Era más de la medianoche, Poche lo sabía. Pero no podía soportar el sueño. Quería a Calle todo el tiempo que pudiera tenerla. Y sabía que sólo tenía una cuestión de horas antes de que su historia de amor temporal se convirtiera en un final permanente.

"Cuéntame una historia."

Calle estaba pasando su mano por el brazo de Poche mientras una manta cubría sus cuerpos desnudos. Ella tarareó. "¿Qué clase de historia?"

"Una buena." Calle sonrió. La piel de Daniela resplandecía bajo la luz de la luna y sus ojos avellana brillaban. Aquellas piscinas de chocolate de las que Poche se enamoraba quedarían grabadas para siempre en su memoria.

Poche soltó una risita y beso el hombro desnudo de Calle. "Bueno..." Tarareaba. "Vamos a ver..." Se calló con una sonrisa mientras pensaba en una historia que contar.

Poche volvio a besar el hombro desnudo de Calle antes de comenzar su historia. "La luna y el sol son almas desnudas."

"Eso no tiene sentido." Calle le dijo con las cejas fruncidas.

"Tiene sentido completo." Poche discutió antes de besar la mejilla de Calle. "Mira, el sol y la luna se amaban mucho. Cada vez que el sol giraba alrededor de la Tierra, le diría a la luna: 'Quiero llevar calor a tu alma', pero ella nunca pudo porque nunca podrían chocar. Y cuando la luna gira alrededor de la Tierra, le diría al sol: 'Quiero darte las estrellas', pero nunca pudo, porque nunca chocarían".

"¿Por qué no podrían chocar alguna vez?" Preguntó Calle suavemente.

"Bueno, una, por la ciencia." Calle se rió de la simple explicación. "Y dos, porque el mundo nunca giraba alrededor de ambos al mismo tiempo. Nunca podrían estar juntos y su amor no era lo suficientemente fuerte para hacerlo así".

Calle hizo una mueca. "Pero están enamorados." Le dijo a la chica.

Poche sonrió tristemente. "Ellos lo estan pero... encontraron una manera de demostrarlo."

"¿Lo hicieron?"

"Lo hicieron."

Calle pareció intrigada e inclinó la cabeza. "Bueno, ¿cómo lo mostraron?"

"Ellos se cantaban el uno al otro." Poche sonrió. "Todas las posibilidades que tenían."

"¿Qué iban a cantar?"

Poche pensó por un momento. "Lo hicieron, iría como..." Poche hizo una pausa. "Mi amor..." Poche cantó suavemente. "Sé que nuestros mundos nunca chocarán pero yo... Quiero que sepas que te amo tanto..." Ella cantó suavemente mientras frotaba el brazo de Calle. "Te daré las estrellas y te daré calidez mientras digas que me amas también..." Poche tarareó.

Calle sonrió al oír la canción que Poche hizo. "¿Siempre decían que se amaban el uno al otro?"

Poche asintió. "Nunca se detuvieron."

"¿Están cantando su canción ahora mismo?"

"Siempre lo harán." Poche apretó los labios contra los de Calle y apoyó la frente contra la suya. "Te amo."

Calle se mordió el labio y asintió. "Yo también te amo." Susurró mientras descansaba la cabeza sobre la de Poche, sintiendo que sus ojos comenzaban lentamente a cerrarse.

Poche sonrió y besó la frente de Calle. "Eres mi sol, Daniela."

Los ojos de Calle miraban fijamente a Poche y ella le tocó la cara suavemente. "Y tú eres mi luna." Susurró, sus ojos llorosos. "Ojalá pudiera darte las estrellas."

"Está bien." Poche le dijo. "Tuve cinco días con mi alma gemela, eso es más de lo que otras personas pueden decir."

"Lamento que el circo no fuera para ti..." Calle hizo una pausa. "Lamento no haber sido para ti."

"Nuestros mundos chocarán un día... Ya sea en esta vida o en la próxima, o en mil vidas después ... chocarán". Poche aseguró, mientras entrelazaba sus dedos con los de Calle.

Poche metió un mechón de cabello detrás de la oreja de Calle antes de besarla con toda la pasión que pudo reunir.

"Un día." Calle susurró después de apartar los labios. "Seré tuya un día."

Calle apoyó la cabeza en el pecho de Poche y cayó en un profundo sueño mientras se aferraba a Poche, sin querer que el sol saliera. Quería que su luna se quedara.

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Poche se despertó por la mañana en su cama sin los cálidos brazos de Calle. Entonces se dio cuenta de lo que pasaba. Calle la trajo a casa.

"No." Poche susurró mientras saltaba de la cama y se ponía los zapatos. Salió corriendo de la casa y corrió al circo.

Se había ido.

No quedaba ni un rastro. Sólo un volante con el logotipo del circo Calle y Poche empezo a llorar.

Poche caminó sobre la hierba que alguna vez tuvo un circo. Que alguna vez tuvo una carpa roja y blanca. Que alguna vez tuvo a Calle.

Un huracán de emociones se precipitó a través de Poche mientras lloraba. Cayó de rodillas y lloró más de lo que había hecho en su vida. Y más de lo que jamás lo hará en su vida.

Le dolía el corazón, golpeaba con necesidad y dolor con necesidad. Ella se aferró a la yerba, como si el dolor de su corazón de alguna manera lo aliviaría.

El llanto de Poche se calmó y ella miró sus manos para ver en ellas un brillo.

Poche alzó la mirada, como si el cielo pudiera dar sus respuestas.

No lo hizo.

Poche resopló mientras abrazaba sus rodillas, mirando el espacio vacío que una vez llenaba sus días de alegría.

Fin.

25/01/2020

Nos vemos en la secuela...