Nigromante #3
Espero que les guste~
-No puedo creer que estés aquí- Wukong soltó una especie de jadeo mezclado con una risa incrédula, sosteniendo el rostro de ella entre sus manos. Era solida y cálida bajo sus dedos, algo que solo había soñado. Era ella, tan pequeña como recordaba, luciendo como si no hubiera muerto hace mucho tiempo atrás, como si viviera en esta época con su cabello y su hermoso vestido, como si nunca hubiera pasado el tiempo.
-Yo tampoco- susurro Rinrin, apoyándose por completo en el toque ajeno, su larga cola tan gris como el resto de su cuerpo moviéndose lentamente tras suyo. -Yo...no se que sucedió, Wukong- confeso, apoyando una de sus manos sobre la ajena, preocupada. Estar juntos era una bendición pero ninguno podía ignorar la preocupación que seguían intentando empujar en el fondo de sus mentes. -Estaba en la nada y luego...estaba acostada, sintiendo el sol y el viento en mi pelaje...-
-Vamos a averiguar lo que sucedió, no te preocupes- dejo un suave y tentativo beso en la frente de ella. No quería perderla ahora que la tenía entre sus brazos, no después de haberla extrañado tanto. -Solo...disfrutemos un poco nuestro pequeño milagro, ¿si?- siempre había sido egoísta.
-Por supuesto- ella sonrío, alejándose ligeramente para que sus ojos marrones pudieran ver los dorados que tanto amaba. -Te ves...tan diferente pero familiar- tarareo, alzando su manos para enredar ligeramente sus dedos en el cabello castaño ajeno, riendo al verlo apoyarse pesadamente en el toque y con los ojos cerrándose ligeramente. -Aunque, parece que sigues siendo un gato gigante- solo le faltaba ronronear.
-Más respeto, soy un mono- bufo, más divertido que nada y contento ante la risa de ella.
-El rey~- se paro de puntitas solo para dejar un beso en la mejilla de él, tarareando ligeramente. -Ha pasado un tiempo, ¿no es así?- susurro. Se sentía algo extraño, sabía que había estado muerta pero estando allí ahora mismo, se sentía como si no hubiera pasado el tiempo, aunque sabía que si. -Tienes que contarme todo lo que has hecho-
-¡Tengo mucho que contarte!- se animo, ella riendo alegremente mientras se dejaba arrastrar, admirando el gran árbol con los duraznos más grandes que había visto y acomodándose en el suelo a su lado, mostrándole una amable sonrisa a los monos que la miraban de lejos, ninguno haciendo amague de acercarse. -Que raro, usualmente son más curiosos que cautelosos- frunció ligeramente el ceño, ligeramente preocupado ante la actitud de sus monos. Se habían lanzado sobre MK apenas tuvieron la oportunidad, inspeccionándolo antes de decidir que era un invitado bienvenido y ahora lo recibían con entusiasmos, todos amontonándose para recibir abrazos y cariño. Así que por eso estaba confundido ante la falta de acercamiento actual.
-Déjalos- negó ella. Lo que sea que hubiera sucedido para traerla de vuelta, no parecía gustarle a ninguno de los monos, así que no estaba dispuesta a obligarlos. -Solo...cuéntame lo que quieras- lo miro con una sonrisa y ojos cariñosos, logrando que el dios se relajara ligeramente en su lugar. Wukong entrelazo su cola con la ajena y sonrío. Así que hablo de los años posteriores a su muerte, contando de los viajes que hizo, de los pequeños monos que había tenido en esa época, del como encontró su montaña y se instalo allí con todas las protecciones que consideraba necesaria para las siguientes generaciones de sus monos, hablo de como vio la ciudad construirse y crecer a gran velocidad, de sus pequeñas travesuras y de su diversión ante la confusión de los humanos. Dejo para el final la mejor parte de todas, el como había conseguido a su sucesor, de como aprendía rápidamente a pesar de su actitud torpe y emocionada. A pesar de lo tonto que se sentía, hablo de sus errores y de lo que se arrepentía de haber hecho hasta el momento, de lo mal que se sentía saber que había lastimado a alguien con sus acciones y como se estaba esforzando por ser mejor.
-Y bueno...creo que eso es todo hasta ahora- rio ligeramente, sintiéndose repentinamente más ligero, como si el peso sobre sus hombros se hubiera ido.
-Oh, Wukong...- Rinrin se movió para poder abrazarlo suavemente, acariciando su nuca en un gesto de consuelo que había hecho muchas veces en su tiempo juntos. -...estoy tan orgullosa de ti- eso hace que él se relaje entre sus brazos, tarareando ligeramente. -Aunque...- se separo para volver a sentarse.
-¿Rinrin?- llamo con preocupación al notar el ceño fruncido que ella tiene. -¿Qué pasa?-
-No puedo creer que tuve que morir para que tu decidieras tener un hijo- bufo, fingiendo ofensa mientras se cruzaba de brazos. -Siglos más tarde pero bueno, al menos, ahora tienes un hijo- y los ojos del dios se abren enormemente cuando la palabra que ella estaba usando se registra en su mente.
-¡¿Hijo?!- chillo, su pelaje erizándose. -¡N-No es mi hijo!-
-¿Estas seguro?- enarco una ceja, divertida ante las reacciones ajenas. Siempre había sido fácil de molestar, era refrescante ver que eso no había cambiado. -Porque por la manera en la que hablas de él, pareces padre orgulloso- tenía que aprovechar que estaba allí para molestarlo un poco.
-¡RINRIN!- reclamo con las mejillas ardiendo, ella riendo a carcajadas. Si, era bueno estar juntos de nuevo.
-Tranquilo, tranquilo- se esforzó por no seguir riendo, aunque el ceño fruncido y el puchero infantil que tenía el dios se lo estaba haciendo muy difícil. -Me gustaría conocerlo- agrego, ligeramente ansiosa.
-¿En serio?- la miro con sospecha.
-Si- asintió con una sonrisa. -Quiero conocer a tu hijo- la oportunidad estaba y ella tenía que aprovechar.
-¡Eres de lo peor!- chillo, ella volviendo a reír a carcajadas ante su mala cara. -¡Bien, lo contactare!- se concentro, buscando esa conexión en el fondo de su mente y siguiéndola con facilidad, solo para encontrarse algo...bloqueado. Si, eso no era bueno.
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