Nigromante #5
Espero que les guste~
Para absoluta sorpresa de mucho, un grito de victoria salió de su boca cuando se le anuncio como el ganador de todo el evento, inclinándose apenas para aceptar la medalla brillante que alguien se acerco para ponerle y enarcando una ceja ante el nigromante que abrazaba el bolso lleno de dinero contra su pucho, luciendo la sonrisa más grande que había visto en su rostro pálido.
-No puedo creer que gane- cuando estuvieron solos, no pudo evitar acunar entre sus manos la medalla que colgaba de su cuello, anonadado si tenía que ser muy sincero. Había estado tan temeroso cuando se dio cuenta que no tenía permitido usar su bastón o cualquiera de sus poderes, que solo podía pelear a puño limpio y lo había logrado. Bastante bien para ser la primera vez para su gusto.
-¿Quieres darte una ducha antes de enfrentar al mono?- y esa pregunta mato toda la emoción que lo había invadido.
-Eso...podría ser una buena idea- asintió con una ligera mueca, por lo menos podía estar limpio para el sermón y el castigo de su vida. Se tambaleo cuando apareció dentro de su departamento con un chasquido, decidido a no preguntar mientras agarraba algo de ropa y una toalla antes de dirigirse al baño, agradecido cuando las extrañas pulseras doradas salieron fácilmente. Se permitió quedar un rato bajo la ducha, el agua caliente haciendo maravillas en sus músculos adoloridos y después de unos minutos logro juntar la fuerza suficiente como para levantar las manos para lavarse el cabello, decidido quitar todo el sudor y la suciedad. Salió para cambiarse, sin sorprenderse de ver al nigromante sentado en su cama cuando salió del baño.
Se dirigieron directamente al santuario que el dios tenía cerca de la ciudad, cruzando las grandes puertas sin mucho problema, pero apenas estas se cerraron, ya tenía al mono frente suyo.
-¡¿Monkey King?!- chillo, quejándose entre dientes cuando las manos ajenas acunaron su rostro y empezaron a revisarlo en busca de heridas.
-Te tardaste mucho- se quejo, aunque se veía algo aliviado, tensándose mientras miraba al nigromante que fingía inocencia no muy lejos de ellos. MK entonces pudo notar a la mona, parpadeando con sorpresa cuando sus miradas se encontraron, sonriéndose mutuamente después de unos segundos y saludándose con un ligero además. Era tan extraño verla cuando solo había escuchado historias pero era tal y como se la imaginaba, con una suavidad en sus ojos y un aspecto amable. -¿Qué rayos es esto?- tomo la muñeca de su alumno, fulminando con la mirada la marca negra que este tenía en el dorso de su mano.
-No lo sé, solo apareció- se encogió ligeramente de hombros, sin entender la importancia de eso. Para él, solo era un dibujo que no se borraba por el momento.
-Explícate...- gruño, profundo y amenazante, fijando sus dorados y brillantes ojos en el nigromante. -...o te matare- ignoro el jadeo de sorpresa del menor.
-Oh, tonto e iluso dios...- sonrío lenta y enormemente, mostrando sus afilados dientes. -...no puedes matar a alguien que ya esta muerto~- chasqueo los dedos y desapareció de sus vistas con unas ligeras chispas negras, los presentes volteándose rápidamente al escuchar una risa macabra y viendo entonces al chico de cabello blanco sentado cómodamente en los escalones del templo. Wukong frunció el ceño, moviéndose para poner a Rinrin y a MK tras suyo para protegerlos, atento a los movimientos ajenos. Desconfiaba de ese ser que olía ceniza y tierra. -Te daré una respuesta solo porque me encuentro de buen humor- se cruzo de piernas, exagerado y elegante, aunque el dios tenía la sensación de que solo quería molestarlo con su apariencia despreocupada. -Una alma que no pertenece a este mundo necesita un ancla...- sonaba como si estuviera citando una historia o algo así. -...una viva- fijo sus ojos en el sucesor, quien se sobresalto.
-Eso significa...- dudo un poco antes de ver a la mona de pelaje gris, curioso de ver su reacción.
-...que me mantienes aquí- termino ella la frase, acunando sus manos contra su pecho. MK, el sucesor de su amor de toda la vida, era la razón por la que estaba allí presente y el ancla que la mantenía en ese mundo.
-Oh, no me mires así- bufo ante el profundo y molesto ceño fruncido presente en el rostro del mono. -No tengo un alma para hacer de ancla...- rodo los ojos antes de desaparecer de sus vistas por un momento. -...pero este chico aquí...- ambos monos se tensaron al ver al nigromante tras el sucesor, flotando solo para poder pasar sus brazos por encima de los hombros ajenos y apoyándose causalmente, ignorando la tensión en el cuerpo del chico. -...estaba cerca y dispuesto, con un alma brillante- levanto su mano para apretar las mejillas del mortal, quien se quejo entre dientes ante el apretón. -Había que aprovechar~- canturreo.
-Déjalo en paz- gruño la orden, el nigromante burlándose pero obedeciendo levantando las manos en un gesto fingido de inocencia y retrocediendo, sentándose en el aire mientras el menor se apresuraba a pararse tras el dios.
-¿Qué es lo que eso significa?- pregunto Rinrin de repente, llamando la atención de todos los presentes. -Si MK es mi ancla...¿eso significa que...?- estaba tan esperanzada de poder quedarse junto a su amor, poder estar a su lado unos años más era en todo lo que podía pensar.
-No, no. No es tan fácil- negó él, cruzándose de brazos y luciendo serio por primera vez desde su encuentro. -Ese sello funciona como ancla...- asintió. -...pero entre más tiempo te quedes aquí, te convertirás en una sanguijuela- ella frunció el ceño ante el termino. -Esa marioneta se convertirá en tu cuerpo...a costa de la vida del chico- y ahora había más tensión que antes, ella jadeando con horror antes eso.
-No me lo dijiste- MK frunció ligeramente el ceño ante la repentina información.
-Tu no preguntaste- se encogió de hombros.
-Bastardo...- gruño el dios, molesto. La presencia de su amada era peligrosa para MK, quien podía perder la vida si ella se quedaba demasiado tiempo. Tenía sentido, después de todo, ella ya no pertenecía a ese tiempo pero eso significaba que la iba a volver a perder. Ese simple pensamiento dolía tanto como el recuerdo de su muerte.
-No te pongas así, mono raro- rodo los ojos. -Tu adorable sucesor cumplió con su parte y como soy alguien de palabra, cumpliré con mi parte- sus ojos brillantes se movieron para ver a la mona, quien retrocedió un paso, no cómoda con la mirada fija. -Tienes menos de 48 horas para disfrutar, diviértete~- y desapareció, sin mostrar su rostro otras vez como las veces anteriores. Los tres se quedaron tensos en sus lugares, procesando la información recibida, Wukong volteándose de repente para mirar a su alumno con el ceño fruncido. MK sonrío con nerviosismo ante el enojo que emanaba su maestro, soltando una temblorosa risa. Oh cielos.
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