Un Nuevo Día
Espero que les guste~
Nota: Nadie, a parte de MK, puede ver y escuchar a Celestia
MK se despertó lentamente, desorientado, haciendo una mueca ante la mala posición en la que se durmió. Se removió, estirándose con un quejido, esperando que el ligero dolor y la incomodidad pasar rápido, parpadeando lentamente y mirando a su alrededor, recordando de repente que no estaba en su casa. Podía ver una fogata que no recordaba que estuviera allí y decidió mirar hacia afuera, el sol se había escondido y ahora estaba oscuro, más fresco también. Bostezo, rascándose ligeramente los ojos, algo adormilado aún.
-Los demonios comen humanos...- alzó la vista ante la voz, notando entonces a Macaque, quien estaba sentado frente a él, del otro lado de la fogata, mirándolo fijamente. Pará MK era extraño verlo así, vestido con algo más simple y de colores oscuros pero sentía que le faltaba aquella capa roja con la que se había acostumbrado a verlo. -...¿Y tu duermes de lo más tranquilo?- se señaló a sí mismo, enarcando una ceja.
-No ibas a comerme- se encogió de hombros, extrañamente confiado en eso. -Ahora que lo pienso...tengo hambre- murmuro para si mismo, sin notar la expresión de sorpresa en el rostro del mono ante sus palabras anteriores. Párpado cuando una rama atravesando un trozo de carne cocida apareció frente a sus ojos, alzando la vista con algo de sorpresa. Ahí estaba Macaque, que se movía tan silenciosamente incluso herido, mirándolo y extendiéndole la rama. -Gracias- acepto la rama y sonrió, dando un mordisco a la carne, tarareando para si mismo. Le faltaba condimento, obviamente, pero era carne y tenía hambre, así que no iba a quejarse.
-No se si llamarte confiado o muy estúpido...- murmuró el mono, sin poder entender a ese extraño humano, que había comido lo que le había dado sin dudar. -No viajas con muchas cosas...- comentó de la nada, volviendo a donde estaba sentado y es entonces que MK noto la mochila no muy lejos, abierta.
-¿De dónde salió eso?- pensó con algo de sorpresa.
-Lo puse ahí para que no hiciera muchas preguntas, sería sospechoso que alguien viajará sin nada...- el menor se sobresalto ante la respuesta, luchando para no atragantarse con la carne por la sorpresa. -...él no puede verme ni escucharme...tampoco puedo leer tu mente si es lo que te preocupa- rio ligeramente, divertida al parecer. -Saco la carne de entre tus cosas, lo puse ahí también- informó al mismo tiempo que él mordía la carne cocida.
-Oh...- debía agradecerle a Calestia luego. -...bueno, viajar ligero es la mejor forma de viajar- rio ligeramente, esa era una extraña frase que había escuchado en la tele. -¿Tu herida esta bien?- preguntó, ligeramente preocupado.
-Estoy bien- bufo, la punta de su copa moviéndose y MK no pudo evitar recordar a los gatos de Sandy, moviendo la punta de sus colas de esa manera antes de lanzarse a un juguete. Río ante ese pequeño recuerdo. -¿Por qué ayudarme?- pregunto de repente, mirándolo de reojo.
-¿Por qué no ayudarte?- se terminó su carne, agitando ligeramente la rama de manera distraída. -Quiero decir...estabas herido y yo estaba cerca, ayudar era lo mas obvio- se encogió de hombros.
-No para todos- rodó los ojos, creyendo con cada segundo que pasaba que ese humano en particular era tonto. -Los demonios comen humanos, ¿recuerdas?- se señaló a su mismo, enarcando una ceja.
-Si hubieras querido comerme, lo hubieras hecho mientras dormía...- sonrió ante el ceño fruncido ajeno, tenía razón. Además, en el posible caso que algo así hubiera sucedido, MK se hubiera despertado antes y se hubiera defendido. -...pero, en cambio, revisaste mis cosas, cocinaste la carne...- su sonrisa se agrando. -...y te quedaste~- rio al ver a Macaque rodar los ojos.
-En serio que eres raro...- bufo.
-Gracias- sonrió enormemente. Se quedaron en silencio, extrañamente cómodos el uno con el otro, hasta que en algún momento ambos decidieron dormir para que el día llegara más rápido.
... ... ... ...
En la mañana, con el sol en lo alto y los pájaros cantando, MK decidió ir a buscar provisiones para su viaje, habiendo encontrado dinero dentro de la mochila.
