Primera y única parte.
ACLARACIONES:
> este one-shot es un namkook (mono= namjoon. aurum= jungkook), pero también puede ser leído como una obra original y no como fanfic, pues ni siquiera tiene los nombres de los idols.
> este one-shot está, en parte, inspirado en el libro Un Mundo Feliz de Aldous Huxley (libro altamente recomendado).
Mono respira tranquilo. Tiembla de pies a cabeza gracias al frío. Todavía le cuesta acostumbrarse al frío a pesar de que no conoce el calor.
De repente, se da cuenta de que en realidad no está tranquilo. Está vacío.
Frente a él hay una ciudad llena de luces, pero todas son artificiales y hacen que le duelan los ojos. Mira al cielo y las luces falsas lo encandilan lo suficiente como para que no pueda percibir las naturales.
Sabe de las estrellas a pesar de que nunca las ha visto.
Tiene ganas de gritar, pero no tiene nada qué comunicar. Hace bastante tiempo que ese raro sentimiento lleva alojado en su interior, creciendo con el paso de los días y haciéndose insoportable. Llegaba de la nada y sin causa aparente, sin embargo costaba demasiado deshacerse de él.
No podía conversarlo con nadie, porque sabía de antemano que ni una sola alma le entendería. Ni él mismo podía descifrarlo aún y mientras más intentaba encontrarle sentido, más latía su corazón y lo asustaba. El latido de su corazón le asustaba. Golpeaba su pecho como si quisiera escaparse de su cuerpo cobarde.
Los sonidos de siempre que antes llenaban su día, ahora le parecían desgarradores. El sonido de los pasos de gente que no se dirigía en realidad a ningún lugar, palabras sueltas intercambiadas entre personas que no tenían ningún sentimiento hacia la otra, la respiración de aquella gente que no tenía ningún deseo de estar viviendo. Ninguno. Nada. Sonidos cotidianos que le provocaban un doloroso sentimiento en el pecho. Sentía que su mente tenía capacidad para recordar más sonidos, entonces, ¿por qué el mundo no llenaba sus oídos con más sonidos nuevos?
¿Qué necesito?
Mono sabe que no es normal llorar. Nunca ha visto a alguien llorar. Sabe que el llanto existe porque le habían dicho en la escuela que algunas personas nacen llorando. Por eso se sorprende cuando su garganta se aprieta como si alguien lo estuviera ahorcando y sus ojos se llenan de agua que él tarda en reconocer como lágrimas. Su corazón empieza a latir de nuevo. Muy fuerte. Y duele. Cree que va a morir.
Tiene un rápido pensamiento. ¿Si hay gente que nace llorando... hay gente que muere llorando?
Se confunde cuando su garganta ya no se siente tan apretada después de que algunas lágrimas terminan de deslizarse por sus mejillas y cuando un grito escapa furtivo por su boca.
Y Mono llega a la conclusión de que debe gritar su vacío, para dejar de tenerlo.
Entonces sigue gritando, hasta que siente su interior cálido y se sorprende de lo bien que se siente. Traga saliva numerosas veces para relajar un poco el dolor de su garganta. Respira, ya no vacío, sino que tranquilo.
Se dice a sí mismo que no debe volver a confundir ambos sentimientos.
Mono vive en la Gran China, año 3098. Le gusta tomar su bicicleta y pedalear hasta las afueras de la ciudad. Nació en silencio y pasa la gran mayoría del tiempo en silencio. Es obediente y la madre superiora que está a cargo de la casa comunal en dónde asignaron a Mono tiene cierto favoritismo con él. Le gusta el té de menta caliente y cerrar los ojos mientras lo bebe.
Desde que cumplió los 13 le cuesta quedarse dormido por las noches, pensando en que el brillo de las estrellas debe ser muy débil como para que sea opacado por las luces de la ciudad. Piensa en por qué es tan distinto a los demás, si fue criado de la misma manera.
