Maestro #2
Espero que les guste~
Qi Xiaotian es joven, aunque nadie que lo conozca puede afirmar con total seguridad su edad o siquiera de donde viene realmente, de cabello castaño tan largo que llega a su cintura estando suelto y ojos oscuros, la piel broceada y sin cicatrices a simple vista, siempre activo y sonriente en esos momentos, estaba luchando para salir de su cama.
-...quiero seguir durmiendo...- se quejo, hundiendo su rostro entre sus brazos, sin querer abrir del todos los ojos pero no tiene mucha opción, porque tiene la sensación de algo se acercar y prefiere estar preparado para lo que sea que pudiera suceder, así que gruñe y se levanta para prepararse. -Necesito cortarme el cabello- murmuro para si mismo mientras pasa los dedos por su largo cabello, deshaciendo los nudos que tiene, pero se encoge de hombros y lo ata en una coleta alta, agarrando su bandana roja para ponerla alrededor de su cabeza. No se viste de manera muy complicada, pantalones simples y zapatos, con una camisa sin mangas blanca y con detalles rojos.
Abre la puerta, sonriendo ante el cielo despejado y el sol en lo alto, sin hacer calor ni frio, con una brisa ligera que corre atrae un aroma a comida que hace rugir su estomago. Su casa esta ubicada a los pies de una montaña, espaciosa y cómoda para él, y aunque no tiene vecinos directos, tiene un pueblo no muy lejos, uno que solo parece crecer conforme pasan los años. Visita a la gente de allí cuando esta de buen animo y quiere socializar, siempre encontrando algo para hacer. Los niños mayores lo adoran, pidiendo que le enseñe algunos movimientos geniales para pelear, yéndose cansado y adoloridos pero muy entusiasmados. Los niños más pequeños se reúnen a su alrededor, suplicando por historias que él no puede negar. Su vida es tranquila, quizás cotidiana y hasta aburrida para muchos, pero él disfruta de cada día.
Estiro los brazos por encima de su cabeza, arqueando su espalda para estirarse todo lo posible y relajándose en cuanto siente que algo se acomoda, bajando los brazos con un tarareo y colocando sus manos en su cintura, sabiendo que su paz esta a punto de ser rota.
-Se suponía que me iban a dejar tranquilo- hablo sin siquiera voltearse, porque no necesitaba hacerlo para saber que había alguien allí, podía sentir su presencia familiar, demasiado tranquilo para estar invadiendo su propiedad y más cerca de lo que le gustaría.
-Me temo que esto es importante- y a pesar de su tono firme, digno de un buen soldado, había un toque de culpa que pudo detectar.
-Por importante te refieres a lo suficientemente peligroso como para necesitar ayuda externa...- se volteo, enarcando una ceja ante quien tenía allí. El traje de tonos rozas, el cabello negro y largo, con una parte atada en dos pequeños rodetes en la parte superior, sin la lanza a la vista y con aquella cinta rojiza descansando sobre sus brazos en son de paz o al menos, de no estar dispuesto a atacar, al menos lucia culpable y con una disculpa silenciosa brillando en sus ojos oscuros. Eso era mejor que nada. -...lo cual significa que tu adorado Emperador tiene un problema con el que no sabe que hacer exactamente...- entrecerró los ojos con sospecha, mientras el príncipe desviaba momentáneamente la vista con algo de culpa y nerviosismo, solo confirmando sus sospechas. -...un problema inmortal y sumamente resistente que no puede matar-
-Su nombre es Sun Wukong- dice y el nombre hace "click" en la mente del castaño.
-¿El mono revoltoso?- había escuchado mucho de él, tanto de sus locas bromas como de sus enfrentamientos pero sin duda alguna, su favorita es de cuando robo todos los duraznos sagrados, esa era la mejor de todas. -No pudo ser tan malo-
-Quería enfrentarse al Emperador- frunció el ceño y Xiaotian bufo, luchando por ocultar la risa que quiso salir sin su permiso.
-Sip, lo llevo bastante lejos- tarareo, pensativo. Tener a alguien bajo su cargo no era algo que realmente quisiera, porque eso sería tener una responsabilidad que no sabía si podía cumplir y ojos constantes en su nuca para lo que sea que pudiera hacer, pero dejar a alguien como Sun Wukong en las manos de los celestiales no podía ser nada bueno. -¿Qué pasa si digo que "no"?- se cruzo de brazos.
-El Emperador planea mantenerlo encerrado y en solitario hasta que le encuentre una utilidad- respondió después de unos segundos y aunque alguien como Nezha usualmente no iba en contra de las ordenes, Xiaotian podía notar que no lucia nada contento con esa decisión.
-¿Se da cuenta que eso es contraproducente?- enarco una ceja. -Mantenerlo encerrado por quien sabe cuanto tiempo, solo y aislado, solo hará que este mucho más enojado- hizo un gesto, aunque su mente estaba corriendo con ideas. Un mono poderoso lleno de resentimiento y enojo, liberado de repente quien sabe cuanto tiempo después de ser encerrado, obligado de alguna manera a cumplir con las ordenes del Emperador. Se paso una mano por la cara, cansado, porque eso no sonaba nada bien. -Quiero verlo- declaro y puede ver como los hombros de Nezha se desinflan con obvio alivio, acercándose para rodearlos en una flor de loto rosa hecha de poder puro.
