Crisis de Noche
Espero que les guste~
Lo dejaron unirse a su pequeño equipo temporalmente, con MK escuchando con sumo entusiasmo todas y cada una de las historias que Wukong le contaba, ya se las sabia de memoria pero igual le gustaba escucharlas, en especial si el mono era quien las contaba. También le dio la oportunidad de conocer a quienes habían sido amigos de su maestro en el pasado y no pudo evitar compararlos con sus propios amigos.
El monje era tranquilo y amable pero severo al mismo tiempo, dispuesto a ponerle un límite al dios si era necesario. Era diferente a su propio Tang, quien era torpe y charlatán, pero al mismo tiempo tan parecido, en lo que respecta en apariencia y paciencia.
Sha Wujing, el guerrero de piel azulada, enérgico y dispuesto a pelea con lo que sea pero siendo la voz de la razón entre ellos. Era diferente a Sandy, pacifista, ambos de apariencia algo aterradora pero demostrando amabilidad y un corazón de oro una vez que los conocías.
Zhu Bajie pequeño, perezoso, glotón y soñando despierto con cualquier mujer bonita que habría visto hasta ese momento, siempre buscando lucirse por sobre Wukong. Era tan diferente a su Pigsy, quien daba su corazón para cocinar y trabajaba duro por lo que quería.
Y el propio Wukong, mucho más infantil que en su tiempo y sólo buscando pelea pero obedeciendo las palabras del monje sin dudar, siempre dispuesto a inflar su ego y poner detalles exagerados en sus historias. No había cambiado mucho en el futuro, sólo parecía haberse tranquilizado bastante. No siendo serio y maduro pero sí un poco menos tonto.
En la noche, le entró una pequeña crisis, acomodado en un carpa que había encontrado en la mochila de repente.
-¿Que voy a hacer, Celestia?- preguntó MK en un susurro, recostado, viendo a la chica sentada a su lado. -Ese horrible día se acerca y yo no estoy ni cerca de resolver las cosas entre esos dos...- había pasado casi dos días con Macaque, viajando en el tercero con el grupo de Wukong y estaba terminando ese día. Cuatro días, eso era lo que faltaba para ese día donde todo saldría mal. No le quedaba mucho tiempo antes de que todo pudiera irse al diablo y sentía que no había dado ni un solo paso en la dirección correcta. -...¿Qué voy a a hacer?- chillo, retorciéndose con repentino pánico, la chica mirándolo con tranquilidad y diversión. -No se me ocurre nada- sollozo, triste ante su falta de ideas. -Esos dos son tan tercos que están dispuesto a ser torturados antes de querer hablar de sentimientos- bufo ligeramente ante eso.
-Debes relajarte, MK- hablo ella. -Vas mucho mejor de lo esperado, debo decir- sonrió ligeramente.
-¿Como puedo ir bien, si no he hecho nada?- se cruzó de brazos. -No pude sacar nada de Macaque...- lo había intentado, disimulado, pero el mono lo había ignorado y MK decidió no empujar, sin querer molestarlo e incomodarlo. -...y Monkie King, en mi tiempo, apenas está empezando a ser sincero conmigo...- suspiro, haciendo una mueca. Se acurrucó, extrañando a su muñeco de mono Momo, extrañando a sus amigos y su departamento. Suspiro y cerró los ojos, sus sueños plagados de pesadillas, viendo a los demonios monos que había considerado parte de su pequeña familia golpearse y gritarse entre ellos, su corazón rompiéndose ante cada herida que se hacían mutuamente. Se despertó de golpe, con un nudo en la garganta y lágrimas silenciosas corriendo por sus mejillas. Sollozo, limpiándose las lágrimas con las mangas de su ropa y levantándose suavemente de su cama improvisada. Miró a su lado, notando a Celestia sentada y con los ojos cerrados, como si estuviera meditando, así que decidió no molestarla. Se levantó y salió de su carpa, respirando profundo y sintiendo el fresco de la noche, el olor a tierra mojada y naturaleza inundando su nariz.
-Es muy temprano para estar despierto, joven- se sobresalto y miró, notando entonces al monje sentado sobre una troco tirado, justo frente a una fogata.
-Yo...simplemente me desperté- fue lo primero que se le ocurrió. Se removió, algo incómodo, dispuesto a volver a su tienda cuando el mayor le hizo una pequeña seña, palmeando el lugar vacío a su lado. -Oh...- se acercó, sentándose lentamente, jugando con sus dedos. -¿Usted está bien, señor?- preguntó, mirando al monje a su lado, curioso por verlo despierto.
-Estoy bien, solo meditaba un poco- sonrió ligeramente. Ese chico enérgico y entusiasta le agradaba, se parecía un poco a Wukong pero extrañamente controlado. -¿Tu estas bien? ¿Algo que te moleste?- Tang había notado el entusiasmo y la gran sonrisa del menor pero también había como se detenía de repente, tieso, su sonrisa atenuándose, como si recordará algo importante de pronto.
-Estoy...preocupado- dudo un poco decirlo. -Conozco a un par que han sido amigos durante mucho tiempo pero algo paso...algo que no puedo terminar de entender...y entonces...- hizo un gesto exagerado y molesto.
-...se pelearon- completo el monje, algo divertido por los movimientos y expresiones ajenas.
-¡Si!- hizo un puchero, su pesadilla volviendo a su mente. Eso había sido más que una simple pelea. -Dejaron de ser amigos, así que yo estoy intentando arreglar eso pero...agh...- se revolvió el cabello. -...¡Son tan tercos y orgullosos! Ninguno se va a sentar y hablar de sentimientos, ni siquiera si los obligó, así que no se que hacer- bufo.
-Estoy seguro de que sabrás que hacer cuando llegue su momento- comento el mayor con tranquilidad. -Pareces alguien terco y obstinado, alguien que no se ve a detener ante nada hasta que tus amigos estén felices y a salvo...- sonrió ligeramente, mirándolo, MK escuchando y mirándolo con atención. -...solo debes relajarte un poco y despejar la mente, estoy seguro de que algo se te ocurrirá- y de alguna manera, eso hizo que el menor se sintiera un poco mejor.
-Si...supongo que tienes razón- ese monje era igual a Tang en ese sentido, dispuesto a escuchar y ofrecer algunas palabras de consuelo o de ánimo. -Gracias, señor- sonrió ligeramente. El recuerdo de su pesadilla aún estaba allí, como una especie de recordatorio de lo que pasaría si no hacía las cosas bien, pero el mayor tenía razón, debía relajarse y pensar mejor, quizás así tendría suerte y algún tipo de plan se le ocurriría. El monje entonces se acercó un poco más, alzando su mano y rodeando ligeramente los hombros ajenos, había notado lo táctil que parecía ser el niño y pensó que algo de comodidad física lo haría sentir mejor. Y MK no pudo evitar apoyarse contra el hombro ajeno, acurrucándose en su costado, confortado por el toque tan familiar pero diferente a la vez. Cerro los ojos por un segundo y pensó, rezando a quien se que lo escuchara, que algo bueno se le ocurriera a tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro