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Grietas #2

Espero que les guste~

Nota: Muchos dicen que el alma es una parte importante, que es aquello que te da la capacidad de sentir y pensar, así que pensé que hasta los demonios podían tener algo así

Nota-2: Esto fue solo algo que se me ocurrió, no me pidan mucha explicación xD

Nota-3: Les pido que, si tienen peticiones, me las manden por privado o las dejen en mi muro por favor. La mayoría de las peticiones se me pierden en los comentarios T-T

MK tarareo para si mismo, una de sus manos jugando de manera nerviosa con el borde de la remera que se apresuró a volver a ponerse, llevándose con la otra una galleta a la boca para poder masticar. Había estado tan ansioso el día anterior que había horneado y cuando decidió buscar a Macaque por respuestas, trajo unas cuantas con él.

No tenía muy en claro lo que le sucedía, aunque por la expresión y el apuro del domador de sombras para llamar a quien podía ayudarlo, podía suponer que debía ser serio, no de vida o muerte, pero si serio y eso solo lo hacia sentir más ansioso con cada segundo que pasaba esperando. Termino su galleta y se dispuso a agarrar otra, solo para que algo lo asustara.

-Vaya...- se sorprendió, especialmente porque estaba distraído, notando entonces a quien se le estaba acercando con pasos silenciosos. Era una chica, a simple vista de su edad, su cabello negro caído y tan lacio que parecía muy largo, su caminar elegante y ligero pero por sobre todo, los ojos claros llamaron su atención, brillantes y que daban la señal de que ella era mucho más de lo que parecía. -...el sucesor de Wukong- tarareo, la amable sonrisa que se dibujaba en su pálido rostro haciendo que él se relajar un poco en su lugar por alguna razón. -No esperaba conocerte en persona...no tan pronto- se arrodillo frente suyo, luciendo elegante en todo momento y tranquila mientras arreglaba ligeramente la larga falda de su ropa.

-¿Quién eres?- preguntó con genuina curiosidad, confundido, notando de reojo como Macaque se sentaba a su lado con un suspiro. Se veía algo cansado, mirándola con el ceño ligeramente fruncido y eso hizo que le menor se preguntara si había alguna clase de problema entre ese par.

-Puedes llamarme como quieras, tu especie me dio muchos nombres a lo largo de los siglos- sus ojos claros se encontraron con los oscuros y de repente, algo golpeo al menor, un solo nombre resonando de alguna manera.

-Eres...la Muerte- jadeo, asombrado y sorprendido, sin poder evitar sentirse algo intimidado de repente ante su presencia. -Oh...- parpadeo, lento, sintiendo algo de vergüenza cuando la imagen de la muerte que siempre había tenido se desvanecía de repente.

-¿Esperabas un esqueleto, vestido de túnica negra y con una oz para cortar todas las cabezas a su paso?- enarco una de sus finas y oscuras cejas, bufando con diversión cuando el menor desvió la vista, avergonzado. -Siempre pasa- suspiro, tomando una de las manos del menos, recorriendo con la punta de sus dedos las líneas marcadas en sus manos. 

-Las marcas están en su pecho- hablo el domador de sombras, su cola rozando la espalda ajena y haciendo que MK sonriera ligeramente, algo aliviado ante la presencia familiar a su lado.

-Siempre aparecen allí- soltó la mano para alzar la vista y mirar al sucesor a los ojos. -¿Te importa si...?- hizo un gesto y MK miro de reojo al mono, recibiendo un ligero asentimiento y una suave sonrisa. Se apresuró a levantar su remera para mostrar las marcas, demasiado nervioso para sacarse la remera nuevamente, sintiéndose expuesto y no muy cómodo cuando los ojos claros se fijaron en su pecho. Ella tarareo, rozando las cicatrices con la punta de sus dedos, retrocediendo cuando el menor se estremeció ligeramente. -Tenías razón, son heridas de alma- frunció apenas el ceño, sin gustarle el aspecto, eran demasiado oscuros.

-¿Heridas de alma?- y ahora estaba más confundido aún, aunque preocupado porque esa frase no sonaba nada bien.

-Las almas son parte de todos, la parte incorpórea de todos los seres vivos que les permite pensar y sentir, es lo que termina en mi reino cuando mueren y lo que vuelve ante otra vida- Muerte jugo apenas con sus manos, pensativa, era difícil expresarse.

-¿Mi alma...se rompió?- se tensó, una ola de miedo inundándolo, luciendo como si estuviera a punto de largarse a llorar. Macaque suspiro, apoyando su mano en la espalda del mortal para darse ligeras caricias, esperando poder ser algún tipo de apoyo.

-No es tan raro como parece- se apresuro a negar. -Las almas son fuertes, sobreviven a muchas cosas, pero a veces, se rompen. Sucede mucho más de lo que me gustaría- había perdido la cuenta de cuantas almas había arreglado a lo largo de los siglos, demasiadas para contar o recordar pero también había perdido muchas, demasiado rotas para volver a juntar las piezas, aunque no iba a decir eso.

-¿Estoy en peligro?- y de repente se sentía tonto, porque había decidido ignorar y tachar aquellas marcas como si no fueran nada pero ahora lo sabía mejor y eso solo lo hacía sentir peor.

-No...- tomo su mano, dándole un suave apretón, esperando que la sonrisa que le estaba mostrando fuera tranquilizadora. -...porque estoy aquí y puedo arreglarlo- MK asintió, ligero y aun asustado.

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