En cuanto el capullo de loto se abrió y desapareció bajo sus pies, no solo se encontró en lo que parecía ser la entrada de una especie de cueva, sino que se encontró con un rostro que no lo hizo muy feliz. Un hombre de aspecto duro y serio, con el cabello negro peinado de la manera más pulcra del mundo y con una marca muy particular en medio de la frente, vestido mayormente blanco.
-¡Erlang Shen~!- sonrío al verlo, divertido al verlo fruncir el ceño, pudiendo ver como su postura entera se tensaba. No se llevaban bien, no después de lo que sucedió en su último encuentro. -A pasado un tiempo, ¿eh?- se acerco sin mucho problema, caminando por su lado con un cierto aire de desinterés que solo hacia que la ira ajena creciera. -¿Cómo esta tu tercer ojo? ¿Ya sano?- lo miro de reojo, su sonrisa solo haciéndose más grande.
-¿Quieres probar?- gruño con los dientes apretados
-No- el príncipe dejo escapar un suspiro lleno de cansancio, deteniendo cualquier pelea que pudiera suceder. El castaño soltó una carcajada, caminando para adentrarse al lugar por completo. Caminar con una mirada fija y vigilante en su nuca no es la cosa más cómoda del mundo, mucho menos cuando esta ingresando a lo que ahora funciona como una especie de cárcel pero algo más llamo su atención. Puede escuchar voces que se hacen más fuertes a medida que avanza, dos para ser exacto, y eso parece alertar a quienes lo escoltan.
-Vaya...- tarareo con tranquilidad al verlos. El mono de pelaje castaño claro y ojos dorados que parece ahora formar parte de una pared de la cueva, inmovilizado y encerrado, bien asegurado con la cadena dorada obviamente hechizada debe ser por quien lo llamaron. El mono que se mueve libremente y obviamente es un invasor, de ojos dorados y pelaje negro, debe ser un amigo con intenciones de ayudar en su opinión. -...se suponía que solo era un mono- sonrío, divertido ante las expresiones llenas de horror que tiene el par, de seguro habiendo esperado tener más tiempo antes de cualquier visita.
-Era uno- gruño Erlang pero Xiaotian no le presta atención, adelantándose con paso elegante, acercándose al par. Se paro frente al dios, quien le devolvió la mirada fija, sin ningún tipo de miedo o siquiera respeto.
-¿Sun Wukong?- enarco una ceja.
-¡El gran y único!- si estuviera libre, Xiaotian estaba seguro de que estaría hinchando el pecho con orgullo, con las manos en la cintura y una gran sonrisa, como un héroe.
-Tiene el ego muy inflado- pensó, recordando que ese era el comentario que se repetía mucho con algunas de las historias ajenas. Extendió su mano, rascando la nariz del mono, tarareando al verlo cerrar los ojos y apoyarse en el toque, murmurando con alivio. Se volteo a ver al mono de pelaje oscuro, justo a tiempo para verlo desaparecer dentro de su propia sombra. -Nop- su mano se hundió en la sombra con facilidad, agarrando la ropa ajena y sacando al mono que ahora lo mirada con los ojos bien abiertos, luciendo obviamente sorprendido. -Un mono con poderes de sombra, eso es asombroso- lo levanta por completo y le hace una seña con su mano libre, a lo que al mono no le queda otra más que cerrar su portal, sin poder alejarse a pesar de tener los pies en el suelo porque el joven no lo soltaba. -¿Cómo te llamas?-
-...Macaque...- contesto a regañadientes, tenso. No quería estar allí, eso era obvio.
-Bien- asintió y se volteo a ver a los celestiales que lo observaban en silencio, ya decidido. -Me los llevare- acepto, ya sintiendo que todo iba a ser un dolor de cabeza a partir de allí y pudiendo escuchar como el príncipe dejaba escapar un ligero suspiro, obviamente aliviado y satisfecho con su decisión.
-Solo es Sun Wukong- Erlang Shen frunció el ceño, no luciendo exactamente de acuerdo con todo lo que estaba sucediendo.
-Dije...- lo miro a los ojos, su sonrisa tensa, algo en su alrededor haciendo que ambos monos se tensaran. Xiaotian no lucia como alguien poderoso, ni siquiera se veía intimidante, pero había algo a su alrededor que era una clara advertencia. -...me los llevare...a ambos- empujo al domador de sombras detrás de él, como si lo estuviera escondiendo de la vista de los mayores. -¿Qué debo hacer?-
-Sabes que- Erlang Shen lucia burlón y Nezha triste, a lo que el castaño gruño entre dientes.
-Rayos...- bufo. -¿Quieren que sean mis mascotas o algo así? Eso es morboso, incluso para ustedes- sabía que no lo dejarían ir tan fácilmente si no cumplía y aunque creía que patear el trasero del par seria algo divertido, no tenía animo de empeorar la situación. Se volteo a ver a los monos, quienes lucían curiosos y cautelosos, teniendo un mal presentimiento. -Lo siento por esto- los miro con tristeza y antes de que cualquiera de los dos pudiera reaccionar, extendió sus manos, apuntando con sus palmas hacia las cabezas ajenas. Murmuro algo y con un destello dorado, los monos sintieron algo raro, sintiendo más que viendo la corona que se aparecía magiarmente alrededor de sus cabeza en forma de corona.
Ahora, tenía dos monos bajo su tutela. Que desastre.
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