Dragón Salvaje #4
Espero que les guste~
Nota: Según lo que encontré, los duelos son aquellos que se realizan entre dos personas pero en los ejemplos, en la mayoría terminaba muriendo uno de ellos. Así que tome eso como idea
En la mañana, todo es tranquilo, el domador de sombras pudiendo escuchar el crujir de los pequeños huesos de un pescado al ser devorado y el dios aun con la nariz arrugada luego de ver al niño arrancarle la cabeza al pez como si nada.
-¡Hey, Kid!- llamo antes de que el dragón pudiera enterrarse en su arbusto de siempre, haciendo un gesto para que se acercara cuando los ojos amarillos se voltearon a verlo con curiosidad. -Una pregunta- un gruñido ligero fue lo que recibió como respuesta. -¿Qué haces aquí exactamente?- los ojos de pupilas raras se mueven lentamente para fijarse en el supuesto dueño del lugar, quien se enderezó.
-¡Habla de antes de eso!- chillo el dios aun algo avergonzado por lo sucedido. El niño parpadeo, lento, luciendo como si estuviera pensando en algo. Soltó un gorgoteo después de unos segundos, alejándose solo para volver con un montón de piedras pequeñas acunadas torpemente en sus manos, dejándolas en el suelo. Volvió a alejarse para rebuscar en un arbusto, volviendo con un par de ramas, una notablemente más larga que la otra y se sentó, clavando las ramas una frente a la otra con una distancia obvia entre ambos y enfrentados, colocando las piedras a su alrededor en un círculo.
Era hora de las adivinanzas.
-¿Es una especie de show?- Macaque decidió sentarse, soltando lo primero que se le vino a la mente ante el pequeño escenario que el menor estaba armando, quien agitó su mano en un gesto de "casi". El dragón señaló las piedras, para luego alzar los brazos y luciendo emocionado, su boca moviéndose como si estuvieras animando algo pero cuando señaló las ramas, hizo la mueca más amenazante, mostrando los dientes con un profundo gruñido.
-Peor- Wukong se dejó caer lentamente, sentándose con aire ausente. -Un duelo- jadeo con una mueca, sintiendo algo en su interior estremecerse y tensarse cuando el menor asintió. Trago en seco porque un duelo entre dos no solía terminar nada bien, aunque eso siempre dependía del ganador y de lo que decidía hacer con la vida del perdedor pero usualmente, terminaba con el perdedor muerto. -Tu...- el niño señaló la rama más corta y luego a si mismo. -...perdiste...- murmuró cuando la rama más corta fue sacada de su lugar y dejada momentáneamente en el suelo.
-...y escapaste...- agregó cuando el niño como la rama y fingió que volaba, solo par terminar por ponerla entre sus manos. -...para esconderte- el dragón asintió.
-¿Por qué un duelo? Eres...un niño- el dios miro al menor con tristeza, sin entender por qué obligarían a alguien tan joven a pelear por su vida. Los ojos amarillos lo miraron por unos segundos, luciendo triste y pensativo, levantando lentamente su mano para señalar su rostro, que parecía humano si no fuera por la boca llena de dientes afilados y los ojos extraños, para luego extender las alas.
-Ni humano, ni dragón- ahogo un ligero jadeo. -Eres un híbrido- se sentía un poco tonto por darse cuenta de eso ahora pero siendo sincero, lo dragones chinos tenían una apariencia mayormente humana y podían transformarse fácilmente, pero el chico en si parecía ser de otra especie de dragón, ninguna que hubiera visto o leído, así que no tenía un marco de referencia.
Él se animo, soltando gruñidos alegres y un poco más fuertes que antes, levantándose de un salto para tropezar en su apuro de colocarse justo tras ellos, quienes se voltearon lo suficiente solo para verlo acurrucarse y rodearse con sus alas a si mismo, luciendo más pequeño de lo que ya era.
-¿Decidiste esconderte con nosotros?- Macaque enarco una ceja, el niño enderezándose con una gran sonrisa, agitando ligeramente las alas mientras volvía a pararse frente a ellos. -¿Por qué?- no los conocía.
Señaló al de pelaje castaño, sosteniendo algo invisible entre sus manos antes de colocarlo sobre la cabeza del mono.
-Soy el rey...- Wukong tarareo, sonriendo ligeramente ante el entusiasmo ajeno.
Luego señaló al de pelaje oscuro, parándose derecho y con el pecho inflado, haciendo una pose de pelea torpe que casi lo hace caer.
-...soy un guerrero...- Macaque se permitió sonreír al ver al menor dar pequeños saltos, pudiendo ver su cola agitándose con felicidad.
Los señaló a ambos, inclinándose hacia ellos ligeramente mientras les enseñaba los dientes con un gruñido y los miraba intensamente, sus pupilas volviéndose finas con rapidez, luciendo caso como los ojos de una serpiente.
-...somos amenazantes- no pudieron evitar reír un poco. El pequeño soltó sonidos alegres y emocionados, extasiado de ser entendido al parecer, el interior de su boca brillando y con algo de humo saliendo ya, aunque se apresuró a taparse la boca, su cola aun agitándose.
Los monos se miraron entre ellos, sabiendo que aun quedaba algo importante por saber.
-Kid...- Wukong llamo, sintiéndose un poco mal al estar a punto de arruinar el estado de ánimo ajeno. -...ellos...- señaló las piedras y la rama larga aun clavada en el suelo, pudiendo notar como el pequeño cuerpo se tensaba mientras se detenía en seco, sus alas acurrucándose contra su espalda. -...¿Vendrán por ti?- el híbrido hizo algo parecido a un puchero, bajando la vista con vergüenza y pena. No parecía querer responder, temeroso, pero haciendo un sonido triste mientras asentía de manera rígida al final.
Ya no podía mentir, no cuando había metido a los monos en su situación.
Los monos lo miraron, algo en ellos estremeciéndose hasta quedar flojo, como si se estuvieran derritiendo por completo. Era lindo, de una manera tan dulce y difícil de explicar.
-Bueno, eso es todo- el dios se movió rápidamente, enganchando sus manos manos bajo los brazos ajenos y levantándolo, queriendo reír ante la expresión llena de sorpresa en el rostro del niño. -Te cuidaremos, todo estará bien- sonrió ante los ojos brillantes que lo miraban con asombro puro. El híbrido se removió ligeramente, extendiendo sus manos para poder abrazar al mono, soltando ligeros y rápidos gruñidos. Ninguno podía entenderlo pero tenían la sensación de les estaba agradeciendo. -Le arrancare la garganta a quien intente hacerse- a pesar de su sonrisa y su tono alegre, había una promesa en su tono, una que estaba dispuesto a cumplir. El niño gorgoteo, aferrándose al mayor, quien lo sostenía con una mano y usaba la otra para acariciar la espalda del menor, justo en medio de sus alas.
-¿Quién tiene el instinto materno ahora?- Macaque se enderezó, enarcando una ceja con una sonrisa burlona en su rostro.
-Tengo un instinto protector, es diferente- Wukong bufo, aunque no podía dejar de sonreír, no cuando el chico disfrutaba de su toque amable.
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