-Iré al pueblo más cercano...- se puso la mochila, mirando al mono con curiosidad. -...¿Vienes?- empezó a caminar, saliendo de la cueva, siguiendo a Celestia que caminaba a paso lento.
-Los humanos son muy ruidosos- y a pesar de sus palabras, se paro, siguiéndolo y haciendo que el menor sonreirá enormemente. Caminaron al pueblo más cercano, con MK tarareando una canción en el camino y Macaque en silencio, este último quedándose fuera y escondido en la copa de un árbol fuera del pueblo. El menor recorrió el lugar, comprando lo que pensó que sería necesario, deteniéndose en seco al llegar a un lugar en particular, uno que vendía prendas de vestir. Entre todo lo de allí, algo llamó su atención, una tela roja tan familia que sentía debía llevársela. La compró, logrando convencer con una gran sonrisa a la dueña de que le hiciera un pequeño detalle, guardando lo comprado en su mochila.
-¿Crees que le vaya a gustar?- preguntó en voz baja mientras se alejaba, asegurándose de no llamar la atención.
-Estoy segura de que si- asintió Celestia con una pequeña sonrisa. MK decidió que tenía todo lo necesario por el momento cuando los gritos y el pánico empezaron, tropezando mientras la gente a su alrededor corría con miedo.
-¿Pero qué...?- ahí los vio, demonios atacando el pueblo. Quería ayudar a la gente, defenderlos, pero un agarre en su brazo lo detuvo en seco.
-No puedes cambiar todo en el pasado, algunas cosas deben pasar- hablo ella con seriedad. Hizo una mueca, no le gustaba lo que eso significaba pero tampoco tenía muchas opciones, así le dio la espalda a la situación y corrió, escuchando pasos pesados siguiéndolo de cerca, uno de esos demonios persiguiéndolo. Después de algunas vueltas, se encontró sin salida, con un gran demonios acorralándolo.
-Que mala suerte...- era su último recurso y lo sabía. Acercó su mano a su oreja, a punto de sacar su bastón para defenderse, cuando de repente el suelo bajó sus pies pareció desaparecer y se hundió con un grito, encontrándose flotando en un lugar oscuro y fresco. Estuvo allí sólo por unos segundos, emergiendo en un algún lugar desconocido, sin el pueblo siguiera a la vista. Suspiro con alivio, sintiéndose mal por el pueblo atacado. Miró a Macaque, quien estaba de brazos cruzados y el ceño ligeramente fruncido. -Gracias- sonrió, recordando. -Oh, te conseguí algo- se sacó la mochila, rebuscando dentro, sacando el regalo que había comprado antes del ataque y se lo extendió al confundido mono.
-¿Eh?- lo agarro después de unos segundos, viendo la tela de un fuerte color rojo y sintiendo su suavidad entre sus dedos. Estaba...confundido ante el repentino regalo, al decir verdad.
-Incluso logré que le pusieran un detalle, mira- se acercó, mostrando lo que había logrado que la mujer cociera con rapidez y dedos ágiles. Los ojos del mono se agrandaron ligeramente al ver que allí decía "Macaque" con letras amarillas.
-¿Por qué?- lo miro fijamente, ese humano era uno de los más raros que había conocido hasta el momento.
-Para que recuerdes que tienes un amigo- tomó la tela y, al no recibir ninguna queja, se la coloco, tal y como lo recordaba en su tiempo: con una parte rodeando el cuello del mayor y el resto cayendo por su espalda como una especie de capa. MK sonrió, así se veía mejor. Macaque alzó una de sus manos para tocar la tela rojiza que rodeaba su cuello, su dedos rozando su nombre grabado que quedaba del lado de adentro allí de casualidad, algo cálido creciendo en su interior. MK se puso su mochila en la espalda y empezó a caminar, dispuesto a seguir a Celestia a donde lo guiara. Se sorprendió cuando, de repente, vio a Macaque caminando a su lado con expresión tranquila. -¿Vendrás conmigo?-
-Solo un rato- suspiro, sin estar dispuesto a decir en voz alta que tenía ganas de la compañía ajena por un rato más. MK sonrió enormemente, riendo con alegría al ver que aquel mono de aspecto hostil y arisco se estaba volviendo su amigo. Tal vez el mono no lo consideraba su amigo, quizás sólo lo veía como un compañero o un niño que era demasiada torpe para irse por sí mismo pero para MK, Macaque era su amigo amante de la gelatina.
-¿Le gustara la gelatina en este tiempo? ¿Siquiera existe en esta época?- pensó, dejando su mente divagar ligeramente. Este era un gran comienzo.
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