Mono tiene 16 años y el siguiente año tendrá que elegir a qué dedicarse el resto de su vida. Tiene pocas opciones porque fue destinado a una casa comunal para betas. Los betas pueden dedicarse a lo más básico de la agricultura, a la jardinería, a los grados más bajos del ejército u otras ocupaciones sin grandes responsabilidades. Mono piensa que sería lindo dedicarse a cuidar de las flores que adornan el palacio norte de los jefes de la nación. Le gusta regar a los bonsái, sentarse con ellos y respirar muy hondo. No se lo ha dicho a nadie, pero siente que los arbolitos respiran junto con él, también piensa que tal y como él quiere a los bonsái, los bonsái lo quieren a él. Sonríe con ese pensamiento escondiendo su rostro de los demás ojos humanos.
Cuando cumple los 17 años decide por dedicarse a la jardinería y se despide de la madre superiora. Ella le desea buena suerte con sus ojos amables, pero vacíos. Mono piensa que es el único que se ha dado cuenta del gran vacío que todos llevaban en su interior. Supo del vacío de los demás cuando pudo ver su propio vacío y eliminarlo. Pero ahora se siente solitario.
Hay un tren que lleva al centro de la nación a adolescentes con 17 años recién cumplidos. Muchos se suben, pero Mono sabe que el destino de ese tren no es el destino de su vida, así que no se sube. Sabe que el palacio centro de los jefes de la nación es dónde todos los jardineros quieren ir pues es de conocimiento público que tiene más lujos y mejores condiciones de vida incluso para la servidumbre, pero Mono se resiste. Quiere seguir en el norte, como toda su vida lo ha estado. Mira atentamente cómo los jóvenes se suben al tren, algunos le devuelven la mirada. El sentimiento de soledad y aislamiento que hace tiempo lo acecha se incrementa, pero lo cura pensando en lo mucho que quiere ir al norte. Así que toma el otro tren que lo llevará a lo que Mono cree que es su destino. En el tren todos son betas, pero no todos fueron criados en la misma casa comunal, así que Mono ve muchas caras desconocidas. Sin embargo, todas esas caras tienen los mismos ojos vacíos, así que nadie le llama la atención.
Toma asiento y cierra los ojos, esperando que nadie vea que él ya ha destruido su vacío, pero que padece de intensa y destructiva soledad. Han pasado cuatro años desde que le cuesta dormir por las noches. Por supuesto que en ese tiempo de dar vueltas en su cama pensando, lo ha llevado a la conclusión de que ser diferente en lo esencial no es bueno.
Mono sabe que en el palacio de los jefes de la nación debe mantener la cabeza agachada, hablar solamente si es necesario y pasar lo más desapercibido posible. Así que por meses no ha dicho nada más que monosílabos, ni ha visto otros ojos que no sean los suyos frente a los reflejos del agua y de sus herramientas de jardinería.
Piensa que los alfas son muy ruidosos, pero también increíbles. Mono rápidamente se había transformado en otra planta más. No hablaba, pero escuchaba todo lo que pasaba. El hijo del jefe en Distribución de Recién Nacidos* habla idiomas que Mono ni siquiera sospechaba que existían, además de cantar, sabe manejar armas blancas y de fuego, bailar y un montón de otras actividades que Mono considera fuera de su alcance. Claro, los alfas eran algo más, algo completamente diferente.
Los alfas tenían olores exquisitos que guardaban en botellas, vestían prendas hermosas de todos los colores y texturas y a menudo tenían reuniones entre ellos dónde realizaban múltiples actividades dignas de su estirpe.
Los alfas habían calado tan dentro de la mente de los betas que estos ni siquiera podían mirarlos a los ojos, por lo tanto, Mono aún no aprendía que los alfas no eran muy diferentes a los betas con los que se había criado, pues todos tenían los ojos vacíos. Así que por mucho tiempo Mono siguió con sus actividades de jardinero sin reparar en nada más que sus deberes. Siguió respirando fuerte cerca de las plantas, sintiendo que ellas le querían a él tanto como él las quería a ellas, siguió en silencio, siguió pensando en su interior que ya no estaba vacío. Mono ya había dejado de tenerle miedo al latido de su corazón, ahora, al contrario de los años pasados, lo disfrutaba, aunque se sintiera solitario cada vez que sentía el latido de su corazón, porque sabía que el de nadie más latía de esa forma. Mono siempre era consciente del latido de su corazón, desde que habría los ojos en la mañana al despertar, hasta cerrarlos en la noche para dormir, incluso un poco más.
