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Monos Celosos

Espero que les guste~

Nota: ¡Capitulo largo! xD

No todos los monos en la montaña estaban muy contentos con la repentina presencia del ser de piel pálida y poco pelaje. Los mayores no tenían mucho problema, especialmente luego de haber escuchado por horas a su rey hablar de su sucesor y de la alegre actitud de este, pero a los más jóvenes no les gustaba, porque la presencia de dicho sucesor les quitaba horas de juego y atención.

Y así es como decidieron mostrar su descontento, haciendo lo posible para poder molestar al intruso que interrumpía su horario.

Allí es donde empezó todo el problema.

-Lo siento mucho, Kid- Wukong miro a su alumno, quien estaba cubierto de pies a cabeza de barro frío y húmedo, aunque se estaba secando rápidamente sobre su ropa y demás, luciendo más como un monstruo salido de la tierra que como el sucesor de un dios.

-Nha, no te preocupes Monkey King- MK sonrió, despreocupado, algo culpable al notar que estaba dejando pasos llenos de lodo a su paso. -Lo siento, ensucie tu casa- retorcido sus dedos, luchando contra las ganas de rascarse la cabeza, la fea sensación del lodo contra su cuero cabelludo no siendo su favorita de la vida.

-Lo limpiare, ni siquiera te preocupes- contestó de inmediato, más preocupado por el estado ajeno que por la de su piso. -¿Quieres darte una ducha antes de irte?- preguntó, sin estar dispuesto a dejar que el menor se fuera así.

-Eso sería genial- suspiro con alivio, algo del barro se había adentrado en su ropa, era incomodo y todo le picaba. -Tengo ropa...extra...- su voz murió al notar que la mochila que había dejado sobre el sillón del dios, ahora estaba abierta y completamente vacía. -...tenía...- sonrió con nerviosismo, sin querer pensar en todo lo que había perdido.

-No deberían estar comportándose así- avergonzado por la actitud de sus pequeños pero por sobre todo, estaba confundido y molesto por su comportamiento. Todo aquello fue un ataque repentino y despiadado en su opinión, uno que vino sin razón aparente y sin ningún tipo de provocación. -Te daré algo de la mía- miro a su alrededor, asegurándose que no hubiera monos presentes y sólo cuando comprobó que no había, fue con pasos rápidos hacia su habitación, volviendo al poco tiempo con una muda de ropa y una toalla. -Date una ducha con calma, me encargaré de buscar tus cosas- empujó las cosas a los brazos ajenos, para luego guiarlo al baño y dejarlo allí, frunciendo el ceño mientras daba grandes pasos para ir a donde sus monos.

-Tomo me pica- MK murmuró, agradecido de poder sacarse su ropa sucia y de poder estar bajo el chorro de agua, rascando con dedicación su cabeza y cuerpo hasta que la sensación de picazón se calmo, contento al ponerse ropa limpia. No podía ponerse sus zapatos, no cuando estaba tan sucio como todo lo demás, y salió en medias, mirando a su alrededor. -¿Monkey King?- se pasó la toalla por el cabello.

-Aquí estoy- el dios entro en ese momento, con un montón de ropa sucia entre sus brazos y mirando al menor con algo de vergüenza. -Lo ensuciaron todo, lo siento- así que eso era suyo, no estaba sorprendido. -Lavare todo, puedes dejarlo aquí- sonaba tan seguro que MK no encontró como rechazarlo.

-Esta bien, gracias Monkey King- sonrió ligeramente, aunque no va a negar que está un poco preocupado ante toda la situación. No quiere poner a su maestro en una situación incomoda y tampoco quiere obligar a los pequeños monos a quererlo cuando obviamente era todo lo contrario.

-Bien- el mono desapareció en una habitación, volviendo con las manos vacías y una sonrisa. No se veía del todo tranquilo aún pero estaba manteniendo el porte y la paciencia. -Vamos, te llevaré a casa- hizo un gesto al notar los pies descalzos y MK rio, asintiendo, contento con el viaje en nube, incluso si las cosas no habían ido den todo bien.

La siguiente vez que fue a entrenar, su mochila quedó a la vista para ser vigilada pero de igual manera, algo sucedió.

-MK...- el mencionado levantó la vista luego de tomar otro trago de la botella de agua que le dieron, viendo a su maestro con curiosidad. -...mis monos quieren darte algo- estaba serio, mirando a los pequeños con el ceño fruncido, quien lucían más molestos que culpables.

-¿Qué cosa?- se acercó y por alguna razón, extendió las manos, justo a tiempo para agarrar el objeto que los pequeños soltaron en ese momento. Era su teléfono, la pantalla estaba algo rota, la carcasa luciendo marcas de dientes y estaba húmedo con lo que enserio esperaba que fuera agua o simple baba. -Oh...- apretó el botón del costado solo para asegurarse, sintiendo que su corazón se detenía por un segundo cuando la pantalla se mantuvo apagada. -...Pigsy va a matarme...- ya podía escuchar el discurso de su jefe de cómo el dinero era importante, que no crecía en los árboles, y de cómo debía ser más responsable a la hora de cuidar sus cosas. Ya estaba llorando internamente de solo imaginárselo.

