echó hacia atrás, entre sorprendido y desconcertado—. ¿Cómo?
—Venga, venga, así me gusta, tú todo curioso para mí —animó HyunJin, sacándole una sonrisa tímida—. Vamos a comer y te lo daré.
HyunJin lo llevó a un sitio de comida Japonesa, algo elegante pero con un toque juvenil que no le cohibió como esperaba. Temía que el alfa lo llevara a uno de esos elegantísimos restaurantes caros, llenos de gente esnob y vestidos como para un matrimonio. JeongIn estaba seguro de que esas personas sabrían enseguida la clase de omega que era: esos omegas interesados y desesperados por alfas con dinero.
A JeongIn no le gustaban HyunJin y SeungMin por su posición social y económica. A él le gustaban porque eran protectores, amables, dulces y amorosos con él. Le cuidaban, le daban su espacio, le animaban y estaban muy, muy preocupados por él. Para él, el dinero no le importaba, pero sabía que algunas personas no lo verían así.
En medio de la comida, fue que HyunJin sacó una bolsita del bolso con el que andaba.
—Mira, para ti. —le dijo HyunJin.
JeongIn se atragantó con el sushi que estaba comiendo y HyunJin se vio en la obligación de golpear su espalda para que no muriera. El omega terminó bebiendo de la bebida para calmarse, y sólo pudo responder segundos después.
—¿Hablas en serio? —preguntó JeongIn, con la voz ahogada.
—Claro que sí —contestó HyunJin, un poco confundido—. Te lo compre hace unos días, bebé. No puedes rechazármelo o me enfadaré contigo.
JeongIn hizo un pequeño puchero, queriendo negarse porque era demasiado para él. Eran muchos regalos que él, en el fondo, no se merecía, no por jugar de esa forma con HyunJin. O con SeungMin.
Sin embargo, sabía que no podía no recibirlo. No sólo debido a que era un regalo de HyunJin, sino que era un regalo de cortejo. Rechazarlo podía dar una interpretación equivocada de lo que quería él con HyunJin.
Recibió la bolsita, que de pequeña no tenía nada. En el interior, envuelta en papel de regalo, había una caja mediana. A JeongIn le surgió verdadera curiosidad sobre lo que podía ser, por lo que no tardó en rasgar el papel, y soltó un grito bajo al ver lo que había: era una cámara fotográfica profesional.
—¡Hyung! —chistó, bajando la voz—. ¡Esto es-...
—Cuando la vi, pensé en ti —le interrumpió HyunJin, tranquilo—. Eres un artista por naturaleza, JeongIn, y quiero que explores todo eso por ti mismo.
—Pero HyunJin-ssi —barboteó, sosteniendo la caja de la cámara—, es demasiado, es muy caro, yo no...
—No puedes rechazarlo —replicó HyunJin, persuasivo—, si lo rechazas, me vas a romper el corazón.
JeongIn sintió sus labios temblar, pero no sabía si iba a estallar en risas o llanto. Cualquiera de las dos opciones sería una reacción histérica, y lo que menos quería era llamar la atención de alguien.
—Pero Hyung —insistió, con la voz débil—, yo no... Yo no tengo nada para ti...
—¿Cómo que no? —HyunJin puso una expresión atónita—. Tú eres para mí —el alfa se inclinó un poco—. El mejor regalo me lo darás cuando quieras que te marque, JeongIn. Eso es suficiente para mí —el mayor movió su silla, acomodándose al lado del menor—. Ven aquí, bebé grande, deja que Alfa te mime un poco, como te lo mereces.
Realmente debería resistirse. Sin embargo, ya no podía. JeongIn ya se rindió ante ellos.
Más tarde, cuando estaba llegando a casa, pasó de largo hacia su cuarto. Le gritó a su mamá que comió en el café, por lo que no cenaría con ellos, y se encerró en su habitación. De la mochila, sacó los perfumes y la cámara en la caja. Los perfumes los guardó en una cajita de zapatos, bajo la cama, y decidió mirar la cámara fotográfica.
Con extremo cuidado, abrió la cajita, dándose cuenta de que la cinta adhesiva ya estaba un poco despegada. Al mirar en el interior, se encontró no sólo con la bonita cámara, sino que con un papel con algo escrito.
Para In:
Espero que disfrutes este regalo. Cuando vayamos a la nieve, quiero que saques muchas fotografías de esos fantásticos días. Y también quiero que dibujes de esa hermosa forma que sabes hacer.
Tu Alfa, HyunJin.
Si JeongIn hubiera podido abrazar una carta, lo hubiera hecho en ese momento. De pronto, quería que HyunJin estuviera con él para llenarle el rostro de besos.
La sonrisa en su rostro no pudo ser eliminada por días.
—¿Así que estás saliendo con los dos?
JeongIn no pudo evitar que las comisuras de sus labios se levantaran, tratando de contener la emoción que sentía. ChangBin, a su lado, bufó.
—Algo así —dijo JeongIn, viendo a MinHo lanzar la bola por la pista de una extraña forma y gritando cuando derribó los bolos—. ¿No me hace una mala persona?
—Hueles distinto —habló ChangBin, y ChaeYoung le dio un codazo—. ¿Qué? Es verdad. No a alfa, pero si a rosas.
—HyunJin me ha regalado un perfume. —confesó el omega, ya sonriendo completamente.
—¡Bebé, ¿Me viste?! —gritó MinHo, tratando de llamar la atención de su pareja.
—Sí, sí, ya te vimos —ignoró Felix, sin dejar de mirar a JeongIn—. Vaya, JeongIn, esos chicos parecen ir muy en serio contigo.