A veces recuerda el día en que lloró y siente pena porque sabe que los demás aún no han llorado. Se les nota. El vacío se va con las lágrimas. Te das cuenta de que tienes corazón cuando duele.
Mono se levanta como todos los días desde hace un año a las 7 en punto. Se asea, desayuna y reposa un poco antes de comenzar con sus labores. En el norte hay más trabajo de jardinería que en el sur, este u oeste. Debe cuidar a sus plantas de que no se hielen y hay un montón de trabajo en el invernadero, así que todos los días realiza múltiples rondas por todo el palacio.
No le extraña ver al hijo del Jefe en Distribución de Recién Nacidos rondando por el palacio desde tan temprano. Él es así. Incluso lo ha saludado varias veces y Mono le responde haciendo una respetuosa reverencia de 90 grados.
—Buenos días, beta jardinero —lo saluda Aurum.
—Buenos días, señor —dice Mono, inclinando su cuerpo en una reverencia.
Sabe que Aurum es dos años menor que él, pero aún así no se atreve a tratarlo de otra manera que no sea "señor" y tampoco se le ocurre alguna forma diferente.
Aurum suelta una pequeña carcajada que Mono ignora (Aurum siempre hacía eso después de que Mono le respondía el saludo).
El aire en el palacio norte huele extraño. Mono ya no respira con tanta fuerza alrededor de las plantas porque si lo hace, sus pulmones duelen. Se concentra en escuchar las conversaciones de los alfas que están a su alrededor, para ver si alguno de ellos se refiere al extraño aire, pero nadie lo hace. Mono decide no darle más vueltas al asunto y entra al palacio a beber un vaso de agua.
Cuando vuelve a sus labores diarias, el olor se hace más perceptible para él y le pregunta a uno de sus colegas, entre susurros, si huele algo raro. El beta arruga la frente y lo mira como si estuviera loco. No le responde y simplemente se aparta. Mono se dice que es cosa suya, después de todo, no es la primera vez que sus sentidos le hacen creer algo que no corresponde.
Mono se dispone a limpiar las hojas de los rododendros cuando escucha gritos y golpes muy fuertes. Parpadea varias veces, desconfiando de sus sentidos. Después de todo, aquellos sonidos se hoyen muy lejos, pero se van acercando poco a poco. Deja de limpiar las hojas de los rododendros y levanta la vista al palacio. Deja caer sus herramientas de trabajo y sus ojos se abren tanto como pueden. Hilos de humo salían de las ventanas del palacio y no tuvo que esperar mucho para que empezaran a aparecer los alfas, chillando y corriendo lejos del fuego.
Mono permanece impávido ante la imagen de los alfas huyendo aterrorizados del peligro, pero sus ojos se llenan de agua por segunda vez en su vida cuando ve que su trabajo de meses, arde en llamas: sus plantas.
Respira hondamente cómo tiene costumbre de hacer, tratando de percibir si alguna planta respira con él, pero solamente le llega el olor a quemado. Solloza y tose.
—¡¿Tú también puedes llorar?!
Aurum sale de la nada, lo toma fuertemente por los hombros y Mono se olvida de sus plantas pues ha visto las estrellas en los ojos de ese chico. Olvida que no debe mirar directamente a los alfas, olvida que el palacio está en llamas. Lo olvida todo. Se concentra en los ojos de Aurum y tiene la certeza de que las estrellas bajaron del cielo especialmente para estar en su iris.
Mono piensa que su destino es Aurum. Por eso es que siempre le gustó tomar su bicicleta e ir lejos de la ciudad, mirar el cielo y buscar las estrellas, por eso es que tomó el tren al palacio norte y no al centro, todo para finalmente llegar y conocer las maravillas que hay en los ojos de Aurum. Por él.
El destino de Mono era Aurum.
—¡Salgan de ahí!
Un grito agudo los saca de su ensimismamiento. Aurum toma uno de los brazos de Mono y comienza a jalarlo lejos de los terrenos del palacio, dónde el fuego se esparce cada vez con más rapidez y fuerza.