-No, no lo hará- negó el rey ante la expresión de miedo puro en el rostro ajeno, sintiendo la culpa a pesar de que no fue él quién lo había hecho pero fueron sus monos, quienes estaban bajo su mando, así que era su responsabilidad. -Pagaré uno nuevo- tenía el dinero para hacerlo. -Tómalo cómo una disculpa de mi parte- les mando una mala mirada a sus súbditos, con una clara amenaza de hablar con ellos más tarde y ganándose chillidos de desgana.

A partir de ahí, todas sus visitas fueron más o menos iguales. Su mochila y lo que sea que estuviera dentro sufrían las consecuencias de estar presentes pero incluso si no llevaba nada, recibía un golpe de barro o fruta, pudiendo escuchar sus chillidos llenos de burla y diversión. Aunque no se sentía enojado realmente.

-¿En serio no estas enojados con ellos?- Wukong estaba sorprendido porque, incluso si amaba con todo su corazón a los pequeños, ellos se estaban pasando del límite y no parecían que estuvieran por detenerse pronto, incluso con todas sus charlas y amenazas.

-Nop- MK sonrió, incluso si acababa de salir de ducharse luego de ser bañado en jugo de fruta. -Los documentales dicen que los monos son territoriales y técnicamente, soy un intruso, así que...- se encogió de hombros. -...no los culpo por no quererme en su territorio- era un intento de tranquilizar a Wukong, sin saber que solo había logrado el efecto contrario, dejándolo sentido y preocupado por lo que ellos pudieran hacer. Su alumno era dulce y perdonaba con facilidad pero sabía que todos tenían alguna especie de limite y temía lo que pudiera suceder cuando lo cruzaran.

Y entonces, sucedió.

-...Momo...- MK jadeo, conmocionado, su voz rota y luciendo al borde de las lagrimas. No sabía cómo o por qué Momo estaba en su mochila pero eso ya no le importaba, no cuando lo veía colgando desde lo alto de un árbol, sus extremidades siendo sostenidas por un par de monos. -¡M-Momo!- sollozo mientras las lagrimas empezaban a salir a un ritmo rápido, tieso en su lugar mientras veía como el brazo de su juguete de toda la vida se separaba lentamente de su cuerpo. Hasta podía jurar que el sonido de rasgado estaba resonando en su cabeza. El dios frunció el ceño ante la angustia de su sucesor, pudiendo escuchar los ligeros chillidos felices de los monos, y gruño mientras avanzaba a grandes pasos.

-¡Ya basta!- Wukong se harto, soltando un extraño sonido que sonaba como una mezcla entre un grito y un siseo pero sea lo que sea, tuvo el efecto deseado, los monos deteniéndose en seco y mirando a su rey con los ojos bien abiertos. Todos los monos a su alrededor detuvieron lo que estaba haciendo para voltear a ver al dios, pudiendo notar su postura tensa y su rostro lleno de ira. Todos se encogieron, especialmente los culpables, nunca les había hecho ese sonido a ninguno de ellos. -Suéltenlo- era una orden llena de seriedad, una que no dudaron en obedecer, el rey alzando sus manos para poder atrapar al muñeco y revisarlo. Las costuras estaban rotas pero era tela y podía arreglarlo. Los monos se tensaron, esperando aunque sea alguna clase de mirada, pero se llevaron una sorpresa cuando su rey ni siquiera alzo la vista, más ocupado en voltearse para acercarse al angustiado chico. -Hey, hey- el dios se acerco al menor, sintiendo como su corazón se rompía lentamente ante el llanto, las lagrimas corriendo rápidamente y los sollozos escuchándose ahogados.

-L-Lo siento...- no levanto la vista, apenado por estar llorando porque habían roto su muñeco favorito. -...es que...-

-No necesitas disculparte- arrullo, triste ante las disculpas, acunándose suavemente el rostro ajeno con una de sus manos para obligarlo a alzar la vista y mostrarle una suave sonrisa, acariciando su mejillas en un gesto de cariño y para secar alguna de sus lagrimas. MK iba a tener un dolor de cabeza luego del llanto y tendría los ojos irritados. -Voy a arreglar a Momo, tranquilo- lo que sea para tranquilizar al menor.

-¿E-En serio?- sollozo, esperanzado mientras se apoyaba en el toque del mayor, aun sintiéndose angustiado a pesar de que Momo ahora estaba en un lugar más seguro. Wukong asintió, seguro, ganándose una temblorosa sonrisa.

-Vamos- lo rodeo con su brazo para acercarlo a su costado y lo guio hasta su casa, cerrando la puerta para no dejar entrar a ningún mono. El silencio se hizo tensó, algunos de los monos volteándose a ver a los culpables, quienes se encogieron aun más en sus lugares.

-Metimos la pata- los pequeños se miraron entre ellos y por primera vez desde que todo había empezado, se sintieron culpables.

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