xviii.
—No dejaré que presentes ninguno de estos dibujos, ni siquiera se parecen del todo a mí. Tu mismo lo dijiste, tiene varios detalles equivocados.
Las palabras de Rin desbordaron de soberbia, viendo cómo el rostro de Isagi pasaba de la tristeza, luego la decepción, y finalmente al enojo.
—Eres...
—Dame tu número. —Por la forma furiosa en la que sus ojos azules lo miraban, era obvio que el pelinegro iba insultarlo, así que lo interrumpió, mirándolo a los ojos, viendo ahora como su mirada cambiaba de la rabia a la incredulidad. —Debes hacer los retratos de nuevo, te avisaré cuando esté libre y así podrás dibujarme. Puedes hacer algo mejor que esto.
—Se-se... —Yoichi tosió, era obvio su nerviosismo, Itoshi se rió un poco.—¿Serás mi modelo?
—A menos claro que prefieras una fotografía. —Rin intentó hacerse el desinteresado, sin poder creerse que tomó la iniciativa por sí mismo de encontrarse una vez más. —Solo creí que te gustaría verme de nuevo, en un ambiente menos pretencioso y sin pasartela interrumpiendo mi trabajo.
—No sabía que estabas trabajando. —Se justificó el más bajo con cruzándose de brazos y un puchero en los labios.
—Todo el mundo sabe que es mi trabajo seguir cada maldito paso de Sae.
—¡Pues yo no lo sabía!
—Cálmate, idiota. —Rin prácticamente abarcó toda la cara de Isagi con su mano para apartarlo. —¿Me lo darás o no?
—Préstame tu teléfono. —respondió el de ojos azules, que se había quedado petrificado con la mano en su cara.
Rin quitó la mano, sacando el teléfono de su bolsillo para entregárselo, lo vió teclar con rapidez y al mismo tiempo lo vió llamar a su propio número, lo cual le hizo dar un bufido, al parecer Isagi no confiaba lo suficiente en él, y razón no le faltaba, ya que no sería ni la primera ni la última vez que prometía llamar a alguien para luego no hacerlo nunca más. Aunque en esta ocasión era diferente porque...
Rin no tenía intenciones de ignorarlo.
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