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Nigromante

Espero que les guste~

Nota: Esto es la continuación de los capítulos con el mismo nombre que están en el libro anterior

Nota: ¡Capítulo 70! O_O

MK era muy consiente de que estaba en problemas luego del movimiento loco que había hecho, lo tenía muy en claro por la mirada llena de advertencias que Monkey King le dedicaba cada dos segundos, pero supo que estaba mucho más hundido de lo que le gustaría cuando después de las 48 horas prometidas ya cumplidas, Rinrin no desapareció.

Ella seguía allí al día siguiente, luciendo contenta mientras abrazaba a Wukong, quien estaba visiblemente confundido y tensos mientras le daba suaves palmadas en la espalda. Parecía estar luchando entre estar feliz por su presencia y en estar preocupado por lo que eso significaba.

MK frunció ligeramente el ceño, pensativo mientras los miraba, sin saber exactamente qué sentir. Era su culpa que ella estuviera allí, él había sido el causante de todo el problema y la angustia de su maestro, pero incluso si había estado encantado de verlo tan feliz con la esposa que había perdido hace tanto tiempo atrás, temía por su propia seguridad, recordando las advertencias que le habían dado.

-Rayos...- respiro profundo para dejar escapar un largo suspiro, desviando la vista de la pareja por el momento, prestando atención a la marca aun presente en su mano.

-¿Me necesitas, cariño?- se sobresalto, pudiendo ver entonces que el nigromante ahora estaba repentinamente a su lado, sentado con tranquilidad y una sonrisa creída en su rostro.

-...ella aun sigue aquí- señaló, a lo que él levantó la vista, frunciendo el ceño al ver a la feliz mona.

-Vaya, eso no es bueno- y que lo dijera en voz alta le daba un mal presentimiento. -Dame tu mano- MK dudo, confundido y desconfiado luego de todo lo que había sucedido, pero no había muchas opciones y aunque no le termina de convencer, sabe que el nigromante era el único que podía resolver lo que sea que estuviera pasando. Así que bufo y termino por aceptar, colocando su mano sobre la ajena, ignorando su piel fría por el momento. El de rojos rojos tarareo, pensativo, pasando su pulgar por la marca negra que había hecho en el sucesor para ser el ancla y frunciendo el ceño con molestia al sentir una diferencia.

-¿Qué haces aquí?- el menor alzó la vista, viendo al dios parado allí, luciendo molesto ante la presencia del nigromante y por la manera en la que su cola se estaba moviendo, el sucesor tenía la sensación de que se estaba conteniendo de echarla a patadas.

-Revisando- pero el de ojos rojos estaba más concentrado en otra cosa, viendo algo que ellos no, alzando la vista sólo después de unos segundos de tenso silencio e ignorando al dios, sus ojos directo en la mona, entrecerrando los ojos con sospecha. -Te resistes, ¿eh?- Rinrin se tenso, sus ojos tan abiertos como los de alguien que había sido atrapada haciendo algo que no debía. -Ella se esta resistiendo a volver- bufo, su frase sorprendiendo al par.

-¿Se puede hacer eso?- MK lo miro, confundido y curioso.

-Se necesita un alma fuerte y desesperada- se cruzó de brazos.

-¿Rinrin?- el dios la miró de reojo, manteniendo parte de su atención en el nigromante por precaución. Si lo que escuchaba era cierto, significaba que ella estaba forzando su estancia, poniendo a su sucesor en peligro.

-Yo solo...- Rinrin retrocedió, temerosa y desesperada, cubriendo con sus manos el extraño collar con el que se había despertado la primera vez. -...solo quiero más tiempo-

-¿A pesar de mi advertencia de que te volverías una sanguijuela?- él enarco una ceja, luciendo ligeramente burlón y molesto, una extraña mezcla. -Vaya, los mortales se vuelven egoístas- bufo, rodando sus ojos rojizos, sin importarle la mueca de dolor que ella hizo ante sus palabras.

-Cállate- Wukong gruñó, profundo y amenazante, aunque estaba dolido y preocupado. Amaba a Rinrin, cree que nunca dejó de hacerlo, pero su presencia prolongada allí podía causar que el alma de MK desapareciera por completo y eso no le gustaba.

-Es la verdad- se encogió de hombros, acomodándose un poco en su lugar. -Este chico pidió que volvieras y desaparecerá si te quedas mucho tiempo...- ese recordatorio envío un escalofrío por la espalda del menor e hizo que el dios se tensara con enojo. -...pero eso no te importa, ¿no? Solo quieres quedarte con tu amado...- rodó los ojos. -...eso se llama ser egoísta-

-¡No soy egoísta!- su pelaje gris se erizo, luciendo nerviosa y temerosa. -Yo solo...quería mas tiempo...para estar contigo...- miro a Wukong, quien se mantuvo tieso en su lugar. -...para pasar tiempo juntos...- suena suplicante, sollozando y aunque sus ojos brillan, no hay lagrimas, principalmente porque incluso por su apariencia y su realismo, sigue siendo un alma ocupando una marioneta de madera.

-Me temo que ya no es tu tiempo, Rinrin- la nueva voz hizo los presentes se tensan, incluyendo al de ojos rojos. -Viviste y moriste, ya no perteneces en este mundo- la muerte con aspecto de mujer elegante y vestida de negro aparece, logrando hacerlos temblar ante su simple presencia, las puntas de su cabello oscuro flotando muy ligeramente mientras caminaba con pasos lentos.

-Hola, Muerte~- el nigromante sonrió, tenso y no muy feliz de verla. -¿Vienes por un alma?-

-Vine por el alma por la que negociaste- Muerte miró a la mona, quien agachó la cabeza con vergüenza, ya sabiendo que en realidad no tiene muchas opciones. Lo atraso todo lo que pudo pero debe volver.

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