Odio
Espero que les guste~
Nota: No me pregunten, solo disfruten xD
Wukong puede recordar perfectamente haber odiado con todas sus fuerzas al monje que alguna vez lo había liberado, especialmente al principio. Detestaba su actitud superior y su falta de reacciones con la excusa de ser un sabio, un sentimiento que sólo creció cuando esa horrible corona dorada rodeo su cabeza, llegando a odiarlo cada que más con cada vez que rezaba y activaba la maldición, su mente llenándose de maneras de hacerlo sufrir cuando tuviera la oportunidad mientras sentía una potente y casi insoportable corriente eléctrica recorrió su cuerpo entero debido al objeto maldito que no salía sin importar cuanto lo intentara.
Odiaba a aquel monje aburrido que parecía tan creído que sólo quería bajarle los dientes de un puñetazo, sintiéndose frustrado con la inutilidad que ese sujeto mostraba al dejarse secuestrar con tanta facilidad a pesar de los obvios poderes que tenía. Creía que era estúpido por no defenderse a sí mismo y simplemente esperar a que lo rescatará.
Había aprendido a la fuerza a ser mejor y tuvo que obligarse a sí mismo para llevarse con él con toda la intención de ya no recibir ningún castigo pero después de recibir agradecimientos sinceros y halagos sin rastro de mentira alguna, algo que no había recibido nunca hasta ese momento, termino por encariñarse en algún momento. Llegó a ser un poco...demasiado, casi besando el piso que el monje pisaba según algunos, pero se sentía genial ser apreciado y querido, se sentía bien tener una familia después de tanto tiempo.
Dolió perderlos, le dolió hasta el alma, pero lo superó a su manera, admirando las pinturas que estaban por toda la parte interior de su montaña y hablando de su vida ante el pequeño pedestal que les había hecho cuando tenía ganas.
Y es por eso que no puede evitar mirar a quienes habían sido su familia durante mucho tiempo, sin poder creer que los tenía allí, vivos y como los recordaba. No tenía idea de cómo habían retrocedido en el tiempo, de por qué había sucedido, de por qué sólo habían sido MK y él o de dónde estaba su versión más joven con corona que debería estar allí, pero lo olvidó por unos segundos a favor de disfrutar del momento.
Todo iba bien, en paz, con el cerdo y el ser acuático respondiendo todas las preguntas del entusiasmado y feliz sucesor
Pero en algún momento...todo se va al diablo.
Y es cuando el mono está presenciado la escena más extraña y horrible de todas. Ahí está el el monje, parado con esa firmeza de siempre y las manos enfrente, murmurando una oración de seguro, pero lo más feo de toda la situación es que MK se está retorciendo en el suelo, gritando y llorando luchando contra una corona dorada muy familiar que ahora rodea su cabeza.
-...Kid...- jadeo, sin prestar atención a nada a su alrededor pero con los gritos de su alumno resonando y haciendo eco en su cabeza de una manera que lo destrozaba por dentro. No necesita haber estado presente para saber quien es el responsable de ponerle esa horrible cosa a su alumno, no cuando puede ver a quien llamó mucho tiempo maestro aún resignado e ignorando el daño que está haciendo. La ira lo inunda y ruge, lanzándose sobre el monje, rodeando su cuello con sus manos mientras se sienta encima de su cuerpo para mantenerlo en el suelo. Su ataque detiene la oración, haciendo que los gritos del menor se apagarán y se convirtieran en sollozos, algo que sólo alimenta su ira. -Quítalo- gruñe con los dientes apretados, mostrando los colmillos, sin necesidad de verse para saber que el glamour que oculta sus ojos se ha desvanecido en su enojo. Sus ojos rojos y con iris dorados son aterradores, algo que sólo se confirma al verlo temblar.
-W-Wukong...- jadeo, retorciéndose, su miedo obvio y notable en sus ojos. El dios piensa, por un segundo, que es la primera vez que lo ve expresar algo más que sólo tranquilidad. Los labios del hombre tiemblan, su voz fallando mientras suelta el comiendo de una oración muy familia que Wukong a llegado a odiar durante años.
-No te molestes- aprieta su agarre en la garganta ajena, logrando que se callara a favor de luchar para obtener aire. -Ya no tengo la corona, ¿recuerdas?- se había desvanecido cuando había terminado su misión, dejándolo libre después de mucho tiempo. -Ahora, quítale esa cosa a mi sucesor...- hay una extraña y casi mórbida satisfacción al sentirlo luchar, viendo como sus manos intentan apartar la suya con desesperación. -...o te juro que vas a sufrir mucho- gruñó. El hombre lucha pero logra soltar una frase, una corta y demasiado rápido como para poder entenderlo.
-Lo...hice- el mono apenas mueve las orejas, escuchando como la corona caía al suelo, y solo entonces se calma un poco, aunque eso no evita que golpeé la cabeza de su maestro contra el suelo. Fue firme y algo duro, solo lo suficiente como para dejarlo inconsciente. Se levanta e ignorando al hombre en el suelo, va con su alumno.
-MK...- llamó, suave y dudoso. El chico está acurrucado, su rostro un desastre por el llanto de dolor y desesperación, luciendo agotado y muy adolorido al juzgar por la ligera mueca que hace al moverse. Conoce la sensación, recuerda lo doloroso que fue, y eso sólo hace que su ira crezca. Debería hacerlo pagar, debería ayudarlo a sentir aunque sea una parte del dolor que causa esa estúpida corona, pero decide ignorarlo por el momento, arrodillándose para acunar a su alumno entre sus brazos.
-Monkey King...- solloza el menor, logrando aferrarse a la ropa ajena con sus brazos. -...me duele...me duele mucho...- y eso rompe el corazón del dios.
-Lo sé, Kid- se arrepiente de haberlos dejado solo, porque confiaba en su maestro siempre correcto y en su seguridad de que este adoraría la amabilidad de MK pero es muy tarde y el daño ya está hecho, así que no le queda más que abrazar al chico contra su pecho, consolándolo lo mejor posible y manteniéndose atento, dispuesto a matar al monje si es necesario. Nadie podía tocar a su sucesor ni siquiera aquellos a quienes había llamado alguna vez su familia.
... ... ... ...
Wukong se da cuenta, cuando abre los ojos de golpe y nota que está en su habitación rodeado de monos, de que todo aquello fue un extraño sueño. Aunque se da cuenta de que nada de eso sucedió, de que todo fue producto de su extraña y poca imaginación, eso no quita la horrible sensación de traición y enojo que se mezclan con la tristeza y la preocupación.
Así que cuando su alumno llega, sonriente y emocionado como siempre, no dudo en acercarse y acunar su rostro entre sus manos, admirando la obvia falta de angustia y dolor, aliviado ante la ausencia de la corona de sus pesadillas.
-¿Estas bien, Monkey King?- MK es paciente, porque se deja revisar y ni siquiera se queja, mirándolo con curiosidad y confusión.
-Sip, todo bien- da una suave caricia a las mejillas ajenas, negándose a soltarlo por el momento. -Solo...un sueño raro- es la mejor forma de explicarlo.
-Oh, yo también tuve uno de esos- el mono lo suelta, contento cuando el menor se apresura a tomar sus manos. -Era un conejo, lo cual es raro porque aún no sé transformarme en conejo. Estaba en un lugar super bonito y rodeado de flores pero un dragón largo y verse me estaba sigue do. Estoy seguro de que era Mei porque se estaba riendo y se estaba burlando, así que...- y divaga, distraído en intentar explicar lo mejor posible lo que había soñado, mientras que Wukong sólo puede mirarlo con cariño y diversión, contento.
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