ChangBin murmuró algo por lo bajo, pero ChaeYoung volvió a darle un codazo. JeongIn ignoró a su amigo, tratando de no dejarse afectar por el obvio disgusto que mostraba. ¿Es que no podía, por último, fingir? JeongIn ya tenía claro lo que opinaba, sin embargo, no tenía motivos para actuar así. Se comportaba como un cretino.
—Eres el omega más horrible de la vida. —rezongó MinHo, sentándose al lado de su novio.
—Y tú eres un acaparador de atención —replicó Felix—. ¿No ves que nuestro hijo nos está contando sobre algo importante?
—Hyung...
—Oh, sí —MinHo se enderezó—, eso me recuerda que ChangBin hizo llorar a mi hijo, ¿Quién demonios te crees para hacer llorar a Nini bebé?
—¡Hyungs, ya! —chilló JeongIn, rompiendo a reír sin poder evitarlo.
Felix también se rió ante las carcajadas de JeongIn, e incluso ChangBin sonrió a regañadientes. A pesar de lo extraña que era esa situación, ambos se sentían, en el fondo, algo aliviados de ver a JeongIn tan feliz. Si era así de feliz, no tenían que preocuparse demasiado por esos alfas, ¿Cierto? Jamás lo vieron tan sonriente e ilusionado, tan... Tan enamorado, por decirlo de alguna forma. Eso no quitaba el miedo en el fondo, en especial cuando sabían que en algún momento JeongIn tendría que elegir a uno de los dos, pero de eso se preocuparían más adelante.
Ahora, lo importante era compartir la felicidad de JeongIn. Ya no lucía tan bajoneado ni preocupado por su futuro, lanzaba muchas bromas y pareció recuperar, por unas horas, esa actitud juvenil que tanto lo caracterizaba. Al reírse, sus ojitos se arrugaban en aquella expresión de zorrito travieso que le hacían ver tan encantador.
Y el mismo JeongIn no podía evitar sentir alegría ante lo que le estaba pasando. SeungMin y HyunJin hablaban constantemente con él, aunque fuera por mensaje, para saber cómo estaba yendo su día. Le preguntaban si necesitaba algo o quería salir con alguno de ellos, y JeongIn, a veces, llegaba a sentirse aturdido con tanta atención. Y, en el fondo, lo gozaba. Amaba tener a esos dos alfas siendo tan atentos y dulces con él.
—Quiero conocer a tus novios. —refunfuñó Felix.
—Claro que no, ¡Los espantarás! —replicó JeongIn.
—No, de eso me encargaré yo —masculló ChangBin, y ahora MinHo le dio un codazo, sacándole el aire de sus pulmones. Eso hizo reír a JeongIn otra vez.
La junta con sus amigos terminó a eso de las seis de la tarde. JeongIn partió a su hogar, tomando el bus, y cuando se estaba bajando su celular sonó en señal de una llamada. Contestó de inmediato al ver que era HyunJin.
—Hey, bebé. —dijo el alfa al otro lado de la línea.
—¿Vienes saliendo de clases, Hyung? —preguntó JeongIn.
—Sí, y me muero por verte —suspiró HyunJin—. ¿Puedo ir a verte?
—No, no —JeongIn hizo un ruido con su boca—, mañana podría ser, luego del colegio. Ya es muy tarde ahora.
—Nini...
—¡No seas así! —comenzó a regañar JeongIn, riéndose mientras entraba a casa.
Las luces del comedor estaban apagadas, por lo que supuso que JaeHyung no se encontraba allí. Mejor para él, no quería preocuparse de ese idiota en aquel momento. Estaba disfrutando demasiado hablar con HyunJin. Horas atrás, habló con SeungMin también.
Su día no podía ir mejor con eso. Cuando se trataba de conversar con ellos, sobre cualquier cosa insignificante, se animaba un montón.
Le gustaba como era el amor, como se sentía y su alma parecía florecer. ¡Qué bonito era! JeongIn jamás pensó que se podría sentir así.
Se quitó los zapatos en la entrada y se puso las pantuflas para ir a su cuarto.
—Bueno, ¿Mañana? —preguntó HyunJin, derrotado.
—¡Sí, mañana, HyunJinnie Hyung! —contestó JeongIn, abriendo su habitación—. ¿Vamos a comer helado? Yo-...
Su voz se cortó cuando vio a JaeHyung en su cuarto. Sentado en su cama. Observándolo con ira inyectada en sus ojos.
—¿JeongIn? ¿Nini?
No contestó, enmudecido, con su omega comenzando a temblar de forma descontrolada. La habitación apestaba a alcohol y pudo ver, por el rabillo del ojo, la botella de cerveza echada en el suelo. Sin embargo, no se atrevió a quitar su vista del alfa frente a él, que lucía como un perro rabioso a punto de lanzarse sobre él para rasguñar, morder, matar.
Violar.
—¿Bebé? —escuchó decir a través del teléfono.
Esa palabra pareció activar a JaeHyung. JeongIn vio cómo el alfa sostenía, en sus manos, las fotografías que se sacó con SeungMin en la granja. La carta que HyunJin le escribió.
Notó también que no sólo olía a alcohol, sino a perfume. En el suelo, rotos, estaban los frascos de perfume quebrados. Y también...
Sintió las náuseas subir cuando se dio cuenta de que la cámara también estaba destrozada.
JaeHyung, frente a él, rompió las fotos y la carta con movimientos llenos de cizaña y desprecio. El omega vio los papeles rotos caer al suelo, tan lentos, sin prisa alguna.
—Me puedes explicar, JeongIn... —dijo el alfa, poniéndose de pie, con la cara deformada por la cólera y la rabia. JeongIn jamás lo vio tan enfadado antes—, ¿Qué mierda es esto?
JeongIn se giró y salió corriendo.
¡Gracias por leer!
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