Mala Decisión #2
Espero que les guste~
Ninguno de ellos podía apartar la vista, horrorizados, tiesos en su lugar por la sorpresa y con sus cuerpos tan tensos que dolían hasta cierto punto. Había lo que parecía ser una armadura imponente y grande justo frente a ellos, con aquella niña tan rara es sonrisa fría enfrente.
-Parece ser que les gusta mi nuevo guerrero, ¿no?- su sonrisa se agrando mientras hacía una seña a su acompañante para que se acercara un poco más y los demás pudieran verlo mejor. Era MK, podían reconocerlo, pero su expresión en blanco que tenía en su rostro les daba escalofríos, los tonos azulados que ahora tenía en su ropa combinando para su horror con sus ojos ahora brillantes y el tono blanco viejo que reemplazaba los colores brillantes.
-¡MK!- grito Mei, el firme y fuerte agarre de Sandy siendo lo único que le impedía avanzar como ella quería.
-¿Quién es ella?- murmuró Tang, temblando de miedo, no sólo por la situación sino por preocupación hacia el chico.
-¿Y qué rayos está pasando?- Pigsy frunció el ceño, mirando de reojo al mono pero este estaba centrado en su alumno.
-Buddy...- jadeo Wukong, pudiendo notar que sea lo que sea que ella le había hecho, había roto el sello que había puesto en su pecho. Eso no era nada bueno.
-Él vino hacia mí...- tarareo ella con total tranquilidad, luciendo satisfecha. -...e intento luchar pero...no pudo ganar- MK dejo escapar un largo suspiro e incluso a la distancia, todos pudieron notar su aliento, como si estuviera a grados bajo cero. -Ahora, es mi guerrero...- los miro con sus ojos fríos, alzando lentamente una de sus manos para señalarlos. -...y es hora de que me defienda- MK se movió rápidamente, saliendo disparado hacia ello, el dios adelantándose rápidamente y cruzando los brazos frente a su rostro justo para bloquear el ataque ajeno, retrocediendo apenas a pesar de tener los pies clavados en el suelo. Miró a los ojos brillantes, desesperado por encontrar algún tipo de reconocimiento, su corazón rompiéndose ante las lágrimas silenciosas que salían de sus ojos y corrían por sus pálidas mejillas. Su consciencia debía estar enterrado en lo más profundo de su mente y él haría lo que fuera para poder liberarlo pero antes, tenía que encontrar la manera de hacerlo.
-Lo siento mucho, Kid- y lo golpeó con toda su fuerza, logrando alejarlo unos metros, aprovechando eso para hacer aparecer su nube bajo los pies de todos lo presentes y haciéndolos caer de sentón, volando rápidamente para ir a la nave del grandote de piel azul, alejándose de la escena lo más rápidos posible. Todos vieron hacia atrás, con el corazón roto, pero dispuesto a volver para ayudar su amigo. Iban a encontrar la respuesta y la iban a detener, sin importar cuanto les costará, eso era una promesa.
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