Mono trata de sacar las lágrimas de sus ojos, pues no quiere que nadie más sepa que él puede llorar. Es un secreto de él y Aurum. Solamente de ellos.
A pesar de que todo está sumido en caos, Mono solo puede pensar en dos cosas: los ojos de Aurum y sus plantas. Nunca había hecho tanto esfuerzo en no llorar.
Aurum no se mueve de su lado y Mono solo tiene la vista pegada al suelo. No porque no quiera ver a Aurum, al contrario, siente cosquillas en todo su cuerpo que le incitan incluso a tomarle la mano, pero no puede llevar a cabo sus deseos con los demás alfas alrededor de ellos.
El incendio que se había desatado en el palacio acaba de ser apagado. Al parecer, un grupo de rebeldes habían bombardeado el palacio del norte, en señal de rechazo a cómo se desarrollaba el sistema de castas. Sólo alfas fueron heridos, ningún muerto.
El jefe en Distribución de Recién Nacidos, padre de Aurum, lee una carta que le acaban de entregar. Cuando termina, la arruga con rudeza entre sus manos.
—Los demás palacios también fueron atacados —dice. La voz le tiembla de ira. O de miedo. O ambas—. El palacio del centro fue el más afectado. 15 heridos y 4 muertos. Todos alfas.
Hay olor a quemado y Mono no puede dejar de pensar en sus plantas. Las hojas se ven chamuscadas y se pregunta si las raíces estarán dañadas.
Mono levanta levemente su cabeza y mira de reojo a Aurum. Él parece preocupado. Quiere tomarle la mano, quiere volver a mirar sus ojos, quiere saber qué lo hizo vencer el vacío, qué lo ha hecho sufrir, qué le hizo darse cuenta de que tenía corazón.
Sólo basta un segundo para que un pensamiento se aloje testarudamente en la mente de Mono. ¿Y si todos los alfas tienen los ojos así?
Mono decide arriesgarse, en un momento así, se dice, es imposible que ellos tomen en cuenta a un beta jardinero. Levanta la cabeza por un instante y con eso tiene suficiente para saber que los demás no son ni por asomo lo que es Aurum. No tienen ni la mitad de lo que Aurum tiene. No sufren como Aurum sufre. Y, de alguna forma, se siente estafado, porque los ojos de los alfas que siempre han proclamado ser superiores, son iguales a los de aquellos beta con los que se había criado.
Se siente unido a Aurum, porque a pesar de ser de diferentes castas, comparten aquel dolor, que por mucho tiempo hizo sentir a Mono desdichado y solitario.
Llegan betas constructores a cargo de omegas maestros a reconstruir el palacio y mejorar la seguridad del mismo. A Mono no le importa en lo absoluto volver a levantar esas paredes que envolvían a los alfas en su mundo de comodidades y privilegios. Mono sólo tenía en mente dos cosas: sus plantas y Aurum.
Mono siente su corazón latir de una forma maravillosa e inexplicable cada vez que intercambia miradas con Aurum. Antes de ver los ojos de Aurum, no sabía que su corazón podía experimentar otras sensaciones además del dolor y el amor por su esfuerzo. Ver a Aurum merodear por las ruinas del palacio le hace sentir su sangre correr por sus venas, por todo su cuerpo. Vigor, fuerza, poder. Un simple beta convertido en el alfa más capaz del mundo, todo con una mirada de Aurum.
Pero, de alguna forma, ya que conoce lo que es estar acompañado, la soledad le duele el triple. Y por las noches, ya no se acuesta con su pecho apretado lamentando ser el único ser humano con la capacidad de llorar, se acuesta con el pecho sangrando, pensando en por qué su compañero no está presente con él. Y duerme con su dolor latente y en sus sueños corre detrás de Aurum, intentando alcanzarlo, intentando tomar su mano, intentando captar su mirada.
—Mírame, mírame, yo sólo te miro a ti, ¿a quién estás mirando tú? —Le grita en sueños. —¿Quién más puede tener estos ojos? ¿Quién más te puede mirar así? ¿Quién más te puede llorar como yo te lloro?
Pero a la mañana siguiente Aurum está ahí, lo saluda, Mono lo mira con detenimiento, desliza sus ojos sin pena por la figura de aquel alfa y le devuelve el saludo, tratando de demostrarle todo su cariño con su voz y mirada, porque no puede decirle cuánto lo ama y cuánto piensa en el durante el día en estado de vigilia y cuánto sufre por él por las noches en sus sueños, porque las palabras, vergonzosas, escapan de él, pero sus ojos eran atraídos por la bella figura del alfa.
Y con eso tiene hasta la noche dónde la oscuridad, que borra todas las cosas de su vista, le recuerda a la soledad.
Quiere a Aurum con él, en cada paso, en cada respiro, en cada latido. Desea tanto la compañía de Aurum que se siente enfermo sin él.
El haber estado acompañado durante un minuto le hizo darse cuenta de lo solo que había estado durante toda su vida.
Cuando el reloj dio las 09:56pm, Mono dio la tercera vuelta en su cama, sin poder quedarse dormido por la intensidad de sus pensamientos, todos dirigidos a una sola persona. Decide callar el dolor de su pecho con una mentira y se imagina sosteniendo la mano de quién anhela; prontamente la calma llega.
Cuando por fin está entrando en el mundo de los sueños, siente golpes en la puerta. Su burbuja de fantasías revienta y se levanta. Con voz grave, pregunta:
—¿Quién es?
—Yo también puedo llorar.
Mono se queda petrificado. Su cerebro trata de procesar lo que está pasando de la forma más rápida que puede y por fin manda señales a sus manos de abrir la puerta. Lo hace con desesperación y ahí está.
Aurum, con sus ojos brillosos y hermosos, llenos de vida y sufrimiento.
Y se miran con tal intensidad que Mono siente el cuerpo de Aurum dentro del propio. Mono siente el dolor de Aurum y quiere besar todas sus heridas. Mono conoce a Aurum y quiere abrazarlo por siempre. Se miran por lo que parece una eternidad. Sus pupilas se juran, en silencio cómplice, mirarse hasta que se acabe el infinito.
*El jefe en Distribución de Recién Nacidos es aquel encargado de las plantas de bebés que deciden quiénes serán alfas, quiénes serán omegas y quiénes serán betas (sí, en este mundo es arbitrario).
n/a:
quiero abrir un espacio de conversación, díganme si se sintieron identificadas con alguna parte de la historia. es un one-shot un poco complicado de leer, supongo (?) dejé muchas cosas al aire y a abierta interpretación, además de presentar el mundo a medias
desde pequeña tengo problemas con la ansiedad, el corazón me late muy muy MUY rápido de la nada y un miedo paralizante me agarra. durante mucho tiempo la ansiedad fue lo único que hizo que mi corazón latiese rápido así que por alguna razón asumí que ese era el único sentimiento que me movía (?). El 2019 fue un buen año para mí (el año en el que escribí este os, btw) y podría decir que alcancé cierto grado de felicidad/emoción que hizo latir mi corazón. me asusté un poco cuando sucedió eso, porque aunque suene muy emo, ese nivel de felicidad es extraño para mí, soy una persona muy triste y calmada.
"el latido de mi corazón no debe asustarme, aunque quiera arrancármelo para no escucharlo más, para no sentirlo más", escribí en mi diario en esa época. durante ese tiempo también conocí a una persona que me hizo sentir de una manera que yo nunca había experimentado antes, me hizo sentir como aurum (jungkook) hizo sentir a mono (namjoon), aunque para esta persona la verdad es que yo no signifiqué ni una décima parte de todo lo que mono significa para aurum lol
ayer, después de más de un año sin haber visto a esa persona, volví a verla y me sentó muy mal, así que decidí sacar este one-shot a la luz, que de todas formas pude escribir por los sentimientos que esta personita causó en mí. además, este os lo escribí escuchando el mixtape de namjoon (mi favorito) y hoy estuve sintiéndome miserable durante todo el día hasta que me puse a ver un vlive de namjoon y eso pudo subirme el ánimo. sí, dependo emocionalmente de namjoon, tanto como artista (me encanta su música), como persona (me hace feliz verlo hablar e interactuar con sus fans). en fin, amo a namjoon y es una gran parte de mi inspiración para.. todo.
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